"El beneficio de la duda"
Segunda parte
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-Corazón del sur, ojos del norte, dedo del oeste, pie del este, llega con el viento y parte con la lluvia... Bakudo 58, kakushitsuijaku.
La quietud que solía reinar los verdes campos se vio alterada por la liberación de energía espiritual que golpeo la tierra, las aves, que momentos atrás gorgoreaban plácidas en el cálido día, salieron volando con un estrepitoso aleteo. El culpable: Un shinigami de cabellos como la nieve.
Toshiro Hitsugaya veía con el ceño fruncido el circulo brillante en el suelo cuyos números se movían con rapidez. Esta era la tercera vez que realizaba el hechizo de búsqueda en lo que transcurría de la tarde y, tal como las veces anteriores, se mantuvo muy quieto en silencio, solo observando, esperando pacientemente los resultados.
Esperando, esperando, solo esperando.
Durante días había emprendido su búsqueda casi sin descansar, apenas comiendo lo necesario para no desfallecer, de todos modos, no es como que pudiera dormir en paz, cada vez que cerraba los ojos sus sueños se convertían en pesadillas en extremo desagradables, llenas de gritos y lamentos de esa voz tan dulce, y comer… bueno, tampoco era algo grato, cada bocado que consumía tenía gusto a arena, lo poco que lograba consumir se le revolvía en el estómago; con mucha suerte no sería devuelto.
Estaba exhausto, sí. Casi todo el día la pasaba ansioso pensando en Hinamori ¿Dónde podría estar? ¿Estaría bien? ¿Estaría a salvo? No tenía la menor idea, por eso dedicaba cada minuto de valioso tiempo buscándola y los pocos momentos donde se detenía era cuando realizaba el hechizo de búsqueda. Lo activaba y esperaba, esperaba. Esperaba parado, con el cuerpo rígido como un soldado, con la vista perdida en el sinnúmero de caracteres que bordeaban el cirulo, rogando en su interior para que esta vez hubiera un resultado favorable.
Pero como las otras veces, los números del círculo fueron perdiendo velocidad y los caracteres brillo. Hitsugaya se tensó, apretando sus manos en puños y rechinando los dientes: Nada, no había nada. Ni una pista de la localización de Hinamori Momo.
-¡Maldición!-Grito.
Sus dedos buscaron en que desquitarse, enmarañándose entre los blancos mechones de su cabello. Sentía la desesperación filtrándose como escarcha helada en sus huesos, invadiendo cada rincón de su ser, susurrando con malicia que mientras más se tardara era probable que lo que encontrara fueran restos de lo que alguna vez fue Hinamori.
Tenía que encontrarla, tenía que protegerla, lo sabía, se lo repetía cada segundo de cada minuto. Cualquier otra cosa que la idea de ella sana y salva, era impensable.
El albino cerro los ojos, buscando normalizar su respiración. No era propio en el perder de ese modo los estribos, si algo lo caracterizaba era su temple, incluso en situaciones riesgosas. Contó hasta diez y aflojó un poco los músculos de su cuerpo, tan rígidos y doloridos como su estómago.
Echo la cabeza hacia atrás, permitiendo que los rayos solares le acariciaran la piel. A través de sus parpados cerrados la luz atravesaba, tiñéndolos de rojo y amarillo, regalándole destellos aquí y allá. Se recordó que de nada servía perder la calma, solo se entorpecería a sí mismo.
Inhalo largamente y abrió los ojos para después expulsar el aire en una bocanada, al hacerlo, una nube de vaho se dibujó en el aire.
-Rayos-Musitó. Su pequeño desliz de emociones desbordabas causaron que su reiatsu se alterara, lo demostraba el hielo y la escarcha que se formó un par de metros a la redonda de donde se encontraba parado. Con el corazón más calmado hizo un movimiento de muñeca y todo el material invernal se derritió como si nunca hubiese existido.
Estiró la espalda y acomodó su gabardina antes de retomar su camino.
No se sorprendió cuando al dar la primera serie de pasos sintió las piernas un tanto flojas, consciente de que su cuerpo no iba a seguirle el ritmo durante mucho tiempo, incluso si era uno de los capitanes más fuertes de la sociedad de almas existía un límite para todo, el suyo supuso que estaba al borde de unos cinco sueños o tres comidas, no estaba del todo seguro que le pasaría factura primero.
Tal vez la preocupación, el miedo, la ansiedad o el estrés, que eran sentimientos a los que no estaba muy habituado. Generalmente sabía qué hacer, cómo actuar ante situaciones complicadas, una mente fría y analítica era punto clave para los lideres, saber controlar tus emociones significaba demasiado en el mundo de los shinigamis y él se consideraba a sí mismo como casi imperturbable.
-Casi-Se dijo con un tono bajo y burlón.
Como todos, tenía un punto débil, y eso era las personas que guardaban un lugar en su corazón. Cuando alguna de esas personas se veía afectada era como si volviera a ser ese niño indefenso del rukongai, le costaba pensar con claridad, se sentía asustado y se le nublaba la cabeza, no sabiendo del todo como ayudar o reaccionar o, por el contrario, reaccionar sin pensar que era lo más prudente, llegando a tomar decisiones bastante viscerales.
Y Hinamori…bueno, ella era una de las personas que encabezaba la lista. Pero, por otro lado, aunque era consciente de que ese miedo y ansiedad tenían una razón válida (Por todos los cielos, solo había que ver la situación), también sabía que estaban aumentadas por el miedo de casi haberla perdido no una, sino dos veces y no por los gajes del oficio, más bien por no haber podido protegerla, justo como ahora.
