Mensaje inicial: Reitero mis sinceros agradecimientos a todas aquellas personas que han agregado esta historia a sus favoritas, la están siguiendo o se tomaron el tiempo de comentar los capítulos anteriores. Me emociona inmensamente las bellas palabras que me mandaron, espero que este capítulo pueda cumplir sus expectativas. Ahora sí entramos a la perspectiva de Candy, ya había explicado antes donde más o menos estaría en estos años, así que seguro no habrá gran sorpresa al iniciar. Este capítulo es más sobre la vida de Candy, pero van a haber ciertas referencias a Terry.
DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.
DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.
DESEOS DE AÑO NUEVO
By: Sundarcy
o-o-o
Capítulo 3: DESEO DE CANDY (Parte 1)
Hogar de Pony, Illinois
31 de diciembre de 1919
Cuando llega el invierno y trae consigo la fría nieve que caracteriza la estación, es fácil sentirse abrumado por las vistas, los sonidos, además de las texturas que lo acompañan, y es que, el paisaje circundante se transforma enteramente cuando la nieve cae. Donde antes había una hierba pálida, ahora hay suaves e infinitas colinas níveas, mientras los otrora arbustos secos en el momento que se cubren con nieve, parecen vestidos con amplias joyas de marfil.
Las sensaciones que vienen con el invierno son memorables y bien conocidas para los que se han acostumbrado a ellas. Sin embargo, ya se trate de su primera nevada o su vigésima, a algunas personas nunca les deja de sorprender la forma en que los cristales congelados transforman los alrededores y solidifican el mundo, siempre sigue siendo una experiencia igual de inolvidable para ellos. Ése, precisamente, era el caso de Candy.
Contemplando todos los alrededores desde su querida colina de Pony, Candy se maravillaba como en cualquier temporada o estación, el solo escenario que se le presentaba desde este ángulo, sólo en esta parte del mundo, siempre era capaz de robarle el aliento.
¡Cómo amaba ella este lugar! ¡Cuánta paz y seguridad le otorgaban!
Al echar su cabeza hacia atrás y alzar sus ojos al cielo, una sonrisa se extendió en su rostro desde una pecosa mejilla a la otra, agradeciendo a Dios por haberle brindado la oportunidad de crecer en tan hermoso lugar, al lado de unas madres tan cariñosas y comprensivas como la señorita Pony y la hermana María. Ciertamente, fue muy afortunada en ese aspecto, ella creció con mucho amor como todos los niños del Hogar de Pony.
Tan perdida estaba con sus cavilaciones, que regresó bruscamente a su realidad con ese último pensamiento.
—¡Los niños!— exclamó, chocando la palma de su mano contra su frente y constatando preocupada que ya estaba anocheciendo. —¡Ya debería de haberlos hecho entrar!
Su único encargo había sido hacer entrar a los niños, pero apenas salió y sin pensarlo siquiera, se había dirigido a la colina de Pony, perdiéndose en sus pensamientos y olvidándose de todo. ¡Ella y sus distracciones!
Bajando la colina rápidamente, se dirigió hacia donde se escuchaban las risas de los niños, casi todos estaban reunidos en el mismo lugar, todavía en pleno juego.
—¡Candy! ¡Qué bueno que vienes!— dijo entre respiraciones agitadas Henry, el mayor de todos. —¡Llegas justo a tiempo! Íbamos a llamarte para que vengas a jugar con nosotros en una guerra de bolas de nieve. ¿Qué dices?
—¡Sí, Candy! — respondieron los demás niños con igual ánimo, acercándose más a ella. —¡Juguemos contigo!
—Ya es muy tarde para seguir jugando. — se excusó con pena. —Tenemos que entrar ahora.
—¡No, por favor! Quedémonos un rato más— rogó Henry, haciendo un puchero. Viendo a sus queridos compañeros de juego, cuestionó. —No estamos cansados, ¿verdad?
Esa pregunta fue prontamente secundada por los demás. Candy agrandó sus ojos sorprendida, suponía que como habían pasado jugando mucho más de lo normal, deberían estar completamente agotados, pero ninguno se veía cansado.
¿De qué te sorprendes, Candy?"— se dijo a sí misma. —"Los niños siempre están llenos de energía. A ti misma no hay quien te pare cuando estás así."
Cierto, eso era tan cierto. Volviéndoles a ver, observó que la miraban con sus ojitos llenos de esperanza. ¿Cómo negarse a esas miradas y esas caritas? Habría que estar hecho de piedra.
—Por favor, Candy. — hablaron algunos niños, comenzando a rodearla. —¿Nos vas a dejar ir así?
Esa pregunta la tomó desprevenida.
"¿Acaso eso es un reclamo?" —se preguntó y al notar que en verdad parecían reclamarle, una divertida idea se formó en ella. —"Muy bien, ahora verán. No podrán ni levantarse del cansancio cuando acabe con ustedes."
Una chispa traviesa pareció destellar en sus ojos verdes y rápidamente bajó su mirada para que los niños no pudieran notarlo. Mordiendo su labio inferior para ocultar una sonrisa, sólo respondió con fingida tristeza.
—Niños, lo siento mucho, pero…
Esa frase aún sin terminar hizo que los pequeños se entristecieran, sin embargo, después quedaron extrañados cuando vieron cómo Candy se estaba agachando con una mano aparentemente oculta atrás de su espalda.
—… pero ahora ya no los pienso dejar entrar hasta que estén completamente cansados. — se levantó, alzó su traviesa mirada a ellos y mostró en todo su esplendor una brillante sonrisa. —¿Saben cuál es una valiosa técnica en combate? Uno nunca debe avisar cuando ataca.
Antes que alguno de ellos pudiera reaccionar, le lanzó una bola de nieve que tenía en la mano a Henry, dando justo en el blanco.
