Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.


(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)

La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)


Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Isabella POV)

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—No me gusta para nada tu plan —me quejo. Elijah rueda los ojos.

—¿Y porque no? —pregunta con voz seria.

—¿Qué me asegura que después de eso, nadie se va a lanzar a cortarme el cuello? —le pregunto mientras siento mi cuerpo sacudirse por el pensamiento.

—Nadie lo va a hacer —asegura. Lo miro con una ceja levantada, no le creo. —No lo van a hacer porque soy una bola de cobardes, por eso te lo estoy pidiendo.

Me cruzo de brazos.

—Quizás son cobardes contigo, pero, te aseguro que, no van a dudar en saltar a mi cuello.

—Tranquila, Bella —la voz de Angela suena desde el otro asiento, al otro lado del pasillo. —No dejaremos que nada te pase.

Mi cuerpo se remueve. ¿Ahora está del lado de Elijah?

Miro a mí alrededor, es muy extraño que estemos hablando de este tema en un avión, si bien estamos en primera clase, cortesía del original claramente, no me parecía el lugar adecuado para tener esta conversación.

Aunque, ahora que lo pienso, no éramos muchas personas a bordo del avión, incluso éramos los únicos en primera clase, y la tripulación solo venia cuando Elijah se los solicitaba.

—¿Hipnotizaste a las personas a bordo o solo compraste todos los asientos de primera clase?

Angela soltó un sonido de sorpresa, supongo que también se dio cuenta recién.

—Abróchese los cinturones, ya vamos a aterrizar —Elijah nos ordena ocultando su sonrisa. —Hice ambas.

Ambas soltamos una risa feliz y obedecemos.

Una hora más tarde y después de pelearnos en el aeropuerto por nuestras maletas, nos encontrábamos en un Jeep, era como el que tenía el grandote de los Cullen, Emmett. Pero la diferencia era que, el que Elijah rentó, es todo negro, blindado y cerrado. Y para nuestra mala suerte, debemos pasar otra hora conduciendo.

—¿Cómo es Mystic? —Pregunta Angela desde el asiento trasero, mirando el interior del auto. —¿Hay sicarios? ¿O los habitantes atacan a los turistas?

—Es, muy pintoresco, soleado y —respondo tratando de describirlo, —menos aburrido que Forks.

—Pero igual de loco y dramático —complementa Elijah.

Mi amiga se ríe.

—Lo que hace divertido a Mystic, es que siempre hay alguien que te quiere matar —le digo. —Si hay un día de tranquilidad, es porque algo muy malo sucede.

—Con razón no te sorprendió Forks —me dice Angela. —Lo más emocionante fue cuando se mudaron los Cullen, y luego cuando tú llegaste.

Me giro para brindarle una mirada molesta. No me gusta que me recuerden lo popular que era aun cuando faltaba una semana para que yo me mudara a Forks.

—No me sorprende que incluso en Forks haya alguien que quiera matarte, Isabella —Elijah despega su vista de la carretera, dándome una mirada divertida.

—Es para no perder la costumbre —me encojo de hombros.

—¿Acaso tiene que ver con la familia de fríos? —su acento se marca en su voz, sus palabras son acusatorias.

—¿Conoces a los Cullen? —le pregunta Angela, sorprendida.

—Carlisle y yo somos buenos amigos —responde él. —Cuando me fui de casa de Charlie, pasé por el hospital para visitarlo.

—Oh vaya.

—Ahora —Elijah golpeo el volante con su mano. —¿Cuál de ellos quiere matar a Isabella?

—Edward —dice mi amiga en automático.

—¡Angela! —chillo haciéndole una señal para que se calle.

—¡Ah! Eso no me lo esperaba —Elijah hace una mueca de comprensión. —Según Carlisle, él es del tipo de los que siempre se controlan, o al menos es de los que mejor lo hacen.

—Usualmente si lo hace, pero… soy su cantante —le explico.

Elijah no responde. Supongo que estaba pensando en todas las posibilidades que eso significaba.

—Y es su novia —Angela vuelve a hablar.

Nuestro conductor frena el auto de golpe. Los neumáticos chillaron contra la carretera, nuestros cuerpos, sujetos por el cinturón de seguridad, se proyectaron un poco hacia adelante.

Angela chilló asustada. No me detuve de la puerta y del plástico al frente mío. Miré al vampiro con los ojos muy abiertos. ¿Por qué frena así? ¿Íbamos a atropellar a bambi?

—¡¿En qué carajos estás pensando?! —me grita Elijah.

Lo miro con la boca abierta, ¿Por qué reacciona así?

—¿Sabes cuánto me ha costado mantenerte con vida? —me pregunta, me grita, más bien. Está furioso, no es un secreto. —¿Por qué de repente quieres acabar con ella?

—¡No quiero terminar con mi vida! —ahora me siento ofendida. ¿Por qué todos creen eso? De verdad valoro mi vida. Aunque no lo parezca.

—¿Quieres salir con un frio? Bien, hazlo. ¿Quieres salir con un vampiro? Perfecto, no importa. —se encoje de hombros. Su mirada vuelve a mí, —¿Pero porque mierda saldrías con uno que en lo único que piensa, es en drenarte?

—Este no es el caso. Edward no me hará daño —lo defiendo.

—¿Qué eres, una santa? ¿Crees que puedes ir por ahí cambiando a las personas?

No le respondo.

—Estoy sorprendido por el control que ha tenido cerca de ti —suspira. —Muy sorprendido de hecho.

—Ves —le digo conciliadora. —Él nunca me…

—¡Claro que te va a lastimar! —ruge de nuevo. —Se controla, sí, pero eso no significa, que al mínimo error, en la mínima oportunidad, va a drenar por completo la sangre de tu cuerpo.

Le doy una mirada de niña a la que acaban de regañar, me siento de esa manera, pero también me siento enojada. ¿Por qué no confían en él? ¿Por qué se asustan cuando les digo que yo si confió en él?

