Capítulo 8

Perdón

Una pequeña Luna de cuatro años se había despertado como cada mañana gracias a su reloj despertador antiguo. Como era costumbre, casi siempre era la primera en despertar debido a su emoción de ir a la escuela, ya que este aparte de ser su primer año de estudios, también le encantaba compartir con sus amigos.

Rápidamente se levantó y se dirigió hasta el otro extremo de su habitación para acercarse a la cama compartida de Lori y Leni.

—Leni, Lori, vamos, levántense, que tenemos que ir a la escuela —Decía Luna mientras sacudía la cama con todas sus fuerzas.

—Literalmente escuchamos el despertador, deja de mover la cama, porfavor.

—No, la última vez que dejé de mover la cama, no se levantaron y llegué tarde a la escuela.

—Está bien, nos levantaremos —Lori movió un poco a Leni para que ésta se despertara.

—¿Qué está pasando?, ¿denuevo empezó a temblar? —Preguntó Leni adormilada.

—No, es Luna, ella está moviendo la cama —Lori rodó los ojos y continuó—, otra vez...

Al cumplir su cometido, Luna rápidamente salió de su habitación, caminó hasta al fondo del estrecho pasillo y tocó cuidadosamente la puerta frente a ella para luego abrirla con delicadeza. Dentro de la habitación, observó una cama grande, y junto a ésta había una cuna.

—Papá —susurró Luna.

—Ya estoy despierto —Mencionó algo adormilado , quien estaba junto a Rita desde la comodidad de su cama.

—Shhh… habla más despacio o despertaras a Lincoln y Linka —Dijo Luna en voz baja.

Luna una vez verificó que su padre estaba despierto, cerró la puerta y se dirigió a la habitación que estaba entre la suya y la de sus padres. Abrió la puerta con delicadeza y metió su cabeza al interior.

«Luan y Lynn siguen dormidas».

Luna cerró cuidadosamente la puerta y se dirigió a su habitación para arreglarse para la escuela.

Una vez Luna terminó de arreglarse, se dirigió a la cocina, donde su padre había preparado el desayuno para sus hijas.

Luna se decepcionó cuando vio que su desayuno constaba de un bol con cereal de trigo y leche blanca. Levantó su mirada para ver hacia sala que estaba conectada con la cocina, y en la mesa vio a su padre que estaba tomando una taza de café mientras esperaba a sus hijas.

—¿Por qué todos los días tenemos que comer cereal de desayuno? —Preguntó Luna frustrada.

—Hija, tú sabes que mamá no puede comprar otras cosas para el desayuno —Respondió amablemente Sr. Lynn.

—¿Pero por qué siempre tiene que ser el tonto cereal del gallo?, apenas tiene sabor ¿cuándo mamá traerá de nuevo el cereal del tucán? —Preguntó Luna con tristeza.

A Sr. Lynn se le rompió el corazón al escuchar a su hija, se sentía impotente al no poder hacer nada.

—Luna, te prometo que cuando consiga un buen trabajo, te compraré el cereal que tu quieras, pero tienes que prometerme que hasta entonces, comerás el que nosotros compremos.

—¿De verdad me lo prometes? —Preguntó ilusionada.

—Si, ahora come tu desayuno mientras preparo la van para llevarlas a la escuela.


Luna iba de regreso a su casa en la van familiar después de un excelente día de escuela. Unas amigas suyas habían traído un reproductor de música con varios discos, y se sentía atraída especialmente por un artista llamado Mick Swagger. Había algo en sus canciones que la hacían sentir más enérgica y animada..

Una vez la van se estacionó a las afueras de la casa, Luna se bajó del vehículo y divisó un auto de color blanco que estaba estacionado en una de las veredas contiguas al domicilio. Luna no tardó mucho en recordar la familiaridad de ese auto, ya lo había visto antes.

Al entrar en la casa, vio a Luan junto a Lynn en la alfombra jugando con unos cubos de colores, a su madre que estaba en la sala sentada con Lincoln en sus brazos y para su sorpresa, vio a su tía Miriam sentada en el mismo sofá que su madre. Ella tenía el cabello largo y castaño, usaba una blusa de color morada y unos jeans de color azul; Junto a Miriam, estaba su esposo Richard, quien tuvo que sentarse en un asiento de comedor al no caber en el sofá. Éste era más alto que su padre, tenía el cabello corto y de color negro; usaba un cortaviento rojo carmín y unos jeans de color azul marino.

