Sinopsis:

Ella busca información acerca de la verdadera naturaleza del que parece ser el amor de su vida. Él está dispuesto a todo por salvar a la mujer que cree amar. Ambos creen tenerlo todo, aunque en realidad no tienen nada. Saben que sus vidas son malas, pero desconocen que juntos podrían ser muy buenos.

(Basada principalmente en la canción "So good" de Halsey)


La historia sucede en el viaje de Bella y sus amigas a Port Angeles, y durante la 2da temporada de The Vampire Diaries.

La línea temporal será de cuando se estrenaron las películas y la serie, es decir en 2004/2006, pero, voy a combinar elementos del año real en que se empezó a publicar la historia en 2022. (Solo es por si describo algunos hechos o cosas que en esos años aun no existían o aun no pasaban pero en la actualidad sí)

Disclaimer: Los libros de Twilight es propiedad de Stephanie Meyer. Los libros de The Vampire Diaries es L. J. Smith. También la historia puede contener partes de las películas y la serie de los respectivos libros. O alguna frase de alguna canción porque me inspiré en ella.


Pequeña nota antes de comenzar:

No sé si se dieron cuenta de que Fanfiction estaba fallando hace algunos meses, y recientemente volvió a suceder. También con las nuevas reglas de Wattpad y eso, me ha quedado un amor-odio que me tiene indecisa si publicar allí o no. Pero mientras tanto, les cuento que tengo mis historias publicadas en algunas otras plataformas, se las dejaré a continuación por si quieren seguirme ¿okay?

AO3 con el mismo nombre de aquí: FemaleDark (aquí van los caps al día)

Y si tienen Instagram, pueden enviarme mensaje, seguirme o simplemente husmear en las cosas que publico (aja, a veces spoiler de las historias). Mi user es torturednreader

En fin, vayamos a lo que nos importa, el capítulo:


(Isabella POV)

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Miro a mi derecha, en el otro sofá, Angela mira distraídamente por la ventana que está a un costado, Elijah a su lado, mira fijamente en mi dirección con una expresión impasible. Supongo que eso es bueno.

Mi cabeza se mueve hacia el otro lado, a mi izquierda. Damon está haciendo una mueca que no oculta para nada el aburrimiento que está sintiendo.

¿Yo?

Estoy sentada a su lado fingiendo que todo está bien cuando en realidad mi cabeza está punzando, mis ojos arden y la falta de sueño está comenzando a cobrarme muy caro. Además, estoy sintiendo unas enormes ganas de salir corriendo. Tengo una enorme desesperación de estar en cualquier otro lugar menos en este, en la sala de la casa Salvatore en Mystic Falls.

Después de que descubrimos que la piedra de luna terminó en el fondo del océano por culpa de Jasper y Emmett, mis amigos y yo decidimos aprovechar las 24 horas que Angela les dio a los vampiros para recuperar la piedra.

Volvimos a casa de Charlie, armamos un plan y compramos los pasajes para venir a pasar lo que resta de la semana en este lugar, Mystic Falls. Son solo cuatro días, es en realidad poco tiempo, pero es el suficiente para volverme loca.

Cuando iba corriendo la hora número 13, Esme nos llamó para ir a la casa Cullen de nuevo, resulta que Jasper y Emmett habían conseguido recuperar la piedra, y mientras esperaban a que llegáramos, sus esposas se encargaron de dejar muy en claro porque habían actuado como los completos imbéciles que son. Luego fue la misma Esme que sin importarle nuestra presencia, les dio un regaño y una lección de porque no pueden actuar como dos niños cuando ya son más viejos que la estatua de la libertad.

Si, Damon disfrutó esa parte. Ver a su amigo, al Mayor del Ejército Confederado ser regañado por su madre, hizo que tuviera un ataque de risa que tardo casi media hora en calmar.

Después fue el turno de Angela de recuperar la piedra y de aprovechar la cercanía de los vampiros para descargar un poco de su magia en ellos. Jasper y Emmett terminaron en lágrimas sin poder derramar, con vergüenza en sus rostros y pidiendo perdón a todos.

Alice se ofreció a llevarnos al aeropuerto para que pudiéramos tomar nuestro vuelo. Ahí finalmente pudimos dormir un poco, descansar y prepararnos para l que sea que vaya a suceder en este pueblo.

—¿Alguien piensa hablar? —Elijah pregunta, pero el silencio resulta ser la respuesta que obtiene.

—Te dejamos ese privilegio —Damon le dice despreocupadamente. Da una palmada en mi muslo y se levanta de mi costado en el sofá.

Mis ojos observan sus movimientos, se acerca a una de las mesas que hay a un costado del sofá donde estamos sentados, sirve varios vasos con bourbon y se bebe de golpe el poco que queda en la botella. No soy la única que lo está observando, Elijah, Angela y nuestros acompañantes también miran sus movimientos, aunque con más cautela que nosotros.

Llevamos un par de horas aquí, Stefan ya estaba despierto cuando llegamos, su cara fue de temor y sorpresa en cuanto nos vio entrar a la casa, rápidamente se acercó a nosotros e intentó interrogarnos, pero Damon le dejó en claro que solo hablaríamos con Elena presente. Al pobre no le quedó de otra más que llamarla y convencerla de que viniera a la casa.

Mi adorada prima tardo otras dos breves horas en llegar. Lo único bueno fue que Stefan se ofreció -lo obligamos- a prepararnos el desayuno.

Mi atención regresa a Damon que se ha girado y me está ofreciendo con una sonrisa un vaso de los que ha servido, no dudo en tomarlo, sé que necesitaré algo para agarrar valor y soltar la bomba de noticias que hemos traído. Damon me guiña un ojo antes de girarse nueva mente y caminar hacia Elijah y Angela, ellos tampoco dudan en tomar un vaso cada uno. Stefan titubea, pero acepta lo que su hermano le ofrece, Elena es quien se niega.

—Es muy temprano para esto ¿no? —Elena sacude la cabeza.

—El sol ha salido hace horas —Damon se encoje de hombros. Su mano empuja más cerca la bandeja dónde solo queda un vaso. —Si yo fuera tú, lo tomaría.

—No, gracias —Elena le empuja de regreso el vaso. —Así estoy bien.

—Eres tú quien más lo necesita —chasqueo mi lengua ganándome que Elena me mire con los ojos entrecerrados. Supongo que aún no soy completamente de su agrado.

—¿Por qué? —me pregunta.

—Las noticas que te tenemos serán más fáciles de digerir si te embriagas un poco.

Elena mira a Stefan, en silencio le pregunta si él sabe algo, pero su novio niega sutilmente, le da una larga mirada y con la cabeza señala el vaso, pero, Elena aún no está completamente segura así que, busca con la mirada a Elijah quien le hace la misma seña que su novio. Un poco dudosa, busca mis ojos de nuevo, busca algo en mi mirada que le diga si esto es una trampa o si estamos siendo honestos. Convencida con lo que encuentra, estira su mano y toma el vaso que le ofrece Damon.

Damon si gira para volver en dirección a la mesa de donde tomo la bandeja, en el camino vuelve a guiñarme un ojo al que respondo con una leve sonrisa. Lo observo depositar la bandeja sobre la mesa y pasar por enfrente de para sentarse de nuevo a mi lado.

—Entonces… —hablo yo. —¿Nadie dirá nada?

Stefan y Elena se miran nerviosamente.

—Alaric… —Stefan es quien inicia la conversación. —Nos contó lo que sucedió con Klaus, también dijo que ustedes han estado lidiando con Klaus y sus… err… ¿amigos?

Los cuatro hacemos una mueca.

—Yo los llamaría secuaces —Damon señala.

—En realidad, Klaus no nos preguntó su queríamos lidiar con sus estúpidos berrinches —Angela dice. —Más bien nos vimos obligados a hacerlo.

—Bueno, nosotros tuvimos algunos días de tranquilidad gracias a eso —continua el vampiro, rápidamente nos mira a los cuatro. —Gracias por encargarse de eso en nuestro lugar.

—No lo hicimos por ustedes, Stefan —siseo fríamente. —Era hacerlo o morir.

—Aun así, quiero agradecerles —me dice el cobrizo una leve sonrisa se desliza en sus labios. No tengo palabras para responderle.

—No somos los buenos, Stefan —Damon bufa. —Solo somos los menos malos, te haría bien recordarlo.

—Cada día me lo recuerdas, hermano —responde en el mismo tono el otro Salvatore.

—¿Que ha pasado en nuestra ausencia? —Elijah mira a Stefan haciéndole directamente la pregunta a él, supongo que para desviar el tema y evitar una pelea entre hermanos.

—Supongo que han pasado cosas menos dramáticas que con ustedes —Stefan dice. —Secuestraron a Alaric, pero eso ya lo saben, Bonnie ha estado practicando su magia y… ¡oh! No sabemos dónde está Katherine.

Elijah dispara su mirada en mi dirección, sé que ambos pensamos lo mismo, solo

—¿Alguien se ha quejado de eso? —Damon pregunta con las cejas muy arriba.

—No, no realmente —le dice su hermano. —Pero nos parece extraño.

—Katherine suele desaparecer así —Damon se encoje de hombros y bebe un trago del líquido en su vaso.

Elijah me mira, sé que ambos pensamos lo mismo, solo hay una razón por la que Katherine desaparece, siempre es la misma razón; Klaus.

—Él la tiene —Elijah piensa en voz alta. El resto de las miradas se colocan sobre él, aunque esa es toda la explicación que el original ofrece.

—¿Quien? ¿Quién la tiene? —pregunta Elena.

—Klaus —digo con simpleza.

—¿Klaus? —mi prima jadea. —¿Estás diciendo que él se ha llevado a Katherine?

Nadie le responde.

—¿Crees que esté aquí? —Angela mira a su alrededor, buscando alguna señal que nos alerte de la presencia del original. Incluso puedo decir que ha comenzado a sospechar de los que estamos aquí, no me sorprendería que Klaus haya hecho de las suyas de nuevo y haya poseído a alguien, otra maldita vez.

—No lo creo —le dice Elijah, él también mira a nuestro alrededor. —La distracción en Forks fue por alguna razón, algo quería obtener de ese lugar. Además de ti, querida.

—Me pareció muy obvio cuando ustedes llegaron —suelto un bufido. Durante todo el camino del aeropuerto hasta aquí nos dijo una y otra vez que si hubiéramos terminado muertos después de la visita de Isobel, hubiese sido completamente nuestra culpa.

—¿Qué pasó en Forks? —Elena pregunta mirando de un rostro a otro, ahora ella está preocupada y alarmada.

—La pregunta correcta sería "¿Qué no pasó en Forks?" —Damon dice en tono divertido.

—Nos embriagamos, luego destruimos la escuela una vez —Angela comienza a enumerar. —Por culpa de Klaus, claro.

—Conocimos a unos metamorfos y nos embriagamos, de nuevo, en una fiesta improvisada que tuvimos en su tribu —Elijah continúa. Escucho el quejido de Damon al mencionar la fiesta en la Push.

—Destruimos la escuela una segunda vez —Angela le sigue. —También por culpa de Klaus.

—Algunas personas se murieron —Elijah dice reflexivamente. —Bella por ejemplo.

