DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro. Sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.
DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.
DESEOS DE AÑO NUEVO
By: Sundarcy
o-o-o
Capítulo 12: ESCONDIENDO SU LOCURA
Residencia privada, Greenwich Village
Manhattan, Nueva York
01 de enero de 1920
Finalmente, luego de casi una hora conduciendo sólo con su pecosa de compañía, Terry pudo vislumbrar a lo lejos la bella casa que pertenecía a su madre: la hermosa y famosa actriz Eleanor Baker.
Las cosas dentro del auto no habían resultado tan apacibles como podrían parecer ahora, en realidad Candy había estado muy tensa durante todo el transcurso que había durado el recorrido hasta ahí, una situación que no le había pasado desapercibida a Terry.
Ella no podía ocultarlo del todo, y es que aquel extraño dolor de su cabeza que había aparecido en un inicio en cuanto vislumbró el auto de Terrence por primera vez, no había cesado completamente, era intermitente y seguía generándole a Candy esa continua necesidad de querer frotar su frente aún sin saber exactamente por qué lo hacía.
No podía explicar porque le recorría un extraño miedo cada vez que miraba a Terry conduciendo, una especie de sensación de intranquilidad que la ponía tan nerviosa que sentía su respiración agitándose con cada segundo que pasaba y continuaba en la cabina del auto.
Por eso trataba de evitar mirarlo, concentrando toda su atención en el singular paisaje de nieve, concreto y asfalto que le presentaba Manhattan, en el letargo consecuente de las fiestas de fin de año.
Sólo viendo a la gente pasando por las calles, además de las extensas y elegantes townhouses(*1) que se levantaban frente a sus ojos en una gran multitud de diseños y colores, fue que ella creyó que alcanzaría algo de serenidad.
"Tal vez es sólo la forma en que estoy soñando esto." — intentó convencerse, todavía con mucha ansiedad. —"Me sigue pareciendo muy extraño el sueño que me está dando mi mente. ¡Eso es todo!"
No entendía que era lo que le sucedía para sentirse dominada por esta sensación tan extraña, como si su mente quisiera reprimir algo, una situación que parecía no poder recordar; y francamente, si bien no lo comprendía, sea lo que sea sólo quería que se acabara de una vez.
En el momento en que Terry estacionó el carro enfrente de la casa de su madre, Candy exhaló un tembloroso suspiro de alivio, tratando de controlar esa grave y peculiar turbación que aún la envolvía. Enfocando sus verdes ojos en la hermosa casa estilo mediterráneo en la que habían arribado con una fachada de paredes impecablemente blancas y tejado rojo, ella esbozó una sonrisa vacilante.
De repente, sintió la profunda mirada de Terry firmemente clavada en ella, haciendo que volteara a verlo y notara que la observaba fijamente como si fuera todo un acertijo que él tenía que interpretar.
—Sé que te lo llevo preguntando varias veces desde que partimos de mi casa, pero… ¿en verdad estás bien? —volvió a preguntar Terry por enésima vez.
"¡Ella es sólo parte de tu imaginación, tonto!"— otra vez el mismo reclamo de su cabeza, se escuchó de nuevo en sus oídos. —"¿Por qué vuelves a preguntar lo mismo?"
¡Vaya! Ni siquiera él mismo lo comprendía, parecía que siempre se olvidaba que no estaba frente a la Candy real, sino a la que sería la prueba final de la pérdida total de su cordura.
—No entiendo que me sucede. —explicó ella, mordiendo su labio inferior nerviosamente. —Creo que tiene que ver con estar en este auto.
Terry casi no prestó atención a sus últimas palabras, se había quedado muy concentrado viendo sus labios luego de ese gesto demasiado arriesgado que ella hizo. Él sintió su garganta seca y tragó duramente, luchando contra el arrebatado y repentino deseo de besar esos dulces labios de ella.
"¡Demonios! ¡Tienes que controlar tus impulsos!" — se recordó con reproche. —"¡No debes dejar que los otros se den cuenta que estás loco de remate!"
Respirando con mucha dificultad, intentó dominarse lo mejor que podía y fijó sus ojos en Candy para tratar de hablar lo más seriamente posible.
—Escúchame, Candy. — la intensa mirada de Terry hizo que ella le prestara toda la atención del mundo. —Tengo que ocultarles lo más que pueda la verdad de mi situación a los demás.
—¿Tu situación? — contrajo sus cejas, muy desconcertada.
—¡Claro! —una incipiente media sonrisa sarcástica se dibujó en sus irresistibles labios. —Esta locura que ya no tiene marcha atrás.
Ella siguió manteniendo su misma perpleja expresión, pestañeando incesantemente y frunciendo más sus cejas luego de esa respuesta. Acercándose más a él, le susurró:
—No entiendo de qué me hablas.
—Candy, estoy con el tiempo a las justas. — su voz se hizo más apremiante para recalcar sus palabras. —Eres una encantadora demencia que no me deja…
—¿Me estás llamando demente? — lo interrumpió ofendida, arrugando su naricita.
—No, el demente soy yo. — se señaló, torciendo divertido sus labios. —No tengo ni idea cómo es que puedo ver con humor este tipo de situación.
—Francamente, soy yo la que no comprende lo que dices.
Candy entrecerró sus ojos, analizando las crípticas palabras de Terry. De pronto, su rostro se despejó de la confusión en cuanto se le ocurrió una idea.
—¿Estás preocupado que tu madre no pueda verme? Porque si es por eso, no te preocupes. Estoy casi segura de que lo hará.
"Después de todo, la Srta. Baker es una persona que sí conozco. Supongo que en mi sueño ella sí me verá" — se dijo a sí misma persuasivamente. —"Al menos eso espero."
Terry rodó sus ojos con incredulidad, estaba muy seguro que así no sería.
"Eleanor no está loca como yo." — soltó un bufido en burla de sí mismo. —"Obviamente, ella no verá a Candy."
Intentando centrar sus pensamientos en lo más importante, aclaró su garganta antes de continuar.
—Está bien, mientras sigamos en esta etapa en la que nadie sabe nada, hay que ser lo más cautos posible. — alzó sus cejas, dando énfasis a su voz. —¿Comprendido, Pecas?
Candy se frotó su frente, mirándolo con el entrecejo contraído y la naricita fruncida.
—Por el momento…— Terry levantó el índice de su mano derecha haciendo un ademán como si fuera a tocar su naricita pecosa. —… tomaré eso como un sí.
