Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.

(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)


La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)

Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


(Damon POV)

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Un fuerte estruendo me hace saltar. Mi sueño reparador es interrumpido por… no se por qué demonios se interrumpió, pero, lo que sea que esté sucediendo a mi alrededor acaba de encabronarme.

—¿Qué carajos?

Con ayuda de mis manos, tallo con fuerza mis ojos para alejar el ardor que me está impidiendo enfocar la vista. Soy un imbécil por creer que eso funcionaría. Hay un bullicio al fondo de donde me encuentro, al parecer no estoy solo.

¿Elijah me volvió a drogar y secuestrar? No lo creo, bueno, sí, sí creo que lo haya hecho de nuevo. ¿Por qué huele a mar? ¿Esta vez me llevó a una isla desierta para que nadie me encuentre? Si le vemos el lado a eso, una isla desierta significa no tener que lidiar con los problemas que yo no me busqué pero que ahora tengo que cargar sobre mis hombros. Pero, si le vemos el lado malo, ¡seria jodidamente aburrido! Estar solo no es lo mío, no soy un vampiro con depresión y tendencias suicidas, me gusta tener compañía, del tipo que lleva todos mis sentidos al límite, como por ejemplo la mano que acaricia perezosamente mi mejilla

Mis sentidos se ponen alertas. ¿Por qué hay una mano fría y huesuda acariciando mi rostro?

A ver, a ver, Salvatore… ¿Qué pasó ayer?

Elijah molestándome, la escuela y sus clases aburridas, la Bambina, el viaje a la playa, la fogata, los lobos, ¿una planta? ¿Angela nos hizo bibidi babidi bu? No, no espera, ¿era hierba mágica? ¿Qué carajo nos dieron esos animales?

—¿Por qué estas tocándome? —preguntó forzando mis ojos a abrirse. El techo de una habitación desconocida me recibe junto al rostro burlón de la brujita humana.

—Estas divagando —responde irónica —y no estoy tan idiota como para golpearte.

—Yo pensé que se te habían pegado las malas mañas de Isabella.

—¿De estar toqueteándote a cada rato? —se ríe. —¡Ya quisieras tarado!

—Soy irresistible, lo sé —me jacto. Angela me golpea juguetonamente. —¿Dónde estamos?

—En casa de Sam —explica. —Todos pasamos aquí la noche.

—¿Todos? —olfateo el aire identificando los aromas. Angela asiente. —¿Isabella?

—Bella está abajo con Emily preparando el desayuno —da un vistazo a lo que me imagino que es la dirección en donde se encuentra la puerta. —Los lobos salieron temprano.

—¿Elijah? —la miro, confundido porque no lo mencionó.

—¿Aun no lo descubres? —Angela me muestra las dos palmas de sus manos —Yo no soy quien te está tocando —aprieta sus labios para sofocar una risa.

La mano desciende por mi barbilla, mi cuello y se detiene en mi pecho desnudo. Mi cuerpo en automático se tensa, los pelos se me ponen de punta y mi cabeza se gira de golpe solo para encontrarme el rostro de Elijah a escasos centímetros de mí.

—Hola guapo —Elijah me guiña un ojo.

—¡Suéltame imbécil! —le doy un golpe para alejar su mano.

—Anoche no te quejaste de mi toque —habla seductoramente. —Mucho menos de dónde te toqué.

—¡No me jodas! —me pongo de pie de un salto, alejándome lo más que puedo de la cama y de él.

—¡Yo no quiero ver eso! —Angela chilla alejándose también de la cama.

—Te tengo noticias, querido —Elijah bate sus pestañas en mi dirección. —Ya lo hice.

—¡Vete al carajo! —grito. Elijah me lanza un beso que solo hace que mis nervios se pongan de puta y la histeria me ataque. —¿Qué pasó anoche? ¿Qué demonios fue lo que pasó?

Realmente cuando quiero divertirme no me importa quien sea, o lo que sea, si me resulta apetecible, lo acepto. Usualmente no me tomaré la molestia de recordarlos, (con algunas excepciones claro). Tampoco, en ninguna de mis salidas de diversión -al menos en lo que de existencia-, nunca me había preocupado por una resaca y la falta de memoria que viene usualmente con ella, pero esta vez es diferente, hay alguien diferente y hay muchas cosas que pude perder anoche. Mi dignidad es una de ellas.

—¿Angela? ¿Elijah? —la voz de Isabella se acerca —¿Ya despertó?

Me giro a tiempo para verla abrir la puerta de la habitación, su rostro hace una mueca de sorpresa antes de transformarse y mantener una línea en sus labios y sus cejas fruncidas. Su mirada analizar a cada uno de nosotros, primero a su amiga, luego a Elijah que aún está en la cama cubriendo su cuerpo hasta el cuello con una sábana y finalmente detener sus ojos sobre mí.

Sus obres de color café como el chocolate liquido recorren todo mi cuerpo convirtiéndose en dos gemas de color negro muy oscuro. Su lengua humedece sus labios antes de que sus dientes muerdan el labio inferior.

Cuando hace eso me hace querer lanzarme sobre ella y besarla hasta dejarla sin aliento.

—Pues… —sus cejas se levantan. —¿Debería decir hola?

—¿Hola? —pregunto confundido

Isabella no me responde, solo continua pasando su vista por todos lados de mí. La risa de Elijah desde la cama y la de Angela haciéndole segunda llenan el silencio.

—¿Pasa algo, Bella? —la bruja batalla con sus risas para lograr hacer esa pregunta.

—Y-yo… yo voy, vine… —Isabella tartamudea. —Vine a… yo ver… la vista —parpadea un par de veces tratando de procesar las palabras. —Joder, que buena vista.

¿Me estoy perdiendo de algo?

—¿Isabella? —Elijah se aclara la garganta. La estúpida sonrisa aun no abandona sus labios.

—¿Si? —inclina su cabeza hacia la dirección donde está el original, pero sus ojos siguen en mí.

—Deja de comerte con los ojos a Damon —Elijah la regaña. Isabella sacude su cabeza de un lado a otro. —Ya tendrás tiempo para eso más tarde.

Bajo la mirada a mi cuerpo desnudo para examinarme. Por supuesto que la vista de mi cuerpo desnudo es muy buena, un jodido adonis en todo su esplendor para su deleite. Angela y Elijah también me están viendo, pero, ¿Qué más da? Damon Salvatore desnudo no es un privilegio para cualquiera.

Un segundo. ¿Estoy desnudo? ¡¿Por qué mierda estoy desnudo?!

Levanto la cabeza para tratar de obtener una respuesta, pero Isabella sigue con sus ojos muy fijos en mí, sus dientes jugueteando en su labio solo me hace imaginarme otra cosa con lo que podrían juguetear.

—¿Ves algo que te guste, Bambina? —pregunto seductoramente. Doy una vuelta lenta sobre mis pies para que pueda apreciarme bien.

—Mierda —sisea ella.

El sonido de su corazón acelerándose llena la habitación, el delicioso aroma de su sangre cumulándose en sus mejillas golpea mis fosas nasales, haciéndome agua la boca. ¿Se podrá sonrojar de todos lados?

—¡Damon no seas exhibicionista! —Angela chilla. Aún está de espaldas a mí.

—¿Disculpa? —me quejo. —Ustedes son los voyeristas que están aquí viendo mi lindo trasero desnudo.

—No solo tu trasero —Isabella murmura por lo bajo.

—¿Quieres un espectáculo? —camino lenta y sigilosamente en dirección a ella. —Puedo darte una sesión privada, Bambina.

—¡Mételo en los pantalones! —Elijah lanza una almohada en dirección a mi cara, mi mano se levanta deteniendo la trayectoria del objeto.

—Por si no te has dado cuenta, no tengo idea de dónde están mis pantalones —lanzo de regreso la almohada.

—¡Oh vamos! No puedo creer que diré esto —se queja la bambina. Toma una respiración muy profunda antes de volver a colocar sus ojos sobre mí. —Solo, cúbrete y bajen a desayunar, ¿sí? Angela y yo debemos ir a la escuela.

Tras esas palabras, sale corriendo de la habitación. Angela se gira con mis pantalones en sus manos, sus ojos recorren mi silueta y se encoje de hombros antes de lanzarme casi hábilmente la ropa.

—He visto traseros mejores —dice girándose de nuevo y saliendo detrás de su amiga.

Elijah suelta una risa.

—¿Quién fue él o la afortunada? —pregunto mientras deslizo la ropa sobre mi cuerpo.

Por qué fui yo quien use mis encantos ¿verdad? Pero si eso fue cierto, ¿Por qué Elijah dijo que anoche…?

—¡¿Por qué estaba desnudo contigo en la cama?! —doy un fuerte rugido en dirección al original. —¡¿Qué me hiciste?!

Mis manos buscan desesperadamente por mi cuerpo, buscando alguna señal de que me haya vuelto a torturar para sucumbir a sus deseos. El estómago se me revuelve al ver la cara de orgullo que tiene Elijah.

Me siento violado.

—¿No lo recuerdas? —suspira con pena. —La pasamos muy bien, Damon.

Un escalofrió me recorre al escucharlo. Elijah se resbala por la cama, uno de sus brazos se aferra en su pecho a la sabana que lucha por cubrir su cuerpo que sospecho está desnudo debajo de la tela, su otra mano se estira y rodea mi cintura para acercarme a él. Su mirada está cargada de deseo y anhelo.

—Alto ahí, bandido —levanto mi mano dándole un golpe a la suya para detenerlo y que me permita volver a saltar hacia atrás. —Yo soy un hombre decente y no sería capaz de entregarle mi honor a cualquiera.

Elijah suelta una audible carcajada.

—¿Ahora te preocupa eso? —se burla.

—Me preocupa mi dignidad —digo mareado.

—Bueno, creo que deberías agradecerme, Damon, porque si no fuera porque yo te detuve —levanta las cejas y se ríe más audiblemente, —hubieras sido tú quien le robara el "honor" y la dignidad a Sam o algún otro lobo.

—¡Ay qué asco! —digo con repulsión. Ni siquiera puedo imaginarme eso. —La zoofilia no es lo mío.

—Ya que aclaramos tus gustos —Elijah empuja la sabana lejos y se pone de pie. Mi corazón vuelve a latir al interior de mi pecho cuando veo que lleva sus pantalones bien puestos. —Apresúrate, es muy descortés hacer esperar a unas damas.

Elijah se vuelve para tomar su camisa de la mesa de al lado de la cama y sale de la habitación aun vistiéndose y dejándome a solas con mis recuerdos confusos, o nulos, más bien. Hago lo mismo que él, en segundos término de vestirme y acomodo un poco el desorden de la habitación antes de resignarme a bajar las escaleras.

Sigo sus murmullos hasta que los veo en una mesa circular junto a la cocina. Me materializo en la silla al lado de Isabella y le robo la tostada que tiene en su mano. Los cuatro interrumpen su conversación en cuanto notan mi presencia.

—¡Por fin! —Isabella resopla. —Creí que tendría que volver arriba y obligar a tu trasero desnudo a bajar.

—¿Ahora tienes un fetiche con mi trasero? —me burlo mordiéndole a la tostada que acabo de robarle. —Sé que estas obsesionada conmigo y lo entiendo, pero ¿un libro sobre BDSM? ¿Voyerismo? ¿Fetiches? ¿Algo más que me ocultes?

—Solamente sé apreciar lo bueno —se encoge de hombros y bebe de la taza humeante que está en sus manos.

—¿Mi trasero está bueno? —levanto una ceja. Mi ego se dispara mil puntos.

—Entre otras cosas —dice sin poder detenerlo, en cuanto escucha sus propias palabras, sus ojos se abren al máximo al mismo tiempo que la sangre se acumula en sus mejillas. ¡Es tan tierna y comible!

—¿Cuál esta mejor? —pregunto decidida a ponerla a prueba. —¿Mi trasero o el de tu novio?

