Mensaje inicial: Ya les pareceré muy repetitiva en esto, pero en verdad me gustaría agradecer a todos los que se tomaron el tiempo leer la historia, agregarla a sus favoritos o dejar sus preciosos comentarios. Me animan siempre a seguir y me emocionan mucho. ¡Mil gracias!


DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.

DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.


DESEOS DE AÑO NUEVO

By: Sundarcy

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Capítulo 5: UNA NUEVA OPORTUNIDAD

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A medida que el entumecimiento del sueño se desvanecía lentamente de su cuerpo, Candy contuvo el aliento al tomar consciencia del lugar donde extrañamente se encontraba. Por raro que pareciese, estaba parada en medio de un gran salón blanco lleno de una luz casi cegadora. Sin entender exactamente que sucedía, todavía seguía procesando lo que sus ojos entrecerrados veían, mientras trataba de adaptarse a semejante luz a la que estaba expuesta, luego de haber estado tanto tiempo a oscuras.

Ni en sus más extraños sueños se había visto alguna vez en este tipo de lugar. No había absolutamente nada en el salón, todo estaba vacío, pero el entorno parecía otorgarle tanta paz e infinita tranquilidad, que sentía que no había peligro alguno.

"¿Esto es el Cielo?"—se preguntó un poco desorientada, comenzando a caminar y dando vueltas por el cuarto.

Muy bien podría serlo, parecía tener la apariencia de lo que muchos decían era el Cielo. Tal vez esto era lo que viene después, entre el Cielo y la Tierra.

"¿Qué debo hacer ahora? Parece como si estuviera perdida." — se llevó una de sus manos a su boca en preocupación, sacudiendo ligeramente su cabeza. —"Esto sólo me puede pasar a mí. Debo ser la única persona que se pierde camino al Cielo."

—¡Al fin despiertas!— una profunda voz resonó en todo el lugar de repente.

Candy dio un grito del susto, brincando en su sitio al haber escuchado el eco de aquella voz. Desviando su inquieta mirada por todo el cuarto, trató de buscar el origen de aquella voz, sin poder encontrar por ningún lado a la persona que hablaba.

—Lo siento. — se excusó de inmediato, sin saber exactamente con quién se disculpaba o a dónde mirar. —Sólo estaba admirando el lugar.

—Eso no es necesario por ahora, Candy.

La joven soltó un jadeo de sorpresa, separando ligeramente sus labios. ¿Cómo es que sabían su nombre?

"Es el Cielo, ¿cierto? ¿Qué esperabas?" — se recordó. —"Aquí lo saben todo. ¡Incluso tus pecados!"

¡Sus pecados! ¡Ella tenía tantos! Agrandó los ojos recordando ese pequeño detalle, juntando instintivamente sus manos en su pecho.

"¡Ay, Dios mío! Siento tanto haberme escabullido en el despacho de la Srta. Pony muchas veces sólo para comerme los chocolates de su reserva especial." —admitió internamente con cierta vergüenza —"En verdad me apena mucho, incluso cuando me hacía la desentendida mientras la Srta. Pony se preguntaba porque el número de chocolates se reducía inexplicablemente. También, he hecho muchas otras cosas malas como…"

—No es necesario que confieses nada más, Candy. Sí sabemos que solías comer a hurtadillas los chocolates de la Señorita Pony, y todo lo demás que quieres reconocer.

"Sí lo saben." — su corazón se hundió en su pecho y la verdad de la situación le cayó como un repentino torbellino. Si realmente estaba en el camino al cielo, eso sólo significaba que...

—¿En verdad he muerto?—no pudo evitar preguntar, enfocando su mirada en el blanco suelo. Una repentina sombra oscureció sus hermosos ojos verdes al pensar en todas las personas que quería y que dejó atrás.

—No, Candy. No has muerto. — le aclararon. —Lo que sucede...

—Entonces, ¿dónde estoy?— interrumpió con inquietud, levantando la vista.

—Es justo lo que te...

—¿Cómo llegué aquí?— preguntó de nuevo, nerviosa

—Precisamente eso es...

—No entiendo. ¿Qué es exactamente lo que sucede? — volvió a inquirir con más insistencia. —¡Explíqueme, por favor! ¡No me deje así!

—¿Me vas a dejar terminar al menos una frase, Candy?—aquella profunda voz había adquirido cierto tono de reproche.

—Lo siento, es que cuando me pongo muy nerviosa no puedo evitar preguntar cientos de cosas a la vez. — se justificó un poco abochornada. —Además no lo puedo ver por ningún lado. ¿Quién es usted?

—Ahora no hay mucho tiempo para demasiadas explicaciones. Sólo escúchame muy bien lo que te voy a decir...

Bastante era la curiosidad que la envolvía como para volver a interrumpirlo de nuevo, así que sólo comenzó a escuchar la explicación de lo que sería muy probablemente el inicio de un gran cambio en su destino.

Con la mirada hacia el frente, meditando abstraída las palabras que escuchaba, podía percibir nuevas emociones moviéndose en su interior: sorpresa, agitación, anticipación, pero, la más marcada de todas era la esperanza. Como nunca su corazón se sentía embriagado de todos esos sentimientos tan profundos que empezaban a envolverla.

—Entonces… ¿entendiste lo que te dije?— le preguntó aquella profunda voz, en cuanto hubo terminado su breve explicación.

—Eso creo, pero...— contempló Candy, dubitativamente. —... ¿no voy a recordar nada cuando esté ahí?

—Así tiene que ser. Eso es parte de la prueba que tendrán, para demostrar la fe que tienen en ustedes. — respondió la profunda voz con firmeza. Luego, suavizando más su tono añadió. —Sin embargo, se te dará una oportunidad para que puedas hablar con él, antes de que todo inicie.

Los ojos de Candy brillaron de entusiasmo ante esa perspectiva y asintió animosamente. De pronto, pareció haber dejado atrás ese gran salón blanco y se vio repentinamente rodeada de un gran verdor bajo un amplio y brillante cielo.

—Tendrás sólo unos momentos. No le dirás lo que viene exactamente, sólo prepáralo y adviértele. ¡Sutilmente, Candy!

Prácticamente, ella ya no lo escuchaba, sus ojos se perdieron en el apuesto joven castaño que se encontraba de espaldas frente a ella, en medio de aquel hermoso paisaje. Sus ojos se empañaron de lágrimas contenidas al verlo y sus piernas ya se movían en dirección a él cuando…

—¡Espera! Recuerda que esto es un sueño, ¡su sueño!— le advirtió la profunda voz. —Él no debe sospechar. No te puedes presentar ante él como si no lo hubieras visto en mucho tiempo.

Candy suspiró y se limpió con rapidez las lágrimas que inconscientemente habían salido de sus ojos.

—Tiene razón. — replicó un poco más tranquila. Sería difícil verlo y no correr a abrazarlo, pero haría lo mejor que podía. —¿En dónde lo veré?

Esa pregunta se vio inmediatamente respondida cuando de un momento a otro, se sintió trasladada a otra parte y su mirada terminó perdida en la más bella visión que jamás había visto.

—Es hermoso. — susurró emocionada, ante la hermosísima escena enfrente de ella.

—Y aquí será. — le respondieron. —Ya sabes las reglas.

—Gracias. — habló Candy, con el corazón lleno de esperanza. —Gracias por este regalo, esta oportunidad.

—La vida se los debía. Parece que el destino si quiere que estén juntos después de todo.

Con esas últimas palabras, la profunda voz no se volvió a escuchar más. Candy volvió a admirar su entorno, muy impresionada, sonriendo dulcemente ante la vista. Éste era el mejor lugar para su reencuentro con él.

