Capítulo 5


Luna Lovegood agradecía sus visiones aunque a veces la hicieran parecer que estaba fuera de la realidad. Ella hace tiempo que había entendido que la gente solo ve lo que quiere ver e ignoran todo aquello que les incomoda, molesta, parece raro o inusual. Ella era una vidente precisamente porque no ignoraba la realidad.

Desde hace tiempo había pistas aquí y allá de que se estaba gestando un cambio. Si este era para bien o para mal, no se sabría pronto. Lo malo de los cambios, fueran buenos o malos, es que todos ellos iban precedidos por el caos. No importa si una situación hacía que todo el mundo avanzara, si esta se encontraba con una sola persona que estuviera en desacuerdo con dicha situación, surgía una disputa, un conflicto y este escalaba enormemente hasta convertirse en caos.

Hubo filósofos muggles que hablar de esto, el amor y la discordia, tesis y antítesis. Nada surge de la nada y casi siempre, el conflicto y el caos traían nuevos aires al mundo, pero la gente siempre odiaba ese caos primigenio.

Poca gente como ella, entendía que el universo se creó a partir del caos, de una explosión. Cuando el universo compacto estalló, surgieron las estrellas y miles de millones de años después, los humanos empezaron a recorrer la tierra hasta eventualmente dar pie a los usuarios de magia. Sin ese conflicto, ninguno de ellos existiría.

La madre de Luna, Pandora, le dijo que no temiera a su poder de vidente, ya que los videntes existían para que los seres humanos pudieran prepararse. No se trataba de evitar las profecías, sino de interpretarlas correctamente.

Había un miedo atávico al futuro y el destino, y por eso a los videntes se les tenía tanto respeto como miedo. Nadie sabía que ella era una vidente, aunque algunas personas lo sospechaban.

Luego de la gala del ministerio la noche anterior, su padre le dijo que tenía razón, conoció a alguien interesante y la carta de ese día, que llego con una lechuza nival, ciertamente confirmaba las palabras de su padre.

Aparentemente, Lord Peverell le había solicitado a su padre permiso para ofrecerle un puesto de proxy a su hija, Luna Lovegood. Luna escucho la carta siendo leída por su padre y cuando terminó le pregunto su opinión. Si era sincera, Luna no estaba segura de cómo proceder.

Sería un buen entrenamiento para cuando tomara su propia Señoría y como esperaba que su padre viviera muchos años más, realmente podría tomar el trabajo pero por otro lado, los Peverell eran una familia a la que llevaban investigando desde hace mucho tiempo y había pocos descendientes de ellos que pudieran tomar la Señoría. El candidato más fuerte había sido Harry Potter.

Luego de pensarlo ese día, Luna decidió aceptar entrevistarse con Lord Peverell para al menos conocer la alineación política del hombre. Era tradición encontrarse tres veces con el candidato a proxy para que el Lord o Lady conociera el carácter de su futuro representante y viceversa.

Xenophilius escribió de vuelta a Lord Peverell, diciendo que su hija aceptaba la reunión.


Severus Snape pensó que había enloquecido. Estaba vestido de manera muggle en un centro comercial, buscando una tienda de celulares. Tenía teléfono en su casa, pero luego de investigar un poco, se enteró de que los teléfonos celulares eran móviles y tenían la función de permitir mensajes cortos entre dispositivos.

La idea de poder recibir respuesta en poco tiempo era bastante atractiva para el hombre y aunque ya había hablado con Harold por teléfono fijo, no habían podido coordinar una salida. Severus pensó que sería más probable tener tiempo durante las vacaciones de navidad pero quería poder hablar más con el hombre.

Le había comentado a Harold que tenía una idea para que la electrónica muggle funcionara en Hogwarts y este le dijo que si lo lograba, él sería un inversor. Nunca había asistido a Hogwarts pero odiaba ir al mundo mágico porque no podía usar cosas como su teléfono celular o su computadora.

Severus conocía las computadoras pero no había tenido la ocasión de usarlas. Nunca vio realmente que tenían de interesantes. En su respuesta, Harold le explico sobre el internet y ahora Severus estaba intrigado.