Se pone pensativa. Los puntos que mi ego ganó hace unos segundos, se desplomaron de golpe. ¿De verdad tiene que pensarlo?

—Pues… —duda. —En realidad no he visto su trasero, así que esta ronda tú la gana.

—Bien —acepto orgulloso. —Espero que así te mantengas, ignorante a sus atributos —le digo serio. Ella pone los ojos en blanco.

—Vaya fiesta la de anoche ¿verdad? —la mujer morena que está sentada al otro lado de la mesa cambia la conversación para cambiar el tema y el humor jocoso que hay en la mesa. —Nunca imaginé que los vampiros supieran cómo divertirse.

—Te sorprendería, querida —Elijah a su lado, da un leve apretón a su mano por sobre la mesa.

—Lamento que Damon casi se robara a tu prometido, Emily —Isabella la mira avergonzada. —Nadie se imaginó que Sam le resultara tan... atractivo.

Toda la mesa suelta algunas risas. Yo no.

—Demonios, no —trago la bilis amarga de mi garganta. —Puedes quedarte a tu novio, prometido o lo que sea. Definitivamente no es mi tipo.

—Más te vale —la mujer, Emily, trata de sonar amenazadora, pero su voz suena a una risa fresca. —¿Ves esto? —señala unas horribles cicatrices en un lado de su rostro. —No serias el primer sobrenatural al que le doy una golpiza.

Angela, Isabella y Emily se ríen, cómplices con ella. Bueno, lo admito, la mujer de la reserva es agradable. Creo.

—¿Alguien puede decirme qué pasó ayer? Al menos, después de que ellos llegaran —pregunto, tratando por milésima vez de organizar los sucesos. —Aun tengo muchos espacios en blanco.

—Cuando la manda llegó, nosotros estábamos nadando y jugando en el agua —Angela cuenta. Yo asiento, eso sí lo recuerdo. —Al inicio fue horriblemente incomodo, todos estaban a la defensiva, cada movimiento nos ponía de nervios y estuvimos a nada de matamos entren todos.

—Sí, eso también lo recuerdo.

—Pero Sam dijo algo de Jacob y a Bella no le pareció —Emily dice tomando suavemente del brazo a la Bambina ¿Quién carajos es Jacob? —Entonces, Bella se encabronó y atacó a Sam con una pistola de agua. Por supuesto que la manada no iba a permitir que le mojaran el trasero a su líder, entonces cada uno tomó también un arma y corrieron detrás de ella persiguiéndola por toda la playa.

—Pero no me dejaste sola —Isabella habla, suena divertida por la experiencia, pero hay algo más escondido en su voz. Una emoción que no logro descifrar ¿Consuelo? ¿Agradecimiento? ¿Ternura? ¿Dónde ésta el maldito empático cuando lo necesito? —Tú también los atacaste con otra pistola de agua, Damon. Fue divertido verlos corren hacia el otro lado de la playa en cuanto te notaron.

—Me sentía como en la película de "Inframundo" —Angela se ríe. —Ya saben, la de "La rebelión de los Lycans".

—Minutos después estábamos todos mojados, persiguiéndonos pero sonriendo de oreja a oreja —Emily aplaude por el aparente recuerdo feliz en su cabeza. —A partir de ahí, todo fue viento en popa.

—A uno de los lobos, Paul, se le ocurrieron unos cuantos juegos —Elijah también suena animado y visiblemente relajado. —Antes de que anocheciera ya habíamos arrasado con todo el alcohol que nosotros trajimos.

—Pero para suerte de todos, aquí en la reserva siempre tenemos bastante y de varias cosas —Emily señala la cocina. Supongo que tendré que venir a revisarlos más tarde. —Además las criaturas sobrenaturales no son fáciles de emborrachar.

—¿Alguien nos dio marihuana? —pregunto recordando las plantitas que Angela tenía en la mano en algún momento de la noche.

—Sí, también es común aquí en la tribu. Usarla y consumirla —Emily ahora luce avergonzada. —A los lobos no les afecta y supongo que a los vampiros tampoco, pero Angela hizo un poco de magia para intensificar los efectos.

Si, algo recuerdo de eso…

—¿La manada no se dio cuenta? —Angela pregunta.

—Creen que fue la combinación con la gran cantidad de alcohol que bebieron —Emily ríe de nuevo.

—¿Tú estás bien, Em? —Isabella pregunta preocupada.

—SI, ya sabes —ella le responde encogiéndose de hombros. —Un poco no hace daño.

—¿Por qué ustedes se ven tan frescos? ¿Y cómo carajos terminé desnudo? —insisto con mis dudas. Aun no me responden porque parece que soy el único que no recuerda nada.

—Una de las ideas que tuvo Paul fue ponernos a jugar "Verdad o prenda" —Elijah me explica bebiendo un sorbo a su taza de café. Las chicas bajan la mirada pero las sonrisas en sus labios son muy visibles. —Creo que la verdadera pregunta es ¿Quién no terminó desnudo?

Las tres mujeres bajan la mirada, siento la vergüenza brotar de sus cuerpos.

¿Vi a Isabella desnuda y no lo recuerdo? ¡Que maldita mierda, Salvatore! Siempre te pierdes lo bueno.

—Cerca de media noche y cuando ya no teníamos ropa, se nos ocurrió cambiar el juego y simplemente jugar "verdad o reto" —Isabella sacude la cabeza, sus palabras de repente parecen distorsionarse ligeramente, como si estuviera a nada de doblarse de risa. —Por eso perseguiste a Sam, Paul te retó a darle un beso y una nalgada.

¡Maldito perro callejero! Ese maldito cabrón las va a apagar. ¡Paul! No tengo idea de quien sea, pero cuando lo vea le voy a meter sus propias bolas en su perruno hocico.

—Estamos frescos porque fuiste el último en despertar —Elijah señala el resto de la casa, evidenciando que está vacía a excepción de nosotros

—Elijah nos ayudó a limpiar todo mientras nosotras nos duchábamos y también tomamos algunas píldoras para la resaca —Angela se señala a sí misma, luego señala el resto de la mesa.

Tiene razón, las mujeres tienen el cabello ligeramente húmedo y la ropa que llevan puesta definitivamente es muy diferente a las que llevaban el día de ayer. Ellas se ven bien porque ya tuvieron tiempo para volver a la vida. Excepto Isabella, hay algo extraño en ella, se ve recién bañada y limpia, pero la piel de su rostro y la de sus brazos se ve muy pálida, casi transparente. ¿Por qué?

Miro a Elijah tratando de preguntarle en silencio, pero el hombre evade mi mirada dejándome en claro que no hablará.

—Les presté algo de ropa pero lamento no tener ropa para ustedes —Emily nos da una mirada avergonzada.

—No te preocupes, querida —Elijah hace un gesto para quitarle importancia. Veo que lleva puesto el mismo traje que ayer. —Iremos a dejarlas a la escuela y pasaremos para cambiarnos

—Hablando de la escuela —Angela mira su celular, preocupada. —Deberíamos irnos, si no, llegaremos muy tarde.

—No se preocupen —Emily sonríe amigablemente. —Ustedes ya limpiaron toda la reserva del desastre de anoche, yo puedo encargarme de estos pocos platos sucios.

Todos nos ponemos de pie con un salto.

—Gracias por todo, Em —Isabella se le acerca y le da un abrazo. Angela la imita, ambas se despiden.

—Vengan a visitarnos más seguido —la mujer de piel morena nos pide. Todos asentimos y salimos casi corriendo por la pequeña puerta de su casa.

En menos de cinco minutos nos encontramos de nuevo en el auto, con las pocas cosas que nos quedaron de ayer, listas y cargadas en la parte trasera, además de que los cuatro parecíamos estar listos para salir de la reserva pero renuentes a regresar al pueblo. Pero, como no tenemos otra opción, Elijah nuevamente se ha apoderado del volante conduciéndonos de regreso a Forks, esta vez, Angela va a su lado en el asiento del copiloto. Ambos van perdidos en su propia conversación sobre cosas de brujas del siglo pasado.

—Damon —Isabella susurra a mi lado, su mano sacude mi pierna para llamar mi atención. Enseguida tiene mis ojos y mi atención sobre ella. —Gracias

—¿Por qué? —junto las cejas.

—Porque, anoche pasaron muchas cosas, y bebiste de mi sangre.

La miro fijamente sin saber que decirle. No es la primera vez que bebo de ella, ¿Por qué me agradece ahora?

—¿Lo hice? —pregunto tratando de recordarlo. Ella asiente y me regala una mirada ansiosa y esperanzada, como si quisiera que lo recordara. —Cierto, cuando apareció Sam empujando a la silla de Billy.

—Bueno, sí, pero no —tartamudea. Está decepcionada. —Además de esa vez, anoche, cuando estábamos en la fogata y en la playa jugando, bebiste varias veces de mí.

—¿Lo hice? —repito. Sueno como un imbécil.

—Por eso tienes más resaca que el resto —explica. —Gracias a ti, todo el alcohol y las… ¿sustancias? que consumí ayer y que mi sangre absorbió, ya no están. Por eso yo estoy casi como nueva, no tengo resaca ni nada por el estilo.

—¿Estas bien? —pregunto girándome para que quede mirándome directamente. Mis ojos analizan su rosto, y su cuerpo en busca de algún daño por la pérdida de sangre. Es por eso que está tan pálida como un cadáver. —Claro que no estás bien, estas pálida y pareces muerta. ¿Qué sientes?

—Solo me siento muy cansada y un poco mareada —suspira y me sonríe tranquilizadoramente. —Elijah tampoco terminó muy intoxicado, entonces cuando se dio cuenta me ofreció sangre, pero yo me negué.

—¿Por qué? —pregunto quejumbroso.

—Porque si algo pasa, si algo me pasa —su rostro se contrae en una mueca de angustia, —quiero que sea tu sangre la que me cambie, no la de nadie más.

—No te pasará nada —digo tragando el nudo de mi garganta por la montaña rusa de emociones que sentí segundos después de que ella dijera esas palabras. —No, no te pasará nada.

—¿Puedes prometérmelo? —susurra.

Quiero hacerlo, quiero jurar que nada le pasará, convencerla de que la protegeré con mi vida. Pero no puedo. Resulta que desde que la conocí he descubierto lo inepto que soy para ese trabajo.

Eres tan patético, Salvatore.

—Gracias —dice de nuevo. El peso de su cabeza cae sobre uno de mis hombros, su cuerpo cálido se acurruca contra mi costado. —Gracias por secuestrarnos y traernos a la playa.

Paso mi brazo por sus hombros para atraerla más a mí. Dejo que mi cabeza descanse contra sus cabellos.

—No sabía cuánto lo necesitaba —suspira satisfecha.

—Me enferma verte encerrada, fingiendo ser alguien que no eres, traicionándote a ti misma —gruño. —No puedo seguir viéndote así. Haría cualquier cosa porque me…

Me doy una bofetada internamente para obligarme a detener mi vomito verbal.

—¿Harías cualquier cosa? —pregunta tímidamente a la vez que su cabeza se levanta, pero sus ojos chocolates no me pudieron enfocar lo suficiente para mirarme a los ojos y leerme.

—Lo que sea —respondo muy honestamente.

—¿Podriaselegirmeami?

Intentó arrastrar las palabras para que yo no pudiera descifrarlas, pero gracias a mi oído vampírico las entendí a la perfección.

—¿Qué dijiste? —le pregunto fingiendo que no la escuché. Quiero que sea valiente y me lo diga.

Su cuerpo se sacude ligeramente.

—¿Puedes hacer que la lluvia se vaya? —pregunta girando su atención a la ventana. Entre más cerca estamos del jodido pueblo, las gotas de lluvia caen con más intensidad.

Aprieto los labios con fuerza para no soltar miles de maldiciones en contra de ella. Aún no está lista para abrirse totalmente conmigo, aún está atada a las malditas cadenas invisibles que él le ha puesto. Mi Bambina aún no es mía.

—¿No te gusta la lluvia? —pregunto siguiéndole la corriente.