—¡Qué empiece la guerra de bolas de nieve!— proclamó Candy jovialmente, riendo por las aturdidas expresiones de los pequeños y volviéndose a agachar para hacer más armas con las que atacar.
Pasado el primer ataque y después que los niños salieran de su estupor, también se rieron con ganas, comenzando a hacer sus propias bolas de nieve para unirse al juego.
Cualquier persona que observara desde la Colina de Pony, vería una escena encantadora en donde los niños y Candy corrían, gritaban, reían, hasta terminaban cayendo sobre la nieve sin importarles cubrirse de ella. Todo ello por el simple gusto de pasar una de las más sencillas alegrías que puede dar la vida, compartir un poco de tiempo con personas importantes para ti.
La Señorita Pony y la hermana María, quienes estaban en la cocina terminando la cena de Año Nuevo, no pudieron evitar sonreír tiernamente cuando escucharon las risas de Candy, acompañadas con las de los niños. Ya sabían que ellos no entrarían a la casa pronto.
TyC TyC TyC TyC TyC
Sonrojados de tanto correr, temblando por el frío, enteramente cubiertos de nieve, pero mucho más contentos que antes, los niños y Candy entraron finalmente al Hogar de Pony después de la última pelea de bolas de nieve.
Con una asombrosa rapidez, la señorita Pony y la hermana María hicieron que todos tomaran reconfortantes baños calientes. ¡Y vaya que los necesitaban! Todos tenían nieve hasta en los bolsillos.
Al terminar de bañarse, los niños fueron los primeros en ir a la sala a esperar, mientras Candy ayudaba a sus madres a servir la cena de Año Nuevo.
"Año Nuevo…" — pensaba abstraídamente al ir poniendo los cubiertos en la mesa. — "Otro año que acaba… otro año que empieza."
El tiempo pasaba, los días se convertían en semanas y las semanas en meses, hasta que cuando menos se daba cuenta ya habían pasado años.
"Siguen pasando los años y… ¡cómo cambian la vida de las personas!"
La misma vida de Candy había cambiado mucho en los últimos años. Ya llevaba casi 3 años viviendo en el Hogar de Pony, ayudando a sus madres con su noble labor.
Después de la gran sorpresa de enterarse que su mejor amigo había resultado ser su padre adoptivo, además de todo el problema que había surgido con los Leagan después que Albert se negará rotundamente a casar a Neal con Candy, ella había optado en refugiarse con sus madres hasta que pasara la tormenta. Ahí fue cuando poco después se enteró que Albert era el Príncipe de la Colina, ésa sí que fue otra gran sorpresa.
Luego que los Leagan se fueran a Florida y Albert ya hubiera tomado posesión de todas sus funciones como el patriarca de los Andley, él volvió a visitarla. Fue ahí cuando Candy le comunicó su decisión, mientras estaban sentados bajo la sombra del Padre Árbol.
—Mi corazón me dice que aquí está mi destino. — habló Candy, mirando con amor todo el hermoso escenario que se veía desde la colina en el verano.—Ésa es la razón por la que, a pesar de irme muchas veces, siempre vuelvo aquí. Sé que este es mi lugar, Albert. Lo sé… lo siento.
Ella volteó a mirarlo y con la más solemne de las expresiones, dijo:
—Yo pertenezco aquí, junto con mis madres para ayudarlas en su labor. —bajando la mirada y tomando un gran respiro, añadió. —Sólo espero que tú comprendas mi decisión y me apoyes.
—Eso no tienes ni por qué decirlo, pequeña. — tomó una de las manos de Candy para asegurarle sus palabras. —Sea lo que sea que escojas para tu vida, siempre contarás con mi apoyo.
Candy alzó su mirada de nuevo, sintiendo cómo iba desapareciendo un gran peso de su corazón al escuchar las palabras de su muy querido amigo. Le sonrió sinceramente, mostrándole su agradecimiento y Albert le devolvió la sonrisa con ternura.
Luego, continuó hablando con un gesto un poco divertido:
—Tampoco es ninguna sorpresa, Candy. Ya intuía tu decisión por esos detalles tan… er… ¿Cómo describirlos?… ¡Ya sé! Esos sutiles detalles que me escribías en tus cartas.
Candy no pudo evitar reír por su comentario, al parecer no había sido tan sutil como esperaba.
—Pequeña, creo que ya lo sabes, pero me parece que nunca te lo he dicho abiertamente.— aclaró su garganta y tomó un gesto más sereno ante lo que quería decir.—Estoy muy orgulloso de ti. Todas y cada una de las decisiones que has tomado te hicieron la asombrosa persona que eres ahora, por eso has dejado siempre huella en cada persona que conoces.
Inhalando profundamente, la miró a los ojos, lleno de emoción y prosiguió:
—Es un gran orgullo para mí poder ser tu amigo.
Las lágrimas se acumularon en sus verdes ojos, muy conmovida por las palabras de Albert.
—Tú eres más que mi amigo, Bert. ¿No recuerdas que somos iguales? Los dos somos huérfanos y nos tenemos como hermanos. — afirmó ella con convicción, apretando la mano de él. —Tú eres mi hermano, el hermano mayor que siempre me ha protegido.
—Candy, mi pequeña. — la envolvió en un fuerte abrazo, sintiendo sus propias lágrimas caer por sus mejillas—Gracias.— le susurró con dulzura. —Te agradezco tanto que me brindarás la oportunidad de ser tu hermano.
Se separó un poco de ella y tomó su rostro entre sus manos, le secó el par de lágrimas que había derramado, diciéndole suavemente:
—Tú, siempre serás la hermana pequeña que la vida me ha regalado.
Con esas palabras ella no pudo controlarse más, totalmente enternecida, sólo acertó a abrazarlo de nuevo y asentir contra su pecho, empezando a derramar lágrimas silenciosas. ¿Qué sería de su vida sin Albert?