¡Por Merlín! Severus estaba bastante flechado por el hombre y quería seguir conociendo más a este mago. El pensamiento de que podía ser Harry Potter había quedado relegado en algún lugar oscuro de su inconsciente y el único pensamiento que tenía sobre Harold es que era sexy y habían pasado una noche espectacular.

Finalmente, Severus encontró una tienda donde le explicaron como funcionaban los modelos y Severus compró uno para su uso personal y otros 3 para experimentar. No eran equipos baratos a pesar de que el cambio de galeón a libra le favorecía. Era mejor intentar con esos tres equipos antes de presentarle su idea a Harold.

No quería que hubiera problemas con alguien que le interesaba.


—Bienvenida, Lady Lovegood, Lord Peverell la está esperando—Luna llegó a Gringotts y fue recibida por un goblin que se identificó como Goldfang.

—Gracias por recibirme, Goldfang, que tus manos se llenen de oro—.

—Y que las cabezas de tus enemigos rueden a tus pies. Es agradable que algunos magos recuerden los saludos apropiados—Luna solo sonrió—Antes de subir a uno de los carros, debe ser advertida de que Lord Peverell se mueve mucho más en el mundo no mágico y que ha decidido ocupar su asiento, aunque sea a través de un proxy, debido a nuestra insistencia—.

Luna parpadeo—¿Acaso Lord Peverell no quería tomar su señoría? —.

—No, no, nada de eso. Es más como que no le gusta convivir con los magos en general. Digamos que no tuvo una buena experiencia con los magos y eso hizo que sea renuente a convivir con ellos. Pero si tiene que tratar con magos, prefiere convivir con los mestizos o nacidos muggles porque entienden mejor el mundo no mágico—.

—Creo que puedo entenderlo. Sin embargo, mi familia es sangrepura. ¿Eso no entraría en una contradicción sobre darme el puesto de proxy? —.

—En realidad, parece que decidió entrevistarla gracias a una recomendación de un mago mestizo que dijo que la familia Lovegood era bastante diferente a los magos sangrepura y Lord Peverell decidió iniciar el proceso debido a esa recomendación—.

—Vaya, eso fue muy amable de parte de aquel mago—.

—Así es. ¿Tiene alguna duda que crea no pueda preguntarle directamente a Lord Peverell? —.

—No por el momento. Creo que sería mejor conocerlo primero. Preguntar alguna cosa más podría darme una visión sesgada de su carácter y prefiero hacerme mi propia visión sobre él—.

—Comprensible. Ahora, antes de irnos, déjeme decirle que su lugar de entrevista es el mundo no mágico. Lord Peverell tiene un edificio donde trabaja con no mágicos y mágicos, e incluso algunas criaturas como yo, pero las criaturas usan un Glamour embebido en un amuleto. No queremos que los no mágicos se alteren—.

—De acuerdo, entonces me advierte para que no actúe de forma distinta una vez que active su Glamour—.

—Así es Lady Lovegood. Ahora podemos irnos—Goldfang saltó de su silla y empezó a caminar hacia un pasillo, siendo seguido por Luna.

Haciendo caso de la advertencia sobre el mundo no mágico, Luna transformó su ropa en un traje sastre de color lila con zapatos negros y bajos, dejo su cabello amarrado como lo tenía pero agregó un broche de mariposa para verse elegante. Una vez que llegaron a los carritos, Goldfang le abrió la puerta y Luna entró, agradeciendo el gesto con un cabeceo.

Goldfang miró el atuendo de Luna y asintió. La chica sabía escuchar y no parecía alterada de ir al mundo muggle. Harry prefería llamarle mundo no mágico o normal pero eran siglos de llamarle mundo muggle para evitarlo todas las veces.

Una vez que Luna se aplicó un hechizo adhesivo para no moverse de su asiento, Goldfang activo el carrito y en menos de 15 minutos, ambos estaban frente a una escalera bastante amplia y que parecía tallada en mármol negro.

Luna tomó una poción contra las náuseas de forma discreta y bajó del carrito luego de desactivar su hechizo adhesivo. Goldfang no se inmutó pero por dentro pensaba que Luna era una bruja excepcionalmente empática y preparada, ya que entendía perfectamente por qué los goblins no sentían los mismos efectos de la velocidad del carrito y se preparó para ello, sin acusar a los goblins de sádicos como hacían otros magos o brujas.

