Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.

(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)


La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)

Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Damon POV)

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No sabía que para ser un pueblo pequeño fuera tan horrible y odioso. Yo creí que ya había conocido uno, pero que me condenen por pensar que Mystic Falls era odioso y pequeño.

—Maldito pueblo —me quejo.

La vista que me ofrece la ventana que está frente a mí, es de una absoluta soledad. Para ser una de las calles principales está horriblemente sola.

—¿Vas a volver a casa? —la voz de Rick se escucha a mis espaldas. A través del cristal veo su silueta avanzar hasta colocarse a mi lado. No puedo evitar juzgar su apariencia, aun se ve jodidamente mal.

Después de los acontecimientos que me obligaron… bueno, que obligaron a Elijah a traerme de regreso a este pueblucho, todos tratamos de persuadir a Rick que volviera a Mystic cuanto antes, Charlie trató de convencerlo que ahora era más peligroso aquí, yo traté de manipularlo con Jenna, pero, él mencionó algo como "honor de profesor" y se quedó durante una semana más, la que restaba de su contrato de maestro suplente. Cada mañana arrastraba su miserable trasero fuera del sofá en el que estaba durmiendo, se duchaba, desayunaba e iba al instituto junto con Isabella y Angela. Durante esos días, cumplió con sus obligaciones como un verdadero profesor suplente y nos ayudó a mantener un ojo en las humanas. Y secretamente me había rogado que mi sangre y yo nos aseguramos que el profesor que tuvo "misteriosamente" el accidente, se recuperara. Supongo que Rick quería lavar un poco su culpa.

Hasta ahí, todo estuvo bien. Pero, todos sabíamos que la vida era una hija de puta, o quizás era nuestro destino o nuestra suerte desgraciada.

Después de exorcizar el cuerpo de Alaric, ninguno supo que fue o a donde se fue Klaus. Según Angela, era como cualquier demonio, lo sacan de un cuerpo y tiene dos opciones; regresar al infierno, o poseer a alguien más. Isabella y Elijah apuestan por la segunda, yo ruego que sea la primera.

Así que, mientras Rick jugaba la escuelita, el resto de nosotros buscábamos salvar nuestros traseros. ¡Vaya novedad!

Charlie se mantuvo ocupado buscando el paradero de Klaus. O al menos intentando usar sus conexiones policiacas. Cada día regresaba en la noche con expedientes de personas que habían registrado algún "comportamiento extraño" durante el día, se sentaba en el comedor de su casa, leía a detalle todo, y si lo creía necesario, iba a la casa a revisar a esa persona, o a interrogarla. Una semana fue suficiente para que supiéramos la vida de cada habitante de este lugar y para que cada uno de ellos estuviera atemorizado del Jefe Swan.

Elijah seguía siendo un enigma.

Cada día nos reuníamos en algún lugar para investigar algo que nos resultara útil en este caos, pero el vampiro original iba y venía durante todo el día, se perdía haciendo no sé qué diablos y me dejaba solo lidiando con su mierda.

Muy en contra de mi voluntad, y bajo la hipnosis de Elijah, lo acompañé un par de veces al hospital, concretamente a la oficina del doctor vampiro. Elijah insistió en que yo debía estar presente, pero lo hice bajo mis mismos términos, como cuervo. Era espectador de algunas conversaciones interesantes sobre el tema de los vampiros, la historia y las razas sobrenaturales, eso no lo negaré. Ver a dos razas diferentes de vampiros intercambian información que existía de milenios atrás era algo que hacía que valiera la pena estar envuelto en el aroma de la sangre, cloro y medicinas.

Otro par de veces, tuve que ir a la casa de los Fríos, solo.

Maldiciendo durante todo el camino, pero siendo recibido por el doctor que me esperaba con una mueca de amabilidad, pasé demasiado tiempo en esa casa con aroma a congelador. El rubio usualmente me conducía a su oficina o a la enorme biblioteca llena de libros modernos y otros más viejos que yo. Esas veces tuve que ir como un hombre, y finalmente el Doctor colmillos pudo tener una conversación conmigo, ninguno desaprovechó la oportunidad. Fue divertido verlo reprenderme por jugar con las personas del pueblo, o porque le borre la memoria a su hijo, y que lo hipnoticé para que no me viera. Yo me defendí, diciendo que era su retoño era un idiota y que se lo merecía. Duramos cerca de dos horas discutiendo al respecto, pero, solo bastó mencionar a la bambina para que todo se arreglara y me diera la razón sobre el comportamiento psicótico, paranoico, acosador e idiota de su hijo.

Para mi buena suerte, esas visitas, o al menos la mayoría fueron coordinadas cuando los adolescentes vampiros estaban en la escuela lo que me garantizaba la mínima interacción con el resto de la familia. Un par de veces me crucé con la bola de músculos y la bruja de su esposa, pero creo que hasta me cayeron bien. La esposa del doctor, esa mujer llamada Esme, tiene mi total respeto. ¡Esa señora debe ser una mártir por soportarnos a todos y seguir manteniendo su sonrisa amigable y su cordura intacta!

Hubo algunas veces donde pasamos la tarde o la noche en la casa de Angela. Esas visitas eran en las que menos me quejaba. La madre de Angela era alguien agradable y centrada, además que no tenía miedo de darnos una patada en el trasero si nos comportábamos como dos vampiros imbéciles. En esa casa había libros con cosas respuestas a nuestras preguntas, sangre para saciarnos, mucho alcohol, mucha comida y tiempo a solas con mi bambina.

La casa de Angela se había convertido en nuestro lugar seguro, nuestra guarida, no solo por la magia que la protegía, sino porque, ahí nadie nos condicionaba, nadie nos miraba juzgando nuestras acciones, nadie esperaba algo de nosotros, solo nos dejaban ser. Incluso en ese transcurso del tiempo que pasábamos ahí, Elijah y yo hemos desarrollado una extraña relación que casi me hace creer que somos amigos.

Casi. Porque el cabrón aun quiere matarme y yo a él.

Angela e Isabella eran la cosa más extraña que pude imaginar. Este lugar parecía ser una prisión, las encerraba en un caparazón que ellas mismas habían creado, eran dos personas completamente diferentes a las que vi en Mystic. Angela usaba gafas, su ropa era todo menos atractivo y hablaba solamente de las tareas de la escuela, daba vergüenza, pero sé que lo hace para no llamar mucho la atención. O eso dice su madre.

Pero quien en realidad me tenía con los nervios de punta era Isabella.

Quería gritar cada vez que la veía salir de su casa, o de la casa de Angela. Usaba la ropa con las combinaciones más horrorosas que he visto en mi existencia y algunas tallas más grandes a la correcta, no usaba nada de maquillaje, su rostro se veía apagado y muy pálido, como si estuviera muerta. Se movía mecánicamente, era torpe, descuidada y muy sumisa. ¡Joder que era sumisa junto a su estúpido vampiro! Si él aparecía, era como un interruptor que se apagaba dentro de ella. Él la hacía ver tan débil y pequeña a su lado, como una jodida mascota a punto de morir que necesita cuidados muy especiales.

La asfixia, ¡me asfixia verlos juntos!

Pero, ese maldito cadáver viviente era peor que una garrapata. Puedo contar con los dedos de mis manos las horas que se ha despegado de ella. ¿En la escuela? con ella; ¿A la salida? Con ella; ¿En la casa Swan? Con ella; ¿La cena? Afuera de la casa porque Charlie lo hecha; ¿Durante la noche? Pegado a la puta ventana de ella. ¡Ni al baño la deja ir en paz!

A veces, Jasper y Alice se apiadaban de mí, con miles de escusas y pretextos obligaban a su hermanito a irse a su casa. Tardaban casi una hora, pero lo hacían. Aunque el cabrón, como él no duerme, se dedica a hacer spam de mensajes y llamadas al celular de Isabella durante toda la noche. ¡Jodido psicópata!

¡Edward Cullen es un maldito bastardo tramposo!

Él cree que nadie se da cuenta, él cree que todos caemos en su cuento del "amor al estilo Romeo y Julieta". Incluso apuesto mi adorado auto a que él mismo se cree sus idioteces. Pero todos lo vemos, incluso el doctor colmillos se da cuenta de que ese comportamiento no es sano, es muy evidente la manera en la que manipula a la bambina. Esa manera que tiene de mirarla, tocarla, acariciarla, la maldita manera en la que le habla con voz empalagosa. La deslumbra. Él lo sabe, ella lo sabe, todos lo sabemos.

Sabemos que un par de esos trucos y ella va a ceder a sus deseos, sabemos que ella tendrá la falsa ilusión de complacerlo por "amor", sabemos que él va a sonreír arrogante y satisfecho por salirse con la suya. Y sabemos que yo me quedaré cerca de ella, viéndolos, revolcándome en la miseria de no ser tan valiente como quitarle esa falsa felicidad a ella.

Pero, cuando ella se distrae, cuando ella me mira y estira su mano en mi dirección, cuando logra zafarse de sus brazos y decide quedarse conmigo, todo está bien. Cuando todos se van y nos quedamos solo siendo Damon e Isabella, no tengo nada que envidiarle a ese imbécil. Porque es cuando ella me mira con esos ojos marrones flameantes, es cuando ella toma mi mano y me pide que la saque de esa casa, cuando nos desaparecemos durante toda la noche, es ahí cuando todo se siente verdaderamente correcto.

Isabella y yo no hemos vuelto a hablar como esa noche en el acantilado, a pesar de haber pasado tiempo en ese lugar. Ni ella ni yo hemos mencionado ninguna palabra sobre la conversación que tuvimos y no creo que ninguno quiera hacerlo. Solo nos mantenemos siendo nosotros, no necesitamos mierda como sentimentalismos y promesas de amor.

Aún no.

Puedo obligarla a que lo diga. Puedo obligarla a que vaya, se coloqué delante de ese vampiro con cara de niño bueno y le diga lo que en realidad siente por él, lo que en verdad siente por mí. Puedo ahorrarme toda esta miseria, sí. De hecho, muchas veces la tentación ha sido muy grande, pero quiero que ella lo haga por su propia voluntad, quiero que ella sea quien me elija, porque quiere hacerlo. Solo así sabré que yo gané en verdad. Solo así puedo regresarle la memoria al vampiro frio y restregarle en la cara que lo logre, que yo fui quien se quedó con Isabella. Solo así, la victoria sabrá jugosa.

Qué vida, Salvatore. ¡Qué vida del carajo!

¿Desde cuándo me he convertido en esto? Un vampiro que está mirando por una estúpida ventana, en la casa del jefe de policía, en un pueblo en el medio de un bosque en el medio de la nada.

—No, aun no puedo volver —finalmente le respondo a mi amigo, Mis ojos siguen fijos en la calle al exterior de la ventana. —Tengo cosas que hacer aquí.

—Claro, "cosas" —se burla mientras sacude la cabeza. —Ya se cuales "cosas".

Levanto una ceja, mi reflejo en el cristal me devuelve el gesto, pero mi amigo a mi lado parece no notarlo.

—No dejes que nadie muera —lo amenazo, le advierto, o le ruego. No estoy seguro.

—No mates a nadie —me regresa las palabras en el mismo tono de voz.