Elijah toma una profunda respiración, y arranca de nuevo el motor del auto, reanuda nuestro camino hacia nuestro destino.

—¿Pero y si no? —le pregunto, mi voz tiembla, mi cuerpo también se sacude temeroso. Elijah también tiembla, pero de coraje.

—¿De verdad crees que, vas a tener un final de cuentos de hadas con él? —me pregunta. Definitivamente su cara no da crédito a mis palabras. —Sé que eres una adolescente, pero, nunca te has comportado tal.

—Siempre hay una primera vez —gruñó.

—No Isabella —gruñe de regreso. —Sí te quieres comportar como una adolescente, sal de fiesta, diviértete, grita, baila, escápate de la escuela, emborráchate hasta perder la razón.

Le miro aun seria.

—Pero, por favor, entiende que él no va a ser capaz de darte una estabilidad, nunca vas a estar segura a su lado.

—Él me cuida, dice que va a protegerme de todo.

—¡Por supuesto que sí! —sus manos se aprietan en el volante. —¡Va a ser todo lo posible por proteger tu humanidad! ¡Va a protegerte de todo! ¡Incluso de que te transformes en inmortal!

—¿Por qué? —pregunté confundida. —¿De qué hablas?

—¡Entiéndelo Isabella! —grita de nuevo. —Si te transformas, va a perder lo único que le atrae de ti.

Auch, eso sí me dolió. Sé que no soy una Miss Universo, pero ¿tan fea estoy? ¿Tan aburrida y ordinaria?

Un silencio incomodo se posó sobre nosotros.

—Escúchame, sé que no soy nadie para decirte que hacer o que no hacer —su voz ahora es más tranquila. —Pero ten cuidado con las decisiones que tomas, te traerán consecuencias por el resto de tu vida.

De nuevo no le respondo. Me siento molesta con él, molesta conmigo misma y molesta con mi retorcido destino que parece querer burlarse de mí y de mis desgracias.

—¿Lista para volver a ver a todos? —coloca una mano sobre mi rodilla, me da un leve apretón, sí, se siente reconfortante.

—No —suelto el aire de golpe. — No quiero verlo —murmuro lo más bajo que pueda.

—¿Jhon?

—No —Angela que se había mantenido en silencio, respondió por mí. —Está nerviosa por ver al galán de negro.

Sentí la sangre subir a mis mejillas, pero agradecí que el tema ayudara para aligerar el ambiente.

—¿Galán de negro? —Elijah suena divertido. —¿Hay otro galán a parte de mí?

—¿No te hemos contado? —Angela imita el tono que hace Jessica cuando se entera de algún chisme nuevo de la escuela. —Bella se está ligando a Damon Salvatore.

Elijah me mira con la sorpresa marcada en su rostro.

—Eso no es verdad —digo aún más roja.

—Oh, no claro que no. —Ang acepta. —Ya no se lo está ligando, ya lo trae loco por ella.

—¡Al fin conozco a una mujer que lo vuelva loco! —dice Elijah feliz.

—¡Deberías de verlos juntos, son tan monos! —Angela aplaude.

—No puedo creer que te estés tirando al mini Drácula de utilería —Elijah se burla de mí. —Te creía mejor que eso, Isabella.

Ahora me siento ofendida. ¿Qué carajos significa eso?

—Bueno, si me preguntas —Angela aclaro su garganta. —Prefiero que se tire al James Dean vampiro, en lugar del vampiro emo depresivo.

¿James Dean? ¿De verdad? En mi mente apareció una imagen de Damon, no creo que se parezca a él. Aunque, si comparamos la canción "Style" de Taylor Swift, sí, sí podría catalogar a Damon en esa descripción. ¿Debería ponerme una falda corta y labial rojo?

—Ya que lo dices de esa manera —la voz de Elijah me trae a la realidad, —sí, mejor que se acueste con Damon.

—No lo digo solo por el control —sigue Angela. —Edward es sigue siendo virgen —me gire sorprendida hacia mi amiga, ella se encogió de hombros. —Alice me lo dijo.

—¿De verdad? —Elijah parece sorprendido. Ang sacude su cabeza afirmativamente. —¿Qué edad tiene?

—Más de un siglo —respondo en automático.

Maldigo mi lengua por soltarse.

—¿Y sigue siendo virgen? —Elijah salta del asiento. —¿Tiene un cinturón de castidad? ¿Le tiene miedo al sexo? ¿Es asexual?

No le respondo, pero sonrió levemente.

—Imagínate cuando Bella presuma que le quitó lo virgen a un vampiro —Angela suena indignada.

—Si es virgen, no creo que tenga mucho de que presumir —razona él. —¿Sabrá cómo usarlo tan siquiera?

—¡Oigan! —hablé abochornada. —¿Por qué están hablando sobre eso?

—¿Tienes un tema mejor? —preguntaron ambos.

—Pues —lo pensé un poco, —no exactamente.

Ambos soltaron unas risas.

—A Damon nunca se le escapa nadie —Elijah sacudió la mano que mantenía libre del volante. —Normalmente es de esos que con una sonrisa, hace que cualquiera pierda la cabeza.

—¿Hablas por experiencia? —pregunto.

—Si ha hecho que pierda la cabeza, pero, no por la manera que piensas —su voz es seria. —Pero, si tú, querida, haces que él pierda la cabeza por ti, tendrás mi total respeto y admiración.

—Por cierto, yo seré la madrina de su boda —Angela chilla emocionada.

—¡Ay no puede ser! —grito golpeándome la frente.

No sé cuánto soporten mis mejillas la acumulación de sangre en ellas. Me encojo refunfuñando en mi asiento mientras ellos se doblan de la risa.

Al menos me alegra que ellos se diviertan parloteando sobre mí.

Mi vista se concentró en el panorama que me mostraba la ventanilla del auto. De repente los miles de recuerdos aparecieron en mi mente, todos esos recuerdos que había dejado atrás el día que Elijah me sacó de este lugar.

—Mira —me señala él con un dedo.

