Mensaje Inicial: Muchísimas gracias a todos los que comentaron en el capítulo anterior. Concuerdo con muchas cuando dicen que no quieren que Terry se deje manipular por las Marlowe. En ese momento, él ya no es el adolescente del San Pablo, sus explosivas reacciones no creo que se darían en esta situación, me parece que el autocontrol y la entereza es algo que llegó a dominar con los años. Créanme que me costó mucho que no reaccionara en el acto cuando lo escribí. Como le decía a Ayame, estuve muy tentada a hacer que Terry dijera alguno de sus acostumbrados comentarios sarcásticos para poder desmentir esa vulgar farsa, pero si al final no lo hice fue por una razón en especial que tendrá que ver con la trama más adelante. En verdad, fue un gran esfuerzo de mi parte porque yo soy de las que dicen: "Terry, ¡deshazte de esas mujeres de una buena vez! Y busca a tu pecosa de inmediato." Las cosas se irán desarrollando para que vayan despejándose a ese punto. Confíen en mí.

Ahora aquí está la otra parte del capítulo, ya llegamos al deseo de Año Nuevo de Terry.


DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.

DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.


DESEOS DE AÑO NUEVO

By: Sundarcy

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Capítulo 2: DESEO DE TERRY (Parte 2)

Manhattan, Nueva York

31 de diciembre de 1919

Terry exhaló un gran suspiro de alivio en cuanto arribaron a la casa de Susana. Todo el trayecto había sido un martirio igual o peor al que vivió en la fiesta. Casi todo el camino Susana se la pasó llorando desconsoladamente porque había sido el hazmerreír de toda la sociedad neoyorquina.

—Este, sin duda… ha sido… el día más… vergonzoso y humillante de… ¡toda mi vida!— chilló Susana, entrando a su casa llevada por su madre. —¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? ¿Por qué, mamá? — se quejaba entre sollozos.

La Sra. Marlowe, sin lugar a dudas, no se quedaba atrás en sus gritos.

—No te aflijas, Susy. ¡No fue tu culpa! Fue la culpa de ese incompetente sirviente, y por supuesto, también la culpa de este hombre.— miró a Terry con evidente rencor. —¡Tu prometido!

Sobresaltado, el joven arqueó sus cejas en consternación mientras sentía la sangre subir a su cabeza a punto de ebullición. No podía creer lo que escuchaba. ¿Cómo osaba esa mujer a decir esa mentira de nuevo?

—¡Todavía tiene la imprudencia de volver llamarme prometido de su hija! — recriminó al borde de la furia total.

Los ojos de la Sra. Marlowe chisparon más molestos, no dejándose amilanar por esa acusación.

—¡Usted no sabe defender el honor de mi hija! Todo esto es su culpa— inició otra ronda de ataques

"¡Esto es el colmo!"—Terry estaba hastiado de tanta insensatez.

—¿Disculpe, señora? ¿Me echa la culpa a mí de esto? Cuando su hija es la que tiene la mayor parte de culpa al querer ir a esa reunión en primer lugar.

Él trataba por todos los medios de controlar su temperamento, pero francamente estas mujeres sobrepasaban todos los límites de su paciencia.

—Mi Susy tenía que estar en esa fiesta, era donde pertenecía. ¿Cómo podría faltar?

—Señora, si usted y Susana quieren seguir exponiéndose en esa cueva de lobos. ¡Adelante! No las detendré, hagan lo que quieran. — expresó enérgicamente. —Pero yo no participaré en eso de nuevo. ¡Mucho menos haré cuánto capricho ustedes deseen!

La Sra. Marlowe contratacó en el acto e inició todo una ofensiva de cómo él nunca apoyaba a 'su Susy', y de cómo Susana parecía siempre estar completamente desamparada.

Terry cerró los ojos para calmarse, parecía que esta noche no tendría fin. Tenía que irse de una buena vez.

—¿Sabe qué, señora? Esto no nos llevará a ningún lado. — ofreció como última alternativa para no seguir soportando esas tonterías. —Lo mejor será que me vaya. Porque le juro que si le sigo viendo la cara ahora, no voy a responder de mí.

A la señora Marlowe le tomó varios segundos entender la amenaza implícita en sus palabras.

—¡Insolente!— aulló la mujer, muy ofendida. —¿Acaso eso es una amenaza?— lo retó.

—Bueno, ¡por supuesto que lo es!— exclamó él, en exasperación. —¿Qué esperaba? ¿Una abierta felicitación o qué?

—¿Cómo se atreve a hablarme así?— gritó todo roja de la rabia. —¡Usted es un…!

—¡Ahórrese sus palabras, señora! — le cortó tajantemente. —Sé de sobre lo que piensa de mí. Créame que no puede ser más obvia. — se burló con un bufido y una sonrisa cínica. —Ahora si me disculpa, yo me voy.

Dio media vuelta y emprendió camino rumbo a la salida.

—¿Cómo que te vas?— habló Susana, rápidamente—¿Qué no te quedarás a pasar Año Nuevo con nosotras?

Al escucharla, Terry paró de pronto y volteó a verla sorprendido. ¿En serio creía Susana que él seguiría soportando esto? Si era así, estaba completamente equivocada. Sólo acertando a soltar otro gran suspiro para seguir calmándose, Terry respondió:

—Ha sido suficiente por hoy. Sólo quiero ir a descansar en mi casa.

