Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.


(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)

La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)


Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Isabella POV)

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—¿No crees que ya ha sido suficiente? —la voz de Charlie se acerca a mi lado. Inclino mi cabeza en su dirección para darle a entender que tiene mi atención, pero no me muevo, sigo con la mirada fija en la escena al exterior de la ventana.

—¿Ahora estas de su lado? —le pregunto sorprendida.

—Claro que no —salta a la defensiva. —Eres mi hija, siempre voy a estar de tu lado. Pero, creo que comienzo a tenerle… ¿Lastima? ¿Simpatía? ¿Compasión?

Chasqueo la lengua con fastidio.

—Solo digo que no creo que sea tan idiota —mi padre levanta las manos tratando de defenderse. —Se ve que ya entendió la lección

—Se ha esforzado, sí —comenta Angela colocándose a mi lado, también mirando por la ventana. A través del vidrio, puedo ver su sonrisa de satisfacción.

—Pero, creo que deberías disculparte con Esme —Charlie me da un codazo en las costillas.

—Si lo sé —me sonrojo recordando mi horrible comportamiento de la vez que la conocí.

—Deberían darse prisa si quieren llegar a tiempo —Charlie nos quita de la ventana. —Antes solían ser responsables, ¿Qué les pasó?

—¡Oye! —pongo mi mano en mi pecho mientras mi boca se abre con un gesto de indignación. —Aun somos responsables.

—Si, como no.

—Es solo que tenemos tanto que hacer, que se nos va el tiempo demasiado rápido —Angela dice inocente. Charlie rueda los ojos mientras nos sigue empujando hacia la puerta.

Las últimas semanas, Angela y yo hemos adoptado una serie de actividades un tanto extrañas para una rutina de unas adolescentes comunes. En cuanto se terminan las clases, salimos corriendo de la escuela para ir a la cafetería del pueblo, ahí hacemos nuestras tareas y deberes mientras comemos algo. Después de eso, vamos a su casa, más precisamente a la cabaña que está escondida en el bosque, ahí la señora Webber ayuda a su hija con el tema de la magia, embrujos, hechizos y más cosas. Yo me la paso leyendo o mensajeando con alguien de Mystic enterándome de las nuevas noticias.

Después volvemos a casa de Charlie y es ahí donde comienza el verdadero problema. Nos hemos enfrascado en una misión asignada por nosotras mismas, que lo que resta del día la pasamos leyendo libros, diarios, haciendo anotaciones… hay tantas cosas que hacer, que el tiempo se nos pasa demasiado rápido.

—No puedo creer que estén usando a Alice como alarma —Charlie sacude su cabeza con falsa decepción.

—Ella se ofreció —nos defendemos.

Cuando el tiempo se escurre de nuestras manos, Alice entra a nuestro rescate para asegurarse que podamos dormir por lo menos un par de horas antes de volver a la escuela a la mañana siguiente. Con los días ha utilizado distintos métodos; le avisa a Charlie que aún seguimos despiertos para que suba a regañarnos, o ella y Jasper nos llaman sin descanso hasta que respondemos y nos envían a dormir. Hubo un par de días que incluso envió a Edward a la ventana de mi habitación, Angela y yo tuvimos un susto de muerte, y el pobre terminó con varios objetos volando hacia él. Pero solo nos dio el recado de Alice, no se quedó.

Para despertarnos también hace su magia. Hay veces que se aparece por mi casa para despertarnos personalmente, o utiliza todos los teléfonos de su casa para hacer sonar todos los teléfonos que tengamos cerca. Un día, ella y Emmett programaron una bocina conectada a despertador y pusieron un audio de la típica trompeta que usan en el ejército para despertar a los soldados. Ese día terminamos Angela, Charlie y yo en urgencias siendo revisados por Carlisle.

—¡Ya váyanse! —mi padre nos empuja y cierra la puerta a nuestras espaldas.

—¿Nos iremos en mi auto o en el tuyo? —Angela me pregunta ignorando triunfalmente al vampiro que está recostado contra el metal de su auto.

Han pasado poco más de dos semanas desde que me enteré que Edward estaba en la comisaría. Charlie por supuesto que me hizo caso, no sé si para beneficio mío o por venganza, pero dejó encerrado a Edward hasta el día viernes. Debo admitir que es admirable la paciencia y fuerza de voluntad de mantenerse actuando humano. Charlie me contaba que incluso comía la comida que le llevaba.

En cuanto Edward puso un pie fuera de la comisaría, salió literalmente corriendo a una larga expedición de caza. Ese primer fin de semana que pasó fuera de las rejas, nadie supo de él.

El lunes cuando volvió trató de llevarme a la escuela, pero cuando tocó la puerta de la casa fue recibido de nuevo por Charlie y mi ausencia. Mi padre tuvo un poco de piedad de él y le contó que había pasado la noche con Angela, además, Alice le avisó que me vería en la escuela y eso pareció calmarlo un poco.

Esta semana, noté que Edward está teniendo problemas para usar su don, al inició pensó que lo estaban bloqueando, aunque a mi padre y a Ang ya le resultaban difícil de leerlos, -Charlie por la excesiva cantidad de verbena que está bebiendo y que estoy segura que nos está dando en las comidas-, pero cuando Angela y yo volvimos de esa expedición sorpresa, mi amiga se encargó de hacer un poco de magia para bloquear a Edward. Es divertido verlo cuando Angela juega con su mente en clases, muchas veces le ha tocado ser pillado por las preguntas sorpresas de los profesores.

—Entonces…—Angela murmura esperando una reacción de mi parte, pero yo sigo con la mirada fija en los ojos dorados que hay a unos metros de nosotras.

Edward ha tratado de arreglar las cosas conmigo de una manera muy insistente y perseverante.

Cada día, en mi auto, en mi puerta, en mi casillero, en cualquier lado al que mire hay flores y regalos de todo tipo, algunos son sencillos y discretos y son cosas que realmente necesito, pero a veces cuando le gana la desesperación, aparecen joyas y artículos muy lujos que Alice termina regresando a las tiendas sin que su hermano se dé cuenta. Todos podemos notar que sus esperanzas aumentan por creer que acepto sus regalos. De ahí viene la empatía de Charlie.

Después de mi visita a la jefatura, fui a mi habitación para ver qué era lo que había movido, me sentí furiosa por no notar que algunas cosas estaban en un lugar diferente del que las dejé. Charlie me contó que cuando lo descubrió, lo obligó a acomodar todo, pero por la situación y la vergüenza que sentía el vampiro, no todo quedó en su lugar.

Esa primera semana me sentí jodidamente feliz de tener a Edward lejos de mí. Pero conforme los días pasaron, esa molestia comenzó a ser en mi contra y ahora me siento sumergida en un abismo de culpa, desesperación, tristeza y vergüenza. Cada día me despierto con un dolor ahogante en el corazón.