—Si me gusta, pero, no quiero que llueva.

—Eso no tiene sentido —me quejo.

—No estoy lista —dice con pesadez. —Edward hará preguntas por mi escapada de ayer. Sé que está molesto porque me salte clases, porque no volví a casa y porque desde ayer no he respondido a sus llamadas.

—Y si hay sol ellos no estarán en la escuela —digo adivinando hacia dónde va su petición.

—Exacto —fuerza una sonrisa.

—Alice me avisó que ya están allí —Angela extiende su brazo hacia atrás para mostrarnos la pantalla de su celular. —Ese plan ya no te va a funcionar.

—Carajo —Isabella hace un puchero.

—¿Lista para ser valiente? —Elijah nos da una mirada por el espejo retrovisor. —Estamos a un par de cuadras.

—No, pero supongo que no tengo otra opción —se cruza de brazos.

—Toma —le pongo mi chaqueta en los hombros. —Te vas a congelar.

La ligera blusa de tirantes que Emily le prestó no será suficiente para cubrirse del ambiente y del vampiro Frio que, estoy seguro, estará junto a ella como un maldito chicle masticado. Además, el idiota no puede verme, pero sí puede olerme. Si Isabella usa ropa mía, si está junto a mí, y sobre todo si compartimos sangre, mi aroma está impregnado en ella. Y debo admitir que verla vestida toda de negro, con la ropa ajustada que le prestó Emily y usando mi chaqueta de cuero, es jodidamente sexy.

—¡Llegamos! —Angela nos avisa.

El auto se detiene a la entrada del estacionamiento, aún estamos lo suficientemente lejos de todos como para tener un poco de privacidad. Los cuatro nos bajamos del auto. Las miradas se centran en la falsa imagen de las dos humanas vestidas como nunca las han visto bajándose de un enorme Jeep color negro con vidrios polarizados. Los murmullos no se hacen esperar.

—Tendrán un interrogatorio más tarde —Elijah habla. Sus ojos se pasean por los rostros de los estudiantes. Las humanas gimen con cansancio, supongo que no es la primera vez que sucede.

—Jessica hará miles de preguntas —le dice Angela a Isabella. Ella asiente.

—Iremos a cambiarnos y volveremos por ustedes más tarde —Elijah les guiña un ojo. Da un paso hacia la Bambina. —¿No quieres beber? ¿Segura?

—No, gracias —ella le responde. —Estaré bien.

Todos hacemos una mueca. Nadie le cree.

—Ten cuidado, mantente viva mientras vuelvo —le pido a Isabella. Ella tuerce los ojos. —Te daré sangre más tarde.

—¡Tú! —Jasper viene caminando a grandes zancadas hacia nosotros. —¡Maldito cabrón!

—¿Yo? —me apunto con un dedo. —Sí, lo soy. ¿A que debo el honor que me lo recuerdes?

—Te dije que a las cuatro, cabrón —gruñe cuando se detiene frente a mí. —¿Sabes lo idiotas que nos veíamos ayer? ¡Maldita sea! El conserje pensó que queríamos robarnos algo o que queríamos asesinarlo.

—Ups —pongo mi mejor sonrisa inocente. —Supongo que lo olvidé.

—Ninguno de nosotros pudo moverse hasta que el maldito sol se fue.

—No es mi culpa que ustedes parezcan bolas de discoteca bajo el sol —me encojo de hombros. —Por cierto. ¿Cómo salieron?

—Charlie vino a la escuela después de que nos denunciaran —explica el rubio exhalando con fuerza. Que dramáticos son los vampiros hoy en día. —Le dio un ataque de risa cuando nos vio, pero después se quedó con nosotros hasta que anocheció y pudimos irnos a casa sin que ningún humano notara que parecemos bañados en diamantina.

—De nuevo, eso no es mi culpa.

—Me debes una, y una muy grande, Salvatore —gruñe de nuevo. —No solo por dejarnos encerrados en la escuela para escondernos del sol. Si no, porque fui yo el idiota que tuvo que aguantar el humor de Edward toda la maldita noche.

—Debiste dejar que él lidiara con su mierda —escupo.

Mis ojos se colocan sobre el niño bonito, está de pie junto a su auto del otro lado del estacionamiento, casi pareciera que está temblando como si tuviera frio y no de coraje como muestra su rosto.

—Lo intenté —suspira el Mayor. —Pero después de la segunda hora de auto desprecio, molestia, celos, vergüenza, pánico, ansiedad, asco y mil emociones más, preferí hacer de mi vida un poco menos miserable y tratar de ayudarlo.

—Y ahora va a querer desquitarse con ella —aprieto a la bambina contra mi cuerpo. Jasper me mira avergonzado. —No dejes que tu hermano la lastime, me encargaré de él más tarde.

—Damon —Isabella me mira buscando saber mis planes para su adorado novio.

—Ve a clases —le doy un empujón. No necesita pensar en eso en este momento. Ella abraza su mochila, y dándome una última mirada, arrastra a Angela rumbo al edificio.

—Volveremos más tarde —Elijah empuja a Jasper y rodea el auto para subirse detrás del volante. El rubio sacude la cabeza y se apresura humanamente a alcanzar a las humanas.

Es mi turno de subir mi trasero al auto.

—¿Comer o ducharnos primero? —Elijah me pregunta. El motor del auto arranca pero él espera mi respuesta para saber qué hacer.

—Comer —digo relamiéndome los labios. Necesito sangre y mucha. —Estoy hambriento, parece que no he comido en años.

Elijah asiente y gira el volante del auto.

—Eso le pasa por beber la sangre contaminada de Isabella —cuchichea para sí mismo. Gruño para qué sepa que lo escuché. —Si no hubieras bebido su sangre, no tendrías tanta resaca y no estarías tan hambriento.

—Me siento del asco por lo que sea que hizo tu brujita —reprocho. —Ella es la verdadera culpable.

—En realidad la culpa es de los lobos —Elijah apunta. —Con ellos perdimos el control.

—Al menos nada malo sucedió —me consuelo patéticamente. —Por qué nada malo pasó ¿verdad?

—¿Crees que soy tan idiota como tú? —ladra claramente disgustado. Me mira furioso por la esquina de sus ojos. —Si uno se va a comportar como un maldito adolescente al menos el otro debería comportarse con más cordura.

—¡Tú me dijiste que me relajara! —salto a la defensiva.

—Si pero no tanto —insiste con fastidios. —Sé que es fácil querer olvidarte de todos los problemas, Damon. Pero si lo hacemos, si bajamos la guardia, vamos a perder más de lo que te imaginas.

—¿Crees que no lo sé? —grito. —No la puedo perder, ni a ella, ni a mi hermano, ni a la brujita. ¡Carajo! ni siquiera puedo perder a Elena porque eso mataría a mi hermano.

Elijah presiona ambas manos sobre el volante. Su espalda y sus hombros están muy tensos.

—Lo sabías ¿verdad? —pregunta bajando su voz. —Que si bebías de Isabella evitarías que el alcohol hiciera efecto.

—El alcohol no me molestaba —hablo receloso de contar mi pequeño secreto de anoche. —Ni Isabella ni Angela se habían drogado, nunca. Ni con hierva común, mucho menos con hierba mágica.

—¿Y crees que los lobos sí? ¿O nosotros? —Elijah levanta las cejas. —Con la alteración de la magia, me refiero —sacudo la cabeza. —Ninguno de nosotros sabía que efectos podía tener. De suerte no se murió nadie.

—¿Sientes algún efecto? —pregunto evaluándolo con la mirada. Si resulta que eso es suficiente para matarlo, me voy a encabronar por haberme arriesgado a usar la maldita daga que John me dio.

—Yo no probé esa cosa —suspira. —Pero no siento nada.

—¿Bebiste de Angela? —lo miro con la boca abierta.

—Una vez, si —asiente. —Tú me retaste a hacerlo.

—Por eso no sientes nada. Ellas no la probaron —le confieso. —Les di un cigarrillo común.

—Inteligente —susurra. Su vista se desvía de la carretera hacia mí. —Juro que no te entiendo, Damon.

—No necesito que lo hagas —digo. Mis manos apuntan hacia enfrente. —Solo sigue conduciendo, tengo hambre.

Elijah mantuvo una velocidad alta hasta que llegamos a Port Angeles. Parte del trato con Isabella y con la familia de vampiros que vivía en el pueblo, era que no podríamos alimentarnos en los alrededores del pueblo. Teníamos que venir mínimo hasta este maldito lugar para poder tener un poco de sangre.

—Te veo en un rato —Elijah se despidió antes de perderse por la ciudad.

Me tomó cerca de dos horas alimentarme. Usualmente mi cacería es de noche donde puedo obtener un poco de diversión con mí comida, pero hacerlo a plena luz del día resultaba abrumador. Todos te veían, todos notaban si pasaba algo extraño. Sobre todo por la manera descuidada en la que ataque a los cuatro hombres y las dos mujeres y la señora que me insultó por tener a una de ellas acorralada contra una pared en la calle. Podría hacerlo mejor si no estuviera tan jodidamente ansioso por volver a ese maldito pueblo del demonio.

—¿Listo? —Elijah está recostado contra el capó del auto, esperando por mí.

—Ya vámonos —digo pasando por su lado.

El viaje de regreso resultó igual de rápido pero en completó silencio de parte de ambos. Cuando volvimos a pasar por la única calle principal de Forks, la vida a aquí comenzó a sentirse casi familiar y cuando nos detuvimos frente a la casa de Charlie, Elijah y yo comenzamos a respirar con normalidad.

—Si me dan tres buenas razones para no meterlos presos por secuestro y privación de la libertar de dos menores de edad… los dejo pasar.

Esas fueron las palabras del Jefe Swan en cuanto abrió la puerta de su casa. Era irónico que un pequeño humano vestido de policía resultara más aterrador que dos vampiros con la cara manchada de sangre.

—El niño bonito me sacó de mis cabales —le digo. —Así que me llevé a Isabella.

Charlie tuerce su bigote. —¿Admites que secuestraste a mi hija?

—Secuestro es cuando te llevas a alguien en contra de su voluntad, tu hija estaba más que encantada de irse conmigo —me defiendo.

—Aun así, sigue faltando una buena razón —se cruza de brazos. —Pero, como me gustó tu truco del encierro a causa del sol, los dejaré pasar.

Su cuerpo se hizo a un lado para que pudiéramos atravesar su puerta. Se encarga de cerrar detrás de nosotros.

—Billy dijo que estaban en La Push —Charlie nos mira. —Me sorprende que nadie saliera herido.

Lo dice por el tema de que, dos tipos de criaturas sobrenaturales que se supone que se odian a muerte, estuvieron conviviendo muy amablemente en la playa.

—Somos más encantadores que los Cullen —Elijah bate las pestañas en dirección al policía. Charlie suelta un bufido.

—¿Dónde están ellas? —pregunta cambiando su tono al de padre responsable y preocupado.

—Las dejamos en la escuela —Elijah explica. —Pasaremos más tarde por ellas.

—Bien —Charlie asiente. —Debo ir a trabajar, hoy tengo turno doble.

—Nos vemos —digo subiendo por las escaleras. Necesito ducharme para eliminar el aroma a perro bañado en alcohol. Malditos metamorfos. Su aroma es asqueroso, y yo que me quejé del aroma de Mason y Tyler.

Mientras me ducho, escucho una conversación breve de los dos hombres que se quedaron abajo. Pero es de cosas sin importancia, solo poniéndose al día de los perfiles que ha estado investigando Charlie.

Juro que no podré seguir escuchando por más tiempo las patéticas vidas de estas personas. Si yo fuera Klaus, no elegiría a la señora que hace cara de asco mientras sirve la comida en la cafetería de la escuela. No teniendo la posibilidad de elegir a alguno de los amigos de Isabella. Yo haría eso, elegir a alguien que me diera acceso a Angela, alguien en quien Isabella confié.