Detuvo esa línea de pensamientos antes de que su mano sufriera otra serie de espasmos al recordar la sensación que creyó superada. Agitó su cabeza y mejor tomo el mapa que guardaba en uno de los bolsillos de su gabardina de lana (la cual se volvió a acomodar), se concentró en todas las taches hechas con tinta roja que marcaban los lugares donde ya había buscado. Inició en las zonas centrales de la ciudad de Karakura ¿Por qué ahí? Bueno, ese lugar parecía tener una maldición, durante los últimos años todo suceso malo provenía de ese lugar, por lo que considero una buena idea comenzar por ahí ante la falta de pistas.
Actualmente iba por las periferias, ya bastante alejado de la zona urbanizada. Ni un rastro hasta el momento y honestamente no tenía ni idea hacia dónde dirigirse. Tampoco tenía contactos en los que se pudiera apoyar para conseguir información, aunque fuera un rumor de avistamiento de algo extraño, ya que todos los que conocía estaban en asociación con la sociedad de almas la cual cursaba por una época estable, por ello nadie querría tomarlos como enemigos al ayudar a un desertor.
No tendría más opción que prácticamente buscar en cada uno de los rincones del país, del continente, del mundo si hacía falta.
Continuó su pesado andar en silencio, barriendo con la vista cualquier indicio de pista, agudizando los sentidos tratando de captar algo, concentrando su mente para encontrar algún rastro de la llama de la energía espiritual de Hinamori, incluso lanzando un par de "shikigamis" de papel para que le ayudaran en la búsqueda a largas distancia, y cuando uno de estos regresó después de un par de minutos, se posó sobre su palma abierta solo para mover su mal doblado cuerpo en forma de grulla, anunciando que no encontró nada.
No le sorprendió la respuesta, de hecho, no esperaba encontrar algo en esa zona, era solo que no podía permitirse dejar espacios sin buscar. Aun así, se le quedo mirando a la figura de papel, como acusándola con los ojos de no haber hecho bien su trabajo. Se sintió tonto por querer regañar a una grulla, así que lo único que hizo fue mandarla a volar para dar una vuelta en otra dirección y mientras la veía alejarse por los aires hasta convertirse en un pequeño punto a lo lejos, se dio cuenta de algo: Hacia mucho, mucho tiempo que no se encontraba así de solo.
No se había percatado hasta ese momento que, desde hacía años, más específicamente desde que entro al gotei 13, su vida se encontró rodeada de personas que llenaban el espacio que le rodeaba con su presencia y sonido. Desde las mañanas siempre encontraba a shinigamis corriendo de un lado a otro en sus labores diarias: en el cuartel del décimo escuadrón con sus subordinados y la floja de su teniente, reuniones cada tanto con otros capitanes, misiones en equipo, la gente del rukongai en su patrullaje por las zonas, los momentos de soledad eran contados y eran de hecho cuando ya iba a casa a dormir.
Tironeo de las mangas de la gabardina mientras recordaba que, en casa, cuando era niño, tampoco estaba solo, si bien no tenía amigos y muchos lo despreciaban o temían, estaba su abuela y Hinamori, no era una multitud, pero bastaba con esa cantidad de personas para llenar sus días, para que no se sintiera solo, para sentirse querido.
Por desgracia siempre fue malo expresando sus sentimientos a otros, su abuela lo comprendía mejor que el mismo y en realidad no hacían falta palabras con ella para que supiera todo el amor y aprecio que le tenía, pero no todos son iguales, hay personas que necesitan escucharlo para saberlo. Hinamori era una de esas y el jamás le había expresado su sentir, incluso en su momento llego a cometer la tontería de reprocharle a Hinamori por ser una pegajosa que perdía su tiempo yendo a visitarlo, ella no parecía tomarlo en serio, sin embargo, sospechaba que a la larga esas palabras la hicieron dudar sobre la relación que tenían.
Debió ser más honesto, tal vez no precisamente en ese entonces, pero si después, decirle que todos esos momentos a su lado significaban mucho, que le agradecía por ser tan agradable aun cuando él no lo fue, que a su lado era feliz, siempre lo fue y siempre lo sería. Había sido así desde el momento en que la conoció.
Guardo sus manos en los bolsillos de la gabardina, sus dedos rozaron la tela del moño que encontró ese día, cerro su puño sobre ella. Ese pequeño trozo de tela le provocaba emociones contradictorias, por un lado le traía esperanza, por otro, no soportaba ver la sangre impregnada en el tejido, cada que lo hacia las palabras "muerta, herida, sola, perdida, lastimada" resonaban en su mente, apuñalándolo, poniéndolo más nervioso, así que se limitaba a tocarlo, a enredar sus dedos en la cinta azulada buscando un falso consuelo, un recuerdo de la sensación de sus delgados dedos contra su mejilla.
Cualquier cosa con tal de dejar ese sentimiento que le apretaba el pecho, para olvidar el dolor y centrarse en lo que tenía que hacer, para encontrar a una de las personas que hacían que su vida tuviera rumbo.
Miro hacia el cielo donde otro de los shikigami venia hacia él, aleteando con sus frágiles alas de papel, tambaleándose contra el viento.
Estaba perdido y sin rumbo.
Una vez más estiro la mano para recibirle, la figurilla aterrizo con esfuerzo, usando la poca energía espiritual imbuida agitó su cuerpo, negando, para luego ponerse rígido y caer inerte.
Varado, con sueño.
Cerro su mano en un puño, arrugando en el proceso el papel encerado hasta casi deformarlo. Nada aún.
Con hambre, cansado, sin pistas.