Con la mano, le indico a Luna que empezara a subir mientras Goldfang activaba su amuleto. Ahora donde había antes un goblin, estaba un hombre de mediana edad, con un mechón de canas y ojos azules muy fríos. Sus labios eran delgados y rígidos y estaba vestido con un traje muggle que parecía bastante cara. El cabello, exceptuando el mechón de canas, era negro azabache y sus rasgos eran parecidos a los en un general, duros y cuadrados. Ahora el "goblin" parecía tener 1.80 metros de estatura y caminando al lado de Luna, parecía un muggle más.

El amuleto de Glamour era un sencillo broche con el escudo Peverell, sujeto en el bolsillo delantero del traje, donde también estaba un pañuelo de color vino. Cualquier persona que viera a ambos, solo pensaría en un ejecutivo o gerente, guiando a la nueva trabajadora o aspirante a empleada. La escalera parecía muy larga, pero como todas las cosas mágicas, estaba diseñada para subirse en pocos escalones aunque su longitud real era de cientos de ellos.

Las puertas al final de la escalera eran bastante anodinas, pero cuando Goldfang oprimió un botón de un tablero que estaba al lado, Luna entendió el disfraz de las escaleras cuando al escalera desapareció y solo quedo una pared forrada de terciopelo. Solo ciertas personas verían el último botón de color negro y por lo demás, estaban dentro de un elevador muggle.

Si Arthur Weasley pudiera entrar en uno, no lo sacarían de ahí durante días, intentando entender el sistema por el cual podían subir tantos metros sin magia.

Goldfang había oprimido el botón que decía pent-house y el aparato se sacudió un poco antes de empezar a moverse y hubo un ligero malestar en el estómago de Luna pero pasó rápido. Antes de lo que esperaba, las puertas se abrieron y más gente entro, algunos saludando a Goldfang con ese nombre y otros diciéndole Señor. Goldfang simplemente contestó los saludos y procuro impedir que se acercaran mucho a Luna.

Las otras personas se limitaron a saludarla con un seco cabeceo y mientras entraban y salían más personas, finalmente el elevador llegó a su piso. Ambos, ya siendo los últimos en el elevador, salieron y Luna se asombró de esta oficina. Al parecer, era más bien todo un sistema de habitaciones dedicados únicamente al jefe.

Había una sala de juntas, un comedor, algo que parecían enormes cajas de metal con un sistema de ventiladores y una oficina enorme con una sala. Detrás del escritorio en la oficina, había un hombre muy atractivo, él que ella había visto en sus visiones, pero ahora que lo veía de cerca, podía entender por qué este mago quería mantener al mundo mágico fuera de su vida.

—Lord Peverell, permítame presentarle a Lady Lovegood—.

—Lady Lovegood, un placer—Harold le extendió la mano y Luna la apretó con firmeza pero sin apretar mucho.

Con un chasquido de los dedos de Goldfang, en la mesa de la sala apareció un servicio de té para dos—¿Necesita algo más, Lord Peverell? —.

—No, sería todo por el momento Goldfang. Si necesito algo, te hablare por el intercom—Goldfang asintió mientras Harold sonreía.

Una vez quedaron a solas, Harold empezó a servir el té—¿Prefiere leche o limón en su té? —.

—Leche y no tiene que fingir conmigo, Lord Peverell. No le diré a nadie que es Harry Potter. El mundo mágico no merece una segunda oportunidad—.

Eso casi hizo que Harry derramara el té, pero logró salvar la tetera en el último segundo y se limitó a servir su taza.

—¿Qué me delató? —Preguntó Harry, con la varita a un solo pensamiento de distancia, listo para Obliviar a Luna Lovegood.

—Nada especifico en realidad. No es algo que nadie vería a simple vista. ¿Puedo hablarte informalmente? —Harry asintió—Es tu magia. Es diferente de la última vez que te vi, pero es igual en su mayoría. Antes había como una mancha y ahora se ha ido. No creo que sea algo que la bruja o mago promedio pueda ver. Nada es más efectivo que ocultarse a simple vista—.