Muchas veces me he reprendido mentalmente diciéndome que Edward no merece estar arrastrándose por una chiquilla que no sabe lo que quiere. Yo soy la culpable de que haya actuado así, si yo hubiera confiado en él y le hubiera dicho la verdad, no estaríamos en este problema, incluso no hubiera pasado nada en Mystic Falls.

Todos dicen que Edward puede asesinarme en cualquier momento, pero si es verdad que su anhelo por mi sangre es mayor que el cariño que quizás me tenga, yo confió ciegamente en él para mantenerme con vida. Si yo muero, se queda sin mi sangre. Además, Edward no merece que me desquité con él por algo que otro idiota causó.

Esme ha tratado de invitarme varias veces a su casa, pero en todas las he negado, no me atrevo a mirarle a la cara, al menos no después de haber dejado a su hijo casi toda la semana en prisión solo porque estaba encabronada. Tampoco me atrevo a estar en la misma mesa que todos los Cullen. Emmett ha tratado de acercarse a mí, pero Rosalie lo detiene al instante, es claro que si antes ella me odiaba ahora me detesta el doble o el triple. Edward se sienta con ellos todos los días en el almuerzo para darme mi espacio. Alice y Jasper son los que van y vienen entre la mesa de sus hermanos y la mesa en la que nos sentamos Angela y yo a la que apodamos "La mesa de las desgracias".

Aunque Jasper le dice "La mesa de las desgraciadas".

Nuestros amigos humanos han mantenido cierta distancia conmigo principalmente. Toda la primera semana tuve que lidiar con cambios de humor bastantes drásticos y estoy segura que cuando les exigí gritando a media cafetería que me contaran lo del problema con Edward, les di miedo. Jasper ha tratado de ayudarme con la repentina bipolaridad, me ha enseñado técnicas para controlar mis emociones, pero hay veces que él tiene que intervenir para salvarnos a todos. Trata de calmarme diciendo que es porque no sabía cómo sacar todos los sentimientos sobre lo que pasó en Mystic, incluso muchas veces trató de utilizar la psicología conmigo, pero cada que ese tema se toca yo salgo huyendo.

Aunque no me presiona y no me dice en voz alta, ella es la única que sabe la verdadera razón de humor tan drástico. Asegura que es en parte por la gran cantidad de sangre de vampiro que me dieron la noche que me fui al más allá. Mi metabolismo es igual de idiota que yo y no la puede procesar tan rápido.

Para mi buena suerte, eso ha desaparecido con el paso de los días y me ha resultado más fácil volver a ser la bella que solía ser aquí.

Eso me está arrastrando a la miseria.

—¿Se van a quedar ahí paradas? —Charlie vuelve a abrir la puerta para gritarnos. —¿O quieren que las arrastre a la escuela?

Mi atención se vuelve al hermoso vampiro a unos cuantos metros frente a mí, él también está esperando alguna respuesta de mi parte. Cada mañana Edward está ahí con la esperanza de que me decida a subir al Volvo, incluso parece resignado a que ahora Angela es parte del trato, pero, aunque parezca que ya lo he perdonado, siempre me desvió y subo a otro auto, entonces él se encarga de seguirme pacientemente hasta la escuela.

Tomo una profunda respiración y dejo salir un largo suspiro.

—Vamos —le digo a mi amiga. Mis piernas se mueven andando con cuidado, la lluvia ha dejado bastante agua cubriendo el suelo y aunque ya no soy tan torpe, no quiero caerme y romperme el cuello. No quiero volver a morir.

—Gracias —murmura cuando me detengo frente a él. Puedo ver el alivio y la gratitud en su rostro, mientras me abre con elegancia la puerta del copiloto, se mueve un poco para abrir también la puerta de atrás para que ambas podamos subir al Volvo. Dentro del auto, puedo notar la sonrisa torcida asomándose en sus labios mientras arranca el motor y hace el usual recorrido hasta la escuela. Angela se estira y me da un apretón en el hombro.

El trayecto lo recorremos en silencio, pero no tardamos nada de tiempo en detenernos en frente a las puertas del instituto. Todas las miradas se ponen sobre nosotros, me queda claro que la gran mayoría de personas ya se han dado cuenta que Edward no viene solo, incluso sé que lo notaron antes de que él se bajara para rodear el auto y abrir de nuevo las puertas.

—¿Qué sucede? —pregunto mirándolo con atención. Alice está mostrándole algo en su mente mientras Edward mueve su cabeza indicándole cosas en silencio.

—Nos quieren a todos en el gimnasio —responde Edward con tranquilidad. —El director dará un anuncio antes de que las clases comiencen.

Angela y yo nos miramos confundidas, solo nos convocan al gimnasio cuando es el primer día de clases o la graduación. ¿Por qué lo harán ahora? Mis sentidos saltan alertas y desconfiados de Edward, pero a lo lejos veo a la señora Cope señalando a un grupo de estudiantes y dándoles indicaciones de reunirse en el gimnasio con los demás.

Respiro tranquilizándome. Alice se acerca a nosotras y tira de Angela y de mí para entrar juntas al edificio. El resto vienen detrás.

—El señor Harrison tuvo un accidente el sábado —nos cuenta Alice mientras caminamos. —Solo quieren presentarnos al profesor que lo suplirá mientras se recupera.

Bueno eso no suena tan mal.

Cuando entramos al gimnasio, vemos a Emmett y Rosalie acomodados en una de las gradas apartando un espacio para acomodarnos nosotros a su lado. ¿O solo nos vamos a aprovechar de que nadie se quiso sentar junto a ellos? Los demás estudiantes se distribuyen en el resto de las gradas, los escalones o el suelo al borde de las canchas.

La cabeza de Edward se mantiene mirando de un lado a otro tratando de buscar algunas respuestas, Alice solo sacude su cabeza negando a las preguntas secretas que su hermano le hace.

—Bueno día a todos —el director se coloca en el medio del espacio disponible con un micrófono en sus manos. —Tengo un anuncio antes de que vayan a clases.

Murmullos colectivos nos rodean.

—Como algunos de ustedes ya saben, el señor Harrison tuvo un accidente el fin de semana pasado y se tendrá que ausentar unos días para recuperarse.

De nuevo más murmullos. Alice nos regala una mirada presumida y modula en sus labios un "te lo dije".

—Así que tendremos un maestro que nos apoyará estos días mientras nuestro profesor se recupera. Espero que todos ustedes le ayuden a sentirse como en casa —el director suena esperanzado.

No sé porque dice eso —se queja Emmett. — No tratamos tan mal los profesores, a nadie la han ponchado las llantas del auto.