Sonrió espontáneamente y ni siquiera le dio tiempo a ella de contestar cuando abrió la puerta para salir inmediatamente del auto, y acto seguido, se fue al lado del acompañante, abriéndole la puerta a ella también. Aunque Candy lucía mucho más intrigada que nunca, salió sin decir una palabra.
"¿Por qué sigue aumentando la lista de dudas en este sueño?" — caviló ella en creciente exasperación. —"Ahora todo es más confuso que antes."
Apresuró su paso, siguiendo el elegante caminar de Terry que se dirigía con decisión a la entrada de la casa de su madre. Él paró justo en la puerta y se quedó esperando hasta que Candy lo alcanzara.
"¡Qué empiece la actuación!"— Terrence suspiró profundamente dándose ánimos y tocó la bellamente labrada puerta de caoba de la entrada.
Los segundos pasaron con rapidez hasta que alguien por fin abrió la puerta. Una de las empleadas de servicio de su madre, llamada Mary, si no se equivocaba, se hizo a un lado para que él pudiera pasar. Sin demora, Terry ingresó en la casa y con la mano le hizo una señal casi imperceptible a Candy para que pasara rápidamente antes que cerraran.
La joven entró sin chistar, mirando con mucha inquietud a la empleada que al parecer tampoco la veía. Tomando una gran bocanada de aire, casi no pudo controlar las inmensas ganas que tenía de gritar al sentir que su confusión alcanzaba un punto culminante.
"¿Qué es lo que pasa que nadie más me ve?" — Candy estuvo a punto de explotar en frustración.
No tuvo mucho tiempo para divagar otra vez en ello, porque sus pensamientos se vieron suspendidos cuando la joven empleada habló:
—La Srta. Baker lo está esperando en la sala, señor. — le hizo un gesto a Terry, quien se estaba sacando el abrigo, para que la siguiera hasta el destino que decía.
Candy se quedó quieta en su sitio, con los ojos bien abiertos y la respiración acelerada, totalmente presa de ese inquietante golpeteo en su pecho que le decía nuevamente que algo no estaba bien. Terrence no pudo notar su agitación porque continuó siguiendo a la empleada que caminaba mucho más adelante de él.
Y otra vez como había sucedido más temprano ese mismo día, Candy se vio arrastrada detrás de Terry por esa inexplicable fuerza que no había llegado a comprender.
Pasaron de la puerta a un amplio y hermoso vestíbulo, que sobresalía en elegancia sin llegar a ser muy sobrecargado. Candy, sólo dejándose guiar por Terry, se iba maravillando en cómo cada detalle del pasillo destilaba el gusto y clase de la propietaria.
"¡Hasta esto me lo he inventado!" — ella observaba todo a su alrededor con admiración. —"¡Qué imaginación que tengo! Nunca creí que fuera para tanto."
Apenas llegaron a la sala, la empleada se detuvo, haciendo que Candy y Terry se detuvieran también.
—El Sr. Graham, señora. — anunció la joven empleada, dando paso a Terry para que pasara al bello salón en donde lo esperaba su madre.
Terry ingresó a la sala, y en cuanto vio a su madre, esbozó una pequeña sonrisa en sus labios.
—Eleanor... — habló a la vez que caminaba hacia ella.
—¡Terry! — la bella actriz se levantó del sofá donde estaba sentada, para ir a abrazar a su hijo con fuerza. —¡Feliz Año, querido!
—Igualmente para ti.
Terrence intentó corresponderle con la misma intensidad y su madre se separó un poco de él para acariciarle su mejilla afectuosamente.
"Prueba uno superada." — pensaba Terry con cierto alivio mientras veía a su madre caminar pausadamente al sillón donde había estado anteriormente sentada. —"Hasta ahora Eleanor parece no haberse dado cuenta de nada."
Terry siguió a su madre y se sentó en un sofá más amplio que estaba junto al de ella. Todo parecía ir bien por ahora, excepto que…
"¿Dónde está Candy?"— se preguntó Terrence, agrandando sus ojos con temor.
Candy había quedado rezagada casi en la entrada de la sala, esperando hasta último momento que la empleada notara su presencia. Lamentablemente, la mujer apenas dejó a Terry con su madre, se fue sin prestarle ninguna sola atención o siquiera alguna mirada.
"¡Eleanor Baker sí me verá!" — se dijo como última esperanza en la que aferrarse.
—¡Señorita Baker! ¡Qué alegría volver a verla! — proclamó ella llena de alegría desde la entrada de la sala.
En ese preciso instante, Candy entró en la estancia casi corriendo con ese entusiasmo que tanto la caracterizaba, pero tan animada que estaba no notó una gran mesa que estaba a punto de atravesarse en su camino.
Terrence contuvo el aliento al ver cómo Candy esquivó a las justas la mesa, tropezándose y desapareciendo inmediatamente del campo de visión de Terry, al caer y desvanecerse como humo sobre la alfombra. El pasmado joven se levantó de un salto de la impresión.
—¿Te has hecho daño? — casi gritó en desesperación, a punto de correr al lado de Candy.
—No, no, estoy bien. — lo tranquilizó la pecosa, levantándose y apareciendo entre la bruma que se había formado en ella. — ¡Aquí estoy! — sonrió un poco avergonzada por su torpeza.
—¡Terry!— exclamó alarmada su madre desde el sillón, viendo cómo su hijo miraba con angustia hacia la alfombra del suelo. —¿Por qué iba a hacerme daño?
—No, tú no, Eleanor. — repuso Terry sin pensar, todavía muy preocupado viendo a Candy.
Tensando los hombros, se dio cuenta muy tarde la tontería que había dicho, volteando inmediatamente a ver a su madre con una expresión ansiosa.
"¡Ya comenzaste a fallar, estúpido!" — tragó con gran dificultad, mucho más nervioso que antes.
Eleanor recorrió toda la estancia con la mirada, alzando una ceja sin comprender la respuesta de su hijo.
—No somos muchos aquí, cariño.
—Pensaba en voz alta. — explicó él rápidamente.
—¿Pensabas en voz alta que yo me había hecho daño? — contrajo sus perfectas cejas, contemplando muy confundida a Terry.
—No, estaba… estaba pensando en otra persona y… — se le fue la voz por la ansiedad al notar que su madre lo veía suspicazmente. —… y me… y me he expresado en voz alta. ¿A ti no te pasa nunca?
