Sinopsis:
Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.
(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)
La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.
La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)
Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.
Pequeña nota antes de comenzar:
No sé si se dieron cuenta de que Fanfiction estaba fallando hace algunos meses, y recientemente volvió a suceder. También con las nuevas reglas de Wattpad y eso, me ha quedado un amor-odio que me tiene indecisa si publicar allí o no. Pero mientras tanto, les cuento que tengo mis historias publicadas en algunas otras plataformas, se las dejaré a continuación por si quieren seguirme ¿okay?
AO3 con el mismo nombre de aquí: FemaleDark (aquí van los caps al día)
Y si tienen Instagram, pueden enviarme mensaje, seguirme o simplemente husmear en las cosas que publico (aja, a veces spoiler de las historias). Mi user es torturednreader
Creo que hay algunas otras plataformas, pero necesito buscarme a mi misma. En fin, vayamos a lo que nos importa, el capitulo:
(Damon POV)
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—¿Segura?
—Sí, Damon —Isabella rueda los ojos.
—Si te vuelves a desmayar no pienso sostenerte —advierto. —No será mi problema si te rompes el maldito cuello cuando caigas por las escaleras.
Después de meterla en la bañera para quitar de su cuerpo todo el rastro de sangre, tuve que lidiar con que se desvaneciera un par de veces más antes de que pudiera colocarla sobre sus pies de nuevo.
—No será tu culpa pero yo si seré tu problema si me muero —refunfuña cruzando los brazos sobre su pecho.
—Eso suena aun peor —me quejo.
—Estoy bien —dice terca. Pone los ojos en blanco y tuerce sus apetecibles labios en una mueca —¿Ya podemos bajar?
Miro en dirección a la puerta. En el maldito piso de abajo hay un original, una bruja y un cadáver esperando por nosotros. Qué lindo.
—Dame un respiro, mujer —suplico.
La realidad es que no me preocupa ella, no me interesa si se vuelve a desmayar o si le da un infarto por ver el cadáver, aunque sé que eso es poco probable. La realidad es que no quiero tener que compartirla tan pronto, quiero que nos quedemos aquí, solos en la habitación.
Y ella lo sabe. Pero, al parecer le vale un comino.
Isabella no me dice nada, solo toma mi mano y me arrastra tras de ella para bajar la escalera, como el idiota que soy, dejo que ella haga conmigo lo que quiera.
—¿Cómo está? —pregunta llamando la atención de los vivos. O los que están medio vivos si tenemos en cuenta al original.
—Muerto, aun —Elijah le responde volviéndose a nosotros Se levanta del sofá y se acerca a Isabella. —¿Tu cómo estás?
—Viva —Isabella se encoge de hombros.
—Eso es bueno —acepta él. Continúa pasando su mirada por la bambina.
—No la mires —le gruño. Él sonríe hipócritamente.
—¿Angela? —le pregunta a su amiga. Por fin se separa del original que la está manoteando. La bruja le da regresa la mirada a su amiga, sus ojos la analizan desde la cabeza a los pies para asegurarse de que esté bien. Convencida con lo que ve, su atención regresa al cadáver.
—Ya no tarda en despertar —avisa desinteresadamente.
—¿Tú cómo estás? —le pregunta la bambina.
—No lo sé —es la respuesta de la bruja.
—¿Cuál es el plan? —pregunto para distraerlas y cambiar el maldito ambiente deprimente. —¿Le borramos la memoria? ¿Fingimos que tuvimos una fiesta y que se puso tan borracho que todo lo imaginó?
Isabella me da un golpe en las costillas para que cierre la boca. Hago una mueca en respuesta. No me dejan ser.
—¿Que pasó en la escuela? —pregunta Isabella. —Después de que nos fuimos.
Elijah se aclara la garganta.
—Me encargue de limpiar —dice cauteloso. Todos entendemos el doble sentido de sus palabras. —Pero aún no hay historia oficial.
—¿Dónde ésta la loca? —pregunto a sabiendas que no está aquí.
—La señorita Stanley esta con los Cullen —Elijah explica. No me pasa desapercibido el temblor que cruza el cuerpo de Isabella. —Jasper hizo un poco de sus cosas de empático y el doctor la tiene bajo la excusa de que tuvo una crisis nerviosa.
—Voy a terminar con Ben —Angela interrumpe. Todos la miramos.
—¿Qué? —pregunto yo.
—¿Disculpa? —pregunta Isabella
—¿Por fin? —Elijah hace la última pregunta. Isabella y yo lo miramos con el ceño fruncido.—Tengo mis razones para preguntar eso —se encoge de hombros.
—Diremos que, Ben buscó a Bella para pedirle que me convenciera de hablar con él, de arreglar las cosas —la vos de la bruja se rompe. —Jessica escuchó cierta parte de la conversación y malinterpretó las cosas.
—Eso causó que Edward y Ben pelearan —sugiero. —Eso explicaría un poco los golpes del chico.
Isabella se estremece de nuevo.
—¿Podemos enviar al niño bonito de nuevo a prisión? —pregunto excitado por la idea. —Hay ventanas rotas, y estoy seguro de que él no tiene ningún rasguño.
—Aunque la idea me parece atractiva, eso solo empeoraría las cosas —Elijah niega. Yo resoplo molesto. —Sería casi seguro que las chicas tendrían que testificar.
—¿Qué hay de todo lo que se rompió? —pregunta Isabella.
—¿Tu relación con el niño bonito, por ejemplo? —le pregunto. Casi soy incapaz de ver el asentimiento de su cabeza.
—Tiene razón, una pelea de estudiantes no arreglará los muros y las ventanas rotas —Elijah asiente.
—¿Porque no decimos que alguien intentó robar algo de la escuela? —propone Isabella.
—Eso podría funcionar —digo. —De noche, la escuela cerrada, tuvieron que romper algunos cristales para poder entrar. Nadie se dio cuenta.
—Ben chocó su auto contra la escuela esta noche —Angela dice.
—¿Qué hizo qué? —la bambina salta. Angela sacude la cabeza.
—Esa será la excusa —explica sin mirarnos. —Cuando despierte hablaré con él, Elijah le borrará la memoria y lo dejaremos en el hospital.
Isabella mira a su amiga por un rato. A mí me da igual el plan, mientras la bambina no se muera de nuevo, todo puede funcionar.
—Supongo que, tenemos un plan —Isabella dice finalmente. Todos asentimos.
El cuerpo sobre el sofá comienza a removerse.
—¿Porque no van con los Cullen? —Elijah sugiere, me da una mirada que leo en silencio. —Hay que contarles el plan, debemos estar todos en sintonía si queremos que resulte.
Miro a mi bambina, su cuerpo tenso se recuesta contra mí. No necesito palabras, no necesito que me lo diga, no quiere ir, no quiere hablar con ellos, no quiere verlo a él. Pero, resulta que yo sí quiero. Yo si quiero ver con mis propios ojos cual va será la reacción de Isabella, yo sí quiero ver la expresión del niño bonito al verla. Yo quiero restregarle en la cara que él la lastimo, que él es peligroso para ella, que él no es bueno para ella.
Quiero decirle en la cara que me la quedaré yo. Isabella es mía.
—Damon puede ir, yo puedo ir a casa y contarle a Charlie lo del supuesto robo en la escuela —Isabella propone, su voz tiembla. —Él puede ayudarnos a fingirlo.
Elijah y yo la miramos.
Contarle nuestra idea e idear un plan con Charlie es algo que haremos después, de eso no hay duda. Pero el asunto con los Cullen debe ser arreglado, Isabella debe ir a su casa, permitir que ellos la vean y se aseguren que ella está bien.
Aunque a la Bambina no le agrade la idea.
El cuerpo del novio muerto de Angela comienza a removerse en el sofá. La bruja nos mira sobre su hombro y luego coloca su mirada en la puerta de la cabaña, sí, nos está echando de una manera muy poco sutil.