Harry retrajo su varita… por el momento. No sentía peligro viniendo de Luna Lovegood, aunque esperaba hacerle firmar un contrato de confidencialidad muy férreo antes de revelarle su identidad. No serviría un proxy con quién no podía ser sincero. Ahora era aún más necesario ese contrato.

—Dado que el gato está fuera de la bolsa, ¿Sientes alguna curiosidad por las razones para abandonar el mundo mágico? —.

—No, ninguna. Creo que los adultos fueron muy idiotas en poner todas sus esperanzas en una sola persona y esperar que alguien tan joven pudiera realizar milagros. Era demasiada presión. Tardaron mucho en ver la luz, pero al final tuvieron que mover sus perezosos traseros y al final ganaron. Le hace a uno analizar si no pusieron suficiente esfuerzo en el primer levantamiento de Voldemort—.

—Por lo que leí de algunos artículos, parece que Voldemort había hecho algunos rituales oscuros para evitar su muerte. Por eso decidieron limitarse a encerrarlo de esa forma en Azkaban—.

Luna negó con la cabeza—No eran rituales, al menos no solo eso. Voldemort tenía algo que se considera magia muy oscura y prohibida en casi todos los países y para casi todos los magos. Hay muy pocas excepciones a esa regla y hasta una limitante de los "artículos" que pueden producirse mediante esos "rituales". Solo digamos que lo que estaba enredado a tu magia, también estaba enredado en artículos muy mundanos y una serpiente—.

Harry se estremeció. Cuando los goblins sacaron el fragmento de alma, habían considerado que Voldemort había hecho horrocruxes y esa astilla detrás de su cicatriz era un pedazo que se desprendió accidentalmente durante su ataque y se ancló en él. Había otro par de rituales que podían fragmentar un alma, pero los horrocruxes eran lo más probable. Que Luna Lovegood dijera discretamente que si los había creado, era solo la confirmación de sus sospechas.

Los goblins tenían su fragmento de alma, si hacían el ritual durante un poderoso Sabbat como Beltane o Samhain, podrían eliminar por completo el alma de Voldemort y el certificado mágico de su muerte se emitiría de inmediato.

Había otra duda alrededor de ese fragmento de alma y es que los goblins sospechaban que Dumbledore sabía, o como mínimo sospechaba, que Harry era un horrocrux y su plan probablemente tenía algún elemento de sacrificio voluntario. Claro, el sacrificio de Harry. Eso conectaría todas las cosas extrañas de su vida, como su ubicación con los Dursley, el maltrato del que fue objeto y la alienación con ambos mundos. Si no se sentía conectado a ninguno de los dos, no le importaría morir.

Harry le deslizó a Luna un pergamino—Este es un contrato de confidencialidad. Impedirá que mi identidad sea revelada al público. Pareces una persona confiable pero no confió en muchos magos o brujas de este mundo y cualquiera podría intentar colarte veritaserum o usar oclumancia para descubrir secretos míos—.

Luna leyó rápidamente el pergamino y firmó sin dudar—Listo. Ahora ambos estamos seguros—.

Harry asintió y procedió a explicarle a Luna sus creencias, sus expectativas y el tipo de leyes que le gustaría ver siendo impulsadas. Luna le habló sobre las próximas sesiones del Wizengamot y que leyes estarían siendo sometidas a votación. A Harry le intereso particularmente la ley a favor de extender los derechos de las criaturas pero quería eliminar el registro de hombres lobo, o en su defecto, derogar las leyes coercitivas hacia ellos.

Hablaron durante unas dos horas antes de que Goldfang entrara a recordarle a Harry sobre su cita de las 6 y ambos, Luna y Harry, se despidieron con un apretón de manos más firme que el primero y sintiendo que podían funcionar.

Luna tenía una forma de ver las cosas bastante analítica pero dispersa de alguna forma, de forma que podía ver conexiones que eran difíciles de ver a menos que dejaras de ver la forma básica de las cosas y prestaran atención a los pequeños detalles. La mayoría de las creencias de Luna eran similares a las de Harry y en donde tenían diferencias, podían llegar a un punto medio. En algunas ideas, Luna le mostró por que serían imposibles de ejecutar en el clima político actual y en otras le trazó un plan más complejo y lento pero más efectivo para sus fines.

