DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.
DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.
DESEOS DE AÑO NUEVO
By: Sundarcy
o-o-o
Capítulo 9: INCÓMODAS SITUACIONES
Residencia privada, Chelsea
Manhattan, Nueva York
01 de enero de 1920
Por un tiempo desmedido, Candy sólo se concentró en observar tranquilamente a Terry mientras dormía. Estaba muy segura que podía quedarse de esa forma todo lo que faltaba de este sueño antes que terminase, viéndolo con detenimiento y únicamente acompañada del casi apacible silencio del cuarto, en el que sólo se oía el sonido de la llamas del fuego de la chimenea.
Así fue por largo tiempo, hasta que llegó un momento en el que Candy escuchó con más atención y creyó que sus oídos captaban un ronquido casi inaudible en la habitación. Ese sonido la hizo mirar a Terry con una divertida sonrisa. ¿Era su imaginación o acaso...?
—¿Estás roncando, Terry?— le susurró suavemente, mientras una chispa juguetona destellaba en sus ojos verdes.
En cuanto volvió a escuchar el sonido claramente proveniente de Terry, se aseguró completamente de su sospecha. La sonrisa traviesa que se dibujó en su rostro, hizo que sus ojos brillaron aún más divertidos.
—Así lo parece. — apretó sus labios, tratando de ahogar su risa. —¿Quién diría que roncabas?
El suave sonido se oyó de nuevo y Candy ya no pudo evitar reír un poco de su propio chiste, sintiéndose a la vez enternecida por la escena.
—Tal vez esa es mi señal de que tengo que dejarte dormir tranquilo. — mencionó, sonriéndole dulcemente.
Fue así cómo Candy decidió comenzar a explorar el resto del estudio, especialmente los rincones que no había podido admirar tan bien como la parte de la chimenea.
Llena de curiosidad, empezó a caminar de un lugar a otro buscando nuevos detalles que captaran su atención. Por lo menos ahí, parecía poder moverse con mayor libertad que en la biblioteca. No había más muros invisibles u otras fuerzas que no le permitieran avanzar, o al menos eso creía ella.
"¡Que sueño más raro!"— esbozó una gran sonrisa, poniendo sus manos en su cintura. —"¡Y qué manera de acabar el año!"
Un cosquilleo de algo flotó en su mente un momento, pero tan rápido como apareció, ese pensamiento también desapareció antes de que ella pudiera sostenerlo, eliminando con eficacia cualquier desconcierto que sentía. Encogiendo los hombros sin darle importancia, siguió con la exploración del estudio que al parecer su amplia imaginación había creado.
El tiempo pasó, el fuego de la chimenea se fue extinguiendo y sin que ella se diera cuenta el cuarto se iba iluminando poco a poco con la llegada del amanecer. La luz proveniente de la ventana no sólo llamó su atención, sino también le produjo una creciente sensación de malestar que se le quedó firmemente impregnada en el pecho.
—Algo no está bien. — musitó para sí misma a la vez que sentía cómo una peculiar sensación de frío se instalaba en su espalda.
Instintivamente, Candy se pellizcó el brazo, esperando sentir algo… ¡lo que sea! Muy a su pesar, no sintió absolutamente nada, un detalle que le creó una gran inquietud.
Aunque estaba ahora muy abrumada de cientos de pensamientos, lo que más se clavaba en su mente era el hecho que llevaba despierta casi toda la noche en este sueño, sin encontrarse para nada fatigada. Este sueño perdía poco a poco todas las características de los sueños.
"¿Estoy soñando?"— Candy comenzó a caminar sobre la alfombra, muy perdida en contemplaciones y sintiéndose más nerviosa a cada minuto. —"¿Qué está sucediendo? Si… si no es un… un sueño, entonces yo…"
La sola idea que se le estaba formando en la cabeza le creó un pánico tan intenso en su corazón, que inmediatamente y con resolución, ella forzó a sus pensamientos a salirse de esa dirección.
"¡No!"— se ordenó con decisión, llevándose sus manos a sus sienes. —"¡Tengo que pensar en otra cosa!"
Respirando con mucha dificultad, enfocó sus ojos en la gran ventana del otro extremo del estudio.
"¡Tengo que ver que hay más allá!"— pensó, tratando de controlar su acelerada respiración.
De hecho, esa era una buena idea, aunque saliera de su intranquila mente. Siguiendo sus propias órdenes, comenzó a dirigirse muy resuelta hacia la ventana. Estaba a unos pasos de su destino cuando otra vez sintió una fuerza que le impedía avanzar más allá.
—¿De nuevo? — murmuró, mirando exasperada al techo. —¿Ahora no puedo ver por las ventanas?
Lo mismo había sucedido en la biblioteca, una especie de muro invisible no le permitía caminar más allá.
Demasiado confundida, inició todo un examen de la situación, pensando impacientemente cuál sería la posible razón por la que ella no podía avanzar. Moviéndose hasta el otro lado del salón, trató de probar si es que aparecía ese muro invisible de nuevo. Justo cuando estaba a punto de llegar a la puerta, sintió una vez más la imposibilidad de seguir por ese muro invisible del que no comprendía la causa.
Lentamente, volteó y divisó el otro extremo cerca de la ventana del que tampoco podía continuar.
"¡Piensa, Candy!" —se exigió a sí misma. —"¿Qué tienen los dos lugares en común?"
Esa pregunta se vio repentinamente contestada cuando sus sentidos captaron cómo Terry comenzó a moverse ligeramente en su sueño.
Otra vez más, sus pensamientos impulsaron a sus ojos a mirar la forma del hermoso actor, quien descansaba en el sillón totalmente ajeno a todo el tumulto de confusiones que ella vivía.
"¿Terry?" —Candy se fue acercando a él hasta quedar justo a su lado, considerando una extraña teoría en su mente. —"¿Puede él tener que ver con esto?"
—Quizás. —se respondió luego de un rato.
Con toda la paciencia que podía mantener, inició un recorrido desde donde Terrence se encontraba, caminando hacia la ventana, y contando mentalmente los pasos hasta el momento en que ya no pudiera seguir más al chocar con el extraño muro invisible.
—Diez pasos.— musitó nerviosamente, antes de regresar de nuevo junto a Terry.
Desde ahí, continuó otro recorrido hacia la puerta, repitiendo el mismo proceso y contando sus pasos nuevamente.
—De nuevo, diez pasos. — concluyó finalmente.
De vuelta al lado de él, contempló aturdida lo que acababa de descubrir. Todo esto significaba que ella no podía separarse a más de diez pasos de Terry, estando atada de una manera imperceptible y prácticamente imposible a él.
No sabía si sentirme contenta por poder estar unida a él de esa manera tan literal o inquieta por lo bizarro que se volvía todo esto a cada momento.
En especial, estaba más preocupaba por ese pensamiento que todavía se negaba a salir de su cabeza. Todo eso unido a las extrañas circunstancias hizo que el tumulto en su mente se hiciera dolorosamente grande. No pudiendo sostenerse a sí misma, se sentó inconscientemente en el sillón más cercano para tratar sosegarse.
—¡Tiene que ser un sueño! Lo último que recuerdo es leer ese tedioso libro de la tía Elroy. — se dijo con firmeza para tranquilizarse. —Nadie puede… lo que estoy pensando, mientras lee un libro… ¡por más aburrido que éste sea!...
Dirigió sus ojos al techo, alzando las manos en reclamo.
—…Es que, ¿dónde se ha visto que alguien muera de aburrimiento?
Es cierto que muchos otros antes se han quejado de lo mismo, el morirse de aburrimiento, sin embargo, en realidad eso nunca antes había sucedido, sólo eran exageraciones.
"Tiene mucho sentido lo que digo, pero…"— frunció el ceño en desconcierto. —"… ¿Por qué no me consigo aliviar por completo?"
Sería el hecho que no se había despertado todavía, o quizás esos poderes como de fantasma que tenía en este sueño, en el que podía traspasar las cosas y todo eso.
Ese último pensamiento la hizo congelarse un instante.