-Y con un estúpido abrigo que pica como los mil demonios-Exploto, tirando del cuello de la prenda que había conseguido hacía pocos días, sabedor de que ya no le era posible llevar el uniforme shinigami, no cuando había escapado desacatando las órdenes directas de un superior.
Llevo sus manos en puño hacia su rostro, cubriéndose los ojos, presionándolos con fuerza para ahogar la jaqueca que amenazaba con ser la cereza del pastel. Mala idea, detrás de sus parpados parecían habitar aquellas imágenes que le inundaron en flashazos: La espada que la atravesaba, su mano sosteniendo el arma, su cara de decepción, la sangre, tanta sangre.
-Maldición-Murmuró
Todo daba vueltas, no era bueno.
- ¿Toshiro?-Pregunto una voz desde atrás.
Giro en redondo con una rapidez incomparable, poniéndose en guardia desenvaino a Hiorynmaru al tiempo que atacaba al intruso, el filo choco con un arma que reconoció con solo un vistazo, aunque era más fácil decir que lo que destacaba era el cabello anaranjado del portador de Zangetsu.
Parpadeo y con un solo movimiento guardo a Hiorynmaru.
-Kurosaki-dijo a forma de saludo. Había estado tan ensimismado que no noto la presencia del chico acercarse.
-¿Dónde demonios te has metido? Llevo días buscándote a petición del capitán Yammamoto- Kurosaki también guardo su zampakuto.
-¿Para "escoltarme" de regreso al seireitei o para cortar mi cabeza?-Pronuncio con cierto recelo, no sabía muy bien en que condición estaba ahora mismo ¿traidor? ¿desertor? ¿infractor?
-¿Para qué te querría Yamamoto muerto?-Kurosaki se rasco la nuca, lanzando miradas de curiosidad al albino ante su apariencia tan demacrada- Realmente no me dio muchos detalles, pero parece ser que hay un problema en la sociedad de almas y necesitan que regreses a tu puesto-Se tomó unos momentos antes de atreverse a preguntar-¿Qué paso?
-No es de tu incumbencia.
-Podría ser, pero después de verte tengo la impresión de que esto es más complicado de lo que parece.
-¿Y que si es así?-Lanzo, cansado.
-Pues, que somos amigos-Toshiro alzo la ceja al escuchar las palabras de Ichigo-Y si estas en un problema solo tienes que decírmelo, te ayudare-No respondió, así que el chico continuo-No voy a reportar nada a Yamamoto.
Toshiro se lo pensó un momento, tal vez sería una buena idea recibir un poco de ayuda, además de que Kurosaki Ichigo no estaba bajo las órdenes del gotei trece, era más bien un ayudante externo, jamás hizo un juramento, no estaba atado, era tan libre que mucho tiempo se consideró un peligro exponencial, actualmente aún era considerado un peligro, solo que ya no en la misma escala, no cuando sabían de la naturaleza recta del chico.
Aunque a veces esa naturaleza les jugara en contra, como ahora, si le decía lo que pasaba, su brújula moral definitivamente le diría que debía ayudarlo, lo cual sinceramente no se podía dar el lujo de rechazar, menos aun teniendo en cuenta que Ichigo tenía personas útiles detrás que tampoco estaban atados al gotei 13.
Suspiro, la decisión ya tomada.
-La verdad es que...
…
-Un nuevo rey
Saboreo las palabras de Ichimaru y las proceso. Aizen quería crear un nuevo rey de las almas.
Un plan loco, sin duda. Ambicioso como era de esperar. ¿Imposible? Al parecer no, la prueba estaba escondida entre los pliegues de la ropa del hombre frente a ella y no quería volver a verla…mucho menos estar involucrada, aunque la sospecha de que este no era el caso no hacía más que seguir creciendo en su interior.
Ahogo el presentimiento. Pellizco el puente de su nariz, pensando.
-¿Cómo es que nadie supo de esto? Un objeto tan peligroso ¿No se suponía que incautaron todos los archivos?
-Bueno, hay que se benévolos con la parte administrativa, Aizen tenía demasiada información para revisar y clasificar, mucho que leer e incluso decodificar.
Un pinchazo de molestia le lleno el pecho al imaginar la cantidad de información que poseía ese hombre, todos los años que seguro dedico a planear una forma de hacerse con el poder que deseaba, ¿Cuánta sangre habrá derramado solo para conseguir todo lo que deseaba? Dudaba que todo ese conocimiento haya sido obtenido por medios pacíficos. Estaba segura que todo lo que había acumulado era peligroso.
-Lo mejor habría sido si destruyeran todo-El odio era palpable en sus palabras
Gin entreabrió los ojos, un destello que no pudo comprender ilumino sus iris, el agregó.
-Si de verdad crees que los altos mandos dejarían pasar la oportunidad de hacerse con sus investigaciones, entonces eres más ilusa de lo que pensaba.
El calor de la indignación subió por el rostro de la teniente, la molestia e impaciencia iban en aumento.
-Habemos personas a las que no nos gusta complicar las cosas, que preferimos la paz. Estoy segura que nada que venga de ese tipo podría ser usado para algo bueno-La rabia ya entintaba sus palabras.
Gin se limitó a sonreír sin verse afectado por el tono usado por Hinamori, en su lugar siguió hablando como si no acabara de ofenderla hacia unos instantes, pasando por alto incluso lo dicho por la chica.
-La información referente a las investigaciones que llegue a leer en ese entonces era extraña e incompleta en ciertos sentidos, no tenía si quiera un orden establecido, era como si lo que descubriera sobre la semilla fuera al azar, sin conexiones en entre una cosa y otra-Gin llevo una mano a su mentón, pensando- Además, por lo que se, cuando se llevaron todos los archivos de donde Aizen los tenia hacia los almacenes del seireitei, fue de una manera apresurada, revolviendo todo, lo que les dificulto aún más dar con algo como esto.