El letrero de color verde aparece frente a mí. "Bienvenidos a Mystic Falls, Virginia".

—Bienvenida a casa —suspiré.

—O a tu peor pesadilla —dijo Elijah.

—Así que… esto es Mystic Falls —Angela murmura con voz muerta. —Se siente… muy diferente.

—Ten cuidado, Angela —le digo. Sé que siente la energía que hay en el lugar, y aun no estábamos muy seguras de a qué grado le podría afectar.

—No trates de absorber mucho —regaña el original. —Ninguna de las dos.

—Lo intentaré —respondemos ambas.

Elijah condujo por las calles, sé que lo hacía para llevarme por el sendero del recuerdo, pero solo producía escalofríos en mi espalda.

—Tengo cosas que hacer, ¿me acompañan? —nos pregunta.

—¿Puedo quedarme? —le pregunto. —No me siento lista, para enfrentarme a esto, al menos no aun.

—Yo también me siento cansada —responde Angela. —El viaje fue agotador.

—Bien —acepta. —Las dejaré en casa por un rato para que se refresquen y descansen.

El auto sigue atravesando el lugar, pero esta vez lo hace más rápido. Me siento tan agradecida que solo nos tomara unos cuantos minutos llegar a la mansión Mikaelson. Era la que parecía ser la más misteriosa y grande del lugar, y debo admitirlo, era maravillosa por dentro.

Elijah nos ayudó a bajar nuestras cosas, nos pidió instalarnos mientras él iba a resolver sus asuntos. Sabía que cuando decía eso, era porque estaría lejos un par unas horas.

—Ven, te enseño la casa —le dije a mi acompañante. Angela asintió.

Tomamos nuestras mochilas y caminamos por toda la casa. Estaba totalmente limpia, organizada y olía a un aroma dulce. No creo que Elijah haya limpiado por su cuenta, pero la persona que lo hace, debe terminar exhausta.

—Me supongo que ya conoces a la perfección a la casa —menciona Angela, supongo que mi familiaridad para moverme por las habitaciones no le pasó desapercibida.

—Me encantaría decir que no —le respondo con honestidad. —Han pasado años desde la última vez que vine a este lugar.

—¿Entonces vivías aquí en Mystic? ¿O solo eras visitante recurrente?

—Reneé nació aquí, cuando era adolescente viajó a las playas de la reserva y ahí conoció a Charlie, se casaron, nací yo, bla bla —comencé a contar mientras caminábamos por toda la mansión. —Cuando se separaron, nosotras nos mudamos aquí.

Angela se mantenía en silencio, avanzando detrás de mí.

—Pasé los primeros años de mi vida rodeada de seres sobrenaturales sin que ninguno de mis padres lo supiera —me reí secamente. —En realidad no me quejo, tuvo sus ventajas, ahora soy amiga de varios.

—Entre ellos Elijah —sonrió Angela.

—Algo así, él es un efecto colateral —dije con una mueca.

—¿Qué pasó?

—Cuando Reneé se enteró de lo sobrenatural, no fue algo lindo, de hecho casi morimos ese día, y fue culpa de Jhon, supongo que luego lo conocerás. Elijah salvó mi vida y la de Reneé, Charlie le suplicó que borrara nuestra memoria —sacudí mi cabeza, tratando de alejar el recuerdo de ese día. — Reneé si lo olvido todo, incluso cree que nació en California.

—Pero tú no —sonrió triste.

—No, yo no —suspiré.

—Ahora Elijah te tiene de aliada —dice pensativa.

—O de su secuaz —dije riéndome. Ella me secundó. —Vamos, hay que descansar.

Cada una eligió una de las habitaciones que los Mikaelson dejaban para invitados. Aunque dudo que alguno se hubiera molestado si usábamos su habitación. ¿Cuánto tiempo llevan sin venir a esta casa? No lo sé, pero Elijah estaba disfrutando de la casa sin la presencia de su familia.

Angela y yo teníamos un par de horas disponibles antes de que nuestro amigable secuestrador volviera a molestarnos, y si soy honesta, ambas necesitamos tener un largo sueño reparador.

Mientras luchaba en la cama para conciliar el sueño, me permití pensar en Edward. Desde que habíamos llegado al aeropuerto de Seattle, había apagado mi celular, no quería ver los mensajes, ni recibir las llamadas que estaba segura que recibiría.

Tampoco me sentía con la valentía suficiente de darle una explicación clara, porque incluso yo no me estaba segura de saber qué era lo que en verdad ocurría. Edward se quejaba de tener muchos secretos, pero yo también los tengo.

La diferencia entre ambos era que yo aún no estaba lista para contarlos.

¿Qué podría pasar si se los cuento? Mi mente me mostró la reacción de cuando íbamos esta mañana al instituto. La manera en la que se molestó por lo que le dije, y como se burló de mí por decirle que había más vampiros.

Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos. Me froté el rostro con fuerza. ¿Por qué me molestaba tanto su reacción? ¿Por qué me hería de esa manera? ¿Por qué me trata como una estúpida niña humana que no sabe nada? Quizás si lo soy.

Golpeo con mis puños el colchón de la cama. Mi cuerpo se impulsa para erguirse, dejándome sentada sobre las sabanas. Sé que Edward me ama, sé que se preocupa por mí, sé que todo lo que hace lo hace para protegerme, incluso sé que daría su vida para proteger la mía.

Recordé las palabras de Elijah de hace rato. ¿De verdad Edward solo está conmigo por mi sangre?

Maldita sea, ahora no voy a poder dormir. Quizás una ducha ayudaría a relajarme.

Me levanté furiosa de la cama, salí de la habitación dispuesta a buscar lo necesario. Antes le eché una mirada a mi amiga, ella estaba profundamente dormida en la habitación junto a la mía. Bien, al menos alguien descansa.

Elijah nos había dejado a cada una maleta con ropa totalmente nueva. Y gracias a la falta de mi propia ropa, debía aprovechar el dinero que el original había gastado en nosotras. Tome ropa y me di una larga ducha caliente y relajante.