—Nos vemos en casa de Charlie —le digo a Elijah. Él me mira con ojos entrecerrados, yo solo asiento con la cabeza antes de tomar a Isabella de la mano y tirar de ella para alejarla de la escena.
Tomo a Isabella de la mano tirando de ella, un poco reacia, camina a mi lado, ambos atravesamos el lugar hasta que ambos cruzamos la puerta de la cabaña. Afuera, nos recibe el aire frio y la oscuridad del bosque que amenaza con crear una escena de cuentos de terror. ¿Una humana en el medio del bosque a merced de un vampiro? Mmmm.
Salvatore, no es momento para esto.
Sacudo mi cabeza. Aprovecho para mirar a nuestro alrededor, el área que rodea la cabaña están comenzando a lucir como si fuera la boca de un maldito lobo. No me sorprende porque nadie ha encontrado esta cosa, la brujita se aseguró de elegir un lugar en el bosque encantado que a cualquiera le daría miedo entrar a explorar.
—¿Cómo lograste entrar a la cabaña?
Me encojo de hombros a la pregunta de la bambina.
—Tengo mis métodos —es mi respuesta. Sé que no recuerda cómo llegó aquí y sé que lo poco que recuerda, eso la mantiene adivinando entre la realidad y la ficción que su cerebro ha credo para protegerla.
—Angela dijo que estaba protegida —murmura para sí misma, —que ningún ser sobrenatural podía entrar.
Puedo ver la confusión en su rostro.
—Vamos, salgamos de aquí —la empujo hacia el auto sin darle tiempo a que me diga nada más. Ella se deja mover. La coloco en el asiento del copiloto, luego me coloco a mí mismo detrás del volante.
Enciendo el auto y conduzco por el bosque en silencio, el sonido de su corazón acompañándome mientras sus pensamientos la acompañan a ella. Sé que aún no está bien, sé que intenta ser fuerte, pero por dentro se está desmoronando.
—¿Por qué aquí? —pregunta visiblemente relajada al ver el acantilado. Este es ahora nuestro lugar seguro. Jodidamente nuestro.
—Porque quiero que seas miserable —confieso.
—¿Más? —pregunta con una sonrisa bailando en sus labios. Abre la puerta y baja del auto caminando hasta casi al borde.
La sigo, mis manos hormiguean al sentir el impuso de empujarla por el borde solo para que se rompa el maldito cuello y deje de darme dolores de cabeza. Pero, claro Salvatore, eres un imbécil que se sienta a su lado con las piernas balanceándose sobre el borde del jodido acantilado.
—No quiero ir a la casa Cullen —dice. No me mira. —Pero sé que de todas maneras me vas a llevar allí.
Eso es jodidamente cierto.
—No vas a esconderte toda tu vida —gruño.
—Pero no quiero verlo —lloriquea.
—Vamos a ir a esa casa y le vas a decir la verdad —giro mi cabeza en su dirección a tiempo para ver la mueca de horror que se coloca en su rostro. —Si Bambina, vas a ir y le vas a decir la verdad.
—¿Qué planeas? —me pregunta.
—Quiero que seas honesta.
—Soy honesta —me responde, su rostro se gira para otro lado, huyendo de mi mirada.
—No, no lo eres —digo con terquedad. La veo abrir su boca para defenderse pero soy más rápido y la interrumpo. —Solo quiero que le dogas que sus hermanos me prefieren a mí que él
—No puedo decirle eso —se ríe. —En ese caso, le diría que Charlie confía más en ti que en él.
—Acabas de subir mi ego.
—¡¿Más?! —se gira a mí con una cara se pánico. —¿Eso es posible?
Chasqueo mi lengua. Extiendo mi mano y le doy un empujón hacia un costado provocando un chillido en ella. Ambos soltamos una sonora carcajada.
La felicidad cae por el borde del acantilado tan rápido que me marea.
—¿Qué quieres que le diga, Damon? —pregunta. —¿Qué le tengo miedo? ¿Qué prefiero estar con otro vampiro? ¿Qué le tengo más miedo a él que al otro vampiro que es capaz de tronarme el cuello solo porque si?
—Si —me encojo de hombros.
—¿Y luego? —pregunta saltando a la defensiva. Aprieto mi mandíbula. —Damon, y luego ¿qué?
—Dile que yo soy el que te hace feliz —miro sus preciosos ojos chocolates. La Bambina me regresa la mirada pero puedo ver las lágrimas acumulándose, puedo saborear el aroma a sal que emana de su rostro. —Y dime a mí que te quedarás conmigo toda la eternidad.
Mi mano sujeta su muslo, mis dedos la acarician sobre el material de sus jeans ajustados. El impulso de escribir "mía" en ese lugar hace que la palma de mi mano arda.
—No podemos hacer eso —me dice.
¿Cómo carajos no podemos? ¿Por qué mierda no?
—Solo dime que sí y ahorita te rompo el maldito cuello —digo, mis manos suben hasta su cráneo sosteniéndolo apenas por debajo de sus oídos.
—Eres tan romántico —me dice rodando los ojos. Le sonrió coquetamente en respuesta.
—No podemos hacer esto Damon —sus manos suben hasta colocarse sobre las mías. —No mientras ellos están en nuestras vidas.
—Elena no significa nada para mí
—¿No? —pregunta. ¿Está cabreada?
—Los dos estamos jugando con fuego —le recuerdo. —Te lo advertí y no te importó, Isabella.
—Damon, no podemos tener una vida juntos —me repite. Suelto un gruñido en respuesta a sus jodidas palabras. —Por lo menos hasta que no arreglemos nuestras vidas separados.
—¿Qué carajos quieres de mí? —es mi turno de preguntarle. No quiero oirá sus estúpidas excusas, no me interesa cualquier otra puta respuesta que no sea la que quiero escuchar.
—¿Sabes que en cuanto me vea, se va a lanzar por mi suplicando que lo perdone? —suelta nuestras manos. El vacío resulta insoportable al igual que sus malditas palabras. —¿Sabes que hará de todo solo para ganarse mi perdón?
—No me cambies el tema, Isabella —escupo furioso. —Lo menos que quiero es que me hables del jodido niño bonito.
—No le voy a decir nada —suelta. —Vamos a ir a la casa Cullen, les diremos el plan y mañana todo seguirá igual hasta que…
—No puedo creer que seas tan estúpida, Isabella —la interrumpo.
—¿Disculpa? —me mira con los ojos muy abiertos.
—No puedo creer que tengas tan poco amor propio —hago una mueca de asco y dejo que la decepción venenosa se filtre en mi voz.
—Mira quien habla —me regresa en el mismo tono. —El que ha sido plato de segunda mesa dos veces en su vida.
Oh no, no lo dijo.
Siento mis ojos azules flamear, siento las venas debajo de mis ojos brotar sobre mi piel, mi lengua se pasea por los bordes de mis colmillos que amenazan con brotar.
—No cambies el tema —suelto un bufido. Ella rueda los ojos. —De mí podemos hablar después.
—Estas equivocado, Damon —dice en el medio de un suspiro. —No hago esto porque no me quiera a mí misma, lo hago porque quiero demasiado a los demás antes que a mí.
La miro por algunos segundos.
—Eso suena jodidamente miserable —le digo. —Yo se sobre miseria.
—No puedo culpar a Edward de sus instintos, no cuando él me lo advirtió, cuando Elijah me lo dijo, cuando todo el maldito mundo me lo dijo —exhala con demasiado dramatismo. —Lo que sucedió fue culpa de Klaus, sí, pero también fue mía.
Me quedo en silencio como un idiota porque no tengo una puta idea de qué decirle. Lo que pasó si se pudo haber evitado.
—Pero, Edward es ahora mi puerto seguro —su voz se convierte en un susurro que se mezcla con el sonido del mar que choca contra la roca del acantilado. —Tiene todo para serlo.