—¡No te puedes ir, Terry! Tengo que pasar este Año Nuevo contigo, para consolidar nuestros deseos de Año Nuevo juntos.— dijo Susana melosamente y con un brillo de dicha en sus ojos.—Por la prosperidad y felicidad en este nuevo año, que traerá consigo el inicio de nuestro matrimonio, una vida juntos y una familia. ¿No lo crees, Terry?

Terry la miró como si su prominente frente se le hubiera hecho más grande, es decir, completamente lleno de pavor. ¿Se imaginan esa frente mucho más grande? ¡Qué horror!

Él no creía que hubiera una persona que dijera tantas insensateces juntas, de hecho estaba más allá de lo que se podía imaginar. Eso le recordaba la discusión que tendría que tener con Susana, en lo referente a ese supuesto matrimonio que tendría lugar el año que viene.

Lamentablemente, ahora no era el momento. No sabía cómo, pero su paciencia todavía no colapsaba. No obstante, era muy capaz de reconocer que ese poco estoicismo del que hacía gala estaba a un paso de dinamitar y destruir lo poco del autocontrol que todavía tenía, lo más sensato era que ya no debía tentar más a su suerte.

Definitivamente, no era el momento para hablar con Susana al respecto.

—Susana, será mejor que me vaya. — anunció firmemente.

—Pero… pero yo…

Al ver la firme decisión de Terry que no admitía lugar a oposiciones, Susana optó por no seguir insistiendo, aunque si añadió con una sonrisa un poco boba.

—Está bien, pero no te olvides de pedir tu deseo de Año Nuevo, querido. Un deseo por nuestra felicidad para el año que viene.

Terry a duras penas pudo disimular una mueca de hastío y sólo asintió a modo de despedida antes de dirigirse rápidamente a la puerta. No sabía cómo es que podía seguir soportando a esas mujeres.

Cuando ya había salido, la Sra. Marlowe habló:

—¡Ese prometido tuyo! ¡Me saca de quicio, Susy!

—Mamá, por favor. No hagas molestar a Terry, déjalo que se adapte a esta situación. Sabes que no es muy sociable.

—Ese hombre tiene el ánimo más lúgubre que el de una tortuga. ¿Qué le viste, Susy?

Susana miró a su madre con complicidad y una sonrisa encantada.

—Como si no te hubieras dado cuenta, madre. Él es el hombre más maravilloso que te puedes imaginar. ¿Acaso no es increíblemente hermoso?— suspiró con emoción. —Soy la envidia de todas las mujeres porque él está mi lado, y lo seré aún más cuando nos hayamos casado.

—Con respecto a la boda, debo decirte que no lo vi muy convencido, cariño.

—No te preocupes, mamá. — agitó su mano, restando importancia al comentario de su madre. —Sólo lo está asimilando, pero él sabía que tenía que pasar.

—Espero que tengas razón, Susy. — advirtió la señora, mirando a su hija con cautela.

—Olvídate de eso, madre. Concentrémonos en los preparativos nada más. — Los ojos de Susana adquirieron un brillo muy extraño. —Este año que viene me caso con Terry, sea como sea.

TyC TyC TyC TyC TyC

—¿Un deseo de Año Nuevo? ¡Sí, claro!—murmuró Terry sarcásticamente, abriendo con fuerza la puerta de su auto rojo modelo Chevrolet 490 (*1).

—¿Por la felicidad y la prosperidad?— él sólo atinó a soplar por lo bajo, mientras fastidiado, chocó su mano contra la capota del auto. —¡Tonterías!

Todas esas palabras le parecían tan absurdas y sin sentido. Terry ya no creía en esas cosas, la vida le había a enseñado a nunca creer en el destino ni en la suerte. No valía la pena siquiera ponerse a pensar en ello en ese momento.

—¿Por qué diablos creería en ese tipo de cosas ahora?— se preguntó molesto.

Siempre que salía de la casa de las Marlowe estaba con el peor de los humores, y algo que había aprendido en todos estos años es que lo más recomendable era calmarse lo más pronto que podía.

Cuando una ráfaga de viento helado chocó contra su rostro, entró rápidamente en su carro para resguardarse del frío. Una vez dentro, tomó un respiro para seguir enfriando todo el tumulto de emociones que vivía internamente. Luego, encendió su auto, cogió el volante e inició el recorrido de vuelta a su casa en Chelsea.

Al menos, lo único bueno era que ya se había acabado todo el suplicio que había vivido en las últimas horas.

"Ciertamente, la peor forma de pasar el tiempo." — se quejó a sí mismo.

En el camino, trataba de mantener su mente en blanco para serenarse completamente, ya que no valía la pena conducir molesto en la carretera, pero para su mala suerte, esto no le servía absolutamente de nada.

Su mente era un cúmulo de pensamientos aglomerados, llenándolo un momento de preocupación, luego de indignación, para finalmente dar paso a la rabia.

Notando lo necesario que era calmarse de inmediato, desvió su auto a un lado de la pista para poder aparcarlo ahí un momento.

Apoyó su frente sobre el volante, volviendo a repasar todos los eventos de la noche. En verdad que todas las situaciones parecían escenas sacadas de la peor de las comedias.

"¿Cuándo mi vida se ha vuelto una bufonada?"—meditaba hastiado.

Día a día lo vivía de manera similar. Su vida parecía un ir y venir de lo mismo, tenía la misma monótona rutina. Una misma secuencia establecida que era: el teatro, Susana, visitas a su madre, y ocasionalmente una que otra de esas insípidas veladas.

"Mi vida parece tan sombría. ¡Me siento tan vacío por dentro!"— pensaba completamente abatido. —"¡Estoy cansado de tener que hacer lo mismo!"