—¡Lo veré pronto!

Juntó sus manos en su pecho mientras la magnitud de la situación la llenaba poco a poco. A pesar que era muy difícil de creer lo que le estaba pasando, no podía evitar sentir su corazón más ligero y colmado de una ferviente alegría por todo.

En cualquier momento él llegaría, podía hasta saltar de la emoción, aunque también tenía que admitir que había un pequeño detalle que la ponía un poco intranquila.

"¿Me reconocerá después de todo este tiempo? ¿Habré cambiado mucho para él?" — pensó ansiosamente, mordiéndose su labio inferior. —"Ya me estoy sintiendo nerviosa."

Súbitamente, un delicioso aroma llegó a ella, haciendo que volteara a sus espaldas y se encontrara frente a frente con el origen de aquella fragancia.

—¿Son esas fresas?— sonrió sumamente encantada.

Se acercó a uno de los arbustos de fresas silvestres frente a ella, contemplándolo con abierta fascinación.

—Bueno, siempre he considerado que no hay nada mejor para calmar los nervios que algo de comida. — rio por sus propias palabras. —Y estas fresas…— acarició algunas de ellas con sus manos. —… ¡Prácticamente me están rogando probarlas!

Con una sonrisa traviesa en su pecoso rostro, comenzó a llevar rápidamente una de las fresas a su boca.

"Delicioso" — suspiró, lamiendo sus dedos. Volvió a reír con ganas y siguió con la tarea de comer cuantas más fresas le sea posible.

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Verdes colinas se alzaban bellamente ante los ojos del observador, el Sol brillaba en todo su esplendor en un hermoso cielo despejado, reflejando sus rayos que ensalzaban el color sobre los árboles del bosquecillo y las flores que adornaban el campo. Era una vista absolutamente espectacular, los matices de colores eran capaces de robar el aliento en su magnificencia o hacer suspirar en la inmensa tranquilidad que transmitían. Se sentía una cálida brisa y el sonido de las aves junto con el ruido de una corriente de agua cercana, terminaban por completar todo el cuadro ante sus ojos.

Terry admiraba absorto el bello escenario que se le presentaba, parecía llenarlo de una completa calma, algo que no sentía desde hacia tiempo. Cerró sus ojos e inhaló profundamente, quería grabarse cada detalle de este lugar en su mente.

De pronto, un perfume de rosas silvestres con un toque de vainilla invadió por completo sus sentidos. Abrió sus ojos violentamente, sin poder creer lo que había percibido. Ese era un aroma tan familiar para él como los inquietos latidos que ya sentía en su pecho. Sería capaz de reconocerlo donde fuera, era el aroma de Candy.

Volvió a llenar sus pulmones de ese perfume, y aunque era un poco menos intenso que antes, seguía teniendo el mismo efecto embriagante en él.

Sin dudarlo, sus ojos comenzaron a buscar desesperados el lugar de donde provenía ese aroma, en el cual no dudaba se encontraba Candy. El perfume seguía ahí, lo sentía todavía, pero no lograba encontrar el origen.

Sus ojos que habían adquirido un atisbo de esperanza, de repente, se apañaron de angustia mientras una profunda decepción se le clavó en el corazón. La sonrisa que se había ido formando en su rostro hacia instantes, comenzó a desaparecer también.

Candy no estaba por ningún lado. ¿Acaso su mente le jugaba una broma tan cruel?

Repentinamente, una hermosísima risa llegó a sus oídos, como la más dulce y bella música para él. Su corazón dio un vuelco completo y como si su vida dependiera de ello, siguió ansiosamente ese hermoso sonido que provenía de la espesura del bosquecillo.

Mientras más fuerte se hacía el sonido y el aroma, más rápido sentía los latidos de su corazón. Fue hasta que llegó a un pequeño claro del bosque, que se detuvo de inmediato y pudo recuperar el aliento. Tragó en seco a la vez que sus ojos veían maravillados la escena frente a él.

Ante él, se encontraba una de las más hermosas visiones que había visto en su vida. Incluso, por un momento pensó que tal vez había entrado a otra dimensión, a un lugar que se encontraba entre el Cielo y la Tierra.

Un campo de narcisos llenaba todo el claro, y los rayos del Sol que caían sobre ellos hacían expandir un amplio destello dorado en todo el lugar, otorgándole una chispa casi mágica que robaba hasta las palabras.

Aunque todo el sitio parecía irradiar magia, para Terry el mayor encantamiento se encontraba en la radiante mujer de rizos dorados y hermosas pecas que estaba al otro lado de los narcisos. Él perdió la respiración enteramente ante semejante vista, mientras rogaba que lo que veía no fuera un producto de su traicionera imaginación.

"Sí, es ella."— le gritaba el corazón lleno de viva emoción, observándola ensimismado.

Su aroma seguía ahí, ahora unido al de los narcisos. Si bien, atrás había quedado el cuerpo de niña, Terry reconocería ese bello rostro incluso a kilómetros de distancia. Y si eso no fuera suficiente, siempre fue capaz de reconocer y sentir su presencia. No sólo su corazón se llenaba de un conocido calor que siempre sentía solamente con Candy, sino que percibía el mundo diferente, como si por alguna razón todo a su alrededor se volviese un lugar mejor.

Ella se encontraba al extremo derecho junto a los arbustos de fresas silvestres, comiéndolas insaciablemente. No dejaba de cerrar los ojos y suspirar embelesada con cada nuevo fruto que metía en su boca. Tenía un amplio vestido blanco de encaje lleno de cintas en la cintura, el cual fluía sobre su cuerpo atractivamente.

Además, llevaba el cabello suelto, haciendo que sus rizos danzaran con el suave viento, sus mejillas estaban sonrosadas y sus labios parecían aún más rojos producto de las fresas. Ella era como un oasis para el hombre más sediento y el universo sabía que Terry había vivido sediento de Candy por demasiado tiempo ya. Aún sin darse cuenta, sus piernas avanzaron por sí solas hasta quedar justo al lado de ella.

Sintiendo su presencia, Candy tensó los hombros y soltó la fresa que tenía en la mano. Volteó lentamente y fijó esas lagunas esmeraldas de sus ojos en el mar calmado que reflejaban los ojos de Terry.

"Esos ojos."— pensaron los dos simultáneamente.

El tiempo se detuvo en su eje, solamente en ese cruce de miradas que era capaz de comunicar entre ellos cientos de cosas a la vez.

La vio temblar levemente, notando cómo sus verdes ojos parecieron humedecerse un breve instante. Ella parpadeaba constantemente para controlar su aparente turbación, meciendo su cabeza con sutileza. Después como si no hubiera tenido ese lapso, le sonrió traviesamente, volviendo a coger otra fresa para llevarla a su boca.

El aliento de Terry quedó atrapado en su garganta y sentía a su traicionero cuerpo reaccionar ante ese simple gesto. Necesitó de todas sus fuerzas para no rodearla entre sus brazos en ese mismo momento y besarla hasta perder la razón. Había algo que necesitaba hacer antes, algo que no podía evitar.

Con un gesto de fingida sorpresa, al fin pudo hablar:

—¿Qué haces entre los arbustos, Pecas? ¿No deberías estar entre los árboles saltando de rama en rama?— cuando dirigió su mirada a las fresas, su rostro pareció aclararse con comprensión y torció ligeramente sus labios. —¡Oh! Ya entiendo.

Sacudiendo su cabeza, muy divertido. El joven sonrió de lado con un gesto medianamente burlón y la miró cruzando sus brazos sobre su pecho.