—¡¿Qué?! —escucho el jadeo sorprendido de nuestros dos acompañantes.

—No se murió, solo se desmayó por la falta de sangre —Damon aclara.

—Eso también fue culpa de Klaus —señala Angela.

—Maté a Isobel —le digo de sopetón. Mi boca escupe las palabras sin ningún tipo de aviso, sin anestesia, sin nada que pueda amortiguar el golpe de realidad que le voy a dar a mi prima.

—¿Qué? ¿Cómo? —Stefan se inclina hacia adelante, sus codos se colocan sobre sus rodillas y me mira con la mandíbula desencajada.

—¿Disculpa? —Elena abre al máximo los ojos por la sorpresa con la que mis palabras la han tomado.

—Maté a Isobel —repito. ¿No lo dije claramente la primera vez?

—Eso no fue culpa de Klaus ¿o sí? —Angela dice las últimas dos palabras como una pregunta, su ceja se levanta mostrando su gesto interrogante.

—Quisiera decir que no —es lo que digo. Isobel fue a Forks porque Klaus se lo ordeno, ella era la distracción, ella estaba allí para que yo la matara, prefirió ese destino antes de que volver a ayudarle al maniático hibrido. Pero, algo dentro de mí siente que algo falta, algo no estoy viendo, siento que hay algo que se me está escapando, algo que aun no sé lo que es.

—¿P-por qué? —Elena balbucea sacándome de mis delirios. Mi mente comienza a ordenar las razones por las que maté a Isobel, primero en orden alfabético y luego en orden cronológico. —¿Por qué? ¿Q-qué hiciste?

Esa última pregunta dispara la molestia en mi interior. Siento mi cuerpo temblar, avisándome que estoy convirtiéndome en una jodida bomba atómica a punto de explotar.

—Tranquila, Bambina —Damon susurra colocando su mano en mi espalda y en automático dejo de temblar, siento que mi cuerpo se relaja aunque la molestia no se ha evaporado de todo. Tomo un par de respiraciones profundas antes de responderle a mi prima.

—Hay ocasiones, la mayoría si me preguntas, que tienes que hacer ciertas cosas para sobrevivir, Elena —digo secamente. Ella parpadea. —Isobel llegó en un muy mal momento a Forks, chantajeo a Charlie e intentó usarme, de nuevo. Eso es algo que no voy a tolerar ni a permitir. Era ella o era yo. La elección fue sencillo.

Mis ojos quedan fijos en los de Elena, ella apenas y resiste mi mirada un par de segundos mientras se mueve nerviosamente en el sofá. Finalmente su rostro se rompe y deja caer su espalda contra el respaldo del sofá, cruzando sus brazos sobre su pecho. Luce demasiado cohibida, insegura, ¿dolida? No lo sé.

—S-supongo que eso es un problema menos —Stefan dice causando que las emociones de su novia empeoren. Observo a Elena fulminarlo con la mirada antes de poner los ojos en blanco y sacudir su cabeza para mostrar su decepción. El vampiro detecta sus movimientos y hace que su mano se coloque sobre la rodilla de Elena brindándole apoyo silencioso.

—Concuerdo con eso —Damon señala a su hermano y le da un gesto lleno de complicidad. —Pero, el problema principal sigue existiendo.

—El sacrificio —Stefan dice cuidadosamente. Observo a Elena estremecerse en su lugar.

—En realidad el problema es, ya saben, Klaus —Angela dice su nombre con precaución.

Por un segundo me siento en Harry Potter, cuando todos se ven en la obligación de mencionar a aquel que "no debe ser nombrado".

—¿Quieres dejar de decir su nombre? —Elena chilla en tono de histeria. —Siento que va a aparecerse aquí, así, de la nada.

—Estamos hablando de Klaus, Elena —Damon pone los ojos en blanco. —No es Beetlejuice. No pasa nada con que digas su nombre tres veces.

El tono de decepción y vergüenza que usa Damon hace que una sonrisa se me escape. Elena resopla con molestia.

—¿Q-qué pasa con el sacrificio? —Stefan pregunta, su cabeza va de un lado a otro. —¿Al fin sabemos cómo evitar el sacrificio?

Mis amigos y yo nos miramos. Supongo que llegamos al punto donde damos la mala noticia, o buena noticia… depende de cómo tomen lo que les vamos a decir.

—No… no hay ninguna manera de evitar el sacrificio, Stefan —le digo muy seriamente. Observo que el rostro del vampiro se contrae de dolor.

—Entonces… ¿Podemos salvar a Elena? —Stefan pregunta con un nudo en la garganta. —Hay una manera ¿verdad? ¿La hay?

—No, Stefan —le digo compadeciente. —Klaus va a reunir todas las piezas, todo lo que necesita para el ritual y entonces va a venir a por Elena.

La mencionada da un respingo, su cuerpo se pone tenso y observo el miedo en sus ojos.

—Lo siento, Elena —me disculpo lo más sincera que puedo. —No hay otra manera de decirlo. Esa es la realidad.

Mi prima cierra los ojos, da una profunda respiración y asiente muy lentamente.

—E-está bien —Elena se obliga a sí misma a sonreír. Abre los ojos e intenta convencernos con su mirada.

—No, no está bien —Stefan se queja. —Vas a morir, Elena.

—Lo sé, Stefan. Está bien, lo juro —ella intenta decir lo más convincente posible. Ni Stefan ni nosotros le creemos. —Es algo que ya lo había aceptado… creo. Klaus está aquí por mí, yo soy la clave para romper esa maldición. Si no lo hago, él va a seguir lastimando a las personas.

—Así de sencillo es aceptar tu destino —Damon aplaude. —Felicidades por actuar como una niña grande, Elena.

—Yo sí sé madurar, Damon —ella le responde. —No soy como tú.

Casi sonrío por el vano intento de Elena de molestarlo.

—No sabes cuánto agradezco eso —Damon le guiña un ojo. —No puede haber dos como yo.

Yo pongo los ojos en blanco y le doy un codazo. Damon se ríe da un apretón en mis manos y me jala más contra de su cuerpo. Soy consciente que Elena y Stefan miran con atención nuestro intercambio, pero ninguno dice nada, tampoco preguntan y en el fondo de mi lo agradezco.

—Elena —Elijah habla distraídamente, la aludida pone su atención en él. —Si yo te digo que hay una posible solución ¿la tomarías?

—¿La hay? —pregunta Elena. —¿Hay una solución? —me mira a mí, mira a Elijah y luego mira a Stefan, su novio tiene sus ojos puestos con demasiado interés en el original que juega con el vaso en sus manos.

—Dijiste que no podíamos evitar que Elena muera —Stefan me reclama.

—Las soluciones que podemos ofrecer no evitan su muerte —Elijah aclara.

—¿Soluciones? —Elena pregunta. Siento que va dirigida hacia mí la pregunta.

—Sí, hay dos soluciones —carraspeo. —Una es mucho más confiable que la otra.

—Dime —me exige, me suplica, me pide. —¿Qué soluciones? ¿Qué otras opciones tengo?

Miro a Elijah, él puede comenzar con las explicaciones.

—La menos confiable pero la que es más simple es un elixir de la vida —Elijah le dice cautelosamente. —Es sencillo, antes del sacrificio, debes beberlo, luego durante el sacrificio Klaus te matará, pero el elixir hará que vuelvas a la vida.

—Suponiendo que funcione, claro —Damon aclara. Elijah se limita a míralo gritándole en silencio que cierre la boca.

La alarma se enciende en mi prima.

—No estamos seguros de que va a funcionar, Elena —le digo con cuidado. Necesito que entienda que es demasiado probable que no funcione.

—Va a funcionar —asegura ella. —Bonnie tiene la magia de las brujas, haremos el ritual, ella puede matar a Klaus y yo voy a volver a la vida con el elixir.

Todos hacemos una mueca. Sé que está desesperada por encontrar una salida, una solución o un poco de esperanza para aferrarse a la vida, pero, ¡no está poniendo atención! Le estamos diciendo que es posible que no funcione, Elijah le dijo que el elixir es la menos confiable.

—Te dije que era mala idea preguntarle —Damon sacude la cabeza.

—Elena… —intento encontrar las palabras adecuadas para bajarla de su nube de ilusión. No encuentro ninguna. Miro a Elijah en busca de ayuda, pero él tiene la misma mueca de decepción que Damon.

—¿Qué sucede? —Elena pregunta, escucho su voz temblar.

—Bonnie no va a matar a Klaus —Angela dice con un tono reservado pero asegurando de darle otro golpe de realidad. —No puede matarlo.

—¿P-por qué no? —Stefan es quien pregunta.

—Bonnie no tiene la magia suficiente para hacerlo —Angela responde. Todos somos testigos de cómo la emoción, esperanza y alegría de Elena se evaporan en segundo.

—Pero Bonnie, e-ella… la magia de las brujas… —Elena balbucea sin sentido.

—Bonnie tiene magia de las brujas, sí, pero no tiene la suficiente como para matar a Klaus —le explica mi amiga. —Esa magia es demasiado peligrosa, aun no puede manejarla.

—La magia no es algo que deba ser de su preocupación —Elijah dice tajante.

—Yo haré el ritual —Angela sonríe angelicalmente. —De Klaus me encargo yo, pero no puedo asegurarles que vaya a matarlo.

Ellos no tienen que saber que esa nunca ha sido nuestra meta.

—¿Cuale es la otra opción? —pregunta Stefan. —¿Qué otra opción hay para que Elena pueda salvarse?

—La opción más segura es que se convierta en vampiro —Damon suelta sin ningún filtro.

—No —Elena se pone de pie. —No, no.

—Elena… escucha —intento hablar con ella.

—¡No! —su grito me interrumpe. —¡No voy a hacer eso! No me voy a convertir.

—¿Quieres seguir viva, sí o no? —Damon pregunta con la mandíbula apretada, es evidente que se ha vuelto a enojar.

—No así —Elena sacude la cabeza.

—Elena… —Stefan intenta tranquilizarla, pero ella se mueve. Se pone de pie, su cabeza sigue sacudiéndose de un lado a otro mientras balbucea negativas, su cuerpo se mueve rodeando el sofá dónde antes estaba sentada y camina hasta la puerta que cruza antes de dar un portazo.

Mis ojos buscan los ojos de Damon, él tiene ambas cejas juntas y fulmina con la mirada en dirección a dónde se fue Elena. Mi atención se centra en Angela y Elijah, ambos están mirándome con la ceja arriba.

No digo nada, ni siquiera me muevo.

Stefan tarda un poco en recomponerse, se debate algunos segundos entre la idea de ir y seguir a su novia para calmarla, o de quedarse y seguir hablando con nosotros para seguir obteniendo información. Por supuesto, gana la segunda.

—¿De verdad esas son las únicas opciones que tenemos?—Stefan pregunta, da una mirada por encima de su hombro, en dirección a la puerta, antes de fijar sus ojos en mí.

—Si —exhalo ruidosamente.

—Esta la opción de que muera —Damon se encoje de hombros volviendo su atención a la conversación que se ha retomado. Stefan finge no escucharlo.