Rosalie le da un golpe para callarlo.

—Bella, algo está pasando —Angela susurra en mi oído. —Hay algo extraño en todo esto.

—Eso no es bueno —le digo de acuerdo con ella.

—Adelante profesor — el director hace una señal a una persona para que se acerque. Angela y yo casi saltamos de nuestros asientos. —Les presento al señor Saltzman.

Alaric se coloca junto al director, el hombre le cede el micrófono y se aleja unos pasos para darle su espacio.

—Hola a todos —dice tranquilo, sus ojos recorren cada rostro que ve hasta que se detienen sobre nosotras. —Es un placer estar aquí con ustedes, espero que trabajemos juntos y que todo salga según lo planeado.

Una nueva ola de murmullos recorre el lugar, pero Angela y yo mantenemos nuestra mirada fija en él. Sé que Alaric nos ha reconocido pude notarlo cuando sus ojos conectaron con los míos, pero supongo que también aquí va a mantener la línea que lo divide del amigo que conocemos y del profesor que es.

El director vuelve a su lado y le da un apretón de manos.

—Espero que se comporten —nos advierte el director. —Pueden irse a sus clases.

Todos los estudiantes se levantan y salen perezosamente hacia sus salones o simplemente a perderse por ahí. Mi amiga y yo no nos movemos lo que provoca que los Cullen tampoco se muevan.

El director cruza unas cuantas palabras más con Rick, la señora Cope también se acerca y se presenta al igual que uno que otro profesor. Le dan la bienvenida y se pierden por la otra puerta del gimnasio. Alaric se gira y ahora si sacude su mano para saludarnos. Angela y yo nos ponemos de pie saludándolo de la misma manera, pero la mano de mi amiga sobre mi brazo hace que me quede en mi lugar.

Al ver que no bajamos de las gradas, Rick camina hasta quedar más cerca de nosotras.

—Hola chicas —nos saluda amablemente.

—Hola Rick —le digo en el mismo tono. —¡Que sorpresa!

—Sí lo sé —sonríe, se encoge de hombros. —Pero ya sabes, a veces es bueno ayudar a un amigo.

—Si claro —acepto. —Aunque, no sabía que conocías al señor Harrison.

—Pequeños detalles —le resta importancia. —Soy profesor, por supuesto que conozco a más colegas.

—Claro — asiento. — Por cierto ¿Qué le sucedió?

—Oh, eso —señala las puertas que están a un lado, —estaba en el lugar y momento equivocado. Pero quizás puedas más tarde visitarlo en el hospital, ya sabes, para preguntárselo personalmente.

No me gusta el tono de sus palabras, pero me muerdo la lengua.

—¿Nos presentas? —pregunta señalando a los vampiros a mis espaldas.

—Ellos son mis amigos —le digo seriamente. Todos se ponen de pie cubriendo mis flancos, sé que están desconfiados porque no conocen a Alaric y no quieren correr riesgos. Además, estoy segura de que Jasper está atento a mis emociones.

—Cuando presentas a alguien, usualmente dices su nombre, Isabella —me regaña.

—Chicos, él es Alaric —habló en dirección a los Cullen. —Es ¿mi amigo? —Dudo un poco, —¿Mi tío? Era esposo de mi tía, así que es algo mío.

Alaric suelta una breve risa que me parece muy falsa.

—Alaric solamente —hace una inclinación con la cabeza. Su gesto me recuerda a Edward y a Elijah cuando sacan sus dotes de caballeros de antaño.

—Es un placer —dice Jasper. Su voz sale muy seria, grave y dura, el tono que usa es muy frio y cortante.

—Igualmente —responde Alaric evaluando a cada uno con la mirada. —Isabella, ¿te importaría darme un recorrido por la escuela?

El agarre de Angela sobre mi brazo se intensifica, sus uñas se encajan sobre la tela del suéter que estoy usando. Entiendo a la perfección su mensaje, no quiere que vaya a solas con él.

Lo medito un poco. Si no voy con él, seré muy obvia, pero si voy...

—No, no me molesta —fuerzo una sonrisa.

—Te acompaño —salta Edward colocándose de pie a mi lado sin despegar sus ojos del nuevo profesor. Angela al escuchar las palabras de Edward se relaja, pero le cuesta soltar mi brazo.

—¿Ese es tu juguete nuevo? —Alaric pregunta burlón.

—No te importa—respondo. Edward le lanza una mirada confundida.

—¿Y Damon? —levanta una ceja y su sonrisa arrogante y burlona se intensifica.

—No te importa —respondo de nuevo casi en automático. Una palabra más y me lanzo encima de Alaric para patearle el trasero.

No lo pienso, tomo la mano de Edward y tiro de él para que baje por las escaleras conmigo.

—Andando —empujo a Rick. —Tengo más clases además de la que ya me hiciste perder.

—Cuidado —gritan Alice y Angela al unisonó mientras nosotros tres nos alejamos.

El instituto de Forks es un poco más pequeño que el de Mystic y es menos complicado también, lo que nos ayuda a que el recorrido y las explicaciones hacia Alaric sean cortas y rápidas. Edward se mantiene en silencio durante todo el tiempo que dura el recorrido, además se encarga de mantenerme tomada de la mano y del extremo contrario al que se encuentra el nuevo profesor.

—No confió en él —me dice Edward cuando dejamos a Rick en la sala de maestros y nos encaminamos al resto de nuestras clases.

—Alaric no es malo —le digo, —pero haces bien en no confiar en él.

El resto del día pasa tan tranquilo como puede estar este pueblo con los últimos acontecimientos. Aunque Alaric es el nuevo tema de Forks, ninguno de nosotros lo volvimos a ver en todo el día, tampoco supimos nada de él.

Al menos no hasta que fue hora de que Charlie volviera del trabajo.

—¿Qué está sucediendo? —Charlie entra a la casa casi corriendo, no se molesta en quitarse nada del uniforme, entra directo a hacer preguntas. —¿Por qué está Alaric aquí? ¿Por qué anda por ahí paseándose como pavorreal? ¿Qué es lo que está mal con su voz y porque habla como británico?

—Hola Charlie —le saludan Jasper y Angela.

Mi padre saltó cuando se dio cuenta que no estaba sola. Angela, Jasper y yo estábamos revisando los detalles de un proyecto que debemos entregar juntos para una clase y por supuesto que Charlie tenía más urgencia en enterarse de los últimos chismes que no vio a mis amigos a mi lado.

—Hola Charlie —le saludan Jasper y Angela.

—La próxima vez avísame que tenemos visitas —me regaña mientras se quita todos los accesorios del uniforme.

—No sabía que entrarías así de repente —le digo volviendo mi atención a lo que estaba escribiendo.