Luna pensaba que Harry era buen estratega luego de abrazar su lado Slytherin. Era una lástima que no explotara eso cuando era un adolescente pero, después de todo, el mundo mágico jamás le hubiera dejado explorar sus ideas y opciones. Solo querían un ídolo al que moldear e idolatrar, no veían al chico que se estaba ahogado en sus expectativas.

Ahora era un adulto joven con ideas bastante firmes y no era un radical como muchos magos. Era bastante moderado y sus ideas eran plausibles en vez del tradicionalismo recalcitrante o el progresismo agresivo.

Si, ambos pensaron que esto podía funcionar, pero debían cumplir el protocolo y verse otro par de veces antes de hacer oficial el nombramiento de Lady Luna Lovegood como el proxy de la Casa Peverell.


Albus Dumbledore, mejor conocido como el derrotador de Grindelwald y Voldemort, estaba un poco preocupado. Por el momento Voldemort estaba contenido por una serie de protecciones mágicas bastante fuertes que impedirían que el mago usara su magia.

Sin embargo, estas protecciones estaban basadas un poco en ciertas protecciones que estuvieron en algún momento ancladas a Privet Drive.

Uno de los mayores secretos que guardaba el anciano mago, era que esas magnificas protecciones estaban ligadas a su magia y su vida. Si, eran tan portentosas porque se alimentaban de su magia y su vida, igual que aquellas protecciones que había en Privet Drive.

Albus nunca le dijo a nadie que si llegó a visitar a los Dursley y que las barreras eran tan delgadas que no se hubieran sostenido más allá de los 5 años de Harry, así que tomó un camino más peligroso. En su terquedad de "sé más que los demás", Albus Dumbledore había creado nuevas protecciones pero ancladas al núcleo mágico de Harry. No quería ligarlas a su vida, porque entonces podría correr el riesgo de colapsar la matriz de las mismas.

Sabía que Harry no estaba siendo bien tratado pero Albus esperaba que Petunia eventualmente viera a Harry como su sangre. Eso jamás sucedió y la mentira sobre las protecciones de sangre era ya tan conocida entre los miembros de la Orden que no podía decirle a nadie lo que en realidad había sucedido.

Nadie dudo que luego de que Harry no regresó a Hogwarts y tampoco fue visto en el mundo mágico, este en realidad había perdido su magia y cuando unas semanas después de terminado el Cuarto Año, las protecciones en Privet Drive colapsaron, todos los miembros de la Orden (que en ese momento aun no estaba reformada) supusieron que fue porque Harry dejó de ser una persona mágica.

Albus lo sabía mejor. Esas barreras necesitaban magia constante, anclada en la tierra y al ser mágico al que estaban ancladas. Dependían de la distancia y que colapsaran solo indicaba que Harry se había ido muy lejos de Privet Drive. Sin embargo, como jamás hizo pruebas de la distancia especifica, el jovencito podría haber estado en Londres todo este tiempo e igual hubieran colapsado por estar demasiado tiempo fuera de Privet Drive.

Las protecciones necesitaban al menos dos semanas de presencia constante en la tierra donde fueron colocadas para ser cargadas por al menos un año. Entre más tiempo pasara en Privet Drive, más fuertes serían, pero sin Harry, las protecciones colapsaron y eso sustento la teoría de que Harry perdió su magia. Albus no dijo nada, dejando que su mentira fuera cubierta por la especulación.

Sin embargo, luego de finalmente derrotar a Voldemort y confinarlo en Azkaban, pocas cosas podían mantenerlo dentro y estas protecciones anti-magia y escape eran una obra maestra que un rompedor de maldiciones apreciaría, pero cuyo costo era enorme.

Albus raramente hacia despliegue de su magia durante el ciclo escolar y continuaba trabajando en sus tres puestos. Como el mago era más anciano ahora, todo el mundo creía que simplemente estaba "llegandole la edad". Pero no, Albus Dumbledore estaba siendo drenado por esas protecciones y el tiempo estaba corriendo en su contra.