—Bueno, ahora que lo dices…—mencionó la hermosa actriz, frunciendo el ceño e inclinando la cabeza a un lado como si lo estuviera pensando. —… No, estoy segura que nunca me ha pasado. — sacudió su cabeza en confirmación a sus palabras.
Terry le mandó una sonrisa tensa a su madre, intentando pensar en una mejor excusa para remediar su estúpida equivocación. Cuando sus ojos se posaron inconscientemente en el abrigo que tenía reposando en su brazo, se le ocurrió su posible solución. ¡Su salvación!
—En realidad estaba pensando en mi abrigo. — miró y tocó al dichoso abrigo con evidente preocupación. —Parece que ha sufrido un ligero daño.
—¡Oh! ¿Es muy grave? — preguntó su madre con curiosidad, creyendo su excusa. —Déjame verlo, hijo. — elevó sus manos dispuesta a coger el abrigo.
—¡No! — Terry atrajo el abrigo a su pecho, abrazándolo protectoramente. —No es muy grave, es sólo un pequeño daño que arreglara un sastre con mucha facilidad.
—Déjame llamo a Phillips para que guarde tu abrigo. — expresó la mujer, haciendo amago de levantarse para llamar a su mayordomo.
—No te preocupes, Eleanor, no es necesario. — se apresuró a decir Terry, para evitar que ella se parara. —Me quiero quedar con el abrigo.
Su madre sonrió aceptando sus palabras y le pidió a su hijo que se sentara de nuevo para seguir su conversación. Terry siguió el pedido de Eleanor y se sentó en el sofá, respirando con mayor tranquilidad luego de la que se había salvado.
"Por poco se da cuenta."— se lo reprochó su mente. —"¡No hagas tan obvio que estás perdiendo la cabeza!"
Mientras tanto, Candy miraba incrédula toda esa escena frente a sus ojos en donde parecía confirmar que Eleanor tampoco la veía en este sueño. Con el corazón tambaleante y ansioso, la joven caminó hasta ponerse justo enfrente de la actriz.
—¿Acaso usted tampoco ve, Srta. Baker? — Candy agitó sus manos repetidas veces frente el rostro de la bella actriz. —¡Míreme, estoy aquí! Dígame algo. ¡Lo que sea!
Terry observó con la boca abierta y con los ojos a punto de salirse de sus órbitas que Candy comenzaba a brincar en su sitio desesperada por ser escuchada.
"¡Esto es casi insostenible!" — su mente estaba a punto de caer en la desesperación total.
Con todo el temple que pudo reunir, aclaró su garganta para llamar la atención de Candy y hacer que pare de una vez. La pecosa volteó a verlo con el ceño fruncido por haberla interrumpido, y Terry le hizo un gesto con los ojos para indicarle que se sentara a su lado y que dejara de hablar.
Resoplando con molestia, Candy se cruzó de brazos y se sentó a lado derecho de Terry, frunciendo su naricita instintivamente, un gesto que hizo que él desviara sus ojos a ella con una sonrisa involuntaria.
—¿Estás bien, hijo? — Eleanor llamó la atención de su hijo al ver con desconcierto que él sonreía hacia el asiento vacío de su lado derecho.
—¡Lo siento! — sobresaltado, Terry volvió a fijar su mirada en su madre. —Estaba recordando un sueño muy raro que tuve.
Candy, que se había sentado tranquilamente en el sofá sin decir nada, se llenó de indignación en cuanto escuchó esa excusa y decidió increpar a Terry.
—¡No hace falta que me compares con una pesadilla! — le espetó con los ojos furiosos.
—Pero si yo no te he llamado pesadilla... — se defendió él de inmediato.
—No entiendo. — intervino de nuevo Eleanor, ofuscada. —¿Me estás llamando pesadilla?
—No, no estaba hablando contigo Eleanor. — dijo el castaño cansadamente.
"¡Ya lo arruinaste otra vez, estúpido!" — Terry quería chocar su frente duramente contra el suelo en frustación por lo tonto que podía llegar a ser. —"¿Con quién más hablarías si no es con ella?"
—¿Estoy perdiéndome algo? — su madre lo veía con más preocupación.
—Perdona, Eleanor, esto es ridículo. ¡Yo soy ridículo! Estoy tan dement… ¡agotado! que ya hablo en voz alta y tengo la cabeza en otra parte.
—Estás estresado, querido. — sugirió su madre, observándolo con pena. —Con todo lo de la próxima gira, además de…— su mirada se tornó fría al pensar en esas personas que tanto podrían estresar a su hijo. —Ya sabemos quiénes, te estresan mucho, Terry.
—Yo no creo que sea el estrés.—Terrence pasó una mano por su cabello para calmarse. —He pasado una mala noche, eso es todo.
—¿Lo ves? — intervino Candy, más indignada que antes. —Primero fui una pesadilla. ¿Ahora soy una mala noche?
—¡Basta, por favor! ¡Esto no puede ser, dame un momento! — gritó él, al borde de un colapso.
—¡Pero si yo no he dicho nada! — replicó Eleanor ingenuamente.
Terry soltó un gemido frustrado, cubriéndose el rostro con las manos y dejándose caer en el respaldar del sofá en absoluto cansancio.
—Perdóname, Eleanor, la cabeza me está matando. —comenzó a masajearse las sienes, cerrando sus ojos.
—Ahora parece que soy también un dolor de cabeza. — expresó Candy con molestia, pero al ver el estado de Terrence, su semblante cambió de inmediato. —¡Ay, por Dios! De verdad te duele la cabeza. ¡Perdóname, Terry! Me dejé llevar por la frustración.
Se acercó a él rápidamente, examinando su rostro y posando tentativamente sus manos sobre él. Terry abrió los ojos suavemente y los enfocó en los verdes ojos de ella que lo miraban con abierta preocupación.
"Bueno, esto no está tan mal después de todo." — sonrió con picardía para sus adentros.
—Te mandaré traer un té para el dolor de cabeza. — habló Eleanor muy resuelta.
—Pide que te traigan un té de jengibre con limón, Terry. Eso te ayudará.— expuso Candy con conocimiento de causa.
—Un té de jengibre con limón estaría bien, Eleanor. — dijo Terry, todavía recostado en el espaldar del sofá viendo fijamente a Candy.
—Voy en seguida a pedírselo a Mary, vuelvo en un momento.
Apenas Eleanor hubo salido de la habitación, Terry se incorporó hasta quedar sentado para hablar directamente con Candy
—Por favor, me estás poniendo en situaciones comprometidas. — comenzó a respirar muy agitado. —¡Trata de ayudarme! No quiero que Eleanor se dé cuenta.