—Bambina —ronroneo, mis manos la atraen a mí, la muevo hasta que queda sentada a horcajadas sobre mí. Me deleito con el sonido de su corazón acelerándose. —Tú no eres de las mujeres que se conforman con algo seguro.
—Esta vez, creo que si lo haré —dice sin mirarme. Mis dientes se aprietan.
—No lo harás —gruño. Mis manos la toman de la cintura y la lanzo a mi lado contra la hierba del suelo.
—Imbécil, me dolió —se queja. —¿A dónde vas?
Escucho mi voz a sus espaldas, pero yo ya voy caminado en dirección al auto.
—A contarle todo, a eso voy —digo sobre mi hombro. —¡Ya que tú no te atreves!
—¡Damon no lo hagas!
—Voy a ir a contarle quien fue el que de verdad te salvó esa noche en Port Angeles —me detengo. Me giro en su dirección. —No, mejor voy a contarle con quien estás realmente mientras él cree que estas estudiando con Angela, o quizás deba decirle porque este jodido pueblo deprimente está tan lleno de luz últimamente —manoteo al hablar, uno de mis pies da caminó un paso en mi dirección. —Voy a decirle porque tu nueva mascota no lo tolera, le diré porque ese cuervo quiere arrancarle los putos ojos de sus cuencas cata vez que te toca.
Sigo avanzando en su dirección, las ramas crujiendo bajo de mis botas con cada pisada que doy. Veo que ella intenta arrastrarse lo más lejos que puede de mí, pero ahora mismo no me importa que me tenga miedo, quiero que vea que no puede jugar conmigo, que no lo voy a tolerar, que no la voy a perder ante ese jodido niñato vampiro.
—Le diré, Isabella —amenazo. —Le contaré de las veces en las que te has embriagado de adrenalina pura, arriesgando tu vida sin pensar en él. También le voy a decir cómo te has vuelto una puta adicta a mi sangre o como me sonríes cada vez que me pides que hipnotice, torture o mate a alguien.
—Damon —balbucea.
Mis manos la levantan del suelo con un movimiento brusco. Mi rostro se inclina hacia el suyo regocijándome de su mirada alarmada que brilla en el medio de la oscuridad que nos rodea. Estoy a nada de besarla cuando traga pesadamente el nudo de su garganta. Pero en lugar de eso, deslizo mis manos por su cintura, acariciándola con delicadeza pero apretándola contra mi cuerpo con fuerza.
—Le voy a decir, Bambina, de todas esas veces que te he tomado de la cintura, acercando tu cuerpo al mío, solo para besarte hasta que pierdas el sentido —mi voz es grave, amenazadora, y provoca un delicioso sonrojo en su piel. —Le voy a presumir a ese cabrón como es desnudarte mientras reparto besos por todo tu cuerpo; Le diré con detalles como fue la primera vez que hicimos el amor, como fue la segunda vez, la tercera, o todas esas noches que pasas entre mis brazos gritando mi nombre.
—Basta Damon —me suplica. —No puedes contarle todo eso.
¿Mi bambina me está retando?
—¿No? —levanto una ceja.—Yo diría que sí.
—¿Y luego? —pregunta. Otra vez con la jodida pregunta. —¿Qué ganas tú con decirle todo eso? ¿Qué quieres lograr?
—¡¿Qué quiero?! —grito encabronado de nuevo. —¡Quiero que te dejes de mentir a ti misma!
—¡No me estoy mintiendo! —grita de regreso. —¡Sé que no me ama, sé que yo tampoco lo amo! Pero no lo voy a dejar, no cuando él es el único que me ha ofrecido un "sí", en lugar de un "no sé".
—Él no te va a convertir —hablo con voz agitada, siento mi pecho subír y bajar a causa de la molestia que hay en mi interior.
—Lo sé, Damon —lloriquea con la voz quebrada. mi voz se quebró — Sé qué puedo ir ahorita mismo y contarle todo, hasta los más innecesarios detalles, y Edward no me va a juzgar, al contrario, aceptaría con gusto las migajas de amor que yo le estoy ofreciendo.
—¿Entonces qué carajo haces aquí sosteniéndote a mis brazos como si tu jodida vida dependiera de mí?
—¡Porque eso es exactamente lo que sucede! —no puede más, se rompe. —¡El hombre que de verdad amo, es un cobarde que no se va a arriesgar por mí!
La suelto como si estuviera cubierta en verbena ardiente.
—Me estas pidiendo que me arriesgue, Damon. ¡Pero, tú no lo vas a hacer!
Mis cejas se fruncen.
—Me preguntaste que es lo que quiero de ti —da un paso en mi dirección. —¿Recuerdas esa primera noche en mi habitación? Te hice demasiadas preguntas.
—¿Cuándo no? —me burló sin humor, pero ella me sonríe con esa jodida sonrisa que me consigue ponerme de rodillas.
—Tú me preguntaste una cosa esa noche —da otro paso en mi dirección. La imito, necesito estar cerca de ella.
—"¿Qué es lo que tú quieres?" —recito citando mis propias palabras.
—Quiero a este cabrón —su mano se levanta, cautelosa, me quedo quiero hasta que siento su calor contra mi mejilla. —Quiero a este hombre frio, sarcástico, malvado, hipócrita, pretensioso, mujeriego que conmigo se vuelve un caballero, amable, cariñoso, protector, amoroso.
Me quiere a mí.
—Eso quiero de ti, Damon Quiero lo bueno, y lo malo que viene con eso.
Te quiere a ti, Salvatore.
—¿Me elegirías a mi sobre él? —preguntó. Necesito estar seguro.
—Sí —responde sin dudarlo. —Puedo ir en este momento a su casa, y gritarle a la cara que te elijo a ti para después patearle las pelotas por el susto de hace rato.
—¿Sigues sin apreciar tu puta vida? —bufó. El sonido de un celular suena desde el auto alertando una llamada. Mis manos sostienen su cuerpo por las caderas en una ridícula suplica de que no se mueva.
—Pero Damon, —exhala, no me gusta el tono en que dice mi nombre, —yo también quiero que me elijan a mí.
—Soy egoísta, Bambina —confieso. —Soy tan malditamente egoísta que se mi pides que incendie el mundo lo voy a hacer, si me pides que masacre a toda la humanidad, lo hago. Cada maldita decisión que he tomado desde que te conocí es solamente por ti. Para ti.
Ella me mira.
—Damon —dice con ternura. —¿Sabes lo malo que es que estemos juntos? +
—¡Si! Sé que es malo —acepto. Sacudo la cabeza. —Pero, ¡carajo, Bambina! Podemos ser tan buenos juntos.
No espero a que me responda, me lanzo a sus labios con hambre, desesperación, ansia, anhelo, deseo. No importa la mierda que acecha nuestra existencia, no pienso soltar a Isabella. No voy a existir sin mi Bambina.
—Vámonos —me dice. Sus manos tiran de mi chaqueta contra ella.
—Muérdeme —ordeno saboreando la piel de su cuello. —Bebe mi sangre, Bambina.
Ella obediente lo hace, sus dientes perforan mi piel al mismo tiempo que los míos atraviesan su sedosa piel. Ambos soltamos un gemido de placer. Sin despegarme de ella, tiro de su cuerpo en dirección al auto, nos alejo a ambos del borde del acantilado.
—Vamos, Damon —me suplica separándose de mí, el líquido rojo aun baja por las comisuras de sus labios. Limpio mi propia sangre con mi lengua antes de empujarla al asiento del copiloto.
Bueno, Salvatore, hora de ser un imbécil.
Arranco el motor del auto poniéndonos en camino a nuestro destino. Isabella mantiene su mirada en la ventanilla, va perdida en sus pensamientos y no creo que ponga atención al camino, pero de todos modos me aseguro de conducir a través del bosque, no quiero darle una pista de hacia dónde nos dirigimos. Conduzco lo más lento que puedo sin resultar sospechoso, quiero que ella pueda tener un poco más de tranquilidad antes de que toda esta mierda vuelva a explotar en su cara. Pero, eso sucederá más pronto de lo que a ambos nos gustaría.