—¿Qué no me van a responder? —Charlie se deja caer en su sofá.

—Alaric está supliendo al señor Harrison un par de semanas—le explico generalmente de lo que me enteré esta mañana.

—Sí, escuché sobre eso.

—¿Entonces porque preguntas? —hago una mueca.

—Porque aun no entiendo cómo es posible que Alaric conozca a Will.

—Eso tampoco nosotros lo entendemos —me encojo de hombros.

—¿Pero porque el acento británico? ¿La verbena ya le afectó el cerebro?

—No, la verbena no hace eso —Angela se apresura a explicar con toda la calma del mundo. —En realidad habla de esa manera porque está poseído.

—Perdona —Jazz y mi padre la miran con sus rostros haciendo muecas de confusión. — ¿Qué? ¿Qué cosa?

—Resulta, acontece y sucede que el cuerpo que hemos visto, si es el de Alaric —les dice moviendo sus manos para que entiendan el contexto con señas, Charlie y Jasper asienten. —Pero, en realidad alguien más está usándolo. Está poseído.

Los dos hombres se quedan en silencio por unos segundos.

—¿Cómo saben eso? —Jasper nos mira. —¿Desde cuándo saben eso?

—Conozco a Rick desde hace mucho tiempo —le explico, —puedo notar si miente y definitivamente está actuando extraño.

—Además, tenemos un informante de Mystic Falls.

Ambos me miran con la boca abierta. Angela sonríe presumida

—Ese es un tema para después —pongo un dedo en mis labios. Hay que mantener ciertas cosas en silencio por si hay alguien indeseado escuchando nuestra conversación.

—¿Y cuál es el plan? —Charle nos mira. Angela y yo nos encogemos de hombros.

—Improvisar —le sonreímos.

El resto de los días de la semana han pasado con una tranquilidad que me resulta alarmante. Alaric se ha mantenido ejecutando el papel del perfecto profesor y no nos ha dirigido más palabras que acaso una que otra pregunta en clase o algún saludo causal cuando nos lo topamos en la escuela o en el pueblo.

Aunque Jasper y Edward siguen poniéndose paranoicos e histéricos cuando lo ven cerca, si las miradas mataran, de seguro Alaric ya sería cenizas con la mirada que le lanzan los vampiros. Alice en cambio solo sonríe y le saca la lengua para burlarse.

Angela y yo dejamos de lado nuestra rutina, no queremos que alguien nos siga y descubra todo, sobre todo porque desde esa mañana en la que Alaric apareció por el pueblo, no hemos pasado un día a solas. Por las noches, los padres de Angela (que están enterados de la situación) decidieron que está mejor protegida al lado de los Cullen, así que mi amiga ha pasado varias noches seguidas en mi casa que es vigilada normalmente por Edward que se da rondines de vigilancia por la casa de Charlie y por la Casa de los Webber para asegurarse que está todo en orden.

Alguno de los Cullen siempre está cerca de nosotras cuando él no está, pero si estoy yo en algún lugar, es casi seguro que está Edward a mi lado. Desde esa mañana en la que decidí subir a su auto, fue una conversación silenciosa de que ya lo había perdonado, o que al menos estaba dispuesta a que volvieran las cosas a la normalidad, así que él ha tratado de estar cerca de mí el mayor tiempo posible, en la escuela, en mi casa cuando hacemos tareas, en el patio trasero mientras leemos.

Sería una hipócrita si me quejara. Por supuesto que disfruto el tiempo que paso al lado de Edward, ya sea hablando, leyendo o simplemente disfrutando de la compañía, pero me sigue resultando asfixiante que esté siempre ahí. Yo también quiero tiempo a solas.

Angela también ha estado en un tira y afloja con Ben. Aunque a él parece no importarle que pase demasiado tiempo conmigo, si han tenido algunas peleas porque cuando quieren ir a Port Angeles al cine, o quieren tener una cita, aparece algún Cullen para ser su sombra, usualmente es Alice o Jasper, o ambos.

Las pocas veces que Angela y yo nos logramos escurrir de la compañía, hemos vuelto a tratar el tema de decirles la verdad a todos, para evitar las peleas que ella tiene con su novio y para que Edward deje de estar tan paranoico. Pero con el invitado no deseado rodeando a nuestro alrededor, creemos que sería peligroso para todos.

Esta es la segunda semana que Alaric está en Forks y esta, a diferencia de la primera, ha sido extraña. Charlie dice que ha recibido varios reportes de personas heridas, Alice dice que Carlisle también ha notado el aumento de visitas a urgencias, pero que no ha sido nada alarmante como un asesino en serie o algo así, siempre son solo accidentes "básicos". Una señora se cayó por las escaleras, dos autos chocaron por la lluvia, Mike siendo hospitalizado porque probó una de las nuevas herramientas que recibieron en la tienda de sus padres. Yo estoy que me como las uñas esperando que de nuevo alguien me encaje una estaca o una daga en el cuerpo.

—Oye, Bella —Angela dice casual a la hora del almuerzo. Estamos sentados en la mesa de los Cullen, como antes de que comenzara el desastre, pero esta vez, Ben está con el resto de los humanos.

—¿Qué sucede? —le pregunto poniendo mi atención en ella levantando mi mirada de la charola de mi almuerzo.

—¿No has preguntado cómo están las cosas con tu prima? —Angela me pregunta en un tono fuerte y claro. No me esperaba que mencionara a Elena, mucho menos cuando tenemos a los Cullen escuchando.

—No —le respondo mirando fugazmente a los vampiros —¿Por qué preguntas?

Su cabeza señala a Alaric que va entrando a la cafetería. Varios estudiantes se le quedan viendo, no es usual que los profesores vengan a la cafetería para comer con nosotros, pero el sigue caminando en nuestra dirección. Toda la mesa finge no notarlo.

—Es que… recordé el problema que tenía con ese idiota —dice Angela continuando con la conversación.

—¡Ah sí! Ese problema —hago como si el recuerdo me llegara de golpe. —Creo que debería preguntarle a mi tía al respecto. ¿Tú qué opinas Alaric?

Todos los ojos de nuestra mesa se concentran en la persona que detuvo sus pasos frente a nosotros.

—Hola —saluda no muy feliz de que su elemento sorpresa se haya visto arruinado.

—¿Qué haces aquí? —finjo preocupación. —¿Hay algún problema?

—Yo... —da un vistazo a su alrededor, se da cuenta de que todos en la cafetería nos están mirando. Repito, no es normal que un profesor se acerque a un grupo de estudiantes en el almuerzo.

—¿No tienes nada más que hacer? —le pregunta Jasper removiéndose con una incomodidad digna de un actor de Brodway. —Es extraño que un profesor nos hable.