"¡No puede ser! Le estoy pidiendo a mi propia alucinación que no sea tan efusiva." — topó su frente en un gesto muy agotado. —"¡Cómo si ella pudiera hacer algo para evitarlo! Obviamente, yo soy es el que quiere verla así, por eso se me presenta de esa manera."
—No entiendo absolutamente nada, Terry. — Candy temblaba sin cesar, conteniendo las ganas de ponerse a gritar de frustración por toda esta situación desconocida.
—Mantente tranquila, Pecosa. — Terrence puso sus manos sobre su propia cabeza, rogando a su mente que calmara a Candy. —Cuando estemos solos haces todo lo que quieras, pero por ahora lo mejor será que te mantengas callada.
—Lo dices muy fácil. — resopló fastidiada. —Tú no eres el que nadie ve.
Terry miró a Candy con ojos suplicantes que destruyeron todas sus barreras, y al final ella no pudo hacer nada más que asentir, dispuesta a hacer lo que decía.
En cuanto Eleanor apareció en la sala momentos después, Terry se recostó sobre el sillón como un rayo y volvió a masajearse las sienes para tener la misma posición tal como su madre lo había dejado.
Luego de unos minutos, apareció Mary con un servicio de té para su patrona y Terrence. Lo dejó sobre la mesa de centro para que Eleanor lo sirviera tal como siempre hacía y se retiró inmediatamente.
Mientras tomaban el té, su madre le platicaba sobre la fiesta en la que había estado la noche anterior junto con los detalles de los muchos conocidos que había encontrado. Terry trataba de prestarle atención, en casi un esfuerzo sobrehumano por hacer caso omiso a la presencia de Candy a su lado.
Por otra parte, la pecosa seguía viendo todo esa conversación muy llena de curiosidad, a pesar que no entendía nada de lo que hablaban.
A larga, la joven enfermera se olvidó completamente de la confusión que la atosigaba hacia sólo unos minutos, y simplemente se dejó cautivar por la clara muestra de cariño que existía entre madre e hijo. No pudo evitar sonreír dulcemente al ver la buena relación que ellos llevaban.
La conversación se extendió por más de una hora hasta que fue interrumpida con la llegada de Mary, anunciando que el almuerzo ya estaba listo y que podían pasar al comedor.
Candy se levantó en el acto, muy ansiosa por ir a comer, haciendo que Terry sonriera ladeadamente por esa reacción tan típica de ella. Él se levantó tranquilamente, le ofreció el brazo a su madre para ayudarla a levantarse y caminaron juntos hacia el comedor con Candy siguiéndoles sus pasos.
En cuanto llegaron, el joven actor ayudó a Eleanor a acomodarse a la cabeza de la mesa. Luego, Terry caminó al lugar donde siempre se sentaba, retirando la silla al lado suyo para que se sentará Candy, y después proceder a sentarse él mismo en su propia silla.
Su madre que había mirado incrédulamente todos los movimientos de su hijo desde su sitio, se quedó boquiabierta con la servilleta en mano a medio camino de su regazo.
—¿Qué sucede, Terry? — expresó con aprehensión. —¿Por qué retiraste la silla?
—¡Oh! Es para… ¡mi abrigo! — acto seguido, puso el abrigo en el respaldar de la silla.
Eleanor soltó una risita nerviosa, tratando de controlar sus nervios y calmarse.
—Querido, te advertí que lo dejarás con Phillips para que él lo guardara en el closet.
—Gracias, Eleanor. Pero… — apretó los labios para ganar tiempo y pensar en una excusa. —… Verás… yo le tengo un cariño muy especial a este abrigo y no quisiera separarme de él. — acarició afectuosamente el abrigo, mirándolo con mucho cariño.
"¡Dios! ¡Qué ridículo debo parecer ahora!" — pensó, rodando los ojos con ironía.
Eleanor lo miró perpleja varios segundos, no pudiendo controlar el temblor de sus manos lo que generó que su servilleta terminara cayendo al piso.
—La servilleta, Eleanor. — dijo Terry como si nada, acomodándose su propia servilleta en su regazo para ocultar su ansiedad.
"¿Quién soy yo para renegar de los vínculos que puede formar mi hijo con un abrigo?"
Eleanor sacudió su cabeza para calmar sus nervios y Terrence suspiró aliviado al notar a su madre relajarse, creyéndole su explicación.
"¡No bajes la guardia!" — se ordenó con firmeza. —"Todavía no acaba la prueba."
Justo en ese momento, llegaron el mayordomo y Mary para comenzar a servir el almuerzo. Cuando se percató que Eleanor se distrajo dándoles indicaciones a sus empleados, Terry volteó rápidamente a mirar que estaba haciendo Candy.
La pecosa tenía sus codos apoyados sobre la mesa, observando con añoranza la comida y deseando saber cómo es que comería si nadie le serviría nada. Adivinando sus pensamientos, Terry le murmuró:
—Tranquila, comerás lo que me den a mí… — curvó sus labios sardónicamente. —… Claro con esa rara forma que tienes de comer. Seguro, serás la primera en empezar.
Tal como dijo, apenas sirvieron la primera ronda de comida, Candy ya había comenzado a posar sus manos sobre la sopa de calabaza que habían servido a Terry. El castaño sonrió divertido con esa acción, y luego vio cómo los empleados se retiraron poco después para dejarlos solos a su madre y a él.
—Cuéntame, hijo. — comentó Eleanor, dando la primera probada de la sopa que le habían traído. —¿Cómo estuvo la fiesta de anoche?
—¡Un verdadero desastre! Felizmente me fui temprano. — Terry tomó su cubierto para empezar a comer.
—¿Qué sucedió? — arqueó una ceja en un gesto muy parecido al de su hijo.
—No vale la pena mencionar los detalles. — exhaló pesadamente. —Suficiente con decirte que Susana hizo otra de las suyas.
Candy se tensó al escuchar el nombre de esa joven. Miró agitadamente a Terry, no muy segura de estar contenta con el hecho de que él comenzara a hablar de Susana en su sueño. Separando sus manos de la comida, se dio cuenta que había perdido súbitamente el apetito.
—¿Qué hizo esa mujer ahora? — el tono de la voz de Eleanor denotaba irritación.
—Una tontería que no quisiera recordar.