Pero quizás Klaus no es buen estratega y haga algo estúpido.

Con ese pensamiento cierro la llave del agua, me envuelvo en una toalla y salgo de nuevo al pasillo.

—Tu turno —canturreo para que Elijah suba a ducharse. Sus pasos subiendo la escalera y cerrado el cuarto de baño seguido del sonido del agua correr de la regadera.

Dentro de la habitación de Isabella, husmeo en su parte del ropero que ya es casi oficialmente mía. Poco a poco he ido colando mi ropa, de una en una hasta que la coloqué toda y como mi guardarropa es tan amplio, aunque elija al azar mi ropa, como el día de hoy, termino usando algo muy similar a lo que está usando hoy la Bambina. Pantalones una playera y mis botas. Todo de color negro.

—Linda chamarra —Elijah aparece frente a mí minutos más tarde. Ya está completamente vestido —¿Es nueva?

—Se la robé a alguien que fue mi desayunó —digo acomodando la chamarra negra sobre mi cuerpo.

Esta es ligeramente diferente a la que tiene Isabella en este momento, está tiene el cuello redondo, un cierre en el medio y un par de cierres sobre el área del pecho. La que ella tiene, el cuello cae en solapas de dos tamaños, tiene adornos de botones y es menos estorbosa.

—¿No te cansas de usar siempre lo mismo? —le doy una mirada al vampiro original. Este inclinado frente al espejo de la habitación, sus manos acomodan cada pliegue del traje negro que lleva el día de hoy. —Si necesitas ropa más casual, puedo darte algo de lo mío.

—La elegancia se porta siempre, Damon —su voz grabe me responde. —Además, este es parte de la colección de ropa informal.

Lo miro con una ceja arriba. Lo único que tiene de informal es que no lleva corbata, su saco va abierto mostrando la camisa azul que lleva debajo con los dos primeros botones desabrochados.

—Si tú lo dices —digo.

—Andando, se acerca la hora del almuerzo —mira el reloj en su muñeca. —Quiero ver que tanto drama ha tenido Isabella.

—Ahora yo conduzco —digo robándole las llaves de entre sus dedos. Elijah resopla, pero me sigue. Ambos bajamos por la casa sola, nos montamos en el auto y en cinco minutos nos estacionamos frente a la escuela.

—Está muy tranquilo —comento analizando a nuestro alrededor.

—Demasiado tranquilo —Elijah frunce el ceño. —Algo está mal.

—Vamos —doy una palmada en su hombro.

Con zancadas grandes y rápidas cruzamos el estacionamiento. Mientras cruzamos las puertas principales, en silencio me alegro de no ser el único que parece haber desarrollado una habilidad premonitoria. No sé si es únicamente por la situación y la incertidumbre que nos rodea cada día, pero hay algo en mi interior que me dice que algo está sucediendo en este momento, o sucederá pronto.

¿Las visiones de la vampira con tamaño de duende se contagian?

En el interior del edificio, un bullicio bajo se escucha, pero los pasillos están vacíos.

—Todos están en clases —dice señalando un salón con varios adolescente en el interior.

A lo lejos, se escucha el sonido de algo cayéndose, algún cristal rompiéndose con una caída, o con algún golpe.

—O casi todos —murmuro.

Le doy una mirada a mi acompañante, ambos nos hablamos en silencio, moviéndonos en la dirección dónde provino el ruido. Mientras caminamos, ruego para que solo haya sido alguien de la limpieza que no tuvo cuidado al mover algo. Ruego porque no sea Isabella en problemas.

Nos movemos en silencio, alertas a lo que pueda estar pasando. Un gemido ahogado y lleno de dolor se escucha aún lejos de nosotros.

—¿Lo escuchas? —Elijah luce inquieto. Algo muy inusual en él. —Viene del otro lado del edificio.

—No quieres hacer esto —la voz del niño bonito llega a mis oídos. Casi me atraganto con mi propia saliva, ¿por qué no me sorprende que ese imbécil esté involucrado? —Sé que no quieres lastimarla.

—No, tienes razón —una voz humana llega a mis oídos. No sé a quién le pertenece, pero sus palabras suenan ensayadas y fingidas. —Pero no tengo otra opción.

—Ben, por favor —Angela suplica, su voz ahogada nos alerta que hay algo mal.

Elijah me mira alarmado, yo lo miro asustado.

—¡Carajo! —decimos al unísono.

Nuestras piernas se mueven con rapidez a lo largo de los pasillos. Nos detenemos momentáneamente en las puertas de los salones y de los armarios para asomarnos al interior, pero cuando no encontramos nada fuera de lo normal, nos movemos para seguir corriendo.

—Si me matas no vas a solucionar nada —la voz entrecortada de Isabella se escucha al fondo de un pasillo. Puedo sentir el miedo, la ansiedad y el estrés que la recorren.

—Mierda, no, no —obligo a mis pies a que se muevan más rápido, necesito correr en dirección a ella. Elijah no se queda atrás.

—¿Qué carajos está pasando? —Elijah es el primero en entrar, la puerta se azota contra la pared, anunciando su llegada.

Me quiero volver a morir cuando veo la escena frente a mí. En el medio del salón, Angela está de pie, casi de espaldas a nosotros, el castañeo en sus dientes me dice que está temblando de miedo, además de que se mantiene detrás de la espalda del vampiro cobrizo. Él tiene su mano extendida hacia uno de sus costados, protegiendo y manteniendo a la bruja detrás de él, pero su otra mano está extendida hacia el frente.

Mis ojos se mueven analizando la dirección de su mano, él está tratando de alcanzar a Isabella, quien está a unos metros de ellos siendo sostenida de los hombros y del pecho por un humano de cabello negro.

—Damon —Isabella estira lo más que puede una de sus pequeñas manos hacia mí. Quiero moverme y tomarla para acercar su cuerpo hacia mí. Quiero sacarla de los brazos de ese idiota y colocarla a mi lado donde sé que está casi segura.

Necesito sacarla de aquí.

—Tranquila, Bambina —digo para que se tranquilice. —Te tengo ¿sí?

Ella intenta mover su cabeza para una respuesta silenciosa pero el enorme y brillante cuchillo que hay en su garganta impide que complete el movimiento. Jadeo al unisonó con ella, ambos con dolor. Su otra mano se estira en mi dirección en una súplica silenciosa por ayuda, rogándome que la ayude.

Tranquila, bambina. Todo va a estar bien.

—Hola, Elijah —el humano saluda, el veneno y la ferocidad en sus palabras hacen que todos nos estremezcamos.

—Hermano —Elijah da un asentimiento tenso.

¡Ay no me jodas! No puede ser posible. ¡Esto no puede estar pasando en este momento! ¿Qué no se supone que íbamos a disfrutar de la vida? ¿Salir, beber, divertirnos? Esta no es la definición de diversión que yo esperaba.

Los ojos de Isabella siguen sobre mí. Su cuerpo aún se sacude bajo el feroz agarre del hombre detrás de ella.

—Damon —suplica de nuevo. —Por favor, no quiero morir. No de nuevo.

Siento que es a mí a quien le atraviesan el corazón.

—No lo harás —le juro en voz alta, pero, también a mí mismo en silencio.

—Ben —la voz del vampiro frio llama la atención del humano. —Baja eso y hablemos. Yo te puedo ayudar a conseguir lo que quieres.

—No me digas. ¿Lo harás? —pregunta, una de sus cejas se eleva, en su mirada hay apatía, odio y burla. Se está mofando del vampiro, sabe que no puede ayudarle.

—Por supuesto que sí —el niño bonito habla tratando de sonar convincente, —yo puedo ayudarte —le promete. Da un paso lento, acercándose al humano. —Pero si quieres mi ayuda, necesito que primero dejes ir a Bella.

El adolescente, este humano poseído por Klaus suelta una profunda y tétrica carcajada antes de volver a mirar al vampiro.

—Me temo que eso no se va a poder.

Escucho al frio tragar el veneno en su boca.

—Déjalas ir, hermano —Elijah trata de abogar por las dos mujeres Ahora es su turno de caminar un par de pasos en dirección a la escena. —Podemos arreglar esto sin su ayuda.

—¡Una cosa debías hacer, Elijah! ¡Te pedí una sola cosa y me fallaste! —Klaus comienza a gritar, esta vez su voz es diferente a la que ha fingido para hacerse pasar por el humano, esta vez es más grave. —Durante años lo hicimos a tu manera, si no fuera por tu estúpido enamoramiento por Katherine…

—Hermano —Elijah intenta de nuevo.

—Ahora lo haremos a mi manera —advierte.

—Ben, no sé de qué estás hablando, pero… —el niño bonito trata de calmar los ánimos.

—¡Cierra la maldita boca! —brama Klaus. Por supuesto que el niñato sabe lo que le conviene, sabe que debe obedecerle.

—Nicklaus —Elijah avanza otro paso en dirección a su hermano. —Sé dónde está Elena, sé dónde está la piedra, no necesitamos a ninguna de ellas.

Aprieto mis ojos con fuerza. Algo me dice que Elijah no miente.

—Mañana hay luna llena, hermano —Klaus sisea. —No tengo tiempo para tus juegos.

—No hay truco —Elijah levanta los brazos, muestra sus palmas como rendición.

—Yo también sé dónde está Elena —Klaus dice desinteresado. —Y me voy a llevar a Angela, les guste o no.

—Ben, mi amor —Angela interrumpe. El rostro del humano se mueve bruscamente, enfocando sus ojos negros en ella. —Por favor cariño, tienes que hacer algo por mí.

Cada palabra que dice está a nada de arrojarla a un precipicio de sollozos incontrolables. Su desesperación es notable, sus movimientos son erráticos y débiles, y aunque sus manos empujan el brazo del vampiro frente a ella, no logra moverlo ni un centímetro, solo asoma ligeramente su cuerpo.

—Ben, tienes que tomar el control —ruega entre sollozos. —Puedes hacerlo, regresa a mí, cariño.

—¡Basta! —Klaus suelta un rugido furioso. —Ya se lo que estás tramando.

—Ben, lucha contra él —suplica de nuevo la brujita.

—¡Detente, bruja! —gruñe, escucho los dientes apretarse y la mandíbula del humano trabarse. —¿Acaso quieres que tu amiga salga lastimada?

Le da un empujón a Isabella que suelta un sollozo en respuesta.

—¡Déjala! —Angela chilla asustada. Sus brazos se levantan, sus manos apuntan en dirección a Klaus, una luz roja comienza a formarse alrededor de sus manos.

—¿Segura que quieres hacer eso? —Klaus se burla.

—Ponme a prueba —Angela rodea el cuerpo frio y duro que la protege, se coloca al frente, mostrándose desafiante y lista para atacar.

—Adelante, hazlo —la sádica risa regresa. —Pero, si lo haces solo lograrás que tú patética amiga y tu querido novio terminen muertos.

Angela jadea horrorizada con la idea. De repente, deja su postura defensiva y se vuelve a hacer pequeña, retrocediendo a tropezones hasta que queda de nuevo escondida detrás del vampiro que la protegía al inicio.

—Déjala —suplica ahogadamente. —Bella no tiene nada que ver, a quien quieres es a mí.

—Ella no tiene nada que ver, es verdad —Klaus baja la cabeza para mirar a Isabella. —Pero estoy harto de que se interponga en mi camino.

—Hermano…—la palabra es pronunciada por Elijah, pero ahora es una advertencia.

—Si le haces daño yo mismo te mataré, maldito —amenazo con un profundo gruñido. Siento mi cuerpo inclinarse hacia adelante, mis piernas dando pasos para acercarme a ellos, pero Elijah me detiene.

—¡Que tierno eres! —Klaus ríe animado. —Si todos ustedes la protegen tanto debe ser por algo ¿verdad? —su nariz baja hacia el cuello de Isabella. Ella chilla asustada y yo aprieto los puños a mis lados. La maldita impotencia y la mano de Elijah colocada en mi pecho, me clavan en mi lugar. —¿Será su atrayente aroma?