-Aun así, ellos debieron de…
-Piénsalo mejor-le corto -Si desecharan todo sin pensarlo solo por el repudio hacia Aizen ¿Cómo podrían estar al tanto de artefactos riesgosos como lo es la semilla? U otros de la misma categoría. Sería como sacarse los ojos, no hay peor amenaza que aquella que ignoras.
Hinamori mordió su labio para frenar las quejas que burbujeaban en su boca. Por supuesto, a pesar de que tenían encarcelado a Aizen (cosa que también consideraba ridícula), eso no aseguraba que los fuera a poner al tanto de todo lo que había hecho en su vida contra la sociedad de almas, o si existían artilugios que haya dejado regados por ahí que supusieran un riesgo.
-El punto es que descubrieron tales archivos, lo más seguro es que solo parte de ellos, y como era de esperar indagaron al respecto-Ichimaru se cruzó de brazos y recargo su peso contra la pared tras el-Siendo un tema tan delicado al estar relacionado con el rey de las almas todo fue manejado con la mayor discreción posible.
-Si descubrieron los documentos ¿En dónde entro yo en todo esto? ¿Qué hay de los Tsunayashiro? A pesar de su posición la mira debería estar sobre ellos, esta orden de arresto-Tomo la hoja y la extendió para recalcar su punto- debería tener su apellido, no el mío.
-Desgraciadamente aun no tengo toda la información, estoy rellenando los espacios vacíos en base a suposiciones.
Tal declaración la dejo boquiabierta.
-¿Es en serio?
-Tengo algo de conocimiento al respecto, pero, aunque no lo creas no pase estos años con la nariz metida en los dramas de la sociedad de almas, y antes de que quieras agregar algo más, no he tenido mucho tiempo para investigaciones últimamente.
La teniente guardo silencio al comprender lo que estaba diciendo. Ichimaru había pasado la mayor parte del tiempo los últimos días cuidándola, asegurándose de que no muriera, sanando sus heridas y al parecer también evitando que miembros de las fuerzas especiales la encontraran, no tenía el tiempo suficiente para ir e indagar. Aunque siendo honesta, en su cabeza vivía la fantasiosa idea de que Ichimaru era como una especie de sabelotodo, había esperado que el ya tuviera todas las respuestas.
Gin continuo.
-Como dije, lo más seguro es que solo tengan una pequeña parte de toda la investigación, una en la que no son mencionados, e incluso en el caso contrario, no irían sobre ellos de forma descuidada. Por otro lado, si los Tsunayashiro sabían que Aizen tenía en su poder información que les pertenece, lo más astuto seria guardar silencio y encontrar el momento exacto para recuperarlo sin evidenciar su conexión ante los altos mandos. Aunque dudo que eso sea posible para este punto…En cuanto a cómo te viste envuelta en todo esto…
Llevando las manos a la cadera el shinigami hizo una pausa y suspiro, enfocándose en el suelo mientras pensaba la mejor manera de decir lo siguiente, acción que le pareció más que tortuosa a la castaña y solo fue hincapié a que su mente volara. El horror se abrió paso como una ola empujando el dique en sus labios, soltó de golpe lo primero que le venía a la cabeza.
-Ellos… ¿creen que soy cómplice? ¿Piensan que es algo de lo que yo tengo conocimiento? -Se le seco la boca- O tal vez, sin saberlo, en realidad Aizen si me dio una clave, un indicio, información que ha estado en mi poder todo este tiempo y que de forma inconsciente he demostrado que poseo, o quizá los documentos decían que era información que compartió con su teniente, pero eso no tendría sentido porque al final yo era un peón, hay más lógica si yo…
Ichimaru levanto la palma para indicarle que se detuviera.
-Aun no estoy seguro de cómo, pero si se el porqué, y eso me quedo claro en el momento en que examine tu reiatsu mientras morías desangrada en ese campo-Escondió sus manos dentro de sus mangas, luego la miro fijamente y dijo con mucho cuidado-Despides la misma energía que la semilla del rey.
Un frio invernal le recorrió la columna, trato de mantener la calma. Existían muchas formas de impregnarse de energía ajena, como cuando dos personas pasaban mucho tiempo juntas las energías llegaban a sintonizar pareciendo que son similares, o cuando un lugar esta imbuido de cierta energía irremediablemente te manchas, incluso al tener relaciones sexuales llegaba a pasar, había una infinidad de razones y ella paso años al lado de Aizen como su teniente.
-¿Qué? No es, ah-Confusa, trataba de formular una oración coherente.
Tal vez todo si estaba siendo una terrible confusión, tal vez ellos pensaban que ella sabía algo de tal objeto. Tal vez solo tenía que buscar una forma de obtener un juicio y todos verían que era inocente, el 12vo escuadrón le podría hacer pruebas para demostrar que a pesar de irradiar esencia de la semilla del rey ella no la tenía, que no sabía absolutamente nada de eso.
-Inesperadamente la energía que desprendes es mínima, apenas un rastro que se puede ignorar con facilidad, pero yo estoy más familiarizado con ella, por lo que detectarla me fue sencillo.
Hinamori le restó importancia a sus palabras, un rayo de esperanza se asomó a su vida.
-Tal vez si pueda volver, tal vez aun…
El shinigami negó con la cabeza.
-Es cierto que es mínima, pero definitivamente está ahí, puedo sentir su poder, palpitando, creciendo, arraigado en lo más profundo de tu ser. Y ellos de algún modo terminaron por notarlo en ti.