Cuando estuve lista, seca y vestida nuevamente, bajé a la biblioteca para distraerme con alguno de los libros.

—¿Eres la única que está despierta? —Elijah entró unas horas más tarde. Al parecer también se había cambiado, ahora lucía un precioso traje de color gris y no su ropa casual del aeropuerto.

—Si —respondí sin levantar mi vista del libro.

—No —Angela apareció detrás de nosotros, su voz aun sonaba somnolienta. —Bueno, en realidad sí, aun no estoy despierta.

Me reí.

—Querida Angela, mientras tú te repones por completo, me llevaré a Isabella a dar un paseo —informa Elijah.

—¿A dónde? —pregunto dejando el libro de lado y poniéndome de pie.

—A visitar a unos amigos —se encoge de hombros el original.

—¿Me prometes que la vas a cuidar? —Angela le pregunta, aún se está tallando los ojos luchando por mantenerlos abiertos.

—Por supuesto —accede él.

Angela nos hace una señal con sus manos para que nos vayamos, se gira y camina de nuevo rumbo a la escalera mientras nosotros la miramos con diversión.

—¿Vamos? —me dice Elijah poniendo una mano detrás de mi espalda. Tomo una respiración y camino junto a él para salir de la casa.

Me ayuda a subir de nuevo en su auto, se coloca detrás del volante y me ofrece una mirada antes de arrancar el motor.

—¿Qué es lo que tengo que hacer? —le pregunto. Necesito estar preparada para lo que sea que Elijah me vaya a meter. —¿A dónde vamos en realidad?

—Vamos a ir a —suelta una risa, —vamos a rescatar a tu mendigo.

—¿A mi qué? —pregunto con diversión. Me giro en mi asiento dándole una mirada extrañada.

—Al mini Drácula —responde encogiéndose de hombros —Diría que en realidad es tu príncipe azul, pero, Damon no encaja en ese término. Al menos no para mí.

—¿Por eso es mi mendigo?

—O plebeyo, como gustes llamarlo —suelta una risa fresca. Mis labios se curvan, pero mantengo mi rostro serio.

—Cuando te comportas tan juvenil —lo alago, —te ves muy bien.

—No, Isabella, no te voy a regresar a la casa.

Vuelve a soltar una risa mientras yo me quejó.

Mierda, mi plan no funcionó. No es que no quiera ayudarle a Elijah, tampoco es como si me negara a la idea de ¿salvar? a Damon, pero, se supone que ellos son vampiros ¿En qué carajos les puedo ayudar yo?

—Es que no entiendo —hago un puchero. —¿Yo de que sirvo?

—Serás la distracción.

—¿Los dejo que me asesinen y se mantengan entretenidos mientras tú haces no sé qué madres?

—Algo así —dice. Pego un salto en mi asiento. —No dejaré que nadie te haga daño. Diría que no dejaré que nadie te toque, pero, si Damon está ahí, no dudo en que va a saltar sobre ti para tocarte, besarte y que ustedes…

—¡Cállate idiota! —le grité.

Mi corazón estaba latiendo con fuerza y mi rostro estaba totalmente rojo, podía sentirlo, tenía la cara de color de un tomate. Elijah simplemente se dobló de la risa.

Eso es lo que me tiene nerviosa. Podía enfrentarme a cualquier cosa, pero no a la mirada azul de ese estúpido vampiro. No era tan fuerte como para tenerlo delate de mí y evitar que mis piernas temblaran.

Durante los minutos que nos quedaron de camino, mi acompañante se siguió burlando de mí.

—Mira —dice Elijah apuntando a la casa. Había estacionado el auto lejos de la casa, como si no quisiera ser notado.

—¿Quiénes son? —pregunté mirando a las personas que se colocaban en la entrada de la casa.

No podía distinguirlos a esta distancia, y aunque lo hiciera, llevaba bastante tiempo lejos de este lugar y la mayoría de personas que yo conocía, estaba segura que no los reconocería.

—Hace unos días, Damon, mató a alguien, después una mujer vino a buscarlo, y yo maté a esa mujer, pero resulta que tiene amigos que no estaban en mis planes, o en los planes de ninguno.

—¿Y qué carajos significa eso?

—Buscan esto —extiende su mano hacia mí. En ella, hay un lindo cuarzo de color rosado, su tamaño es considerado, y tiene más la forma de una roca de rio.

—¿La piedra de luna? —digo asombrada. —Creí que no existía.

—Tómala.

—¿Qué haré yo con esto? —pregunto confundida.

—Se las vas a dar —responde. Le miró asombrada. —Tranquila, yo me encargo del resto.

Claro, como siempre, Elijah y sus maravillosos planes. Y yo de estúpida ayudándole, por supuesto.

—No hagas ruido —me dijo. —Andando.

Nos bajamos del auto, los ojos de ambos se mantenían observando en el silencio todo lo que sucedía en la casa.

—Suerte —la voz de Damon se escuchó a través de la puerta.

—Gracias —le respondió Alaric mientras abría la puerta de la entrada.

Sentí las manos de Elijah colocarse sobre mi boca. Le di una mirada sorprendida. ¿Ahora si me iba a secuestrar?

Mis ojos vieron como uno de los hombres que se mantenían en la entrada, levantó su brazo y golpeo a Rick en cuanto este abrió la puerta. Otro de ellos, lo apuñaló en el acto. El cuerpo de Alaric se tambaleo al interior de la casa, trató de girarse para volver más al interior, pero segundos después, se desplomó en el suelo.

Mi cuerpo saltó ante la escena delante de mí, pero gracias a las manos de Elijah, no solté ningún grito que nos delatara.

El resto de los hombres chocaron las manos y entraron a la casa, uno de ellos tomó el cuerpo de Alaric y lo arrastró junto con ellos. No pude ver más, pero se escucharon golpes, vidrios rompiéndose, algunos quejidos y forcejeos hasta que de pronto todo se quedó en silencio.