—Diría que me sorprende encontrarte comiendo, pero bien sabes que sería una mentira. ¡Nunca paras de comer!— declaró él, conteniendo las inmensas ganas de reír que tenía al ver su pecosa carita comenzar a contraerse. —Aunque tengo que admitir que hubiera creído que una mona como tú preferiría las bananas a las fresas.

Un vivo fuego de indignación apareció en los ojos de Candy, generando que un suave rubor se instalara en sus mejillas. Elevando su mentón, le respondió:

—El que tú no quieras, no implica que yo no pueda probarlas. — frunció su naricita instintivamente, haciendo mover sus pecas.

"Sí, allí están." — Terry suspiró fascinado. —"Sus pecas bailando como siempre. Sus gestos de mona intactos."

—¿Quién ha dicho que no quiero?— arqueó una de sus cejas y agrandó aún más su sonrisa, completamente divertido. —Diría que es todo lo contrario.

Enfocó su profunda mirada directo en los labios de Candy, relamiendo los suyos propios y sonriéndole ampliamente.

—Estoy ansioso por probar esas fresas.

Ella no perdió el doble sentido de sus palabras, y a pesar que no pudo evitar sonrojarse profusamente bajo la mirada de Terry, fingió seguir su juego. Volteó a admirar las fresas con detenimiento y tocó delicadamente una de ellas.

—¿Así que quieres probar las fresas?— murmuró ella, girando para verlo de nuevo.

Sacó una del arbusto y la acercó lentamente a los labios de Terry, quien parecía esperarlo ansiosamente. Sin embargo, a último minuto Candy la volvió a dirigir a su propia boca y se la comió rápidamente.

—Sabes que sí, Pecosa. Quiero esas fresas. — agregó con la voz ronca, observándola con una intensidad en su mirada que era capaz de encender fuego.

No siendo inmune a esa mirada, era muy difícil para Candy pensar lógicamente o mantenerse totalmente tranquila al estar expuesta a ella. Tomando una gran bocanada de aire para controlarse, trató de recuperar algo de su compostura para seguir el juego. Apenas lo pudo lograr, prosiguió:

—Muy bien. — sonrió Candy con un brillo juguetón en su mirada. —Cierra tus ojos.

Con un poco de desconfianza, Terry siguió su pedido, cerrando sus ojos lentamente. Poco a poco, sintió como Candy se le iba acercando, hasta que llegó a percibir su cálido y dulce aliento sobre su cuello. Su aroma se había vuelto un estimulante para sus sentidos, su corazón ya latía a mil por hora y sus labios esperaban ansiosos el momento en que ella al fin los chocara contra los suyos.

Entonces lo sintió, aunque no eran sus labios, fue una fresa. Candy había metido una fresa en la boca de Terry, tapándola con su mano para obligarlo a comer. Él abrió los ojos, mirándola pasmado y comenzando a masticar.

—¡Ahí tienes tu fresa!— exclamó Candy jovialmente, sacando su mano de la boca de Terry, y riendo por su atónita expresión mientras un travieso hoyuelo aparecía en su mejilla izquierda.

—Ya me has hecho esto antes. — sacudió su cabeza con resignación, recordando la vez en Escocia donde ella le engañado de una forma similar.

En cuanto terminó la fresa, le sonrió con picardía, viéndola directo a los ojos.

—Pero esta vez sí no te me vas a escapas, Pecosa.

Sorprendida, Candy agrandó sus ojos, y como viéndolo venir, comenzó a correr con premura hacia el campo de narcisos para evitar ser atrapada. Acto seguido, Terry la siguió en una carrera por alcanzarla.

Ella adelante y él por detrás, los dos corrían entre los narcisos a la par que sus risas se juntaban con los otros sonidos de la naturaleza. La adrenalina junto con las emociones que sentían en ese momento, hacían que sus corazones latieran como enloquecidos y sus respiraciones se aceleraran.

—No me vas a alcanzar con esa lentitud. — le retaba la rubia, mucho más adelante de él.

—¡Eso lo veremos, Pecas!— amenazó él, casi sin aliento. —Te atraparé.

No dejaría que ella se fuera otra vez, no permitiría que escapara de su alcance una vez más. Corrió con toda la energía de la que era capaz para acortar la distancia entre ellos lo más pronto posible. Terry sintió que su corazón se le saldría del pecho en un alocado frenesí, cuando finalmente logró alcanzarla justo en el medio del amplio campo de narcisos.

En el preciso momento que la sostuvo por la cintura y fijó su intensa mirada sobre sus ojos verdes, se oyó el sonido de las hojas mezclado con el crujido de las ramas, advirtiendo la presencia de una fuerte brisa primaveral. El viento se precipitó hasta el claro; y como llevado por una fuerza inexplicable se concentró en los narcisos, moviéndolos de un lado a otro, liberando varios de sus pétalos y elevándolos en el aire.

Terry miraba como hechizado los rizos de Candy junto con los pétalos de narcisos bailando con el viento, chocando contra sus mejillas y sus labios. La aferró más hacia él, sintiéndola temblar bajo sus manos, a la vez que su pecho subía y bajaba tratando de tranquilizar sus erráticas respiraciones. Con manos temblorosas, como temiendo que ella desapareciera en cualquier instante, la tomó del rostro y acarició suavemente sus rosadas mejillas.

Él observaba con fervor cada detalle de su rostro: sus mejillas, sus pecas, su naricita, sus ojos y sus labios. Acariciando delicadamente sus labios entreabiertos con su pulgar, volvió a dirigir su profunda mirada a sus verdes ojos, como pidiendo permiso para algo que anhelaba con mucha intensidad desde hacia tanto.

Le invadía un deseo tan profundo, que no creía resistir por más tiempo esas fuertes ganas que tenía de liberar esa pasión que había tenido guardada sólo para ella, por demasiado tiempo ya. Aunque sólo una vez había probado esos labios, el recuerdo seguía tan vivo en su mente que era capaz de hacerlo vibrar, erizándole toda la piel. Su adolorido corazón añoraba volver a probar ese dulce sabor, el único sabor capaz de ofrecerle consuelo.

En los ojos de ella podía ver reflejados las mismas emociones que él estaba sintiendo, Candy deseaba besarlo tanto como él. Ella cerró sus ojos en anticipación de un muy deseado beso, y él, sin nada más que lo detuviera, se inclinó y reclamó esos labios que aclamaban volverse suyos, liberando al fin la pasión que por tanto tiempo había controlado.

Entonces, llegó el momento más exquisito de toda su vida. Al comienzo fue sólo un roce, un suave caricia, pero él la sintió suspirar y estremecerse bajo el toque de sus labios, tratando de responder a su pasión, aunque un poco inexpertamente. La sentía tan dulce, tan suave bajo sus manos. ¡Era un delirio! Su cálido aliento mezclándose con el suyo, intoxicándolo con su delicioso sabor, que él ya conocía y había sentido antes, embriagándolo mucho más ahora. Sus labios buscaron saciarse más de ella, aun cuando nada podía extinguir ese deseo de querer mucho más, un deseo que prácticamente parecía una necesidad.

"¡En verdad, quiero y necesito mucho más!" — pensó él, abrazando su cintura con más fuerza entre sus brazos.

Terry percibió cómo las manos de Candy se deslizaban sobre su pecho, dejando un rastro de fuego sobre su piel a pesar de la ropa, y se dirigían lenta pero decididamente hacia su cuello.