Terry no estaba conforme con lo que le había tocado, pero… ¿podía acaso culpar a los demás por ello?

"Lo cierto es que ésta es la vida que tengo."— se dijo a sí mismo. — "Debo seguir con ella, ¿verdad?"

Ese solo pensamiento lo hacía decaerse por completo. Los días parecían ir tan lento, el tiempo parecía no correr. Se sentía encerrado en esta vida tan hueca, era como una caja que cada vez se hacía más y más pequeña, asfixiándolo y dejándolo completamente atrapado, prácticamente sin ninguna esperanza de volver a salir.

¡Cuántas veces había querido gritar! ¡Cuántas había querido pedir ayuda! ¡Cuántas veces había querido liberarse! Destruir esas perversas cadenas que lo mantenían aprisionado a un destino desdichado, un destino que en realidad él nunca quiso.

Lamentablemente, esas mismas cadenas se mantenían firmes ahí, seguía tan preso de esta vida que parecía ya había aprendido a no sentir nada. Simplemente dejaba pasar la vida mientras poco a poco se desvanecía en ella.

Sintiéndose tan aprisionado como se describía, salió del auto en un último intento por recuperarse. Con la respiración agitada, cerró la puerta con fuerza y dirigió sus pasos decididos hacia la orilla del río Hudson, que se encontraba a un lado de la carretera.

Cientos de pensamientos comenzaron a correr por su mente mientras caminaba. Nada parecía tener significado, se cuestionaba a sí mismo qué era lo que sentía.

"¿En verdad ya no siento nada?"— se preguntó muy desesperado desde lo más profundo de su ser. —"¿Me he vuelto un ser tan frío? ¿Soy un ser sin sentimientos?"

Cuando uno carga grandes cruces en su vida, tiende a cuestionarse hasta las nociones más sencillas de su propia esencia. Sin embargo, todos en el fondo sabemos las respuestas a muchas de las preguntas que nos atormentan.

—No es cierto. Yo no soy frío por falta de sentimientos. — él mismo se respondió. —Lo soy por abundancia de decepciones. La vida me ha decepcionado demasiadas veces.

"¿Qué es lo que tienes en la vida, Terrence? ¡Dímelo!"— una voz interior le reclamó. — "¿Libertad? ¿Eres acaso libre?... ¿Felicidad? ¿Puedes decir que eres feliz?"

¿Su libertad?… ¡No! Su libertad la había perdido hace mucho y quién sabe si algún día la recobraría.

¿Su felicidad?… el sólo pensar en eso, lo hizo detener su camino de pronto.

"¿Puede mi vida alguna vez volver a ser realmente feliz?"— era una pregunta que siempre se hacía, aunque en el fondo de su alma conocía muy bien la respuesta.

Él dudaba volver a ser auténticamente feliz de nuevo. ¿Cómo podría serlo si la única razón que había tenido para ser feliz, ya no estaba junto a él?

La felicidad y el amor en su vida habían estado tan relacionados. No hay felicidad real sino es compartida, y él solamente había compartido su felicidad con ella. El amor nunca se comprende realmente hasta que se lo vive, y él supo lo que era el amor porque sólo la había amado a ella.

¡Y lo que son los giros del destino! De esa persona que le había dado y enseñado tanto, no sabía siquiera donde se encontraba.

"¿Qué será de ella?— Se lo había preguntado infinidad de veces.

"¿Acaso pensará ella en mí alguna vez?"— Se atrevía a añorar su ansioso corazón.

Sacudió su cabeza para sacarse esas preguntas de su mente, lo más probable era que él nunca llegaría a saber las respuestas.

De algo sí estaba seguro, donde sea que ella se encuentre, seguía alegrando e iluminando la vida de todos aquellos que tenían la bendición de estar a su lado.

¡Así era ella! Su sola presencia iluminaba todo el lugar. Siempre fue un rayo de luz y esperanza, siempre dispuesta animar, incluso a los más indiferentes y pesados corazones.

¡Miren lo que hizo con él! Sólo hacía falta esa pequeña niña pecosa, para que él rompiera todos esos muros de arrogancia e indiferencia con los que se protegía. Sólo ella fue capaz de abrir su corazón de par en par y derretir su voluntad con tan sólo una de sus miradas, una tierna sonrisa o su sola presencia, su calidez.

Inconscientemente, su mano se posó sobre su pecho, justo en el lugar donde se encontraba su corazón. Con una deliberada lentitud, guio su mano al bolsillo de su levita cerca de su pecho, y sacó un pequeño y plateado objeto que yacía en él.

Lo admiró como la primera vez que lo vio, no se había despegado de él desde entonces. Llevaba esa armónica a todos lados, siempre cerca del pecho como un continuo recordatorio de que ella existió en su vida. Se quedó observándola en silencio un rato más, muy consciente que en su interior se iba librando una intensa batalla entre sus emociones. Cerrando su mano sobre la armónica, decidió continuar su camino hasta llegar a las orillas del río.

Admirando la majestuosidad del río Hudson, el cual todavía no estaba congelado por completo, es que pudo ver reflejada a la Luna y las estrellas mientras eran invadidas por nubes, era muy probable que empezara a nevar pronto. Elevando su vista al cielo, contempló apaciblemente la belleza del firmamento nocturno.

Ahora que estaba solo, sin nadie que lo viera, ya era perfectamente capaz de mostrar sus sentimientos. Con un profundo suspiro, cerró sus ojos azul verdosos, se llevó la armónica a sus labios, y comenzó a tocar con sentimiento las notas de 'Auld Lang Syne'(*2),aquella canción que conocía perfectamente.