—Si me vas a matar, hazlo —Isabella balbucea, pero ahora luce valiente. —De todas maneras, te veré en el infierno.

—¡Y ahí está! —Klaus exhala complacido. —Esa personalidad tuya tan… encantadora. Ahora entiendo porque los tienes a todos de rodillas por ti, casi me atrapas a mi también.

—Suéltala —el niño bonito interrumpe de nuevo. —Dejaré que te lleves a Angela, pero dame a Bella.

—¡Edward, no! —Isabella se retuerce en brazos del psicópata poseído. —¡No puedes hacer eso!

—¿No es romántico? —Klaus inclina su rosto y le habla al oído a Isabella. —Te quiere tanto que está dispuesto a entregar a tu amiga para que muera en tu lugar.

—¡Edward llévate a Angela! —Isabella sigue gritando. El niño bonito la mira como si lo estuviera torturando. —Yo estaré bien. ¡Maldita sea, tienes que llevártela!

—Te dejará cargar con la culpa de su muerte —Klaus continúa con su discurso. —Cada que lo veas, solo podrás ver al maldito traidor que asesinó a tu amiga.

—¡No, no, no! —Isabella comienza a llorar.

—Te diré dónde está Bonnie —le ofrezco. —Déjalas ir a ambas y te diré dónde está, yo puedo llevarte.

Klaus me mira con interés. Acabo de echar a perder el plan que nos hemos esforzado la última semana en armar, pero, ¡que se vayan al carajo! No permitiré que la bambina cargue en su conciencia con una muerte. Yo puedo lidiar con cualquier mierda de ese tipo, ella no tiene que hacerlo.

—Eso hubiera funcionado hace un par de días, pero sin duda aprecio tu oferta, Damon —el humano me mira. —Aunque me temo que la rechazaré, Angela será un premio aún mejor, sin duda.

Mierda, mierda y más mierda.

—Pero, te prometeré algo, por tu consideración de hacer esa oferta tan tentadora —mientras habla, su mano mueve el cuchillo, paseándolo por todo el cuello de Isabella, ella tiembla y llora. Yo estoy a nada de hacer lo mismo. —Te prometo que yo no mataré a Isabella.

Casi respiro, casi. Aquí hay una jodida trampa, lo sé.

—Es una pena que tu adorado novio lleve casi más de dos semanas sin alimentarse —le susurra en el oído a Isabella, la bambina abre los ojos con terror. Klaus se deleita con su reacción, el rostro del humano sonríe de una manera que resulta más escalofriante que el mismísimo Joker. —Entonces, Damon, te doy mi palabra, no serán mis manos las que arrebaten la vida de a preciosa Isabella.

La mano de Klaus que empuña el cuchillo se levanta en el aire. Mi corazón se detiene.

—Lástima que no puedo decir lo mismo de su novio.

Con un rápido movimiento, la hoja afilada del cuchillo aterriza en el costado del abdomen de Isabella. Puedo escuchar el momento en que su piel se rasga, puedo oler la sangre que brota de su piel.

A partir de ahí, todo sucede en cámara lenta.

Soy testigo del dolor de Isabella cuando su cuerpo es herido, mis ojos detectan la expresión preocupada de Elijah, veo a Angela luchar por sacar un grito desde el fondo de su garganta al tiempo que veo sus manos levantarse y volver a formar la luz roja en sus palmas, mis ojos aprecian la expresión de victoria que atraviesa el rostro del humano. Y, en contra de mi voluntad, veo el momento en que el vampiro de piel fría se da cuenta que acaban de lastimar a su novia, veo el maldito momento en el que sus sentidos ganan, observo cuando las aletas de su nariz se abren tomando una profunda respiración y observo la reacción de su cuerpo que flanquea al ser golpeado por el aroma,

Soy el puto testigo de cuando todo se va a la mierda.

El cuerpo de Isabella se dobla con un grito de dolor, su mano se levanta a la herida buscando cubrir la sangre. Angela aprovecha para extender sus manos cargadas de magia que sale expulsada en dirección al cuerpo del humano poseído, el cual es proyectado contra la pared del fondo del salón. Error. Él aun no había soltado el cuerpo de Isabella y el efecto dominó de la situación la arrastra por el aire junto a él. Ambos cuerpos rebotan contra la pared antes de caer con un golpe sordo en el suelo.

—Mía —alguien brama cerca de mí.

—En tus malditos sueños —suelto con un fuerte rugido.

Antes de terminar la frase, mi cuerpo reacciona antes de que mi cerebro registre lo que está sucediendo. El frio se agacha, preparándose para usar sus dos resortes para impulsar su propio cuerpo a través del aula y en dirección a Isabella.

Al mismo tiempo, yo ya estoy en el aire, lanzándome para detenerlo.

Mis manos lo empujan con fuerza antes de que él logre acercarse a ella. La fuerza del impacto de nuestros dos cuerpos nos envía en diferentes direcciones, él atraviesa las ventanas que están al costado del salón de clases cayendo hacia el jardín de afuera. Yo en cambio, choco contra la pared contraria, cerca de la puerta por donde entramos hace unos minutos.

—Elijah —gruño poniéndome de pie.

El vampiro original ya está arrodillado junto a los dos cuerpos humanos. Con una de sus piernas inmoviliza al humano loco para que se mantenga en el suelo, el resto de su cuerpo está inclinado hacia Isabella, deteniendo la sangre de su herida en el abdomen.

—¿Estas bien? —Elijah le pregunta a la bambina.

—Solo es sangre —dice ella. —No creo que haya atravesado ningún órgano.

—Necesito sacarte eso antes de darte sangre.

—Angela ¿Qué carajos esperas para hacer tu magia? —cuestionó a la bruja que sigue de pie en el medio de todo el desastre.

—Angela, tienes que detenerlo —Elijah mira fugazmente por encima de su hombro.

—No puedo —chila la bruja. —Lo voy a lastimar.

—Yo no podré detenerlo más tiempo —Elijah señala al humano que lucha por ponerse de pie de nuevo. —No sabemos que otro truco tenga.

—Te sorprendería, hermano —murmura Klaus.

El rostro de Isabella me alerta que hay algo malo detrás de mí. El aroma a algodón de azúcar penetra mi nariz avisándome que el vampiro frio y malo está de regreso en el lugar.

—¡Es mía! —ruge ferozmente. —¡No dejaré que me la quites!

Su cuerpo se lanza sobre mí, atacándome y arrastrándome lejos de Isabella. Dejo que lo haga, eso me será de ayuda antes de patear su trasero. Cuando cree que me tiene sometido, me ataca, usando su cuerpo para tomar fuerza y golpearme una y otra vez.

—¡Edward! —el grito ahogado de Isabella casi me desconcentra. —¡Déjalo! ¡No lo lastimes!

—Ya la oíste —digo. —Pero ella no ha dicho que yo no puedo herirte ¿verdad?

Le regreso los golpes. Uso mi cuerpo para mantenerlo lejos de la bambina, empujándolo hacia la pared opuesta, pero no dejo de usar mis manos para golpearlo, las gritas grises en su piel comienzan a ser visibles.

Escucho los chillidos de las humanas a mis espaldas y escucho los gruñidos de Elijah. Algo está pasando, pero si me giro a mirar, este idiota va a usarlo para llegar a Isabella.

—¿Por qué sigue sangrando? —pregunto distraídamente.

—¡Estoy ocupado! —es la respuesta de Elijah.

—¡No me puedes estar jodiendo! —ladró encabronado. —¿Tengo que hacer todo yo?

Doy una patada en el medio del pecho al vampiro. Su cuerpo duro y frio sale volando, pero esta vez atraviesa gran parte del jardín de afuera, ni siquiera me molesto en mirar donde cae, o si es que cae, me giro y pongo mi atención en lo que está sucediendo. Elijah está peleando con un vampiro que no sé de dónde ha salido, Angela está luchando por alcanzar a Isabella que está sirviendo de escudo a Klaus.

Con pasos rápidos, los alcanzo. Paso a un lado de Angela que en cuanto me ve detiene la magia de colores que sigue brotando de sus manos.

—Damon, volviste a la fiesta —Klaus me mira desafiante, con un giro acomoda de nuevo a Isabella delante de su cuerpo. —¡Hurra!

—Tu concepto de fiesta es muy diferente al mío —fuerzo una sonrisa.

—¡Oh! Pero no me culpes —hace un puchero de decepción. —Yo quería hacer esto de una manera menos… dramática.

—No creo que ese sea tu estilo —Isabella le gruñe con los dientes apretados. Klaus se ríe, la mano que la sostiene por debajo del pecho se mueve, acariciando su abdomen sobre la superficie de la tela de su blusa. Es mi turno de gruñir.

—Ustedes me provocan —se defiende. Su mano toma el mango del cuchillo que aun sobresale de la piel de Isabella y le da una vuelta provocando que ella aullé de dolor. —¿Te duele, pequeña?

Isabella grita hasta quedarse sin aliento. Mi cuerpo tiembla.

—Ya que estamos en confianza, te haré una pregunta, Isabella —murmura él. Angela y yo nos tensamos. —¿Sabes porque, cuando te haces una herida de este tipo, recomiendan que no saques el objeto de tu cuerpo?

—No, no —lloriquea ella. —No lo hagas.

Por supuesto que lo hace. Saca el cuchillo de su cuerpo, provocando que la hemorragia aumente y su sangre brote en un chorro constante y bastante llamativo.

Para empeorar nuestra vida, el vampiro sin control entra de nuevo en la escena.

—¡Suéltala! —ruge. —¡Su sangre es mía!

—Si insistes —Klaus se encoje de hombros. Gira el cuerpo de Isabella y lo lanza directamente a los brazos del idiota.

—¡No! —Angela, Isabella y yo gritamos a la par, adivinando sus intenciones.

Klaus actúa más rápido que cualquiera de nosotros. Una de sus manos se encarga de girar el cuerpo de Isabella, empujándola a los brazos del vampiro sediento de sangre. Su otra mano se levanta con el cuchillo aun entre sus dedos y lo lanza en mi dirección.

—Maldito cabrón —gruño cuando siento el ya familiar ardor punzante. No me lastima demasiado, pero la molestia es suficiente para que me desconcentre de lo importante. Lo saco y lo tiro lejos de mí.

—¡Edward detente! —Isabella grita. —¡No lo hagas!

Parpadeo un par de veces para aclarar mi vista. Del otro lado del aula destrozada y revuelta está el vampiro Cullen, inclinado sobre el cuerpo de Isabella que se retuerce tratando de alejarse de él.

—Shh tranquila —dice él. Su voz es encantadora, empalagosa y seductora. —Por fin serás mía.

—¡Edward, por favor! —Isabella solloza y sigue rogando. —No quieres hacer esto.

—Por supuesto que quiero —se relame los labios. —Llevo meses deseando hacer esto.

Sus manos pálidas toman el cuerpo de Isabella, ella se retuerce y grita, pide, suplica que la deje ir. Veo sus manos mancharse de sangre, veo sus dedos apretarse alrededor del torso de ella, inclinando su cuerpo, doblando su espalda hasta casi partirse en dos. Si alguien que no conociera la situación los viera, pensaría que forman parte de alguna obra de arte; un hombre arrodillado, sosteniendo el cuerpo de su amada, acariciándola, venerándola, adorando a la mujer en sus brazos.

¡Y una mierda!

Yo que conozco la verdad sé que está a punto de matarla.

No importa cuánto luche, cuanto le suplique, ella no podrá zafarse de él.

—¡Damon! ¡Ve por ella! —Angela chilla histéricamente. —Yo me encargo aquí.

—Por fin serás mía —dice él vampiro en voz baja.

Me lanzo de nuevo en su dirección. Le doy un golpe en la espalda con fuerza, escucho el crujir de su piel debajo de mi bota, su cuerpo cae al suelo, su peso contra el cuerpo tembloroso de Isabella.