—No prometo nada —digo con honestidad. Estoy a nada de perder la poca cordura que me queda, lo juro.

Ambos nos quedamos en silencio mirando por la ventana, nos damos el apoyo silencioso que sabemos que necesitamos. Detrás de nosotros, en el interior de la casa, el dueño y su hija van y vienen de un lado a otro preparándose para un nuevo día.

—¿Ya te vas, Rick? —la voz de Isabella llega a mis oídos. Suena fresca y deliciosa. Lo deseo pero no hago ningún esfuerzo por girarme y buscarla, me conformo con sentir su presencia.

—Si —Rick sonríe, o lo intenta. Él si gira su cuerpo para buscar a la joven. —Charlie me llevará hasta el aeropuerto.

—¿Seguro que estás bien? —Isabella pregunta, suena preocupada. La escucho acercarse a él, su silueta aparece en el reflejo del cristal.

—No —exhala con fuerza.

Hago una mueca por su respuesta. No me agrada la idea de que Rick vuelva a Mystic, allá estará en igual o en más peligro que si se queda con nosotros en este jodido pueblo. Además, allá, tendrá que ir y lidiar con toda la mierda que causo siendo Klaus, y entre esas cosas estaba Jenna.

—Bien —Isabella suspira. —Todo estará bien.

—¿Tú crees? —dice ingenuo. No cree en esa frase y yo tampoco.

—No —Isabella responde. —Pero es lo que hay.

—Tienes razón —decimos los dos, de acuerdo.

—Si necesitas algo, no dudes en llamarnos.

—Lo haré —Rick asiente. Los veo por el reflejo darse un torpe abrazo.

—Ya no des problemas, por favor —le pide ella, su voz es una súplica. Rick se ríe mientras al deja ir. —No quiero tener que golpearte de nuevo.

—Eso intentaré —le responde haciendo una mueca. —Tú asegúrate de dar muchos problemas aquí.

—¡No! —gimoteo. —No le des ideas.

Ambos se ríen por mi queja. Mi cuerpo se sacude con un escalofrío, mi mente me traiciona pensando en todas las posibilidades de lo que la palabra "problemas" puede significar.

—¡Bella, la escuela! —Charlie aparece a nuestro lado. El tono en su voz es alarmado y divertido.

Al fin me siento valiente como para girar mi cuerpo y apreciar la escena del interior de la casa. El jefe señala el reloj en la pared, la bambina sigue la dirección de sus dedos, resopla y se da la vuelta perdiéndose en el interior de la cocina.

—El uniforme te queda —le digo a Charlie mientras mis ojos analizan su atuendo de arriba hasta abajo.

—¿Tú crees? —pregunta. Un par de los dedos de una de sus manos suben a su cara, acomodan su bigote mostrando nerviosismo. Su cuerpo se remueve y su otra mano tira de la tela azul marino, acomodándolo.

—No me quejo —me encojo de hombros. Charlie chasquea la lengua. —Hay algo inusualmente atractivo con los uniformes.

—¿Ahora tienes un fetiche conmigo? —Charlie gruñe.

—No, contigo no —admito. —Con los uniformes, quizás.

—Quizás pueda conseguirte alguno de tu talla —Charlie sonríe con malicia.

—¡Seré la envidia de la escuela! —muevo mis pestañas exageradamente en su dirección.

Una risa se escucha a nuestras espaldas. La bambina está recostada sobre el marco de la puerta de la cocina, con un tazón de fruta en sus manos.

Mis ojos recorren su cuerpo de arriba abajo, escondido detrás de esos pantalones flojos y mi camisa de mangas largas, de repente la imagen de ella en uniforme, caminando hacia mí, me hace saborearme.

—¿Por qué tu no usas uniforme? —levanto una ceja en su dirección. —¿No hay equipo de porristas aquí?

—Gracias al cielo que no —dice con falsa gratitud.

No me esfuerzo en ocultar mi puchero de decepción por la respuesta de ella. Charlie que aun mira de uno al otro, parece ignorar nuestra extraña conversación, su rostro busca de nuevo a Isabella.

—¡Bella! —dice con urgencia. —¡Es tarde!

Inclino mi cabeza hacia un lado, mis ojos aun puestos en la bambina. Le ofrezco mi mejor cara inocente.

—¿Qué talla eres? —pregunto. Ella me mira, confundida. —Mientras estas en la escuela, puedo ir a comprar un par de uniformes y en la noche tú puedes…

—Alto ahí, maldito —Charlie me empuja. De repente tengo su arma apuntando en mi dirección. —Ni se te ocurra terminar esa frase.

—Era una sugerencia—me defiendo.

—Mantén alejadas tus ancianas manos de mi hija —Charlie gruñe. Su bigote se mueve mientras me habla. —Maldito anciano calenturiento.

—¿Oye porque me insultas? ¡Es ella quien se la pasa toqueteándome! —levanto las manos mostrándole mis palmas y colocando mis mejores ojos inocentes. —¡Me acosa!

—¡Eso no es cierto! —Isabella junta sus cejas. Charlie la mira, orgulloso de su negativa.

—Yo no miento —digo en su dirección. Ella frunce su rostro aún más. Mi atención va de nuevo a Charlie, ataco de nuevo con mis palabras. —Isabella se la pasa toqueteándome ¡No puede mantener sus manos quietas!

—Si puedo —Isabella levanta su barbilla, desafiante. Levanto una ceja. —Quiero decir, podría quedarme quieta, pero honestamente, ¿te has visto? —me señala mientras sus ojos recorren cada parte de mi cuerpo y sus dientes aprisionan ligeramente su labio. —¿Por qué demonios querría mantener las manos para mí?

No puedo detener la carcajada que me atraviesa.

—¡Isabella! —Charlie grita. Su rostro se vuelve de un tono rojizo. —¡Niña, compórtate!

—¿Esa no es una canción? —Rick no tarda en unirse a la broma.

—Sí, pero fue lo mejor que se me ocurrió —Isabella hace una sonrisa de niña buena.

—¡Ya vete! —el hombre le gruñe a su hija. —Llegarás tarde a la escuela.

—Aún tengo tiempo —anuncia ella, luciendo más relajada de lo que debería. —Edward vendrá por mí.

Los tres hombres soltamos maldiciones y gruñidos.

Otra de las actividades notables de mi estancia en este lugar, es que, Charlie, Rick, Elijah y yo, inauguramos un club. Mientras conversábamos y bebíamos en alguno de nuestros tiempos muertos, decidimos que los cuatro teníamos una cosa en común: el odio hacia Edward Cullen.

—¡Oigan! —se queja la Bambina. —No sé porque lo odian, ¡él no ha hecho nada!

Por supuesto, a ella no le cae en gracia nuestro club. De hecho, ella es como el anticristo en nuestra religión de odio hacia el niño bonito, pero eso solo lo hace más divertido. Todos nosotros ya tenemos varías ideas de como torturarlo y hacer que se aleje de ella, pero siempre somos detenidos por Isabella defendiéndolo. Juro que si no fuera por ella, ese idiota ya no anduviera caminando por este mundo.

—Sabes que son peligrosos —Rick se queja. La mira con ojos suplicantes. —Ten cuidado, Isabella.

—Por supuesto —ella asiente y con una leve sonrisa se acerca a él y le da un abrazo de nuevo, ambos se despiden con las promesas de volverse a ver muy pronto.

¿Verse pronto? ¡Mierda! No, no, no. Eso solo significa que habrá problemas con uno o con otro, ¡o con ambos!

—¡Me voy! —Isabella toma su mochila y se va en dirección a la puerta. Afuera puedo ver un auto plateado esperando por ella.

—Nos vamos —digo.

Charlie me da una mirada, Rick un par de palmadas en el hombro. Mis pies me llevan por donde la Bambina se fue, siento las miradas de ambos sobre mi espalda mientras cruzo la puerta de entrada. ¿Voy a un funeral? ¿A la maldita guerra? ¿Por qué miran así?

La bambina baja casi con gracia los escalones de la entrada, ella no se ha dado cuenta que voy siguiéndola casi en silencio.

—¿Por qué corre? —me quejo observándola.

Cuando la alcanzo, el niño bonito tiene sus manos en las caderas de ella, ella tiene sus manos en el cuello de él y ambos se besas casi como si temieran romperse. ¡Patético!

—Qué asco. ¿Por qué no se buscan una habitación? —alejo la mirada de ellos.

—¿Me extrañaste? —escucho que le pregunta. Isabella se ríe ligeramente.

La escena me produce nauseas, prefiero enfocar mi atención en mis siguientes movimientos, Mi mano se estira a buscar la manija de la puerta trasera de la puerta del auto.

Puedes hacer esto, Salvatore. Tú puedes.

Obligo a mi cuerpo a subirse al asiento trasero del auto.

—Huele horrible —cubro mi nariz y mi boca con las manos. —¡Es asqueroso!

Dentro del auto, el aroma a frio me recorre todos los conductos de la nariz, quemándolos en el proceso. Sentir el aroma de los fríos en el bosque es algo tolerable, ahí hay varios aromas que hacen que el olor a hielo disminuya. ¿Pero estar encerrado en el auto de uno? ¿Qué carajo te pasa por la maldita cabeza, Salvatore?

La puerta del copiloto se abre, el viento frio y con aroma a lluvia entra al auto dándome un respiro del horrible aroma. El cálido cuerpo de Isabella se deposita en el asiento con torpeza.

Oh, sí, ella es la razón que se pasa por mi cabeza para hacer estas idioteces.

—¡Baja el cristal, baja el cristal! —casi chillo muy agudamente. Pero mi ansiedad hace que mi mano golpete su hombro.

—¿Qué demonios? —me mira asustada. Por supuesto que ella no me vio venir, estaba ocupada chupándole la cara al cadáver. —¿Qué estás haciendo aquí?

—¡Baja la jodida ventanilla! —digo entre dientes. Ella obedece pero no aleja sus ojos de mí. El aire se filtra de nuevo por la ventanilla permitiéndome respirar un aroma mejor que el aroma a hielo.

El niño bonito se acomoda detrás del volante, su rostro está sobre el de la humana. Junta las cejas, confundido por la atención de ella en el asiento trasero, sigue la dirección de sus ojos marrones, pero lo único que nota es el cristal trasero de su auto, con la imagen de Charlie y Rick subiéndose a la patrulla.

—¿Charlie va a llevar a tu amigo a casa? —el niño bonito le pregunta, confundido por la atención de ella sobre el cristal. —La patrulla va a en la dirección contraria a la comisaría.

—¿Qué? —Isabella lo mira. Brillantina señala el retrovisor para que ella reaccione. —Sí, bueno no. De hecho, van a Seattle, al aeropuerto para que Rick pueda volver.

—Bien —le sonríe. Casi parece aliviado de que Rick ya no esté merodeando el lugar. —¿Nos vamos?

No le da tiempo a responder. El frio enciende el auto y arranca llevando el auto a la calle o la carretera, o no sé qué es. Isabella me mira un par de segundos antes de girarse en su asiento para mirar al frente, concentrándose en sus manos que aunque no las veo, sé que se retuercen en su regazo. Siento lo nerviosa que está.