En la vida, hay personas que siempre están presentes en muchas de las pruebas que vivimos, llegando a ser muy importantes para nosotros y quedando marcados indeleblemente en nuestro corazón.
Sucede así, muchas veces encontramos a alguien que si bien no comparte lazos de sangre con nosotros, llega a convertirse en nuestro confidente, en nuestro mejor amigo, en un hermano de corazón. Ellos son los que como farolas a lo largo del camino, no hacen la distancia más corta, pero iluminan el sendero, haciendo que la caminata sea más llevadera y valga la pena.
Después que se calmaron y se separaron de su abrazo, se creó un silencio entre ellos. No era para nada incómodo, era de esa clase de silencios que puedes compartir con una persona que te conoce bien. El silencio de Bert era reconfortante y hablaba por sí mismo, era pacífico de una manera que podía sentirse tranquila y saber que sin importar lo que estuviera sucediendo, él siempre estaría ahí para ella.
Ella observó cómo Albert se mantuvo pensativo un momento, como si estuviera considerando algo antes de continuar su conversación.
—Pequeña, sí hay algo que me preocupa en todo esto. — titubeó un instante.
Candy lo miró extrañada por esas palabras, pero cuando una idea se le vino a la mente, comentó:
—¿Te refieres a la reacción de la tía Elroy? Si es por eso, te aseguro que seré capaz de soportar su furia. — Con una sonrisa triste, agregó. —Después de todo, estoy acostumbrada a no caerle muy bien.
—Bueno, en realidad yo…— Albert parecía un tanto dubitativo.
—No me digas que el pequeño Bert tiene miedo de la furia de la tía Elroy.— comentó con una sonrisa traviesa formándose en sus labios.—Ya no es como cuando eras niño. Ahora, el pequeño Bert es mucho más alto e imponente que ella.
Aclarando su garganta de nuevo, Albert prosiguió seriamente:
—Si bien el problema que creará la tía Elroy será un gran dolor de cabeza, no es eso precisamente lo que más me preocupa.
Volviendo su mirada, vio a Candy con cautela antes de seguir.
—Me has dicho que has decidido vivir aquí para ayudar a tus madres. Eso lo entiendo, no hay nadie que pueda realizar esa labor mejor que tú.
Ella sonrió ante su cumplido y continuó escuchándolo.
—También, comprendo que estando aquí no te verías obligada a cargar el gran peso que es ser una Andley, como lo sería en Chicago, o alguna otra ciudad importante…
Candy asintió totalmente de acuerdo con sus palabras, imaginaba los cientos de fiestas y tertulias que tendría que asistir en Chicago como la hija adoptiva de William A. Andley. Además, de seguro la tía Elroy no pararía hasta que le consiguiera algún pretendiente o admirador. Estaba segura que no le agradaría ese tipo de vida. ¡Gracias a Dios que Albert la entendía tan bien!
—… Sin embargo, siento que esas no son las únicas razones por las que has decidido quedarte aquí.
La sonrisa que tenía Candy quedó congelada en ese instante, para después ir desapareciendo poco a poco de su rostro. Bajó su mirada rápidamente, volteándose a mirar a otro lado. Después de todo, tal vez no era tan bueno que Albert la entendiera tanto.
—Sé que hablarás cuando estés lista y no voy a forzar ninguna confidencia tuya. Al final, tú decidirás cuando será el momento para hablar de ello. — reanudó el diálogo, a pesar de la reacción de Candy. —Pero quiero que sepas que siempre seré un oído atento para cualquier cosa que tengas que decirme, pequeña.
Los verdes ojos de Candy se ensombrecieron de repente, llenándose de un rastro de tristeza. Aunque no lo decía, ella sabía en el fondo de su corazón que había una razón más para quedarse aquí. Los recuerdos siempre volvían a ella, todo el tiempo lo hacían, pero al menos en este lugar su corazón siempre tendría momentos de consuelo. Aquí ella de seguro podría sanar, aunque esa lucha interna que vivía constantemente no dejara su alma tranquila.
—¿Alguna vez has sentido que estás atrapado entre el olvido y el recuerdo, Albert?— murmuró con la mirada fija en el horizonte.
—La mayoría de las cosas se olvidan con el tiempo, Candy. Hay demasiado que tenemos que pensar todos los días, demasiadas cosas nuevas que tenemos que aprender.— contestó suavemente.—Sin embargo, no importa cuánto tiempo pase, no importa lo que tenga lugar en el interior de la persona, hay algunas cosas que nunca podemos olvidar, recuerdos que nunca podemos eliminar, permanecen con nosotros para siempre, como parte de nuestra alma.
—Eso lo sé. Sólo que…— parpadeó unos instantes, apretando sus labios brevemente antes de seguir. —… a veces es difícil aceptarlo, sobre todo cuando se sigue sobrellevando lo que no se ha olvidado.
—La clave no consiste en olvidar, pequeña. En realidad, la solución es aprender a vivir con los recuerdos.
"Esa es la mayor parte del problema."— Candy quería decirle lo que guardaba en su corazón, lo que tanto trataba de ocultar hasta de ella misma. —"No quiero que él sea sólo un recuerdo. Mi corazón añora que él sea mi más absoluta realidad."
—¿Y qué pasa cuando esos recuerdos te hacen añorar algo que sabes ya no puede ser?
—Sólo continuamos, Candy. Aprendemos a seguir hacia adelante siempre con una sonrisa. — tomando su mentón y mirándola tiernamente, agregó. —Recuerda, pequeña. Eres mucho más linda cuando ríes que cuando lloras.
Candy sonrió al escuchar esas palabras, su querido Bert siempre le repetía esa frase.
—Hay que tener esperanza y creer, ya sea en la suerte, en el destino. — proseguía Albert en su usual tranquilidad. —Muchas veces te pueden sorprender de la manera más inesperada. Nunca sabemos lo que puede pasar.