Aunque estaban muy juntos, para Terry no estaban lo suficientemente cerca. La atrajo más hacia él, subiendo por la espalda de ella, una de las manos que tenía aferradas a su cintura, haciendo que su pecho chocara contra el suyo, profundizando más el beso e invadiendo su boca.

¡El mundo entero podría destruirse! ¡Todos los demás podrían desaparecer! Lo único que importaba ahora era vivir este momento al máximo. Si estaba con Candy ahora. ¡Qué le importaba lo demás!

Ella reconocía esta sensación, este hormigueo que recorría todo su cuerpo, una sensación que la llenaba y la consumía enteramente. La había sentido antes, la había sentido sólo con Terry. Un delicioso calor que comenzaba en su vientre, expandiéndose en todo su cuerpo y haciéndole desear una mayor cercanía, lo más cerca que pueda estar un hombre y una mujer.

"¡Dios del cielo!"— su nublada mente casi no podía procesar nada más allá de la sensación que la embriagaba.—Haz que continúe, que no acabe jamás!"

La desesperada mano de Terry llegó hasta su cuello y se enredó entre sus rizos, jugando con ellos, mientras seguía administrando más caricias con sus labios. Podrían pasar los años, pero nunca se borraría esa sed insaciable que siempre tenía de Candy.

Se separaron un momento para recuperar el aliento, pero sus miradas fijas en el otro ardían sin descanso. Sin siquiera pensarlo, volvieron a juntar sus desesperados labios que estaban ansiosos por volver a unirse de nuevo.

De pronto, empezaron a besarse como locos, como si sus vidas dependieran de ello. Él abrió su boca tentativamente probando sus labios y ella respondió abriendo su boca también. Su lengua se deslizó dentro de la boca de ella, suave pero exigente.

No es nada como lo que habían experimentado antes. Terry no encontraba las palabras exactas para poder describir lo que sentía. Era como si se derritiera, porque percibía cada centímetro de su cuerpo disolverse en el cuerpo de ella.

Candy, en cambio, se sentía como si nunca hubiera estado más viva que en ese momento, cada célula de su cuerpo podía atestiguarlo. Era como si sólo hubiera nacido para lo que vivía ahora. ¿Podría haber algo mucho más dulce y hermoso que sentirlo cerca de ella y tan suyo?

Los dedos de Candy se aferraban a su cabello, tirando de él aún más cerca. Terry sentía la sangre en sus venas correr más rápido y tenía la clara certeza que en cualquier momento su corazón explotaría. Puede que no sólo su corazón, su cuerpo entero explotaría de tantas sensaciones.

Sus manos ya exploraban ansiosas cada centímetro de los brazos, hombros y espalda de Candy. Él deslizó sus labios a la esquina de la boca de ella, dejando suaves rastros de besos por donde sea que alcanzara, para luego ir por su mejilla, su oreja y finalmente llegar a su cuello.

Esa nívea piel de su cuello que llamaba a gritos ser besada por él. En cuanto sus ansiosos labios tocaron la piel del cuello de Candy, ella jadeó suavemente de placer.

"Que no sea malo desearla y amarla tanto como lo hago."— caviló casi sin control, mirándola con los ojos oscurecidos.

La tomó del rostro y juntos se arrodillaron en los narcisos. Cuando volvieron a unir sus labios, las manos de Candy pasaron de su cabello a explorar la amplia espalda de Terry.

Él deslizó sus manos de los hombros de ella hacia su pecho. En cuanto lo hizo, Candy se estremeció toda completa. Terry sabía que había llegado a un punto crítico cuando sus labios ya bajaban de su cuello al área de su escote.

Rápidamente, volvió a mirarla y acarició los rizos que descansaban sobre su cuello. Luego, con mucha lentitud, la fue recostando con delicadeza en los narcisos.

Se detuvo de repente y con la respiración entrecortada, contempló el rostro de Candy apoyado sobre el lecho de narcisos, ese hermoso rostro que quedó grabado en su mente desde el primer momento que la vio.

Apoyó su frente contra la de ella para tratar de calmarse y controlar su agitada respiración. Al sentirla cerca, sólo se dejaba cautivar por ese perfume de rosas silvestres y un toque de vainilla, que despedía su cabello y su piel.

Separándose un poco y fijando su mirada en los ojos de ella, se dejó perder en esas lagunas verdes que tenían atrapada a su alma desde hacia años. Podía perderse felizmente en esos ojos lo que le quedaba de vida.

Dirigió su vista a su naricita, esa naricita salpicada de pecas. Candy no sería Candy sin sus pecas. Sonriendo de lado, comenzó a acariciarlas con ternura.

—Te he dicho alguna vez que amo tus pecas. — comentó, todavía inmerso en la dulce tarea de acariciar y admirar sus pecas con abstracción.

Aunque ella jadeaba sin cesar, tratando de controlar su entrecortada respiración, le sonrió traviesamente.

—Er… no lo sé— colocó su dedo índice sobre sus labios como si lo estuviera pensando. — Mis recuerdos son tan vagos.

—Pues ahora te lo tendré que repetir mil veces al día, para que lo recuerdes siempre. — añadió, besando deseoso y sin descanso cada una de las pecas que tenía en el rostro. — No sólo las amo. ¡Las adoro!

Candy rio divertida por las suaves cosquillas que le provocaban sus besos sobre su carita. De pronto, él paró de besar sus pecas y como si su risa hubiera reavivado su deseo, la besó en los labios con premura.

Ambos eran audaces exploradores de la boca del otro, bebiendo de cada uno y ahogándose de nuevo en la misma sensación, el mismo fuego volvía a invadir sus cuerpos, los mismos corazones latiendo desbocados al son del otro como si fueran uno solo.

—¿Lo sientes?— preguntó Terry jadeante, en cuanto se separó muy renuente sus labios de los de ella.

Ella asintió entusiasmada mirándolo con ojos brillantes de todo el amor que podían desbordar y con una gran sonrisa que llenaba su rostro.

—¿Tú también?— replicó ella, casi sin aliento.

—Estas sensaciones sólo las siento cuando estoy contigo. — contestó Terry, besando el borde de sus labios y posando sus manos sobre sus mejillas para acariciarlas con sus pulgares. —No sólo eso. Me invade una completa plenitud y…

Los ojos de Candy brillaron de emoción al escucharlo, parecía describir lo que ella misma sentía.

—…También te llenan de una completa seguridad. — completó ella, invadida ya por los sentimientos agrupados en su corazón.

—Para que uno se dé cuenta que esto es lo que había estado esperando toda su vida. — continuó él, mirándola con vehemencia a los ojos. — Que al final, estamos donde siempre debimos estar…

—… Juntos. — replicaron ambos al unísono, sin despegar sus ojos del otro ni un solo segundo.

Sin más, él se acercó a su rostro y le besó suavemente su frente. Ella entrecerró sus ojos y suspiró encantada por aquel dulce contacto. Siguió desviando sus labios a sus ojos entrecerrados, y los besó también lentamente. Pasó a su naricita y se ensañó con sus pecas de nuevo.

—Porque mi hogar siempre fue estar aquí, junto a ti. — La voz de Terry estaba cargada de emoción. —Viendo ese rostro lleno de pecas todos los días.

Reaccionando a esa cercanía que tanto buscaban, los labios de él se posaron sobre los de ella. Primero los rozó suavemente, para después de un instante ir aumentando la energía. En lugar de restarle intensidad la llevó a nuevas alturas. Él se adentraba en la boca de ella con más firmeza y las olas de sensaciones que recorrían a través de ellos se hacían más embriagantes.