Miré alarmada a Elijah, él solo siguió mirando hacia la casa.

—Alaric y Damon están inconscientes —me narra lo que escucha.

—¿Qué hacemos? —le pregunto mientras siento la ansiedad aumentar en mi cuerpo.

—Hay que esperar —susurró.

No me jodas.

Estoy que me como las uñas y ¿él quiere que espere? ¿Qué espere a que los maten o qué?

Elijah pareció darse cuenta de mi repentina desesperación, tomó una de mis manos y me ordenó respirar. Mi cerebro trató de obligar a mi cuerpo a obedecerle, al inicio se resistió, pero cuando tomé una respiración profunda, la siguieron otra, luego otra, y otra, hasta que me sentí más calmada.

Sí funcionó, lo admito. Me mantuve calmada al menos los primeros tres minutos.

Me subí al cofre del auto, si iba a esperar y a dejar que los nervios me consumieran, al menos lo haría sentada y lejos del suelo. Mystic es un lugar donde suceden cosas inesperadas, y yo tengo tan mala suerte, que si me siento en el suelo, aparece una serpiente radioactiva llena de colores y me muerde convirtiéndome en un nahual*

O quizás el suelo está cubierto de verbena mezclada con veneno para humanos, que en cuanto lo tocas, te mueres.

En realidad eso no me sorprendería, más teniendo en cuenta que John está aquí. La última vez que estuvo en este lugar, activó el dispositivo Gilbert, la verdad me sorprendió que lo haya hecho funcionar, debo darle reconocimiento a eso, pero el muy cabrón lo usó para ayudar al consejo a organizar una matanza de vampiros.

O eso fue lo que me contaron, al menos. ¿Suicidio colectivo o crimen perfecto? No lo sé.

Qué curioso, haciendo memoria de todo lo que he leído, escuchado y vivido, desde hace mucho tiempo, en Mystic han existido la cacería y persecución de vampiros con el fin de acabar con ellos para siempre, pero lo curioso está, en que, siempre algo, alguien o alguna situación se atraviesa y los vampiros siguen vagando por ahí.

Siguen por ahí complicando la vida de nosotros los humanos.

—Andando —la voz de Elijah me saca de mis meditaciones.

No estoy segura de cuánto tiempo habrá pasado, pero cada maldito segundo que me había hecho esperar, era como si me hicieran cortes en el cuerpo con un cuchillo de hierro ardiente.

—Ven, vamos —Elijah me ayudó a que mis piernas tocaran el suelo. Nos encaminamos a la casa a paso lento, la rodeamos tratando de que los tipos en el interior no me descubrieran.

Vi una venta abierta, la apunté con un dedo, Elijah asintió y me ayudo a entrar por ella. Mientras cruzaba, me permití sonreír por la ironía, había discutido con Edward por el tema de entrar a casas ajenas por las ventanas, y ahora yo estaba haciendo lo mismo.

Supongo que ahora no tendré la cara para reclamarle. Aunque, podía omitir este pequeño detalle de mi viaje.

Elijah me hizo una señal de que guardara silencio. Sacudí mi cabeza afirmativamente y él desapareció. Entonces, ¿solo me va a dejar aquí mientras él se divierte?

Quizás pueda ir a darme una vuelta por la casa. La última vez que vi a Damon, estaba bastante ebrio, lo que me lleva a suponer que le gusta el alcohol ¿le molestaría que tomé un poco de sus reservas especiales? Bueno, si está inconsciente supongo que no le importará, porque no se va a enterar.

¿A los intrusos les molesta que vaya a buscar donde están guardadas esas botellas?

—Buenos días, solecito —una voz me sobresaltó.

Miré a mí alrededor alerta por si veía a alguien, por suerte nadie estaba cerca de mí. Me moví lentamente, atravesando la cocina que era donde estaba la ventana abierta por la cual entré, mi rostro se asoma para echar una mirada, pero aun en mi nuevo lugar, no veo nada, pero si me permitía escuchar todo con claridad.

—Un día vi una película, ¿sabes? —las palabras provenían de un hombre joven, su voz aun no sonaba madura, de hecho, parecía más un adolescente, se le salían tonos más agudos en el medio de sus palabras. — Era una porno de tortura.

Hice una mueca de asco al escucharlo. ¿Qué carajos? ¿Quién en su sano juicio ve eso?

—Tenían un collar armado que ¡me encantó! —se escuchó su risa. —Así que modifiqué uno con clavos de madera y al activarlo…

Se escuchó un sonido de cadenas, seguido de eso, el grito de dolor de Damon.

Puse mis manos en mi boca para evitar hacerle segunda. No sé qué le estaban haciendo, pero estaba segura que le dolía demasiado. Sus gemidos de dolor me estaban taladrando hasta los huesos.

—Dicen que tienes la piedra de luna —otra voz, esta vez un poco más gruesa, se escuchó.

Damon trató de reír, pero aún era evidente que le dolía.

—Si vieran la ironía del momento justo ahora —suspiró. —Les voy a decir lo que va a ocurrir, me torturan, yo no hablo, alguien pierde el corazón —suelta una risa. —El último fue ese tal Jason y su novia, ¿Cómo se llamaba?

Las cadenas volvieron a sonar. Mi cuerpo se estremeció esperando el sonido de dolor, pero no pasó nada.

—Esta vez —unos pasos sonaron acompañando a la voz gruesa, —vas a ser tú.

Se escuchó el latigazo de las cadenas y el grito ahogado de Damon. Puse las manos en mis oídos, estremeciéndome y rogando en mi interior para que se detuvieran.

No puedo soportarlo más tiempo. Mi cuerpo se impulsa, proyectándome hacia el lugar donde estaban torturando al vampiro, parecía ser la sala de estar.

Cuando notaron mi presencia, todos los ojos se posaron en mí.

—Hay carajo, no lo pensé.

Me remuevo incomoda, de repente mi repentino ataque de valentía había salido huyendo. Lo bueno fue que los gritos y quejidos de Damon se habían detenido. Moví mis ojos con rapidez, buscando algo que me diera la excusa perfecta para mi repentina aparición.