—Traspasar. — murmuró suavemente, mientras esa idea asaltaba su cabeza.
"Si yo atravieso las cosas… ¿cómo es que estoy sentada?"
Desconcertada, desvió su mirada a sus piernas y agrandó sus ojos ante la conmoción que recibió al ver su posición. Se dio cuenta que estaba sentándose, o mejor dicho, flotando en posición sentada sobre el asiento.
Se levantó con rapidez e inició desorientada un nuevo examen de la situación. En esta ocasión, no había entrado en el sillón como sucedió en la biblioteca, la discordancia de los resultados de antes y ahora sólo agregó más dudas a su lista de confusiones.
Suspirando irritada por este lío, se determinó entonces que quería al menos algo sobre lo que tuviera control. Fue así como descubrió, después de varios intentos, que podía sentarse en vez de atravesar la silla, sólo si evitaba reconocer la parte de su mente que 'experimentaba' la silla: su suavidad y construcción.
—¡Ajá! —exclamó en un grito casi infantil.
Esto era algo sobre lo que sí tenía el control. Si podía controlar esto, quería decir que dominaba la situación, o por lo menos una parte.
—Sí, esto tiene que ser un sueño. — afirmó con más seguridad, moviendo la cabeza en asentimiento. —Dirijo estos poderes, lo único que no puedo dominar es lo relacionado con mi movilidad, pero…
"Piénsalo con detenimiento, Candy."— le dijo su cabeza razonablemente. —"¿Es acaso insólito que en tus sueños quieras estar unida a la persona que quieres?"
—¡Por supuesto que no! —se respondió con convicción. —¡Esto no me molesta para nada! Lo único que me perturbaba era esa idea loca que se me estaba formando en mi mente.
Se acercó más a Terrence para admirarlo detenidamente. ¿Podría culpar a su mente por querer pasar más momentos con él?
—¡Es un regalo! Si este sueño se alarga más de lo esperado... ¡mucho mejor para mí! — añadió con una brillante sonrisa al estar más segura de lo que decía. —Tengo más tiempo para pasar con Terry. ¡Eso no es nada malo!
Esa perspectiva la ponía del mejor de los humores, ya que era mucho más de lo que esperaba obtener, su mente le estaba regalando esto. ¡Esa era la respuesta!
Más tranquila con sus ideas, se decidió a seguir recorriendo el salón mientras esperaba que Terry despertara.
Estaba curioseando detrás del sillón donde él dormía cuando escuchó a alguien tocar firmemente la puerta. Tensando los hombros en cuanto lo oyó, Candy desvió sus ojos a Terrence, quien se removió en su sitio, sin llegar a despertarse. Volvieron a tocar con más insistencia, pero siguieron sin recibir respuesta.
Candy se acercó muy curiosa a la entrada y entrecerró los ojos tratando de pensar.
"¿Hay alguien en este sueño además de Terry y yo?"
Ni siquiera pudo pensarlo más tiempo porque la puerta comenzó a abrirse silenciosamente y al estudio entró un hombre mayor vestido con uniforme de mayordomo. Candy examinó fijamente al hombre que ingresó, el cual le era completamente desconocido.
Ella se quedó paralizada donde estaba, incapaz de determinar si debería presentarse o algo así. Le desconcertaba la actitud del hombre, quien aunque estaba justo enfrente de ella, parecía ni siquiera notarla, sólo concentrando su atenta mirada en el sofá donde descansaba Terry.
Si bien Candy sabía que muchos empleados actuaban como si fuesen invisibles, en este caso parecía como si ella fuera la invisible. Estaba a punto de decir algo cuando el hombre comenzó a hablar.
—¿Durmiendo aquí de nuevo? — le murmuró resignado a Terrence, sacudiendo su cabeza.
—Sí, creo que ha tenido una noche muy cansada. —contestó ella sin pensarlo.
El mayordomo no se movió ni le respondió, siguió con sus ojos fijos en Terry, ajeno a lo que ella decía. Una sensación de alarma se instaló en Candy al notar que el hombre pareció no haber escuchado sus palabras.
Un frío miedo la llevó a interponerse en el paso del mayordomo cuando él empezó a caminar hacia el sillón donde estaba Terry. Luego, para su completa sorpresa y absoluto pánico, el hombre caminó directamente a través de ella, traspasándola en el proceso.
"¡Por Dios, me ha atravesado!" — gritó en su mente, demasiado asustada para notar los desbocados latidos de su corazón.
El mayordomo paró unos momentos justo detrás de ella, temblando ligeramente, luego de haber sentido un extraño e inusitado frío en su espalda un instante, sin embargo, luego siguió su camino hacia el sofá como si nada hubiera pasado.
—¡Oh, no, no! ¡No! — bramó Candy, sintiéndose que estaba a punto de desfallecer. Sus desorientados pasos, la hicieron retroceder hasta quedar justo detrás del sofá donde Terry dormía.
Sin moverse de ese lugar, contempló las implicaciones de lo que acaba de experimentar. A pesar que tenía que admitir que no sintió nada cuando el hombre pasó a través de ella, aceptar eso significaba muy poco cuando se estaba dando cuenta que este sueño que creía estaba teniendo, muy posiblemente no era ningún sueño.
"¡No puede ser!" — se dijo con convicción, sintiendo una repentina punzada en la frente. —"¡Es imposible!"
Aunque no sabía el porqué, ella tenía la clara certeza que no había muerto. Ni siquiera se le podía preguntar cómo, ya que no lo entendía, pero ella sabía que era así.
—Ya no pienses en esto, Candy. — farfulló angustiada, cerrando sus ojos con cansancio.
En cuanto los volvió a abrir, vio cómo el mayordomo se había inclinado sobre el sofá y estaba despertando a Terry.
"Sólo recuerda que esto es un sueño…" — declaró para sí misma con las emociones agitadas y sonriendo tensamente. —"... aun cuando no lo parezca mucho ahora."
Por alguna razón, esa agitación que le embargaba no se iba y terminó robándole hasta las palabras.
TyC TyC TyC TyC TyC
El sopor del sueño iba abandonando a Terry a medida que en su consciencia resonaban más fuertes y firmes las palabras de John, su mayordomo.
—¿Sr. Graham? — el buen hombre lo sacudió suavemente. —Despierte, Sr. Graham.
—¿John? — murmuró Terry con la voz ronca, los ojos entrecerrados y lamiéndose los labios. —¿Qué sucede?
—Son más de las siete de la mañana, señor. — explicó John. —Usted mismo dijo ayer que quería levantarse temprano y pasar el primer día del año con la Srta. Baker.
Apenas escuchó sus palabras, Terry abrió sus ojos en el acto y se incorporó con prisa en el sillón. El letargo del sueño lo dejó por completo, en cuanto los eventos de la noche anterior volvieron a inundar su mente.
Automáticamente, comenzó a mover su cabeza y desviar su mirada de un lado a otro del estudio. Sus ojos y su corazón esperaban, aún en contra de todo razonamiento, encontrar a Candy a su lado una vez más, aunque con ello asegurara que había perdido la cordura completamente. No obstante, a pesar de desearlo tanto, ella no estaba por ningún lado.
Su semblante que había adquirido una chispa que el mayordomo no había podido reconocer ni interpretar, se tornó sombrío de pronto.
—¿Se encuentra bien, Sr. Graham? — cuestionó preocupado el buen hombre.
—No. — contestó Terry, en casi un susurro.
—¿Señor? —el mayordomo se encontraba más confundido.
—Olvídelo. —Terry sólo se levantó y se dirigió a la puerta con poco ánimo. Cuando llegó ahí, paró en la entrada, y sin siquiera voltear, preguntó. —¿Mi baño está listo?
—Así es, señor. — John se apresuró a responder. —Y la Sra. Keith ya tendrá listo el desayuno pronto, estará servido en cuanto usted salga.
—Muy bien. —habló casi mecánicamente, luego exhaló con pesadez. —Gracias.