Terry sabía que era aquí donde quería estar, no permitiría que se acabara, no lo soportaría. ¡Tenía que mantenerlo sea como sea!

Cuando sus labios se separaron, él respiraba con gran dificultad y sus labios temblaban inquietamente por las emociones reprimidas que trataba de controlar. La miró desesperado directo a los ojos y con voz ahogada, al fin se quebró:

—¡No quiero despertar!— los ojos de Terry se cristalizaron, anegados de silenciosas lágrimas. —No me dejes despertar, Candy. ¡Por favor! ¡Quiero quedarme contigo aquí para siempre!

Apretaba sus temblorosos labios para ahogar sus sollozos, sus ojos sólo la veían intensamente, aprisionándola por completo, sin dejar de rogarle sin cesar.

—Al menos aquí… en mis sueños…— su voz temblaba, estaba desesperado y ansioso, quería ser escuchado. —… Tengo la certeza que eres mía. — un par de lágrimas brotaron de sus hermosos ojos mientras la miraba con absoluta vehemencia.

Los ojos de Candy también se humedecieron, llenándose de lágrimas por toda la angustia que reflejaba su voz. Lo miró con su eterna ternura y le sonrió dulcemente. Alzando su mano, le acomodó uno de sus rebeldes mechones castaños detrás de su oreja y después le acarició la mejilla con infinito amor.

—¿Cómo estás tan seguro que es un sueño?— preguntó Candy suavemente, tragando el nudo que se le había formado en la garganta.

—Mis sueños son mi único refugio, son los mejores lugares para mí. — contestó con voz ronca, viéndola con terneza en el rostro. Cualquier lugar donde esté con ella, sin duda, sería el mejor lugar para él.

Suspirando profundamente, confesó:

—Sólo aquí puedo escapar del peor de mis miedos.

—¿A qué le tienes miedo, Terry?— inquirió con la voz quebrada en casi un susurro.

—¡A una vida sin ti! ¡Por eso no quiero despertar! ¡Maldita sea! ¿Acaso no lo ves?— exclamó enérgicamente con las lágrimas desbordándose de sus bellos ojos. —¡Vivo el peor de mis miedos en carne propia día con día! — un breve sollozo escapó de sus labios.

No le importaba en absoluto que lo que viviera no fuera real, lo que vivía era mucho mejor que su realidad.

—¡No quiero volver a mi realidad! ¡No me dejes despertar! ¡Quiero quedarme aquí siempre!— Terry gimió roncamente y se aferró al pecho de Candy, como un niño en busca de consuelo, apretándola fuertemente hacia él. —Por favor, no hagas que vuelva. ¡Mantenme aquí contigo, Candy!

Sollozaba recostado sobre su pecho, dejándose invadir por su aroma, oyendo los latidos constantes de su corazón que eran como una canción de cuna para él. Ella le acariciaba sus cabellos suavemente, tratando de consolarlo y muy deseosa por acabarle ese dolor que tenía.

—¿Acaso ya no tienes esperanza, Terry?— las lágrimas de Candy recorrían sus mejillas sin parar. Sentía su corazón encogerse, casi desgarrarse por dentro en el profundo dolor que le producía verlo sufrir de esa manera.

—La perdí hace mucho. — murmuró Terry, pegando sus labios contra el cuello de ella. —Así es mi vida ahora. Estoy tan perdido sin ti.

—Estamos vivos, tú y yo. Todavía tenemos esperanza, ¿no crees?— Candy le susurró sosegadamente al oído. — Tú mismo me lo enseñaste…

Inhalando profundamente para controlar el agitado palpitar de su corazón, fijo su mirada en sus azules ojos, antes de continuar:

—… Mientras estemos vivos, podemos volvernos a encontrar.

Terry se agachó y movió la cabeza en negación. ¿Cómo demonios podría creer ahora? Si el destino se había ensañado con él repetidas veces. Ahora la tenía a ella aquí, pero… ¿cuánto le duraría? Por eso estaba poco dispuesto a ceder en su súplica. No quería volver a su vida sin ella, no quería volver a quedar vacío de nuevo.

—¿Por qué es tan difícil todo? Yo sólo quiero que no me abandones de nuevo. — La impotencia se reflejaba en su voz, quebrándose mientras avanzaba su discurso. — ¡Quédate conmigo, por favor! ¡No te vayas, Candy!

—Has perdido la fe, Terry. — ella cerró brevemente sus ojos, tratando de ahogar sus sollozos y suspirando tristemente.

Esa frase le llegó como una puñalada directa al corazón, por alguna razón, le dolía que Candy le hubiera dicho eso.

Levantó la vista y la miró directamente a los ojos buscando respuestas. Sin poder evitarlo, volvió a acariciar sus pecas.

¿Cómo podría vivir sin esas pecas de nuevo? Él la quería en su vida, pero sólo la podía tener en sus sueños. ¿Acaso alguien podría culparlo por querer quedarse aquí?... Por supuesto que no.

Ahora este asunto de creer, le era tan difícil creer. Los ojos de ella siempre parecían tener las respuestas a sus miles de problemas, en ese momento, sus ojos le rogaban que creyera… en ella… en ellos… en ese lazo indestructible que ni el tiempo ni la distancia habían podido derribar.

—¿Entiendes, Terry? Al final, siempre nos vamos a encontrar.

En los ojos de Candy, había una completa seguridad en lo que decía, como si ella supiera algo que él todavía ignoraba.

—Ahora más que nunca tengo esta certeza. Si ya no confías en el destino, entonces te pido que confíes en mí. Confía en mí, así como yo confío en ti.

Si había algo de lo que Terry estaba completamente seguro, era que sus almas estarían por siempre entrelazadas. Y si había otra cosa que nunca podría evitar además de amarla, era confiar en ella.

—Desde ahora, voy a estar contigo. Hoy, mañana y siempre. — concluyó Candy como una firme promesa. Luego, le dio un suave beso en los labios y lo abrazó contra su pecho de nuevo, simplemente regocijándose en el calor que le brindaba su cuerpo

Sus palabras tuvieron el poder de tranquilizarlo, casi como si lo llenaron de esperanza. Así parecía, la esperanza había vuelto a nacer en su corazón. Ahora podría afrontar lo que viniera con esa nueva perspectiva. Recostado sobre ella, él sentía que podía pasar su vida entera ahí. Sólo ella y él. ¿Podía pedir algo más a la vida?

Dándose cuenta que debía estar abrumándola con su peso, se separó lentamente de ella y se acomodó a su lado izquierdo, haciendo que ahora ambos yacieran recostados sobre el lecho de narcisos. Movidos por el mismo deseo, juntaron sus manos y se aferraron a ellas como si fuera el último vínculo que los unía.

A pesar que la luz del cielo era muy intensa, no les molestaba en absoluto. Suspiraron simultáneamente y sólo se concentraron en admirar la sencilla belleza de la naturaleza. Después de un rato en silencio, Candy volteó su rostro para mirarlo fijamente y decirle:

—¿Sabes qué pensé la primera vez que te vi, Terry?

De todas esa era la pregunta que él menos se esperaba. Sus ojos adquirieron una divertida chispa de humor cuando giró a mirarla también, y sonrió de lado con picardía. Parecía como si ya nada quedara de su angustia de hacia minutos.

—Pensaste que yo era el muchacho más hermoso y atractivo que habías visto en tu vida. — su tono de voz revelaba un dejo burlón.

Candy rodó los ojos, para añadir en un tono un poco fastidiado.

—A ti lo engreído nadie te lo quita. — frunció su nariz inconscientemente.

Terry rio con ganas por la reacción de Candy, amaba verla exasperada. ¡Sus pecas estaban de nuevo en acción!