—Ustedes tranquilos —dije mientras caminaba hacia mi objetivo. —Yo solo estoy de paso.

—¿Tú eres? —pregunta uno de ellos, mirándome superiormente. Sí, claro, muy poderoso debe ser este idiota como para mirarme así.

—Hola —le sonrió tratando de parecer amable, —me llamo Isabella.

Estiro mi mano esperando que la tome. Por supuesto eso no sucede.

—Qué mal educados —me quejo cruzándome de brazos. Miró hacia uno de mis lados, necesito echarle un ojo a Damon para asegurarme que está bien.

Su rostro era una mezcla de emociones, más negativas que ninguna otra. Sus cejas estaban juntas, mostrando el dolor que el collar de perro que tenía en el cuello le causaba. Sus labios estaban levantados formando una sonrisa arrogante. Y sus ojos, sus malditos ojos estaban a nada de hipnotizarme si no dejaba de mirarlos.

—¿Qué haces tú aquí? —me pregunta algún otro de los malvados.

—Esa es una muy buena pregunta —digo pensativa. —Yo también quisiera saber eso, de hecho.

Todos me miran, todavía atentos a mí, evaluando mis movimientos. Trato de no ponerles atención, por fin logro llegar a la mesa que había sido mi objetivo. Muevo mis manos con fluidez, sorprendentemente.

—Espero que no te importe —habló en dirección a Damon, después de todo, el alcohol es suyo. Él me responde levantando sus manos dándome una señal para que prosiga. —¿Alguien quiere un poco?

Todos niegan, confundidos por mi actitud.

—¡Hay que acabar ya con esto! —se queja otro de repente. Causando que tirara un poco de Whiskey sobre la mesa.

—¡Idiota! —me giró gritando. —¡Hiciste que se me cayera!

—¿Y a mí qué? —me grita de regreso. Frunzo mi ceño en su dirección. —Más vale que te quedes callada si no quieres que te ponga un collar como a él.

Hago de nuevo una mueca. —No, gracias. No tengo fetiches tan depravados como los suyos.

—¡Ya! —gritaron de nuevo. —Hay que ignorarla y seguir con lo nuestro.

—Sí, ignórenme —les digo mientras me dejo caer en uno de los sofás, asegurándome que la escena quede delante mío. —Yo me sentaré aquí, en silencio, espero.

Trato de parecer desinteresada, mirando alrededor de la casa, buscando con desesperación y pánico a Elijah. No me dejó sola aquí ¿o sí?

Al parecer mi improvisado plan rinde frutos, pues todos los matones que están rodeando a Damon parecen ignorar mi presencia con rapidez. Se siguen debatiendo entre ellos, ¿Qué cosa? No lo sé, pero entre más hablan, más me doy cuenda de lo idiotas que son.

Bueno, no sé porque me sorprende, son hombres.

—¿Y si usamos la escopeta? —alguien pregunta.

Escupo la bebida de mi boca., mi cuerpo salta de nuevo, alerta a las siguientes palabras que esos idiotas van a pronunciar. ¿Escopeta? ¿Trajeron una escopeta?

—¿Sabes que es lo bueno de ellas? —le preguntan a Damon. —Esparcen las municiones por todo el cuerpo, el daño es máximo.

Siento mi cuerpo casi a punto de desfallecer. ¿Qué mierda les pasa por la cabeza? ¿Por qué son tan sádicos? ¿Por qué Damon parece excitado con la idea?

—¿Dónde está la piedra? —le preguntan, apuntan a su pecho con el arma.

—Supéralo John Wick de segunda —responde el vampiro casi delirante, pero aun manteniendo su humor retorcido. —Jamás la van a tener.

El John Wick de segunda, digo, el sádico con escopeta, es decir, el que se hacía pasar como el fuerte líder del grupo, tenía en sus manos la escopeta apuntando hacia Damon, por supuesto que no fue feliz con la respuesta y cargo listo para disparar.

—Esperen, esperen, —llamo su atención de nuevo. —Hay algo que no entiendo.

—¿Y eso es nuestro problema porque…? —otro me respondió mirándome molesto.

—¿Lo van a matar por una luna de piedra? —dije ignorándolo.

—Piedra de luna —me aclaran.

—Si, eso.

—Una humana tan estúpida como tú no lo entendería —gruñó el jefe.

—Tienes razón, no entiendo —dije caminando hacia ellos. —No entiendo la estúpida necesidad de los hombres de llamarnos estúpidas.

—Pues porque…

—Es decir, ¿acaso no se han visto en un espejo? ¿No se dan cuenta de las estupideces que hacen? ¿Qué no escuchan la sarta de babosadas que dicen?

—Escúchame —el otro que se había mantenido en silencio, de repente saltó a la defensiva.

—No, ustedes me van a escuchar —gruñí enojada les apunté con uno de mis dedos. —Sé que él puede ser un idiota que actúa por impulso —apunté al Damon delirante que me veía con diversión desde su silla con cadenas, —sí típico comportamiento de hombre, pero ¿de verdad lo creen tan idiota como para guardar consigo mismo algo que es buscado por todo este maldito lugar?

Los intrusos se miran entre ellos.

—Ahora, si ustedes son los inteligentes, díganme una cosa —me dejé caer en el posa brazos del sofá, —ustedes lo amenazan, él no responde, ustedes lo torturan y lo matan ¿Correcto?

Todos asintieron.

—¿Y luego? ¿Se van por unas cervezas? —los miro levantando una ceja.

Ellos se miraron entre ellos.

—¡Es que no lo entiendes! —grita el John Wick de imitación. —¡El asesinó a Mason!

—¿Y eso qué? —sonreí. —Cada maldita hora, alguien nace en algún lugar del mundo y alguien se muere del otro lado. ¡Es la ley de la vida!

—¡Deja de parlotear! —me gritaron. Hice un gesto que mostrara lo ofendida que me sentía. —Debemos concentrarnos.