Esta es la primera vez que voy con ellos. Usualmente solo daba una visita rápida a la escuela, Elijah y yo evaluábamos la situación y regresábamos al pueblo a seguir con nuestras investigaciones.

—Hace frio —el vampiro cubierto de brillantina comenta. Sus ojos miran a la bambina por la esquina de sus ojos, luce casi preocupado porque ella se pueda enfermar. Pongo los ojos en blanco.

¡No me digas, Sherlock! Creí que las mil capas de ropa que todo los humanos llevan puestas era por una nueva moda. Imbécil.

—Subiré el cristal para que estés cómoda —mi cuello se estira justo a tiempo para ver la ventanilla que me suministraba aire subir hasta encerrarme de nuevo en el aroma empalagoso.

—¡No! —me quejo. Isabella salta en el asiento. —No dejes que haga eso. ¡Moriré asfixiado!

La bambina se estira en su asiento, gira la mita de su cuerpo de nuevo para que su rostro esté en mi dirección, me da una larga mirada. Sé está disculpando por él.

—¿Estás bien, amor? —le pregunta en un tono muy empalagosa.

—¿Estás bien, amor? —me burlo, imitándolo.

—Yo… —Isabella dirige su mira a él, luego a mí. Hago una señal para que le responda. —Sí, creo que aún sigo adormilada, me estoy imaginando cosas.

Él suelta una risa entre dientes

—No estas durmiendo bien —dice tratando de sonar cariñoso, pero sus palabras suenan a reproche. —Eso es porque no me dejas dormir contigo.

—¡Tu no duermes, imbécil! —le reclamo.

—¿Era necesario traerlo? —él pregunta. Por primera vez en todo el viaje, sus escalofriantes ojos dorados me miran. —No creo que sea saludable que un animal tenga tanto apego por su dueño.

—Yo no lo traje —suspira la Bambina. —Él se coló.

Bueno, esa no es una mentira, se lo concedo.

—Esta noche estaré contigo —el vampiro regresa al tema del sueño. Sus palabras casi suenan a promesa.

—Sobre mi cadáver, imbécil —gruño.

—No volverás a pasar una noche sola —su mano se estira y acaricia el sedoso cabello de la bambina.

—¡Por supuesto que no volverá a pasar una noche sola! —salto en el asiento. Ahora estoy ofendido, indignado, insultado con su proposición. —¡De eso me encargo yo!

—Damon, por favor —Isabella me ruega. No, no la voy a complacer, no me quedaré callado con esto.

—Tranquila amor —él se ríe en un tono casi jovial. —No mataré al pájaro mientras duermes.

—¡Te sacaré los ojos! —gruño de nuevo.

—Edward, Damon —la Bambina se queja. —Ya basta.

—¿Qué hace mientras estas dormida? —pregunto ignorando su suplica. —¿Lo sabes?

—Solo me observa —la bambina dice cautelosa. —Dice que es fascinante verme dormir.

—¿Te das cuenta de lo malditamente loco que suena eso? ¿Quién carajos hace eso?

—Para él es… —batalla un poco en encontrar la palabra correcta para defenderlo, —es romántico.

—Eso es jodido, acosador, enfermo y asqueroso —aclaro. —¿Charlie lo sabe? Se lo diré para que pueda encerrarlo.

—¡No, otra vez no! —Isabella hace un puchero y lloriquea. ¿Qué demonios?

—¿Bella? —niño bonito interrumpe nuestra conversación de nuevo. ¿Su madre no le dijo que eso es de mala educación? —Bella, ¿estás bien?

—¿Cómo que otra vez? —pregunto. Ahora soy yo quien lo interrumpe a él. —¿Ya estuvo en prisión? ¿Por qué yo no me enteré de eso?

Isabella me mira, suplicante. Ella quiere detener la conversación por el bien de la salud mental de su novio, pero yo solo quiero enterarme de los detalles para poder molestarlo más tarde.

—¿Bella? —él coloca sus manos en los hombros de ella, la sacude cuidadosamente. —Bella, ya llegamos. Me estas preocupando, amor.

La bambina se prepara para abrir la boca, pero para suerte mía, es interrumpida por el bullicio estudiantil que nos recibe y el ruido de alguien que abre la puerta de su lado para que pueda bajar del auto.

Hay un comité de bienvenida esperando por nosotros. ¡Que novedad!

—¿Te divertiste en el paseo? —Elijah me pregunta abriendo la puerta de mi lado.

—Cierra la boca, idiota —me quejo casi saltando del interior del auto, mis pulmones jadean por aire limpio.

—¿Qué demonios? —Isabella pregunta bajándose del auto. Hay histeria en su voz.

—Me estoy preguntando lo mismo —digo entre dientes.

—¿Qué hacen los dos aquí? —sus manos se cruzan bajo su pecho. Esta molesta.

Elijah y yo nos encojemos de hombros.

—¡Bella! —Angela salta junto a la puerta del auto. —¡Es tarde! Tenemos un examen.

La toma del brazo y tira de su cuerpo para ir rumbo al edificio. En la escalera de la puerta principal esta Jasper y su pequeña esposa esperando por ellas. El niño bonito suelta un par de risas, pasa a nuestro lado y las alcanza con rapidez. Las cinco siluetas se pierden entre la multitud.

—¿Nuevo perfume? —Elijah olisquea el aire, me da una mirada burlona. Como respuesta suelto un profundo gruñido. —¡Que mal genio!

—Me duele la cabeza —me quejo.

—¿Y yo que culpa tengo?

Gruño de nuevo. Aun no me recupero de la conversación en el auto lleno de ácido y azúcar, aun no tengo ánimos de tener este tipo de conversación con el original. Elijah suelta un suspiro.

—¿Ya sabes dónde está Klaus? —le pregunto para desviar mi atención.

—No —su mirada se desvía.

—¿Al menos sigue aquí? —doy un vistazo rápido alrededor. El estacionamiento ahora se ha vaciado.

—No lo sé.

—¿Mystic? —intento de nuevo.

—No lo sé

—¿Qué demonios significa eso? —le doy una mirada alarmada.

—Significa eso que escuchaste, Damon —hace una mueca. —No sé dónde está Klaus.

Maldita sea. Eso no es bueno.

—¿Qué hay de Alaric? —pregunto. —Por qué, si es Alaric ¿verdad? ¿No es Klaus fingiendo ser Alaric quien finge que sí es Alaric para que nadie descubra que es en realidad Klaus?

—¿Te estas escuchando? —hace una mueca.

—¡¿Si es Alaric o no?! —grito. Repentinamente siento la histeria recorrerme. ¿Era por eso que Rick no quería volver a casa?

Elijah mira a nuestro alrededor, el estacionamiento vació nos da la privacidad suficiente para tener esta conversación. Con buena suerte, los Fríos van a tener sus oídos en las clases y no nos prestarán atención.

—Sí, Damon —rueda los ojos. —Tomamos varias precauciones para asegurarnos que Alaric sea Alaric, sobretodo antes de enviarlo de regreso a Mystic Falls.

—¿Lo volverá a hacer? Klaus, me refiero.

—Tomar cuerpos ajenos es uno de los trucos favoritos de Klaus —Elijah suelta la respiración de golpe. —Pero tiene sus desventajas, si lo hace una vez, no puede volver a utilizar el mismo cuerpo, debe usar otro.

—¿Por qué?

—Usa demasiada energía de ese cuerpo —entrecierra los ojos. —Sé que tu también te diste cuenta de lo miserable que se veía Alaric —asiento. —El cuerpo queda desgastado y la misma naturaleza evita que lo use de nuevo.

—¿Qué hay de sus otros trucos? —pregunto. —¿Qué sigue?

—No estoy seguro —dice en voz baja. Su mirada alrededor del lugar no pasa desapercibida para mí.

—¿Cómo no vas a estar seguro? —lo miro, molesto. —Pareces ser el que mejor lo conoce.

—Lo hago —acepta. —Lo conozco muy bien.

—Un momento, ¿Por qué estás haciendo todo esto? —la sospecha crece en mi interior. —No me vengas con que es por "salvar a Elena e Isabella".

—Hubo un tiempo, Damon—Elijah habla, su voz tiembla mientras dice las palabras, —en el que yo hacia cualquier cosa por Klaus.

—Eso es lo que hacemos los hermanos, ¿no? —ahora soy yo quien desvía la mirada.

—Sí, eso hacemos los hermanos —Elijah acepta, su voz es ronca. —Pero, ahora tengo que velar por mis intereses propios.

—Ya me imagino cuales son —digo divertido. —La bruja se ganó tu atención.

—Muchas personas se han ganado mi atención últimamente.

—Si claro —ruedo los ojos. —Angela y tú pasan juntos mucho tiempo, no me digas que no han sido traviesos.

Elijah sacude la cabeza. Sus manos sacuden inútilmente las pequeñas gotas de lluvia que han mojado su elegante traje.

—¡Oh vamos! —me quejo. —No me digas que se la pasan leyendo todo el tiempo.

—Angela tiene novio.

—Si, por supuesto —resoplo. —Y el hecho de que tenga novio impide que te lances a ella.

—Por supuesto que lo impide —Elijah coloca una mano en su pecho fingiéndose ofendido. —Yo soy un caballero.

—Y yo soy amigo de Edward Cullen.

—Al paso que vas —hace una pausa de suspenso, —creo que es más probable que seas tú quien salga con él. Isabella puede conseguir algo mejor.

—¡Oye! —grito dramáticamente. —Sé que mis decisiones no siempre son las mejores ¡pero no me jodas!

Elijah se ríe y me da un empujón. Pasa a mi lado y se dirige en dirección a la puerta de la escuela.

¿Este imbécil cree que el niño bonito es mi tipo? ¡Ni en mis mejores pesadillas!

—¿Vienes o te quedarás como perro bajo la lluvia? —Elijah me grita desde la puerta. Una de sus manos mantiene la puerta abierta, y la otra me señala el interior.

Tomo una profunda respiración antes de alcanzarlo y entrar antes que él. En el interior de la escuela todo parece tranquilo, demasiado tranquilo como para mantenernos en calma.

—Busca algo que te parezca normal —me alerta. Nuestros pasos son casi el único sonido que acecha los pasillos. —Entre más normal parezca, más peligroso es.

Le doy una mirada insegura. Sus acertijos me producen dolor de cabeza, quiere hacerse el misterioso, como sí el supiera todo y nosotros fuéramos solamente una bola de imbéciles que estamos adivinando como mantener nuestro trasero con vida.

Espera, eso somos. ¡Ja!

Me trago mi propio coraje y me obligo a caminar a su lado.

—¿Y? —pregunto. —¿Cuál es el plan?

Elijah se detiene abruptamente. Sus ojos se pasean hacia un lado y luego hacia el otro, luego su cuello se estira para analizar cada lado del pasillo. Mierda, si está tomando tantas precauciones es porque no quiere que nadie escuche o porque sabe que alguien nos escucha. Las aletas de su nariz se expanden, toma una profunda respiración, sostiene el aire en sus pulmones durante unos segundos antes de exhalar ruidosamente. Cierro los ojos, una corriente eléctrica recorre mi espalda. Carajo, estoy listo para recibir la peor de las respuestas.