"Nunca sabemos lo que puede pasar."
Esas palabras siempre quedaron marcadas en Candy. Albert tenía razón, aunque la vida te ponga muchas pruebas, siempre debemos seguir adelante con una sonrisa en el rostro y un corazón puro. Esa siempre había sido su filosofía, debía seguirla firmemente.
Continuar y agradecer a Dios la oportunidad que le dio de haberlo puesto a él… a Terry en su vida. Él que le había enseñado tantas cosas, nunca renegaría de esos recuerdos de él que guardaba, eran sus mayores tesoros, todo lo que compartían sólo ella y él.
Así fue cómo su vida siguió cambiando desde ahí, a Candy todavía le sorprendía como habían pasado los años. No se arrepentía de la decisión que tomó al quedarse aquí, siempre contó con el apoyo de todos sus amigos.
Después que llegó, todo era una rutina apacible y tranquila hasta que un suceso trajo un nuevo cambio en su vida. Tras el fallecimiento del doctor que trabajaba atendiendo a las personas de los alrededores, Candy decidió llamar a su antiguo jefe, el Dr. Martin, y contarle del puesto vacante para un doctor que había en la zona.
Después de años, el Dr. Martin había superado su problema de alcoholismo y Candy ansiaba verlo de nuevo. Ella no cabía de alegría cuando el Dr. Martin aceptó su oferta y se vino a establecer al pueblo cerca del Hogar. Ahí fundó, con el apoyo de Albert, una nueva Clínica Feliz.
Ahora Candy dividía su tiempo en el Hogar de Pony, para poder trabajar algunas veces a la semana apoyando al Dr. Martin en la clínica. Incluso había aprendido a conducir para poder trasladarse hasta ahí, luego que Albert le hubiera regalado un auto rojo modelo Chevrolet 490 por su último cumpleaños.
Desde que llegó el Dr. Martin, todo volvió a una rutina de nuevo, y de vez en cuando recibía visitas de sus amigos. Albert pasaba viajando gran parte del año, pero siempre se comunicaban por cartas o hablaban por teléfono, él la visitaba continuamente cuando volvía de sus viajes.
Archie y Annie la visitaban más asiduamente por estar más cerca de donde ella se encontraba, justo el año que venía se comprometerían formalmente. Habían tenido oposición de la familia para su compromiso, pero finalmente habían terminado aceptándolo gracias a Albert.
A Patty la veía más esporádicamente, ahora se encontraba en Florida terminando sus estudios para ser profesora. Candy estaba feliz por sus amigos, cada uno tenía su vida ya establecida y todos eran felices con ello.
Seguro en este momento debían estar divirtiéndose mucho. Aunque, Albert, Annie y Archie habían querido pasar las fiestas en el Hogar con ella, las obligaciones de Albert como jefe de los Andley y las peticiones de la tía Elroy a Archie y Annie, no les habían permitido hacer lo que se proponían. Al final, habían prometido que vendrían a verla después de Año Nuevo, probablemente los primeros días de enero. Después todos juntos se irían a Lakewood donde se realizaría la fiesta de compromiso de Archie y Annie, que sería casi a mediados de ese mismo mes.
En este momento, seguro que todos ellos estarían en la fiesta de Año Nuevo, que había organizado la tía Elroy en la Mansión de los Andley en Chicago. Candy podría imaginarse vivamente como sería esa fiesta: la música, los bailes, los cotilleos, todas las personas que, sin duda, eran la crème de la crème(*1) de la sociedad de Chicago.
De sólo imaginárselo, Candy agradecía no haber asistido. No era fanática de ese tipo de reuniones, sólo eran apariencias. Incluso puede que la tía Elroy habría insistido en presentarla ante muchas personas, de seguro una lista interminable de pretendientes. No, la verdad era que Candy estaba contenta de pasar Año Nuevo en el Hogar.
Terminando de arreglar la mesa, Candy miró la hora. Ya casi eran las nueve y media. Todos ellos deberían cenar temprano para que los niños pudieran acostarse pronto, pero habían invitado al Dr. Martin a cenar y él todavía no aparecía.
—¡Qué extraño! Él ya debería de estar aquí.— comentó Candy, un poco preocupada a la señorita Pony. —El Dr. Martin siempre es muy puntual.
—No te preocupes, Candy. Seguro hubo algún contratiempo y ya no tarda en venir.
Si bien esas palabras la aliviaron un poco, ella seguía todavía intranquila al ver que los minutos pasaban y el Dr. Martin no aparecía.
—De repente, está intentando llamar por teléfono y como está malogrado. — sugirió la hermana María, luego de un rato.
—No lo creo, el doctor Martin sabe que el teléfono está malogrado. — respondió Candy, quien se estaba inquietando mucho más.
Hasta que al fin tocaron la puerta, ella pudo soltar un suspiro de alivio y dirigirse a la entrada.
—Debe ser él.—anunció alegremente en el camino.
Grande fue su sorpresa cuando al abrir la puerta no era el Dr. Martin quien estaba frente a ella, sino unos de los empleados del servicio de la clínica.
—Hola. — Candy habló un tanto sorprendida, para después mostrar una expresión más cálida. —¿Edward, verdad? Pasa, por favor. — haciéndose a un lado lo hizo pasar.
Una vez dentro, él le dirigió la palabra.
—Señorita Candy, le traigo un mensaje del Dr. Martin. —dijo mientras le pasaba una hoja de papel con una breve nota. —Surgió un problema y no podrá acompañarla hoy.
La joven leyó con curiosidad la nota que le dieron:
"Querida Candy
Me acaba de llegar un mensaje del granjero Chase, al parecer su joven esposa entró en labores de parto hace una hora. Entenderás que debo ir a atenderla, ya que la partera salió de viaje por unos días.