—¡No! —su grito desgarra su garganta y me desgarra a mí. Ella no debería tener tanto miedo, ella no debería estar aterrorizada.

Mis manos toman un puñado del cabello cobrizo del vampiro, lo levanto hasta que queda a mi altura y le vuelvo a dar otra patada, lanzándolo contra la pared al otro extremo de nosotros.

—Damon —ella me llama desde su posición en el suelo.

—Toma —muerdo mi muñeca y la acerco a sus labios con desesperación. Logró que beba un trago antes de aleje su rostro. —¡¿Por qué no bebes?!

—Detenlo —sus ojos rojos y llorosos se colocan en los míos. —No podrá detenerse por sí mismo y eso lo matará —su voz suena a dolor. —¡Por favor!

Mi corazón se rompe. Verla desangrándose, con lágrimas en los ojos mientras me suplica que evite que el imbécil haga una locura. Ese cabrón no la merece.

Yo tampoco la merezco, pero me prometí a mí mismo que no permitiría que ella cargue con la culpa de una muerte. No importa que esa muerte sea la del imbécil de Edward Cullen.

El cobrizo está avanzando de regreso a mí. Ahora su rostro luce totalmente desencajado por la sed, el deseo, la rabia y las ganas de tener a Isabella a cualquier costo. Ahora no es el niño bonito que se la pasa lloriqueando a los pies de una humana, no señor, ahora es una bestia, un vampiro feroz.

—Volveré —le prometo a Isabella.

Me pongo de pie de un salto y de nuevo me lanzo a por él. Mis uñas se encajan en su cuerpo, lo arrastro a través de los restos de la ventana rota, lo arrastro conmigo hasta el jardín, lejos de la humana sangrante. Su cuerpo se sacude entre mis manos, con mordidas, rasguños, gruñidos trata de volver al interior del edificio.

Cuando estamos a una distancia más prudente, dejo que se ponga de pie. Ya había luchado contra él. Pero una cosa es luchar contra un adolescente celoso y otra es luchar contra un vampiro sediento de sangre entregado completamente a sus instintos. Esta vez me siento excitado por la pelea, esta vez podré usar mi fuerza y tendré un oponente digno.

Además que el hecho que la sangre de Isabella esté escurriendo por nuestros brazos y muy impregnada en nuestra ropa hace que resulte más estimulante. La pelea en la que nos enfrascamos solo intensifica los sentidos de ambos y cada golpe que nos damos, hay sangre y veneno volando por todas partes.

—Angela, ¡haz algo! —escucho la voz de Elijah al interior del salón.

—No puedo, mataré a Ben si lo hago —lloriquea la bruja.

Aprovecho que tengo el cuerpo del vampiro inmovilizado en el suelo debajo de mí, tomo su brazo y me deleito con el sonido de la roca desgarrándose al mismo tiempo que de su garganta sale un rugido de dolor. Tengo unos segundos de ventaja.

—¡Maldita sea, solo mátalo y acabemos con esto de una vez! —grito apareciendo de nuevo en el interior del salón. —Luego te conseguimos un nuevo novio.

—No… no puedo… Ben morirá… —Angela tartamudea. —Yo… yo necesito…

—Haz lo que sea, pero haz algo —Elijah gruñe de nuevo. Su mandíbula está apretada.

Me llama la atención que ya se ha librado del otro vampiro que luchaba contra él, pero ahora está luchando por detener el cuerpo del humano poseído. Veo que la mano del hombre tiene algo que brilla, parece similar a la daga que usé para tratar de matar a Elijah.

Fuerzo mi vista a obtener una mejor visión. Mierda. Ese maldito psicópata si está dañando a Elijah con una daga similar. ¿O será la misma?

—Damon.

—Bambina —me arrodillo de nuevo junto a ella. Tomo su cuerpo y lo acomodo en mi regazo.

Un poco más de mi sangre y tendremos el suficiente tiempo para encargarnos de todo y curarla como se debe. La falta de sangre que tenía desde en la mañana está afectando visiblemente la hemorragia que tiene, ahora su piel se ve transparente, sus ojos se están hundiendo, pero lo que me consuela es que su corazón sigue latiendo con normalidad.

—Vamos nena, necesito que bebas un poco más —me inclino para darle acceso a mi muñeca. Sus labios se unen a mi piel que ya ha cicatrizado, pero no alcanza a morderme, algo atraviesa mi cuerpo en el medio del pecho.

—¡Damon! —el grito cargado de pavor de Isabella hace que mis oídos zumben.

Una mano helada tira de mi cuerpo hacia atrás, maniobro para colocar el cuerpo de la bambina a un lado. No necesito mirar para saber quién fue.

—Maldito idiota —espeto molesto. —Juro que te sacaré los ojos.

—¡Edward! ¡No lo lastimes!

—Una estúpida barra de metal no me matará, idiota —le escupo de mi propia sangre directamente a los ojos.

Esa cosa no me matará, pero ¡joder, como duele!

Siento sus dientes atravesar mi hombro, sé que quiere arrancarme también un brazo, pero doy una vuelta y solo logra arrancarme un pedazo de piel.

—Elijah —lo llamo.

Con mi cabeza hago una señal para que me ayudé. El original suelta a su hermano y se lanza contra nosotros lanzándonos a los tres de nuevo afuera del edificio. El dolor de la mordedura hace que mi vista se nuble.

—¡Edward! ¡Hermano contrólate! —una voz vagamente familiar interrumpe en la sintonía de gruñidos que hemos causado. Uno de los Cullen, el grandote para ser exactos, rodea con fuerza el cuerpo de su hermano sediento de sangre.

—¡Suéltame! ¡Él quiere quitarme su sangre! —el cobrizo se sacude. —¡Lo voy a asesinar!

—¿Estas bien? —la voz del Mayor me regresa a la realidad, parpadeo para obligar a mis ojos a enfocarse de nuevo. A unos metros de mí, veo al resto de los hermanos Cullen luchando por contener a su hermano.

—Estaré bien —digo.

—Ve —me indica. —Nosotros nos encargamos de él.

Asiento.

—¡Ahora, Angela! —las palabras de Isabella hacen que mi atención vuelva a la ventana rota del edición a unos pasos lejos de nosotros.

Angela está de pie, su rostro ya no tiene los anteojos pero sus ojos están muy abiertos y su mandíbula está fuertemente apretada, mostrando sus dientes. Su espalda está recta y sus piernas parecen estar ancladas al suelo debajo de ella, sus dos brazos se mantienen extendidos frente a su pecho, con las palmas en paralelo a su cuerpo. De sus manos sale una especie de humo mezclado con luces de color morado.

Frente a ella, el cuerpo del humano está de pie, pero sus brazos están extendidos en el aire a los costados de su pecho y su espalda está curveada hacia adelante.

Algo extraño sucede.

Del fondo de la garganta del humano, sale un profundo y ensordecedor grito de agonía. Angela también grita y la magia en sus manos sale disparada hacia el humano, la niebla envuelve el cuerpo por unos segundos hasta que brota de él una especie de reflejo fantasmal. Como si el alma se separara de la materia que forma el cuerpo.

—¡Bella! ¡No! —alguien con voz chillona y llena de campanas grita junto a mí.

Veo el cuerpo de Isabella ponerse de pie con dificultad pero con movimientos seguros. Se coloca detrás del cuerpo envuelto en la energía morada. Sus brazos se levantan en el aire, sus manos empuñan con fuerza el cuchillo que estuvo anteriormente en su abdomen.

—¡Detenla! —me gritan.

Mi cuerpo se lanza, mis piernas se mueven a la máxima velocidad que pueden. No me importa el dolor de las heridas en mi cuerpo, no me importa nada más que ella. Mis ojos ven el momento en el que sus manos aterrizan con fuerza sobre la espalda del cuerpo del humano, enterrando toda la hoja del cuchillo hasta donde la piel se lo permite.

Llego justo a tiempo para rodearla por la espalda mientras mis manos rodean sus manos que sostienen con fuerza el mango de plástico contra el cuerpo del humano, llego justo a tiempo para que la sangre del hombre nos salpique a ambos.

Angela baja sus manos, liberando al cuerpo de lo que sea que su magia estaba haciendo. Su pecho sube y baja respirando agitadamente.

—Tú… tú lo… mataste —una voz extraña llega a nuestros oídos. Mi cabeza se levanta y veo a una mujer de pie en la puerta, su rostro está en shock, sus ojos están muy abiertos, una de sus manos está sobre su pecho y la otra tratando de cubrir su boca. —Tú… mataste… tú lo hiciste.

—Jessica —Angela se gira lentamente. Su voz se rompe al pronunciar el nombre de la humana. —No es lo que crees.

El cuerpo del humano elige que es el momento perfecto para caer de rodillas frente a nosotros. Mostrándonos bañados en sangre y con un maldito cuchillo en las manos.

—¡Mataste a Ben! —chilla histéricamente la humana. —¡Eres una asesina, Isabella!

—Yo… no… —el susurro de la Bambina es casi inaudible.

—Ella no hizo nada —Angela tartamudea.

—¡Asesina! —grita de nuevo la humana desconocida que se llama Jessica. ¿Por qué siento que la conozco?

Isabella baja su cabeza. Un jadeo horrorizado sale de su boca al verse a sí misma bañada en su propia sangre y en la de alguien más.

—No, no. No Bambina —le digo ignorando los berridos que se escuchan en la puerta. —Yo lo hice —le aseguro sacudiendo nuestras manos. —Mira, yo lo hice.

Aprieto con más fuerza mis manos alrededor del mango de plástico.

—Yo, yo lo… —balbucea con pánico. —Yo no quería… yo no lo…

—¡Mataste a Ben! ¡Eres una asesina, Isabella! —la humana sigue soltando idioteces. —¡Pobre Angela!

—No, no. —Angela sacude frenéticamente la cabeza. —No fue culpa de Bella, ella no lo hizo.

—Yo lo maté —Isabella pronuncia finalmente esas palabras. Entra en un frenesí causado por el shock de la situación, sus labios pronuncian esas palabras una y otra vez.

—Está bien —digo con voz calmada. —Yo lo hice, tú no hiciste nada.

—Damon —Elijah aparece por detrás de la humana que sigue gritando desde la puerta del salón. —Sácala de aquí, yo me encargo de esto.

—Vamos, Bambina —saco con cuidado el cuchillo de nuestras manos. Lo dejo a un lado del cuerpo. —Vámonos de aquí.

—Ve con ellos, Angela —Elijah mira la silueta temblorosa de la bruja. —Te van a necesitar.

—Yo… —ella duda. Mira a Elijah, luego a la humana histérica, luego al cuerpo de su novio y luego a nosotros.

—¡Asesina! —la otra humana sigue gritando. —¡Te vas a pudrir en el infierno! ¡Maldita loca! ¡Yo le ayudaré a Angela a encerrarte!

Muevo a Isabella para acomodarla en mi regazo. La herida de su abdomen aun no deja de sangrar y con cada movimiento solo brota más liquido rojo. Necesito darle sangre, pero necesito alejarla de esta loca que se cree justiciera y que la está amenazando.

—Angela, Bella no tiene mucha sangre y cada segundo que pasa su corazón late más lento —sus palabras me resultan crueles y duras. Pero nos hace reaccionar a ambos. —Váyanse, cuando terminé aquí los alcanzo.

—Vámonos —gruño poniéndome de pie con Isabella en mis brazos. Angela reacciona y me sigue en silencio.

Todo sucedió en el último edificio, así que, si quiero llegar al auto debemos cruzar toda la escuela. Me decido salir a los pasillos, aunque es peligroso que alguien vea a las dos humanas bañadas de sangre, es menos peligroso que volver a salir por el jardín que está junto al bosque. Lo más seguro es que los otros vampiros estén allí luchando aun con su hermano.

—El timbre del almuerzo está a nada de sonar —la voz distante de la bruja hace que mi ansiedad aumente. —Necesitamos correr.