—¿Y que se convierta es la mejor solución que tenemos?

—Es nuestra opción más segura —digo suavemente.

—Elena no va a querer hacerlo —mira en dirección a dónde se fue su novia, una mueca de consternación aparece en su rostro. Él quiere salvarla, quiere hacer todo lo que sea posible para salvarla, pero también quiere respetar su decisión. Y ahora Stefan está en una encrucijada.

—Pues la vamos a obligar —su hermano dice. Por la esquina de mis ojos veo el gesto despreocupado que hace.

—No, Damon. No podemos obligarla a ser un vampiro.

—Mira quien lo dice —brama haciendo que sus dientes se traben y su mandíbula truene. Stefan baja la cabeza, visiblemente avergonzado y arrepentido porque él sea la razón por la que Damon es ahora un vampiro… y un cabrón.

—No me has perdonado —dice Stefan. Damon sacude la cabeza. —Pues si la obligas, Elena tampoco te va a perdonar. Nunca, Damon.

—Lo va a superar —Damon rezonga, luego sonríe maquiavélicamente. —O quizás no.

—Sabes que para un vampiro, nunca, es un largo tiempo, Damon —Stefan intenta hacerlo entrar en razón.

—De verdad quisiera que hubiera otra solución Stefan —soy yo quien habla interrumpiendo su conversación de hermanos. Yo, más que nadie, deseo darle un destino diferente a mi prima.

—Pero no la hay —Damon dice. —Así que, hermanito, acéptalo.

Damon bebe de un trago el contenido del vaso en sus manos antes de azotarlo contra la mesa que tiene a un costado. Se pone de pie, pasa por enfrente de mí y cruza la sala de estar hasta llegar a la escalera, mis ojos se mantienen fijos en él hasta que desaparece escaleras arriba.

Suelto un resoplido y regreso mi mirada a Stefan.

—Sé que esta vida no ha sido sencilla para él, tampoco lo ha sido para mí, pero cada vez que me recuerda cuanto me odia por obligarlo a convertirse, hace que tenga ganas de quitarme el maldito anillo y quemarme —Stefan se lamenta, sus ojos miran en la dirección a dónde su hermano se fue. —Y ahora, él quiere hacer lo mismo con Elena, obligarla a esta vida. ¿Será esa la venganza de Damon?

—¿No fueron ustedes quienes comenzaron todo esto? —le pregunto. Stefan se gira a mirarme con confusión en su rostro. —Tú y Damon. Intentaron hacer todo lo posible por mantener a Elena con vida, por salvarla ¿me equivoco?

—No, no te equivocas —susurra.

—Entonces… ¿Por qué parece que Damon es el único que está intentando cumplir esa misión?

Mis palabras dislocan a Stefan. Parpadea rápidamente, traga el nudo que hay en su garganta y gira su rostro hacia la puerta por dónde minutos atrás salió Elena.

—Elena y yo nunca hemos hablado de esto —se lamenta. —Nunca le he dicho todo lo que conlleva, de lo que significa una decisión así. Jamás le he dicho todo lo que perdería si se transforma.

—¿Perder?

—Una vida humana —Stefan exhala. —Crecer, vivir, tener hijos, enfermar, envejecer. Perder a todos aquellos a los que amas, solo porque ellos no pueden seguir a tu lado.

Mi estómago se revuelve por el recuerdo de haber escuchado esas palabras antes.

—Suenas como un puto idiota, hermanito —Damon dice al pasar de nuevo junto a la sala, no se detiene a conversar de nuevo con nosotros, simplemente sale por la puerta, también dando un portazo en el proceso.

—En realidad suena como Edward —Angela jadea con asco.

Tiene razón, esas son las mismas palabras que Edward me decía para justificar porque se negaba a transformarme. Estoy segura que yo también tengo una mueca de asco en mi rostro, pero al parecer Stefan es ajeno a nuestra reacción, él sigue mirando la puerta.

—¿Supongo que está decidido? —Elijah pregunta.

—Elena es quien tiene que decidir —Stefan niega con su cabeza mientras dice esas palabras.

Elijah me da una mirada, en silencio me designa la tarea de hacer que Elena decida la opción que nosotros queremos que elija.

—¿Cómo sé que podemos confiar en ustedes? —la pregunta de Stefan suena al aire, pero sus ojos se colocan específicamente sobre Elijah.

—Intuición —le responde el original. —Además, Stefan, no tienen muchas opciones. Hasta este momento, somos su opción más segura.

Stefan no luce nada contento con esas palabras.

—Escucha, Stefan —aclaro mi garganta, él me mira, parece que confía un poco más en mí que en todos los demás. —Sé que todo esto es difícil, ninguno está contento con esta situación, pero retrasarla solo va a empeorar las cosas. Klaus va a hacer ese ritual, nos guste o no.

—Tienes razón —asiente de mala gana.

—Elena va a estar bien —le aseguro. Mi propia voz me sorprende, no esperaba que mis palabras sonaran tan llenas de confianza.

—No sabes cuánto quiero creerte —suspira el hombre. En este momento se ve tan vulnerable que me dan ganas de aceptar la propuesta de que matemos a Klaus. —Quiero, deseo creer y confiar en que todo va a salir bien.

—Yo también, Stefan —suspiro. —Yo también.

La conversación muere y el silencio nos absorbe, nos vemos envueltos en nuestros propios pensamientos, en el propio caos al interior de nuestras mentes, aunque sé que todos estamos pensando en algo en común, Nicklaus Mikaelson.

—Iré a buscar a Elena —anuncia Stefan después de un rato. No recibe respuesta, entonces en silencio se levanta y sale por la puerta principal de la casa, ninguno de nosotros hace algún tipo de esfuerzo por detenerlo.

—Será mejor que nosotros también nos movamos —Elijah dice. —Tenemos mucho que hacer.

—Tienes razón —le digo. Angela asiente. —¿Por dónde empezamos? ¿Katherine?

—Sí, yo iré a buscarla —Elijah anuncia. —Creo que sé dónde puede estar.

—Estas idiota —Angela le dice. —Deja que la desgraciada se pudra en donde sea que la tienen.

—Necesitamos la información que tiene —se excusa el original. —Si Klaus la tiene, ella va a saber qué es lo que planea.

—Manda a Damon —le responde mi amiga con un bufido. Yo frunzo el ceño al escuchar eso. —Él no es tan idiota para caer de nuevo en sus garras.

—Ahí te equivocas, querida —Elijah dice en tono divertido. Mi mueca de molestia aumenta. —Es idiota, pero no lo suficiente como para hacer enojar a Isabella

—Sabe que no le conviene —Angela se carcajea. Elijah le hace segunda.

Con ayuda del vaso que tengo en mis manos, lo llevo a mis labios para ocultar la sonrisa que amenaza con salir, mejor bebo lo que resta del contenido del vaso, el ardor que produce el alcohol en mi garganta me distrae de las burlas que ellos continúan diciendo.

—Damon y yo iremos con Katherine —les aviso. —Quizás ustedes puedan reunir a los posibles peones de Klaus. O investigar donde está él, al menos.

—Hecho —ambos me responden.

Me levanto del sofá y salgo por la enorme puerta de la casa en busca de Damon, bueno, en realidad voy detrás de él, ya sé dónde está. Mis pies se mueven en automático, gracias al vínculo que hemos creado por compartir sangre, es como si sintiera la dirección en la que se mueve por el mundo, y ese mismo vínculo me impulsa a ir con él. Quiero seguirlo, ir a su lado, quedarme con él.

Con cuidado mis botas saltan sobre las tumbas del cementerio, camino sobre la tierra y los muertos hasta que mis ojos observan una silueta de color negro. Damon está en el fondo, sentado sobre una lápida, tiene sus brazos cruzados sobre su pecho. Sé que me ha escuchado, pero no se mueve, lo tomo como una invitación silenciosa.

Su cuerpo se relaja cuando coloco mis brazos alrededor de sus anchos hombros, mi cabeza baja hasta descansar sobre su hombro derecho, mis ojos se fijan en la tuba que tiene al frente.

Es la de Miranda y Grayson Gilbert.

—¿Estas pidiendo perdón porque vas a matar a su hija? —pregunto.

—Yo no soy de los que pide perdón.

—Elena alguna vez dijo que, cuando ella muera, quiere ser colocada aquí, junto a ellos —digo recordando lo que Jeremy me dijo una vez. —Después de todo, ellos son sus padres.

—Elena es una tonta si cree que vamos a cumplir sus caprichos —Damon bufa. Yo no digo nada más, me quedo en silencio observando la tumba, pero mi nariz se acomoda contra el huevo de su cuello, absorbiendo el aroma de Damon en mi nariz. Sé que parezco una drogadicta, pero el aroma que desprende su cuerpo es como una maldita droga a la que me he vuelto adicta.

Hice cosas imperdonables para mantener a Klaus lejos de Elena —su cuerpo se estremece al decir esas palabras. —Y ahora yo mismo la voy a entregar.

—¿Te arrepientes? —pregunto.

—No —responde al instante. Sus manos me toman y en segundos me tiene de pie frente a él, esta vez con mi cuerpo recostado contra el suyo. —No me arrepiento de nada, Isabella. Todo lo que he hecho, cada decisión buena o mala que he tomado a lo largo de mi jodida existencia me ha llevado hasta ti. Definitivamente no me arrepiento.

Un suspiro se escapa de mis labios.

—¿Cambiarías algo? —pregunto temblorosamente. —Si pudieras elegir diferente ¿lo harías?

—No importa lo que pasé hoy, mañana o en mil años, quiero que tengas muy claro que te voy a elegir a ti —su mano se coloca sobre mi mejilla, acuna mi rostro con delicadeza y suavidad. —Siempre te voy a elegir, Bambina.

Un lágrima se escapa de mis ojos, él con su pulgar la limpia antes de que pueda escurrir por mi mejilla. Yo no puedo resistir más el impulso que hay en mi interior, me lanzo contras sus labios reclamando un beso que me haga sentir que sus palabras con un juramento eterno. Él me recibe gustoso.

—¿Quieres hacer algo divertido hoy? —pregunto cuando nos separamos. Me da una mirada pícara y me acerca más a su cuerpo.

—¿Qué propones? —pregunta, sus cejas suben y bajan. Yo suelto una carcajada.

—No lo que estás pensando —digo entre risas. —Ven conmigo, vamos a necesitar tu auto.

—¿Isabella?

—Vamos —tomo su mano impacientemente y lo arrastro conmigo por todo el cementerio. Damon se deja hacer.

Sin prisas, volvemos a la casa Salvatore a tomar su auto, tras un poco de drama y una confesión romántica que le hizo al auto diciéndole cuanto lo había extrañado, nos subimos y él conduce con las indicaciones que le doy. Llegamos a la torre de departamentos que está en el vecindario al otro lado del pueblo.

—¿Qué carajos hacemos aquí? —Damon pregunta cuando baja del auto, yo ya estoy de pie frente a las puertas del edificio.

No le respondo, entro a la torre de departamentos y me muevo por las escaleras buscando la puerta y el número que me ha dicho Angela por mensaje de texto. Damon viene detrás de mí quejándose cada que subimos un nuevo tramo de escaleras.