La mera escena de Miriam sosteniendo a Linka provocó en Luna cierto desagrado, posiblemente era la persona a quien más odiaba. Cada vez que el nombre de Miriam pasaba por sus oídos, recordaba la distintiva exasperación de su tía por mantenerla a ella y a sus hermanas controladas cuando estaban de visita en su hogar. Definitivamente Luna no era un ángel, lo sabía perfectamente, ella era tan revoltosa como el resto de sus hermanas, aún así, la actitud tan restrictiva de Miriam le resultaba un trato más que injusto. Una persona como Miriam no merece sostener a un niño entre sus brazos, menos aún si se trataba Linka.

—Hola Luna —La saludó su madre—. Saluda a tu tía Miriam y al señor Adreu.

—Hola mamá, y hola señores Adreu—. Dijo Luna tímidamente mientras pasaba de largo hasta a su habitación, ella sabía perfectamente la razón por la que su tía Miriam estaba en casa, ya había escuchado antes las conversaciones de Rita y su tía anteriormente. Cerró la puerta y sin siquiera molestarse en revisar si sus hermanas mayores estaban al interior, se acostó en su cama boca abajo y reposó su cabeza sobre una almohada.

—Hoy fue un gran dia y queria contarselo a mamá, pero justo vino la tía Miriam a arruinarlo todo —Se dijo Luna a sí misma tapándose la cara con su almohada.

Después de unos minutos llegó Lori a la habitación, y al ver a Luna con la almohada en la cara no dudó en preguntar.

—¿Luna, estás bien?

—No te importa— Soltó Luna, quien seguía con la almohada en la cara.

—Vamos, no seas así, dime, puedes confiar en mí —Dijo Lori mientras se acercaba a Luna.

—Sabes que no me gusta que venga la tía Miriam. Además, quería contarle a mamá sobre mi día, ya que casi nunca está en casa.

Lori movió a un lado la almohada que cubría el rostro de Luna.

—Sé que puede ser algo estricta, pero es de la familia y no puedes cambiar eso.

—Lo sé, ¿pero por qué siempre tiene que ser tan estricta? —Dijo Luna frustrada.

—No es tan estricta cuando está el Señor Adreu —Mencionó Lori, limitándose a únicamente consolar a su pequeña hermana acariciando su espalda, sin recibir una respuesta devuelta.

La escena se mantuvo así por al menos veinte minutos, hasta que el silencio se vio interrumpido por la aparición Rita, quien venía acompañada de Leni.

—Chicas, quiero hablar seriamente con ustedes.

Rita se sentó en la cama de Lori y Leni, mientras que las chicas se sentaron en la cama de Luna.

El silencio volvió a tomar lugar. Rita se había quedado sin habla, sabía que las noticias eran buenas para la familia en general, pero que contarlas era una historia totalmente distinta.

—Sé que ustedes quieren mucho a Linka, pero ella se tendrá que ir a vivir con su tía Miriam y su esposo.

Luna estaba impactada por la noticia al igual que su hermana Lori, pero Leni no entendía muy bien a lo que se refería a su madre.

—¿Entonces Linka ya no podrá estar con nosotras? —Preguntó Leni algo confundida.

—No será para siempre hija, será mientras... —Trato de decir Rita antes de ser interrumpida.

—¿Por qué nuestra tía Miriam se llevará a Linka? —Preguntó Lori preocupada.

—Porque ella se ofreció a cuidarla y mi mamá aceptó sin preguntarnos a nosotras —Dijo Luna sentada en ahora en su cama, enojada y con los brazos cruzados —No quiero que ella se lleve a Linka, ella no me agrada, no entiendo porque quieren que se vaya Linka —Dijo Luna frustrada.

—Hija, por favor, no te enojes esto, es por el bien de todos, quizás ahora no entiendas todas las razones que tenemos para aceptar, pero cuando seas mayor, quizás nos comprendas —Dijo Rita algo desanimada.

—¿Y cuando la volveremos a ver? —Preguntó Lori preocupada.

—Les prometo que cada fin de semana la iremos a visitar —Respondió alegremente Rita.


Pasaron los años y Luna quien iba en segundo grado de primaria, volvía a su casa y la miró con un poco de nostalgia

«Han pasado varios meses desde que nos mudamos a esta casa. Extraño la anterior, a pesar de que era más pequeña»

Luna al entrar a la casa, vió a Lincoln y a Lynn armando un castillo con piezas de lego, el cual no duró mucho, pues la futura deportista destruyó el edificio de juguete apenas este quedó terminado.

Ambos infantes parecían divertirse bastante con sus juguetes, la mera figura de ambos hermanos compartiendo representó en Luna el recuerdo de aquella hermana, quien no volvió a ver desde hace mucho tiempo.