—Esperar

—¡¿Qué mierda?! —salto. Mis ojos se abren exageradamente. ¿Esta imbécil o que le sucede? ¿Cómo puede pronunciar esa palabra con esa despreocupación y tranquilidad? —¿Cómo que "esperar"?

—Sí, esperar.

—¿Sabes lo estúpido que suena eso? —digo histérico. Mi voz sale más chillona de lo que me gustaría.

—Aquí, ya sabemos que esperar y estaremos listos si algo surge —explica. —En Mystic, en cuanto Alaric llegue a casa, va a contarle las noticias a todos y ellos también estarán advertidos. Además las cosas están tranquilas, Stefan tiene un ojo puesto en Elena y Bonnie.

—¿Y la perra?

—Katherine está aburrida, si —dice pensativo. —Supongo que ella molestará a alguien, pero confió en que será a otra persona antes que a nosotros.

—No me gusta esto —sacudo la cabeza.

—Pues, te aguantas.

Quiero arrancarle el corazón. ¡Maldito engreído!

—Sentarnos a esperar ¿Ese es el plan? —pregunto tratando de encontrar el momento en el que me dice que es una maldita broma.

—¿Sabes dónde está Klaus? —pregunta, me mira con una ceja arriba y una mueca despreocupada. —¿Sabes lo que planea hacer? ¿Sabes cuándo hará lo que sea que planea?

—No —me cruzo de brazos. Estoy molesto por admitir en voz alta el mal trabajo que estamos haciendo.

—Estamos haciendo planes a ciegas y eso nos vuelve estúpidos —da una palmada en mi hombro. —Debemos esperar a que haga algo, o a que sepamos algo y actuar inteligentemente.

—Pero… —trato de protestar.

—Dicho eso, cierra la puta boca y disfruta la vida —chasquea la lengua. —Te estas volviendo amargado, Damon. ¿La edad ya te está alcanzando?

Lo miro. Él retoma su paseo por los pasillos de la escuela, parece una niña exploradora saltando por el bosque. ¿Me acaba de decir amargado? ¿Ese cabrón me acaba de decir anciano? ¡Su trasero es más viejo y arrugado que yo!

—Vamos —me presiona. —Tenemos un par de horas para analizar la escuela y a los adolescentes antes del almuerzo.

Tronando los huesos de mis manos, me pierdo por los pasillos. Doy un vistazo a las clases, me divierto molestando a los humanos, probé a uno que otro y casi deseé no haberlo hecho. Asquerosos y contaminados con el aroma de los Fríos. Por cierto, me topé con el grandote y con Jasper en una clase, debo admitir que fue gracioso verlos tener que comportarse tan humanos. Pero sin duda la mejor parte fue cuando Elijah obligó al director a que entrara y besara al Mayor enfrente de la clase. El grandote no pudo mantenerse cuerdo, su risa debió escucharse en todo el edificio, y yo casi bailo de alegría al tener algo para molestar a Jasper.

Juro que ni con las mil amenazas que el rubio me soltó serán suficientes para evitar que le recuerde esto por el resto de su existencia.

En algún momento del día, Elijah y yo volvimos a reunirnos para perdernos por los pasillos envueltos en un aroma a humanos, sangre, sudor, perfumes y más cosas de humanos, además del aroma dulce de los vampiros que acompañan la exquisita esencia de Isabella.

—¿Dónde están? —pregunto. Me siento ansioso de repente.

Elijah camina hasta alcanzar a un humano, lo toma por los hombros y lo obliga a quedarse frente a él.

—Isabella Swan, dime donde está —le ordena.

—Es hora del almuerzo —responde el chico con voz automática. Sin ponerle mucha atención, me muevo para llegar a donde se encuentra la bambina.

Escucho el ruido y el aroma a comida antes de que vea el letrero de la cafetería. Extiendo las manos para empujar con mis palmas la puertas de la cafetería, el interior muestra un ajetreo de estudiantes en las mesas y en moviéndose a través del espacio. Elijah entra detrás de mí, no necesito buscarla, mis ojos se dirigen directamente hacia ella, sentada en una silla a la izquierda del niño bonito, y enfrente de Angela, acompañada de todos los vampiros adolescentes en una mesa en el fondo del lugar. Ellos hablan entre sí, pero ella tiene sus ojos en un libro que descansa en su regazo.

Doy pasos lagos y rápidos para llegar a ella. Escucho la risa de Elijah a mis espaldas, pero yo sigo en lo mío. Mientras paso al lado de una de las mesas, tomo una silla, la empujo al lado de la bambina y me siento en silencio a su lado. Elijah me imita, ambos nos sentamos en el espacio vacío que está a la derecha de Isabella y a la izquierda de Angela.

Jasper nos mira, divertido y sonriendo al igual que su pequeña esposa. Saben que estoy tramando algo. Angela y Elijah se sumergen en una conversación en voz baja. La rubia y la bola de músculos, me miran curiosos, pero no dicen nada. El niño bonito me nota y una mueca de disgusto.

—Estúpido pájaro —gruñe.

Sonrió burlonamente. Enfadarlo se ha convertido en mi actividad favorita durante estos días, y el hecho de que él sea el único de su familia que está hipnotizado y que casualmente, le di la orden de que cada vez que me mire, solo me vea en forma de cuervo, hace la situación más divertida. Los días han paso de la siguiente manera: de repente, va caminando y aparece un hermoso cuervo negro que se posa sobre su cabeza y en un momento de aburrimiento tira de su cabello con fuerza hasta arrancarle algunos mechones; o a veces está tocando su piano y llega el cuervo a picotearle las manos antes de arrancar una de las teclas y esconderla para que no pueda seguir tocando. O el otro día que la rubia había "olvidado" cerrar el cofre del auto plateado y el cuervo había jugueteado con los cables del motor.

Ahora le debo una a la Barbie Vampira de Hielo.

—Estas celoso porque me quiere más a mí que a ti —canturreo en dirección al niño bonito.

—Cierra el pico —su garganta vibra con las palabras. ¿Mencioné que, ante sus ojos, el cuervo puede hablar?

—O si no ¿Qué? —levanto la cabeza, desafiándolo.

—Te voy a arrancar las plumas, de una en una —me advierte según el con voz amenazadora. —Luego voy a disecar tu pequeño cuerpo para colgarlo como trofeo en mi habitación.

—Carlisle —el grandote interrumpe nuestra discusión con sus pensamientos. Los fríos, Elijah, Angela yo centramos nuestra atención en él. Tiene su teléfono pegado a su oído. —¿Hay hospitales psiquiátricos para vampiros?

—¿Te sientes mal? —pregunto, mis ojos observan su silueta, buscando alguna señal de enfermedad. Digo, si está pálido y frio como un cadáver, pero lo normal.

El grandote finge que no me escucha, su atención sigue en el teléfono.

—¿Alguna razón por la que hayas llamado al trabajo solo para preguntarme eso, Emmett? —se escucha la voz del otro lado de la línea.

—Es que, Carlisle, de verdad creo que ya lo perdimos —dice con demasiada falsa preocupación mientras mira de reojo a su hermano.

—Necesito más detalles.

—¡Está muy mal, Carlisle! —chilla dramáticamente. Eso termina de llamar la atención de las dos humanas en la mesa.

Isabella levanta la mirada de su libro, gira su cabeza para mirar al grandote, pero por la esquina de sus ojos me ve y salta en su silla. Hago un gesto para que guarde silencio.

—¿Me extrañaste? —pregunto intencionalmente. Me inclino y deposito en su mejilla un audible y largo beso.

—¡Aléjate de ella pajarraco del infiero! —el cobrizo sisea.

—Lo perdió, por fin lo perdió —el grandote se lamenta aun con más dramatismo que antes. —¡Se ha vuelto loco! Yo sabía que tantos años de celibato le afectarían.

—Emmett —su padre pronuncia su nombre con voz dura. —Deja a tu hermano tranquilo.

—Pero, papá… —el grandote le sonríe al teléfono. —Aun no te digo de quien estoy hablando.

—Lo siento, hijo —el Doc suena avergonzado. —Es solo que… como dijiste celibato… um, yo… A ver, Emmett, te escucho.

Jasper y Alice están a nada de doblarse por la risa. La rubia no oculta la sonrisa que tiene en la cara. El niño bonito está a nada de montar una escena.

—¡¿Eres virgen?! —le pregunto a mi adorado rival con un tono de sorpresa. —¿Qué usas, cinturón de castidad? ¿Hace años que perdiste la llave y por eso no puedes follarte a nadie?

El grandote sigue con su conversación en el teléfono, pero su voz tiembla por la carcajada que amenaza con salir de su garganta. Hace un enorme esfuerzo por mantenerse serio.

—Eddie está muy enfermo papá —el grandote sigue con su escena. Su voz se baja varios tonos, mira sospechosamente a su alrededor, como si temiera que alguien lo escuche. —Lleva todo el almuerzo hablando solo, dice que hay alguien, no, algo, molestándolo. Creo que mencionó un animal, ¿un ave?, algo así como una gallina. Papá, no me he atrevido a decirle que en Forks no tenemos de esas, no tengo el corazón para decírselo.

El silencio al otro lado de la línea es la respuesta que obtiene.

—Eddie, hermanito —se endereza de nuevo, sus ojos buscan a su hermano, mirándolo con falsa preocupación. Casi puedo jurar que el cabrón está a nada de soltarse llorando. —No te preocupes, papá hará todo lo posible para buscarte ayuda.

—Emmett —sisea enfadado el loco en cuestión. —¿De que estas hablando?

—La enfermedad —pronuncia la palabra con cuidado. Como si le explicar a un niño como hacer una tarea muy difícil. —Tu esquizofrenia.

—¡Emmett! —gruñe. Está aún más molesto. —No estoy enfermo.

—Eso es lo que un esquizofrénico diría —señalo. Debo defender a la bola de músculos, él está preocupado por su hermano y es totalmente comprensible. De nuevo, eso es lo que hacemos los hermanos.

—¡Maldita gallina negra! —el niño bonito está a nada de explotar de coraje.

¡Aww! Que tierno se ve, parece un gatito enojado.

—¡¿Carlisle?! —el pelinegro grita al teléfono. Ahora su voz está cargada de histeria. —¡Ahora me entiendes!

Un suspiro muy pesado y falso se escucha en la línea.

—Emmett —habla inseguro. —Tu hermano no está enfermo.

—¡Pero, papá!

—Bueno —el Doc. suspira de nuevo. —Tengo que volver al trabajo, pero te prometo que cuando todos volvamos a casa me tomaré un tiempo para revisar a Edward, ¿te parece?

—¿Puedo investigar algún hospital? —el grandote sonríe como niño a punto de hacer una maldita travesura. —En caso de que lo necesitemos.

—Sí, Emmett —con un suspiro cansado, el Doc. pronuncia esas palabras antes del ya conocido sonido que indica que la llamada ha sido terminada.

—¿Por qué llamaste a Carlisle? —explota el cobrizo contra su hermano. Los dos fríos se meten en una acalorada discusión sobre si deben internar o no al vampiro cobrizo. Yo estoy a favor de que lo encierren.

—¿Qué fue eso? —Isabella pregunta en voz baja. Mis ojos se colocan sobre ella, está mirándome, curiosa, divertida, perdida y hermosa.