—Ese es —señalo uno que está al fondo del pasillo.

—¿Una fiesta? —pregunta Damon. El ruido de la música al otro lado de la puerta nos alerta de que hay bastante movimiento al interior del departamento.

—Espero que no —digo. —Porque no fuimos invitados.

—Colarme a fiestas es mi especialidad, nena —Damon levanta la mano y da unos fuertes toques en la puerta.

La música se silencia, pero nadie abre la puerta. Damon me mira con una ceja arriba, yo me encojo de hombros y levanto mi brazo para ser yo quien toque la puerta, pero la respuesta es la misma; silencio. Damon me empuja hacia un lado, se inclina hacia la puerta, sus manos mueven la perilla de la puerta y hace que ceda ante sus movimientos.

Mis manos empujan la puerta revelando el interior del departamento. Katherine está de pie en el medio, con los brazos cruzados sobre su pecho y con una mueca de fastidio.

—¡Gracias al cielo! —levanta las manos al aire con dramatismo.

—¿Qué no estabas muerta? —pregunta Damon con exasperación. Katherine pone los ojos en blanco

—Lamentablemente, no —responde con aburrimiento.

—¿Las arrugas son normales? —Damon pregunta. —¿Son marcas de la edad?

Katherine hace una mueca ofendida, se gira sobre sus propios talones y va hasta el sofá. Damon da un paso al frente con intención de entrar al apartamento, pero la pared invisible aparece en el marco de la puerta y evita que dé un paso más adentro.

Una mano en mi espalda me empuja hacia adelante. Doy un paso, luego otro y otro, a mi nada me obstaculiza el paso, por lo que rápidamente me encuentro al interior de la casa sonriendo burlonamente en dirección a Damon.

—¿Qué están haciendo aquí? —Katherine pregunta.

—Vinimos a ver si mereces que hagamos el intento de rescatarte —le respondo sin brindarle demasiada atención.

Ahora que estoy al interior de la casa, me paseo de un lado al otro en busca de… algo. Lo que sea que nos pueda servir o al menos algo que me diga que nadie va a salir de una esquina dispuesto a matarme.

—¿Qué tal tu nueva vida junto a tu viejo amigo? —Damon se burla.

—Aburrida —escucho que la vampira responde. —No me deja hacer nada que no sea lo que me ordena.

—Es prevenido, al menos —Damon dice. —Le aplaudo eso.

—¿Dónde está, por cierto? —pregunto. Miro distraídamente por la venta que da en dirección a la calle.

—Aquí no —Katherine responde.

—Supongo que eso es bueno para ti —Damon comenta.

—Sabemos que Klaus está recibiendo ayuda de alguien, ahora veo que esa persona no eres tú —regreso mi atención a la vampira.

—Y por supuesto que tú no estás recibiendo ninguna ayuda —Damon señala. Es claro que Katherine lleva días aquí encerrada, demasiados días, su piel se ve seca y gris, las venas de sus ojos están demasiado marcadas y las ojeras debajo de ellas son de un color poco saludable. Katherine lleva días sin alimentarse.

—¿Qué tal un poco de ayuda? —del bolsillo de mi chaqueta saco un pequeño frasquito, mis dedos lo sacuden en el aire.

—¿Eso es…? —Katherine aparece a mi lado. Yo actuó más rápido que ella, de nuevo mi mano está al interior de mi chaqueta protegiendo el frasco.

—¿Tu salvación? Si —le sonrió sínicamente.

—La verbena no va a deshacer nada —dice en tono resignado, eso me toma por sorpresa ¿Esta es Katherine? ¿La perra que solo le interesa salvar su trasero? ¿La vieja desgraciada que siempre consigue lo que quiere?

—Siempre hay una laguna —Damon dice desde la puerta. —¿Te dijo que te quedaras en este apartamento hasta que te ordenara algo diferente?

Katherine abre la boca pero no es capaz de emitir ningún sonido.

—¡Vaya! —silbo dando vueltas a su alrededor. —No puedes decir nada.

—¿Te dijo que hicieras absolutamente todo lo que él diga… hasta el final de los tiempos? —Damon le hace otra pregunta.

—No —Katherine responde al instante.

—Ahí está tu laguna —sonríe el pelinegro.

Camino hasta un costado de Damon, saco de nuevo el pequeño frasco y lo sacudo al aire para que suene el líquido en su interior.

—Si tomas la verbena vas a evitar que vuelva a hipnotizarte —le digo. Katherine me mira, pensativa, está analizando sus posibilidades. —Llevarías la ventaja, de nuevo.

—Dámela —camina rápidamente hasta mí. La bendita magia hace lo suyo y la detiene en la pared invisible antes de que cruce la puerta y me alcance.

—Primero vamos a tener una conversación —le digo en tono retador. Ella levanta una ceja, lo tomo como una respuesta afirmativa. —Isobel ¿Por qué?

—Sabía que ustedes necesitaban un empujón para lidiar con Klaus —ella dice como si fuera la cosa más obvio. —Además, Isobel necesitaba hablar con Klaus y yo lo único que hice fue decirle dónde encontrarlo.

Eso dispara la curiosidad en mí. ¿Klaus e Isobel se encontraron en Forks? ¿Hablaron? Si es así, ¿de que hablaron?

—Además, estaba cuidándome las espaldas —Katherine dice en tono presumido.

—¿Y eso dónde te dejó? —Damon se carcajea, la vampira hace una mueca.

—¿Sabes dónde está Klaus ahora? —le pregunto. Espero que me de más información que hace rato.

—La última vez que estuvo aquí estaba en el cuerpo de un hombre extraño, fue hace días —responde. —No lo he visto desde entonces.

—¿Pero? —levanto una ceja. Estoy segura que hay un "pero".

—Pero han venido un par de veces unos de sus "amigos" —ella sacude su mano en el aire como si esa información fuera irrelevante, pero noto que mira nerviosamente al pasillo a nuestras espaldas, como si esperara que alguno de ellos apareciera. —Sé que hay una bruja, Greta, se llama. Ella es quien lo ayuda a cambiar de cuerpo.

—¿Qué hay de sus lacayos? —Damon le pregunta.

—Sé que están buscando su cuerpo —Katherine exhala. —Lo necesita si quiere que el ritual se haga correctamente.

Damon me brinda una mirada cómplice, con una señal de su cabeza me dice que le entregue la verbena a Katherine. Si hemos obtenido información útil.

—Toma —le doy el frasco a Katherine. Ella lo abre y lo bebe de un solo trago antes de sufrir un ataque de tos cuando la verbena hace su trabajo con su garganta. —Ten cuidado. Si sabe que la tienes, no saldrás de aquí.

—Vendremos a cobrar este pequeño favorcito —Damon suelta con voz amenazante. Katherine no le responde nada. —Vámonos, Bambina.

Se da la vuelta y comienza a caminar por el pasillo por el que llegamos. Sacudo mi mano en el aire frente a la cara de Katherine y cierro la puerta, asegurándome de que la perilla quede de la misma manera en que la encontramos.

—¿De qué mierda habló Isobel con Klaus? —Damon gruñe cuando lo alcanzo en el auto.

—Supongo que nunca lo sabremos —mis palabras no le agradan a Damon. Se mantiene todo el camino de regreso a la casa Salvatore en silencio.

—¿La encontraron? —Angela pregunta cuando nos ve entrar. —¿Estaba viva?

—Lamentablemente —Damon y yo decimos. Angela suelta una maldición, Katherine en definitiva no es su persona favorita, menos porque sé que mi amiga está celosa de la historia casi inexistente que Elijah y Katherine tuvieron.

Hablando del rey de roma…

—¿Dónde está Elijah? —pregunto.

—Hablando con Elena —responde. —Bueno, en realidad está intentando convencerla de que acepte la transformación.

—¿Stefan? —Damon pregunta, su rostro da vueltas mirando a la casa en busca de su hermano.

—Fue a buscar a Bonnie —dice mi amiga. Su vista sigue pegada al libro que tiene en sus manos. —La necesito para preparar mi plan B.

Durante el camino a Mystic Falls, hablamos sobre la necesidad de que todos tengamos un plan B, C, D, todas las malditas letras del abecedario de ser posible. No podemos arriesgarnos a que algo falle y todo se vaya a la mierda.

Además, lo más seguro es que Klaus piense lo mismo que nosotros y esté más que preparado para tener éxito en el ritual.

—¿Qué les dijo la vieja sin arrugas? —Angela pregunta.

—Klaus e Isobel hablaron antes de que ella fuera a la casa de Charlie —digo haciendo que mi amiga abra al máximo los ojos por la sorpresa. —No sabemos de qué hablaron.

—Hay una bruja, Greta —Damon dice. —Ella está ayudando a Klaus a moverse de cuerpo.

—Eso explica muchas cosas, aunque ya lo sospechaba —Angela asiente.

—Quizás puedas rastrearla y así sepamos dónde está el cabrón —Damon le sugiere, aunque suena más a una orden.

—¿Puedes ir con Rick? —le propongo. —Quizás puedas mover esos dos peones.

—Estaré en el Grill —Damon me dice aceptando mis palabras. —Si necesitas algo trata de no morir mientras llego.

—Bien —accedo. —Intentaré no meterme en problemas.

Damon me da una mirada antes de darse vuelta y desaparecer por la puerta, enseguida escucho el sonido de su auto arrancando y perdiéndose por la calle.

—¿Ya saben qué haremos con nuestros peones? —le pregunto a mi amiga. Me dejo caer a su lado en el sofá, mis manos toman uno de sus libros ojeándolo con aburrimiento.

—¿De verdad tenemos que usar los nombres de las piezas del ajedrez? —se ríe Angela.

—Sonamos más inteligentes de esa manera —respondo con una sonrisa.

—Todos unos intelectuales —se carcajea mi amiga.

—¿Y bien? ¿Qué haremos con el peón 1?

—Elijah tiene cubierto a Tyler —comenta. —Es un poco exagerado su plan, pero va a funcionar a la perfección. Estoy segura.

—¿Quiero saber?

—Carol va a tener un accidente —anuncia mi amiga.

—Nada grave, espero —digo apresuradamente. Angela sacude la cabeza.

—No realmente, pero, por órdenes médicas, va a ser trasladada a otro hospital más… prestigioso —Angela pronuncia la última palabra en tono misterioso.

Decido no preguntar más. Entre menos sepamos cada uno de nosotros del plan que el otro está armando, será lo mejor, menos peligro tenemos de ser secuestrados y torturados para que Klaus obtenga información.

—¿Peón 2?

—Espero que a Damon se le ocurra algo para Caroline. Mi idea era usar a la sheriff, pero no creo que quiera alejarse de Mystic en este momento —Angela murmura, cierra de golpe el libro que hay en sus manos.

Tiene razón, estoy segura que Liz ya se ha dado cuenta de todas las muertes misteriosas que ha habido en Mystic y sé que ella sabe que son causadas por vampiros. Pero también estoy segura que no querrá dejar a la gente del pueblo sin protección alguna. Aunque…

—Y si… —murmuro insegura de decir la idea que se ha cruzado por mi mente.

—¿Decirle la verdad a Liz? —Angela me mira con incredulidad. —Yo también pensé en eso.