—Sígueme —le ordeno. Ella empieza a correr con fuerza, yo voy a su lado trotando. Cruzamos la puerta principal sin ser detectados por nadie más y nos mantenemos corriendo hasta estar delante del auto negro.

—Las llaves —suspira estirando su mano hacia mí.

—Maldición —gruño cuando recuerdo donde las guardé hace rato. —Están en uno de los bolsillos de mis pantalones, el del lado derecho —Angela avanza un paso hacia mí. —Cuidadito con propasarte.

Ella no dice nada, solo mete su mano a mi pantalón y saca rápidamente las llaves. Presiona un botón para botar los seguros de las puertas.

—Súbete con ella atrás —me dice. La miro con los ojos abiertos. —Mírala, Damon, no te va a soltar.

Mi cabeza baja a Isabella, su cabeza está recostada contra mi hombro. Una de sus temblorosas manos sostiene firmemente mi camisa en su puño, la otra sostiene uno de mis hombros con la misma fuerza, haciendo presión en el área donde el idiota me mordió.

El chirriante sonido del timbre que anuncia la hora del almuerzo causa un revuelo en toda la escuela, el resto de los estudiantes se empiezan a mover por los pasillos en dirección a la cafetería, algunos vienen hacia la salida.

—¡Carajo! —Angela me empuja. —Date prisa, Damon.

Me subo al asiento trasero deslizándome aun con Isabella en mis brazos, me muevo suavemente para no lastimarla ni perturbar su postura acurrucada contra mi cuerpo. Angela cierra la puerta de golpe, corre a la puerta del lado del conductor y se acomoda en el lugar arrancando el motor y sacándonos del estacionamiento.

—No, no —jadeo. Siento cuando su cabeza se desliza de mi hombro cayendo en punto muerto hacia atrás. —Despierta Bambina, quédate conmigo —con desesperación sacudo su cuerpo y le doy palmadas a rostro para intentar obligarla a que vuelva en sí. —No me hagas esto de nuevo.

—Toma —Angela lanza sobre su hombro una botella de agua. —Intenta con eso, en las películas si funciona.

Abro con rapidez la botella y la vació sobre el rostro de Isabella. La temperatura fría del agua hace que sus sentidos reaccionen, su cabeza se endereza con dificultad, sus ojos no se abren pero sus parpados se mueven diciéndome que está ligeramente consiente.

Muerdo mi muñeca y la pongo sobre sus labios. —¡Abre la boca! ¡Tienes que beber! —ordeno. Ella casi por instinto lo hace. —Eso es. Vas a estar bien, Bambina.

Todo el estrés, la histeria y el medio que estaban sobre mí, se disipan en el momento en que siento su boca jalando la sangre de mi muñeca. Mi otra mano se mantiene alrededor de su cuerpo, mis dedos suben y bajan por la longitud de su cadera.

—Espera, espera, ¿A dónde demonios vas? —pregunto irritado. —Su casa está hacia el otro lado.

—¡Oh, lo lamento! ¿Quieres que vaya a su casa? —Angela suelta las palabras con dramatismo y destilando ironía. —¡No seas idiota! En cuanto Edward recupere la cordura, lo primero que hará será poner el rabo entre las patas y correr hacia a buscarla a su casa.

—Maldición.

—Además, Elijah no puede llevar a un cadáver a la casa del Jefe Swan.

—Charlie no estará en su casa hasta mañana —explico recordando lo que dijo el hombre hace unas horas. —Tiene que hacer un turno doble.

—Mejor para nosotros —asiente ella. Sus manos se mueven moviendo el volante para internarse en el bosque. —Así no daremos explicaciones.

—¿Y a dónde carajos nos llevas? —pregunto. Ella solo sigue conduciendo a través del bosque.

—¿Esta bebiendo? —cambia de tema dando una mirada rápida por el retrovisor en nuestra dirección.

—Si —digo mirando de nuevo a Isabella. —Ya comenzó a cerrar su herida.

—Bien.

Concentro mi atención en la humana en mis brazos. Alejo mi muñeca cuando siento que ha bebido lo suficiente, ella vuelve a deslizarse a la inconciencia, pero esta vez parece que es por causa del shock y el trauma de la situación, no por sus heridas.

Ella estará bien.

Unos minutos de silencio después, Angela frena de golpe. Levanto la mirada hacia la ventana, estamos en el medio del bosque pero dos metros de la puerta del auto hay una cabaña de gran tamaño.

—Andando —la bruja me abre la puerta hasta donde la carrocería se lo permite. Mientras me deslizo a su lado, sus ojos dan una mirada a su amiga, exhala con alivio cuando ve que el color ha comenzado a regresar a su piel.

—¿Es tuya? —pregunto caminando hacia la puerta. —¿Por qué no nos habías dicho de este lugar?

—Mi abuela la construyó, pero ahora es mía —suspira. —Es el único lugar seguro de este pueblo.

Veo a la bruja subir los escalones del pórtico, sus llaves de deslizan por la cerradura y abre la enorme puerta de madera. Ella entra y se pierde por unos segundos en el interior. Mis piernas se mueven listo para seguirla, pero mi cuerpo se detiene al toparse con un muro… invisible.

Al carajo con las brujas y sus malditos hechizos.

—Webber —gruño desde la puerta. Ella asoma su cabeza y avanza de regreso a mí. —Déjame entrar.

La bruja titubea. Sus ojos recorren el interior de su cabaña.

—No creo que... —comienza a hablar. Pero no estoy de ánimo para esta mierda.

—¡Maldita sea, Angela! —grito demasiado fuerte. Isabella se sobresalta en mis brazos, sus manos se aprietan aún más fuerte aferrándose angustiada a mí. —Mírala, carajo. ¡No me va a soltar!

—Es que...

—¡Déjame entrar bruja!

—Bájame —la bambina dice contra el hueco de mi cuello. —Puedo sola.

Mis manos se aferran a su cintura y a sus piernas. Esa es una idiotez, por supuesto que no está bien. La apuñalaron y casi se desangra, de nuevo. Además una de sus compañeras le dijo asesina. ¿Quién está bien después de eso?

—Bájame —repite con voz más fuerte. Doy un bufido.

¡Ay pero que tercas son!

Con cuidado la colocó sobre sus pies. Mantengo mis brazos alrededor de su cintura acercándola lo más que puedo al interior de la cabaña, la pared invisible hace su función y causa que la suelte de golpe. Sus piernas se tambalean y se tropieza, pero Angela toma mi lugar. Veo sus ojos mirándose, teniendo una conversación en silencio justo antes de que ambas den pasos inestables al interior.

—Carajo —golpeo con mis puños el marco de la puerta. El pie de Angela se acerca para darle un empujón a la puerta. —No, no, no, maldita sea, ¡no!

Y un portazo en la cara es mi respuesta. Por supuesto.

Me muevo alrededor de la cabaña, buscando una ventana que me permita ver al interior. Encuentro una, la fina tela de la cortina que se mueve por el viento que se cuela al interior, se mueve y me muestra una imagen borrosa de ambas mujeres que luchan por alcanzar las escaleras que están en el medio.

Maldigo cuando veo que Isabella se resbala de los brazos de Angela en el cuarto escalón. El grito ahogado de la bruja y la mirada preocupada que da en mi dirección me alertan a que eso va a suceder un par de veces más antes de que logren subir a una habitación.

Una fuerte oleada de ansiedad se impacta contra mi cuerpo. El diseño de la cabaña, con la escalera en dos piezas hace que deje de verlas por un par de minutos, los sonidos me dicen que se siguen moviendo hacia la parte alta. Respiro con alivio cuando las escucho abrir una de las puertas de una habitación.

Salto hacia una de las ventanas de arriba y respiro con alivio cuando las vuelvo a ver. Angela lleva casi a rastras el cuerpo de Isabella, además que su cabeza está colgando hacia abajo. Tocó el cristal para llamar la atención de ambas. Isabella levanta su cabeza con esfuerzo, sus ojos chocolates me miran desenfocados y hay una gota sangre escurriendo de su nariz.

—Damon —susurra mi nombre con dolor.

—¡Isabella! —estiro mis brazos para tratar de llegar a ella. Por supuesto, no la alcanzo.

—Damon, ayúdame —me pide. Quiero preguntarle ¿Qué le pasa? ¿Qué le duele? ¿Qué necesita? Pero no puedo, pero su cuerpo se desvanece en brazos de Angela antes de que yo pueda hablar.

—¿Bella? ¡Bella, háblame! —Angela la sacude.

Miro la escena con los ojos entrecerrados. Hace un momento estaba bien, pudo sostenerse por sí misma, entonces ¿qué pasó?

Mi mente repasa los últimos acontecimientos hasta que hace clic. No se desmayó porque esté mal físicamente, acaba de encerrarse al interior de su mente para lidiar ella sola con el shock y el estrés de lo que acaba de vivir.

Mierda, eso no es bueno. Por eso me está pidiendo ayuda.

—Angela… ¡Déjame entrar! —mis manos se estrellan contra el cristal de la ventana. —¡Angela! Maldita sea, déjame entrar

Golpeo la ventana con fuerza una y otra vez, siento el cristal cediendo ante la insistencia de mis golpes desesperados, pero no me importa romper una puta ventana más. Isabella ha comenzado a convulsionarse. Aunque se encuentra en un estado extraño de inconsciencia, su llanto y sus respiraciones erráticas la están ahogando, sus ojos están cerrados, pero su cuerpo se mueve, sus manos se mueven desesperadas arañándose la cara, la garganta, su torso y sus brazos.

Carajo, esto no puede estar sucediendo.

—Bella, ¡Bella!—Angela está gritando con pánico. —¡Bella detente! —insiste arrodillada a su lado. Sus brazos están tratando de detenerla, rodear su cuerpo para que se detenga, pero los brazos delgados y débiles de la bruja no tienen la suficiente fuerza para evitar que se siga haciendo daño, y de paso dañándola a ella.

¡No puede estar pasando esto!

Todo estaba bien, ayer estaba bien, esta mañana estaba bien. ¡Jodido Klaus! ¡Jodido Elijah que no pudo detener a su hermano! ¡Jodido Cullen! ¡Jodida bruja que no pudo matar a su novio ella sola! ¡Jodida niña estúpida que tuvo que meter sus narices y lastimar más a mi Isabella! ¡Jodido mundo sobrenatural! ¿Por qué siempre arruinan lo que más me importa? Maldigo una y otra vez en mi interior.

—¡Déjame entrar! —empujo una vez más. El marco de la ventana se desprende de su lugar, mis golpes lo lanzan a solo unos centímetros de los dos cuerpos temblorosos.

—¡No! ¡Para! —ahora Angela está también llorando. —¡Bella por favor, detente! —suplica una y otra vez. Sus lamentos están mezclados con el dolor que le producen la sangre que se está asomando por su piel. —¡Bella!

—¡Angela, déjame entrar! —ahora soy yo el que grita con pánico y dolor. —¡Por favor, te lo pido! ¡Dámela! —pido ahogándome en desesperación y agonía. —Te lo ruego, por favor ¡Déjame entrar con ella!

—Yo… yo debo… —Angela trata de analizar lo que le estoy pidiendo, pero es interrumpida por gemido ahogado y lastimero que se escapa de la chica en sus hombros. —¡Bella, deja de lastimarte!

—¡Isabella me necesita! —grito desgarrando mis cuerdas vocales y de paso desgarrando mi alma en el proceso. —¡Por favor! ¡Por favor déjame entrar! ¡Te lo suplico, Angela!

Ella levanta la cabeza, sus ojos están inyectados en sangre escurriendo lágrimas por su rostro, sus pupilas están dilatadas por el pánico y terror en ella, pero sus ojos me regresan mi propio reflejo, una visión muy similar a como luce Isabella en sus brazos. Me mira, algo en mí hace que deje su histeria de lado y recupere un poco de cordura. Sé que ella tampoco lo está pasando bien, pero necesito llegar a Isabella para poder calmarme yo y de pasó tranquilizar a Angela.