De pronto, paró de reír y se la quedó mirando de nuevo. Su rostro se volvió serio y sus ojos se llenaron de su acostumbrada intensidad cuando le dijo:

—Pero, aun así me quieres. ¿No es cierto?— sus ojos le pedían que le contestara con sinceridad.

La joven lo miró directo a los ojos y le replicó suavemente.

—Sabes muy bien que sí. Te quiero. — había una completa convicción en sus palabras.

Ambos estaban de costado, mirándose el uno al otro. Él le acarició con dulzura sus rizos dorados, repitiendo mil veces en su mente las palabras que ella acababa de decir. Con mucha lentitud, se acercó a su oído y le susurró:

—¿Me dirás qué pensaste cuando nos vimos por primera vez?

—Te lo quería decir, pero…— Candy temblaba un poco al sentir el suave contacto de Terry cerca de su oreja. Su cálido aliento haciéndole cosquillas en la piel, no le dejaba pensar con claridad, y por más que trató de sonar firme, no pudo lograrlo. —… pero tú te quisiste hacer el graciosito.

—¿Qué dices si hacemos un intercambio?— continuó Terry con tono persuasivo. — Te digo lo que yo sentí la primera vez que te vi, y tú me lo dices después.

Ella asintió, un poco curiosa de lo que él pudiera decirle. Terry se separó un poco de ella, para admirarla completamente y comenzó a rememorar el momento que se conocieron.

—Cuando te vi por primera vez en el barco, me sorprendí… pensé que…

Él comenzó a hablar seguro de lo que diría, sin embargo llegado el momento lo invadió la indecisión. Su primer impulso era continuar con alguna otra broma, pero en cuanto vio a Candy mirándolo llena de deseos por saberlo, se dio cuenta que no podría evitar confesarle lo que verdaderamente sintió.

—… pensé que tus ojos irradiaban una bella luz. Toda tú irradiaba una luz casi mágica, como una chispa alegre muy especial. ¡Quería esa luz y esa alegría en mi vida también!— Terry la miraba con ojos brillantes de fervor. —Por extraño que parezca, algo me dijo que vendrías a cambiar mi vida.

Presa de un incesante temblor sacudiendo su pecho, Candy sólo se concentraba en mirarlo fijamente como si la luz del Sol se reflejara únicamente sobre él y todo lo demás pareciera no tener color. Ella llevó su mano derecha hacia el rostro de él, posándola delicadamente sobre su mejilla. Una dulce sonrisa iluminó el rostro de Terry y apoyó su propia mano sobre la de ella, apretándola más hacia su mejilla.

—Puede parecer irreal, pero así lo sentí. Momentos antes de conocerte me sentía resignado a una vida solo, sin esperanza…— bajó su mirada, recordando ese momento e invadido de esa misma tristeza.

Le tomó varios segundos volver a alzar la vista y enfocar sus ojos en ella. Candy dejó escapar un jadeo inconsciente al enfrentarse a esa profunda mirada que le atravesaba y acariciaba el alma.

—Esa noche, estaba tan atormentado con esos pensamientos que pedí un deseo. — con sus dedos, comenzó a formar círculos en la mano de ella que reposaba en su mejilla. —Un milagro que cambiara todo, que me ayudará a olvidar para así poder continuar. Y así fue, el milagro… mi milagro fuiste tú.

Dirigió sus labios hacia la mano de ella y cerrando los ojos, le besó gentilmente la muñeca. Para ella, inició como un cosquilleo en esa parte de su piel que habían tocado los labios de él, y como una corriente eléctrica se expandió por todo su cuerpo, haciendo vibrar incansablemente todas su piel. ¿Cómo era que un solo toque de sus labios en su muñeca podría hacerla temblar sin control?

Él fijo su mirada nuevamente en ella para afirmar con la voz ronca y llena de convicción.

—Desde que te conocí fuiste… eres mi luz.

—Terry…— los ojos de Candy mostraban un sin número de emociones al escuchar sus palabras. —… Tú también eres mi luz, eres mi camino.

Al escuchar esas palabras, el corazón de Terry paró sus latidos un segundo para después iniciar un ritmo errático. Estaba sorprendido por sus palabras, que Candy lo considerara a él como una luz. La tomó de su rostro con ambas manos y le susurró casi sin voz:

— ¿Yo? ¿Una luz?

Él nunca se habría considerado de esa manera, tenía demasiados demonios para serlo. Creía que la luz radicaba en la pureza y la inocencia, él ya no tenía nada de eso. Siempre había creído que su vida eran las tinieblas, ella tuvo que llegar para iluminarla.

—Cuando te vi en el barco… al comienzo me sorprendí porque te confundí con alguien más, pero eso fue sólo un instante. En cuanto te vi verdaderamente, en cuanto te vi a los ojos, ahí lo supe. — Candy se perdió en esos ojos color mar que la atraparon desde hacia años. —Tus ojos estaban nublados por muchas emociones, sin embargo sentía que había algo más. Aunque tratabas de ocultarlo, yo lo pude ver, lo comprobé después con tus acciones infinidad de veces, era la nobleza de tu alma.

Los corazones de ambos latían al unísono y sus respiraciones también se agitaron.

—Te volviste mi luz, porque siempre has sido un camino para mí, un camino resplandeciente. Has sido el destino al que siempre he querido llegar. — Candy terminó de hablar, suspirando un momento.

Terry limpió las lágrimas que habían brotado de los ojos de Candy con delicadeza, conmovido por las palabras que le decía. Junto su frente a la de ella y suspiraron juntos.

En una batalla interna, ella siguió luchando contra las lágrimas que querían seguir desbordando de sus ojos. Aunque sabía que había llegado el momento para irse, no quería hacerlo. Separándose un poco de él, le murmuró:

—Falta algo por cumplir todavía. — su voz se había enronquecido. —Recuerda lo que te dije… confía en mí… cree en mí, sólo así lo que viene acabará más rápido.

Apretó sus labios para reprimir sus lágrimas, pero estas continuaban saliendo de sus ojos silenciosamente. Ella sólo se concentró en acariciarle su mejilla una vez más y cerrar sus ojos cansadamente.

—Mira al cielo, por favor. — le pidió con la voz temblándole. —Deja que esa luz te invada.

Terry hizo lo que le dijo y miró al luminoso cielo. Ella se perdió en la contemplación de su hermoso perfil, luego se sentó y lo admiró de frente. Se inclinó hacia él y murmuró en su oído.

—Cierra tus ojos hasta que cuente tres.

Él cerró sus ojos, sin dudarlo. Una intensa punzada de dolor invadía el corazón de Candy, sabía que esto no sería una despedida, pero Terry lo desconocía, y ella sabía que por eso, esta no dejaría de dolerle menos que la anterior.

—Uno…— ella le dio un suave beso en su frente.

—Dos…— ella le otorgó otro cálido beso en su mejilla.

—Tres. — le dio rápidamente un beso en los labios.

Cuando Terry abrió sus ojos, lo único que lo recibió fue el lugar vacío donde ella ya no estaba. Ansioso, cerró sus ojos para volverlos a abrir un momento después, esperando encontrarla de nuevo a su lado. Por desgracia, a pesar de desearlo tan profundamente, al abrir sus ojos para hallar a la dueña de la esperanza que ardía tan violentamente en su pecho, se dio cuenta que no había nadie junto a él, estaba absolutamente solo.