—Es que es una buena idea —acepto. —Aunque la noticia de los vampiros no le ha caído tan bien a Liz, sé que no va a permitir que Caroline sea herida.

Si le decimos que Klaus piensa usar a su hija en un sacrificio, ella va a aceptar cualquier propuesta que tengamos, cualquier salida que evite que Caroline muera.

—En eso puede ayudarnos Charlie —Angela propone mirándome por la esquina de sus ojos.

—¿Cómo nos ayudaría Charlie con eso?

—Quizás Charlie pueda hablar con Liz y hacerle entender eso —Angela dice insegura. —Que Caroline, vampira o no, sigue siendo su hija. Incluso puede usarte de ejemplo.

—¿A mí? —la miro con cara de pocos amigos. —¿Por qué a mí?

—Mmm no lo sé —Angela murmura, pensativa. —Quizás porque ya es demasiado notorio que intercambias sangre con Damon.

—¿Lo es?

—A mí no puedes engañarme, Bella —mi amiga dice fríamente. Su mirada es de reproche. —Tu apariencia, tus habilidades, necesidades y pensamientos son los de cualquier vampiro.

—Supongo que sí es demasiado obvio.

—Y Charlie no es un tonto —mi amiga dice como si fuera demasiado obvio o yo una tonta e ignorante. —Por supuesto que se ha dado cuenta de que has cambiado. Sabe que lo único que te falta es… ya sabes, terminar el trámite.

—Morir y beber sangre —exhalo. Giro mi cabeza en dirección a la ventana, como si eso fuera a protegerme de las palabras certeras de Angela.

El silencio se vuelve nuestro compañero por algunos minutos, sé a dónde nos va a conducir esto, a la conversación que llevamos semanas evitando. No sé si estoy lista para tenerla.

—¿De verdad vas a hacer esto? —me pregunta con la voz temblorosa. Doy un respingo, si, vamos a tener esta conversación ahora.

—No lo sé, Ang —respondo en el mismo tono. —Hablare con ella, necesito hablar con ella y yo… tomaré una decisión dependiendo de lo que me diga.

—Bien —asiente.

—Vas a ser la primera en saber mi decisión, Ang —le prometo. No tenemos tiempo para decir nada más, se escucha la puerta alertándonos de la presencia de más personas en la casa.

—¡Hola! —Bonnie aparece por la puerta con Stefan y Jeremy detrás de ella.

—¡Hey! —Jeremy me sonríe y llega hasta mí para abrazarme efusivamente.

—Ya estamos aquí —Bonnie mira a Angela. Es inteligente, sabe que no tenemos mucho tiempo.

—Espero que Stefan les haya dado un resumen —dice mi amiga. Los tres asienten.

—Bueno —Angela da un aplauso. —Jeremy, Stefan, Bella, tomen un libro, tenemos que encontrar como funcione el elixir. Bonnie, ven conmigo.

Todos le obedecemos, nosotros tres nos distribuimos en un sofá mientras Bonnie y Angela se sientan en el suelo, rodeadas de varios grimorios, velas y piedras. No sé qué están haciendo, no sé cuál es el plan de mi amiga, pero si soy consciente de que conforme pasa el tiempo, Jeremy y Stefan comienzan a desesperarse.

—¿Bonnie, tú conoces a una bruja llamada Greta? —escucho que Angela le pregunta. Mi oído se coloca sobre su conversación, aunque mi postura no cambia, mis ojos siguen fijos en el libro en mi regazo.

—Creo que así se llama la hermana de Luca —responde ella. —Él y su padre la estaban buscando, por eso contactaron a Elijah.

—Es la que estaba perdida —Angela dice en tono pensativo.

—¿Por qué? —Bonnie pregunta. —¿Sucede algo con ella?

—Sí, sucede que ya la encontré —le responde mi amiga.

—¡¿Dónde?!

—No estaba perdida, ella fue a voluntad con Klaus.

Me tomo el atrevimiento de mirar en dirección a Bonnie, tiene una expresión de sorpresa que después se transforma en una de consternación.

—Entiendo —murmura lejanamente.

Ahí muere su conversación y el silencio vuelve a tomarnos prisioneros, dejando al aire únicamente el sonido de las hojas moviéndose cuando cambiamos de página, o de la magia haciendo su función cuando alguna de ellas hace algún hechizo o conjuro.

—¡No hay nada! —Jeremy se queja. —Son demasiados libros y en ninguno explica nada del ritual, ni del elixir, mucho menos de cómo evitar que Elena se convierta en vampiro.

—Quizás es porque no se va a poder evitar —lo voz de Elijah resuena por la puerta, entra a la casa con calma y se sienta a mi lado en el sofá.

—¿Todo bien? —Stefan lo mira.

—Es tu turno, querida —el original me dice, quita el libro de mis manos y con su cabeza señala la puerta. —Ya activé el reloj.

Sé lo que eso significa, es mi señal. Es el momento en que yo mueva las piezas del ajedrez para terminar la jugada que Elijah ya ha comenzado.

—Ahora vuelvo —digo yo. Me levanto del sillón y salgo por la puerta dejando a los demás atrás de mí. Nadie me detiene o si alguien intentó hacerlo, es probable que Angela o Elijah los hayan detenido.

Rodeo el perímetro de la casa y observo a Elena, está sentada en una banca en el fondo del jardín dándole la espalda a la casa Salvatore y por ende a mí. Tomo una respiración profunda para armarme de valor y obligo a mis piernas a que se muevan. Con calma camino a través de la hierba del jardín hasta llegar a dónde ella se encuentra, me siento a su lado, el aire que sopla en mi dirección me trae el aroma a lágrimas y a sal que emana de ella.

Sé que ya escuchó mis pisadas acercándose a ella, pero no se ha movido, ha fingido que no me ha notado obligándome a quedarme quieta y en silencio a esperar. Eso es lo único que haré en este momento, esperar a que ella reaccione a mi presencia y me hable, me grite o me golpee. Lo que sea es bueno.

Mi atención se centra en el pasto, en los pequeños insectos que caminan a través de la hierba y la tierra evadiendo mis propios pies o cualquier otro obstáculo que se atraviese en su camino.

—¿Por qué? —Elena pregunta después de un rato. Su voz ronca y cansada interrumpe mis pensamientos.

—Vas a tener que ser más específica.

—¿Por qué decidiste que perdiera mis recuerdos? ¿Por qué hacer que Miranda me adoptara? ¿Por qué me dejaste aquí? —suelta las preguntas en una sola respiración. —¿Por qué fuiste tú quien decidió mi vida? ¿Qué derecho tenías de hacer eso?

Me obligo a mantenerme tranquila. No puedo permitir que mis emociones me dominen en este momento, mucho menos a reaccionar de la manera en la que mi prima quiere verme reaccionar. Necesito ser más inteligente que ella si quiero lograr mi propósito.

—Alguien tenía que hacerlo, Elena —digo secamente. —Tristemente tuve que ser yo.

Su sollozo se escucha sobre el sonido del viento.

—Elijah me regreso la memoria —confiesa.

—Lo sé —le digo.

—Lo recuerdo todo. Tú, yo, la tía Renée, al tío Charlie, Isobel… recuerdo lo que pasó esa noche —su llanto aumenta, las lágrimas se deslizan sin control por sus mejillas. —Y ahora no puedo culparte por haber matado a Isobel.

Dudo. Una parte de mi quiere moverse y abrazarla para consolarla, pero la otra parte de mi quiere alejarse de ella por miedo a que me rechace de nuevo.

—Isobel… si se arrepintió, Elena —murmuro. Ella gira su rostro para mirarme a través de sus lágrimas. —Después de esa noche, pasó su existencia pagando el precio de sus acciones.

—Ella no me quería, ella te quería más a ti —hipa entre sollozos. —Ella hubiera preferido que tú fueras su hija.

No puedo negar eso último. Isobel lo ha dicho demasiadas veces, nunca intentó ocultarlo.

—Quizás Isobel deseaba que yo fuera su hija, porque así mi muerte no le dolería tanto —digo con cuidado las palabras. Mi prima me mira con un gesto lleno de dolor y confusión. —Ella prefirió engañar a Michael y entregarme para que me asesinaran a mí, y no a su hija. No a ti, Elena.

Elena cierra los ojos, su cuerpo se impulsa hacia adelante dejando caer su cara contra sus manos, sosteniendo su postura con sus codos en sus rodillas.

—Ibas a morir por mi culpa —solloza ahogadamente. Mis manos se aprietan con fuerza sobre mis muslos.

—Estoy segura que Isobel te quería, Elena. A su manera claro —desvió el tema, obligándome a ser valiente pongo una mano en su espalda. —Aunque te mintiera y se mintiera a si misma diciendo lo contrario.

Elena se rompe de nuevo, explota en un llanto lleno de dolor, confusión y desesperación, pero esta vez, deja caer su cuerpo contra mi cuerpo permitiendo que mi brazo rodee bien sus hombros para darle un abrazo. Este gesto se siente familiar, como solía consolarla cuando éramos niñas.

—Yo no me arrepiento, ¿sabes? —le digo, ella no se mueve, tampoco cambia su estado de ánimo. —Sé qué crees que soy una egoísta por haber decidido sobre tu vida, pero no me arrepiento. Esa noche yo perdí a mi mejor amiga, a mi hermana, pero no me arrepiento de haberle pedido a Elijah que te borrara la memoria.

—Eso es incoherente —dice.

—Sé que Miranda y Grayson te dieron una buena vida, sé que tu infancia fue muy divertida y feliz gracias a ellos y a Jeremy. Y sé muy bien que para ti, ellos son los padres a los que amaste, es por eso que no me arrepiento —le explico. —Si hubiera sigo egoísta y no le hubiera pedido eso a Elijah, sé que no hubieras sido feliz.

—Lo sé —acepta. Continúa llorando, aunque ya no se está ahogando en los sollozos.

—Tampoco me arrepiento de haber evitado que Michael me matara —confieso. Eso llama su atención, se despega de mí obligándome a soltarla y me mira directamente. —Sé que Isobel pensó que esa era la solución, sé que quizás tú me culpas por haber perdido todo a causa de eso… pero… si yo moría, nada hubiera cambiado, Elena.

—Solo hubieras retrasado lo inevitable —dice, su mano se levanta limpiando con las mangas de su blusa la nariz y sus ojos. —De todas maneras alguien me hubiera encontrado, quizás uno de los secuaces de Klaus o algún otro vampiro que necesitara salvar su trasero y mi destino sería el mismo; morir.

Hago una mueca, ese tema es al que necesito llegar pero que en definitiva no quiero tocar.

—No quiero morir, Isabella —me dice, me pide, me suplica. El calor de la sangre en mi cuerpo me abandona, un corriente de aire helado me recorre poniéndome los vellos de punta.

—Ven conmigo —le digo. —Vamos a dar un paseo.

Elena me mira, confundida y cautelosa, da un vistazo en dirección a la casa y regresa su mirada a mí. No espero que me responda, me levanto de la banca y comienzo a caminar por el jardín para alejarme de la casa. Tarda algunos segundos, pero escucho que viene detrás de mí así que disminuyo mi paso y le permito alcanzarme.