-¿Qué…que está diciendo? ¿De qué habla?
-Es una semilla, Hinamori. Una semilla necesita un lugar donde echar raíces, de donde alimentarse para nacer y crecer.
No le estaba gustando como sonaba aquello, el frio de su espalda se fue internando hacia sus huesos, sus manos temblaban por ello. El rayo de esperanza se extinguía, llevándose todo el calor de su cuerpo, de su alma.
-¿Dónde está?-Soltó en un susurro quebrado.
-¿Recuerdas donde estaba el hogyoku?
La cabeza le daba vueltas, recordó a Rukia.
- ¡¿Dónde está?!
Los ojos rasgados de Gin lucían más penetrantes que de costumbre cuando se fijaron en ella, tan brillantes y glaciales como una piedra preciosa, de pronto alzo su mano y la señalo, justo a la altura del pecho.
-El la sembró en ti
La habitación comenzó a sentirse cerrada, agobiante, como si las ventanas no fueran capaces de dar paso al aire que corría fuera, en cambio, el calor parecía ir en aumento y con ellos esa sensación de asfixia se apoderaba de ella.
Claro, por supuesto, ahora entendía ligeramente la situación. Aun no sabía bien cómo funcionaba la semilla del rey, pero si tenía algo realmente peligroso dentro era obvio que la quisieran muerta, no creía que la sociedad de almas se arriesgara a otra crisis causada por un objeto que probablemente acabara con miles de vidas, mucho menos si de algún modo afectaba directamente al rey de las almas.
Que estúpida había sido al creer que ya no podía hundirse más.
- Yo... ah. Necesito, necesito un momento para procesar - hizo un gesto con la mano indicando lo que habían estado hablando - Todo esto.
La cabeza le palpitaba, y junto a estas sensaciones llego el anuncio de aquellas a las que ya estaba acostumbrada y de las que venía intentado desesperadamente reprimir. Solo que está vez era diferente, acababa de ser golpeada por una noticia del tamaño de una bomba, no sería fácil detenerlas. Llevo su mano al pecho donde Ichimaru señaló, ahí estaba algo extraño ajeno a su cuerpo, ese era el lugar donde mayormente solía acumularse un sentimiento raro, el vacío y el cansancio.
Tal vez era justo esa cosa la que le provocaba todo aquello. La idea lejos de hacerla sentir en control le causó mayor angustia y desesperación.
- Solo un momento.
Volvió a repetir a Gin, quién se mantenía inmóvil en su lugar.
Hinamori bajo del banco en donde había permanecido sentada hasta hace unos momentos y comenzó a caminar de un lado a otro, abriendo y cerrando los puños, frotando sus manos entre ellas, respirando lo más lento que podía, intentando retener el escozor en sus ojos.
No podía. El aire no era suficiente. Habiendo llegado al otro extremo de la habitación se arrodilló y recargo la cabeza sobre el sofá, el sudor frío la invadió al mismo tiempo que los temblores y la perdida de energía, empeorando al sentir el llanto inundarla. Ni si quiera le importó mostrarse de ese modo tan patético y vulnerable ante Ichimaru. Jalo aire desesperada. ¿Que se suponía que debía hacer? ¿Porque? ¿Porque ella? Estaba tan cansada de todo eso, tan harta, le dolía tanto que no estaba segura de poder hacerlo.
Se sentía tan perdida, sola, usada, vacía.
Tal vez sería mejor si solo muriera. Con mucha suerte en su próxima vida sería feliz, o mejor aún, no habría una próxima.
- Oye, no compliques más esto.
Hinamori estaba tan absorta en si misma que no lo escucho acercarse. Honestamente tampoco le importo, al menos no en ese instante. El calor subía cada vez más, era como si hubiera llamas envolviendo el santuario y estás ya la tuvieran rodeada, bailando a su alrededor, rozando su piel y quemando todo a su paso. Pero era obvio que esto no era así, no cuando el fuego que sentía venía dentro de ella.
Fue entonces que una idea se apoderó de su mente. Si el fuego venía de ella, solo tenía que quemarlo todo.
De su mente se borró todo, las caras de sus seres queridos, las risas, las palabras; en su pecho se formó un agujero que tragaba sentimientos, se llevó el miedo y el amor, el gozo y el dolor, solo dejo ese fuego, el ardor de algo consumiendo una parte vital que terminaba cayendo en cenizas y con ellas crecía un rumor en lo más profundo de su ser, una voz que le pareció conocida susurraba dulcemente que la solución estaba a su alcance, que solo debía estirar su mano, entonces todo acabaría en un parpadeo.
Y así estuvo a nada de ceder cuando, de pronto, una mano sostuvo sus mejillas con fuerza, obligándola a dirigir su mirada hacia esos enigmáticos ojos menta. Su rostro se mantenía estoico ante la situación.
- Relájate
La orden fue simple y cruda, pero le ayudo a alejar esas ideas que rondaban su cabeza al centrar su atención en el ex capitán Ichimaru.
- Retoma el control.
Hinamori cerró los ojos aun hipando, sacudió la cabeza en un gesto negativo. Fácil decirlo, pero ¿cómo se supone que se hace eso? La mano sobre sus mejillas se apretó más, instando a que sus ojos se abrieran para después volver a escuchar esa imperativa voz.
- No, mirarme a mí. Haz lo mismo que yo.
Ichimaru inhalo largo por la nariz, su caja torácica expandiéndose por el aire que ingresaba a sus pulmones, mismo que se quedó ahí por unos segundos para después ser expulsado con lentitud por la boca. Repitió esta acción una y otra vez, apremiándola a imitarlo.