—¡No! —grita histéricamente al darse cuenta. Sus piernas patalean contra el asiento y contra el tablero del auto. —¡Damon, no!
—Damon, sí —es mi respuesta. Detengo el auto frente a la enorme casa.
—No puedo —dice sacudiendo su cabeza frenéticamente.
—Si puedes —digo. —Tienes que hacerlo.
—Damon, por favor —suplica. La ignoro, me bajo del auto, y en calma lo rodeo para ir a abrir su puerta.
—Baja —la miro, ella sigue sacudiendo su cabeza. —Abajo, bambina, ahora.
Sé que no puede contenerse, no puede evitar el impulso que la lleva a obedecer la orden que le doy. Sus ojos chocolates me miran con lágrimas de dolor y odio, pero no me causa ningún efecto en mí. Estiro mis brazos hacia ella, ayudándola a bajarse del auto.
—¡Bella! —Jasper grita desde el interior de la casa. Aparece frente a nosotros arrebatándola de mis brazos. —¿Estas bien? ¿Estas herida? ¿Te duele algo?
—Déjala respirar, idiota —me quejo. Ambos me ignoran.
—No estoy herida —Isabella le responde en voz baja, luego oliga a sus labios a estirarse en una sonrisa que parece de una muñeca diabólica. —N-no te preocupes, Jasper.
—Carlisle puede revisarte —ofrece el rubio. —Tiene todo listo en su estudio para ti.
—¡No! —chilla histéricamente. Se da cuenta de su arrebato y sacude su cabeza para centrarse de nuevo. —No es necesario, estoy bien.
—Mentirosa —Jasper y yo gruñimos. Ella suspira.
—Jasper, hijo —la esposa del doctor aparece en la puerta de la casa. Su rostro es cálido y maternal cuando nos ve. —Bella debe tener hambre.
—Vamos adentro —Jasper la empuja.
La Bambina se congela, es increíble ver la fuerza que hace en sus piernas para evitar ser movida por el vampiro. Jasper nota sus emociones, yo no necesito leer su mente para darme cuenta de lo que sucede, no quiere entrar en la casa para no verlo a él.
—No está, Emmett se lo llevó a cazar —le asegura el rubio. Parece magia, pero sus palabras hacen que Isabella se relaje y se mueva para caminar en dirección a la casa.
—Damon, Isabella —el doctor nos saluda, está de pie junto a su esposa quien ya se encuentra directamente sobre la humana, abrazándola con cuidado.
—¡Oh querida! Debes estar agotada y con hambre —la mujer se lleva a la bambina hacia la cocina. —Te preparé algo especial.
Nosotros tres seguimos a las mujeres hacia el interior de la casa. En el comedor está la rubia y la vampira duende sentadas cada una en una silla, esperando por nosotros. Isabella se sienta en silencio junto a Alice, un plato de humeante comida aparece frente a ella.
Sé que no pasa desapercibida la mirada alerta y lastimera que todos los presentes le ofrecen. Reprimo un gruñido junto a mis ganas de prenderles fuego a todos.
—¿Dónde está la histérica? —pregunto mirando a nuestro alrededor.
—Jessica —murmura Isabella.
—Por eso —me encojo de hombros.
—Arriba en mi habitación —la rubia responde. —Jasper la tiene nockeada.
Le doy un asentimiento al rubio que ahora está sentado al lado de Isabella, el me regresa el gesto. Es agradable no tener que estar escuchando sus chillidos histéricos y agudos como en la escuela. Observo como todos los fríos se acomodan al rededor del comedor en las sillas disponibles, el doctor mira una silla vacía a su lado como una invitación a que yo ocupe ese lugar. No lo hago, yo sé mi lugar, yo me quedo detrás de la silla de la bambina, atento a cualquier movimiento en falso de alguno de ellos.
La bambina come bajo la atenta mirada de los vampiros, como si esa acción fuera la más común. Los fríos aparentan estar concentrados en la humana sentada entre ellos, pero, ellos no tienen idea que la bambina y yo podemos escuchar la conversación casi silenciosa que están teniendo. Isabella y yo solo estamos aquí, ignorándolos.
—¿Puedes explicar cómo es que estás viva? —la rubia pregunta. Ya decía yo que el silencio era muy hermoso como para durar tanto.
—No gracias a ustedes —es mi respuesta mordaz. —Di sangre, sudor y lágrimas para que tus congelados ojos la estén viendo en este momento.
—Isabella —el doctor se endereza. —No sabes cuánto lamento lo que sucedió.
—También nosotros —suelto venenosamente.
—No es culpa tuya, Carlisle —Isabella responde usando su mayor esfuerzo para poner una sonrisa tranquilizante.
—Es culpa de tu hijo —escupo.
—Es culpa de Klaus —Isabella sisea lanzándome una mirada amenazante.
—Bueno, de ambos —ofrezco. Ella niega con su cabeza —No puedo creer que lo sigas defendiendo.
—Ya sabíamos que esto podría pasar —exhala ella.
—Al menos ya te quedó claro —la rubia se cruza de brazos. No lo digo, pero espero que la rubia tenga razón, espero que Isabella al fin comprenda lo que está mal en su vida.
La rubia abre la boca dispuesta a continuar con su cátedra, pero el doctor la detiene con una mirada severa.
—¿Como te sientes, bella? —le pregunta cariñosamente el doctor. No puedo identificar si su tono cariñoso es honesto o solo es vergüenza oculta. —¿Necesitas que te revise?
—Estoy bien —la Bambina le dice con terquedad. —Ya pasó lo peor, supongo.
—¿Puedes contarnos con más detalles lo que sucedió? —Carlisle pregunta colocando su mirada en mí. —Necesitamos saber cómo manejar a Jessica.
Mis ojos se van en dirección a la escalera, fulmino con la mirada a ese espacio vació. Esa estúpida humana va a arruinarlo todo.
—Dime y me encargo de ese problema —le propongo a Isabella. La piel de su cuello se eriza contra mi aliento. Mi respuesta es su cabeza moviéndose frenéticamente de un lado a otro. —Aburrida.
—Cuando logramos volver a casa, le explicamos a Carlisle y a Esme lo poco que vimos — Alice habla mirando cautelosa a Isabella. —Pero, tampoco nosotros estamos seguros de que como empezó o terminó todo.
—Angela y yo teníamos esa clase juntas —Isabella comienza a narrar, —Ben le pidió uno minutos para hablar, y se perdieron por el pasillo. Yo tenía un mal presentimiento y los seguí.
—Vi eso —Alice asiente. —Vi que los seguirías y vi que Ben te golpearía, por eso decidí enviar a Edward a seguirte.
Isabella se encoge ante la mención de su novio. Un escalofrío la recorre.
—En resumen, Isabella y Angela se dieron cuenta de que algo estaba mal con el humano, resulta que estaba poseído por Klaus y quería llevarse a la brujita —digo resumiendo la situación, hay detalles que no son tan importantes. —Resulta que la valiente de Isabella estaba dispuesta todo para evitarlo, incluyendo morir. Y resulta que Edward —escupo el nombre con asco, —estaba dispuesto a entregar a Angela para salvarla.
—Y ahí entras tú como todo buen salvador ¿no? —la rubia tuerce los ojos.
—Ese es mi nombre —me mofo.
—Klaus sabía que yo sería una debilidad —Isabella habla con voz rota. —El muy idiota sabía que mi sangre sería una distracción para Ed… para… para él. Sabía que no podría contenerse.
—Edward siempre ha tenido un autocontrol excepcional —el buen doctor entra a defender a su hijo. Aunque su tono es un tanto pensativo.