Dejando su cubierto a un lado, él levantó la vista y miró a su madre con un brillo decidido en sus ojos azul verdoso.
—Sin embargo, no creas que ella se va a salir con la suya, Eleanor. No lo permitiré.
—¿Qué pasó exactamente? — la actriz entrecerró los ojos, desconfiada.
—Eleanor, ya no quiero seguir hablando del tema ahora. — declaró con firmeza.
Sabía que pensar en lo que hizo Susana sólo le agriaría el humor tan excelente que tenía desde que había iniciado el día. Aún con reservas, a su madre no le quedó más que aceptar la desviación del tema, pasando a conversar sobre el inicio de la nueva temporada y la próxima obra que ella protagonizaría.
"Al menos mi subconsciente no hace que aparezca Susana." — pensó Candy muy aliviada.
Su apetito pareció volver en cuanto vio a los empleados llegar para servir la segunda ronda de comida, y en cuanto vislumbró el pavo al horno que estaban trayendo, se olvidó completamente de sus antiguas preocupaciones.
No perdió más tiempo y siguió probando esos platillos, que cuando menos se dio cuenta entre probada y las conversaciones de Eleanor y Terry, ellos ya habían terminado de comer el segundo plato.
—Te tengo una sorpresa, hijo. — habló Eleanor, apenas terminaron. —Le pedí a la cocinera que hiciera tu postre favorito especialmente para ti.
Como si hubiera sido llamado por ella, apareció justo en ese momento el mayordomo trayendo el postre: trifle(*2).
—Con fresas.
Terry sonrió gratamente por el detalle, pero al notar que únicamente había uno, inquirió confundido.
—¿Sólo para mí?
—Sabes que no soy muy fanática de ese postre, querido. — ahí llegó Mary trayendo un pedazo del postre para Eleanor. —Por lo que a mí me hicieron torta de chocolate.
—¡Torta de chocolate! — exclamó Candy con una sonrisa sumamente emocionada. —Terry que a ti también te den un pedazo para que yo pueda probarlo.
Las alarmas se encendieron en la cabeza de Terry ante esa petición.
"¡No lo hagas!"— le ordenó lógicamente su mente. —"Ella no está aquí en realidad."
Sin embargo, al sólo ver esos hermosos ojos verdes esperanzados en obtener su pedido, ni siquiera se dio cuenta cómo, pero ya estaba diciendo…
—También quisiera torta de chocolate, Eleanor.
"¡Idiota! ¡Además de loco, eres un reverendo tonto!" — no quiso ni hacerle caso a ese reclamo de su mente. Ya lo sabía de todos modos. ¡Qué importaba!
—Me temo que no vas poder comerlo, Terry. — su madre lo vio apenada. —Como creí que era sólo para mí, pedí que le agregaran almendras.
Con esa respuesta, se fueron todas sus esperanzas de que Candy obtuviera su tan ansiada torta de chocolate. Nunca en su sano juicio alguien comería algo a lo que es alérgico, y por más que era cierto que el estado de su cordura todavía estaba siendo cuestionado, no sería tan tonto para comer algo con almendras siendo alérgico a ellas.
La sonrisa de Candy se apagó luego de las palabras de Eleanor, haciendo que a Terrence le invadiera ese profundo e irracional deseo de no verla triste. ¡Dios mío! ¡Qué complicado que era todo! Terry mismo parecía querer complicarlo todo con lo que hacía.
Se llevó la servilleta a su boca para cubrirla y así poder hablar con ella sin que se note.
—Anda a donde está Eleanor y prueba su postre. — le ofreció como alternativa.
Los ojos de Candy brillaron de entusiasmo y volvió sonreír mucho más ampliamente. Se levantó inmediatamente y corrió al lado de la actriz. De esa forma, Terry veía la insólita escena que representaba su madre junto a la Candy de su imaginación, que agitaba su mano hacia él en una especie de saludo, antes de agacharse para iniciar su primera probada de la torta de chocolate.
—Está buenísimo, Terry. — dijo su pecosa apenas posó sus manos sobre el pastel, regalándole una radiante sonrisa.
"¡Vaya que no tengo remedio!"— meditó él cuando sintió que comenzaba a sonreírle inconscientemente en respuesta.
Moviendo su cabeza para no pensar en nada más, sólo enfocó sus ojos en su postre y empezó a comerlo.
Las manos de Candy siguieron probando el pastel un rato más cuando de repente se posaron sin querer sobre el brazo derecho de Eleanor en el momento en que la actriz lo levantó intempestivamente.
La madre de Terrence, que probaba su postre tranquilamente, soltó un jadeo sorprendido en cuanto percibió una extraña sensación recorrer su brazo derecho.
—¿Estás bien, Eleanor? — Terry alzó la vista para ver qué pasaba, enarcando una ceja curiosamente.
La hermosa actriz miraba con intriga su brazo, juntando sus cejas con desconcierto.
—Me pareció…
"Me pareció sentir un repentino frío atravesar mi brazo." — consideró para ella misma sin decirlo. Luego, cerró sus ojos y sacudió su cabeza levemente. —"¿Qué me pasa?"
—Olvídalo, hijo. — comentó para aliviar su preocupación. —Nada importante.
Aunque Terry estaba muy poco convencido al escucharla, decidió que lo mejor era creerle, después de todo, su madre había creído sus tontas excusas anteriores. Volvió a su postre con ánimo, mientras Candy miró a Eleanor con cierta duda.
"¿Qué habrá pasado?" — pensó con ansiedad. —"¿Ella me vio?"
Con el corazón galopante de nerviosismo quiso comprobar su hipótesis, levantando su mano frente a los ojos de la actriz. Sin embargo, a pesar que lo hizo repetidas veces la mujer no dio señal alguna de haberla visto, haciendo que sus pequeñas esperanzas se apagaran en un instante.
Con la cabeza gacha, la joven volvió junto a Terry, pensando por milésima vez en lo extraño que le resultaba este sueño el cual, por cierto, seguía durando más de lo que se esperaba.
El notar que Terry no había terminado su postre, fue lo único que la animó un poco. Todavía no lo había probado y esa era la perfecta ocasión para hacerlo. Aunque ni siquiera la viera, Terrence percibió su presencia a lado suyo cuando ese intoxicante aroma a rosas y vainilla invadió sus sentidos. Candy puso sus manos sobre el postre y lo saboreó a su manera tan peculiar.
—Delicioso. — suspiró extasiada.