Al inicio fue complicado, solo hasta que el hipo disminuyo logro regular su respiración e ir al ritmo que el otro le marcaba. Lento y preciso en un ciclo repetitivo que complemento por si misma al enfocarse en la mano que sostenía su rostro, los largos dedos masculinos emitían una leve frialdad que contrastaba contra su piel que parecía arder; la similitud en la textura de sus manos, producto de los callos que se formaban por el extenso entrenamiento con la zampakuto, pero sobre todo el palpitar sobre su piel por la ligera presión ejercida en la zona.
Todo esto, aunado al hecho de que en ningún momento despego sus ojos de las piscinas color menta que eran los contrarios, encontrando motas cristalinas que conto repetidas veces hasta que se olvidó de su entorno y solo era ella en el silencio de su mente.
-Concéntrate.
Su voz la trajo de vuelta a la realidad, y para su sorpresa se encontró con que su respiración ya estaba estable, el ardor dentro de su pecho había disminuido, la voz se alejó, incluso las lágrimas que había derramado anteriormente ahora estaban secas en su piel, dándole una sensación tirante. Aunque los temblores persistían con menor intensidad.
- Toma todo el reiatsu que encuentres en tu cuerpo y hazlo circular por él, empujándolo hacia tus extremidades, evitando tu centro lo más posible.
Le pareció una petición irracional, sobre todo porque él ya había sido testigo de uno de sus ataques de perdida de energía espiritual en los que, aparte de lo obvio, perdía el control, la fuerza y terminaba realmente agotada. ¿Estaría bromeando con ella o probándola? La expresión de su rostro le decía que no era ninguna de las dos, se le veía serio, pero relajado y confiado. Hinamori sintió como sus cejas se arrugaban con preocupación. Si lograba realizar lo que le estaba pidiendo lo consideraría como una hazaña y un logro personal, tanto que, de ser así, prometía ser menos rezongona con el hombre frente a ella.
Sin pensarlo más se aventuró a seguir sus instrucciones, como cuando estaba en la academia y llevaba al pie de la letra las indicaciones de sus profesores.
Tomo un par de bocanadas de aire, haciendo acopio de todas sus fuerzas llevo a cabo lo dicho. Al instante sintió punzadas en todo el cuerpo, como cuando llevas mucho tiempo sin hacer ejercicio y de repente fuerzas a tu cuerpo al máximo sin antes hacer si quiera calentamiento. Jadeo. Sentía el sudor formándose en su frente y espalda producto de sus intentos por tomar cada gota de reiatsu en su cuerpo y alejarla de su centro. Para su sorpresa encontró más energía espiritual de la que pensaba, lo cual podría ser una buena noticia en otro momento, excepto porque mientras más cantidad era más difícil se volvía la tarea de moverlo, era como nadar a contra corriente.
Un "mierda" escapó de sus labios ante lo cansado que resultaba. Pero no se detuvo, solo hasta que hubo logrado la indicación se atrevió a volver a hablar.
- ¿Y ahora qué? – Pregunto, pujando un poco.
- Ahora solo mantenlo- Respondió mientras soltaba su rostro y dirigía su mano a su pecho, señalando con dos dedos hacia su corazón - Esto puede doler.
Con una serie de movimientos veloces Ichimaru dibujo un puñado de sellos, para sorpresa de Hinamori, la mayoría de ellos le eran desconocidos, pero de los pocos que logro distinguir los identifico como de tipo barrera. Dibujo uno tras otro sin detenerse, capa tras capa de sellos sobre su piel, completando un total de 5 capas, para cuando finalizo más bien parecía una de esas pinturas raras de manchas o rayones sobre un lienzo, los sellos por si solos no le sonaban, pero ya en conjunto juraría que lo había visto en algún lado.
Iba a preguntar si era todo, pero antes de lograr articular palabra alguna Ichimaru empujo su palma completa sobre los sellos y sobre su pecho. Aunque el golpe fue indoloro la acción la desconcertó, en un primer momento no comprendió muy bien que es lo que intentaba hacer, al menos no hasta que el picor y el ardor le embargaron por completo.
-Ah- Abrió sus ojos y apretó sus labios con fuerza, ¡Realmente dolía como el infierno!
Los sellos ingresaban uno por uno hacia su interior siendo absorbidos desde su piel. Recordó entonces, conocía el proceso en teoría, llego a leer algo al respecto en un viejo libro, se usaba para sellar el núcleo de objetos peligrosos con el fin de debilitar la energía, atravesando las capas del objeto en cuestión. Solo lo vio una vez, pero en un objeto inanimado, incluso en los escritos solo se mencionaba que era usado sobre material sin vida, jamás escucho que pudiera ser usado en personas ¡y con razón! Una técnica tan agresiva como esa estaba resultando ser dolorosa.
Hinamori tenía un millón de palabras para describir la sensación, pero ninguna alcanzaba a formar una oración completa.
Fueron solo unos segundos que le supieron a horas. Cuando al fin el ultimo garabato hubo desaparecido dentro de sí, se encontraba tan cansada que incluso mantenerse erguida le resultaba extenuante. Miro sus manos, los temblores habían cesado por completo, por ahora.
-¿Qué fue todo eso?- Alcanzo a balbucear.
Ichimaru la ayudo a levantarse del suelo, la tomó de los hombros y la empujo suavemente guiándola hacia el sofá. Hinamori se recostó sin rechistar, agradeciendo infinitamente la sensación del mullido relleno y la tela sosteniendo su ya de por si maltrecho cuerpo.