Dicho esto, siguió su camino hacia su cuarto con paso imperturbable. Aun cuando nadie notaría cuán intranquilo se sentía, por dentro estaba cargando con la peor de las decepciones y tristezas.
Terry sabía que debería estar aliviado, ya que después de todo no estaba perdiendo la cabeza. Sin embargo, le dolía tanto que ella no estuviera con él, que incluso hubiera preferido estar volviéndose loco en realidad, al menos así la tenía junto a él.
Toda esa situación parecía tan melodramática para sus gustos, pero en serio estaba muy desesperado, porque lo único que más quería en esta vida era tener a su pecosa cerca de él. Poco sabía Terry que ella estaba más cerca de lo que pensaba.
Candy, que seguía detrás del sofá, había estado escuchando la conversación con John, aún sin poder pronunciar ni una palabra, al tener el corazón todavía muy agitado por el pánico que se había instalado en ella. Todavía sin hablar, observó atentamente todo lo ocurrido frente a ella, y se sorprendió cuando Terry pareció tampoco verla.
"¿Ahora Terry tampoco me ve?" —se preguntó invadida de desilusión, aunque no notara que Terry nunca podría haberla visto porque ella seguía atrás suyo. —"Eso era lo que más me importaba."
Antes que se diera cuenta, Terrence ya estaba avanzando por la puerta y ella aún no había recuperado las palabras, pero eso no evitó que se le escapara un jadeo silencioso, cuando se sintió a sí misma ser arrastrada junto con él. Por instinto, Candy apretó sus talones sobre la alfombra sin ningún resultado, al final terminó saliendo con él de la habitación.
Inconscientemente, el joven actor llevó a Candy en un abreviado recorrido de su casa mientras caminaba hacia su cuarto. Después de salir de la biblioteca, entraron a un pasillo que parecía estar en un segundo piso, ya que ella pudo mirar a su tras unas escaleras, que conducían a un presumible piso inferior.
Si bien el pasillo no era muy grande, estaba lleno de hermosos cuadros que le llamaron la atención. En ese momento, Candy se quedó muda de nuevo, observando las pinturas que se alineaban en el pasadizo y las puertas por las que pasaban.
"¿Yo me he imaginado todo esto?"— se maravilló ante el poder de su mente. —"Bueno, si yo he creado la biblioteca junto al estudio con todo y Terry dentro..."
Sus pensamientos se desviaron mientras racionalizaba que todavía seguía soñando y, por lo tanto, conjurando esta pequeña porción para explicar lo primero.
Su breve paseo terminó cuando llegaron al final del pasadizo. La joven pecosa observó a Terrence detenerse un momento para abrir la puerta y luego pasar con decisión por la entrada. Candy, por supuesto, siguió siendo arrastrada detrás de él.
Entraron en un dormitorio que Candy estaba segura era de Terry, todo el lugar se inundaba de su aroma.
Sin voltear un momento, él comenzó a quitarse la levita y el chaleco que tenía puesto hasta quedarse sólo en camisa y pantalón. Los dejó sobre una silla y siguió su camino hacia otra puerta que estaba adelante.
Como a Candy se le fue yendo la respiración cuando notó que Terry se quitaba la ropa, no pudo hablar y siguió siendo tirada con él, trasladándose a otro cuarto. Y ahí estaban, acababan de ingresar al cuarto de baño.
Había una gran tina preparada con agua esperando en el lugar, y Terry se detuvo para empezar a desvestirse completamente. Agachando su cabeza, inició a desabotonarse la camisa.
Ya no había una fuerza que la guiara, ella era la que quería acercarse a él por su propia voluntad. Ahora Candy era la que estaba moviéndose silenciosamente hasta quedar un par pasos detrás de él.
Justo cuando terminó de desabrocharse la camisa, Terry sintió un aroma que le hizo parar sus acciones y alzar su cabeza de inmediato. Le había parecido percibir un perfume de rosas y vainilla, el aroma de Candy.
"Otra vez mi mente me juega malas pasadas."— se reclamó, sacudiendo su cabeza en negación.
Molesto consigo mismo por haberse dejado engañar de nuevo, se quitó con rapidez la camisa, dejando finalmente al descubierto todo su torso y espalda.
Involuntariamente, Candy abrió su boca y su corazón entabló un ritmo en ascenso, ya saltando en su pecho sin control. Para su conmoción, ella tenía una vista en primera plana de la amplitud y fuerza de la espalda de Terry, además de sus firmes y fuertes brazos.
No era la primera vez que Candy veía el pecho o espalda de un hombre, su profesión de enfermera le había dado experiencia en ese aspecto, sin embargo, en este momento la situación era tan diferente, todo se sentía tan distinto. ¡Por Dios! Terry parecía como un irresistible dios griego listo para empaquetar y llevárselo a casa, si tan sólo ella pudiera hacerlo.
Incapaz de moverse, incapaz de hablar e incapaz de pensar, Candy estaba como hipnotizada, mirando con fascinación cada detalle que se le presentaba ante sus ojos. No podía apartar sus ojos de él, sentía que necesitaría de un esfuerzo sobrehumano para hacerlo. Él era tan masculino, tan fuerte, tan…
Para su absoluto desconcierto, no pudo evitar que un intenso rubor llenara sus mejillas ante sus pensamientos, mientras se mordía su labio inferior en intento por controlar estas sensaciones. Comenzó a sentir que la sangre de sus venas la quemaba por dentro y ya no dirigía más sus ideas. ¡Esto sobrepasaba sus límites!
De la nada, sus ideas volvieron a su sitio cuando vio a Terry poner sus manos en el cinturón de su pantalón. Ahí, la boca de Candy quedó completamente seca y tuvo que tragar con inmensa dificultad, ya que se había quedado sin respirar.
"¡Se está desabrochando el pantalón!" — su mareada mente logró procesar.
Sin que tuviera más tiempo de pensarlo, Terry comenzó a bajar su pantalón ya desabrochado, quedando solamente en ropa interior.
—¡Oh, por Dios Santo! — exclamó Candy ya sin controlarse, cubriéndose su boca apenas salieron esas palabras de sus labios.
Terry volteó con la velocidad de un rayo ante ese grito. Sus ojos casi se salieron de sus órbitas por la estupefacción ante lo que lo recibió a sus espaldas; la Candy de anoche, sonrojada profusamente, lo miraba con los ojos agrandados mientras iba separando su mano de sus labios bien abiertos.
—¡Candy! — voceó sin podérselo creer. La miró ensimismado un momento hasta que recordó su estado de desnudez. Casi brincando en su sitio, tomó la primera toalla que vio para ponerla sobre su cintura y tratar de cubrirse sus piernas.
Fue ahí cuando recordó lo ilógico de la situación.
"¿Por qué me preocupo de estarme cubriendo de mi propia alucinación?" — contrajo el ceño, muy ofuscado.—"Realmente… ¡esto es una absoluta locura!"
Mientras tanto, Candy sólo quería desaparecer, nunca en su vida se había sentido tan mortificada como en ese momento al haber sido captada in fraganti. A pesar que trató de concentrar a su razón para que la hiciera decir las palabras precisas, su mente se negaba a salir de su aturdimiento.
Pasaron unos momentos mirándose el uno al otro, cada uno por sus propias razones, hasta que ella pudo finalmente hablar.
—Yo… lo siento… tanto…— las palabras todavía se le hacían difíciles.
"¿En verdad lo lamento?"— pensó ella, sin dejar de mirar el bien proporcionado espécimen que representaba el joven actor ante sus ojos.
"Yo creo que no."— tuvo que admitir para sí misma.
La verdad es que estaba incómoda considerando que era lo que Terry pensaba de ella, ya que prácticamente había estado espiándolo mientras se quitaba la ropa.
"¿Quién estaría contento con ver su intimidad traspasada de esa forma?"— se dijo en reclamo. —"Mucho más cuando es toda mi culpa."
Fue ahí cuando una noción llegó de golpe a su cabeza. Si lo pensaba con detenimiento… ¿La culpa no debería recaer sobre Terry? ¿No había sido él quien la llevó ahí en primer lugar?