Lamento mucho no poder acompañarles en la cena. Te pido disculpas a ti, a la señorita Pony, a la hermana María y a los niños. Pero tengo un deber que cumplir con esta nueva familia que comienza. Recen porque todo salga bien y no hayan complicaciones. ¡Parece que este bebé tiene mucha prisa por nacer! De seguro, será uno de los primeros nacimientos del año 1920.
Nos veremos el año que viene, mi niña.
Dr. Martin"
Después que terminó de leer, Candy estaba más tranquila.
—No es nada grave. ¿Verdad, Candy?— preguntó la hermana María un momento después.
—No, al parecer la señora Chase ya va a dar a luz y el Dr. Martin tuvo que ir atenderla— explicó, alzando la vista de la nota. —Él se disculpa con todos por no poder venir hoy.
—¿Se fue a la granja de los Chase? Eso es a las afueras del pueblo. — comentó la señorita Pony, levantándose de su asiento. —Creía que la señora Chase no daría a luz hasta dentro de unas semanas.
—Al parecer este bebé quiere nacer pronto— sonrió con dulzura, imaginando al bebé. —Bueno, quizás será mejor que nos vayamos a cenar ya.
Dándose cuenta de su descortesía, se dirigió al empleado de la clínica.
—Perdóname, Edward. — dijo a modo de disculpas. —¿Te gustaría cenar con nosotros?
—Muchas gracias, señorita. Pero, he quedado para cenar con mi familia, se hará una pequeña reunión.
—Entiendo. — Candy le otorgó una gran sonrisa. —Gracias por traer la nota del Dr. Martin y de una vez le deseo Feliz Año Nuevo.
—No hay de que, señorita. De igual manera a usted y a todos. — expresó el empleado y despidiéndose de todos, se retiró.
Los niños se sentaron ansiosos en la mesa, mientras la señorita Pony, la hermana María y Candy servían las raciones de comida. Como todas las cenas, ésta no estuvo falta de conversaciones y risas. Candy ya estaba acostumbrada a este entorno, no cambiaría estas cenas en el Hogar, ni por las más lujosas y extravagantes fiestas.
Después que todos cenaron, se dirigieron a la sala a tomar el té junto con el postre. En el caso de los niños, una buena taza de chocolate caliente y un pedazo de pastel.
Realmente, todo el entorno evocaba un cálido contacto con el cariño existente entre los miembros de la casa, que cualquiera que hubiera visto la escena que se representaba en la sala, se hubiera sentido súbitamente sosegado ante la clara muestra de felicidad doméstica que se vivía.
—¡Pastel de chocolate!— gritaron los niños al unísono junto con Candy, para nadie era un secreto que también era su postre favorito.
Candy comía el pastel, escuchando como los niños narraban sus aventuras de la tarde para terminar contando de nuevo su pelea con Bolas de Nieve. La señorita Pony y la hermana María reían ante las ocurrencias de los niños y Candy.
Cuando todos terminaron de comer, descansaron un rato para después ir a acostarse. Dirigiendo su mirada al reloj de la pared, Candy vio la hora.
—La diez y treinta y cinco. — exclamó sorprendida. —¿Qué rápido que pasa el tiempo, verdad?
Mientras la Señorita Pony y la hermana María recogían todos los servicios, Candy se llevó a los niños a sus cuartos.
—No se olviden de pedir sus deseos y hacer sus promesas de Año Nuevo antes de dormir. —la voz de la señorita Pony se escuchaba desde la cocina.
Apenas llegaron a sus cuartos, los niños se pusieron a rezar en silencio y pidieron sus deseos de Año Nuevo. Candy observaba cómo en los ojos de los niños brillaba la esperanza, tenían esperanza en obtener lo que deseaban, podía imaginarse muy bien que pedían.
De seguro, era una oportunidad de ser adoptados, de ser aceptados en una nueva familia, de tener una mamá y un papá para el año que viene. Candy rezaba porque se les concedieran sus deseos y fueran felices.
Algunos ya estaban muy cansados y se durmieron al instante, pero otros todavía no podían conciliar el sueño.
—No tenemos sueño todavía, Candy. — habló Henry, el pequeño líder que inició la idea de la guerra de Bolas de Nieve. —¿Por qué no nos cuentas un cuento?
Los demás niños que seguían despiertos también lo secundaron entusiasmados.
—¿Un cuento? ¿Cuál cuento?— preguntó Candy a la pequeña multitud.
—Uno de dragones y caballeros. — decían unos.
—Uno de hadas y duendes. — decían otros.
—Uno que sea de princesas y príncipes. Uno de amor. — dijo una dulce y temerosa voz desde la esquina. Candy dirigió su mirada hacia el lugar de donde provenía la voz y sonrío ampliamente.
Era Elizabeth, una niña de 8 años que había llegado al Hogar hace un par de meses, después que quedó huérfana cuando sus padres fallecieron en un accidente. Desde que llegó, siempre se caracterizó por ser muy tímida, pero casi desde el inicio formó un lazo especial con Candy. Con ella solía hablar más que con los niños, y Candy la animaba poco a poco a ir dejando su timidez. El que hubiera hablado ante todos fue un gran avance, casi no hablaba con nadie fuera de Candy.
—Veo que hay muchas opciones. — comentó Candy, entrecerrando los ojos y llevándose los dedos a sus labios de manera pensativa. —¿Por qué no voy a mi cuarto a ver qué libros de cuentos tengo y escojo qué leerles?
Todos los niños asintieron animados por esa propuesta y ella se levantó para dirigirse a su habitación.
—¿Puedo ir contigo, Candy?— preguntó Elizabeth, armándose de valor.
—Por supuesto, Lizzy. — sonrió con dulzura. —¡Vamos!
Y así, ellas caminaron juntas hacia el cuarto de Candy dónde buscaron entre los estantes de libros que ella tenía.