-Impedirá que la semilla tenga fácil acceso a tu energía espiritual- Tomo una manta y la extendió descuidadamente sobre la joven no sin antes echar un rápido vistazo a su cuerpo para cerciorarse de que sus heridas no sangraran- Desgraciadamente solo la está frenando.
-¿Acceso a mi energía espiritual?
No contesto.
El shinigami, aparentemente también cansado, tomo asiento en otro de los sofás, extendiendo los brazos en el respaldo de este y echando la cabeza hacia atrás, cerró los ojos. El silencio se instaló entre ellos. Con Ichimaru callado, y ella reposando no había mucho que hacer. Por tanto, en su mente mastico rápidamente la conversación que se desarrolló con anterioridad entre ambos.
Era una locura. Algo como lo que le estaba sucediendo entraba entre las improbabilidades que solo le pasaban a ella. Era una maldita broma…Pero no había otra opción, para este punto la respuesta era sencilla.
Llego a una conclusión.
-¿Qué debemos hacer?
Gin se removió en su lugar sin pasar por alto la implicación del "debemos"
-Lo que debes hacer ahora mismo es controlar tus emociones y descansar. Continuaremos está conversación en otro momento, ha sido suficiente para ti por hoy.
-Pero yo…
-Una vez que estés mejor, y hayamos terminado de aclarar algunos puntos, entonces te diré lo que debemos hacer.
-…De acuerdo
Ninguna palabra volvió a emitirse de cualquiera de los presentes, el silencio únicamente era roto por la respiración de ambos, lenta y pesada, como cuando estas a punto de dormir, la suya más por cansancio que otra cosa, aunque en el caso del peli plata supuso que había caído en los brazos de Morfeo hacía tiempo.
Hinamori se reacomodo sobre su lado izquierdo con todo el cuidado del mundo, tratando de que sus heridas quedaran lo más libres de presión posible. Usando su brazo a modo de almohada para alzar su cabeza un poco y tener mejor ángulo de la persona en el otro sillón.
Le pareció curioso que el hombre se mostrara ante ella de esa manera tan expuesta, con el cuello extendido mientras dormía profundamente como si no tuviera nada que temer o como si le estuviera mostrando que ahora estaban en el mismo bote… o tal vez simplemente sabía que su presencia no resultaba ningún peligro. Aun así, no pudo evitar pensar que se veía un poco actuado, tal vez solo le quería decir de forma indirecta que, así como él estaba confiando en ella, ella debería a cambio confiar en él.
Bueno, en realidad se lo había dicho textualmente, que podía confiar en sus palabras. Y aunque aún no estaba del todo segura de ello, al menos tenía en claro que él ahora representaba su única oportunidad de sobrevivir, era quien tenía mayor información, sabia mejor que nadie a que se estaba enfrentando y al parecer existían motivos para que el siempre terrorífico ex capitán Gin Ichimaru se "apiadara" de una triste alma como ella.
Lanzo un suspiro (mezcla cansancio, resignación y una pizca de frustración) lo único que le quedaba era otorgarle el beneficio de la duda.
Lanzo en su dirección una última mirada dubitativa.
-Realmente, ¿Por qué me salvo? Ichimaru-san.
...
La oscuridad y el silencio se habían convertido en sus fieles compañeras por tanto tiempo que ahora, incluso el más mínimo ruido que se llegaba a generar en aquel lugar le resultaba molesto. No era común que sucediera, pero cuando lo hacía, sus oídos palpitaban, seguido del profundo dolor de cabeza, por lo que, cuando el sonido metálico de la puerta al ser abierta irrumpió haciendo eco en todo el salón, aun con los brazos sujetos con una camisa de fuerza, apretó sus manos en puños en reacción.
Los pasos atronadores
La respiración rasposa
El fruncir de la ropa al moverse
El palpitar del corazón
Podía escuchar todo con tal claridad, pero no le parecía una canción de vida o un alivio a la soledad en la que fue obligado a estar, más bien era algo desagradable, le recordaba el bullicio de las calles del Rukongai repletas de personas o el irritante sonido de una silla al ser arrastrada y, aunque era molesto en realidad no haría algún movimiento extra que delatara su inconformidad, no, mantenerse sereno e impasible era una característica en su persona que no abandonaría jamás, mucho menos ante la basura de la sociedad de almas.
Así que se mantuvo inmóvil ante la presencia de su "invitado" que se tomó su tiempo para llegar hasta él. Solo por el sonido lo ubico parado frente a su persona, emitiendo un aura que para muchos otros resultaría intimidante. Para el solo era fanfarronería.
Esperó (No es como que pudiera hacer otra cosa) de todos modos lo que más le sobraba era tiempo. El silencio que se instaló entre ellos se mantuvo por un par de minutos hasta que, en lo que imagino fue un movimiento de manos, acompañada de una ligera acumulación de reiatsu, el hechizo que mantenía sellados sus labios se deshizo.
Abrió y cerró la boca ligeramente, sintiendo la mandíbula un poco rígida, aun así, sonrió con cierto deje de burla.
- Hm, me honra con su visita. Aunque debo admitir que hubiera preferido a alguien más interesante.
- Veo que los días de encierro no han logrado borrar tu arrogancia-La voz del viejo capitán comandante le sonó como una lija contra metal-Aunque me temo que las personas como tu jamás cambian.
-¿No? Es una pena
El sonido de los pasos del anciano retornó, caminaba en círculo rodeándolo como un depredador que analiza si su contrincante es una presa o un igual. Giro levemente su cabeza para que sus oídos pudieran captar mejor cualquier sonido emitido del contrario. Aguardaba en silencio mientras el otro bailoteaba a su alrededor como un mono.