—¿Me estás llamando delicioso a mí? — no pudo evitar murmurar Terry, sonriendo socarronamente.
—¿Cómo dices, hijo? — preguntó Eleanor, parpadeando desconcertada.
"¡Contrólate, Terrence!"— se reclamó a la par que le mandaba a su madre otra de las muchas sonrisas tensas que tanto le había estado mandando en esta visita.
—Que está delicioso, Eleanor. — explicó, señalando el trifle. —Debes darle mis cumplidos a tu chef por esta delicia.
Su madre asintió con una sonrisa y prosiguió comiendo como si nada.
"Otra de la que te salvas." — oyó decir a la resonante voz de su cabeza. —"¿De cuántas más tendrás que salvarte hasta que te vayas de casa de Eleanor?"
Al paso que iba, todo parecía indicar que le faltaban muchas pruebas más.
TyC TyC TyC TyC TyC
Eran casi las cuatro de la tarde cuando Terry junto con Candy por fin se retiraron de la casa de Eleanor.
Luego del almuerzo, habían pasado a la sala nuevamente a seguir conversando de muchas otras cosas relacionadas con la próxima gira de Terry. Fue una conversación amena entre madre e hijo, pero en la que Terrence hacía tremendos esfuerzos por no distraerse, porque muchas veces sus ojos terminaban irremediablemente perdidos en Candy, quien al no poder mantenerse quieta en un solo sitio había optado por caminar alrededor del salón, examinando curiosamente cada detalle que llamaba su atención y no parando de reír por alguna ocurrencia o broma que sólo ella entendía.
"¡Concéntrate en Eleanor, tonto!" — se reclamaba cada vez que desviaba su mirada a su pecosa distracción.
Muchas veces su madre se dio cuenta de las continuas distracciones de Terry y trataba de llamar su atención lo mejor que podía. Aunque la bella actriz tenía admitir que no dejaba de desconcertarse cada vez que observaba a su hijo sonreír involuntariamente entre distracciones con un brillo en su mirada que creía no había visto en mucho tiempo.
Llegó un momento en el que sólo se quedó mirando suspicazmente a su hijo, quien parecía completamente ajeno a todo a su alrededor. Era cuando Eleanor aclaraba su garganta que Terry se tensaba y volteaba a mirarla siempre con otra de sus muchas sonrisas nerviosas.
Por suerte para Terrence, su interesante conversación no pudo extenderse más tiempo, porque Eleanor tenía un compromiso anterior al que lamentablemente no podía faltar.
Sin más que hacer, el joven se despidió de su madre, haciendo la promesa de avisarle sobre los detalles de la reanudación de los ensayos para la gira por Inglaterra. Eleanor había prometido que iría a visitarlo al teatro en cuanto estos ensayos se reanudaran y al fin se estableciera la fecha de partida al país inglés.
Ahora, Candy y Terry estaban caminando en dirección al carro para irse a casa del joven actor. Una vez estuvieron dentro de la cabina del auto, la joven pecosa otra vez sintió un poco del mismo nerviosismo que había tenido en el viaje de ida. Aunque tenía que admitir que esta vez la ansiedad no era tan fuerte como antes, quizás ya se estaba acostumbrando a todo esto.
Intentando aliviar un poco del leve nerviosismo que todavía tenía, decidió iniciar el diálogo con una pregunta que se estaba haciendo desde hacia tiempo.
—¿Hasta ahora no se conoce el hecho que tu madre sea Eleanor Baker? — cuestionó ella, justo después que iniciaran la marcha.
—En realidad, eso es algo que ni Eleanor ni yo hemos desmentido, pero tampoco hemos confirmado. — expuso con la mirada fija en el frente. —Nadie sabe si es cierto o no, sólo son especulaciones. — sonrió irónicamente.
—¿Por qué no lo confirmas?
—Porque quiero alcanzar el reconocimiento por mis propios medios. — endureció su mirada. —No por el hecho de ser reconocido oficialmente como el hijo perdido de Eleanor Baker.
—Pero ya tienes éxito, todo el mundo aclama tu Hamlet. — insistió contrariada.
—La fama y el éxito en el mundo del teatro es tan pasajero como el dinero. ¿No se me auguraba una gran carrera prolífica para después de 'Romeo y Julieta'? ¿No me decían que tendría años y años de éxitos arrolladores con sólo protagónicos? — soltó con bufido burlón. —Mira cuántos años me tomó volver a obtener un protagónico. Casi nadie quiso confiar en mí luego que regresé, me tomó mucho esfuerzo volver a ganar la confianza de Broadway, nunca me hicieron las cosas fáciles. Si algo me ha enseñado todo esto es a nunca fiarme en el éxito o la fama. — volteó a verla un momento, frunciendo el ceño. —Pero ni sé porque te lo estoy diciendo, tú ya lo sabes más que nadie.
"Eres parte de mi cabeza después de todo." — entornó sus ojos, volviendo a mirar al frente. —"¿Cómo es que siempre lo olvido?"
Candy se quedó callada, pensando en lo que le dijo. Si bien supuso que Terry tendría unos cuantos problemas para volver a ser aceptado en Broadway, en algún momento ella llegó a creer que con su talento volvería a ganarlos sin mayor problema, es raro que nunca se hubiera puesto a pensar más a fondo en otros detalles.
En este momento, comprendía que Terry no sólo tuvo que luchar para obtener renombre en los escenarios, a fin de cuentas, él ya había logrado el éxito antes, su nombre era conocido. Volver a los escenarios no involucraba únicamente alcanzar la fama nuevamente, sino que tenía que borrar la mala reputación que había formado luego de ese colapso que tuvo. Prácticamente era como si hubiera iniciado de nuevo y todo este tiempo fue lo que le tomó resurgir de las cenizas. Tuvo que tragarse su orgullo empezando desde cero con papeles secundarios y casi insignificantes.
¡Qué duro debió haber sido todo eso! Para alguien como él, con tanto talento que desborda, verse reducido así sería desilusionante. Cualquier otro después de tanto tiempo de ver que la gente le seguía dando la espalda, se hubiera dado por vencido o hubiera recurrido a otros medios, como confesar que era el hijo de la gran Eleanor Baker. Sin embargo, Terry no era cualquier persona, si algo lo caracterizaba era su voluntad de hierro y eso fue precisamente lo que le dio el empeño para seguir esperando que se le volviera a dar la oportunidad de resurgir.