—Cuando dices "siempre" ¿Te refieres hasta el día de ayer? —pregunto burlonamente. —Porque hoy ya no cuenta.
A mi izquierda, Jasper ahoga una risa entre sus manos. El doctor no luce muy feliz con mi comentario.
—Una cosa es que todos nosotros en este momento tengamos unas inmensas ganas de saltar al cuello de Isabella —digo acusándolos. —Somos como cualquier persona frente a un pastel. Lo vemos, lo olemos, lo llegamos a saborear, pero, podemos contenernos y fingir que no está ahí la tentación.
Isabella me mira con el ceño fruncido. ¿No le gustó que la haya llamado pastelito? ¿Debería intentar con bombón? ¿Dulzura? Eso lo descubriré más tarde.
—Pero, otra cosa es el adicto que tienen como hijo, hermano y novio —gruño paseando mis ojos a los rostros de cada uno de los presentes. —Es como un adicto pasando por la más cruel rehabilitación, le quitas su droga favorita, se la pones en una caja de cristal frente a sus propios ojos y le dices que no puede tomarla porque tú tienes la llave. En cuanto esa maldita llave se caiga de tu bolsillo, él se va a lanzar a por ella.
Todos se estremecen. Yo me cruzo de brazos. Necesito que les quede claro, que se metan en la jodida cabeza que el niño bonito es peligroso para Isabella y para ellos mismos.
—La próxima vez que le quitemos su juguete favorito, no va a dudar en hacernos picadillo para conseguirlo —advierto. —No se va a detener hasta asegurarse de que no haya ni una sola gota de sangre en las venas de Isabella.
—¡Edward ama a Bella! —la dulce mujer apela a mis argumentos. ¡Santa señora! Su hijo no es un puto santo, no lo defienda.
—Eso no es cierto —Jasper niega. Sus ojos miran a Isabella ardiendo en disculpa, ella se limita a mirarlo. —Edward ve a Bella como un logro, como un trofeo.
—Eso no es posible —la mujer lloriquea. Su rostro se frunce y puedo ver el dolor que la atraviesa. Supongo que eso es lo malo del amor de madre, te ciega.
—Mantenerla a su lado es una constante prueba de control para él —Jasper le explica. —Mantener su corazón latiendo es solo un trofeo que puede ir por ahí presumiendo.
El aroma a sal llega a mi nariz, aunque desde mi posición su rostro no es del todo visible para mí, puedo sentir sus lágrimas bajando por sus mejillas, las siento como si fueran mis ojos los que estuvieran llorando. Siento su dolor y su pena como si fueran míos.
—¿Lo sabías? — la mujer se gira hacia la bambina con el rostro lleno de incredulidad. Ella asiente en silencio y provoca que la mujer se doble sollozando sin lágrimas.
—Era demasiado obvio —suspira la rubia al lado de Isabella. Nadie se atreve a contradecirla.
—Volviendo al tema… —rompo el silencio. Hay demasiados cabos sueltos en lo que sucedió. —Klaus mencionó que el niñato llevaba casi dos semanas sin alimentarse…
—¿Porque mierda hizo eso? —la rubia gruñe. —Si sabe cuánto le afecta el aroma de Bella, ¿porque no se alimentó con más frecuencia?
—Porque se niega a alejarse de Bella —Alice suspira. —Jasper y yo tenemos que ir casi cada noche a la casa de Charlie para tratar de convencerlo que venga a casa para ducharse o cambiarse.
—¡Ese infeliz! —la rubia se cruza de brazos. —Maldito narcisista, obsesivo, controlador, egoísta y esquizofrénico.
No pudo describirlo mejor. Bueno, en realidad a mí se me ocurren unas cuantas "cualidades" más que puedo usar para describir al niño bonito.
—¿Podemos concentrarnos en el asunto importante? —Isabella habla en voz baja a sabiendas que todos los presentes podemos escucharla.
—Si va a funcionar —la pixie salta en su asiento. —Ya lo he visto.
—Tus visiones tienen un... "no sé qué" que me hacen dudar de ellas —digo frunciendo el ceño.
—Pues te aguantas —me saca la lengua.
—¿Qué cosa va a funcionar? —el doctor pregunta, nos da una mirada con sus ojos dorados entrecerrados. ¿Ahora me viene con el cuento de que es nosotros en quien no confía en nosotros?
—Una parte de la escuela muy destruida y alguien se dará cuenta tarde o temprano de eso —Isabella explica. —Tenemos un plan para cubrirlo, pero necesitaremos un poco de ayuda.
—Estoy dentro —Jasper y el grandote saltan emocionados. No sé porque no me sorprende.
—¿Cuál es el plan? —la rubia nos mira con interés.
—Angela y Ben terminaron —explica la castaña. —Vamos a fingir que Ben se embriago después de la ruptura, que perdió el control y estrelló su auto contra la escuela.
Isabella pone una sonrisa inocente y encantadora, pero emocionada. ¿O el emocionado soy yo? ¿Puedo contagiarle mis sentimientos?
—¿Y nosotros provocaremos el accidente?—Jasper levanta una ceja.
—Si, básicamente —Isabella se encoge de hombros. —Le diremos a Charlie para que nos ayude a montar toda la escena del crimen.
—Un poco de dramatismo no estaría de más —le guiño un ojo al rubio. El parpadea batiendo sus pestañas en mi dirección.
—¿Y qué haremos con Jessica? —la esposa del doctor le da una mirada abatida a la escalera.
—De la histérica me encargo yo —les digo.
—Jessica —Isabella me reprende de nuevo.
—¿Qué más da como se llame? —resoplo.
Los vampiros nos miran, los ojos de cada uno de ellos con diferentes emociones en el rostro. Jasper y su esposa nos miran con seguridad y confianza, la Barbie rubia tiene sus ojos entrecerrados, pero no hay señal de ninguna emoción negativa. Ella es alguien sencillo de comprender, si la situación no daña a su familia o a ella, el mundo puede arder.
El doctor y su esposa son dos cosas muy aparte a sus hijos presentes; Carlisle está consternado por su familia y sé que quien más le preocupa es su adorado hijo. A lo que me contó en una de nuestras conversaciones, el niño bonito se reveló un par de veces yendo en contra de la política de no lastimar a los humanos; según Carlisle, "solo lastimó a personas que merecían ser lastimadas", pero eso me parece una idiotez. Ellos no son nadie para juzgar quien debería o no ser lastimado. Si te alimentas de humanos lo haces y ya, sea quien sea. No creo que ellos anden por el bosque preguntándole a Bambi si se ha portado bien o no con su amigo tambor.
La esposa del doctor tampoco es difícil de comprender, su estado de ánimo decayó al darse cuenta de que su hijo en realidad no es tan perfecto como dice serlo, y además, no le agradó la idea que use a Isabella a su beneficio. La mujer quiere a la bambina como si fuera su propia hija, eso cualquiera lo notaría.
La realidad es que a estos vampiros, al menos a los que hacen la función de adultos, les preocupa su familia. Y sé que aunque no les guste la mierda de situación donde están metidos, harán de todo para proteger a su familia.
—¿Jessica te conoce? —la rubia pregunta. —¿O solo te ha visto en forma de cuervo?
—La hipnoticé para que me viera como cuervo —explico sintiéndome estúpidamente ridículo al confesar eso.
—Quizás ya sabe que no eres real —dice pensativa.
—¿Tú crees? —bufo. —¿Qué me delataría?
—No hay cuervos en Forks —Jasper explica.
—¿Por qué demonios no? —pregunto juntando las cejas. — Hay un enorme bosque, el clima es agradable, muy helado y depresivo, pero agradable.
—Los lobos se los comen —dice la vampira con aspecto de pitufina.
—¿Los perros enormes con complejo de osos? —preguntó divertido y apuntando al bosque con mi cabeza.
—No —me responde. —Esos son los licántropos.
—Esos se comen a los vampiros —Jasper dice divertido. —O lo intentan al menos.