Mientras las notas musicales de tan bella melodía llenaban el silencio que otorgaba la quietud de la noche, esa música iba despertando en él memorias jamás olvidadas, transportándolo a otra época, se dejó invadir completamente por el recuerdo de ella, su pecosa. Se sintió lleno de una profunda energía, percibió cómo un calor ya conocido invadía su corazón y todo su ser.

Es muy curioso cómo llegó el amor su vida. Antes de conocerla, él se sentía incapaz de amar y de recibir amor, estaba atrapado en una realidad tan cruda como era el creerse indigno del amor, el cual él sentía que ni siquiera sus padres le brindaron. ¡Cómo pueden cambiar las perspectivas!

Después de conocerla, él se sentía atrapado en otra realidad, buscando continuamente; una mirada, una sonrisa, quizás un beso de sus dulces labios, por los cuáles él sería capaz de abrir su corazón completamente y mostrarse tal cual era. Desde ese momento, sólo quería dejarse invadir por la propia esencia de ella. Todo lo que la representaba, todo lo que ella era, absolutamente todo.

Podía recordar perfectamente todo de Candy. Rememorar vivamente cada pasaje de memorias con ella, recordar con detalle cada gesto de su rostro…

... Cuando estaba feliz… Ella era capaz de contagiarlo de esa misma alegría.

¡Cómo brillaban sus hermosos ojos! De esa forma tan única, sólo típica de ella. Sonreía con tanta sinceridad, sus pecas bailaban en su rostro sin cesar, y cuando reía, aparecía constantemente un travieso hoyuelo en su mejilla izquierda, tomando en su carita una expresión tan encantadora que literalmente le robaba el aliento.

… Cuando estaba molesta… Terry siempre reía al recordarlo, era divertido verla molesta.

Sus ojos seguían brillando, pero ahora no tenían ese destello travieso que poseía cuando estaba alegre. En vez de eso, en sus ojos brillaba una chispa de desafío, sus mejillas se llenaban de un suave rubor de indignación, solía contraer el ceño ligeramente, mientras fruncía su naricita respingada, lo que hacía notar aún más sus pecas bailarinas. Por esa razón siempre le hacía bromas para hacerla enojar. ¿Cómo no hacerlo? Él amaba que se le notaran sus pecas aún más.

… Cuando estaba triste… la verdad siempre le fue difícil verla acongojada. Siempre trataba de mantener una sonrisa, pero había situaciones donde…

… Sus ojos seguían brillando, pero ya no había ni travesura ni desafío, brillaban al tratar siempre de controlar sus lágrimas. Esos hermosos ojos se agrandaban aún más, y con solo mirarlos uno podía sentir una infinita ternura, se le desgarraba el alma de solo verla llorar. Quería limpiarle las lágrimas que escapaban a sus mejillas, a la vez que tenía unas inmensas ganas de abrazarla, cuidarla, protegerla y asegurarle que pase lo que pase, él siempre estaría a su lado y nunca haría que dejara de sonreír.

"nunca haría que dejara de sonreír"— esas palabras que resonaban más en su mente, eran como una bofetada que lo devolvió a la cruda realidad.

De improviso, paró inmediatamente la dulce melodía. Apretó con fuerza la armónica y observó con impotencia al horizonte.

"¿Cumplí esa promesa?"— se dijo a sí mismo con pesar. Su propia realidad era una clara muestra de cómo no pudo cumplir esa promesa. —"Al final, sólo le traje sufrimientos."

Recuerdos… Los recuerdos lo llenaban de añoranza. De lo mejor que le había pasado en la vida, sólo le quedaban recuerdos ahora. Nada de lo que se había propuesto hacer con ella lo pudo cumplir. Su mayor deseo había sido hacerla feliz y había fallado miserablemente. Él, que se había prometido no amar como su padre, había terminado dañando lo más hermoso que había tenido.

"Ella no se lo merecía!"— cerró los ojos en desesperación, apretando sus temblorosos labios. —"Ella debía ser feliz. ¡Yo quería verla feliz!"

A su mente volvió el recuerdo de aquella noche que se separaron. Fue ahí cuando él comprendió que el momento más solitario en la vida de uno es cuando estás mirando tu mundo entero caerse en pedazos, destruirse por completo, y todo lo que puedes hacer es sólo ver con la mirada vacía cómo sucede.

Si esa noche iba a ser la última vez que la vería, tenía que pedirle algo antes, un último favor. Por eso corrió detrás de ella, por eso la atrapó entre sus brazos, necesita un último recuerdo de su calor, un último recuerdo de su aroma, y necesitaba de Candy también una última promesa, una promesa para que ella fuera feliz, él se lo había pedido porque era al menos la única certeza que necesitaba para continuar.

Candy también le había rogado a él la misma promesa, pero eso tampoco lo pudo cumplir.

¡En serio, lo intentó! ¡Lo trató muchas veces! Aunque, al final terminó por darse por vencido. ¿Cómo comparar una vida tan vacía, triste y oscura al lado de Susana, con una vida llena de alegría, luz, esperanza y amor al lado de Candy?

"¿Feliz? ¿Cómo puedo ser auténticamente feliz sino es con ella?—Su rostro y sus ojos reflejan la completa tristeza que sentía. —"Si me vieras ahora, pecosa. Verías cuán lejos estoy de ser feliz."