Al final, sus esfuerzos se vieron recompensados y logró lo que tanto ansiaba, si de algo él podía sentirse orgulloso es que había alcanzado todo esto por sus propios méritos. Como nunca, Candy sintió que su pecho se hinchaba de inmenso orgullo ahora que lo miraba.
"Sólo Terry."— sonrió con dulzura al verlo. —"El único y deslumbrante Terry."
No comentaron nada más en el transcurso que duró el viaje de vuelta, cada uno estuvo en sus propios pensamientos, regocijándose con sólo sentir la presencia del otro. El tiempo pareció correr más rápido hasta que llegaron finalmente a la casa de Terry, Candy misma se sorprendió en el hecho que no había experimentado ningún tipo de nerviosismo en todo el camino.
"Tal como lo sospechaba." — sacudió su cabeza con reproche. —"Sólo cosas de mi mente."
Suspirando en cuanto aparcó su auto en el garaje, Terrence salió rápidamente y le abrió inconscientemente la puerta a Candy, repitiendo el mismo error y olvidando otra vez que era parte de su mente.
"Ya no sé que más decirte." — protestó su lado racional por enésima vez. —"Haz agotado todos mis reclamos en tan sólo un día."
"¡Entonces cállate de una vez!" — se contestó fastidiado él mismo, mirando a su pecosa salir sin mucha prisa. Ya había aceptado que estaba loco. ¿Qué ganaba reclamándose si tarde o temprano los demás se darían cuenta?
Apenas Terry entró a su casa, encontró a su mayordomo que había salido justamente a recibirlo.
—Sr. Graham. ¡Qué bueno que llega! Hace unos momentos vino un joven preguntando por usted, dijo que se llama Peter Smith.
—No conozco a ningún Peter Smith. — respondió, entregándole su abrigo a John.
—Eso mismo pensamos la Sra. Keith y yo. Nunca lo habíamos visto y usted no lo había mencionado jamás.
—¿Sigue aquí?
—Sí, está esperándolo en el patio.
—¿Lo dejaron esperando en el patio con este frío? — reprochó consternado por la poca consideración de sus empleados.
—El chico quiso esperar ahí, no pudimos convencerlo de entrar. — se defendió el mayordomo.
—Hazlo pasar y que me vea en la sala. Voy ahí ahora mismo.
—Muy bien, señor.
John asintió y fue a hacer ese pedido de inmediato.
Terry se encaminó a su sala con paso apresurado, llevando consigo a Candy más confundida que antes.
"¿Más personas en este sueño?" — meditó con las cejas contraídas, dejándose arrastrar detrás de Terry al salón.
—¿En verdad no sabes quién es? — formuló Candy en cuanto entraron a la sala.
—Ni idea. —Terry se encogió de hombros. —Ya averiguaremos quién es en un momento.
No pasó mucho tiempo hasta que el joven que había venido a verlo apareciera en la sala con paso tambaleante y Terry fue capaz de reconocerlo apenas entró. El chico tomó aire para darse todo el valor que podía y comenzó a hablar tímidamente.
—Sr. Graham, no sé si… si me reconoce, yo… yo…
—Por supuesto que te recuerdo, tú eres el muchacho de la fiesta. — comentó en tono afable para darle más confianza.
—Lamento mucho importunarlo en este día. — se excusó, agachando la cabeza a modo de disculpa. —Necesitaba hablar con usted respecto a… verá… lo que sucede es...
—Te despidieron de tu trabajo.
Era más una afirmación que una pregunta y Terry ya sabía exactamente cuál sería la respuesta.
—Sí. — el chico se sonrojó avergonzado, asintiendo muy tristemente.
Al ver la clara pena del muchacho, Terry se sintió invadido de una profunda rabia hacia Susana y hacia esa mujer Richardson que habían sido las principales causantes de esta situación, ahora el pobre chico era el único que tenía que pagar las consecuencias.
Notó que el muchacho lucía muy temeroso en espera de su respuesta, ciertamente él no estaba muy seguro si es que Terry llegaría a cumplir lo que le dijo ayer.
—Lo que te había dicho ayer, te lo repito hoy, no te preocupes. — aclaró para calmarlo. —Ahora que no tienes trabajo, yo te ofrezco que trabajes para mí.
—¿De verdad?
El joven alzó la cabeza, agrandando sus ojos con asombro.
—Necesito un empleado más. La anterior chica de servicio que trabajaba se tuvo que ir por circunstancias un poco tristes.
"¡E injustas!" —se dijo, recordando lo que había hecho Susana, algo de lo que no se enteró hasta mucho después que la pobre chica se había ido.
—Gracias por la oportunidad, señor. — el muchacho le sonrió muy agradecido. —Le juro que daré lo mejor de mí para no defraudar su confianza. Admito que…— su sonrisa vaciló un poco. —… Admito que no tengo mucha experiencia en esto, pero le aseguro que yo aprendo rápido. Cuando me propongo algo, siempre doy todo de mí para lograrlo. Si quiere, póngame a prueba estos días para que vea mi desempeño. — ofreció con más seguridad. —Le prometo que le probaré que no es un error contratarme.
Los ojos de Terry se suavizaron brevemente viendo al muchacho, en cierta forma le recordaba a él cuando apenas llegó a Nueva York, dispuesto a probarse a sí mismo y a los demás que por sí solo podía lograr alcanzar lo que quería. Al darse cuenta de su lapso, Terrence endureció su mirada rápidamente antes de hablar.
—¡Excelente! La prueba no será necesaria, estoy seguro que lo harás bien. Déjame llamo a John y la Sra. Keith para comunicarles la situación. — expresó Terry, abriendo la puerta para llamar a sus empleados. —Ellos te dirán que harás y mañana podrás empezar a trabajar.
Dichos empleados vinieron y dejaron que Terry les explique la nueva posición del chico en la casa. Ellos no tardaron en llevárselo a hacer un recorrido del lugar y poniéndolo al corriente con sus labores que empezarían el día siguiente. El joven se despidió amablemente de Terry, agradeciéndole una y mil veces por la oportunidad antes de ser llevado al recorrido.
Candy, que había permanecido callada observando todo, no pasó por alto cada detalle del rostro de Terry durante el transcurso que duró la conversación con el muchacho y después con sus otros empleados. Así fue que cuando todos menos Terry se retiraron de la sala, ella se quedó viendo fijamente al joven actor con una mirada muy curiosa.
—¿Por qué me miras así, Pecosa? —sonrió ladinamente, al notar los ojos de ella fijos en él. —¿Acaso me quieres declarar tu amor?