—No a mí, querido —digo en tono meloso. Le lanzo un beso.
—Serás idiota —resopla el rubio. —¿No tienes nada mejor que hacer? Vamos a llevarte con la humana.
—Carlisle, ¿puedes acompañarlos?—la bambina pregunta mientras se levanta de la silla del comedor.
—Claro —le dice. Ambos fríos se mueven, obedientes a la pequeña humana.
—Ella vino a estudiar con Alice y conmigo —la bambina se coloca frente a mí, sus ojos determinantes se colocan en los míos mientras habla. —Angela no pudo venir porque está con Ben.
Joder, necesitaré un buen trago después de esto.
No le respondo, me limito a caminar hasta alcanzar a los dos hombres que ya han subido la escalera. Pasamos frente al despacho de Carlisle que curiosamente tiene la puerta abierta, alcanzo a ver una camilla allí y quiero creer que es para en casos de emergencias y porque su idea era examinar a la bambina. Espero que no la tenga allí porque en la noche se dedique a hacer experimentos y disecciones de cuerpos.
¿Dije un trago? ¡Necesitare toda la puta botella de bourbon.
—Está dormida —Jasper me informa empujando la puerta de la habitación donde está la humana loca y traumada.
—Explícame algo —le pido. El asiente en silencio. —¿Solo haces tú magia vudú esa… y cualquiera se puede dormir?
—Sí, algo así —se encoje de hombros.
—¿Cualquiera? —pregunto de nuevo. Él me da una mirada.
—En cuanto Jasper quite el letargo, ella se va a despertar —Carlisle nos avisa intentando sonar casual y centrado. —La última vez que lo intentamos, la histeria volvió a ganarle.
—Yo me encargo —enderezo la espalda y cuadro mis hombros. Esto no es nada a comparación de las cosas que me he enfrentado. —Solo salgan de aquí en cuanto abra los ojos.
Jasper le da una mirada a Carlisle antes de concentrarse en el cuerpo de la humana. En mi espalda siento una ráfaga de viento ligero anunciándome que los vampiros se han ido y antes de lo que me gustaría, la humana se despierta. Abre los ojos de golpe y se sienta en un solo movimiento.
Pongo manos la obra, sería un estúpido si le diera tiempo para que procesara la situación y reaccionara gritando de nuevo. Estoy dispuesto a sacarme yo mismo el corazón si la escucho gritar, lo juro.
—Escúchame bien —me coloco frente a ella, sus ojos se abren por la sorpresa de verme aparecer de la nada, y eso facilita mi trabajo. —Alice te invitó a estudiar con ella y con Bella, tu aceptaste, decidiste venir a la casa Cullen y ahora estas perdida porque fuiste tan estúpida que no encontraste el baño.
—Vine a la casa de los Cullen a estudiar, Bella y Alice están aquí y yo fui estúpida —repite con la voz chillona. Sonrió satisfecho con sus palabras.
—Largo —me cruzo de brazos.
Ella abre la puerta del estudio del doctor y sale al pasillo con movimientos lentos y mecánicos.
—¿Jessica? —la voz de Jasper se escucha cerca. —¿Pudiste encontrar el baño?
—¿Jasper? —ella pregunta, confundida. —Yo, bueno, en realidad... no, creo que no lo encontré.
Hasta acá puedo sentir la vergüenza emanando de ella.
—Permíteme —le dice el marcando su acento sureño.
Decido salir de la habitación y mirar por el pasillo, los veo a ambos caminar algunos pasos antes de que Jasper se adelante y abra una puerta, supongo que ese es el baño. La muchacha sonríe tímidamente y entra por donde el rubio le ha indicado.
—Es vergonzoso cuando finges ese patético acento sureño —digo entre dientes al pasar a un lado del rubio.
—Tú eres patético y no te lo digo a cada rato —levanta las manos mostrándome sus palmas.
—Imbécil —gruño sin mirarlo. —Estúpido soldadito de plomo.
—El burro hablando de orejas —se carcajea antes de perderse por el pasillo.
Ahogando un gruñido en mi pecho, continúo mi camino de regreso a la planta baja donde se encuentra la bambina, bajo la escalera con pereza, arrastro mis botas por el fino piso de madera hasta que llego a ella. Me dejo caer en una silla a un lado de Isabella. El comedor que antes estaba casi vació a excepción del plato de comida de la Bambina, ahora parece una biblioteca por la cual ha pasado un demonio de Tasmania; sobre la mesa hay libros abiertos y amontonados, a un lado de ellos hay una computadora con una presentación sobre un tema escolar y por si fuera poco, hay varias libretas distribuidas por aquí y por allá.
—¿Estas dibujando corazones junto a mi nombre? —pregunto a la bambina. Inclino mi cuello intentando ver lo que esta escribiendo. Ella en segundos lo aleja de mí y cierra la libreta.
—No estaba haciendo eso —me dice, intenta hacer una mueca de fastidio, pero sus mejillas se sonrojan haciéndome agua la boca con su aroma.
—¡Oh vamos! Sé que eso haces —estiro mi brazo por delante de su torso para intentar quitarle la libreta, ella hace sus manos hacia atrás, mi otra mano rodea su cabeza y le arrebata la libreta con facilidad.
—Asno —se queja ella. La ignoro mientras ojeo rápidamente las hojas en búsqueda de la hoja que estaba garabateando cuando llegue. No tardó en encontrarla. Una estúpida sonrisa se coloca en mi rostro. Sí, escribió mi nombre con corazones alrededor.
—Lo sabía —me burlo. Ella me da un empujón.
Lastimosamente nuestro tiempo de tranquilidad se termina cuando se escuchan unos pasos bajando la escalera. No tengo que ser muy inteligente para saber que es la humana indeseable quien viene en nuestra dirección.
—Hora del show —la duende murmura apareciendo al otro lado de Isabella.
—Pensé que te habías perdido —Isabella la mira, su voz suena casi divertida.
—Si me perdí —acepta ella. —Jasper fue amable y me ayudó.
—¡Así es mi amorcito! —Alice aplaude. Isabella y yo hacemos una mueca.
—Angela...¿No está aquí? —la muchacha pregunta. Su confusión es muy notoria.
—No. Dijo que quería ver a Ben para hablar algo importante, ¿recuerdas? —la bambina la mira. —Nos dijo que nos vería mañana en la escuela.
—¡Oh! Cierto —acepta ella.
—Supongo que ya terminamos —la Bambina mira a su alrededor. La otra humana la imita, pero, la incomodidad que siente por estar en esta situación que no logra comprender, hace que luzca como un animal encerrado en una jaula.
Sonrió por la idea. Quizás eso debimos hacer desde un inicio.
—¿Jessica? —Alice se levanta fulminándome con la mirada. Ups. Se me olvida que ella puede ver mis planes desde antes. —Mamá me pidió que pasara al pueblo a recoger algo, podría pasar a tu casa a dejarte, si quieres.
La muchacha mira a Isabella, el miedo y nervosismo es muy evidente en su expresión. Como he dicho, un pobre animal en una jaula.
—Ve con ella —Isabella la anima. —Yo me quedaré aquí un poco más de tiempo. Yo… err… esperaré a Edward.
Levanto una de mis cejas en dirección a la bambina. Espero que eso sea una maldita broma.
La humana parece comprender y las palabras de la bambina al parecer hicieron que su cerebro volviera a funcionar, pues asiente en dirección a la pequeña vampira aceptando su oferta. Entre las tres recogen las cosas de la mesa, guardan cosas en mochilas que no sé de dónde han salido y la vampira tira de la humana en dirección al garaje. El motor del auto arranca y el sonido se pierde en el bosque.
—¿Nos vamos a quedar aquí? —pregunto.
—¡No! —la bambina salta de su asiento. —Vámonos. Aun hay que ir a hablar con Charlie.
—Dile que él se encargue del drama —Jasper aparece frente a nosotros con una expresión serena. —Nosotros haremos lo demás.