—Oigan, pero —titubeo uno. Todos le miramos molestos. —Nosotros nunca mencionamos que era de luna…

El líder le mira confundido.

—La piedra —explica. —Nunca dijimos que era la piedra de luna, pero ella lo sabía.

De nuevo todos me miran.

—Yo, err, es que yo —traté de pensar en una respuesta, —no es difícil adivinarlo —me encogí de hombros. —Todo Mystic está buscando lo mismo.

—Eso es cierto —dice Damon.

—Bueno, sigamos —se giran nuevamente hacia el vampiro torturado.

—Una última cosa antes de que prosigan —pongo una mano en mi barbilla, —¿Cómo es esa cosa de luna? Quizás la haya visto.

El tipo que tenía las cadenas comenzó a balbucear y a hacer gestos, cada movimiento causaba que los puños de Damon se apretaran más, pues el idiota tironeaba de la cadena para explicarse.

—Es pequeña, de color rosa y es una piedra, como así…

—Que buena descripción —Elijah aparece de repente, recostado contra el marco de las paredes que abren el espacio de donde nos encontrábamos.

Estoy a nada de correr a besarlo, lo juro. Ya no estaba segura de cuánto tiempo iba seguir soportando la situación. Los sádicos le miran, entre sorprendidos y asustados. Damon luce confundido y muy adolorido.

—Querida, te he estado buscando —baja los escalones con su clásico andar elegante, llega hasta mi lado colocando una mano en mi cintura. —Veo que hiciste nuevos amigos.

Sonrió ampliamente en respuesta.

—Ahora, ¿Por qué no les muestras el regalo que les tenemos? —me pide mientras se aleja para darme espacio.

Meto mis manos a los bolsillos de mis jeans, sacando la piedra que Elijah me había dado hace rato. Extiendo mi mano frente a ellos, mostrándola. Los sádicos se miran visiblemente confundidos, luego vuelven a mirarme a mí. Damon abre los ojos con pánico.

Sonrió mirando la piedra en mis manos. Elijah la toma, se adelanta un par de pasos y la deja sobre la mesa, después vuelve a mi lado.

—Adelante, tómenla.

Por supuesto que el avorazado del grupo no podía faltar. Uno de los sádicos intrusos se lanzó corriendo a tomar la piedra, ocasionando tres reacciones en cadena.

La primera, Elijah se movió para encontrarse con él, moviendo sus brazos para noquearlo.

Segundo, yo también corrí, pero en la dirección opuesta, me asegure de rodear todos los muebles, alejándome de la pelea y avanzando en dirección a Damon.

Tercero, el resto de los cabezas huecas se lanzaron a pelear con Elijah. Uno a uno, trataron de luchar contra el original, pero él con toda la calma del mundo, terminó con ellos.

—Es bueno, lo admito —dice la voz a mi lado. Se me escapa una sonrisa.

Elijah lucha con dos de los últimos tres que quedan vivos, sus manos hacen un movimiento y los cuerpos se desploman en el suelo, el grito de dolor de ellos los siguió, perdiéndose mientras pierden la vida.

—Para ti, querida —Elijah me extiende sus manos cubiertas de sangre, en ellas, hay dos corazones aun latiendo. —No puedo ofrecerte mi propio corazón, pero…

Miré con asco los órganos vitales que aún se mantenían latiendo, mi estómago se revolvió al verlos. Una arcada apareció en mi boca. El aroma a sangre estaba comenzando a llenar el ambiente y eso no era bueno.

—Muy amable de tu parte —le digo sin moverme.

—Tómalos —me dice con una sonrisa maliciosa. El cabrón sabe cuánto pánico le tengo a la sangre.

—¡No! —chillo mientras giro mi rostro. —No gracias, paso.

—¿Qué dices nenito? —Elijah desvía su atención al joven que se encargaba de las cadenas. —¿Tú sí los quieres?

El muchacho sacude frenéticamente la cabeza.

—¿No? —pregunta de nuevo, luego hace un puchero. —No los quiere.

Damon y yo nos encogemos de hombros sin saber que responderle. Frente a mis ojos, pasan volando los corazones, alejándose de nosotros.

Bueno, Isabella, ahora solo asegúrate de no resbalarte con la sangre del suelo.

—Ven —Elijah toma el joven tembloroso por el cuello. Dos segundos después se escuchó un crujido y el muchacho calló muerto.

—Eso, fue… —traté de encontrar palabras para describirlo, pero, honestamente no pude. El silencio nos rodea, un poco incómodo el ambiente.

—No es queja —habla Damon mientras me mira, —pero ¿Qué haces aquí?

—Elijah —me encogí de hombros.

—Sabía que ustedes serían tan idiotas como para no saber hacer su trabajo, así que aseguré mis flancos, —explicó con voz tranquila.

Observo su intercambio de palabras en silencio, Después, Elijah se acercaba a Damon examinándolo con detenimiento por algunos segundos, luego, estiró su mano hacia él.

—Interesante —dijo mientras tocaba el collar en del cuello, analizando las heridas que este causaba y cómo funcionaba, después se inclinó, permitiéndole a su mano bajar por el pecho de Damon con lentitud.

Un momento. Acaso ¿lo está acariciando?

Joder, si puedo leer fanfics del omegaverse, pero ¿verlo en vivo con mis propios ojos? Mierda estoy a nada de soltar un gemido.

¿Por qué Elijah si puede hacer eso y yo no? Me quejó internamente.

Porque Elijah no tiene un novio vampiro que cree que estas visitando a tu madre. Me respondo.

—No te muevas —la voz grave y autoritaria de Elijah pronunció esas palabras.

Se acomodó de pie frente a él, colocó una pierna a cada lado de la suyas quedando sobé Damon. La mano del original que se mantenía sobre el pecho del vampiro, se apretó alrededor del montón de cadenas que rodeaban el cuerpo de Damon. Con un mínimo esfuerzo, tiró de todas ellas, rompiéndolas.