Ambas caminamos por el bosque durante varios minutos, me recuerdo a mí misma que debo ser paciente y darle tiempo para que vaya a su paso, yo me muevo con más agilidad y rapidez por lo que me veo envuelta en una constante impaciencia.

—¿A dónde vamos? —me pregunta.

—A un lugar —es lo que le respondo. —Solo tenemos que caminar un poco más.

—Me canso ¿sabes? —jadea con dificultad, puedo escuchar su tono cansado y agitado. —Aun no soy un vampiro como tú.

—No soy un vampiro —siseo. Decido cambiar el tema. —¿Estas lista para hablar de cómo te sientes con todo esto?

—Err… —balbucea. —Sé que esta mañana fue como cualquier otra; desperté, me di cuenta de que estoy viva y me pregunté cuánto tiempo más iba a durar eso. Luego, me dijeron que voy a morir no sé cuándo, que la solución es una pócima mágica que tal vez no funcione o que me convierta en vampiro.

Su tono despectivo hace que mis piernas se muevan más rápido para alejarme de ella. Quizás se le cruce la idea de golpearme o enterrarme alguna rama en el corazón para probar su punto de que ya soy vampiro. No quiero averiguarlo.

—No sé cómo me siento, solo sé que esto apesta —bufa pero también mueve sus piernas más rápido para alcanzarme.

Seguimos caminando en silencio. Soy yo quien escucha primero el sonido que avisa que el lugar al que estoy planeando llegar, está cerca. Tardamos cerca de 10 minutos en llegar al pie de la cascada.

Me detengo, mi cabeza se levanta para admirar la vista. Elena me mira y luego imita mis movimientos, soltando un jadeo.

—Es hermosa.

—Vinimos un par de veces junto con Charlie, ¿lo recuerdas? —le digo, por la esquina de mis ojos veo que baja su cabeza y se pierde en sus pensamientos antes de asentir. Supongo que su mente aun es un tornado de ideas, pensamientos y recuerdos extraños.

—Elena, sé que sabes y entiendes a la perfección cómo te sientes respecto a todo esto —le digo mirándola. Ella desvía su atención de nuevo a la cascada. —Solo quiero que sepas que puedes decírmelo, si eso es lo que quieres.

Ella cierra sus ojos y gira su rostro para ocultarlo de mí.

—Yo… no… —sacude la cabeza. —No puedo.

No, no puedes, aun. Las palabras resuenan en el interior de mi cabeza. Puedo espera a que hable cuando esté lista, entre más tiempo se tarde mejor para mí, así no cuento el tiempo que me queda.

—Vamos, es un largo camino hasta la cima —le doy un empujoncito en su brazo.

—¡¿Vamos a subir?! —chilla.

—Calor que vamos a subir —me rio. —¿Pensaste que caminamos todo eso solo para quedarnos aquí?

—P-pero… está muy alta —da un paso hacia atrás.

—Y la vida es muy corta —salto con emoción. Mi mano se estira en una señal silenciosa de que la tome. —Vamos, vamos.

Elena parpadea y luego se contagia de mi repentino entusiasmo.

—Sí, tienes razón —toma mi mano arrastrándome con ella para caminar por el borde hasta la cima de la cascada.

Tenemos un poco de problemas al inicio, la combinación de piedras, hierba húmeda y rocas hacen que seguido resbalemos y tengamos que retroceder. Agradezco traer mis botas de suela plana y que ella traiga puestos sus tenis, nunca pensé en que una expedición al aire libre estuviera en el itinerario del día.

—Entonces… —ella comienza una nueva charla. —¿Tu y Damon están saliendo?

Chasqueo mi lengua, siento que la estúpida sonrisa de idiota se desliza en mis labios.

—¡¿Lo están?! —grita con emoción, sorpresa, incredulidad, ¿felicidad? Una de sus manos cubre sus labios.

—¿Por qué me preguntas eso? —desvió el tema. —¿No estabas enamorada de él?

—No —pone los ojos en blancos. Yo levanto una ceja. —Sé que lo pensé, lo creí y lo dije, e incluso tú y yo tuvimos una discusión respecto a ese tema. Pero estaba muy equivocada.

—¿Lo estabas?

—Si —ella me mira mal. —Tenías razón, como siempre.

—¿La tengo?

—Sí, Isabella —pone los ojos en blanco. Yo me río, ella también, aunque ese momento de risas y felicidad dura poco. —Cuando Stefan llegó, apareció en mi vida cuando yo más necesitaba a alguien. Había perdido a mis padres, Jenna fue obligad a hacerse cargo de Jeremy y de mí, y mi vida había cambiado por completo. Stefan llegó y me recordó lo que es ser amada, cuidada y protegida.

Le doy un pequeño empujón para subir una piedra grande que se cruza en nuestro camino.

—Cuando Damon apareció, hizo lo que mejor sabe, molestar a Stefan —Elena se encoje de hombros. —Tener la atención de ambos, ver que ellos peleaban por mí, hizo que mi autoestima y ego se disparara por los cielos. Nunca entendí que era por mi parecido con Katherine.

—¿A qué te refieres? —pregunto confundida.

—Ambos competían por ver quien se quedaba con mi atención, con mi amor, porque eso hicieron cuando apareció ella —explica. —Damon quería demostrar que esta vez él podía ganar, y Stefan quería demostrar que él sería quien volviera a ganar.

Me tropiezo. Detengo mis pasos y me permito analizar sus palabras. Hago una mueca de horror. —¡Son un par de idiotas sin cerebro!

—Son hombres —Elena se carcajea.

—Esta vez eres tú quien tiene la razón —digo riéndome también. Elena me guiña un ojo y se gira a seguir caminando.

—Y luego llegaste tú, Isabella —Elena se encoje de hombros. —Damon te miró y fue como si en ese momento decidiera que tú eras la mujer de su existencia.

—Eso suena muy cliché.

—Lo fue —se ríe. —Y estaba malditamente celosa de eso. ¡Ya está! Lo dije.

Me carcajeo mientras la observo levantar las palmas de su mano al aire.

—Estaba celosa de que alguien me quitara la atención de Damon, estaba celosa de que alguien fuera merecedor de su atención, porque yo no lo era. Yo solo estaba usándolo.

—Te dije eso —le digo recordando nuestra conversación la ultima vez que estuve en este lugar.

—De nuevo, tenías razón —dice, su tono es honesto y amigable. —Desde entonces he visto que Damon te elije cada vez que debe hacer una elección.

Eso me hace recordar la conversación pasada que tuve con Damon. La calidez inunda mi pecho y solamente quiero dar la vuelta y volver corriendo a sus brazos. Pero me obligo a mí misma a seguir caminando al lado de mi prima.

—Stefan hace eso por ti, Elena —le señalo. —Él te ama.

—Lo hace, ¿cierto? —inclina su cabeza, su voz se rompe cuando me pregunta.

—Te lo aseguro —le digo firmemente. —Y creo que sabes que tengo razón.

Ambas reímos. Finalmente logramos superar la etapa fácil y continuamos con la parte difícil, la escalera de cerca de 600 escalones que recientemente han construido para subir hasta la cima de la cascada.

Elena me mira, yo la miro y al mismo tiempo subimos el primer escalón.

—¿Qué crees que sea la mejor parte de ser un vampiro? —pregunta tensa.

—No lo sé… —murmuro en tono pensativo. —Damon dice que es la sensación de ser dueño del mundo. Supongo que sientes que puedes hacer lo que sea, lo que tú quieras.

—Creo que eso solo es una ilusión —pone los ojos en blanco. —Es decir, creo que ha quedado claro que aunque seas vampiro no puedes ser libre.

Muevo mi cabeza afirmativamente.

—Los Cullen, dicen que todo se potencia —murmuro. —Lo que es bello, se vuelve hermoso, vives más intensamente, amas más poderosamente.

—Los Cullen son tus amigos frios —dice dudosa, como si quisiera confirmar la información que recuerda.

—Sí, ellos —acepto. —Aunque son vampiros, son de diferente tipo y ellos lo han vivido diferente a Stefan o Damon.

Ahora ella mueve la cabeza en un gesto comprensivo.

—¿Y lo peor? —pregunta. —¿Qué crees que sea?

—La culpa que viene con la sangre es una de las cosas peores, o eso me han dicho —digo lejanamente. —Al menos si no puedes detenerte.

—Los humanos también lastiman y asesinan —señala ella. —Y no siempre se arrepienten.

—Todo se potencializa ¿recuerdas? El enojo se convierte en ira, la tristeza en una desesperante depresión —mi voz se va bajando conforme voy hablando. —La pena, la pérdida… todos esos sentimientos negativos podrían destrozarte y acabar contigo.

—Por eso los vampiros suelen apagar sus emociones —el tono con el que dice las palabras me dice que apenas ha comprendido esa parte. —Se vuelve demasiado para soportar.

—No todos los vampiros pueden hacer eso —le aclaro. —Los fríos no pueden, ellos tienen que lidiar con eso durante toda su existencia.

Ahora soy yo quien recibe el cubetazo de agua helada. Mis pensamientos se dirigen a Edward y la culpabilidad que debe estar sintiendo en este momento por lo que sucedió en la escuela. Él no comprendía lo que estaba pasando, yo lo manipulé, Damon lo manipuló, incluso sus hermanos lo manipularon y le ocultaron varias cosas, y yo simplemente lo culpé por un crimen que para él es imperdonable, solo porque quería, necesitaba una razón para terminar con él porque no me atrevía a hacerlo de frente y con honestidad.

Mi estómago se revuelve.

—Lo bueno no justifica lo malo —mascullo apenas audiblemente.

—¿Cuánto tiempo crees que tome manejarlo?

—Para siempre, supongo —apenas me atrevo a mirarla. Sus ojos cafés se llenan de lágrimas que contiene de ser derramadas. Ambas seguimos subiendo los escalones.

—¿Qué hay de tu novio? ¿Edward? —su pregunta hace que una arcada me atraviese.

—Terminamos —siseo secamente.

—Eso lo sé —tuerce los ojos. —¿Por qué? ¿Fue por Damon?

—Es complicado, Elena —levanto mi pierna para subir dos escalones de un solo impulso.

—Cuéntame —pide. —Aun no vamos ni a la mitad del camino, tenemos tiempo.

—Pasó algo en la escuela, con Klaus y con él —me remuevo incómodamente. Le cuento lo que pasó lo más breve que puedo, sus muecas, jadeos y expresiones me interrumpen de vez en cuando.

—Sí que es complicado —se atraganta. —Aunque me siento mal por él.

—Yo también, creo —es lo que alcanzo a decir antes de que la sombra de culpa y arrepentimiento me absorba. Definitivamente mis acciones con Edward no han sido correctas y ahora es probable que no pueda disculparme con él.

Elena y yo continuamos con nuestra escalada a la cima de la cascada, el resto del camino lo pasamos en silencio, ella de vez en cuando se da la vuelta para mirar el paisaje, o para contar los escalones que son visibles para hacer un cálculo rápido de cuantos nos faltan por subir.

—Siento que escalé el Everest —jadea cuando alcanzamos el último escalón.