—Bien —aceptamos al unísono. Tomo la mano de mi Bambina con fuerza, ambos salimos de la casa del terror escoltados por el rubio.
—Un par de minutos más y nos habremos librado de esto —le digo. Ella asiente. Puedo notar su cuerpo tenso y alerta a su alrededor.
—¡Bella! —se escucha que gritan a unos metros.
—¡Maldita sea! —gruño. —Yo y mi estúpida bocota. ¡Bravo, Salvatore!
—Damon vámonos —me suplica la bambina. —No quiero estar aquí, vámonos, por favor.
—Andando —acepto. Nos movemos con rapidez, sin importarnos que el resto de fríos nos vean y hagan sus estúpidas preguntas más tarde. La Bambina y yo bajamos los escalones que nos separan del camino donde está estacionado el auto a unos metros de nosotros.
—¡Bella! ¡Amor! —sigue gritando. Puedo escuchar sus zapatos rozando la hierba del bosque mientras corre a toda velocidad hacia la casa.
—¡Carajo! —me quejo. —¡Maldito cabrón! Siempre tienes que arruinarlo todo.
El resto de los vampiros de esta casa, aparecen a nuestras espaldas. Se colocan en posiciones alrededor de la espalda de Isabella, asegurándose de cubrir los flancos de la bambina de una manera según ellos muy disimulada. Ellos no saben que Isabella también los ha escucha y percibido. Ella sabe que sucederá a continuación. Su cuerpo tenso está recostado contra mí, presionándose con fuerza a mí como si quisiera mezclarse con mi propio cuerpo para cubrirse. En otras circunstancias no tendría problemas, pero ahora mismo está haciéndome más difícil la tarea de moverme para detener al infeliz y que no se acerque a ella.
—¡Bella! —aparece frente a nosotros. —¡Bella, mi amor! ¿Estás bien? ¡Lo siento! Yo no quería... trate de controlarme, pero...yo no...
—Cierra la boca imbécil —gruño dándole un empujón para alejarlo de la bambina. Jasper, y el grandote aparecen a cada lado de él, colocando una mano en su hombro para detenerlo.
Ahora el hombre frente a mí no luce amenazador, si no que luce torturado y arrepentido. ¡A la mierda! A mí no va a venderme ese maldito cuento, él no se acercará a la bambina, y si lo hace será sobre mi cadáver.
—Bella, por favor —el niño bonito continúa insistiendo. —Te lo juro, mi amor, no era mi intención lastimarte.
—Pero lo hiciste —siseo.
Mi bambina tiembla entre mis brazos, cada palabra que él dice le produce dolor y su cuerpo se sacude en respuesta. Su respiración esta agitada, le cuesta respirar. Oh no, hace algunas horas acabo de sacarla de un ataque de pánico y este cabrón hará que vuelva a desmayarse.
—¡Por favor, Bella! —suplica. —Habla conmigo, ven conmigo, te juro que no debes tenerme miedo, yo...
—Edward, basta —Jasper habla con la voz pausada y en calma, está proyectando tranquilidad. El cobrizo sacude la cabeza. Al parecer la brujería de Jasper no está funcionando.
—Bella, por favor. Ayer solo fue un momento de debilidad, él te hizo daño y se aprovechó de que no me había alimentado —el cabrón sigue soltando excusa tras excusa. —¡Lo juro, mi amor! Eres lo más preciado que tengo, si algo te pasara, yo no... No podría soportarlo.
Quiero lanzarme en contra de él y desmembrarlo hasta hacerlo picadillo, pero en lugar de eso decido ser inteligente y centrarme primero en Isabella.
—Tranquila —le susurró al oído. El cuerpo de la bambina se persona más contra el mío, mi brazo rodea su cintura manteniéndola firme. —Nadie te va a obligar a nada, si no quieres hablar con él, nos iremos.
Ella levanta su cabeza, su labio tiembla por los sollozos contenidos y las lágrimas caen por sus mejillas, pero sus ojos chocolates brillan con un torrente de sentimientos, el dolor y la determinación son los más notorios.
—Tengo que hacerlo —suspira. —Puedo hacerlo.
—Bien —acepto. Por supuesto que creo en sus palabras.
—Solamente, quédate cerca, ¿sí?
—Siempre listo para patear traseros, nena —le prometo. Casi sonríe. Casi hago que sonría.
Muy en contra de mi voluntad, la dejo ir. Desenrollo mis brazos de su cuerpo y doy un paso atrás. Todos los miembros de la mansión del terror aguantan la innecesaria respiración, el maldito silencio nos envuelve a cada uno de los presentes y nos pone más tensos de lo que ya estamos. Todos los ojos están sobre Isabella, atentos a cualquier reacción. Ella levanta valientemente la barbilla y se acerca un paso al niño bonito, el amarre del musculoso y de Jaspers sobre sus hombros se intensifica, ninguno de los otros dos vampiros va a permitir que él se mueva, ninguna va a permitir que la lastime.
—Edward —la bambina se aclara la garganta. El niño bonito parece recuperar parte de su alma al darse cuenta que ella va a hablar con él. —Edward, te quiero.
Mierda, mierda y pura mierda que es esta maldita situación. ¿Eso es todo? ¿Después de lo que sucedió, eso es todo lo que va a decirle? ¡El cabrón iba a entregar a su mejor amiga, iba a provocar una maldita masacre en la escuela! ¿El maldito cabrón la mata porque no tuvo los cojones puestos para resistirse a su sangre! ¿Lo va a perdonar después de eso? ¿Se va a quedar con él? ¿Y yo que?
Bueno, Salvatore, al parecer a ti te puede llevar el maldito diablo.
—¡Bella, mi amor! —el idiota respira aliviado. Quiero golpearlo. —Yo también te amo, gracias por perdonarme, yo...
—No —ella sacude la cabeza. —Te perdono porque no fue del todo tu culpa. Fue culpa de Klaus principalmente, pero también fue mi culpa; porque yo sé cuánto quieres mi sangre y sé lo peligroso que es estar contigo.
—Mi amor, te juro que iré a cazar diario, dos veces al día si eso es lo que me pides.
—Edward, te quiero, esa es la verdad —repite ella. —Pero también quiero que te alejes de mí.
—¿Bella? —pregunta él, confundido y a nada de soltarse a llorar. Juro que yo estoy igual.
—Tu y yo, no debemos estar juntos, no podemos, Edward —la bambina da un paso atrás. —Te duele estar cerca de mí, la sed es demasiado para tí y eso no es justo.
—Puedo soportarlo...
—Y tampoco es justo que te siga mintiendo —Isabella me mira de reojo. —Te quiero, pero no te amo.
—Bella, amor… Yo sé que estas agobiada por lo que pasó —intenta de nuevo el niño bonito. —Pero, podemos superarlo.
La bambina sacude la cabeza.
—Bella, no… no nos hagas esto —suplica. —¿Quieres procesar esto con calma? Yo pudo… Me iré unos días a Denalí, si es lo que quieres.
—Puedes irte para siempre —propongo.
—Maldito pajarraco, cierra el pico —me gruñe. —¡Esto no es asunto tuyo!
Observo su mano levantarse en dirección a mí y a ella, quiere espantarme con su mano, alejarme de la bambina. Esta imbécil si cree que se lo voy a permitir. Elevo mi brazo al mismo tiempo que él levanta su mano, lo detengo con un movimiento asegurándome de sujetarlo con fuerza por la muñeca.
—Dejémonos de tonterías —digo. Estiro mi cuello para acomodar mi rostro a la altura del suyo sin despegar mi cuerpo de mi Bambina. —Vas a recordarme, vas a verme de verdad y harás lo que ella te diga.
En cuanto termino de decir la orden, sus pupilas ahora doradas se dilatan y regresan rápidamente a su estado normal. Puedo ver el reconocimiento en su rostro.