Sin embargo, de toda esta historia, lo más irónico y triste es que Terry nunca pudo decirle cuánto la amaba en verdad. Aquella joven que le había cambiado la vida para siempre, jamás escucharía de sus propios labios lo que él siente por ella.

Él nunca pudo decirle, en palabras claras, todo lo que significaba ella para él, lo que todavía seguía significando en su vida. Decirle que la amaba más de lo que ella alguna vez sabría, que la amaba más de lo que ella alguna vez vería.

—No aproveche la oportunidad. — susurró con los ojos mirando a la nada, perdido en el agujero sin salida de su vida. —Y ahora, ya no tengo más oportunidades.

¿Podía haber un dolor mucho más profundo que saber eso? El dolor de esa separación seguía siempre presente en su alma, pero más duro de afrontar era la certeza de saber que no tenía más oportunidades.

Ya no podía volver a aparecer en su vida. ¿Con qué derecho lo haría? Había perdido sus derechos sobre Candy, cuando se quedó con Susana, afrontando sus supuestas responsabilidades para con ella. Terry estaba condenado a vivir con una mujer por la que no sentía más que gratitud y culpa, mientras amaba ardientemente y con locura a otra que nunca sabría cuán importante fue, es y seguirá siendo en su vida.

¡Es que duele! Duele tanto tener a una persona en el corazón, pero no poder tenerla entre sus brazos.

Aunque le dolía el alma al no tenerla consigo, más agudo era el dolor cuando consideraba que tal vez ella había rehecho su vida con alguien más. Y sí, lo admitía, aunque fuera un estúpido por ello, no podía evitar consumirse de celos, unos celos tan intensos que le hacían hervir la sangre.

Estaba celoso de ese afortunado que tendría la suerte de estar cada minuto al lado de ella, tener cada una de sus miradas de amor, cada una de sus hermosas sonrisas, estar en cada uno de sus pensamientos. Sólo quería romper en miles de pedazos a ese hombre, quien sea que fuera, y sacarlo de la mente y el corazón de ella, aquel lugar en el que solamente debía estar él mismo.

Era mucho después cuando podía hacer uso de su razón y pensar más fríamente en que se odiaba más que nunca. ¿Cómo podía ser él tan egoísta? Al menos ella merecía ser feliz en toda esta historia. ¿Acaso eso no era lo que él le había pedido? ¿Por qué su corazón se negaba a aceptarlo todavía?

No podía volver a ella, atormentarla y declararle sentimientos que seguramente ahora ya no eran correspondidos. A él sólo le quedaba afrontar lo que la vida le había dado y rogar por la felicidad de ella, a pesar que no fuera con él.

¡Y así querían que él no estuviera furioso con el destino y su suerte! Las situaciones que le había tocado pasar le habían probado que la vida no era justa.

Ni el teatro lograba reducir su tristeza. El éxito de Hamlet se debía principalmente a qué reflejaba cómo se sentía con su vida en realidad, completamente atormentado por su destino.

Es irónico, pero aun siendo el teatro una de sus más grandes pasiones, parecía no llenarlo completamente sin inspiración. Candy había sido su inspiración.

A veces trató de imaginársela entre el público, unida en la ovación de los espectadores, mirándolo con orgullo y amor, pero por más que buscaba entre los cientos de personas que atendían a sus funciones, nunca lograba encontrar esos hermosos ojos verdes, esas pecas, esos rizados cabellos dorados.

Se había obsesionado tanto en tratar de encontrarla ahí, al menos una vez. Obviamente, él sabría que sería su imaginación, pero quería borrar esa última alucinación que había tenido de ella en Rockstown.

En ese lugar fue donde más bajo cayó, sin embargo de alguna manera su subconsciente lo hizo salir de ahí. En una de las funciones de ese teatro de mala muerte, él tuvo una visión de ella, en la que lo miraba con sus ojos llenos de lágrimas y con una mirada en la que pudo ver cientos de emociones a la vez.

Aunque fue un golpe tan fuerte, lo hizo observar atentamente su realidad. La mujer que amaba lo estaba viendo en las peores circunstancias, si hubiera estado ahí en realidad lo hubiera mirado con decepción e incluso habría sentido vergüenza de él. ¡Eso no lo soportaría! Podría aguantar el rechazo de todos, menos el de Candy.

Al final, ella volvió a salvarlo de nuevo, aun sin saberlo. Lo hizo salir de ese agujero en el que él se había metido, se reivindicó consigo mismo y volvió a los escenarios de Broadway. Ahora, Hamlet era su primer protagónico luego de ese regreso. Terry esperaba que al menos tuviera una última visión de ella en el teatro. No una en la que tuviera los ojos llenos de tristeza, sino una en la que lo mirara con una de sus brillantes sonrisas y esas pecas bailarinas moviéndose sin cesar.

Con lentitud, alzó en su mano la armónica y observó cómo la luz de la Luna se reflejaba en la superficie plateada. Ahí fue cuando fijó su vista en el cielo, y admiró más profundamente las estrellas y la Luna, ahora ya casi cubiertas por las nubes. Es extraño que se ponga a pensar en esto, pero hacia tiempo que no se había detenido a admirar la simple belleza del cielo.

Instintivamente, recordó que en altamar fue la última vez que había apreciado el cielo tan abiertamente. Sucedió mientras contemplaba el vaivén de las olas y trataba de buscar respuestas a sus problemas mirando al cielo y al mar, justo cuando regresaba a Inglaterra en el Mauretania, luego de venir a ver a su madre.