—Dramática —bufo.

—¡Mira esto! —abre los brazos y señala la escena frente a nosotras.

El atardecer ya está comenzando y el sol ya no tarda en ocultarse en el fondo del paisaje.

—Vaya, es precioso —digo bobamente. Los colores en el cielo, el contraste con el bosque, los pequeños arcoíris que se forman en las caídas de la cascada, todo se ve irreal. Quizás esta es la última vez que una de nosotras vea un paisaje así de hermoso.

Una sensación de alegría me invade, ahora estoy feliz de haber decidido venir hasta acá, ahora estoy feliz de que Elena me haya seguido para que ambas podamos ver esto con la compañía de la otra.

—Bella…

Mis ojos se giran para mirar a mi prima. Tiene los ojos fijos en el horizonte, su pecho sube y baja delatando su respiración agitada, su boca se abre y se cierra con rapidez como si fuera un pez fuera del agua. Sé lo que está pasando por su mente.

—Dilo, Elena —la aliento.

Escucho que traga pesadamente el nudo que hay en su garganta. Su cabeza se sacude frenéticamente de un lado a otro, sus ojos están abiertos al máximo y se mantienen fijos en el horizonte.

—Sé que no es la primera vez que lo has pensado —mi mano se coloca en su brazo, intento que mi voz suene comprensiva y cálida. —Sé que no es la primera vez que has bebido sangre de vampiro para sobrevivir.

Su respiración se transforma en jadeos erráticos, su corazón ha iniciado una marcha frenética de latidos que luchan por bombear sangre a su sistema para mantenerla consiente.

—Dilo —la presiono. —Puedes decirlo ahora, Elena. Dilo.

—No quiero ser vampiro —escupe. Las lágrimas se desbordan de sus ojos, su cuerpo lucha por volver a respirar. —¡Yo no quería que nada de esto pasara!

Se lanza a mis brazos, su cabeza se acomoda en mi hombro, sus manos intentan sujetarme con desesperación como si se estuviera ahogando en un profundo mar y yo fuera el ancla que va a salvar su vida.

—Lo sé, lo sé —intento tranquilizarla.

—No quiero ser vampiro, Isabella —solloza. —No quiero tener que beber sangre, no quiero tener que vivir escondida del sol, no quiero dejar de ver la película de Bambí.

Oculto mi sonrisa. Sería muy impropio de mí reírme en este momento de tensión y tristeza. Mi prima continúa llorando cual magdalena, con lloriqueos desgarradores y lágrimas brotando de sus ojos con más fluidez que el agua cayendo por la cascada a nuestros pies.

—Lo sé, Elena —le digo en voz baja. Me duele verla así.

—Yo quiero seguir siendo humana —brama entre sollozos.

—¿Por qué? —le pregunto. Mi pregunta la toma por sorpresa, la disloca y hace que se aparte de mí de golpe.

—¿Por qué? —Elena pregunta claramente perpleja. —¿Por qué, qué?

—¿Por qué quieres seguir humana? —repito la pregunta.

—Solamente tengo dieciséis años, Isabella. Los acabo de cumplir

—Y yo solamente tengo diecisiete años, Elena. No es mucha la diferencia —me encojo de hombros. Ella parpadea intentando recuperarse de la sorpresa de mis palabras. —Esa no es razón suficiente. Hay vampiros que se han trasformado a esta edad.

—Q-quiero terminar la escuela e ir a la universidad. Quiero hacer lo que todos hacen allí, clases, fiestas, una hermandad, ser parte de las porristas…

Suelto un suspiro pesado.

—Eso lo puedes hacer incluso si te conviertes. Mira a Caroline, ella está haciendo su vida.

Elena hace un puchero. Baja la mirada hacia sus zapatos justo para levantarla de nuevo y fijar sus ojos en el horizonte detrás de mí.

—Aun no tengo idea de qué hacer con mi futuro, Bella. Se supone que lidiaría con eso conforme sucedieran las cosas —humedece sus labios y me mira con ojos llenos de lágrimas. —Se suponía que crecería, que decidiría si quería casarme y tener hijos.

Me cruzo de brazos.

—Envejecer —le cuesta pronunciar esa palabra. —Se supone que envejecería

—Elena —gruño su nombre. Ella me ignora.

—Se supone que iba a tener una vida entera de decisiones y… —sacude frenéticamente su cabeza. —Y ahora todo eso se va a ir.

—Está bien, lo entiendo quieres una vida humana —le digo. Ella coloca sus ojos sobre los míos y asiente. —Pero, Elena, ¿qué va a pasar cuando decidas que quieres vivir esa vida? Cuando a la persona con la quieras casarte, ¿qué le dirás a Stefan? ¿Y cuando quieras tener un hijo? ¿Qué va a pasar con él?

Su rostro es el de una persona a la que acaban de abofetear.

—Sé que no tengo ningún derecho o la más mínima moral para cuestionarte esto, pero, necesito que me respondas con toda la honestidad posible —le digo haciendo que mis palabras suenen a disculpa. —¿Para qué quieres tu humanidad, Elena? ¿Piensas seguir en una relación con Stefan? ¿Le darás falsas esperanzas solo para romperle el corazón después? ¿Quieres tu humanidad para hacerle daño?

—Bella, yo... —hipa envuelta de nuevo en el llanto. No permito que sus lágrimas me saquen de mi postura, necesito que entienda que es estúpido desear tenerlo todo.

—¿Estas consciente que, si decides seguir humana, va a llegar un momento en el que tendrás que dejar ir a Stefan? Vas a tener que dejarnos a todos nosotros atrás, ¿lo entiendes?

—¿Qué? —pregunta, su voz tiembla. —¿Por qué haría eso?

—¿Vas a meter a tu esposo al mundo sobrenatural? ¿A tus hijos? —Angela le preguntó secamente. —¿Vas a dejar que esa vida humana vuelva a mezclarse con lo sobrenatural?

—N-no —responde con un jadeo. —P-pero no quiero que me dejen ustedes. Son mis amigos, mi familia. ¡No puedo perderlos!

La sangre me hierve, ¿de verdad es tan tonta? ¿Tan ciega? ¿Es acaso tan egoísta y avariciosa?

—Eres una maldita egoísta —escupo con coraje. —¿No te das cuenta de que todos hemos sacrificado algo por ti? Sé que tu vida no ha sido fácil, lo entiendo, pero te tengo noticias, Elena, no eres la única que ha sufrido.

—¡No quiero morir, Isabella! —me grita. —¡No quiero ser un vampiro!

—¡Lo sé, carajo! Lo entiendo perfectamente —grito en el mismo tono que ella ha usado. —Pero no puedes tenerlo todo, en este maldito mundo, todo lo que conseguimos tiene un precio. Si quieres vivir, ¡tú también debes sacrificar algo!

Elena cubre su rostro con sus manos, ahogando en ellas el llanto que ya no puede contener, sus piernas se doblan y cae de rodillas en la hierba y las piedras que hay en donde nos encontramos. Sé que mis palabras fueron crueles, que son palabras que le han dolido escuchar pero a mí también me ha lastimado decírselas y sobre todo, me duele tener que ser siempre yo la persona que debe ser más cruel con ella. Pero, Elena debe comprender las cosas, debe comprender que la vida, vampírica o no, siempre va a ser cruel e injusta.

Además, necesitaba que ella se rompiera completamente, necesitaba que me demostrara que sí va a valorar lo que voy a hacer por ella. Solo así puedo sentirme segura de hacerlo.

Me quedo de pie a su lado, sin hacer ningún esfuerzo por moverla, consolarla o calmarla, eso no es lo que necesita en este momento. Y si soy honesta, no estoy en condiciones emocionales de ofrecerle nada de eso.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que su llanto se calma. Sus manos limpian su cara y la levanta manteniendo su vista al frente de ella, mirando el horizonte que cada vez está más oscuro avisando que la noche no tarda en caer sobre nosotras.

—Es tarde —digo. —Debemos volver, hay un largo camino que recorrer.

Elena mueve su cabeza en un gesto afirmativo. Soltando un profundo suspiro se pone de pie, acomoda sus ropas y me mira forzando una sonrisa.

—¿Se nota que mis emociones están destrozadas y que estoy al borde de un brote psicótico? —me pregunta. La analizo, los ojos rojos e hinchados, sus mejillas tienen el maquillaje corrido por las lágrimas, su cabello parece un nido de pájaros.

—Sí, si se nota —respondo. Ella hace un puchero. —Pero esta oscuro, nadie va a notarlo.

—Vamos, hay que volver —empieza a caminar delante de mí. Esta vez puedo notar sus pasos desganados y lentos, además de que suspira y solloza cada cierto tiempo.

—Elena —llamo su atención cuando la alcanzo. Ambas caminamos lado a lado, esta vez con más cuidado que cuando íbamos subiendo por la cascada, el bosque está oscuro y no sabemos qué tan mala suerte tenemos.

—Sé que todo lo que te dije te hizo daño —digo en tono de disculpa, bueno, más bien en tono hipócrita. —Pero no me voy a disculpar.

—No esperabas que lo hicieras —me dice.

—Pero… quizás puedo ofrecerte una tercera opción —digo lo más cautelosa posible.

Elena se tropieza al escuchar mis palabras, detiene sus pasos y me mira.

—¿Puedes? —pregunta de la misma manera temerosa, precavida y alerta.

—Puedo —afirmo. —Pero no te voy a decir, al menos no aun. Lo haré cuando sea el momento y solo tengo una condición a cambio.

—Lo que sea —suelta al instante.

—Tienes que decidir —le digo. Ella se congela. —Decide qué vida vas a vivir y de qué manera lo vas a hacer.

—N-no entiendo…

—Sé que amas a Stefan, pero ¿ese amor es suficiente para vivir solo unos años a su lado? ¿Valdría la pena una eternidad con él? —pregunto con cuidado. —¿Ese amor es más pequeño que la lealtad que te tienes a ti misma? ¿Estas dispuesta a dejarlo, romper su corazón y el tuyo, para vivir humanamente los años que te quedan?

Elena abre la boca y la vuelve a cerrar.

—No me respondas ahora, aún tenemos un poco de tiempo, Elena —la calmo antes de que vuelva a ser prisionera del ataque de ansiedad. —Pero prométeme que lo vas a pensar, que vas a hablar con Stefan y vas a tomar una decisión.

Me mira con los ojos entrecerrados, su ceja se levanta y su rostro se llena de escepticismo.

—Lo prometo —me dice.

Yo asiento para reconocer sus palabras y vuelvo a retomar mi paso para bajar por la cascada. Elena no tarda en seguirme y alcanzarme, esta vez ambas caminamos más a prisa, el bosque termina de oscurecerse antes de que podamos llegar a los bordes del pueblo.

—Iré a casa. No me siento con ánimos de hablar con nadie —anuncia. —Si Stefan o alguien pregunta por mí, diles que yo los llamaré ¿puedes?

—Lo entiendo —le sonrío amistosamente. —No te preocupes, yo les diré.

—Gracias.

Eso es todo lo que dice, ella se va por su lado y yo camino sola hasta la casa Salvatore. Me detento al frente de la casa pero aun en la calle, en el interior de la casa escucho bullicio, son mis amigos y Stefan que están teniendo una conversación, o una discusión más bien.