—¿Quién…? ¿Por qué…? No, no —sacude la cabeza. —¿Quién eres tú?
—¡Hey! Hola, niño bonito —me burlo. —¿Sigues delirando? ¿Aún me ves como un pajarraco?
—Eres el cuervo —dice. Ya no es una pregunta. —¿Qué quieres? ¿Por qué estas con ella? ¡Déjala en paz!
—He hecho todo lo que tú no has podido idiota!
Sus cejas se juntan, su rostro se contrae.
—Intentaste comértela hace algunas horas, amigo —le digo. —¡Tienes suerte de que estuviera yo allí para detenerte, Idiota!
—Bella, y-yo… —tartamudea con nerviosismo. —No era mi intención. Sabes que el aroma de tu sangre es demasiado para mí.
—¿No que tienes un muy buen control? —le reto.
—¿Estás diciendo que… es mi culpa? —jadea Isabella. Se ahoga con sus propias palabras.
—Mejor cierra la boca, hermano —resopla el grandote. Él y Jasper soltaron en algún momento al niño bonito, pero siguen a sus costados, moviéndose a la par de él.
—¡Ibas a entregar a Angela! —chilla histéricamente la Bambina.
—¡Ben no la iba a lastimar! —se defiende él.
—¡Ese no era Ben, imbécil! —regresa a gritos ella. —¡Ese maldito loco era Klaus, él quería a Angela, él quiere matarla! ¡Y a mí de paso!
—Estabas dispuesto a dar su vida a cambio de darme unos días más para vivir —lloriquea la Bambina. El aroma a sal me dice que está llorando. —Eso no es justo, Edward.
—¡No es justo que yo te pierda! —ruge él. —Si tengo que sacrificar a todo este maldito pueblo por tenerte, lo haré.
—¿Por qué hablas de ella como una posesión? —pregunto de manera inocente. —¿Qué no se supone que es tu novia? ¿Qué no se supone que la amas más que a tu vida? ¿Dónde mierda queda eso?
—Yo la amo —dice con seguridad.
—Quizás —acepto. Debo darle un poco de crédito. —Pero deseas más su sangre. Anhelas beber ese delicioso y dulce líquido rojo, sentirlo contra tu lengua, por toda tu garganta.
Su cuerpo se tensa, todos sus músculos se endurecen más de lo que ya es posible.
—¿Recuerdas ese día en su habitación? —pregunto para tentarlo. —¿Recuerdas como atravesé la piel de su cuello con mis colmillos? ¿Recuerdas los gemidos y jadeos de ella mientras su sangre se deslizaba por mi garganta?
Mis palabras son el golpe de realidad que necesitaba para terminar de recordarlo todo.
—Tú… tú has bebido de ella —tartamudea el frío frente a mí. De repente se ha puesto más pálido de lo que estaba.
—Una y otra vez —digo presumido.
—¿Qué hiciste? —pregunta mirando directamente a la bambina. La traición en su voz parece cortar el ambiente como un cuchillo.
—Edward, por favor… —Isabella dice en un tono lastimero.
—¿Qué hizo? —pongo los ojos en blanco. —Si hizo o no algo, no es de tu maldita incumbencia.
Mis palabras parecen regresarlo a la puta realidad. Pero Isabella ya está temblando en mis brazos. Un gruñido se coloca en mi garganta, sé que esté idiota ya sembró la semilla de la culpabilidad en ella. —Pero voy a responder a tu pregunta; Está viviendo.
El vampiro cobrizo frente a mi parece irse encogiendo poco a poco con cada cosa que su cerebro registra.
—¿Bella? —intenta acercarse de nuevo, con cautela, como si le diera miedo.
El silencio nos absorbe mientras sus ojos dorados analizan a la humana que tengo contra mi cuerpo. Sé lo que está viendo, una muchacha de diecisiete años que ahora luce como una mujer de algunos años más, sé que ve su cabello más brillante, sedoso y con ondas preciosas, ve los ojos chocolates que ahora brillan con fuego en ellos, los rasgos que se han ido definiendo, su rostro que ahora luce nervioso pero perfectamente perfilado. La piel expuesta a la vista que ahora luce tersa, hidratada y más resistente en comparación a la de cualquier piel humana.
Por si fuera poco, su cuerpo ha cambiado, pareciera que ha crecido algunos centímetros y que las curvas de su cuerpo ahora son más pronunciadas a comparación de hace semanas.
—No eres mi Bella —dice casi con dolor. Una sonrisa se coloca en mi rostro.
—No, no lo es —recito las palabras con orgullo. —Ahora es mí Isabella, mi Bambina.
—La cambiaste —acusa.
—No, solamente permito que sea ella misma —digo.
—¡La cambiaste! —se lanza contra mí, sus hermanos no alcanzan a detenerlo, pero mis manos si alcanzan a colocar a un lado a la humana antes de recibirlo y empujarlo contra el suelo. No tarda en levantarse. —¡Me la quitaste! ¡Me quitaste su sangre!
Lo vuelvo a empujar cuando me embiste de nuevo. No puedo creer que siga tan imbécil como para creer que puede contra mí.
—¡Edward! ¡Para, detente! —escucho el grito de Isabella. Es inteligente y no intenta acercarse a detenernos a cualquiera de los dos.
Forcejeamos por algunos momentos, hasta que me cansó y lo lanzo contra un árbol que sucumbe contra la fuerza del impacto y la dureza de su cuerpo.
—¿Ahora eres feliz? —escupe levantándose. —¿Eres feliz siendo un jodido vampiro? ¡¿Un monstruo sin alma?!
—Y si así fuera… —Isabella dice con voz más clara, dura, retadora. Su rostro se endurece a la vez que levanta su barbilla. —¿Qué?
—¡Me das asco! —gruñe él. Su rostro de piedra se tuerce en una mueca que complementa sus palabras. —No puedo creer que te entregaras a este… demonio, solo para que te diera la inmortalidad.
—No sabes cuánto deseo que solo sea tu rencor hablando —la voz de Isabella ahora luce decepcionada. —Espero que no lo digas en verdad.
—Y si así fuera… ¿qué? —usa sus propias palabras contra ella. Eso es un golpe bajo.
Ella suspira. Me busca con la mirada y extiende su mano en mi dirección.
—Vámonos Damon —me pide. —Ya no quiero estar aquí.
No me tiene que decir dos veces. En segundos la tengo junto al auto, mi mano sostiene la puerta del copiloto para que ella se pueda subir, en silencio lo hace, y ella misma cierra la puerta. Le doy la vuelta al auto con tranquilidad, abro la puerta de mi lado pero me detengo antes de subir.
—Ah, por cierto —regreso mi atención al niño bonito que ahora luce como un maldito desastre. —Yo nunca dije que se había transformado. Sigue siendo humana.
Con eso, subo al auto colocándome detrás del volante, cierro la puerta de un portazo y arranco el maldito motor sacándonos del camino de la mansión del terror dejando a siete vampiros fríos lidiando con miles de pensamientos que me importan una mierda.
—¿Ya te acabaste la reserva de alcohol de Charlie? —me pregunta la Bambina. Por la esquina de mis ojos veo que se masajea las sienes con fuerza. ¿quiere perforarse la cabeza?
—Queda una botella —confieso.
—Necesitaré más que eso.
—Yo también —acepto. —Yo también necesito embriagarme, Bambina.
Hola de nuevo jajaja sé que es cortito, sobre todo después de no haber actualizado en largo tiempo, pero hay cosas que necesitamos ir "cerrando" antes del gran final. Así es, ya estamos en la recta final de So Good. Por cierto, cuéntenme, platíquenme sus teorías de como se va a terminar esto jijij
Y sobre las plataformas, de verdad me gustaría hacer amistad con todas las personas que me han leído a través de la historia y de mis otras historias.
En fin, nos leemos en el siguiente! Gracias por ser pacientes y esperarme 3