—Estoy aquí porque hay un problema con una tarea de Angela —Alaric la mira, mi amiga lo mira con sorpresa y con una sonrisa en sus labios. —Quiero que venga conmigo para revisarla, no quiero que sus notas bajen.

—No, no creo que sea mi tarea —Angela vuelve su atención al almuerzo.

—Sí, si es —Rick dice terco.

—No, no es —responde mi amiga en el mismo tono terco. — Mi otro profesor de historia dice que todas las hago a la perfección.

Mi amiga coloca sus manos debajo de su barbilla y bate sus pestañas por debajo de sus lentes. Todos en la mesa soltamos unas risas mirando de reojo a Jasper que es el que nos ayuda con las tareas de esa clase. Alaric se aclara la garganta y da un golpe en la mesa para llamar de nuevo nuestra atención hacia él.

—Sabía que tus actividades extracurriculares serian un problema para mí —sisea por lo bajo el castaño.

—¿Qué mierda quieres? —le pregunto cruzándome de brazos y dándole un poco de su misma actitud, si él no es amable con nosotros, yo tampoco lo seré con él,

—Ya te lo dije —responde encogiéndose de hombros.

—Corta la mierda —levanto una mano y lo silencio. Me mira sorprendido y se nota que quiere decirme algo, pero decido yo hacerlo primero. —¿Qué quieres?

—Bien, seré honesto —suelta un profundo suspiro. —Necesito que Angela me acompañe.

—¿Para? —Angela le pregunta.

—Tengo un problema y quiero solucionar unos asuntos con tu ayuda.

—Bueno, te puedes meter tus asuntos por donde te alcancen —Angela le dice con la voz más tierna que puede, Alaric suelta un bufido. —Ahora si no te importa, tengo hambre y tú solo me estás poniendo de malas.

—Ya la escuchaste —murmuro. Muevo mi rostro para el lado contrario de donde está Alaric, la mesa vuelve a sumirse en una conversación casual sobre algunas cosas que pasaron en las clases de la mañana.

De su pecho brota una risa falsa y maquiavélica.

—Estoy tratando de ser amable —advierte.

—Y nosotras estamos tratando de almorzar —me quejo. —Resulta que si no como a mis horas, me pongo que mal humor.

—¿Acaso estas menstruando? —pregunta con burla. —Espera no, ya recordé, el mal humor lo heredase de la estúpida de Isobel.

Me levanto dando un golpe con las palmas de mi mano en la mesa.

Te voy a borrar esa maldita sonrisa, maldito idiota.

—Si, por supuesto, el proceso natural y hormonal de mi cuerpo es el que tiene la culpa de mis cambios de humor —aprieto los dientes, —eso dicen los hombres después de decir o hacer algo totalmente estúpido.

Suelta una risa, de nuevo se burla de mí.

—¡Oh! ¿Quieres saber qué más heredé? —pregunto, él asiente.

Con todo el impulso de mi cuerpo, le doy un puñetazo en la cara. El hombre se tambalea unos pasos para atrás y se cubre la nariz con ambas manos quejándose por el dolor.

—¡Maldita zorra! —chilla con dolor. —¿Eres tonta o estás loca?

—Tonta no, zorra... tal vez —lo empujo con mis manos hacia atrás buscando alejarlo más de mí. — Loca ¡definitivamente si! —sacudo mi puño delante de él, — ¿Quieres otro?

Alaric no responde, sigue concentrado revisando su nariz. Sacudo mis manos y me vuelvo a colocar en la silla al lado de Edward que me mira sorprendido y un poco asustado. Angela frente a mi hace un gesto de aprobación.

—Sabía que no eras tan débil —la voz de Rosalie me sorprende, hay una sonrisa orgullosa en su rostro. Si supiera.

—Bien, ustedes se lo buscaron —Alaric se acerca de nuevo a notros, esta vez se ve amenazante. — Angela, puedes acompañarme por tu propia voluntad, o me vas a acompañar así tenga que meter tus pedazos en una bolsa.

Eso hace que los Cullen se pongan alertas, incluso escucho uno que otro jadeo sorprendido de los que pasan cerca de nuestra mesa. Mierda, además de lidiar con él, vamos a tener que dar una muy buena explicación sobre esto.

—¿Eso es una amenaza? —Angela pone las manos en su boca haciendo un gesto de sorpresa.

—Sí —responde el hombre.

—Chicos, chicos, tranquilos —me pongo de pie de nuevo, esta vez mantengo el tono conciliador en mi voz, con mi mano extendida empujo a Rick unos pasos hacia atrás y pongo mi cuerpo entre el suyo y el de la castaña de lentes. —Ya dimos una escena digna de telenovela, no creo que nuestros espectadores soporten otra.

Alaric parece entender mis palabras, mira a sus espaldas encontrándose con todos los estudiantes mirándonos con atención. Hay varias expresiones en sus rostros, estoy segura de que, si fuera Jasper, ya me hubiera vuelto más loca.

—Podemos evitar una escena, claro —Alaric levanta las manos al aire, como si se rindiera. —No creo que sea conveniente exponernos ¿O sí?

—Bien, tienes razón —exhalo con fuerza. Entrecierro los ojos y hago una mueca de lastima. —Por supuesto que Angela se irá contigo —sonríe triunfante por mis palabras, —¡pero cuando hayas pasado sobre mi cadáver, imbécil!

—Bella —el jadeo de Edward llega a mis oídos. Lo ignoro, ahorita no tengo tiempo de encajar en su molde de señorita del siglo pasado. Alaric suelta una risa divertida.

—Ya es mínima la sangre que hay en tu sistema, Isabella —el castaño suelta una risa divertida, —si te arriesgas vas a terminar igual que mi hermano.

—¿Seca, gris y en un sótano? —pregunto inocente, en mi mente aparece la imagen del cadáver de Elijah como estaba la última vez que lo vi.

Alaric suelta una carcajada y sacude su cabeza con diversión.

—Si, algo así —sigue riendo. Una de su mano se agita frente a él, —me llevaré a tu amiguita sin importar el costo, aunque, si tu insistes...

—Mierda —murmuro con pánico, mis ojos se abren al máximo cuando veo su mano levantarse hacia mi cuello. —No, no, no...

Antes de que Alaric pueda tocarme, una mano pálida detiene la suya.

—No la toques —Edward gruñe. Alaric le da una mirada de fastidio.

—¿Y quién lo va a impedir? —pregunta —¿Tú?

—Si quieres llegar a ellas, vas a tener que pasar por nuestro cadáver —Emmett choca sus puños como advertencia de la fuerza que tiene. Aprecio el gesto, pero eso va a ser inútil en esta ocasión.