—Tienes varios libros. No sabía que te gustara leer, Candy. —mencionó la pequeña con admiración, viendo los estantes.
—No es que me guste o disguste mucho. — comentó, arrugando su nariz. —En realidad, la mayoría de los libros que están aquí son cuentos o libros de medicina.
—¿Y éste es un libro de medicina o un cuento?— inquirió Lizzy, mirando curiosamente al libro que estaba sobre la mesita de noche.
Candy miró el libro que indicaba y rio, sin poder evitarlo, al darse cuenta de cual se trataba.
—¿Ese?... Er… Pues, digamos que no está dentro de los cuentos ni es un libro de medicina. Lee la portada para que entiendas.
—Manual de etiqueta para damas. —Lizzy leía lentamente, pero en cuanto terminó de leer el título, volvió la vista sorprendida a Candy quien le sonrió para que siguiera leyendo. —La clave para el éxito social. Reglas de etiqueta para toda ocasión, incluyendo visitas, fiestas, bodas, reuniones… ¿entre otros?
La niña volvió a alzar sus ojos a Candy y cuando se cruzaron sus miradas, ambas rieron a carcajadas por lo absurdo que resultaba ese libro.
Había sido una sorpresa que la tía abuela le regalara algo, pero ese paquete le había llegado hace unos días junto con la nota de la tía Elroy, exhortándola a aprender al menos lo esencial de lo que decía el libro, pues de alguna manera haría que el próximo año sea presentada en la sociedad de Chicago, y le indicó enérgicamente que tenía que presentarse en todo su esplendor para atraer a futuros admiradores.
Candy no se había ofendido por el regalo en lo más mínimo, al contrario, le había parecido muy divertido. La tía Elroy en serio creía que ese libro podría resarcir sus maneras, como no lo habían logrado sus propias enseñanzas en Lakewood o el internado en Inglaterra. ¡Qué tontería!
Aunque Candy sabía que ella era un caso perdido, movida por la curiosidad más que por el interés, había leído las primeras páginas del libro esa misma tarde, cuando no tenía nada que hacer.
El libro no resultó lo que esperaba… ¡fue aun peor! Un texto amplio en el que la autora se explayaba en temas como: el arte de vestir, las conversaciones, la etiqueta en la mesa, la forma correcta de escribir cartas, el cortejo. ¡Puras banalidades!
En resumen, una extensa descripción de los temas más tediosos e irrelevantes que pudieron haber encontrado. Sobra decir que el libro, sólo en la tercera página logró que Candy se quedara profundamente dormida casi toda la tarde. He ahí la razón por la que Lizzy encontró el libro en su mesa de noche.
—Fue un regalo de navidad. Uno no muy acertado para mis gustos, me temo. — afirmó Candy cuando paró de reír. —Sin embargo, es muy… ¿original?— sonrió ante esa ocurrencia, sólo a la tía Elroy se le ocurriría regalarle algo así.
—¿Sabes? Creo que abriré una nueva sección en mi estante para libros como este. — Lizzy la miró tratando de entender sus palabras, finalmente Candy explicó. —Este libro formará parte de la sección de los libros más tediosos que puedas encontrar en este país.
Dejando de lado el libro, Lizzy se dirigió al estante y comenzó a observar los libros que ahí se encontraban, uno en particular le llamó la atención.
—¿Cuál es éste, Candy? ¿Shak…Shakes…Shakespeare?— preguntó la niña con curiosidad.
Candy que miraba los libros del otro lado del estante, volteó su cuello como un rayo y fijó su mirada en la niña. Sin pensarlo, levantó sus cejas y entreabrió su boca, sorprendida.
—¿Ah?… es un… un... ¡un dramaturgo! — habló nerviosamente. —Un escritor inglés de... obras de teatro.
—Tienes varias de sus obras. ¿Te gusta Shakespeare?— La niña la miró atentamente, esperando su respuesta.
—La verdad no siempre me ha gustado tanto, pero… — confesó Candy con aire ausente, para después sonreír tristemente con un brillo de añoranza en sus ojos. —… pero una persona muy especial para mí me enseñó a amar sus obras.
La pequeña la vio suspicazmente sin comentar nada, ya había visto esa misma mirada en Candy antes, cuando pensaba que nadie la miraba. A veces brillaba un destello en sus ojos tan diferente, tan especial, como si estuviera pensando en algo o en alguien. ¿Quién sería?
Candy sólo sacudió su cabeza levemente para evitar que su mente divagara en pensamientos tristes y continuó hablando tranquilamente:
—Mejor ven a aquí, Lizzy. Ayúdame a escoger el cuento.
La niña hizo lo que le pidió y cuando estuvo junto a ella, se dieron la tarea de escoger el libro.
—Que sea éste, Candy. — exclamó la niña entusiasmada, señalando un libro en particular. —¡La Bella Durmiente!
Candy accedió y con el libro escogido, se dirigieron al cuarto de los niños, quienes las esperaban ansiosos.
—¿La Bella Durmiente? ¡Ese cuento es de niñas!— reclamó Henry, quejumbroso en cuanto le dijeron el nombre del libro. —Queríamos un cuento de caballeros y batallas.
—Este cuento no sólo involucra romance. — replicó Candy, sonriendo con complicidad. —El príncipe tiene que pasar muchas pruebas para poder llegar a su amada y poder salvarla del hechizo.
Los niños se miraron entre ellos extrañados y un poco desconfiados.
—¡Ah!… ¿no me creen?— hizo fingido gesto ofendido. —Muy bien, ahora lo verán.
Los miró a todos traviesamente y abrió el libro para iniciar la historia.
—Había una vez…
Mientras Candy contaba el cuento, se escuchaban los murmullos y suaves risas de los niños, generándole una cálida sensación de paz en su pecho. Para ella no podría haber mejor forma de acabar el año que esta.