—¡Y yo que me estaba culpando a mí misma!— lo miró con firmeza y señalándolo, lo acusó. —¡Es tu culpa! ¿Por qué no miras a quien llevas por ahí?
La boca de Terry se comenzó a abrir por sí sola, al no comprender nada. ¿De qué rayos hablaba Candy?
—¿Mi culpa? Eres tú la que está aquí, pecosa. — señaló con tono sorprendido. —Me parece que estás muy complacida aquí. — bromeó él, con una sonrisa ladeada. —Bien pudiste haberte ido a la otra habitación.
—¡Créeme que lo haría!… — afirmó con fuerza, un poco fastidiada por el tono bromista de Terry. Luego, suspirando exasperada, cruzó sus brazos y bajó su volumen hasta casi un murmullo. —… Si tan sólo me dejarás.
Esa declaración volvió a dejarlo desorientado. Elevando sus cejas por esas palabras, Terry se le acercó, notando cómo el pecho de ella subía y bajaba con dificultad entre respiraciones.
—¿Y eso qué significa? — pronunció esas palabras, viéndola directamente en los labios. —¿Desde cuándo tengo que dejarte hacer algo? — volvió enfocar sus ojos en los de ella y curvó sus labios seductoramente.
Candy elevó sus naricita orgullosamente, dispuesta a contratacar cuando sea necesario, tenía la sensación que Terry estaba a punto de bromearla.
No obstante, después de mirarla detenidamente como estudiándola, él sólo la señaló con la mano mostrando su particular sonrisa divertida en su rostro.
—¡Por Dios, eres Tarzán Pecosa! ¡A ti no hay quien te detenga! — se acercó unos pasos más a ella, ampliando aún más su sonrisa.
Con esos movimientos, se rompieron todas las defensas de Candy. La mirada de Terry, ya de por sí sola, la estaba poniendo un poco nerviosa, pero lo que sí la hacía perder la razón era que se acercara tanto a ella. Ahora tenía una vista en primera plana de su bien formado pecho y hermosamente esculpido abdomen, que ella no pudo evitar mirar.
Pasó un tiempo hasta que por fin pudiera despegar su mirada del torso del joven. Cuando volvió a mirarlo a los ojos, Candy creía tener sombras escarlatas en sus mejillas al notar que él se había dado cuenta de todo.
—Pecosa, pecosa. — sacudió la cabeza de un lado a otro, para luego mirarla con una curvada sonrisa pícara. —Si querías verme desnudo. ¡Sólo tenías que decírmelo!
Terrence ya comenzaba a quitarse la toalla en su cintura cuando Candy lo detuvo alzando las manos.
—¡Espera! No entendiste lo que te dije. — explicó ella con el temple que tenía, demasiado mareada con las sensaciones que la invadían. —Lo que sucede es que no me puedo ir de aquí sin ti.
Terry entrecerró los ojos considerando su respuesta, hasta que una chispa de comprensión iluminó su cabeza. Chasqueando los dedos, afirmó:
—¡Ah! Ya entendí. ¡Claro que tenía que suceder! — hablaba a la vez que desviaba sus ojos de Candy, por el entorno del baño hasta concentrarse específicamente en la tina.
Volviéndose a mirarla, arqueó su ceja izquierda y exclamó:
—¡La fantasía de la bañera!
Candy parpadeó unos segundos en perplejidad, tratando de interpretar lo que le dijo, pero nada pudo deducir de sus palabras. Parece que el estado de confusión era muy común en este sueño, la lista de dudas seguía en aumento.
—¿La fantasía de… la bañera? — titubeó ella, muy intrigada en saber que significaba eso.
—Sí, la fantasía de la bañera. — Terry empezó a decir con una peculiar sonrisa traviesa en su semblante. —Esa fantasía en la que te me apareces de repente cuando me estoy bañando y luego…
Su sonrisa se le borró en el acto, en cuanto vio la expresión de Candy, quien lo miraba paralizada desde su sitio con sus ojos como platos y boquiabierta. De improviso, Terry comenzó a toser con fuerza como si tuviera algo atorado en la garganta.
—¿Eh?... creo que eso no importa ahora. — continuó él rápidamente, viéndola con nerviosismo. Un miedo lo invadió de repente ante la posibilidad de haberla asustado.
"¡Vamos, hombre! Ella es producto de tu imaginación."— se reclamó ante su reacción.
Inhalando bruscamente, Candy desvió sus ojos de él, e inclinó su cabeza, cubriéndose un poco sus mejillas en el proceso. Se estaba acostumbrando a sonrojarse mucho en este sueño, se había ruborizado muy seguido en las últimas horas. Y para sincerarse aún más, lo que más le molestaba era que se sonrojara tanto.
"¿Desde cuándo yo me sonrojo sin razón?" — pensó con molestia. —"¡Esta no soy yo! ¿Qué es lo que me pasa?"
Ni ella misma se lo creía, nunca había entrado tanto en la mente masculina. Sentía muchas emociones juntas; sorpresa, agitación y… ¿satisfacción?
Sacudiendo su cabeza, se sacó esas ideas. Tal vez las exploraría en otro momento, ahora tenía que concentrarse en salir de esta incómoda situación, en la que seguramente Terry la consideraba toda una violadora de la privacidad ajena.
Cuando se sintió dueña de sí misma de nuevo, enfocó sus firmes ojos verdes en él y se recogió con delicadeza hacia atrás de su oreja los mechones que cubrían sus mejillas.
Terry observaba con atención sus movimientos y cómo el suave rubor que todavía mantenía, hacía resaltar aún más sus hermosas pecas. A ratos le parecía que se trataba de la auténtica Candy la que estaba enfrente de él. ¿Cómo era que se confundía tan rápido?
Bueno, tenía que admitir que su mente había hecho un trabajo fascinante con ella. Cada movimiento, cada gesto, cada reacción como la de hace unos instantes, era exactamente igual a ella. Su razón le decía una cosa, pero… ¿por qué su corazón le decía lo contrario?
Después de tomar una gran bocanada de aire, fue ahí cuando Candy pudo hablar nuevamente.
—Tú estás en control de estas restricciones, Terry. — lo miró con ojos suplicantes. —¿Podrías liberarme de esto?
—¡No te entiendo, Pecas! — aclaró Terry de una vez. —¿De qué restricciones me hablas?
Candy rodó los ojos con molestia y le explicó al Terry de su sueño, lo que evidentemente ya tenía que saber.
—Obviamente, me refiero a las restricciones de cuán lejos me puedo apartar de ti.
Alzando sus cejas ante su explicación, el castaño inquirió con estupor.
—A ver si entendí bien…— agachó su rostro más cerca al de ella, hasta que Candy pudo sentir su aliento en sus mejillas. —¿Quieres decir que no te puedes separar de mi lado?
—Así es. — afirmó ella con su voz ligeramente temblorosa, al sentir la cálida respiración de Terry. —No puedo separarme a más de diez pasos de ti.
Esas palabras lo dejaron mudo, contemplando por unos segundos lo que Candy le había dicho. Separándose lentamente de ella, decidió poner a prueba lo que le decía y caminó con firmeza hacia el otro lado del baño. Sus ojos observaron atónitos como Candy era arrastrada detrás de él.
—¡Fascinante! Aquí por fin lo confirmo. — señaló con sarcasmo en su voz. —¡Mi camino a la locura ya no tiene vuelta atrás!
Con eso, caminó a la otra dirección una vez más llevando a Candy consigo una distancia atrás. Sin parar, él comenzó a reír agitadamente a la vez que volvía a recorrer el cuarto.
—¿Ya terminaste, Terry? — Candy cruzó sus brazos con los ojos brillantes de indignación, que él se burlara de la circunstancia no le hacía ninguna gracia.
Luchando contra las carcajadas que se le escapaban de la garganta, fue un rato después hasta que Terrence pudo encontrar finalmente su voz.
—Lo siento. Es sólo que…—comentó en tono serio, aunque este era desmentido por la chispa de humor en sus ojos. Candy sólo lo miraba con su naricita fruncida. —… ¡Vamos, Pecas! ¡Tienes que admitir que es cómico!