—De todas maneras... —los ojos del castaño recorren a cada uno de nuestros guardaespaldas vampiros —ya están muertos.

La mano que está libre del agarre de Edward se sacude tratando de liberarse, pero su otra mano que está libre se levanta de nuevo para trata de llegar a mi cuello. Una niebla color gris comienza a rodear mi cuerpo y el cuerpo de Edward, me recuerda a la extraña niebla que me rodeaba la primera mañana después de lo que pasó en Port Angeles, se siente una tensión y de repente explota una bomba de energía que arroja el cuerpo de Alaric por los aires.

Mis ojos siguen el movimiento, veo el cuerpo estrellarse en las ventanas al otro extremo de la cafetería y caer rebotando en algunas mesas que estaban cerca. El aroma llega a mi nariz antes de que pueda verla, el cuerpo de Rick está sangrando.

El grito de los estudiantes inunda el lugar.

—Mierda —Angela jadea. —No lo pensé.

—Jasper, hay que sacar a los estudiantes de aquí —le digo sin mirarlo. Dos segundos después se siente una vibra aterradora a nuestro alrededor, los gritos se intensifican y todos los alumnos salen corriendo y gritando con horror.

¿De verdad tenía que asustarlos para sacarlos de aquí? ¿Qué no el miedo te genera un trauma?

—El miedo va a bloquear el recuerdo —explica Jasper al notar mi duda. —Ahorita no pienses en eso, Bella.

Cierto, hay algo más importante por lo cual preocuparme.

—¿Qué fue eso? —Emmett pregunta sorprendido. —¿Cómo hiciste eso, Angela?

—Ahora no —le responde, su mirada sigue fija en el cuerpo de Alaric que se retuerce con dolor tratando de levantarse.

—Salgan de aquí —les digo a la familia Cullen. —No los necesito aquí. Hay sangre, deben irse.

—Váyanse todos —dice Angela poniéndose de pie. —Me quiere a mí, no a ustedes.

—¿Estás loca? —Alice le reclama. —No te dejaremos hacer esto sola.

—Edward, llévate a Bella a su casa —mi amiga humana pide sin mirarnos. —Mantenla a salvo.

—¿Estás loca? —es mi turno de preguntarle. —No me voy a ir.

—Váyanse, por favor —lloriquea al ver que Alaric está de nuevo caminando hacia nosotras.

—¡Claro que no! —respondemos en coro.

Los Cullen han adoptado una posición de ataque, y me sorprende que no hayan reaccionado a la sangre, pero parece que sus instintos están concentrados en la amenaza que representa el visitante y como quieren deshacerse de él, que el aroma de la sangre se vuelve el menos de los problemas.

—¿Qué mierda quieres? —pregunto tratando de ganar tiempo mientras mi cabeza arma un plan para salir de aquí con vida. —¿No tienes a alguien más para joderle la existencia?

—Verás querida —sigue caminando tambaleante — unos días antes de venir aquí, estuve en Mystic Falls.

—Un lugar muy pintoresco, ¿No?

—Tiene cosas interesantes —ladea la cabeza. —Pero descubrí algo estando ahí, algo que no me gustó.

—Y eso nos importa ¿Por qué...? —levando una ceja.

—Porque tu brujita asesinó a ¡mi brujo!

Edward, Emmett y Rosalie nos miran interrogantes, nadie les responde, incluso nadie hace un esfuerzo por explicarles. Frunzo los labios aun con mis ojos fijos en el castaño, ese maldito desgraciado, ya expuso a mi amiga.

—¡Que fea manera de referirte a las personas! —Angela ahoga un jadeo y hace un gesto de indignación. —¡Que bajo tienes que caer para llamar brujo a alguien!

—No te hagas la tonta —gruñe Alaric.

—No, por supuesto que no —Ang rueda los ojos. —Tonto tú que no sabes usar tus palabras.

—Para la edad que tienes, pensé que te comportarías mejor —lo fulmino con la mirada.

Sus ojos nos miran con fascinación y ¿admiración?

—¿Desde cuándo lo saben? —pregunta Alaric.

—Desde que llegaste —responde Angela.

—Alaric no se comporta como un imbécil —le digo mirándolo de arriba a abajo, —en cambio tú...

—¡Bravo! —se carcajea y aplaude con dramatismo. —Ustedes si son inteligentes, no como los demás. En Mystic nadie se dio cuenta.

—No somos como ellos.

—Me alegra, así será más fácil. —Se lanza de nuevo corriendo hacia nosotros, trata de alcanzarnos de nuevo, pero de nuevo la neblina hace su trabajo mandándolo lejos de nosotros.

—Váyanse —Alice nos empuja. —Nosotros nos encargamos.

Angela y yo nos tomamos de la mano mientras corremos para cruzar la cafetería, pero un cuerpo se coloca antes de la puerta, frenándonos en seco. El hombre pelirrojo frente a mí me muestra sus colmillos, maldición trajo más vampiros con él.

—¿De verdad, Isabella? —la voz de Alaric se escucha a del otro lado de la cafetería. —¿De verdad crees que los fríos pueden ayudarlas?

—Habrá que intentar —respondo encogiéndome de hombros.

Mis ojos se pasean por todos lados buscando una escapatoria, pero la cafetería tiene solo dos puertas, la que él nos está bloqueando que se conecta al resto de los edificios, y la que está del otro lado y que sale a una parte del bosque.

—No son creaturas en las que puedas confiar —me advierte. —Son débiles y no tienen control.

—Sí, sí, ya me lo han dicho antes.

Edward aparece a mi lado, hay millones de preguntas en sus ojos, pero sé que no las hará ahora, su prioridad es mantenerme a salvo de la extraña situación.

—¿De verdad? —Jasper le pregunta. —¿Nos llamas débiles, pero quien es el que está en el cuerpo de un humano?

Otro movimiento capta mi atención, alguien que salé de no sé dónde se lanza contra los Cullen, Emmett se encarga de uno, las chicas del otro, y veo cuando el cuerpo de Jasper se lanza contra Klaus enfrascándose en una palea un poco absurda. Jazz es un militar convertido en vampiro, pero Klaus es un vampiro en un cuerpo humano y parece que le está dando una batalla justa.

Angela estira de nuevo su mano y la neblina aparece rodeando al pelirrojo que está bloqueando nuestra salida, su cuerpo sale volando por los aires muy lejos de nosotros. Escucho el crujido del cristal rompiéndose y el golpe que hace cuando cae al suelo.

—Salgan de aquí —Jasper nos ordena cuando logra liberarse. El cuerpo de Alaric se retuerce de dolor, pero hace un gran esfuerzo para ponerse de pie. —¡Ahora!