Damon sonrió pícaramente sin despegar la mirada de él. Mi boca cayó, abriéndose hasta no poder. No, me, jodas.

Mi cerebro me mostró miles de imágenes de mí en el lugar de ambos, ahora no me sentía tan segura de en cuál de los dos lugares me gustaría estar más.

—Esta es la tercera vez que salvo tu vida —Elijah le habla con voz dura, como si le diera una advertencia. Después camina hacia conmigo moviéndose con casualidad, —Isabella, querida, ¿Por qué no le ayudas a Damon en lo que yo despierto a Alaric?

—Aja, sí, yo ayudo. —acepté tratando de salir de mi estupor.

Sacudí mi cabeza y caminé hacia Damon, analicé un poco su posición, Elijah ya había trozado las cadenas que lo mantenían atrapado por el pecho, pero, sus piernas y manos seguían prisioneros, además, aún tenía el collar de perros, o de vampiros, más bien.

Me coloqué delante de él, sus ojos azules me miraban, claramente evaluando mis movimientos. Tomé entre mis manos la cadena que hasta hace unos momentos, uno de los muchachos jalaba.

—No, ni se te ocurra —empezó a gruñir, sus mano se apretaron en puños, anticipando el dolor que sentiría. —No, no, no. ¡Ay carajo!

Tiré muy levemente de las cadenas, pero fue lo suficiente para causarle dolor.

—Quítame esto, maldita sea. —escupió con dolor.

—¿Ahora la princesa debe salvar al príncipe del dragón? —lo miro con una ceja levantada.

—No soy un príncipe —me dice haciendo una mueca.

—Qué bueno que no soy una princesa —me encojo de hombros mientras una sonrisa aparece en mis labios.

Su mano hace una señal, apuntándose a sí mismo.

—Ya voy ya voy —me incliné para tratar de sacar de su cuello las estacas y la cadena, pero mis manos eran muy cortas. No alcanzaba a rodarlo. —Espera, déjame intentar algo.

Levantó las cejas, como dándome permiso a continuar, tomé una respiración antes, debía mantenerme controlada, no podía mostrarle mi debilidad por tenerlo cerca. Mi rodilla derecha se levantó, colocándose sobre su pierna izquierda, luego, mi pierna izquierda, se colocó sobre su muslo derecho. Ahora sí, de horcajadas sobre él, si podía alcanzar el broche del collar.

—Si querías estar sobre mí, lo hubieras dicho desde la primera vez —murmuró, sus labios me mostraron una sonrisa burlona, pero a la vez seria.

Me incliné hacia él, tratando de ocultar mi rubor y mi sonrisa. Su aroma me golpeo, aturdiéndome por unos segundos. De repente él se movió, tensándose debajo de mí.

Era muy consciente de la blusa que usaba el día de hoy, tenía un escoté en forma de "v" que mostraba más de lo que mostraría en Forks, pero por algún extraño motivo, no me cohibía que la mirada del vampiro estuviera muy fija en eso.

Decidí aprovechar que estaba distraído, con mis manos roce la línea donde comenzaba su cabello en su nuca, sentí el suspiro que soltó, pero eso solo me animó a continuar. Acaricie un par de veces más su piel, con el pretexto de sacar el seguro que mantenía su cuello aprisionado. Finalmente me rendí, abrí con facilidad el collar, me aseguré de sacar todas las estacas del cuello y me enderecé.

Damon tenía los ojos cerrados, supongo que tratando de mantenerse calmado por el dolor que le producía que siguiera moviendo las cadenas. Cuando se sintió liberado, finalmente abrió los ojos, mirándome de nuevo.

Como usualmente pasaba cada que nos veíamos, nuestros ojos se entrelazaron, atrapándonos en una especie de burbuja, donde el resto del mundo no importaba.

Sonreí cuando noté que las heridas de su cuello comenzaron a sanar. Estiré mi mano mostrándole el collar y las cadenas que le había quitado, él me devolvió una sonrisa pícara.

—Dilo —me ordena. —Dímelo y te enseño todo lo que podríamos hacer con esas cadenas —su voz es ronca, su rostro era parecido al de un niño cuando se le acaba de ocurrir una travesura.

No le respondí, lancé el collar lejos y me dispuse a quitar el resto de las cadenas de su torso. Mi cerebro me mostró de nuevo las imágenes de hace rato, cuando vi a Elijah liberándolo.

Lo miré, puse mi mejor cara tratando de lucir sexy. —Ahora que lo mencionas…

Damon me mira. De la nada, levanta sus manos con fuerza, de un solo movimiento de libera de las cadenas que mantenían sus muñecas aprisionadas contra los posa brazos. Sus manos se colocan a ambos lados de mi cadera, manteniéndome más apretada contra su cuerpo.

Alguien carraspea cerca de nosotros, pero ninguno le presta atención. De nuevo se escucha el carraspeo.

Ay pero que molesto.

—¿Interrumpimos algo? —alguien habla por fin.

—Sí —bufamos ambos.


*Nahual: En las creencias mesoamericanas, un nahual es una especie de brujo o ser sobrenatural que tiene la capacidad de tomar forma animal. El término refiere tanto a la persona que tiene esa capacidad como al animal mismo que hace las veces de su alter ego o animal tutelar.


¡Hola! ¿Qué tal?

Quiero decirles que si he leído sus comentarios y que estoy muy agradecida de leerlos, la verdad no me he dado el tiempo de contestarlos, pero usualmente si lo hago. Sí, sé que me pidieron que me apiadara de ustedes y subiera cuatro capítulos de un solo golpe jaja pero, la verdad es que, la semana pasada, no pude escribir porque me la pasé sufriendo por la ruptura de Taylor Swift y Joe Alwyn.

En fin, ya estoy en la etapa de resignación de ese tema, y pues, aquí seguiremos! jijiji

Otra cosa, ¿Ya se pasaron por el resto de mis historias? Acabo de publicar una que será un experimento... ¡Me cuentan que tal les parecen!

¡Nos leemos luego!