Con un silbido y un gesto con su mano derecha hacia adelante, Terrence sonrió con ironía.
—¡Voy directo al manicomio! ¡No hay quien me pare!
Candy abrió su boca para hablar, pero luego parpadeó inconscientemente y decidió cerrarla.
"¿Qué significa eso?" — esa pregunta vagaba en su mente sin respuesta, y ya no pudo contestarla cuando Terry interrumpió sus pensamientos en cuanto volvió a hablar.
—Bueno, Pecosa. Lamento decirte que por ahora vas a tener que quedarte aquí. — pronunció con un fingido tono triste y un suspiro. —No es mi culpa que el baño sea tan grande y no pueda mover la bañera a otro lado, pero cómo te habrás dado cuenta me tengo que bañar.
Ella presionó sus labios para controlar su creciente agitación. Si bien no tenía otra opción más que quedarse, estaba segura que ver a Terry bañarse estaría más allá de sus fuerzas. Si era sincera consigo misma, lo cierto era que sí quería mirarlo, pero suponía que podía incomodar a Terry sí lo hacía.
—Muy bien…— declaró con todo el dominio que podía. —… supongo que cerraré los ojos.
Hizo lo que le dijo al instante que terminó de hablar.
—No, Pecosa. — Terrence negó con la cabeza, sonriendo de lado.
Las palabras de Terry hicieron que ella abriera sus ojos, mirándolo confundida.
—Aún no confío. ¡Podrías ver! Sé que te mueres por hacerlo. — bromeó él para hacerla rabiar.
Candy lo miró con ceño fruncido y arrugando su naricita.
"Terry sigue bromeando como siempre." — rodó sus ojos un poco fastidiada.
—Está bien, está bien— proclamó él, alzando las manos. —¡Fue una broma, Pecas! ¡No exageres! ¿Cuándo te volviste tan seria?
Soplando por lo bajo, la rubia pecosa giró en su sitio para mirar al lado opuesto de él.
—¿Contento? — preguntó ella con cierto tono sarcástico. —¿Ya puede empezar, el mocoso engreído?
Lo único que recibió Candy como respuesta fue una sonora carcajada, que hizo que ella resoplara en su sitio con más indignación.
"¡Qué pena que ella no me quiera ver!" —caviló él con una curvada sonrisa. —"Yo estaría encantado de que lo haga."
Con firmes movimientos, Terrence se desvistió totalmente, mientras ella se quedó firmemente clavada en el suelo, sólo llegando a escuchar el sonido del agua cuando él ingresaba en la bañera.
—¡El agua ya se enfrió! — se quejó con un resoplido.
Al mirar a Candy de espaldas, una idea se le ocurrió y con un tono burlón, continuó:
—Si tan sólo hubiera una mona pecosa por ahí que me quisiera acompañar, ya sabes, para poder hacer más cálida el agua. — concluyó con una ligera sonrisa seductora.
—Sigue así, Terry. Sigue así. — hablaba Candy, y aunque Terry no veía sus ojos podría jurar que ahora mismo destellaban una chispa de furia. —Y lo próximo que te acompañe en la bañera no seré yo, sino mis puños. ¡Ya déjate de bromas!
Terrence se rio entre dientes ante sus amenazas.
—Gracias, por tu dulce… — arqueó una ceja con ironía. —… ¿advertencia?
—¡Deja de hablar, Terry! — le reclamó. — ¡Mejor apúrate!
—Muy bien, muy bien. — el tono de su voz dejaba entrever que estaba sonriendo, o al menos eso creía Candy. —Veamos, ¿dónde está el jabón y la esponja?
Eso fue lo último que dijo antes de empezarse a bañar.
Los minutos pasaban y Candy sólo escuchaba los suaves chapoteos del agua. Su curiosidad era tanta que tuvo que apretar los ojos con fuerza, obligándose a sí misma a no mover su cuello ni siquiera un milímetro, por más que deseara verlo. No quería pensar, sabía que su imaginación no sería muy buena amiga en este momento, sería muy peligrosa de hecho.
Tenía que cortar sus pensamientos del rumbo que querían tomar, estos querían llenarla de un sinnúmero de posibles imágenes que representarían lo que Terry estaba haciendo en la bañera. Ahora no sólo las mejillas le quemaban, su cuerpo entero se encendía.
Casi petrificada en su sitio, el esfuerzo que hacía la dejaba tan agotada, que hasta comenzó a sentirse mareada.
"Tranquila, Candy. Respira." — se calmaba con esas palabras. —"Inhala… Exhala… Inhala… Exhala."
Aunque el tiempo seguía pasando, Terry no terminaba.
"¿Por qué parece demorar tanto? ¿Lo estará haciendo a propósito?"— pensó a punto de rendirse y voltear a verlo.
Cada minuto que pasaba, Candy lo sentía mucho más largo que el anterior, sólo necesitaba alguna señal para saber que Terry había terminado.
De pronto, se escuchó un fuerte sonido en el agua. Ahí estaba su señal, Terry acababa de salir de la bañera.
La rubia pecosa sintió un temblor invadir su pecho y la piel le ardía demasiado, más que nunca.
"Terry me está mirando."— se dijo con seguridad. Por alguna razón, podía sentir su intensa mirada atravesar incluso su piel.
Y era cierto, Terry la miraba desde atrás casi sin parpadear. Sus ojos color mar la recorrían entera, toda su figura; desde los largos rizos dorados que fluían sobre su espalda, pasando por su pequeña cintura, siguiendo a sus delicadas caderas hasta llegar a sus piernas, todo ello oculto bajo una brillante tela blanca.
"Todo un ángel blanco."— pensó Terrence, con convicción.
Se fue acercando a ella con lentitud, inundándose de ese dulce aroma a rosas y vainilla que emanaba. Podía notar que Candy sabía que él se acercaba, la percibía temblar con sutileza, pero trataba de mantenerse tiesa y sin voltear.
Cuando ya estaba justo a su espalda, se inclinó sobre el cuello expuesto de Candy, tan cerca que hasta parecía lo iba a besar. La tentación para hacerlo era bastante, sin embargo, sólo le murmuró quietamente en el oído.
—¿Qué tal la experiencia? — por más que su voz se notaba ronca, igual le descompuso la supuesta tranquilidad que ella creía haber alcanzado.
Candy se giró con lentitud hasta encararlo y entreabrió los labios involuntariamente.
"¡Qué tentador!" — esa era una clara invitación para Terry, si tan sólo pudiera besarla.
Ella quería mantener su vista fija en su rostro, sabía que no debía bajar sus ojos hacia su pecho ya húmedo, era muy riesgoso para sus sentidos. No obstante, observar su rostro podía ser igual de peligroso; ver las gotas que caían de su cabello hacia sus mejillas y hombros, su nariz aristocrática, sus finos labios.
Sin embargo, lo que la derretía era esa profundidad tan inquietante y a la vez tan avasalladora de esos ojos azul verdoso. Otra vez bajo su hechizo, su mente se quedaba totalmente en blanco.
—Yo…— dudó ella, sin saber que decir realmente.
—¿Te he dejado sin palabras, Pecosa? —cuestionó con la voz baja y seductora.
Esa pregunta le devolvió por sí sola las palabras. Cruzándose de brazos y dándole una mirada que decía; "Te falta muy poco para conocer mi furia", ella le confirmó:
—Estás llegando a un punto en que lo único que me quedara será darte de manotazos para quitarte lo engreído.
—¡Mejor, voy a cambiarme! —aclamó con velocidad y Candy asintió agradecida por cambiar de tema, pero en cuanto entendió lo que implicaba sus palabras, tensó los hombros y lo miró con ojos abultados.
"¿En verdad espera Terry que me quede aquí para verlo cambiarse?"— se dijo demasiado agitada.—"¿Qué es lo que cree? ¡No soy de piedra!"
Estaba en una disyuntiva, la situación sólo la dejaba con la opción de ver la hermosa mercancía sin poderla tocar, cuando todo lo que quería ella era tocarla precisamente.