Fue el día y el lugar en que la conoció. Ése era el momento cuando más la necesitaba, en ese entonces se sentía la criatura más infeliz de la Tierra. Estaba decepcionado de todos, no se sentía querido por nadie. Su padre lo trataba con frialdad e indiferencia, y su madre lo acababa de rechazar.

Ahí fue donde su vida dio un giro completo. Candy llegó y le enseñó a reír de nuevo, a confiar, a amar profunda y desinteresadamente. Desde la primera vez que la vio, algo le dijo que esa pequeña pecosa con habilidades moniles que conoció en el barco había llegado a transformar su existencia. Cuando vio esa luz tan peculiar en sus ojos verdes entre la niebla, de alguna manera, ahí supo que su vida nunca volvería a ser la misma. Así sucedió exactamente, ahí inició verdaderamente su historia.

Y todo eso pasó justamente en Año Nuevo.

Año Nuevo… ¡cómo había tratado de evitar pensar lo que significa este día para ellos! Obviamente, había sido imposible. Desde que había iniciado el día, ese recuerdo volvía siempre a su mente y nunca lo abandonaba.

Sacando el reloj de bolsillo que tenía en su chaleco, miró la hora exacta. El reloj marcaba las once y cincuenta y cinco.

Hace casi 7 años que te vi por primera vez, pecas."— pensó con nostalgia. —"Nunca olvidaré ese día. Hiciste que mis latidos cambiaran su dirección"

Año Nuevo… otro Año Nuevo sin ella. Otro triste año de una monótona vida al lado de Susana. ¡Vaya suerte!

En ese momento, las palabras de Susana volvieron a su mente intempestivamente…

"No te olvides de pedir tu Deseo de Año Nuevo, querido."

—Un deseo de Año Nuevo…— murmuró suavemente, sintiendo un extraño temblor en el interior de su cuerpo.

Sólo una vez había pedido un deseo de Año Nuevo, rogando desde el fondo de su ser un milagro. Por azares del destino se le había cumplido, pero como todas las cosas buenas de la vida terminó durando muy poco.

Candy había sido precisamente su deseo, su milagro, la respuesta a sus oraciones. Él deseó tanto una razón para creer, una razón para tener esperanza, que ésta se le presentó en el pequeño empaque de esa hermosa niña pecosa que le había robado el corazón irremediablemente.

Lástima que todo ello había quedado atrás. Ya no la tenía junto a él y todo parecía indicar que eso nunca cambiaría. ¿Se atrevería a creer de nuevo?

Contempló detenidamente la armónica, girándola abstraídamente en su mano.

¿Qué más podría hacer? No tenía nada… otra vez. Si tuvo alguna vez esperanza, ésa se desvaneció como un murmullo en la noche, dejándolo vacío, enteramente perdido.

¿Pedir un deseo? ¿Podría acaso hacerse realidad?

Si tan sólo pudiera hacerlo, él sabía muy bien que deseo pediría, lo que más anhelaba en el mundo, lo que tanto deseaba su corazón.

—Si tan sólo tuviera la oportunidad… ¡Dios!... si tan sólo se me permitiera cumplir un deseo... un solo deseo.— exhaló un tembloroso suspiro.—Mi deseo sería poder volver a verte…— sonrío suavemente, imaginando un reencuentro con Candy.—Verte de nuevo… llenarme de ti…

Viendo en el cielo, él podría ver reflejado vivamente el rostro de Candy, mientras sentía como su corazón comenzaba a latir desbocado en su pecho.

Tragando el nudo que se le formaba en la garganta y liberando el aire que se le había atorado en los pulmones, miró de nuevo su reloj, faltaba sólo un minuto para las doce. ¡Era ahora o nunca!

—Mi deseo de Año Nuevo es volverte a ver, Candy… para así poder decirte todo…— el frío aire le quemaba los pulmones, haciéndole difícil respirar. —... decirte de una vez por todas mi verdad… la única verdad de la estoy completamente seguro.

Cerrando sus ojos y apretando la armónica contra su pecho, habló con absoluto fervor. —… decirte cuanto te amo. Ése es mi deseo de Año Nuevo.

Un sentimiento de profunda añoranza invadió el corazón de Terry en ese instante, abrumando todo su ser.

—Si tan sólo… si tan sólo pudiera hacerse realidad.

En el preciso instante que su reloj de bolsillo marcó las doce en punto y copos de nieve comenzaron a caer del cielo nocturno, Terry sintió una repentina punzada en su pecho.

—Por otro condenado año lejos de ti, Candy. — suspiró audiblemente y acto seguido sintió los primeros copos de nieve en su rostro.—Ni el tiempo ni la distancia me harán extinguir este fuego que se consume dentro de mí por ti. Al final, nada cambiará en mí (*3).

Lanzó una última mirada al cielo, para luego admirar por última vez la armónica y guardarla en el bolsillo cerca de su pecho. Después, endureció su hermoso rostro, dio la vuelta, y se fue directamente hacia su auto para iniciar el camino de regreso a casa.

TyC TyC TyC TyC TyC

Cuando Terry llegó a su casa, la nieve ya había formado una gruesa capa en el suelo. Después de guardar el carro en el garaje, entró rápidamente y le dio su abrigo a John, su mayordomo, para al final, dirigirse directamente a su estudio.

En cuanto cerró la puerta de su despacho, se apoyó sobre ella y fue ahí donde se pudo relajar completamente.

—¡Vaya nochecita la de hoy!— alzó ambas cejas en consternación recordando la velada y las dramáticas reacciones de Susana. Sin embargo, su gesto se suavizó poco después cuando recordó su visita al río Hudson.