Mi corazón se presiona al interior de mi pecho. Mis dientes muerden con fuerza mi labio inferior para ahogar el sollozo que amenaza con escaparse de mi garganta.

De los que están al interior de la casa, solo hay una persona que sabe cuál es mi plan, pero todos ellos, todos mis amigos y las personas que me importan, son los que van a sufrir con esa decisión que ahora es inminente.

La voz de Damon hace que mi cuerpo se mueva. Camino en su dirección sabiendo que el dolor que siento en este momento en mi interior solamente va a desaparecer si él me lo arrebata.

Cuando entro por la puerta de la casa, nada cambia, ellos continúan hablando como si nadie se inmutada de mi presencia. Incluso cuando rodeo la sala de estar y me siento a un costado de Damon, nada cambia. Pareciera que yo no estoy presente.

—¿No podemos mandarlos a China? —Angela pregunta. —¿O a Rusia?

—Llevo bastante tiempo proponiendo eso —Damon exhala con fastidio.

—Quizás esta vez tus deseos se cumplan —Angela se ríe.

—¿Oíste eso, Bambina? —me pregunta. —Parece que esta noche estoy de suerte.

Una leve sonrisa es lo único que puedo ofrecerle como respuesta. Me acurruco contra el calor que emana su cuerpo, él en segundos acomoda su brazo, asegurándose de rodearme y acercarme lo más posible a él.

—¿Todo bien, querida? —Elijah me pregunta.

—Tan bien como puede estar en este jodido momento —es mi respuesta.

—¿Y Elena? —por supuesto que Stefan no va a tardar en cuestionarme sobre su novia.

—Estaba cansada —explico lo más casual que puedo. —Fuimos a caminar, llegamos hasta la cascada y se nos ocurrió la maravillosa idea de subir.

—¿Desde cuándo te gusta el alpinismo? —Angela me mira con burla y sorpresa.

—Desde que decidió empezar a salir con el frío alpino —Elijah dice y se carcajea.

—¿Qué no es albino? —Angela suelta una risilla.

—Es un cadáver —Elijah sigue riéndose. —Albino o no, está pálido.

Ellos siguen riendo, Stefan tiene sus labios estirados en una sonrisa y Damon está luchando con su vida para cubrir su risa con una tos demasiado falsa.

—Asno —susurro. Eso termina de romper a Damon quien se carcajea a la vez que su brazo me presiona contra su costado. Yo me cruzo de brazos y me pego lo más que puedo a ese hueco del sofá y del cuerpo cálido a mi lado.

—Sea lo que sea que decidan hacer, esta bien —Stefan dice volviendo a la seriedad de la conversación que estaban teniendo anteriormente. —Iré a visitar a Elena.

—Creo que deberías dejarla descansar, Stefan —le digo, él me mira dudoso. —Ya sabes, aún tiene que ducharse, hacerse el skincare, secarse el cabello, prepararse para dormir.

—Bella tiene razón —Angela me ayuda. —Después de caminar no sé cuántos kilómetros, lo más seguro es que lo único que deseé es hacer todo esto rápido para poder dormir dos días completos.

—Sí, tienen razón —Stefan dice pensativo. —¿Estás segura de que estaba bien?

Sé que lo pregunta porque debe pensar que la conversación que Elena y yo tuvimos fue hostil, rencorosa y agresiva. Quizás lo fue, pero no terminó en una pelea, ninguna salió herida y si bien es cierto ambas volvimos con la cabeza vuelta una tormenta de pensamientos, pero nada más pasó.

—Sí, Stefan —le digo torciendo los ojos. —No la mordí, no la golpee, no la lancé desde la cima la cascada.

Los ojos de Stefan me dice que no me cree. Sacudiendo mi cabeza con decepción saco mi celular del bolsillo trasero. Marco rápidamente un número de teléfono y también presiono el altavoz para activarlo. Responden la llamada después de tres tonos.

—¿Hola? ¿Sucede algo? —la voz de Jeremy sobresalta a Stefan.

—Jer, una pregunta rápida ¿Elena ya llegó?

—Si, tiene un rato. Me dijo que estaba cansada porque la obligaste a escalar el Everest —se ríe. Yo sonrío por la diversión que me causa el dramatismo de mi prima. —Debe estar bañándose, pero ¿quieres que le hable?

Le doy una mirada cuestionante a Stefan, el vampiro sacude la cabeza y con sus labios modula un "lo siento". Ahora el cabrón se arrepiente por haber dudado de mí.

—No, gracias Jer —le digo al teléfono. —Por la mañana yo la llamo.

—Claro. Adiós Bella —se despide y cuelga la llamada.

—No era necesario que hicieras eso —Stefan me dice sin mirarme. Está avergonzado.

—Tampoco es necesario que sigas dudando de mí —le respondo. —Creo que he dejado claro de que lado estoy.

—Lo sé, Isabella. Lo lamento —dice él.

—No —levanto la barbilla. —No lo sientes en verdad.

Stefan aprieta los labios.

—Con ella no se juega, hermanito —Damon le dice altanero. No espera que su hermano diga nada, simplemente se voltea hacia mí, me ofrece el vaso que tiene en su mano.

Yo bebo todo el alcohol de golpe, siento la sensación ardiente y también una sensación de dolor. El bourbon tiene verbena. Le doy una mirada rápida a Damon pero el finge no verme.

—Creo que yo también me iré a dormir —Stefan dice poniéndose de pie y sacudiendo su ropa para acomodarla. —Disfruten su noche.

Todos murmuramos un breve "adiós" y lo observamos subir las escaleras en silencio.

—Ya va a llorar porque no pudo darle beso de buenas noches a Elena —Damon señala, sonríe cuando escucha el gruñido de su hermano.

—¿De qué me perdí? —pregunto antes de que alguno de ellos pueda decirme algo.

—Hable con Rick —Damon dice. —No ha tenido problemas ni tampoco otra posición de parte del demonio.

Eso es bueno, no sabíamos que tan probable era que Klaus volviera a entrar en el cuerpo de Rick después de eso.

—Entonces tenemos al Peó están cubiertos —Elijah asegura. —Cada uno ya sabe qué hacer y en qué momento hacerlo.

Yo asiento comprendiendo a lo que se refiere. Jenna, Rick y Jeremy saben que están en peligro, saben que pueden ser un blanco fácil para Klaus. Creemos que va a usar a Jenna o a Jeremy para transformarlos en vampiros cuando vea que Caroline no está en el pueblo. Sacarlos de aquí era la única opción viable, así que por lo pronto, Rick va a llevarse a Jenna de viaje.

—No sabemos qué hacer con e —Damon me dice. —No me dejan enviarlos a la China.

Jeremy y Matt. Ellos pueden ir con Jenna y Rick, pero será demasiado obvio.

—Creo que tengo una idea —Angela dice. —Mañana yo hablaré con ellos.

Todos asentimos.

—¿Quién falta? —pregunto.

—Hablé con Charlie —Angela me mira, sus ojos me gritan muchas cosas. —Está dispuesto a hablar si es necesario.

Mi mente se va a la conversación que tuve con Angela antes de salir a buscar a Elena.

—En ese caso, mañana iremos Damon y yo para hablar con Liz —digo. Damon gruñe con fastidio pero no se niega.

—Peón 1 está cubierto —Elijah dice. —De eso me encargo yo.

—Bien —me atraganto. Damon se despega de mí quitando el vaso de mis manos, en segundos regresa a su lugar esta vez dándome más alcohol. Lo bebo.

—Tenemos a los últimos dos peones listos, pero no sabemos dónde debemos colocarlos. No sabemos su lugar en el tablero —Elijah me dice con palabras encriptados.

Esos últimos dos peones son las dos personas que van a suplir a Caroline y a Tyler en el sacrificio. La loba que aún sigue rondando por el pueblo y un hombre que Damon trasformó en cuanto llegamos al pueblo. El problema es que no sabemos dónde ponerlos para que Klaus los encuentre a ellos y no a nuestros amigos.

—Quizás puedas ir mañana de nuevo con nuestro caballo de Troya —Elijah dice mirando de reojo a Angela que le está lanzando una mirada asesina.

—Hecho —Damon es quien responde. —Mañana después de hablar con Liz, vamos a visitarle de nuevo.

—Alfil 2 está listo —anuncia Angela regresando su mirada a nosotros. —Ya sabe qué hacer en caso de que yo…

—No —gruño cortando sus palabras. —No digas esas idioteces.

—Solo sigo que es una posibilidad que yo —Angela intenta de nuevo.

—Ni lo sueñes —Elijah la silencia.

—Créeme, no lo sueño —intenta reír pero solo sale un quejido desesperado de sus labios.

—No vas a morir —sentencia el original. Angela no es capaz de responder por lo que esa conversación queda zanjada.

—Bueno, ¿qué más tenemos?

—La reina está en posición —es mi turno de decir. Los tres me miran, saben a lo que me refiero, mis ojos buscan a mi amiga, una lágrima silenciosa se desliza por su mejilla derecha.

Angela es la única que sabe a lo que verdaderamente me refiero, solo ella conoce la tercera opción que le he ofrecido a Elena.

—El juego está casi listo —Elijah sentencia y luego un silencio sepulcral nos envuelve.

En 9 días es la siguiente luna llena.

En dos días debo volver a Forks.

Mañana debo tomar la peor decisión de mi vida. O quizás la mejor.

—¿Ahora que sigue? —Angela me saca de mis tortuosos pensamientos.

—Ahora vámonos de fiesta —Damon propone. En realidad lo ordena con demasiado entusiasmo.

—Vámonos —Elijah se levanta trayendo consigo a Angela.

Soy la última en ponerme de pie, no tengo ánimo de hacer esto, pero sé que Damon no va a permitir que me suba a su habitación a hacerme bolita en la cama. Él sabe que necesito esto, necesito distraerme y divertirme.

¡Y joder! Claro que lo voy a hacer.

De la mano de Damon, salgo de la casa, me subo al asiento del copiloto de su auto, con Elijah y Angela en el asiento trasero y permitimos que el pelinegro conduzca, que nos lleve a dónde él le plazca. Los tres sabemos que dónde quiera que estemos vamos a pasar una de las mejores noches de nuestra vida.

Lo siguiente de lo que soy consiente es de que estoy en una fiesta, en un antro, en un bar, no lo sé, en algún lugar. También sé que tengo un vaso de tequila en mi mano, sé que mi chamarra y mi blusa han desaparecido, dejándome únicamente con el sostén y los jeans que llevo puestos.

Sé que estoy ebria, estoy cantando, estoy bailando, estoy en los brazos de Damon, estoy bien.

Damon es lo único que está bien en mi vida en este momento.


Hola, holaaaaaaaaaa!

¿Me extrañaron?

A partir de este capitulo, va a sonar todo muy complejo jajaja pero es para evitar que los planes finales se descubran. De todos modos, ya saben me encanta leer sus teorías, sus ideas, hipótesis y todo eso. ¿se pueden imaginar que es lo que planea hacer Bella?

Nos leemos en el siguiente capitulo.