Terry malinterpretó su expresión, creyendo que ella no quería verlo cambiándose.
—Tú te quedas aquí. — señaló para calmarla. —Yo me voy a mi habitación.
Al escucharlo la joven pudo liberar la ligera tensión de sus hombros, creía que habían sido demasiadas pruebas por hoy, verlo cambiándose acabaría con todo su autocontrol, uno del que casi no hacía gala. Terrence se encaminó con paso tranquilo hacia la puerta, y en cuanto llegó, giró a verla un momento.
—¿Por qué no vienes para acá conmigo? — cuestionó el castaño inocentemente, abriendo la puerta.
" Y sigue con sus bromas." — Candy frunció su nariz, malentendiendo sus palabras.
—Otra vez, ¡las pecas bailarinas al ataque! — comentó él, sonriendo mientras veía las bellas pecas en acción, pero al notar su mirada acusadora, preguntó. —¿Y ahora qué hice?
Ella elevó ambas cejas y le dio una mirada que claramente le decía: "Sabes lo que te espera si sigues con tus bromas."
—Cuando dije que vinieras para acá, es para que así yo tenga más movilidad en el otro cuarto para cambiarme. —se explicó él con claridad.
Sintiéndose fatal por haber pensado mal de sus palabras, se acercó avergonzada a él.
—Lo siento mucho, Terry. — se disculpó sinceramente, mirándolo con culpa. —Pero es que contigo siempre tengo que estar a la defensiva. ¡No paras de hacer bromas!
Él sólo le sonrió haciéndola entender que no le daba la mayor importancia y Candy le devolvió la sonrisa con absoluta franqueza. Para el castaño, esa sonrisa fue el pago suficiente por haberla perdonado.
Aunque ya había abierto la puerta y comenzaba a ingresar al otro cuarto, paró a último minuto y regresó su mirada a ella.
—Por cierto, debes tranquila. — sonrió él con picardía y con una ligera chispa divertida en sus ojos. —Estás a salvo de mí.
Poco a poco, su expresión se fue tornando seria junto con la intensidad de su mirar, y al enfocar sus ojos en los labios de ella, Candy contuvo el aliento, esperando con el corazón acelerado sus próximas palabras.
—Al menos por ahora. — le susurró con esa profunda voz que hacía que la piel de ella se erizara con sólo escucharla.
Con eso último, entró rápidamente en el otro cuarto y cerró la puerta tras de sí. En cuanto Terrence desapareció por la puerta, Candy pudo liberar el aire que había estado conteniendo, sin dejar de temblar instintivamente por toda la promesa que sentía guardaban esas palabras.
TyC TyC TyC TyC TyC
Cuando por fin se terminó de cambiar, Terrence corrió a la puerta del baño rogando al cielo que Candy siguiera del otro lado.
Había estado debatiéndose todo el tiempo que se cambiaba, si lo que sentía con respecto a su alucinación podía ser considerado lógico.
"¡Por supuesto que no! Nada de lo que está pasando se consideraría lógico."— le dijo su lado racional. —"Mucho menos el estar tan contento por estar volviéndote loco."
Ahí en la soledad de su habitación, repasó la magnitud de lo que experimentaba. Fue en ese momento que se llenó de un profundo miedo, otra vez el temor de estar perdiendo la cordura. ¿Quién no lo tendría? Él, obviamente, no sería la excepción, sin embargo lo raro era que ese miedo aparecía y desaparecía en el mismo instante.
No podía quitarse ese deseo irracional que tenía de querer a Candy cerca, todo eso le hacía perder las consideraciones anteriores. Había luchado tanto estos últimos años, tratando de aprender a vivir sin ella, una vida sólo con su recuerdo y tener que aceptar estar al lado de Susana, evidentemente habían saturado a su cansada mente. Sin duda, esta ya no pudo soportar más la presión de semejante lucha y he ahí las consecuencias.
La verdad es que era feliz con estas nuevas circunstancias de sus alucinaciones. Lo hacían perderse en algo que si bien no era real, era mucho mejor para él que su realidad. Bien dicen que los dementes viven felices en su propio mundo de alucinaciones, y por primera vez, Terry entendía cuánta razón tenían esas palabras. Él muy bien podría perderse en el mundo que se le presentaba con la Candy de su imaginación.
Al final, seguía creyendo lo mismo que antes, no le importaba el estar volviéndose demente. Si amar a Candy con pasión lo llevaba a la locura, entonces para él sería la única forma sensata de amar.
Por eso es que apenas estuvo listo, no dudó en correr hacia la puerta del baño para ir buscarla. Al abrir la puerta y encontrarla ahí, no pudo evitar la gran sonrisa que iluminó sus rasgos.
—Pasa, Pecosa. — la invitó haciéndose a un lado con premura.
Candy pasó tranquilamente, todavía confundida por el sueño tan extraño que le estaba dando su subconsciente. Sin embargo, ya se había reconciliado a sí misma con la aceptación de eso, aunque no pudiera entenderlo.
Lo cierto era que tenía que seguir aprovechando lo que quedaba de este sueño, por eso se había decidido a dejar de comportarse muy amargada y volver ser su usual yo de nuevo. Por lo cual, al recibir la sonrisa del castaño, ella se la devolvió con toda la sinceridad del mundo.
—Bueno, este es mi cuarto, Pecosa. — declaró abiertamente viendo a Candy, quien observaba la habitación con ojos brillantes de curiosidad juntando las manos sobre su pecho. —Pero, eso ya lo sabes.
Candy asintió fervorosamente, moviendo sus rizos sobre su rostro, ella ya sospechaba que era su habitación.
—Estaba muy seguro de tu respuesta. — agregó curvando sus labios ligeramente de lado. —Te has aparecido muchas veces por aquí, ¿cierto?
Candy rodó los ojos y sopló con exasperación un rizo que descansaba sobre su frente.
—¿Más bromas, Terry? — reclamó ella, cruzándose de brazos.
—Está bien, dejémonos de bromas por ahora. — declaró mirándola fijamente y pensando qué hacer ahora. —Tengo que ir a desayunar, ¿quieres venir?
El estómago de Candy comenzó a rugir después de escucharlo; no obstante, justo después de ofrecerlo, Terry comenzó a sacudirse la cabeza como si la noción que dijera no tuviera el menor sentido.
—¡Qué pregunta más tonta! — comentó riendo. —¡Tarzán Pecosa no rechaza ninguna comida!
—Voy a dejar pasar tu comentario por el momento. —afirmó ella con una mueca, para después cambiarla a un gesto travieso. —¡Sólo si me llevas a ahora mismo con la comida!
—¡Eres una pecosa chantajista! —exclamó con fingida seriedad. —No debería llevarte sólo por tratar de chantajearme.
Candy lo vio con ojos que imploraban y eso destruyó todas sus barreras. Mirándola con una sonrisa de lado, continuó:
—Esta vez tienes suerte, Pecas. Después de todo, yo también tengo hambre.
Ella rio en respuesta, mostrando el hoyuelo de su mejilla izquierda. Sin dudarlo, él la llevo a la puerta, la abrió y volteó a verla una vez más.
—¿Vamos, Señorita Pecas? — le ofreció el brazo para invitarla al otro lado.
—¿Te digo algo? — dijo ella mirando su brazo ofrecido, para luego acercarse a él, viéndolo a los ojos. —Después de todo, sí te convertiste en un caballero.
—¿En verdad crees esa reverenda tontería? — respondió, elevando sus cejas.
—No. — ella rio por la atónita expresión de Terry. —Lo decía para bromearte, por si no te has dado cuenta yo también puedo hacerlo.
—¡Que el Cielo me libre de alguna vez ser todo un caballero! — rodó sus ojos irónicamente. —Esos son los peores.
Viéndola con una sonrisa burlona, no pudo evitar preguntar:
—¿Y tú? ¿Lograste convertirte en toda una dama?