Su corazón se hundió como un bloque de plomo en su pecho, a la par que una gran tristeza se impregnó en sus ojos, y una conocida sensación de vacío volvió a invadir su alma y corazón. De pronto, todo a su alrededor pareció perder repentinamente la luminosidad, al ya no estar ella. Se incorporó lentamente hasta quedar sentado y luego se paró.

—Candy…— murmuró mientras tragaba con dificultad el nudo que se había formado en su garganta.

Su mirada se perdió en los narcisos, que a pesar de casi no haber luz, seguían manteniendo un leve brillo dorado y estaban firmemente clavados en el suelo, desbordando vida.

—Creer…— se agachó y recogió un narciso, sosteniéndolo en su mano lo admiró un largo rato. —… Nuevas oportunidades… Nuevos comienzos.

Una nueva brisa llegó al claro y elevó nuevos pétalos de narcisos al aire, mientras la voz de Terry se perdía con el viento.

Continuará…

o-o-o

"Las palabras no esperan el momento perfecto, crean sus propios momentos perfectos convirtiendo los instantes más ordinarios en segundos especiales."

Espero haber hecho especiales estos momentos dedicados a mi historia.

Gracias por leer.

. . . . . .

By: Sundarcy


NOTAS DE LA AUTORA:

Admito que este capítulo tampoco era de los que tenía planeado desde un comienzo. Sólo que como le había comentado a Ayame alguna vez, desde que leí CCFS siempre me había imaginado un reencuentro de ellos en un campo de narcisos. Sé que sería poco probable, sobre todo si consideramos en la época del año en la que localice esta historia, así que tuve que recurrir a otras cosas para poder hacerlo posible.

Estoy muy segura que siguen existiendo muchas confusiones con respecto a qué fue exactamente lo que sucedió con Candy. Obviamente, este capítulo casi no aclara todas las dudas que tengan. Sin embargo, algo me decía que tenía que ponerlo. Había dicho desde un comienzo que quería agregar simbolismo del CCFS… ¡qué mejor simbolismo que el de los narcisos! Un mensaje tan hermoso como el de la esperanza y las nuevas oportunidades no debe ser ignorado, además si a eso le agregamos esa preciosa escena que nos regaló Misuki en el San Pablo… pues para mí no quedan dudas al respecto de quién es el enigmático Anohito. Creo que la autora nos dio demasiadas escenas cargadas de significado en toda la historia como para obviar un detalle que podría parecer pequeño para algunos, pero que para muchos otros representa grandes cosas. Espero sinceramente que le haya gustado este capítulo, para mí fue como un sueño hecho realidad, una escena que tenía firmemente clavada en mi mente desde hacia tiempo.

Pasando a otra cosa, lamento tener que decir que muy probablemente no pueda actualizar la otra semana. Por situaciones que me sobrepasan, se me imposibilitará publicar la siguiente semana. Aunque no es muy seguro, si las cosas se dieran de esa manera, volveré de aquí a dos semanas a publicar dos capítulos para recompensar por la semana en la que no podré hacerlo. Les agradezco desde ahora su compresión y siempre estaré muy feliz que sigan leyendo a esta historia.

Ahora pasaré a responder todo los reviews que me dejaron en el capítulo anterior:

Azul: Tranquila, linda. Tal como lo dije Candy está bien. Aunque puede que no entiendas muy bien que pasó, te aseguro que las dudas se aclaran muy pronto y podrás comprender que sucede exactamente. Espero te siga gustando lo que viene. Saludos.

Ely Alvarez: Es un placer para mí que te guste la historia. Tus deseos son órdenes y Terry ya apareció en este capítulo. Aunque si lo dejé un poquito triste, pero de aquí en adelante ya no sufrirán más, ninguno de los dos. Créeme. Saludos para ti, hermosa.

Guest 1: Gracias por leer esta historia, linda. Traté de hacer lo mejor que pude para plasmar los sentimientos de Candy, que son tan profundos como los de Terry. Yo también creo que muchos no entienden cuanto sufrió ella por la separación, cuán duro fue dejar a Terry, el amor de su vida. Concuerdo en que Susana fue la principal causante de todo, su egoísmo y ese terco deseo, casi obsesión en hacer que Terry la ame, hizo que a larga todos fueran infelices de una u otra forma. Gracias por el cumplido por mi forma de escribir. Increíble eres tú, hermosa. Estaré muy feliz que sigas leyendo y que dejes tus comentarios para saber si te va gustando. Cientos de bendiciones para ti, también.

Guest 2, Lady Olga de Grandchester: El verdadero placer para mí es que te hayas tomado el tiempo de leer y comentar esta historia, bonita. Como toda una terrytana de corazón que soy, sólo trato de hacer realidad el sueño que muchas de nosotras tuvimos después de quedar tan decepcionada con el final de la historia. Hago mi mejor esfuerzo para que la historia les guste, espero seguir lográndolo. Saludos y bendiciones para ti también hasta el hermoso país de Chile.

Guest 3: ¡Gracias! Me alegra de corazón que te haya gustado el capítulo anterior. Traté de captar lo mejor que pude de la esencia de Candy, es un placer que a ustedes les parezca que lo hice bien. También como lectora, comprendo muy bien como frustra ver historias que no están terminadas o donde las autoras demoran mucho en actualizar, es por eso que trato de cumplir lo que digo de actualizar al menos una vez por semana. Si no se da así el caso, ya será por situaciones que me sobrepasan, pero trataré de ser siempre regular en las actualizaciones. Aquí está el siguiente capítulo, linda. Espero te guste. Saludos.

Adriana: Me halaga mucho ser recibidora de tus felicitaciones. Trato de hacer mi mejor esfuerzo para captar lo más que pueda esa esencia de personajes tan hermosos como Candy y Terry. Concuerdo con lo que dices, es difícil poder aceptar nuestros miedos, requiere de un gran esfuerzo de nuestra parte para mostrar una parte de nuestra vulnerabilidad hacia otras personas. También es muy cierto lo que dices, la esperanza es muy difícil de acabar en muchas circunstancias. Creo que la esperanza es uno de los más grandes sentimientos que se establecería en toda la idea de una relación Candy-Terry. Su historia se vio repentinamente truncada muchas veces por las circunstancias o personas ajenas que hacían hasta lo imposible por separarlos. Tanto así que al final del anime y el manga, parecía casi imposible que ellos vuelvan a estar juntos. La verdadera clave es la forma en la Misuki resalta la esperanza en CCFS. La hermosa frase: "Mientras estemos vivos, siempre habrá esperanza.", encierra un significado tan profundo y hermoso que no podemos dejarlo de lado. Como dices, se aplica a la vida diaria. Confía y ten esperanza en que todas las situaciones que estás pasando se resolverán de la mejor manera, enseñándote muchas cosas y obteniendo muchas más experiencias que te servirán más adelante. Es un placer leerte. Saludos para ti, linda.

Eli: Hermosa, me halaga tanto poder haber sido capaz de trasmitirte las emociones de Candy. Mi intención no era hacer llorar a alguien, aunque admito que el tema podría involucra situaciones dolorosas muy capaces de partirnos el alma. Lo mismo me pasaba a mí cuando lo escribía, sentía que se me encogía el corazón al hacer que Candy hable del hombre que ella tanto ama, pero que cree perdido para siempre. Cada vez que he pensado en las palabras exactas para describir a Terry, siempre se me vienen a la mente las palabras: Deslumbrante e inolvidable, resumen tan bien todo lo que es. Tienes toda la razón, sería imposible para Candy olvidar alguna vez a Terry. Es un hombre capaz de dejar huella duradera en la vida de las personas, alguien tan imperfecto pero de un alma tan hermosa como la misma Candy. Ya verás cómo sus deseos se hacen realidad y al fin podrán estar juntos como siempre debió haber sido.