-¿Cuánto tiempo llevas aquí?-la pregunta le pareció tonta.
-Me parece que usted debería saberlo mejor, la percepción del tiempo se pierde aquí-Respondió usando un tono amable y casual como cuando usaba la máscara de su antiguo yo, esa que encantaba a los demás.
-Me parece que eres lo bastante inteligente para saberlo.
-Me halaga que piense tan bien de mi
Yamamoto siguió rodeándolo, golpeando su bastón contra el suelo a cada paso que daba. Se concentró en escuchar el cuerpo del otro, el ritmo del corazón y la respiración, también capto un ligero rechinido de dientes. Agudizo sus sentidos, olfateo el aroma salado del sudor.
-Es una verdadera lástima que hayas elegido mal, a pesar de todo se lo capaz que eres, si aceptaras trabajar en favor de la sociedad de almas tu sentencia se reduciría.
-No gracias, no me gusta gastar el tiempo.
Aizen solo pudo imaginar la cara de enojo de Yamamoto.
-Más te valdría ser menos arrogante y más inteligente-gruño-La sociedad que tanto desprecias fue la vencedora, tu perdiste.
- ¿Perder? Esa es una perspectiva interesante
Perdido, si, lo había hecho.
En la batalla por Karakura había sido vencido por Kurosaki Ichigo y en el proceso el hogyoku le fue arrebatado.
Había tenido el tiempo suficiente para pensar en calma, repasar cada uno de los movimientos y decisiones que tomo desde que entro en los escuadrones del seireitei hasta aquella desastrosa batalla y llegó a la conclusión que las casualidades del universo jugaron en su contra, había subestimado a la suerte.
Una sola pieza que surgió inesperadamente arruinó años de cuidadosa planificación. Y aunque en su momento le pareció conveniente, cometió la mayor estupidez: subestimo a su oponente. A pesar de que Kurosaki era un adolescente sin su vasta experiencia, el linaje que cargaba había sido su carta de triunfo.
Pudo haberse encargado de esa pieza mucho antes de que se convirtiera en un obstáculo y debido a eso ahora estaba confinado.
Aunque no le preocupaba, claro que no, bien dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Su plan con el Hogyoku podría haber fracasado, pero no por eso se iba a dar por vencido, solo era cuestión de tiempo, no planeaba quedarse encerrado ahí para siempre. Estaba esperando.
Sonrió.
Yamamoto golpeo su bastón contra el suelo, una corriente de energía espiritual lo recorrió, sellando de nuevo sus labios.
-Vete acostumbrando a este encierro, no tienes ninguna oportunidad de escapar-Grazno antes de retirarse por donde vino, azotando la puerta en el acto.
El bendito silencio regreso.
Suspiro, muchos pensarían que una mente tan activa e inteligente como la suya se iría degradando hasta volverse loco al estar aislado y encerrado en esa celda, pero no era su caso, eso solo sucedería ante alguien de carácter débil, el en cambio, tomaba ese tiempo para reflexionar, para analizar y repasar la biblioteca en su cerebro.
¿Desentrañar la razón por la que Genryuusai Yamamoto lo había visitado? No requería más de un minuto, la razón era simple: El hombre estaba ansioso. Había ido para verlo atado, incapacitado, revisar las cadenas espirituales, todo con el fin de asegurarse de que no existiera la posibilidad de que estuviese de algún modo maquinando desde su celda. Lo demás fue solo palabrería para ocultar sus motivos.
Tan predecible. Aunque le daría puntos por su agudeza al sospechar.
Aizen tomo una profunda inhalación, reteniendo el aire en sus pulmones y liberándolo con lentitud, repitió un par de veces para despejar su mente. Solo lo había intentado una vez antes en esos cinco años, encontrar esa pequeñísima brecha en los candados que lo ataban era sencillo, se sentía como una briza de aire que lo guiaba.
Ahí estaba, era apenas una rasgadura lo suficientemente grande para poder enlazar su esencia con el exterior y en el momento indicado, desgarrar para salir, no ahora, sin embargo, esta vez solo quería echar un vistazo.
A pesar de que la máscara que cubría sus ojos lo dejaba ciego al exterior, bajo los parpados y se concentró en encontrar lo que buscaba, no le fue difícil, el brillo que desprendía era la única luz que veía en mucho tiempo. De un color azul como el cielo y calmo como las aguas de un lago, el hilo que seguía en su mente lo llevaba hasta una solitaria llama, pequeña y titilante que bailaba como si el viento arreciara con el único propósito de apagarla.
Poco a poco se dibujó una silueta alrededor de la llama, apenas un fantasma, pero pudo apreciar cada detalle a la perfección: sus espesas pestañas, el cabello similar al chocolate amargo, la piel melocotón. No pudo evitar rozar con su esencia la contraria, nada más que una caricia y como si esta lo notara se agito al igual que un animalillo asustado. El "fantasma" de la chica giro hacia él y pudo verlos entonces, esos grandes ojos asustados que reflejaban terror.
Sonrió para sí mismo.
-Con que ahí estás, Hinamori-kun
…
Muy bien…lo importante es que yo sé que estoy escribiendo, jaja rayos, espero que no encuentren todo esto muy fumado y sin sentido.
Aun no me he visto la nueva temporada de Bleach, pero como hace mucho que me vi la serie y hay nueva información toco darse una leidita en la wiki para complementar.
Cabe aclarar que en este fic es de dominio público que hay un rey de las almas, pero no saben muy bien que con él, como que es una entidad muy mística y misteriosa, no sé si sea igual en el anime/manga pero bueno.