—Está bien, p-puedes entrar, Damon —lucha contra algo en su interior, lucha contra lo que sea que le impide pronunciar las palabras. En cuando menciona la primer silaba, me lanzo a través de la habitación arrebatando de sus brazos el cuerpo inerte de Isabella.

—Shh. Está bien, estás bien —murmuro aliviado. —Te tengo. Aquí estoy, te tengo.

Con mis brazos me aseguro de rodear su cuerpo, con mis manos detengo las suyas, jugando con sus dedos. La quiero detener para evitar que siga haciéndose daño, después podemos lidiar con sus propios sentimientos. Continuo murmurándole cosas al oído manteniendo mi agarre alrededor de ella sintiendo como poco a poco su cuerpo se va relajando. Mi rostro se recuesta contra su cabeza. ¿Por qué su cabello se siente húmedo?

Miro a nuestro lado. Angela se arrastró por el suelo unos metros lejos de nosotros y del marco de la ventana. Está acostada de espaldas, sus brazos están cubriendo su rostro pero el olor a sal sigue proviniendo de ella, y el temblor de su cuerpo me indica que está llorando.

—Vaya novio —comento buscando algo para relajar el ambiente.

—Imbécil —Angela gruñe pero sus brazos ahogan su voz. —Tú, no él.

—Yo no dije el novio de quien —me defiendo.

Nos quedamos en silencio. Acomodo el cuerpo de Isabella para que quedé sentada en mi regazo, su espalda recostada en uno de mis brazos y su rostro descansando contra mi hombro. Mi mano libre acaricia su rostro, mis dedos limpian con cuidado las lágrimas y los rasguños de sus mejillas.

—Voy a castrar a ese cabrón —Angela toma profundamente aire, pero sus pulmones dan un salto cuando la asalta un sollozo. —A ambos. Castraré a ambos, te lo juro.

—Cuenta conmigo —le respondo. —Ya se me ocurrieron un par de ideas.

El silencio nos rodea, pero ambos lucimos en control. Ya no estamos con los nervios de punta y por fin la bruja parece controlarse lo suficiente para mirar en mi dirección.

—No lo entiendo —se lamenta. —En el auto bebió tu sangre y estaba bien. ¿Por qué reaccionó así aquí?

Isabella se estremece en mis brazos. Mi mano acaricia de nuevo su rostro para calmarla y asegurarme que siga en ese sueño tranquilo en el que se ha sumergido.

—Porque cuando llegó aquí y se sintió a salvo, puedo pensar y enfocarse en lo que acaba de vivir —señalo. Angela me mira, comprensiva. —Estando aquí, se dio cuenta de que quizás tú eres una bruja con bastante poder y de que está siempre rodeada de vampiros rondándola, pero, resulta que uno de sus amigos de la escuela la apuñaló, resulta que su novio casi la mata para beber su sangre y a pesar de que yo estaba ahí, y de que le había jurado que no iba a permitir que hiciera nada estúpido…

Me interrumpo, mi boca se cierra de golpe renuente a seguir hablando. Me siento mareado por las palabras en mi cabeza.

—A pesar de todo eso, ella mató a alguien.

—Pero era lo que se tenía que hacer —Angela susurra. —Además, ya había matado a Elijah antes, ¿él no cuenta?

—Estoy seguro que, Elijah le dijo lo que yo planeaba hacer, y también le dijo como quería que salieran las cosas —acuso. Eso que pasó en Mystic no fue al azar, estoy seguro. Angela me mira distante, pero asiente. —Isabella sabía que tenía que matar a Elijah, pero sabía que en el momento en que la daga se retirara, Elijah volvería a la vida.

—Ella sabía que todo iba a estar bien —acepta la castaña. —Elijah se lo dijo y ella confiaba en él.

—Hace rato, Klaus le dijo algo que todos sabíamos —frunzo mi rostro cuando veo la escena pasar por mi mente. — Sabemos que Cullen hubiera preferido entregarte y ponerla a salvo a ella, pero que eso sería algo traumático para Isabella, porque ella cargara con la muerte de su amiga.

—Eso solo la haría vulnerable —se queja. —Y si ella quisiera transformarse en algún momento, él lo usaría en su contra.

Levanto una ceja. Pregunto en silencio.

—Diría "Angela murió para que tu vivieras" —hace una pobre imitación de la voz del vampiro. Me rio. —La culpa la mantendría humana.

—Creo que Klaus también quería usar la culpa para mantener a Isabella a raya —digo pensativo. Angela me mira confundida. —Lo que acaba de pasar, si no controlamos la situación de manera correcta… para el resto de los humanos, para los Cullen, para tus padres, para Charlie incluso, lo que acaba de pasar es que Isabella asesinó al novio de su mejor amiga.

Angela levanta su cuerpo de golpe, queda sentada frente a nosotros. Sus manos se mueven hacia su boca cubriéndola mientras sus ojos se llenan de lágrimas de nuevo. Ahora entiende lo que provocó el colapso de Isabella.

—Ella no hizo nada malo —solloza. — Elijah no podía contenerlo, y yo… yo no podía hacerlo. No podía matar a Ben.

—¿Por qué no? —pregunto. —Charlie mató a Rick, y lo acabamos de mandar a casa.

—Charlie le disparó a Rick con una bala de plata cubierta de verbena y por eso lo mató, tienes razón —me mira con el rostro en blanco. —Pero resulta que Alaric tenía su anillo puesto, Isabella y yo nos aseguramos de eso antes de permitir que Charlie le disparará.

La miro, pasmado.

—¿Qué no se supone que eres todopoderosa? —escupo con frustración. —¿Qué no eres algo así como una variante del multiverso de la Bruja Escarlata?

—Sí, Damon —me mira con molestia. —Soy más poderosa que Bonnie o que cualquiera que haya pertenecido a mi linaje.

—Entonces ¿Por qué no usaste tu magia y matabas a Klaus y de paso rescatabas a tu novio?

—¡Porque solo tengo 17 años! —chilla. —Hasta hace 3 años, conocía mi poder, conocía lo que podía hacer pero mi magia se mantenía en hechizos pequeños para facilitarme mi vida.

—Eso no responde mi pregunta.

—¡Hasta hace unas semanas yo no tenía tanto poder! —golpea el piso. —En Mystic, fui yo quien absorbió gran parte de la magia de esas brujas muertas, yo me traje toda la magia negra.

—¡¿Qué no fue Bonnie?! —grito.

—A ella le dejé magia que no la puede dañar —explica cansada. —Klaus no puede usar su magia, no le sirve.

—Y en Mystic, la estamos ocultando… ¿Por qué? —ya comencé a dudar hasta de mi existencia. ¿Tienen ya un plan hecho? ¿Cuántos planes han hecho ellos sin que nadie lo sepa? ¿Acaso ellos saben todo de ese plan?

—Entre menos sepamos, estamos en menos peligro —suspira. —Necesitábamos una distracción de mí.

—Bonnie absorbería la magia que le dejaste, se sentiría poderosa, pero la ocultaríamos para tener ventaja de Klaus —comienzo a nombrar el plan que Elena, Stefan, Jeremy y yo montamos en Mystic. —Pero en realidad solo fuimos unos imbéciles y montamos una distracción.

—Klaus se dio cuenta y por eso vino a buscarme —exhala con fuerza. —Pero aun no puedo controlar todo el poder que tengo, aun no sé hacerlo.

—¿Y porque nadie me dijo eso? —pregunto molesto por ser el único idiota que solo sabe verdades a medias. —De todos modos, ¿Por qué no detuvieron a tu novio? ¿Eso no lo puedes hacer?

—Ben es un humano común y corriente —una lagrima escapa de su mejilla. —Si Elijah o yo lo matábamos… —sacude la cabeza con horror. —Si yo usaba mi magia para matar a Klaus, eso mataría también a Ben. Él no tiene un anillo, él no podría volver de la vida.

—¿Y tenías que hacer que Isabella fuera quien le enterrara un cuchillo?

—¡Si! —me grita.

—De todos modos, tu novio está muerto.

—No lo está —dice segura. —Lo que hice fue separar cuerpo de Ben de su alma.

Le doy una mirada confundida, su explicación aun no me aclara las cosas.

—Cuando Klaus hace magia para poseer un cuerpo, lo usa de huésped, pero el alma de la persona sigue ahí —me ofrece otra explicación. —Por eso pueden reaccionar momentáneamente. Estoy segura que, si supieran como hacerlo, ellos podrían expulsar a Klaus de su cuerpo sin ninguna ayuda.

—Eso suena a la película del exorcista —hago una mueca. —¿Me estás diciendo que funciona igual que un demonio poseyendo a alguien?

—Es igualito —asiente. —¿Ves esto? —sus dedos me muestran un collar que cuelga de su cuello. —Esto mantiene el alma de Ben. Lo que dejé en su cuerpo, fue a Klaus, eso es lo que ustedes vieron.

—¿Cómo Úrsula que se roba la voz de la Ariel y la pone en un collar?

Angela se ríe por mi referencia. —Sí, es muy parecido a eso.

—Correcto —asiento. —Pero, Isabella debía matarlo ¿Por qué…?

—Porque funciona a la inversa que un anillo. Tenía que ser algo no sobrenatural lo que matara el cuerpo de Ben —sus ojos se desenfocan mientras su lengua suelta las palabras a una rapidez impresionante. —Isabella es una humana, y el cuchillo, era uno común de los que hay en la cocina de la escuela.

—Déjame ver si entendí —sacudo la cabeza de un lado a otro para reorganizar mis ideas. —Isabella tuvo que pasar por una situación traumática y estar a punto de morir de nuevo… ¿para qué tú puedas seguir con tu novio?

Angela centra sus ojos llenos de pesar en el cuerpo de su amiga que sigue en mi regazo. Sus pulmones producen un suspiro muy profundo.

—Bella tuvo que hacer eso porque eso causaría los menores daños posibles —su voz se rompe. —Ella está bien, el cuerpo de Ben está muerto pero libre de magia y en cuanto Elijah lo traiga, yo puedo volver a colocar su alma en él.

—¿Te das cuenta de lo retorcido de la situación?

—Bella estará bien. No importa lo que diga Jessica, o lo que digan los Cullen o Charlie si se entera. Ella no hizo nada malo.

Con un carajo que ella va a estar bien. ¿Qué no la ve? No estará bien.

—¿Siempre tienen que usarla a ella para esas cosas? —pregunto sintiéndome asqueado y fastidiado.

—Ella es la única con los ovarios bien puestos en su lugar, es la única tan valiente como para soportar esta mierda —Angela sonríe a medias. —Ni siquiera nosotros lo lograríamos.

Le doy la razón en silencio.

Angela frota su rostro con fuerza, su expresión parece más cuerda que cuando llegamos aquí, supongo que era cuestión de tiempo para que sus emociones se relajaran y pudiera recuperar la razón. Hablando de emociones. ¿Dónde está el empático cuando se necesita? Hubiera sido más fácil lidiar con esto con su ayuda.

—Voy a preparar la tina —anuncia la bruja y se pone de pie. —Te diré cuando esté lista.

Avanza a una de las puertas que está del lado izquierdo de la habitación. Escucho que se abren unos gabinetes, luego las llaves del agua girando y por fin el chorro del agua golpeteando el fondo de la bañera.

—Más te vale despertar, bambina —advierto volviendo mi atención al rostro tranquilo que descansa contra mi pecho. Se remueve en mis brazos. —Si no despiertas tendré que lanzarte al agua.

—Asno —murmura casi inaudiblemente. Sonrío.


Holaaaaaaaaa

¿Un cap nuevo? ¡Si! Pasó mucho desde que les había publicado, y como dije en el anterior, necesitábamos saltar a algo mas emocionante e importante para que la historia continuara, así que solo corregí este y decidí subirlo.

Espero sus opiniones, dudas, preguntas, consultas y quejas en los RR. O pueden mandarme DM si gustan.

Nos leemos en el siguiente.