Habían pasado cuatro años desde que Linka dejó a su familia, aunque para Luna se había sentido como toda una eternidad. A pesar de que podían seguir visitando a Linka en casa de sus tíos, la relación entre ambas hermanas pasó a distanciarse poco a poco, pues dos días al mes no le resultaba suficiente a Luna para fraternizar con su hermanita, y para colmo, sus tíos finalmente dejaron de asistir a las juntas familiares desde hace un año. ¿Qué habrá sido de Linka? ¿Recordará que alguna vez tuvo una familia que la amaba y cuidaba? ¿Tendrá algún recuerdo de Lincoln, su hermano gemelo?, esas preguntas se le venían a la mente en sus momentos de debilidad y le recordaban su mayor fracaso, ser una hermana.

Luna observaba a su madre sentada en el sofá, quien cargaba con la pequeña Lucy en brazos. Envuelta por las dudas acerca del paradero de su desaparecida hermana, la joven fue directamente con su madre a preguntarle.

—Mamá, ¿cuándo podremos volver a ver a Linka? —Preguntó Luna esperanzada.

—Luna, ya te lo he dicho —Rita suspiró—, no la hemos podido ir a visitar porque tu tía Miriam no pudo ir a las últimas juntas familiares —Dijo Rita tristemente.

—Pero la extraño, cada vez que veo a Lincoln, siempre me acuerdo de ella —Luna se escuchaba cada vez más desanimada.

—Yo tambien la extraño, pero a veces las cosas tienen que ser así, te prometo que cuando podamos, iremos a verla.

—Siempre dices eso, pero nunca lo cumples, yo sabía que si Linka se iba con tia Miriam pasaría esto, ella nunca me agradó —Dijo Luna enfadada.

—Luna, porfavor no… —Rita intentó decir, pero no pudo continuar, ya que Luna se había marchado a su habitación.

Lori, quien estuvo al pendiente de la pequeña disputa, se acercó lentamente a la entrada del dormitorio de la hermana del medio. Con algo de cuidado y sin abrir la puerta, Lori tocó tres veces esperando la reacción de su hermana, pero al no haber respuesta, procedió a preguntar.

—Luna, ¿te encuentras bien? —Preguntó Lori preocupada.

—No te importa.

—Claro que sí me importa, eres mi hermana.

Hubo un silencio antes de que Luna abriera la puerta, permitiendo que su hermana entrara.

La habitación constaba de un armario, una cama y junto a ésta, una mesa de noche.

Lori no pudo evitar ver los posters de varios artistas en la habitación, pero más que todo, no pudo evitar ver a Luna, quien yacía en su cama boca abajo.

—Lori, ¿acaso no la extrañas? —Dijo Luna en voz baja.

—¿A quién?

—¡A Linka!, todavía no puedo sacarme de la cabeza que se haya ido con la tia Miriam. Hace bastante que no la vemos, quizás jamás la volveremos a ver.

—Luna, aunque no te agrade, la tía Miriam es mucho mejor que tía Ruth y su ejército de gatos.

Luna no pudo evitar soltar unas carcajadas.

—Eso es cierto, pero…

—Luna, no te preocupes por Linka, papá y mamá decidieron que fuera con tia Miriam porque ellos confían en ella junto con el señor Adreu.

Lori al ver que Luna todavía se veía algo preocupada, le dio una abrazo.

—No te preocupes Luna —Dijo con una sonrisa.

Después de unos breves momentos Lori se separó de su hermana, quien aprovechó de levantarse y mostrar su mejor gesto.

—Creo que tienes razón —Dijo Luna ya sonriendo, dirigiendo su vista hacia su nueva guitarra eléctrica— ¿Puedes ayudarme a practicar?, practicar con alguien siempre me sube el animo.

—Por supuesto, pero recuerda que no soy tan buena como tú.

—La música es para divertirse, no para ver quien es el mejor.


Linka se levantó del sofá y dio un par de pasos.

—¿Qué pasó Linka?— preguntó Lana.

—Quiero un vaso con agua, ¿quieren algo de la cocina? —Preguntó Linka dirigiendo su mirada hacia el sofá.

—Yo estoy bien —Respondió Lincoln.

—No, gracias —Dijo Lana tímidamente.

Linka continuó su curso hasta la cocina, se acercó a la despensa para sacar un vaso y antes de que pudiera abrir la llave del lavaplatos, vio a Luna atravesar la puerta que conectaba hacia el jardín.

—¿Qué tal hermana? —Saludó Luna animada.

—No es de tu incumbencia, eh…. ¿cómo te llamabas?

Linka volvió a dirigir su mirada hacia al lavaplatos, abrió la llave y llenó su vaso.

—Me llamo Luna, vamos, no seas así, somos familia ¿no?