—Problemas de hermanos —me encojo de hombros. Ella estira su cuello, mirando aun la discusión que hay en la mesa y solo sacude la cabeza. Supongo que situaciones así son bastante comunes.

—¿Cuánto llevas aquí? —mira a su alrededor, sus piernas comienzan a subir y bajar ansiosamente. Sigo su mirada buscando la causa de su nerviosismo, pero la cafetería sigue tranquila como cuando llegamos.

—Tranquila, sabes que no pueden notarnos —le digo, tomo su mano dando un apretón para tranquilizarla. —Nadie nos ve.

—Es extraño —se estremece. —Pero estoy agradecida por eso.

Sonrío, si me quejé por tener que hipnotizar a todo el pueblo, ahora no me arrepiento, ir y venir a donde me plazca sin miradas ni preguntas de los pobladores, es maravilloso. Angela y mi bambina se volvieron locas cuando lo descubrieron, pero ahora lo disfrutan tanto como nosotros.

—No me has respondido —señala, su mano golpea mis costillas.

—Un rato —digo refiriéndome al tiempo que llevo aquí, junto a ella. —No me notaste ¿Qué hacías?

—Leyendo —responde con cuidado.

—¿Qué?

—Un libro —dice sacudiendo el objeto en sus manos. Pongo los ojos en blanco.

—Pero, un libro ¿de…?

—Papel y tinta —la comisura de sus labios suben. Se está burlando de mí.

—No me digas —tuerzo los ojos.

—Tú preguntaste —se defiende.

No me molesto en responderle, estiro uno de mis brazos y con rapidez tomo el libro que está entre sus manos.

—¡No! —se gira bruscamente, en su rostro hay un rastro de vergüenza y miedo.

—¿Por qué me miras así, bambina? ¿Qué estás leyendo? —ahora mi curiosidad aumentó. Sus manos atacan las mías buscando recuperar el libro.

—Damon, no, ¡regrésamelo! ¡No lo leas!

La ignoro. Mis dedos se deslizan por el libro abriéndolo donde ella dejó el señalador. Uso mi otro brazo para detener sus movimientos, Isabella se mantiene luchando para recuperar su libro, pero me aseguro de aprisionarla contra el costado de mi cuerpo mientras mis ojos se deslizan por las palabras impresas en el libro.

"Pone sus manos a ambos lados de mi cabeza y me besa. Profundamente. Poseyendo mi boca. Inclinando mi cabeza... controlándome. Gimo contra sus labios. Esto es lo que le gusta. Esto es en lo que es tan bueno."

¿Así que esto está leyendo?

—Vaya, vaya, bambina —jadeo. Por la esquina de mis ojos le doy una mirada inquisitiva.

Isabella siente mi mirada y se muerde el labio con nerviosismo. Soy testigo del momento exacto en el que sus venas impulsan una cantidad anormal de sangre por sus torrentes, aumentando el calor de su cuerpo, los vasos sanguíneos de su frente, su nariz, sus mejillas, su barbilla, su cuello y la piel escondida detrás del escote de su suéter, se llena de sangre pintando su piel de un delicioso tono rojizo.

—Deliciosa —digo pasando mi lengua por mis labios. Casi puedo saborear su sangre caliente en mi boca.

—¿Bella? ¿Amor? —su maldita voz chirriante y empalagosa me recuerda que no soy el único que puede oler el aumento de su sangre en su rostro. —¿Por qué te sonrojas?

—Porque le da vergüenza que su novio esté loco —la bola de músculos entra en su defensa. Esa es mi señal para dejarlos volver a su discusión y seguir analizando el libro.

"—Te voy a poseer ahora —susurra y me levanta para que esté suspendida en el aire sobre él—. ¿Preparada? —respira.

Sí —murmuro y me deja caer sobre él, lentamente, exquisitamente lento... llenándome... mirándome mientras me toma."

—Jo-der —mis cejas se levantan. Doy un silbido mientras las letras siguen pasando a mi cerebro a través de mis ojos. Muevo una de mis manos echándome aire a la cara.

¿Por qué de repente se siente caliente el ambiente?

—¡Devuélvelo! —chilla agitada y me ataca de nuevo. Se suelta de mi costado, sus manos alcanzan el libro y lo tironea buscando que yo lo suelte.

—Espera —le doy un manotazo, el golpe hace que ella se aleje. —¡Esto está interesante!

Giro mi cuerpo hacia el lado contrario de ella buscando alejarla lo más posible del libro para que no pueda alcanzarlo.

"Estoy de rodillas en la puerta, desnuda, excepto por mis bragas. Mi corazón está en mi boca. Vaya, pensé que después del baño él habría tenido suficiente. El hombre es insaciable o tal vez todos los hombres son como él."

—¿Qué es esto? —pregunto pícaro. — ¿Lectura informativa? Por supuesto que no, ¿lectura de placer? ¿O para darte placer?

—Cierra la maldita boca, Damon —su mano golpea con suavidad mi pecho. Sé que su intención era que me doliera, pero aún está avergonzada como para desquitarse conmigo.

—¿Pensabas guardarlo para ti sola? —muevo las cejas de arriba abajo. —¿Sabes cuantas noches interesantes pudimos tener con esto?

—¡Idiota! —chilla de nuevo.

"—Mírame —dice en voz baja y miro arriba hacia su ardiente mirada gris. Es su mirada de Dom, fría, dura y sexy como el infierno, siete sombras de pecado en una mirada atractiva. Mi boca se seca y sé que haré todo lo que pida. Una sonrisa casi cruel juega en sus labios."

—¡Mi- er- da! —mi cuerpo se estremece. —Hasta yo puedo imaginármelo.

—Esta bueno, ¿cierto? —la pequeña vampira pelinegra me da una mirada divertida.

—Pues, lo describe muy bueno —respondo haciendo énfasis en las últimas dos palabras.

Una risilla hace que levante mis ojos. La vampira me da una mirada divertida, como si supiera las miles de imágenes que de repente han asaltado mi mente. ¿Ahora ella lee mentes?

Me siento ahogado en el calor que me proporciona mi chamarra de cuero.

"De repente, el guante se ha ido y puedo sentir las frondas de la fusta flotando sobre mi piel, siguiendo el mismo camino del guante y es tan difícil concentrarme con la música en mi cabeza; suena como un centenar de voces cantando, tejiendo un etéreo tapiz de sedoso oro y plata a través de mi cabeza, mezcladas con la sensación de la suave gamuza contra mi piel... trazándose sobre mí... oh, mi Dios... abruptamente, desaparece. Luego, de repente, un brusco latigazo en mi estómago."

Cierro el libro de golpe. Giró mi cuerpo sobre mi asiento, buscando mirar de nuevo a Isabella. Ella está encogida en su asiento, su piel sonrojada al máximo y sé que está abochornada. Joder, puedo ver el ligero brillo del sudor que amenaza con brotar de cada uno de sus poros a causa del nerviosismo y la vergüenza.

—Dime que no es lo que estoy pensando —ruego desesperadamente. —Por favor dime que no.

—¿Qué? —Isabella pregunta haciéndose la desentendida y esquiva mi mirada.

—¡Carajo Isabella! —la tomo de uno de sus hombros, sacudiéndola. —Dime que no quieres probar esto con él.

La Bambina no responde. Aprovecha los dos segundos de distracción que me genera la situación para saltar y de un movimiento arrancarme el libro de la mano que lo sostiene. Se asegura de lanzarlo al interior de su mochila antes de cruzarse de hombros.

—¡No me jodas, Isabella! —gimoteo desesperado. —¡Es un vampiro!

Isabella me levanta una ceja, sus labios se presionan en una línea. Me distraigo por un segundo, tiene razón, si quiero que mi argumento sea válido, no debo despreciar mi naturaleza.

—Bueno, eso no es el peor de los casos —asiento dándole la razón. —¿Quieres probarlo? Vamos a tú casa, en el camino conseguimos las cosas

La bambina resopla.

—¡O ve con Elijah! —ofrezco. El original guiña un ojo en dirección a la humana. —Maldita sea, incluso puedo confiarte a Jasper.

—¡Oye! —la duendecillo se queja.

—¿Por qué con Jasper sí y con Edward no? —Isabella me mira perpleja por mi razonamiento. —Los dos son del mismo tipo de vampiros.

—Porque "Sparkly Boy" se muere por tu sangre —digo como si fuera obvio. —Te golpea, te saca la sangre, te muerde y te drena.

—Y no sabrá hacerlo —Jasper comenta con un tono muy casual. —Es virgen, ¿recuerdan? Y es más virgen que la Virgen.

—¡Ves! —me quejo de nuevo. —¿Sabes lo que eso significa? ¡Tendrás que ser tú la Dom si quieres llegar a algún lado.

—Eso suponiendo que se quite el cinturón de castidad —Jasper se burla.

—Eso es lo de menos —digo con un suspiro. —Si nunca lo ha usado, ya sabes, el asunto… yo creo que no sabe cómo ponerlo o dónde ponerlo.

—O ya se le cayó —Elijah dice entre dientes, tratando que Isabella no lo escuche.

Una ronda de sonidos de tos falsa inunda la mesa. Son el resto de los adolescentes vampiros tratando de evitar las carcajadas. Jasper es el único que tiene la cabeza agachada y sus hombros suben y bajan con rapidez.

—Además —continuó con mi monologo, —si quieres ponerte caliente yo puedo ayudar… —mis palabras se tropiezan en mi lengua cuando mi cerebro medita la situación. —Un momento, ¡Él ni siquiera puede calentarse!

—¡Ya basta! —chilla. Sus manos cubren su rostro. Los que estamos al tanto de la conversación le damos una mirada burlona. —Alice me dio el libro, dijo que debería leerlo.

—¿Esa es tu excusa? —pregunto indignado.

—El libro está bueno, el protagonista suena demasiado bueno y parece que lo hace muy bien —habla atropelladamente. Las comisuras de mis labios se levantan ligeramente. —Pero es solo un libro, no significa que le voy a pedir a Edward que me lo haga así.

—¿Qué te lo haga "así"? —Elijah la mira con los ojos entrecerrados, la diversión en su voz es clara, aunque sus labios se mantienen en una mueca seria.

—Maldita sea —se queja. —No, no, no —sacude su cabeza, frenética. —No le voy a pedir que me lo haga, ni de esa manera ni de ninguna otra. ¿Feliz?

—Esa es mi chica —sonrío orgulloso por su decisión. Paso mi brazo por sus hombros y la atraigo de nuevo a mí.

—¿Tu chica? —Angela salta cabreada y lista para lanzarme un poco de abracadabra. —¿Estas idiota? ¿Acaso te dejaron caer de bebé?

—¿Ahora porque demonios me atacas? —la miro, extrañado. ¿Qué no estaba de mi lado?

—¿Quién carajos te dijo que mi amiga es "tu chica"? —hace una mueca de disgusto.

—A ver, déjame recordarlo colocó una mano en mis labios, fingiendo como si pensara en sus palabras. —Isabella lo dijo.

Mis manos tiran aún más de su cuerpo, coloco mi mentón descansando sobre el costado de su cabeza, la bambina no se queja, al contrario, se acomoda debajo de mi toque, recarga su cabeza en mi hombro.