Terry se aflojó la corbata que tenía para poder retirarla, y abriendo los primeros botones de su camisa, pudo respirar más tranquilo. Sintiendo un poco de frío, decidió encender los leños de la chimenea para calentarse un poco.

Se sentó en el sofá enfrente de la chimenea y miró distraídamente el lugar. Al menos este pequeño espacio era su refugio, con la biblioteca al otro lado de la puerta, podría pasar la mayor parte del día aquí, sin salir en ningún momento. Esta parte de la chimenea había tratado de hacerla parecer a la sala en la Villa de Escocia de su padre, ese lugar encerraba un significado especial para él.

Con sus ojos fijos en el fuego, se dejó cautivar por los sonidos constantes y suaves de las llamas, los cuales se sentían como una canción relajante. Eso le recordaba esa fiesta blanca en Escocia sólo para Candy y para él, incluso podría imaginársela a su lado con la bata de su madre, ofreciéndole una brillante sonrisa.

Recostado sobre el sillón, se dejó vencer por el cansancio, mientras sus sueños eran invadidos por un par de bellos ojos esmeralda que lo miraban con amor.

—Candy, mi pecosa. — murmuró suavemente en su último pensamiento, antes de dormirse profundamente con una dulce sonrisa en sus labios.

Continuará...

ANOTACIONES:

(*1) Chevrolet 490: Fue un automóvil producido desde 1915 hasta 1922, por Chevrolet Motor Car Company en Estados Unidos.

(*2) Auld Lang Syne: Es una canción patrimonial escocesa cuya letra consiste en un poema escrito por el poeta escocés Robert Burns. Se suele utilizar para momentos solemnes, como aquellos en que alguien se despide, se inicia o acaba un viaje largo, etc. Se la ha relacionado especialmente con la celebración de Año Nuevo.

(*3) Nada ha cambiado en mí: Hace referencia a la muy conocida frase de la carta que Terry le manda a Candy después de un año y medio en CCFS. ¡Adoro esa frase! Tenía que ponerla.

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"Las palabras no esperan el momento perfecto, crean sus propios momentos perfectos convirtiendo los instantes más ordinarios en segundos especiales."

Espero haber hecho especiales estos momentos dedicados a mi historia.

Gracias por leer.

. . . . . .

By: Sundarcy


NOTAS DE LA AUTORA:

Aquí la segunda parte de un capítulo desde la perspectiva de Terry muchos años después. Ahora ya pudo pedir su deseo. ¿Creen que se le hará realidad su deseo de Año Nuevo al hermoso inglés? Ya lo creo que sí, y no saben de qué forma. Las ventajas de ser la escritora es que sólo tú puedes saber exactamente que pasará. ¿Qué puedo decir? ¡Se siente estupendo!

Primero que nada quiero aclarar algo con respecto a este capítulo, y es que creo firmemente en que el amor de Terry y Candy va mucho más allá de las palabras. El de ellos es un amor que se demuestra con acciones y yo lo entiendo perfectamente. Ellos nunca necesitaron decirse las cosas para saber sus sentimientos, un claro ejemplo de ello es cuando se vuelven a ver en Chicago, ellos no se dijeron ni una sola palabra, pero con una sola mirada del otro comprendieron que sus sentimientos seguían intactos en sus corazones y mucho más fuertes. Así que no quiero dejar de lado ese punto en su relación, porque adoro la conexión tan fuerte que estos dos comparten y no quisiera que se piense que la subestimo o no la valoro cuando es exactamente lo contrario. Si agrego la idea que Terry desee decirle a Candy que la ama es por una razón en especial que no puedo decir todavía y que espero lo sepan entender. Además, considero que el amor se debe gritar a los cuatro vientos. Muchas veces no le decimos a las personas que amamos cuanto lo hacemos y puede que cuando lo decidamos hacer ya sea demasiado tarde, por eso hay que saber aprovechar las oportunidades.

Cambiando de tema, debo decir que fue divertido estar en la mente de Terry, adoro su lado sarcástico, siempre he sentido que es una de las bases más profundas de su personalidad.

Para mí es poco agradable escribir a Terry en su relación con las Marlowe, odio la simple idea que tenga que estar subyugado a ellas. De hecho detesto cómo en la historia original varían tanto su personalidad hasta el punto que es prácticamente dominado por esas mujeres, casi no lo reconozco. Es decir, ¿qué pasó con el Terry aguerrido que todas amamos? ¿Qué pasó con su irreverente y enérgico carácter? De los aspectos que más amo de Terry, es exactamente eso lo que más me fascina. No comprendo cómo es que lo cambian tanto. Así que en parte me gustaría no desviarme de esa idea, en esta historia trataré que Terry no se deje manipular por las Marlowe.

Bueno, los vínculos que lo unen a Susana son los del deber, así que para ser sinceras supongo que va ser difícil hacerlo, considerando que Terry se siente culpable y todavía cree tener una deuda con Susana, además que sabemos muy bien como ella trata siempre de hacer uso de ese chantaje emocional.

Veremos cómo me va en la forma que se vaya desarrollando la historia. Prometo dar mi mejor esfuerzo. Déjenme sus comentarios y díganme que como les va pareciendo la historia. Ahora paso a responder a cada uno de los reviews que recibió el capítulo anterior.

Guest 1: Trataré de actualizar al menos una vez cada semana. Feliz que te gustara el capítulo, linda. Aquí está la segunda parte, tal como dije que hoy día lo publicaría. Espero te guste este capítulo también. Saludos.