Seguro que con este capítulo no han quedado muchas de tus dudas aclaradas. Pero no te preocupes más adelante entenderás que es exactamente lo que sucede. Bendiciones.

Kari95: Mi intención no era hacerte llorar, hermosa. Es probable que no pudieras evitarlo, pero te aseguro que más adelante ya no habrá más sufrimiento, sólo escenas ligeras y divertidas, sin mucho dramatismo. Confía en mí. Saludos.

BlancaG: Concuerdo contigo, linda. Candy no sabe cuán acertado puede ser su deseo para devolverle la felicidad a ella misma. ¿Te sorprendí con el reencuentro? ¿Fue más pronto de lo que pensabas? Es cierto que Candy está prácticamente aislada, pero las situaciones que vivirán harán posible que estén juntos. Ya lo verás. Saludos. Cuídate.

Alondra: El accidente fue necesario para el reencuentro y para lo que vendrá más adelante. No es algo grave, ya comprenderás en los siguientes capítulos que sucedió. Obviamente, en lo último que pensaría Candy antes de caer en la inconsciencia es Terry. Como dices cuando vivimos esa clase de circunstancias, pensamos en las personas que más amamos. Gracias por seguir leyendo. Cuídate mucho.

Miriam 7: Si Candy sufrió el accidente fue para poder hacer posible todo lo que sucederá en los siguientes capítulos. Ya leíste como sucedió el reencuentro, ahora se abre un mundo de posibilidades para que puedan estar juntos, sin embargo lo que sucederá todavía va a ser mucho más raro, créeme. No te preocupes, Terry y Candy tendrán su muy anhelado final feliz. Saludos.

Guest 4: Gracias por leer, hermosa. Sus deseos se cumplirán muy pronto, ya lo verás. Ellos podrán estar juntos en un muy merecido final feliz. Bendiciones.

ELI VENTURA: Un placer que te gustara el capítulo, linda. Con respecto a tu pregunta, se te responderá en el siguiente capítulo, sabrás exactamente qué es lo que pasa con ella. Espero te siga gustando lo que viene. Abrazos y besos para ti también.

Guest 5: Me alegra que te haya gustado el anterior capítulo, bonita. Aquí está su reencuentro que tanto querías. A mí tampoco me gusta hacerlos sufrir, estos dos ya han sufrido lo suficiente. No te preocupes y muy pronto todo se aclarará Saludos.

Phambe: Yo tampoco tengo las palabras para poder expresar cuanto me conmovieron sus palabras. Sinceramente, no considero tener tanto talento del que hacer gala para merecer sus halagos. Mi experiencia es tan reducida que, sin lugar a dudas, todavía me falta un largo camino por recorrer para alcanzar al menos una parte del gran talento que he visto en muchas otras escritoras en este mismo foro.

No creía poder estar de acuerdo en tantas cosas con usted. Concuerdo absolutamente con lo que dice sobre el hecho de que Misuki se haya enfocado tanto en el CCFS a enriquecer de detalles la historia de Candy y Terry, es otra de las muchas pruebas fehacientes que Terry es Anohito. Como dice, todo lo relacionado con Anthony y Albert languidece en comparación con los muchos detalles que nos da de Terry. En todo caso, si la autora quería dejar más en claro que Albert podría ser Anohito, hubiera enriquecido las escenas de su convivencia en el Magnolia, o algún detalle más específico que mostrara más romance entre Candy y Albert. Además la misma naturaleza de Anohito, específicamente las reacciones de Anohito a ciertas cosas, no corresponden al tipo de reacciones del personaje de Albert. Si eso no fuera suficiente, yo sigo con lo que he dicho antes, la muerte de Susana y la carta de Terry no pueden dejarse de lado. Me parece inconcebible que la autora haga que Terry mantenga la devoción hacia su amor por Candy intacto durante todos esos años de separación, para que haga que al final Candy no mantuviera esa misma devoción por él y se enamorara de Albert. Entiendo cuando dice que puede ser un poco irritante que Misuki fuera tan ambigua y no dijera directamente quién es Anohito. Creo que fue más por la presión de no decepcionar a todas sus fans, sobre todo considerando los bandos tan divididos que se crearon. Al final para mí no hay duda alguna, Terry es anohito. :)

Con respecto al capítulo anterior, es un honor que le haya gustado tanto. La idea era mostrar a Candy en su vida después de la separación y la forma en qué enfrenta su vida tan alejada y aislada en el único lugar que ella puede llamar hogar. Tenía que madurar obviamente, pero nunca podría dejar de ser esa energía que cautiva a su alrededor, nunca podría perder esas características que tanto amamos de su personalidad. Si se muestra vulnerable es por lo que involucra rememorar a un amor perdido, un amor que ella todavía añora.

Si soy sincera, cuando pensé por primera vez esta historia quería centrarme en situaciones más ligeras y divertidas, cargadas de sarcasmo, como tanto me gustan. Pero me di cuenta que no podía evitar el tipo de situaciones tristes y enfoques psicológicos en los personajes. Así que tuve que recurrir a ellas por más necesidad, aunque la verdad si tenía miedo de no hacerlo bien. Las inseguridades de principiante, supongo. Además era necesario un contraste entre sus vidas, como dice ellos son personajes explosivos y tan complementarios que son perfectos el uno para el otro.

Leí sus ideas sobre la posible trama de la historia. Me halaga que se tome el tiempo para plantear esas ideas, las cuales por cierto, son muy interesantes y de hecho podrían ser muy factibles; sin embargo, la trama no es ninguna de ellas. Aunque sí tiene algo relacionado, pero la idea es un poco más rara. (Ojalá no la decepcione.) Esta historia se enfocará más en un estilo sarcástico, entrar en la perspectiva de Terry me ayudará mucho en eso.

Acabo de ver el mensaje que me dejó hace unas horas. Con el temor de extender demasiado este mensaje, tengo una idea para poder responderle. Recién he notado que también me dejó un mensaje hace unos días en mi otra historia "SAY SOMETHING", ahí le responderé encantada el mensaje que me dejó ahí y el último mensaje que me dejó aquí hace unas horas. Gracias por tomarse el tiempo para comentar. Cuídese mucho. Besos y abrazos.

dianley: Muy cierto lo que dices, la naturaleza de Candy la llamaba a pedir ese deseo. Lo que no sabes es que ese deseo la llevara a alcanzar su final feliz con Terry. Espero te siga gustando lo que viene y se aclaren todas las dudas que tengas. Saludos para ti.

Guest 6: Siento dejar en la incertidumbre todas ustedes. Es que a veces es necesario para poder hacer las cosas que planeo más adelante. Es un honor para mí que te guste tanto la historia. Deseo que te siga gustando lo que viene y espero que me sigas dejando tu opinión.

Guest 7: Aquí está el siguiente capítulo, hermosa. No era mi intención hacer llorar a alguien, sólo hice lo que pude para captar los sentimientos de Candy. Gracias por leer y espero me sigas dejando tu comentario. Saludos.

Para skarllet northman, Kamanance, Gissa Graham, Nally Graham, AyameDV, estaré muy feliz de responderles vía PM.

Como he explicado antes, es muy probable que no pueda publicar el siguiente capítulo el viernes que viene. Si así se dieran las cosas, publicaré dentro de dos semanas el viernes 02 de febrero el siguiente capítulo. De antemano, agradezco su compresión. ¡Les deseo un precioso fin semana! Saludos a todas.

Sunny =P

19/01/2018