Elijah nos da una mirada, luego mira al resto de la mesa y nuevamente a nosotros. El resto de los sobrenaturales en la mesa se mantienen en una conversación, ajenos a nosotros. O al menos hacen que parezca que no nos ponen atención.

—¿La edad ya te está afectando la audición? —Angela se burla. —Yo no he escuchado que diga que es tuya —los ojos de la bruja flamean con un brillo retador. —Acaso ¿tú sí?

Sus palabras me dejan en blanco, me dejan sin lo necesario para defenderme. Siento los músculos de mi rostro tensarse, mi mandíbula se aprieta con fuerza para evitar que mis colmillos salgan. Quiero tronarle el maldito cuello, pero ella es muy necesaria en esta jodida situación, así que lo único que puedo hacer es lanzarla una mirada llena de odio. Maldita sea, esta maldita bruja está jugando con fuego.

—Ella me quiere a mí, no a él —siseo.

—¿Seguro? —Angela sonríe. Su expresión me produce nauseas.

—Debo ir a clases —Isabella se levanta, recoge su mochila y sale apresuradamente de la cafetería. No tengo que adivinar, su humor decayó con las palabras de Angela.

—¿Amor? —el niño bonito pregunta, pero es ignorado por la humana y por mí.

—Está bien, Edward —la vampira pixie lo detiene antes de que él se ponga de pie. —Debe ir al baño antes de la siguiente clase.

—¿Por qué no la acompañas?

—Puede ir sola —la pequeña vampira se encoge de hombros.

—Pero, ella…

—¡Carajo! No le va a pasar nada en el maldito baño —me quejo.

—Eso dijo Hermione y ya sabemos que la atacó un Troll —el vampiro grandote me señala.

Resoplo. Su referencia es buena, pero aquí nadie va a atacar a la bambina. O eso espero.

—¿Tenías que decir eso? —mi molestia se dirige a la humana/bruja que está sentada frente a mí. Estoy jodidamente encabronado porque arruinó mi tiempo con la bambina solo por meterme cizaña.

—Si —se encoge de hombros.

—Ahora está molesta —apunto la puerta de la cafetería.

—Necesitas presionarla, Damon —Angela suspira pesadamente.

—¡Pero no así!

—¡Te estoy ayudando, idiota! —es su respuesta antes de tomar su mochila y levantarse de la mesa. —Estoy de tu lado, que no se te olvide.

—¿Qué carajos significa eso?

Sin responderme, se aleja de la mesa sin ofrecerle una mirada a nadie, pero sabe que tiene nuestras miradas en su espalda. El timbre suena, el resto de los estudiantes salen corriendo para llegar a tiempo a sus clases, los fríos no son la excepción. Se levantan de la mesa, llevan su comida intacta al bote de la basura y caminan con calma hacia la salida. Mientras hacen todo eso, cada uno de esos vampiros me da una mirada, todas tienen un significado diferente que quizás puedo adivinar con facilidad, pero ya no tengo el humor para hacer algo.

El cobrizo pasa a mis espaldas, intencionalmente empuja la silla en donde se supone que él ve al cuervo mientras permite que escuche sus gruñidos e intentos de maldiciones que lanza en mi dirección. Eso me encabrona más.

—Tu ten cuidado —le advierto sin molestarme en mirarlo. —Haces un movimiento en falso y este cuervo te sacará los ojos.

Me quedo en silencio, escuchando

Son pocos los minutos que se necesitan para que el lugar se vacíe. Los únicos sonidos que quedan son de las personas que están recogiendo el evidente desorden que ha quedado en el lugar.

—¿Tú la puedes calentar? —Elijah me pregunta. El cabrón sin duda me utiliza para su propio entretenimiento.

—¿Celoso? —digo cortante.

—Para nada —me sonríe. Chasqueo la lengua. —Pero tú si estas celoso del apuesto y encantador vampiro cobrizo.

—Encantador mi trasero —bufo con irritación.

—¿Que no se supone que tú harías que él perdiera el control? —me mira fijamente. —Por lo que veo, tú eres quien está a nada de hacer un berrinche mientras él debe estar en algún salón besándola apasionadamente contra la puerta.

—Deja de decir estupideces —reniego. —No la está besando, es muy puritano como para hacerlo enfrente de todos sus compañeros.

—¿Por qué simplemente no la obligas a que elija? —pregunta. Aunque quiero enojarme con él, puedo escuchar en sus palabras que de verdad no entiende la manera en la que estoy haciendo las cosas.

—Porque no puedo, bueno, no quiero —suspiro. —Quiero que ella me elija porque ella quiere elegirme, no porque la presioné o la obligué.

—Ella piensa lo mismo.

—¿Qué? —levanto una ceja.

—Isabella no quiere hacerte elegir entre ella y Elena —me explica. Le ofrezco una mirada confundida. —Te recuerdo que ella escuchó solo la mitad del contexto de la conversación que tuviste con Elena en Mystic.

—Maldita sea —mi mano rasca mi nuca con desesperación.

—Para Isabella, tu "jugada A" sigue siendo Elena —el vampiro original me confiesa, parece que le cuesta decir esas palabras.

En segundos, mi cerebro se sobrecarga con la información, analizando lo bueno y lo malo que puede llegar a pasar. De la nada solo veo imágenes de mi vida en los últimos meses, desde que decidí volver a Mystic. ¿Qué carajos me pasó por la cabeza en ese momento? Sí, dije que mi vida necesitaba un poco de dramatismo, pero no hablaba enserio. Mierda, creí que solo conseguiría alcohol, unas lindas y sexys mujeres, sangre a diestra y siniestra, y hacer encabronar a mi hermano.

Si, si lo conseguí. Pero, todo cambió esa maldita noche en el medio de la frustración y el coraje que sentía, como si estuviera destinado a pasar, a conocerla y a conseguirla a ella. Isabella.

Sin quererlo me vi envuelto en toda ella. Sin quererlo supe su nombre, sin quererlo la toqué y probé sus labios, sin quererlo la seguí a su casa, sin quererlo probé su sangre, sin quererlo me vi envuelto en el deseo de conocer toda su vida. Carajo, sin quererlo me enamoré de ella.

¿Y ella cree que me la paso de un lado a otro como maldita pelota de ping pong, solo porque quiero que me ayude a salvar el trasero de Elena? ¿De verdad cree que puedo preferir a su prima sobre ella? Todos los minutos que paso a su lado ¿no han significado nada para ella?

—Eso deberías preguntárselo personalmente —Elijah se aclara la garganta.

Hablaste en voz alta, Salvatore. Maldita sea contigo.

—Isabella cree que sin importar lo que hagamos, ella no será mi elección, —razono sintiendo algo extraño en mi interior ¿decepción? ¿Miedo? —Por eso no me quiere elegir.

—Hay una razón por la que ella no quiere deshacerse de él —Elijah pronuncia las palabras evaluando mi reacción. —Si cree que te irás en algún momento, prefiere aferrarse a la idea de alguien que la va a querer mantener a su lado.

—¡Pero él solo la quiere porque es humana! —jadeo con desesperación. —¿Cómo puede preferir quedarse con alguien que solo la desea por su sangre?

—¿Y no contigo que ya bebiste su sangre? —Elijah me mira, sus ojos ahora entrecerrados acusadoramente. Huyo de su mirada, al parecer el día de hoy las ventanas me están ofreciendo cierto consuelo. —Tienes que entender que Isabella se aferra a ese vampiro porque él es su puerto seguro.

Sacudo la cabeza, negándome a seguir escuchando esas idioteces.

—Sabe que elegirlo a él es lo que menos le va a doler. Con él tiene un compañero, un amante, una familia, un "para siempre" casi seguro.

—¿No te cansas de restregarme al idiota en la cara? ¡Ya sé que es un maldito santo! —grito girando mi rostro en dirección al hombre que parece no tener filtro en su lengua. —Sé que soy un pobre diablo que no puede ofrecerle la estabilidad que quizás ella quiere, conmigo solo hay descontrol, impulso y sangre por todos lados. ¿Crees que no lo sé? ¡Por supuesto que sé que ese pomposo vampiro idiota es casi la mejor opción para ella!

—Tú lo has dicho, "casi" —Elijah me da la razón. —Tú has sido testigo de la manera en la que él controla cada uno de sus movimientos, como la encierra, como la domina y la hace miserable —un gruñido se escapa de mi pecho al recordar todo eso que he visto. —¡Carajo Damon! Haz visto lo diferente que es Isabella estando con él y estando con nosotros.

—Si lo sé.

—Una eternidad viviendo de esa manera no puede ser más miserable que una eternidad soportándote —las comisuras de mis labios se elevan ligeramente al escuchar sus palabras. Sé que me debo ofender, pero resulta que me dio consuelo.

Por supuesto que una eternidad a mi lado suena mejor. Joder, ya puedo imaginarme a ambos, por todo el mundo, divirtiéndonos. La Bambina y yo seríamos muy buenos juntos.

—Entonces… —Elijah habla tentativamente después de concederme unos minutos en silencio. —¿Solo te quedaras sentado a su lado mirando y haciendo berrinches mientras tu rival conquista a tu chica diciéndole palabras bonitas y empalagosas al oído?

Una arcada me ataca.

—¿Por qué? —levanto una ceja. —¿Por qué te preocupa mi vida amorosa?

—En realidad, es Isabella quien me preocupa —su rostro se gira en dirección a la puerta de la cafetería por la que hace rato salieron los estudiantes. —La quiero demasiado como para no protegerla. Le prometí que la protegería de cualquier cosa, sobretodo de los imbéciles. Tú incluido.

—Si soy un imbécil ¿Por qué insistes en que se quede conmigo?

—No te estoy ayudando a ti —voltea los ojos. —Ayudo a Isabella y casualmente me ayudaré a mí mismo.

—¿Angela? —ofrezco.

—Sí, también —acepta. Casi luce tímido. Casi.

—Es agradable saber que yo te agrado más que el niño bonito —sonrió presumido. —Sabía que ni tú puedes resistirte a mis encantos.

—Eso crees —dice simplemente.

Será muy bueno ocultando sus sentimientos, pero algún día admitirá que me ama. Yo lo sé.

—Ahora, mini Drácula, si quieres quedarte a la chica, debes hacer algo —se pone de pie, acomoda su abrigo negro y me mira. La insistencia en sus ojos parece presionarme a que haga… no sé qué.

—Algo como… ¿qué?

—Ya sabes —su larga manos se sacude en círculos delante de él. —Besos en la mejilla, tomarse de la mano, coqueteos, escapadas nocturnas, algunas copas.

—¿De qué película sacaste eso? —me burlo. Elijah hace un gesto de exasperación.

—Ve, busca a Isabella, llévatela, róbatela, quítasela a ese niño mimado —me ordena. —Haz que ese idiota pierda la cabeza, haz que llore pensando en cómo la perdió, haz que se muera de coraje, bueno, que se muera otra vez.

Una risa escapa de mis labios.

—¡¿Qué estas esperando?! —me grita poniéndose de pie. Mi cuerpo actúa en reflejo a él, me colocó sobre mis pies. De repente me siento renovado y decidido.