—Para mi, tú no eres mi hermana.

Luna sintió como si le hubieran echado un balde de agua fría encima.

—Qué… ¿qué quieres decir con eso? —Dijo Luna con tristeza.

—Lo que oíste, no te considero como una hermana, asi que deja de llamarme así.

—¿Por qué?

—¿Como que por qué?¿ Acaso una hermana te deja de lado y se olvida de tí?

—Yo... yo nunca te olvidé… siempre esperé que volvieras —Dijo Luna tristemente.

Linka de pronto sintió como su garganta se secó y escuchó resonar las palabras de su hermano en su cabeza: "¿No crees que eres un poco hiriente cuando te diriges a los demás?"

—Si fuera así, al menos hubieras intentado algo para saber de mí…

—Lo intenté… —Luna respiró hondo antes de continuar— Todos me decían que era cuestión de tiempo antes de que volvieras, pero nunca les quise creer. Te extrañaba mucho y quería que estuvieras con nosotros todo el tiempo. Cada vez que veía a Lincoln jugar con nosotras siempre te recordaba.

A Linka se le hacía difícil hablar al escuchar la triste voz de su hermana, la hacía sentir mal de una forma que ella desconocía.

—Y… si tanto me extrañabas ¿por qué esperaste hasta ahora para hablarme? —Dijo Linka intentando esconder ese extraño sentimiento que sentía al escuchar a Luna.

—Porque sentía vergüenza al verte, cuando te vi en la puerta el dia que llegaste, senti como si todo se me viniera abajo —Luna se tomó un momento antes de continuar, porque se le hacía difícil ver a su pequeña hermana a los ojos, y necesitaba recuperar fuerzas para seguir hablando— Te veías triste, quise creer que era por el cansancio, pero al ver que te alejabas de nosotros, pude confirmar lo que más temía… que nos odiabas —A Luna se le empezaron a escapar unas lágrimas.

—No pude hacer nada para que volvieras, y ahora que estás obligada a estar con nosotros, no puedo evitar sentirme como si fuera la peor hermana del mundo, por eso intentaba evitarte encerrandome en el garage todo el día, en vez de hablar contigo.

Linka no sabia que decir, la persona que odiaba hace unos minutos atrás había cambiado totalmente frente a ella. Desde que supo que tenía hermanas mayores, se guardó el profundo deseo de recriminarlas porque la habían dejado de lado, pero al ver a Luna en ese estado, entendió que no la podía odiar, pero tampoco quería perdonarle.

—¿Sabes lo duro que fue para mí crecer sin alguien que me apoye —Preguntó finalmente Linka—. ¿Alguien con quien compartir mi día, alguien con quien desahogarme y que me diera su apoyo cuando más lo necesitaba?

Linka estaba al borde de las lágrimas y sentía como su garganta se le estuviera cerrando.

—No-no lo sé… pero sé que si no tuviera a mis hermanos para apoyarme, mi vida sería más difícil, y por eso sé que la tuya no lo fue —Luna cerró su puño por la impotencia que sentía al hablarle a su hermana— Entiendo que estés enojada con nosotros, pero quiero que almenos me perdones y sino lo haces, lo entenderé… —Luna se secó las lágrimas con su puño, y olvidando el motivo por el que fue a la cocina, se dirigió al garaje.

—Yo… te perdono Luna.

Luna detuvo su avance. Sentía como si todo el peso que llevaba desde hace años se desvaneciera de un momento a otro.

—Pero no te puedo ver como una hermana mayor, tú no estuviste en los momentos en que necesitaba a alguien, ¿quizás podamos ser amigas?

Sin previo aviso más que la pregunta de su hermana menor, Luna se encontró nuevamente sollozando. Se dió vuelta para ver a su hermanita a la cara y al verla quedó emocionalmente destrozada. Linka estaba cabizbaja aguantando las lágrimas al igual que ella.

Luna se acercó a Linka, se arrodilló cuando estuvo lo suficientemente cerca y puso ambas manos en los hombros de su hermana.

Linka al sentir las manos de Luna, dio un sobresalto. Tal caricia generó en ella una confianza comparada a la que sentía cuando estaba con Lincoln.

—Claro que si… amiga.

Linka evitó el contacto visual con Luna y la dirigió en cambio hacia la puerta. Para su sorpresa vio a Lynn siendo retenida por Lincoln y Lana.

Fin del capitulo 8.


Disculpas por las demora ya que para terminar este capítulo se necesitaba más de una semana para terminarlo por todos los detalles de la continuidad, además de que estuve enfermo una semana completa sin mas que agregar me despido hasta la próxima.