¿Podría algo cambiar en las pocas horas que faltaban para Año Nuevo? Quizás sí… quizás no. Nadie podía asegurarlo, lo único cierto era que ya faltaba poco para averiguarlo.
Continuará…
ANOTACIONES:
(*1) Crème de la crème: Este término francés significa "lo mejor de lo mejor." Es comúnmente usado para hacer referencia a las personas de más alto rango, con riqueza y poder de una sociedad específica.
o-o-o
"Las palabras no esperan el momento perfecto, crean sus propios momentos perfectos convirtiendo los instantes más ordinarios en segundos especiales."
Espero haber hecho especiales estos momentos dedicados a mi historia.
Gracias por leer.
. . . . . .
By: Sundarcy
NOTAS DE LA AUTORA:
Otro capítulo que me salió muy largo. También lo tuve que dividir y publicaré la otra parte el domingo. El otro capítulo ya detallará más los pensamientos de Candy con respecto a Terry.
Perdonen por el tamaño, es que como en estos primeros capítulos tuve que explorar las vidas de los protagonistas en todos estos años, algunas cosas necesitaron de mi especial atención y algunos detalles influirán en algunas cosas más adelante. Sobre todo mi principal objetivo es recalcar la gran diferencia entre sus vidas. ¿Notan cuán inmensa es esa diferencia? ¡Totalmente abismal!
Creo que con Candy no me sale tanta chispa, a mí como que me inspira mucho más Terry. Su lado sarcástico es muy difícil de evitar y la intensidad con la siente es tanta que, sinceramente no tengo las palabras para describirlo, pero entrar en su mente me fascina, de los mejores personajes que pudo haber creado Misuki, sin duda.
En esta parte me di el trabajo de establecer las cosas entre Albert y Candy, para que no quede dudas en la manera que siempre me ha parecido su relación. El personaje de Albert es muy querido para mí, representa muchas cosas en la vida de Candy y siempre ha sido importante para ella, pero de ahí a verlo como su posible pareja no se me es posible.
Agradezco a cada hermoso review que me mandaron y paso ahora a responder cada uno:
Adriana: Gracias a ti por seguir leyendo, tienes toda la razón, seguramente para Susana todo lo que haga es aceptado sólo para cumplir sus propósitos, aunque en realidad eso nunca podría excusar sus acciones. No te preocupes, nuestros rebeldes van a encontrarse más pronto de lo crees y lograrán estar juntos como siempre debió ser. Cuídate mucho.
Alondra: Comprendo perfectamente la idea de que la señora Marlowe parece muy entrometida, es que en cierta forma siempre me pareció que dirigía la vida de su hija, así que sería muy probable que ellas dos juntas trataran de dirigir la Terry, lo que es completamente inaceptable, pero tranquila, Terry no dejará que lo hagan. En este capítulo ya está la perspectiva de Candy, espero te guste. Bendiciones.
Guest 1: Hermosa, me halagan infinitamente tus bellas palabras. El hecho que te esté encantando esta historia y la consideres brillante es de los mejores elogios que alguien me ha hecho. Es un honor merecer tus felicitaciones. Te agradezco haberle brindado una oportunidad a esta sencilla historia, espero poder llegar a cumplir todas las expectativas que te hayas hecho en los siguientes capítulos y estaría encantada si a la próxima vez dejas tu nombre o seudónimo para poder ir conociendo quién eres. Muchos abrazos para ti.
Eli: A mí también se me contraía el corazón de dolor cuando escribía esa escena. Como nuestro amado rebelde es un hombre tan intenso, todo lo que vive y siente lo hace también intensamente. Obviamente, una vida al lado de Susana iba apagándolo poco a poco, un alma tan libre como la de él no debería estar expuesto a eso. Sigo preparando ese momento en que Terry le deje en claro todo a Susana, trataré de hacerlo a su estilo obviamente, dentro de poco será. Tienes toda la razón, ¿cómo no concederle su deseo después de tanto sufrimiento? Todas queremos que se acabe lo más pronto posible. Se le hará realidad muy pronto, antes de que te lo imagines estará junto a su pecosa. Un abrazo para ti, también.
Blanca G: Totalmente de acuerdo contigo. Susana se basa ahora en motivos puramente egoístas para atar a Terry a su lado. Nunca llegó ni a comprender a Terry, menos que él no aceptaría algo impuesto de esa manera, sobre todo, porque no puede amarla como tanto quiere. Concuerdo contigo, esas mujeres pueden ser demasiado exasperantes, pero pronto tendrán su merecido. Confía en mí. Cuídate.
Guest 2: Muy cierto lo que dices. Hasta a veces se torna insoportable mantenerte al lado de alguien a quién no amas. La indiferencia va matando poco a poco el amor. Dudo mucho que Susana haya mantenido una gran devoción a pesar de eso, hasta pudo a llegar a resentirlo con el tiempo. Espero te guste este capítulo. Saludos.
Azul: Tienes razón, Terry sufre mucho. Siempre me ha parecido que él llevo la peor parte en todo esto, Candy al menos tenía a sus amigos y madres, pero como Terry era tan reservado, casi no tenía nadie con quién afrontar todo. Aquí está la vida de Candy años después. Espero te guste. Saludos.
Guest 3: Concuerdo absolutamente contigo, Terry es un chico increíble, especial y único. Todos afrontamos duras pruebas en la vida y no muchos somos capaces de salir de ellas totalmente ilesos. Terry cae muchas veces, pero se levanta y continua adelante, haciendo frente a la vida y las muchas pruebas que se le presente, aprendiendo a cómo controlarse y madurando. No es perfecto y eso es lo que me hace amarlo aún más. Susana nunca se quedará con Terry, no lo permitiría. Créeme. Abrazos.