—Creo que tengo un plan —acomodo la chaqueta en mis hombros. —Por cierto, ¿Tú que harás?

Estoy metiendo mis narices en los asuntos que no me importan, pero, un poco de diversión tampoco le haría daño a él. Creo que ya le salieron más arrugas.

—¿Creíste que te escaparías de mí? —frota las palmas de sus manos con emoción. —No señorito. Yo también tengo una chica que robarme.

¡Joder, sí! De esto estoy hablando.

Embriagado por la emoción de Elijah, me acomodo a su lado cruzando la cafetería en dirección a las puertas. Ambos nos vamos dando palmadas en el hombro y la espalda cuando recorremos de nuevo los pasillos de la escuela. A partir de ahora soy yo y mis planes improvisados para robarme a la Bambina. Y Elijah que va a aprovechar de mis planes.

—¿Qué estas haciendo? —pregunto de golpe deteniéndome frente a Jasper. Él rubio está recostado sobre la pared de uno de los pasillos, sus manos están en sus bolsillos y su cabeza está agachada. Al parecer sus botas son la cosa más interesante de este mundo.

—Esperándolos —se encoge de hombros.

Elijah y yo intercambiamos miradas confundidas.

—¿No deberías estar en clases?

—Sí, debería —el rubio acepta. —Pero si no lo veo, no seré cómplice.

—¿Estas borracho? ¿Drogado? —pregunto. Jasper levanta su cabeza y tuerce los ojos. —¿De que estas hablando?

—Toma —extiende sus pálidas manos, sus dedos juguetean con unas llaves. —Son las llaves de un auto, sé que sabrán cual es en cuanto lo vean.

—Gracias —Elijah las toma rápidamente.

—Alice dice que, nosotros llevaremos el auto de Angela a su casa, siempre y cuando prometas liberarnos alrededor de las 4.

Sonrió satisfecho. Esto será sencillo.

—Y también me pidió que te recordara que es la tercer ventana del lado izquierdo de la puerta —Jasper completa. Sé que no sabe que está haciendo, pero sabe que si su esposa se lo dijo, tiene que créele.

—¿Dónde están? —miro interrogante a rubio.

—Tres puertas hacia allá —señala un lado del pasillo. Sin decir nada más, Jasper se da la vuelta y se pierde en la profundidad del pasillo solitario.

—¿Cuál es el plan? —Elijah pregunta aun con sus ojos fijos en el punto donde el otro vampiro se perdió.

—Sígueme —es lo único que le ofrezco como respuesta.

Cuando me doy cuenta, tengo mi mano alrededor de la manija de la puerta, girándola para abrirme paso al salón. El profesor está entretenido explicando un tema que al parecer solo le parece interesante a él, el resto de los estudiantes están conversando entre ellos, husmeando en sus teléfonos, haciendo otras cosas o dormidos.

Isabella es la primera en detectarnos, su cabeza y su espalda se levantan, sus ojos me miran asustados.

—¿Qué sucede? —pregunta histéricamente. Me mira ansiosa y luego sobre mi hombro buscando a Elijah.

—¿Qué hacen aquí? —Angela es la segunda en reaccionar, pero dejo que Elijah se encargue de eso.

—Tranquila —digo en dirección a la Bambina, sigo avanzando hasta quedar frente a ella, descanso mis manos sobre la superficie de su escritorio. —No ha pasado nada.

Ella asiente lentamente, pero aún está nerviosa. Sus ojos analizan mi rostro buscando algo que le diga que yo estoy mintiendo.

—Vamos a la playa.

—Bien, adiós —me dice. Oculto la sonrisa que amenaza mis labios.

—No, no —sacudo la cabeza. —Tú vienes conmigo.

—¿Con este clima? —me mira como si tuviera tres cabezas. —No estoy loca.

—¿Apostamos? —digo divertido. Me siento en la silla vacía a su lado. Sé que aquí estuvo Jasper, puedo oler su aroma en todo el costado de Isabella. —Ningún humano lo suficientemente cuerdo estaría hablando con un vampiro en el medio de una clase.

Ella mira a su alrededor, recordando que estamos aún en su escuela, rodeados de sus compañeros. —Asno.

Le doy un empujón.

—Ven conmigo, Bambina —extiendo una mano en su dirección. —Vamos a divertirnos.

Sus ojos miran los míos. El intenso color chocolate absorbe toda mi atención, veo el debate que hay en ellos, veo la frialdad con la que analiza cada una de las posibilidades que le ofrezco.

—Está lloviendo —dice, su cabeza se inclina a la ventana pero sus ojos se mantienen en mí.

—Eres terca —me quejo, pero no pienso darme por vencido. —Ven conmigo.

—No es un día para ir a la playa, Damon —suspira, sus cejas se juntan, como si le pesara decir eso, como si le resultara difícil negarse a mi petición. —Está lloviendo, hace frio.

—Yo te caliento —muevo las cejas de arriba abajo.

—Si —me dice imitando mi gesto. —Pero la lluvia no me pone de buen humor.

—No está lloviendo —digo seguro. ¡Es más terca que una mula!

—¿Qué no has visto el clima? —su voz suena exasperada e incrédula. —Desde la mañana hace frio, está nublado y lloviendo.

Tiene razón, es el único clima que he conocido en este jodido lugar. Pero, para suerte de todos, yo soy un lindo solecito que es capaz de iluminar cualquier lugar donde se encuentra.

—¿No has aprendido nada de mí, bambina? —me burlo. Ella parpadea un par de veces. —No está lloviendo, mira la ventana.

Su cabeza se sacude de un lado a otro, su postura me dice que está lista para mostrarme lo equivocado que estoy. Recelosa, gira lentamente su rostro a la ventana.

Sonrió cuando el jadeo se escapa de sus labios.

—No está lloviendo —repito en su oído. Mi brazo rodea su cuerpo, se estira hasta alcanzar el rayo de sol que se ha colado por los cristales de la ventana. Suelto un gemido de satisfacción

Sin despegar mis ojos de ella, estiro mi mano hacia el rayo de sol que se ha colado por los cristales de la ventana. La calidez envuelve mi mano.

—Ahora, ven conmigo —ronroneo en su oído. Mi voz es una orden a la que su cuerpo obedece al instante. Sus ojos me miran, ahora de color chocolate líquido derretido solo para mí. Su mano se desliza sobre mis dedos que aun juegan con el sol.

—Está bien, vamos a la playa —accede. No espero nada de tiempo, me pongo de pie y tiro de ella. Escucho a nuestras espaldas que Angela le lanza ambas mochilas a Elijah, seguido de sus pasos casi corriendo detrás de nosotros.

Nadie de la clase se da cuenta de nuestra presencia o de la conversación que tuvimos, si el profesor se dio cuenta que dos de sus alumnas salieron del salón, lo ignoró tan profesionalmente que me imagino que no será la primera vez. Sé que algunos adolescentes notaron la escapada de Angela e Isabella, pero, ¿Cómo puede ser una aventura si no hay un poco de peligro en ella?

Los cuatro salimos corriendo esquivando a unas cuantas personas que se cruzan en nuestro camino.

—Corre Bella, corre —Angela la empuja riéndose.

Ambas batallan un poco para abrir las puertas, pero salen disparadas directamente al estacionamiento, la risa de Isabella se intensifica cuando el sol golpea su piel con intensa calidez.

Casi caigo de rodillas al escucharla. Desde que Elijah me trajo a este lugar, es la primera vez que la escucho reír tan libremente. Quiero que lo haga más seguido.

—Esto es jodidamente asombroso —chilla emocionada. Baja los escalones, jugueteando aun con Angela. Ambas dan vueltas, con los brazos abiertos y con el rostro hacia el cielo.

—¿No pudiste hacer eso antes? —Elijah me da un golpe en la nuca.

No alcanzo a responderle, se borra de mi vista y se aparece junto a una Jeep similar a la que la bambina usó en Mystic. Mi sonrisa se extiende aún más, sin duda es obra de la vampira tamaño bolsillo.

Hablando de ella…

—Bambina, ven aquí —pido mientras camino, buscando mi objetivo, mi mano está estirada a mi espalda, esperando que ella la tome.

—¿Qué pasa? —Isabella pregunta alcanzándome.

Acomodo su cuerpo frente al mío, me aseguro que ella quede mirando por la ventana del salón en el que se distingue la cabellera cobriza que tanto odio.

—Aquí —bajo mi cabeza a su cuello, mi mano se estira, apuntándole a su novio que está detrás del cristal. —¿Lo ves? —la miro, ella asiente y se ríe. —Dile adiós a brillantina.

De repente, el rostro del niño bonito aparece frente a la ventana, la posición hace que la luz del sol no caiga directamente sobre él, pero no pasa desapercibido el hecho de que hay un sol muy brillante sobre nosotros. Los ojos color caramelo quemado del vampiro se abren con evidente pánico.

—Adiós —Isabella canturrea con alegría. Su mano se levanta y la sacude despidiéndose de él.

—¡Bella! —se escucha el rugido que da. El cristal ahoga un poco el sonido, pero sigue resultando irritante. —¡Bella! ¿Qué estás haciendo?

—¡Me voy! —Isabella se rie.

—¡Bella! ¡No, no lo hagas! —las suplicas desesperadas son casi convincentes. Pero la Bambina ahora está fuera de su control.

—¡Ya vámonos! —Elijah nos grita. Yo sacudo mi mano, burlándome aún más del vampiro que parece estar enjaulado en el salón frente a nosotros. ¡Espera! Si lo está.

Riéndome, tiro de ella de regreso al auto.

—¡Mira, Bella! —Angela salta emocionada desde el asiento trasero. —Alice nos dejó una mochila lista a cada una.

—No te creo —dice la bambina con falsa sorpresa. Su cuerpo sube al asiento trasero junto a su amiga. Elijah y yo nos subimos hasta adelante.

—¡Andando! —Elijah dice imitando el tono chillón de las chicas, arranca el motor del auto y nos lanza con velocidad a la carretera. Ellas gritan en respuesta.

—Alice llenó el maletero con tequila, whiskey y vodka —Isabella me pasa una botella de cada una.

—¡Oh si, nena! —ahora soy yo quien chilla emocionado. —¡Vamos a divertirnos!

Los siguientes 20 minutos la pasamos por la carretera a una velocidad muy por encima del límite. Durante el camino, hablamos, cantamos y vaciamos el contenido de tres botellas. Para cuando Elijah detiene el auto en el estacionamiento de un mirador al borde de una playa, ya todos entramos en calor. Durante el camino, el ambiente cálido y el sol sobre nosotros nos habían cobrado algunas capas de ropa, dejándonos sin los suéteres y las gruesas capas de ropa.

Mientras Isabella y Angela se cambiaban en el auto, nosotros, los dos vampiros decidimos elegir el mejor lugar en la playa. No fue una tarea difícil, elegimos un lugar donde la playa se veía perfecta para nadar y la arena tenía un área donde podríamos descansar y seguir bebiendo.

—Maldición —Elijah gruñe, alertándome. —Sígueme y compórtate.

Me giro justo a tiempo para ver dos siluetas acercándose a nosotros. Un hombre en silla de ruedas siendo empujado por otro hombre alto y fornido.