Tendría quizás solo un par de años antes de que su magia se agotara y solo unos meses hasta que su vida fuera drenada luego de eso. Necesitaba encontrar a Harry. Necesitaba obtener respuesta sobre si el horrocrux dentro del muchacho seguía ahí. Si Harry murió pero el horrocrux no, podría estar controlando el cuerpo del chico, pero si Harry seguía vivo, tendría que llevarlo hasta Voldemort y permitir que este lo matara.

Sin embargo, no tenía muchas pistas para encontrarlo y ahora tenía un nuevo problema. Este tal Lord Peverell. No había podido asistir a la gala del ministerio pero había oído que un nuevo Lord se presentó y lo que le comentó Severus sobre él, se limitaba a que era un Lord que no quería presencia pública y vivía casi a tiempo completo en el mundo muggle.

La obligada pregunta a Severus fue si podría ser Harry Potter pero Severus le dijo que no. También lo pensó y aunque había algunas similitudes, sus diferencias eran más. Los ojos verdes no eran como los de Lily, la edad tampoco era coincidente y sobre todo, no tenía la cicatriz y tampoco usaba lentes. Al menos no en público, podrían ser lentes de contacto pero Severus insistió en que el nivel de educación en Harold Evans era coincidente con su edad y Potter jamás había mostrado poseer una inteligencia tal que permitiría pasar tantos años de educación.

El nombre Harold Evans le dio a Albus cierta inquietud, pero Severus ya había investigado el nombre y había bastantes Harold Evans en el Reino Unido. No tantos como John Smith pero Harold Evans era un nombre bastante común, y eso sin sumar los de la Commonwealth.

El nombre parecía ser un guiño a la familia materna de Harry y el hombre una derivación pero Severus tenía razón. Incluso Harry Potter era un nombre bastante común en el Reino Unido muggle y si conservara su nombre, podría perderse igual de bien que si se lo hubiera cambiado.

Podría estar usando multijugos para parecer mayor, pero necesitaría un muggle igual todo el tiempo. Quedaba el uso de pociones envejecedoras pero la cicatriz era imposible de remover gracias al horrocrux. Si este Lord Peverell, Harold Evans, fuera Harry Potter, tendría esa cicatriz y Severus aseguro que no había tal cicatriz.

Sería casi imposible engañar a Severus Snape.

Albus se tranquilizó a si mismo respecto a la identidad de Harold Evans pero en su lugar empezó a preocuparse por su presencia política. La siguiente sesión del Wizengamot sería en un par de semanas, pero si Severus tenía razón, Lord Peverell se limitaría a presentar a su proxy y asignar su asiento a una facción para luego desaparecerse fundamentalmente del mundo mágico.

Severus ignoraba porque Harold decidió vivir en el mundo muggle, pero sospechaba que su madre había sido una squib que decidió vivir como muggle y conoció un mago que la abandono, o simplemente el don paso a su hijo y ella le heredó su resentimiento hacia la magia.

Albus simplemente no tenía suficiente información sobre este Harold Evans y no sabía quién sería su proxy. Severus dijo que le dio algunos nombres pero no sabía si Harold tomaría en consideración sus consejos, así que tampoco lo sabía y le dijo a Albus que esta sería la única ocasión en que le informaría algo sobre Harold, ya que quería explorar la posibilidad de entablar una relación con él.

Si iba a ser una simple amistad con derechos o algo más de la línea de un noviazgo, estaba por verse. Albus asintió, consciente de que su muchacho había sacrificado mucho en ambas guerras y merecía tener algo bueno para sí.

No podía distraerse en nuevos Lores y sus agendas políticas. Si este joven mostraba tanto desdén por el mundo mágico, era probable que asignara su asiento a la facción neutral y como solo era un voto, no debería cambiar mucho el panorama a futuro.


Mientras todo esto sucedía en el mundo mágico y muggle, en una prisión en medio de un embravecido mar, un mago que antes fue conocido como el más grande señor oscuro, languidecía mientras su magia era ocultada en su interior.

Lord Voldemort, antes conocido como Tom Marvolo Riddle, sentía frío, mucho frío. No el frío de los dementores, ya que durante sus dos ascensos, se había acostumbrado a su presencia. No, este frío le llegaba a los huesos y podía sentir la mirada de alguien sobre su cuerpo.

Alguien peligroso y oscuro acechaba en las sombras, esperando su momento de matar a este hombre.