—Sabes que no es un humano cualquiera —le digo con desesperación, si no tienen cuidad, pueden resultar heridos.

—¡Vámonos! —Edward llama nuestra atención. Tomo de nuevo la mano de Angela tirando de ella mientras corremos en dirección a las puertas que Edward mantiene abiertas.

—Corre —le digo a mi amiga. Nuestras pisadas resuenan en el silencio y la soledad de los pasillos. Podemos escuchar los sonidos de golpes, cosas rompiéndose y gruñidos detrás de nosotros.

Edward nos conduce grácilmente por los pasillos y yo me siento agradecida de haberme puesto mis converse en la mañana y no una de las botas que Alice me regaló hace días.

—Entren —nos señala el interior de un salón. —Ahora vuelvo, no se muevan de aquí.

Edward desaparece en el aire, Angela y yo dejamos caer nuestros cuerpos recostados en la pared del fondo, detrás de todas las sillas. Ambas estamos jadeando en busca de aire para nuestros pulmones.

—¿Qué está pasando? —le susurro.

Angela tiene sus pupilas dilatadas y mueve los ojos como si estuviera viendo una escena frente a ella. No es la primera vez que se pierde, hemos descubierto que puede separar su cuerpo y trasladarse mentalmente a algún lugar, aunque no esté en él. Como un fantasma que espía lo que sucede en otro lugar.

—Tiene un hechizo de protección —susurra. —Además los vampiros que están con él, le están dando problemas a los Cullen.

—Mierda —me cubro la boca con las manos.

A eso se refería Klaus cuando dijo que los Cullen eran débiles, ya sabía que no resistirían a una pelea con vampiros de sangre, menos por la dieta vegetariana que mantienen.

—Hay que ayudarles —me dice volviendo a enfocar su mirada. —Si los dejamos, no van a sobrevivir mucho tiempo.

—Si vamos nosotras tampoco vamos a sobrevivir —le advierto deteniendo sus movimientos para ponerse de pie.

—Bella, por eso estamos haciendo esto, para que nadie más muera —me dice ansiosamente. —Vamos, es nuestra oportunidad de detenerlo.

Se levanta y se acerca cuidadosamente a la puerta, su cabeza se asoma por el cristal. Las palabras no salen de mi boca, quiero decirle la verdad, quiero explicarle, pero no logro decir nada.

—Ang... — murmuro sintiendo mi cuerpo ser envuelto en temblores.

Angela me mira confundida, me analiza de arriba abajo buscando lo que está causando mi reacción. Tarda unos segundos, pero finalmente sus ojos brillan con reconocimiento cuando entiende lo que no puedo expresar. Regresa rápidamente arrodillándose delante de mí.

—No dejaré que te manen de nuevo, Bells —su voz es una promesa en la que decido creer.

Cierro los ojos apretándolos con fuerza. Desde ese día en Mystic, me da miedo saber que puedo morir de nuevo, me aterra enfrentarme a la muerte otra vez. Esa vez dolió demasiado, era una tortura las heridas en mi cuerpo y el dolor era insoportable. Además, que, cuando vas del lado de los vivos al de los muertos y viceversa, traes del otro lado una parte oscura que no debería estar aquí.

—Vamos —abro los ojos de nuevo y me pongo de pie. Mientras salimos del salón, mis piernas tiemblan.

Angela se coloca delante de mí, recorremos los pasillos mirando al interior de los salones de clases para asegurarnos que estén vacíos.

Un crujido se escucha cerca de nosotras.

—Angela —canturrea ahora con su tono británico, —Isabella, salgan de donde quiera que estén.

Angela me detiene junto a la puerta de uno de los pasillos, las pisadas se escuchan cada vez más cerca de nosotras, nuestras respiraciones se aceleran, pero ninguna se mueve.

—Salgan y les prometo no dañar a los fríos —vuelve a canturrear, puedo ver su sombra en el mosaico del suelo. Angela mueve sus manos y cierra ambas puertas justo en la cara del idiota que nos está acechando.

—¡Vas a tener que hacerlo mejor que eso, bruja! —nos grita.

—Corre, ¡corre! —Angela me empuja para ambas correr lejos. Seguimos moviéndonos por todos los pasillos y rincones de la escuela en busca de algún lugar donde escondernos. Los Cullen están oficialmente desaparecidos en acción.

—¿Qué haces? —pregunto histérica. Angela sigue buscando desesperadamente algo en los bolsillos de su chaqueta.

—Necesitamos refuerzos —me lanza su celular. Lo giro para ver la pantalla y cuando veo el nombre que registra la llamada, suelto todas las maldiciones que sé de memoria. —¡Habla!

Veo que contestan del otro lado de la línea

—¿Qué pasa? —pregunta sin rodeos. —No espera, ¿Cómo demonios conseguiste mi número?

Escuchamos que algo se estrella contra una de las puertas laterales del gimnasio. Parece que alguien está lanzando cosas, o pateando para intentar entrar.

—¿Sabes dónde está Rick? —le pregunto sin responder a sus preguntas, la línea se queda en silencio. Mientras espero a que reaccione, mis ojos van de una puerta a otra alerta a cualquier intruso que entre.

—¡Yo qué sé! —gruñe. —Tengo cosas más interesantes de que ocuparme.

—¡¿Sabes dónde está o no?! —grito al teléfono.

—¿Yo cómo voy a saber? —dice molesto.

—¿Te doy una pista? —pregunto sintiendo que mi voz se rompe.

Las puertas se abren de golpe. Klaus entra dando pisadas furiosas, en sus manos hay varios metales y cosas que comienza a lanzar contra nosotras. Ambas nos tiramos al suelo cubriéndonos con las manos, Angela vuelve a envolvernos en la neblina y la energía hace de nuevo lo suyo. El cuerpo de Alaric cruza las canchas del gimnasio y aterriza en las gradas rompiendo unas cuantas.

—No me jodas —escucho que dicen del otro lado de la llamada. Lo dijo en un tono tan alto que incluso sin el aparato pegado a mi oído, lo alcancé a escuchar.

—Quizás mataron a uno de mis mejores brujos —dice el británico limpiándose la sangre de las heridas en su rostro, —pero no es el único que tengo. ¡Hay más!

—¡No te acerques! —le amenaza Angela colocándome detrás de ella.

Él nos ignora, por supuesto, toma una armazón destrozada de tubos de metal que hay cerca de su mano, con un movimiento fluido lo lanza contra nosotros. El metal nos golpea con fuerza, desequilibrándonos un poco, Klaus lo aprovecha y sigue lanzando cosas en nuestra dirección.

—¡Alaric detente! —grito en un tono desesperado tratando de que reaccione. En la películas de posesiones demoniacas, siempre trataban de que la persona luchara contra el demonio, quizás también funciona con los vampiros que embrujan humanos.