—Caballeros —Elijah saluda cuando ambos se detienen frente a nosotros, tensos y alerta a nuestros movimientos.

—Damon —el hombre de pie, me saluda con un asentimiento de cabeza —Nos volvemos a ver.

—Sam —respondo, recordando el nombre del moreno.

—¿Se conocen? —el hombre de silla de ruedas nos pregunta visiblemente sorprendido.

—Así es, Billy —Sam responde. —Nos vimos hace días en el bosque.

Mantengo mi máscara de frialdad al recordad esa noche que me encontré con ellos. Sé que Elijah preguntará al respecto más tarde. El hombre que, al parecer se llama Billy, nos da una mirada a ambos, como si nos analizara, es como si este hombre supiera que algo le ocultamos.

—Lamentamos interrumpir su día, caballeros —Elijah habla. Casi suena avergonzado. —Vinimos a pasar un buen rato, espero que no les moleste.

—¿Algún problema? —la voz preocupada de Isabella nos sorprende a los cuatro hombres. —Hola Billy.

—¡Bella! —responde el hombre con sorpresa, apenas notando la presencia de las dos mujeres. —No sabía que estabas aquí.

Ella se encoge de hombros. —Mis amigos y yo vinimos a divertirnos.

—¿Amigos? —el hombre la mira con sus ojos negros entrecerrados.

—Sí, son mis amigos. Angela, Elijah y Damon —nos señala mientras dice nuestros nombres.

—Creí que los Cullen eran tus amigos —la acusa. Gruño por lo bajo. ¿Quién se cree que es para cuestionarla?

—También lo son —admite ella. —Pero sé que no pueden venir aquí.

—Me alegra que lo recuerdes —Billy dice aprensivo. —También me alegra que tengas amigos… err… normales.

Isabella ríe. —Oh si, tan normales como dos vampiros y una bruja pueden serlo.

Ambos hombres nos miran asombrados e incrédulos.

—Bella, no creo que… —Billy sacude la cabeza. Piensa que la bambina le está tomando el pelo.

—No, si lo son —Isabella dice terca.

—La primera vez que vi a Damon sabía que había algo extraño en él —la voz grave de Sam llama mi atención. Mientras me mira cruza sus brazos sobre su pecho. —Pero, si soy honesto, ustedes no lucen como vampiros.

Elijah y yo nos reímos.

—¡Oh! Sí, claro, una disculpa —me encojo de hombros. —Déjame solo hacer un poco de magia y…

Dejo que mis colmillos se extiendan sobre el tamaño de mis dientes, el ardor en mis ojos se intensifica cuando las venas brotan alrededor de mis parpados, mis pupilas se oscurecen cambiando mi mirada.

—¡Ay carajo! —el grito de Sam y Billy me produce una risa que hace que pierda todo mi dramatismo.

—Ya basta, Damon —Elijah me da un par de palmadas en la espalda. Paso mi lengua por mis dientes, empujando los colmillos al fondo de mis encías para regresarlos a su tamaño normal.

Los dos hombres morenos se miran, luego a nosotros, luego de nuevo entre ellos.

—No son como ellos —Sam le susurra al hombre en silla de ruedas.

—¿Cómo los Cullen? No —Isabella los sonríe casi comprensivamente. —Damon y Elijah son de otro tipo de vampiros, de la primera raza que existió.

—¿Hay más de una? —Sam se lamenta.

—Lamentablemente —Angela suspira, metiéndose a la conversación por primera vez desde que llegó, —el mundo sobrenatural es más grande de lo que podrían imaginar.

—Hablando de cosas sobrenaturales —Elijah tantea el terreno con sus palabras. Los hombres lo miran, preocupados de lo que pueda salir de los labios del vampiro. —¿Has notado algún comportamiento extraño en tus chicos? —Elijah pregunta de golpe. Carajo, que al menos los ponga en contexto. —Ya sabes, los lobos.

Sam y Billy conectan sus miradas teniendo una conversación en silencio.

—No —fue la respuesta del hombre musculoso. —¿Debería?

—No, ese es el asunto —Elijah responde rápidamente. — Tenemos algo así como, un asesino serial de lobos suelto por estos rumbos.

Y ahí va el contexto. Elijah siempre tan encantador para dar noticias. Los dos hombres saltan alarmados, no los culpo, yo también haría lo mismo en su situación.

—Pero, pero —Sam tartamudea. Su cabeza se sacude tratando de organizar sus ideas. —Nosotros no somos hombres lobos, quiero decir, si lo somos, pero no… ¿O sí?

—No, no lo son. Ustedes son cambia formas, metamorfos, cambian su cuerpo a voluntad —los dos hombres asienten a la explicación de Elijah. —Lamentable o afortunadamente, nuestro hombre no lo sabe.

—¿Afortunadamente? —el resto de nosotros preguntamos al unisonó, visiblemente confundidos.

—Verán, nuestro hombre quiere a hombres lobo de esos de sangre pura —Elijah explica. —¡Ya saben! De los que cambian con las fases de la luna.

El suspiro de alivio de los hombres morenos es demasiado audible.

—Unos metamorfos no servirán en lo que sea que está tramando, eso salvará el trasero de estos lobos —el original sigue hablando. —Al menos lo hará cuando se dé cuenta de lo que son.

—¿Eso debe ser un consuelo? —Billy pone los ojos en blanco.

—Aunque, el cuerpo de un cambia formas sí puede ser útil —Elijah me mira, pensativo.

Las humanas y yo hacemos un gesto de comprensión.

—Lo que nos lleva al inicio —digo serio. —Nuestro hombre puede "meterse" en cuerpos ajenos.

Los dos hombres morenos me miran con la boca abierta. No tengo que ser un estúpido lector de mentes para saber lo que están pensando, tienen muchas dudas sobre los dos extraños frente a ellos que les acaban de soltar una jodida bomba sobre la existencia de más de un tipo de vampiros y casualmente les han dicho que hay un sádico loco que quiere matarlos. Lindo ¿no?

—Entonces… —Billy nos mira, interrogante.

—Nuestra petición es sencilla —Elijah se encoje de hombros —manténganse alertas.

—Lo haremos —Sam dice firme.

—Y por favor, si saben algo, avísenos —Angela les suplica. Los hombres asienten.

—Billy —Isabella llama la atención del hombre, incluso se acerca un par de pasos a él. —Por favor permitan que Damon y Elijah puedan entrar a la reserva, ellos son los únicos que podrán ayudarles si algo sucede.

—No queremos que nadie inocente muera —Billy la mira, seria.

—Nosotros queremos lo mismo —digo ausente.

—Ellos no se alimentan de como los Cullen —Isabella explica. —Si muerden personas, beben sangre humana, pero ellos pueden parar a voluntad.

—¿Pueden parar?

En un parpadeo tengo mis dientes atravesando la piel del cuello de Isabella. Ambos jadeamos cuando el líquido caliente se dispara al interior de mi boca. No tengo hambre, pero su sangre es tan deliciosa que el impulso de seguir bebiendo es casi incontrolable.

—Damon —escucho su gemido. Ambos sabemos que debo parar. —Damon.

A regañadientes me alejo de ella.

—Sí, podemos parar —miro desafiante a los hombres que tenemos de espectadores.

—No puedes incluir en un tratado a unos vampiros que son tan diferentes a los Cullen —Isabella mira expectante a los hombres morenos. Ansiosa por saber la decisión que los hombres lobo tomarán. Billy está pensativo, pero mira a Sam, esperando que él diga algo.

—No nos causen problemas y nosotros no se los causaremos a ustedes —Sam propone, usa el mismo juego de palabras que usó conmigo. —Tienen nuestra ayuda, mientras sea bueno para mi gente y la gente del pueblo.

Su propuesta es justa. Nos ayudan, les ayudamos, pero únicamente hasta donde los intereses de cada uno queden intactos.

—Bien —Elijah y yo aceptamos.

—Pero, el tratado con los Cullen se mantiene —Sam dice firme.

—Estoy de acuerdo —sonrió con maldad. —Por fin tengo un lugar donde el niño bonito puede dejarnos en paz.

Isabella me golpea las costillas.

—Sam, estamos planeando tener una fiesta en la playa, o algo así —Isabella le sonríe cálidamente. —¿Por qué no se nos unen?

El joven moreno luce sorprendido por la invitación.

—Supongo que un poco de distracción nos caería bien —Sam sonríe. —Llevaré a Billy a su casa y volveré más tarde con la manada.

—¡Perfecto! —Isabella sacude la cabeza afirmativamente.

—Muchas gracias, Señor Black, Sam —Elijah les da un asentimiento.

Intercambiamos rápidamente los números de teléfono, también nos dijimos unas cuantas promesas de mantenernos informados y de mantener la reunión en secreto. ¡Qué romántico!

—Tu sabes algo que nosotros no —acuso a Elijah cuando siento que los lobos están lo suficientemente lejos de oírnos. Al parecer no soy el único que lo piensa, Isabella y Angela casi están sobre el original, mirándolo con histeria.

—Sé muchas cosas que tú no sabes, Damon —Elijah se ríe. —¿A qué te refieres exactamente?

—Corta la mierda —me quejo. —Habla, ¿Por qué Klaus atacaría a estos lobos? No es solo por usar su cuerpo como casa de huéspedes.

—Necesita atacarlos para poder usar su cuerpo como casa de huéspedes —dice como si fuera obvio. —Los lobos no son fáciles de domesticar, mucho menos de poseer por los espíritus.

—Rick fue la presa más fácil que pudo conseguir —Isabella dice pensativa.

—Y aun así tuvo ayuda de sus lacayos para atacarlo y dejarlo inconsciente.

—Maldición —nos quejamos los tres.

—¿Por qué invitaste a los lobos? —Angela mira curiosa a Isabella.

—Nunca he visto a un hombre lobo ebrio —ella dice avergonzada. —Pensé que sería divertido.

—Creí que lo habías planeado —Elijah la mira con las cejas juntas, formando una línea en su rostro, —para comprobar que ninguno esté poseído por Klaus.

—Sí, creo que también puede funcionar —Isabella se sonroja. —Pero podemos preocuparnos por eso después.

—Sí, a la mierda Klaus —Angela levanta los brazos. —-¡Vamos a divertirnos!


Nota: Si, lo que Damon lee pertenece al libro "50 sombras de Grey" de E.L. James. He colocado fragmentos del texto, por eso no tienen mucho sentido. Para mejor referencia, son entre la página 440 y la 510.


Coff... cofff. ¿Hola? jijiji ¿Me extrañaron? Yo se que sí.

No tengo excusa, lo sé, procrastinar no deja nada bueno, (menos si te tomas unas vacaciones).

Pero en fin, quiero confesarles que tengo una relación de amor/odio con este capitulo. Me sentía muy segura con el cap pasado, y al escribir el siguiente, resulta que me quedó un espacio en blanco que no sabía como llenar, entonces batallé un poco para formar este capitulo, pero es lo que hay para poder llenar ese espacio.

He leído sus RR y sé que hay algunas dudas, si este capitulo no ha sido lo suficientemente claro, pueden decirme sus dudas y se las responderé en el siguiente. Que quizás sea más pronto de lo que se imaginan.

Nos leemos en el siguiente.