—¿Tú qué piensas? — contestó ella con los ojos brillantes, apretando sus labios para evitar una sonrisa. —¿En serio crees que me llegué a convertir en una gran dama de sociedad?
—Lo dudo mucho. — replicó, riéndose con ganas. —Tarzán Pecosa eres y Tarzán Pecosa siempre serás.
—Y con mucha honra. — afirmó ella con una encantadora sonrisa. —Yo soy feliz de serlo para toda la vida.
Terry la miró con orgullo poco disimulado, mientras sentía cómo su corazón se hinchaba de un calor intenso, llamándolo a abrazarla y besarla, algo que desbordaba tan naturalmente en él, pero sólo para ella.
"Sí, ahí está la mujer que amo tan profundamente."— él correspondió a su sonrisa de todo corazón.
Estaba tan perdido viendo a Candy, que no notó que su mayordomo lo veía desde el final del pasillo con expresión preocupada al notar que su patrón hablaba aparentemente solo.
—¿Señor? — dijo John en cuanto llegó junto a Terry, quien tenía el brazo extendido y miraba con una sonrisa encantada hacia su costado. —¿Se encuentra bien, señor?
—¿Eh? ¿Sí? — habló Terry distraídamente, sin dejar de sonreír y mirar a Candy.
—Lleva parado ahí más de un rato. — continuó el buen hombre. —¿No va a desayunar?
—¡Sí! — Terry casi gritó al responder. Después, volteó a verlo y llenó de entusiasmo, tomó el hombro de su empleado y agregó. —¡Voy ahora mismo, John!
El mayordomo observó sorprendido que Terrence le brindaba una gran sonrisa, para luego comenzar a caminar con paso ligero y silbando hacia el comedor.
John veía una faceta de su patrón que nunca antes había visto, y entrecerró los ojos en desconcierto, tratando de pensar el porqué de su actitud.
Por más que lo pensó mucho, no logró explicarlo, aunque lo observó hasta que se perdió de vista al voltear y bajar por las escaleras.
"¿El baño le habrá alegrado el humor?"—consideró después de un rato.
Eso parecía y si no fue eso… ¿qué pudo haberlo sido?
Luego, se encogió de hombros lleno de dudas. ¿Quién sabría si algún día llegaría a entender a su enigmático patrón?
Mientras tanto, la sonrisa de Terry no habría quien se la borrara. Tenía la sensación de haber despertado en el mejor día de su vida. Sus súplicas fueron escuchadas y se le presentaron de la manera más inesperada, la prueba de ello se encontraba caminando justo a su lado. En su vida, se había imaginado que estaría tan feliz de volverse loco.
"Bueno, si voy a perder la cordura, entonces…"— giró su cuello a su costado y observó a la rubia pecosa intensamente. —"… que sea por ti, Candy."
Continuará…
o-o-o
"Las palabras no esperan el momento perfecto, crean sus propios momentos perfectos convirtiendo los instantes más ordinarios en segundos especiales."
Espero haber hecho especiales estos momentos dedicados a mi historia.
Gracias por leer.
. . . . . .
By: Sundarcy
NOTAS DE LA AUTORA:
Es un capítulo más largo que el anterior, recompensando un poco lo corto que les pudo haber resultado el capítulo anterior. Gracias a todas las que siguen esta historia, la agregaron a sus favoritos y las que me dejaron sus preciosos comentarios, paso a responder cada uno de ellos ahora:
Azul: Gracias por comentar, linda. En realidad, digo que publico un día, pero por lo general lo hago en cuanto puedo, en las noches tengo más tiempo libre. Yo te agradezco la paciencia, las cosas se descubrirán paulatinamente. Pues, aquí está el siguiente capítulo.
Cuídate mucho.
Guest 1: Estoy feliz que el capítulo te hubiera hecho entender las cosas, Candy está en coma, y ya entenderás lo sucederá luego. Espero te guste lo que viene.
Saludos a la distancia.
Marjorie: Como dices, estuviste muy acertada, linda. Candy está en coma, ya irás viendo cómo se desarrolla lo demás, yo estaré feliz que continúes acompañando en esta historia.
Saludos.
Alondra: Gracias por comentar, linda. Confieso que cuando inicié esta historia no tenía previsto conocer mucho sobre circunstancias en las que el alma deja el cuerpo, sé que debe haber estudios sobre ese tema precisamente. Sin embargo, como esto sólo es ficción saldrá únicamente de mi imaginación y la verdad es que según considero para esta historia no habrá graves consecuencias en este tipo de situación. El hecho que Terry la pueda también es otra de las peculiaridades de esta situación, ya entenderás por qué después.
Espero te guste lo que viene, hermosa.
Cuídate mucho.
Blanca G: Exactamente como dices, linda. Candy tiene otro tipo de fiebre, especialmente relacionada con nuestro Terry.
Este capítulo tal como dije es de Candy y Terry, sé situación sigue siendo un poco rara, pero ameritara muchas situaciones divertidas, créeme. Ya verás cómo se va desarrollando todo esto.
Gracias por leer y comentar, hermosa.
Cuídate mucho.
Eli: Yo soy la que te da las gracias a ti por leer y comentar, linda. Es normal que todas las personas que aman a Candy se sientan muy preocupados porque ella no despierten, pero lo que no saben ellos es que justamente mientras no despierte ella está junto al complemento de su alma, Terry, el que más la anhela y a quién ella más anhela.
Además, concuerdo absolutamente contigo, ¿quién quería despertar si con ella dejaba a nuestro divino Terry? Como dices, tendría que estar loca para querer irse.
En realidad, el usar el cuento de la "Bella Durmiente" en esta historia es una especie de metáfora, es decir es una idea que también hace referencia a Candy en todos estos años después de la separación, en los que si bien vivía tranquilamente en el campo, llena de actividades todos los días y acompañadas de su amigos, en el fondo su corazón estaba dormido, esperando y anhelando a Terry.
Ahora se materializa más esa idea, pues en verdad ella esto bajo un sueño profundo, pero lo que verdaderamente cuenta es que en este sueño su alma finalmente pudo reunirse con esa otra alma que había estado anhelando todos estos años, la única persona que la hará despertarse de ese letargo sobre el que se había sumido desde esa fría noche de invierno de la separación. Ya sabrás que sucederá más adelante con Candy, Terry, Albert y todos los demás.
Espero te guste lo que viene.
Te mando muchos abrazos a ti, también.
Cuídate mucho.
Adriana: Siempre estoy muy feliz de leer tus comentarios, hermosa. Se irán atando las dudas que tengan todavía de manera paulatina, pero al final se sabrá exactamente que sucede.
Yo también adoro las historias de Candy y Terry, Misuki les dio un final muy injusto en el anime y el manga, te confieso que en cierta forma lo único que me ayudó a superarlo es porque gracias a eso se crearon hermosas fanfictions, sino hubiera sido por ese fina tan injusto no hubieran aparecido magníficas escritoras como Alys Ávalos, o muchas otras autoras de este foro. Yo soy la está haciendo un sueño realidad, poniendo mi granito de arena y creando mi propio final para esta parejita que amo desde que tengo memoria.
Te deseo una magnífica semana y te mando muchos abrazos hasta donde sea que te encuentres.
Cuídate mucho.
Maya AC: Yo estoy encantadísima de que te gustara el capítulo anterior, hermosa. Traté de aligerar un poco la situación tan tensa que narra el capítulo, con esa escena del sonrojo de Candy, y es que para ser francas no me gusta centrarme mucho en los momentos angustiosos.
Yo también soy de las que ama los momentos Candy y Terry, me fascina cómo interactúan estos estos dos, así que en realidad prefiero escribir sobre ellos dos juntos. Muchas gracias por tu confianza, espero que este capítulo te haya parecido tan emocionante como esperabas.
Te deseo una grandiosa semana y te mando muchos abrazos.
Saludos a la distancia.
Guest 2 (CGG): Gracias por leer y comentar, bonita. Comprendo que el capítulo anterior haya sido un poco tenso y angustioso, pero era necesario para algunas cosas más adelante.