—¿Isabella? —se escucha que preguntan desde el altavoz del teléfono. —¡Respóndeme!

Jasper aparece frente a nosotras cubriéndonos de los ataques. Emmett aparece unos segundos después tomando a Klaus del cuello y tirando de su cuerpo para arrastrarlo junto con él.

—Váyanse, ¡ya! —Jazz nos empuja tratando de sacarnos del lugar. Angela toma mi mano y vuelve a obligarme a mover las piernas.

—¿Ya descubriste dónde está? —pregunto acomodando el teléfono en mi oído. Trato de sonar casual, pero mi respiración está entrecortada, se escuchan los portazos que Angela da para tratar de darnos más tiempo y se escucha mi cuerpo chocando contra los muros mientras trato de correr y mirar a mi alrededor a la vez.

—¿Qué carajo está haciendo Alaric allá? —puedo notar el tono histérico en su voz. —¿Por qué demonios estaban gritando?

—No es Alaric —le explico agitadamente.

—¿Perdón?

—¡Es Klaus! —le grito a través de la bocina mientras siento la histeria subiendo por mis venas —Klaus tiene poseído el cuerpo de Alaric.

—¡Dile a la bruja que lo asesine! —me grita. —¡Háganlo, ya!

Angela me arrebata el teléfono. —Si lo asesino, Klaus se va a buscar otro cuerpo, eso no soluciona nada.

—Pero nos puede dar un poco de tiempo —le digo. Angela me mira confundida, le señalo mi mano donde está el anillo maldito.

Si mi memoria no me falla, Alaric aún tenía el suyo, y si la solución es que su cuerpo muera para tener por lo menos 5 minutos de ventaja, estoy dispuesta a correr ese riesgo. Angela me regresa el aparato aun con la llamada conectada.

—¿Qué están tramando? —pregunta con voz grave. —¿Qué vas a hacer?

—¡Vamos! —Angela me señala la otra puerta. Ambas nos echamos a correr de nuevo, pero ahora tenemos un plan.

—¡Joder, bambina! —grita al teléfono. —¡Respóndeme!

—Te llamó después —le digo colgando la llamada y apagando el celular. Debemos tomar desprevenido al enemigo si queremos que nuestro plan funcione.

Nos movemos por los pasillos de la escuela bloqueando varias puertas. Hay un espacio en uno de los edificios donde se juntan varios pasillos y está lejos de las escaleras, si logramos atraerlo a ese lugar, podemos escondernos en una de las muchas esquinas que hay, además de que él no podrá escapar por ningún lado.

Angela y yo nos detenemos un poco antes de llegar a ese lugar, de repente la escuela se ha quedado en completo silencio.

—Algo está mal —dice Angela temerosa, se mueve sigilosa y con cuidado.

Abro mi boca para responderle, pero una mano se coloca en mis labios y tira de mí hasta la pared más cercana. Trato de sacudirme y de gritar, pero me sostienen con demasiada fuerza. Mis ojos buscan con desesperación a Angela, la encuentro en la misma posición que yo, pero ella está más tranquila. A un lado de su rostro está el de Charlie.

—Soy yo —un aliento frio choca contra mi oído. Mi cuerpo se relaja instantáneamente y Edward afloja su agarre de mí.

Le doy una mirada interrogante a Charlie, él me señala la escopeta en su hombro. No es la clásica escopeta que usa cuando sale de caza, es una que adapto para que sea usada específicamente en contra de los vampiros, especialmente como Klaus.

Edward frunce el ceño y sus manos se levantan a mi rostro, sé que puede ver las pequeñas cortaduras en mi piel, pero no dice nada. Sacudo mi cabeza haciéndole entender que no pasa nada, puedo comenzar a sentir como esas pequeñas heridas ya están comenzando a sanar. Angela me da una larga mirada, sabe que aún tengo sangre de vampiro en mi sistema y eso me está ayudando a sanar. Coloco un dedo en mis labios en señal de que guarde silencio, lidiare con eso más tarde.

Charlie estira su cabeza hacia el exterior del pasillo en busca de alguna señal del vampiro/humano demente, Edward hace lo mismo, pero observando del otro lado.

—¿Cuál es el plan? —Charlie modula con sus labios cuando su cabeza vuelve hacia nosotras.

Angela aprovecha ese momento para señalar con los sus ojos cafés el pasillo, luego pasa una mano por su cuello y saca la lengua dejando caer su cabeza de lado.

Charlie la mira con pesar, pero luego asiente. Edward nos regala a todos una mirada asombrada, no se esperaba que todos estuviéramos tan de acuerdo en asesinar a alguien. Le doy una suave caricia a su mano tratando de decirle que confié en nosotros. Charlie señala el arma en sus manos.

Bueno, parece que ya tenemos un plan.

Angela y yo nos levantamos y fingimos asomarnos al pasillo con precaución. Hacemos todo el teatro de que estamos cuidando nuestras espaldas de alguien que está acechándonos.

—¡Ay que susto! —grito cuando veo que el cuerpo ensangrentado de Alaric está de pie en el medio de pasillo.

—Vaya, vaya —nos dice tambaleándose, —¡Ustedes sí que son un dolor en el culo!

—Igualmente —le dice Angela.

—Les di una oportunidad —levanta su dedo. —No la quisieron tomar y eso es un problema.

—Alaric, escúchame —levanto mis palmas de mis manos hacia él, —no quieres hacer esto.

—¡Cállate! —me gruñe. —Traté de mantenerte con vida solo por el estúpido cariño que te tiene Elijah. ¡No lo arruines!

—Alaric, sé que puedes escucharme —Angela ataca de nuevo, —necesito que luches contra él.

—No lo intentes, bruja —sisea Klaus con los dientes apretados.

—Alaric tú no quieres hacernos daño —lloriqueo. —Tú no vas a lastimarnos.

—¡Una palabra más y te asesino, Isabella!

Klaus camina arrastrando sus pasos en nuestra dirección, cada paso que da genera un escalofrió en mi cuerpo. Angela le levanta barreras invisibles para detenerlo, pero solo lo frenan unos segundos.

—¡Detente! —Angela le grita. —¡Alaric, reacciona!

—Rick, por favor, detente —le suplico con la voz rota. —¡No me quiero morir de nuevo! ¡Rick por favor!

—¡Te lo advertí! —Klaus se lanza de nuevo a por nosotras, cierro los ojos con fuerzas y me dejo caer en el suelo del pasillo.

Un disparo se escucha en el aire.


Holaaaaaaa ¿Qué tal están?

Ayer no pude subir el capitulo porque no tenia internet jijiji pero ya se arregló todo y ¡aquí esta!

Nos leemos al siguiente