Guest 4: Me emociona saber que te gustó el capítulo anterior. Aquí estoy actualizando como dije el viernes, si pudiera hacerlo antes, lo haría. Lamentablemente tengo el tiempo muy apretado. Gracias por elogiar mi escritura, como dije no me considero experta, pero hago mi mejor esfuerzo. Aprecio muchos tus palabras. Bendiciones para ti también.
Flor M: Feliz que consideres linda esta historia. Soy una simple aficionada creando su primera historia, yo también deseo un final feliz entre Candy y Terry. Por eso precisamente me atreví a iniciar esta historia, para darme el lujo de crearles un propio final yo misma. El reencuentro será muy pronto. Espero te guste este capítulo. Bendiciones, hermosa.
Guest 5: Feliz que te gustara la historia, linda. Te agradezco tomarte el tiempo para comentar. Espero te guste lo que viene. Saludos para ti.
Dalia: Gracias por sumarte a la lectura de esta historia. Como tú, también he notado como se han reducido las historias de Terry en este sitio. Este es sólo mi granito de arena para darles un digno final a mis amados rebeldes. Feliz que te gustara el prólogo, ojalá te guste lo demás. Saludos.
Guest 6: Feliz que consideres el capítulo excelente. La introspección de Terry es lo que más me fascina, también. Llegó el viernes y aquí está la nueva actualización. Saludos.
Marjorie: Gracias por considerar precioso el capítulo anterior. Sé que es muy triste ver a Terry así, pero ya pronto se aliviará su sufrimiento. Confía en mí. Odio que Terry sufra, merece la felicidad más que nadie y sólo la logrará al lado de su pecosa. Abrazos.
Phambe: Muchísimas gracias por sus palabras, me emociona mucho que le haya gustado los capítulos anteriores. Admito que prefiero escribir sobre Terry, su lado sarcástico me da motivos de sobra para hacer cosas más divertidas con su mente, eso me gusta mucho más.
Como usted, tampoco considero a Candy una santa, es humana después de todo y tiene defectos. Tampoco creo que perdería su esencia, ella siempre fue un rayo de alegría a donde sea que iba, contagiándosela a todos, a pesar de las muchas cosas dolorosas o tristes que vivía, trataba de seguir firme y alegre. En el manga, se destaca tanto eso, es mucho más bella, tan dulce, valiente, auténtica, etc. Es un personaje verdaderamente excepcional.
En lo que se refiere a Susana, ella jamás ha sido santa de mi devoción. Es un personaje demasiado inconstante. Lo que hizo por Terry al salvarlo representaría un acto de sacrificio de su parte, pero como usted dice no podemos olvidar las actitudes y acciones poco honestas a las que recurrió.
Si soy sincera nunca he podido perdonar a Susana por el papel que desempeñó en separar a una pareja que en verdad se amaba. Cuando uno puede volver a examinar la historia con ojos más maduros puede notar que su amor por Terry era todo a lo que se aferraba y no hizo nada más que mantenerse en él. Sin embargo, ni con los años he podido justificar su propio autoengaño en hacerse creer a sí misma que el amor se puede obligar. En cierta forma, ella labró su propio destino al querer hacer que Terry la ame aun cuando amaba a otra mujer. Jamás llegó a entender que el amor nunca se obliga, sale de su propia naturaleza cuando es impuesto. Ninguna mujer por más enamorada que diga estar de un hombre puede soportar la indiferencia. Dudo mucho que Susana se haya mantenido fielmente abnegada a su amor por Terry a pesar que él nunca llegó a corresponder a sus sentimientos. Yo creo que esa indiferencia e incapacidad de Terry en amarla como ella tanto deseaba, la hizo volverse amargada y resentida con él. No creo que haya tenido una devoción tan grande para afrontar la dura prueba que eso suponía, ni siquiera alguien con un poco de amor propio podría soportar todo eso. Y no es que Terry lo haya hecho a propósito, en todo esto él nunca hizo absolutamente nada para que Susana se enamore de él, ningún tipo de incentivo de su parte, pero con todo y eso no pudo evitar que ella sola se hiciera ilusiones con él. Luego cuando Susana se le declara, él no deja ninguna duda con respecto a sus sentimientos que siempre están dirigidos a Candy, pero Susana sigue en su terquedad y se niega a escuchar. Después, cuando sucedió el accidente y se quedó con ella, él tampoco pudo evitar el inconsciente distanciamiento que podría crear para con ella cuando Susana sólo buscaba un acercamiento entre ellos.
Por esa razón no me cabe en la cabeza la idea que aun soportando su indiferencia, siguiera con él a pesar de ello. Para mí, eso responde a razones más egoístas de su parte. No le importó el propio dolor de Terry, ella hacía daño a la persona que tanto decía amar y también a sí misma en el proceso. Es exasperante ver que una mujer se encierre tanto en aferrarse a un hombre que no la ama. Como usted dice, hay que admitir la derrota cuando el sentimiento no es recíproco.
Ya me alargue en mi mensaje. Lo siento, es que el tema de Susana saca muchas cosas en mí, no siempre las mejores. Espero que los demás capítulos le gusten, es muy interesante intercambiar opiniones con usted. Saludos y cuídese mucho.
Guest 7: Aquí está la actualización, estoy muy feliz que te gustara el anterior capítulo. Espero que este también cumpla tus expectaivas. Mucha suerte. Cuídate.
Kari95: Bienvenida a esta historia, hermosa. No había leído tus comentarios antes, por eso lo supongo de esa manera. Encantada que te haya gustado, espero que te guste este nuevo capítulo también y me dejes tu opinión. Saludos.
Para skarllet northman, Nally Graham, AyameDV y Kamanance, estaré muy encantada en responderle sus preciosos reviews vía PM. Saludos para todas.
Vengo el domingo con la segunda parte del capítulo. Cuídense mucho. ¡Feliz fin de semana!
Sunny =P
12/01/2018