Me halagan inmensamente tus bellas palabras, yo aún sigo aprendiendo a escribir, no puedo alardear de poseer una gran experiencia, pero mensajes tan lindos como el tuyo siempre son capaces de inspirar a cualquiera. Me emocionó mucho lo que me dices, daré lo mejor de mí para que no quedes decepcionada de esta historia.
Soy yo la que te agradece por estar aquí y seguir esta historia, valoro mucho que lo hagas.
Cuídate mucho.
Te mando muchas bendiciones. Saludos.
Sophie: Te agradezco por leer y comentar, bonita. Es un placer que te haya parecido interesante el capítulo anterior, estaré más contenta esperando que este capítulo te guste también. Saludos a la distancia.
Cinthya: Excelente pregunta la que planteas, linda. ¿Cómo se enterara Terry? Lamento no poder contestarlo, pero te aseguro que será en un momento importante en esta historia. Tu teoría de que Albert se lo diga es muy factible, podría darse. Ya verás que pasara más adelante.
Saludos a la distancia.
Guest 3: Muchísimas gracias por tus hermosas palabras, linda. Me llené de emoción cuando las leí, de verdad que me halaga mucho que digas que tengo un don con las letras. Yo sólo hago lo mejor que puedo para captar la esencia de los personajes de acuerdo a como yo los veo e interpreto en el manga, me alegra tanto notar que voy en buen camino y que tú me lo asegures me hace sentir aún más dichosa que antes.
Tal como tú, nunca le pude perdonar a Misuki que hiciera sufrir tanto a Terry, es un personaje deslumbrante, magnífico, tan humano, que no merecía el triste final que le tocó en el anime y el manga. ¡Es completamente injusto! Es algo que muchas, yo misma me incluyo, nunca hemos podido superar.
Hermosa, tus palabras me hacen sonrojar bastante, el que consideres a este fic magnífico me hace sentir tan honrada, trataré de hacer lo mejor de mí para ser merecedora de tal halago y de tu admiración. Gracias por darle una oportunidad esta historia y leerla, me da la oportunidad a mí de saber lo que piensas y ese es mi mejor pago para mí.
Por lo de las actualizaciones, lamento no poder actualizar tantas veces como quisiera, comprendo muy bien lo que es quedarse muy impaciente por leer las historias que nos gustan. Pero por eso me puse la meta de actualizar al menos una vez por semana. Yo soy la que te agradece por leer y comentar. Gracias por todo.
Cuídate mucho. Saludos.
Kari95: Estoy siempre encantada leyendo tus mensajes, linda. Me alegra que el capítulo anterior fuera muy revelador para ti, las cosas se aclararan aún más mientras vaya avanzando la historia.
Saludos para ti.
Guest 4: Gracias por tus linda palabras, bonita. Quiero creer que voy mejorando día con día en escribir y mejorando mi estilo. Ya irás viendo cómo se desenmaraña esta historia.
Cuídate mucho.
Guest 5 (Lilit): Gracias por seguir aquí, acompañándome en esta historia. Estoy feliz que ya se te hayan aclarado algunas dudas en el capítulo anterior. Ya verás más adelante cómo se desarrollan las cosas. Gracias a ti por la paciencia de esperar hasta el final, estaré encantada de seguir leyendo lo que piensas de los siguientes capítulos.
Cuídate mucho. Saludos.
Guest 6: Estoy feliz que ya hayas aclarado muchas de tus dudas, linda. Aquí está el siguiente capítulo, espero que te guste también. Yo soy la te agradece que le hayas dado una oportunidad a esta historia y la hayas empezado a leer.
Te mando muchos abrazos a ti, también. Cuídate mucho.
LucyTA: Como dije antes, los dudas de esta historia se irán aclarando poco a poco. Gracias por leer y comentar, linda. Cuídate mucho.
Saludos hasta el hermoso Chile.
Phambe: De verdad que tus comentarios siempre me alegran el día, ya había dicho antes que me encanta leerlos porque siempre me dan nuevas perspectivas de la historia y los personajes. Es por demás añadir que este último mensaje también fue igualmente estimulante. Todo lo que me dices me da el ánimo y la seguridad de voy en buen camino. Algunas veces siempre me entra la duda sobre si estoy haciéndolo bien, inseguridades que una principiante tiene todo el tiempo. En realidad la mayor inseguridad que tengo es en la forma en que tengo que entrar a diversos tonos en la trama, ya que en esta historia hay tanto momentos divertidos como momentos tristes, la forma de abordarlos también debe variar. Ese detalle se torna a veces un poco complicado cuando no tienes tanta experiencia.
Me emocionó que hubieras podido captar el paralelo entre "La Bella Durmiente" y la vida de Candy después de la separación, era una idea que precisamente quería trasmitir. Todo lo que dijiste, absolutamente todo era lo que pienso con respecto al tiempo que vivió Candy después de la separación, siempre he creído que ella vivía en un letargo, su corazón prácticamente estaba dormido, anhelando por Terry. Ahora la situación es al revés porque su cuerpo es el que está dormido, pero su alma está al lado de la persona que tanto anhela, su corazón está a punto de despertar de ese sueño en el que se había sumido todos estos años, y tal como dices, ahora casi todo dependerá de Terry.
Con respecto a cómo y cuándo se enterará Terry del accidente, ya lo irás viendo en cuanto lleguemos a esa parte, sólo te digo que se desarrollará en un momento crucial de la historia. En lo que respecta a Lizzy, fue un personaje que nació a último momento, pero lo agregué porque tendrá un papel ligeramente especial en alguna parte de la historia.
A mí también me encantan los momentos Candy y Terry, me fascina mucho más escribir sobre ellos. Todas sus interacciones siempre tienen a algo de especial, son divertidas, graciosas, intensas, tienen de todo un poco. Lo cierto es que una no se cansa de verlos en acción a esos dos juntos, son deslumbrantes y se complementan muy bien. Cuando tengo que escribir sobre Susana me pasa exactamente lo contrario, en realidad no es algo que me agrade mucho.
Tienes toda la razón con lo que dices respecto al manga, yo también cuando leía la parte del San Pablo, sólo lo leía esperando ansiosamente que Terry apareciera, con él las historia para mí adquiría un mayor brillo, todo me parecía más hermoso y deslumbrante, únicamente cuando él estaba en escena.
Muchas gracias por tomarte el tiempo para decirme que es lo que piensas de cada capítulo, los comentarios siempre me retroalimentan y es lo que me hace mejorar, eso es algo que te agradezco bastante. Te mando muchos abrazos.
Cuídate mucho. Saludos a la distancia.
ELI VENTURA: Estoy feliz de que te fascinara el capítulo anterior. Tienes toda la razón, no me gusta leer sobre Susana, mucho menos escribir sobre ella, por eso aparecerá sólo cuando es absolutamente necesario. Gracias por leer y comentar, linda. Espero que te guste este capítulo, también.
Saludos a la distancia.
Guest 7: La verdad que no tengo las palabras para decirte todo lo que sentí cuando leí tu hermoso mensaje en el capítulo anterior, me conmovió inmensamente. ¡Gracias! ¡Mil gracias! Por haber dado una oportunidad para leer esta historia y por hacerme saber lo que piensas de ella. Yo creo que todavía me falta mucho por aprender, espero mejorar más mi estilo y hacer que todas ustedes, mis preciosas lectoras, se sientan satisfechas con lo que hago. Yo soy la te agradece por estar aquí, siguiendo este fic.
Muchas gracias por tus buenos deseos, también. Que Dios te bendiga mucho, te mando muchos abrazos y besos. Cuídate mucho.
Para skarllet northman, Kamanance y Elby8a, ya saben que estaré encantada de responderles vía PM.
Gracias a todas las que leen esta historia, tanta para las que me dejan saber sus nombres como para las que leen anónimamente. ¡Muchísimas gracias a todas por su tiempo!
Yo vuelvo con el siguiente capítulo para el viernes o el domingo de la próxima semana. Les deseo una hermosa y muy bendecida semana.
Cuídense mucho.
Sunny =P
16/02/2018