Guest 2: Concuerdo contigo, hermosa. ¡Pobre nuestro hermoso Terry! No sé cómo es que puede aguantar a Susana. Pero no te preocupes, ella no se saldrá nunca con la suya. ¡Terry no se lo permitiría jamás! Créeme. Abrazos para ti.

Azul: Yo también adoro a Terry y su sarcasmo, me fascina más que nada. Nunca cambiaría esa parte de su esencia. Aquí está la segunda parte del capítulo, tal como dije. Espero cumpla tus expectativas. Saludos a la distancia.

Alondra: Concuerdo contigo, preciosa. Terry tiene tan mala suerte que parece atraer a mujeres muy obsesivas. No es que lo culpe, es demasiado hermoso para controlar todas las pasiones que es capaz de inspirar, pero sinceramente él nunca hace nada para provocarlas, esas mujeres se ilusionan solitas sin ningún tipo de incentivo de su parte. No te preocupes, Terry les dejará muy en claro que no se casará con Susana. Confía en mí, esas mujeres nunca se saldrán con la suya. Saludos.

Guest 3: Nunca he creído a Susana una chica muy indefensa que digamos. Para mí siempre me ha parecido que esconde otra faceta de su personalidad bajo su fachada mujer dulce y muy entregada. Completamente de acuerdo contigo, pareciera que busca cualquier oportunidad para comprometerlo. Pero Terry no la dejara hacerlo. Ya lo verás muy pronto. Saludos.

Blanca G: A mí también Susana llega a molestarme mucho, de sólo pensar en ella y sus acciones me llenan de rabia. Terry no es tonto o manejable, no dejará que ellas lo controlen de ninguna forma. Desmentirá toda la farsa de la supuesta boda muy pronto. Ya verás más adelante que es lo que hará. Abrazos.

Eli: No te preocupes, linda. Terry le dejara muy en claro a Susana que no se casara con ella. El momento no será ahora, porque todavía hay algunas cosa que tienen que pasar. Pero de que lo hará, te aseguro que lo hará. Susana se sigue haciendo ideas en su cabeza, dejémosla que se las crea por ahora, pero terminará muy decepcionada cuando se dé cuenta que sus aspiraciones son vanas ilusiones que no podrán llegar a hacerse realidad. Terry nunca ha sido ni será de ella.

Abrazos para ti.

Adriana: Bienvenida a este círculo, preciosa. Yo todavía no cumplo ni un año en el Candy Mundo, pero siempre he amado a la pareja de Candy y Terry desde muy pequeña. Encantada de que sigas disfrutando esta historia. Como ya he dicho no soy una experta, ni experiencia tengo. Sólo soy una aficionada que adora esta pareja, esperando darles el final que tanto merecen. Deseo inmensamente que esta historia te siga gustando y espero me sigas diciendo que tal te parece. Abrazos.

Guest 4: Estoy muy contenta que te gustara el capítulo anterior. Nuestro pobre Terry no merece el peso que conlleva soportar a esas mujeres. Creo que a pesar de ser bello, no merece todo lo que tiene que aguantar. Todo eso cambiará muy pronto. Créeme. Abrazos para ti.

Candicefan01: Susana tampoco me cae. Es una mujer muy egoísta, ella solita es su propio verdugo. No se da cuenta que el amor nunca se obliga y que Terry nunca podrá corresponderle, se obsesiona en aferrarse a un imposible. Nunca entendió que el amor no es eso. Al final, no logrará lo que quiere. Abrazos.

Guest 5: Tienes tanta razón. ¡Pobre de nuestro Terry! Serán públicamente desmentidas muy pronto, hermosa. Terry no se dejara manipular, nunca lo permitiría. Ya llegará el momento que tanto esperamos. Saludos.

Guest 6: Terry se pondrá las pilas en el acto. No te preocupes. Te entiendo cuando dices que no te gusta Susana, no es de mis personajes preferidos tampoco. Todo esto acabara pronto. Saludos.

Miriam7: Gracias por pasar a leer esta historia, linda. Estoy totalmente de acuerdo contigo, la Gusana se merecía esa humillación pública. Siempre la he considerado caprichosa y una arpía a punto de sacar las garras. Si Terry se molestó por lo que le pasó es por la falta de respeto que involucra esa situación, después de todo el respeto a alguien, sobre todo a una persona que anda en silla ruedas siempre tiene que ser destacado en las actitudes de la gente, no es como si Terry fuera insensible a la pena que podría causarle ver a Susana incapacitada de por vida. La única consideración que le da a esa mujer es por la culpa y el supuesto deber moral que todavía tiene para con ella porque le salvó la vida, no hay ninguno tipo de cariño especial ni nada parecido. Yo quería ir desempolvando la verdadera personalidad de Susana poco a poco para que sea más que obvia tanto para Terry como para los demás. No dejaré que se deje manipular por las Marlowe, me desesperaría de sólo pensarlo. Ya irás viendo cómo lo hago. Saludos.

Para skarllet northman, Nally Graham y AyameDV. Gracias por sus reviews les responderé encantada vía PM. Saludos a todas.

¡Ah, me olvidaba! Por si se preguntaban: ¿Qué pasa con Candy? ¿Dónde está nuestra enfermera favorita? No se preocupen que el siguiente capítulo será desde su perspectiva. Sabremos cuál será su deseo de Año Nuevo también. Publicaré el siguiente capítulo el viernes. ¡Qué pasen una hermosísima semana!

Sunny =P

07/01/2018