Candy puso sus ojos en blanco, cruzándose de brazos y resoplando enfadada en su sitio.
—¿Por qué siempre terminas arruinando los momentos con tus bromas, Terry?
—No te molestes, Pecosa. Sabes que no puedo evitar bromearte, me sale natural contigo. Siempre tengo que ver esas pecas moverse sin cesar en esa hermosa carita mohína. — suspiró profundamente, viendo esas mismas pecas bailarinas una vez más. —He vivido demasiado tiempo sin ello.
—¡Estoy hablando en serio, Terry!
—Nunca he hablado más serio en mi vida. — comentó, apretando los labios para evitar una sonrisa, pero la chispa burlona de sus ojos no desaparecía.
—No sé porque no estoy convencida. — Candy seguía mirándolo con los ojos entrecerrados de la desconfianza.
—No me trates de cambiar el tema, Pecas. ¿Por qué me mirabas así?— esbozó su sonrisa de lado. —¿Te sigo pareciendo irresistible?
—¡Eres tan engreído! — lo acusó con exasperación.
—¡Y tú eres tan pecosa! — él sonrió más ampliamente.
—Una broma más, Terry, y yo… — amenazó con ojos furiosos —… yo voy a…
—Está bien. ¡Fuera bromas! — él dejó de sonreír para dar seriedad a sus palabras. —Por lo menos ahora. — dijo lo último en un murmullo que infalible oído de Candy llegó a oír.
—¡Escuché eso! — Candice arrugó su naricita indignada.
Terrence no pudo permanecer inmune a sus gestos más tiempo y empezó a reír a carcajadas en respuesta.
—¡Terry! — gritó Candy poniendo sus manos como jarra en su cintura.
—¡Perdón! — dijo él mientras intentaba controlar su risa. —Es casi imposible no reírse al ver esas pecas en acción.
Había dicho eso último con tal sinceridad que la desestabilizó a ella.
"No sonrías, Candy." — se ordenó la pecosa a sí misma, forzándose a mantenerse impasible. —"Hagas lo que hagas… ¡No sonrías, Candy!"
Sin embargo, ni aun con sus mayores esfuerzos, ella terminó por esbozar una pequeña sonrisa involuntaria. Esa reacción le era inevitable, a pesar que las bromas de Terry solían exasperarla, esta era su forma de tratarse, por alguna razón esas mismas bromas siempre terminaban haciéndole cosquillas al corazón.
Luego de unos momentos tratando de controlarse, Terry al fin se pudo calmar. Inhalando profundamente, expresó:
—Pero ya deja de evadir mi pregunta, Pecosa. ¿Me vas a responder?
—Si quieres saberlo. — ella liberó un suspiro, dejando de estar a la defensiva. —Estaba pensando en cómo tratas de esconder cosas.
—¿Yo trató de esconder algo? — arqueó una ceja, intrigado por saber la respuesta.
—Así es. — afirmó muy segura.
—¿Y qué es lo que trato de esconder si se puede saber? — preguntó burlonamente.
—Por más que tratas de ocultarlo tu nobleza siempre se refleja de alguna manera en tus ojos, como hace un momento en que miraste cálidamente al muchacho. Hasta te ves tierno en cierta forma.
—¿Yo? ¿Tierno? — Terry frunció el ceño ante ese comentario.
No lo hacía mucha gracia ser calificado de tierno. Hermoso, por supuesto, irresistible, también, un dios griego encarnado en hombre, cuanto mejor, hasta atractivo podría ser, pero… ¿tierno? ¿Qué tenía él de tierno?
—Sí, aunque trates de ocultarlo se nota de muchas formas. Pero no te preocupes. — agregando un cierto aire conspirativo a su voz, Candy añadió. —Tu ternura va a ser sólo un secreto entre nosotros dos. — ella guiñó un ojo en complicidad y le sonrió traviesamente.
Terry parpadeó unos instantes considerando lo que su pecosa le decía. Aunque no sabía que tan cierto podía ser eso, de lo que Candy le decía había algo de lo que estaba completamente seguro. Enfocando firmemente sus ojos en los de ella, sólo pudo murmurar con la voz ronca.
—Mi ternura, si es que la tengo, creo que sólo ha sido para ti, Candy.
Y ahí estaban otra vez, esos mismos ojos color mar mirándola con inmensa ternura, casi abrumadora que dejó a Candy sin aliento. Terry era un hombre de tantos contrastes: a veces tierno y dulce, otras cínico e inaccesible. Podría llegar a ser una verdadera paradoja muy difícil de entender.
Candy tragó con dificultad, haciendo frente a esa mirada tan sincera, tan abierta, sin ningún tipo de fachada en la que era como si Terry la estuviera viendo con el corazón en los ojos.
Ella intentó pensar en las palabras precisas que decirle, pero sólo terminó susurrando ingenuamente.
—¿Cómo es que a veces dices cosas tan lindas y otras veces lo que dices sólo hacen que quiera gritarte?
Terry rodó sus ojos, frunciendo los labios antes de decir:
—¿Y mira quién termina arruinando los momentos ahora? — enarcó una ceja y movió su cabeza en reclamo.
"¡Candy!" — los irresistibles labios de Terry se dibujaron en una sonrisa divertida. —"¡Mira cómo me tienes!"
TyC TyC TyC TyC TyC
Para Candy el tiempo pasó con asombrosa rapidez, no entendió cómo fue que con sólo estar al lado de Terry las horas se fueran volando y prácticamente parecieran minutos. Tal vez todo era parte de este extraño sueño y el que la noche llegara rápidamente, sólo indicaba que este sueño estaba por llegar a su fin.
Después que cenaron tranquilamente y que Terry se pasara leyendo en su estudio hasta pasada la medianoche, el joven actor salió en dirección a su habitación para irse a dormir.
Una vez dentro de su cuarto, Terrence otra vez pudo ser consciente de la intimidad de la locación. Cientos de pensamientos y sentimientos comenzaron a recorrer a través de él. Estaría mintiendo si dijera que no había imaginado a Candy muchas otras veces en este mismo lugar, en otro tipo de situaciones. ¡Demasiadas veces para poder contarlas!
Sería un tonto si pensara que tener a su hermosa, hechizante y dulcemente seductora pecosa en su habitación no lo afectaría de alguna forma.
Verla ahí a su lado y junto a una cama, como tantas otras veces la había soñado, no podía garantizar autocontrol cuando en este momento no tenía ningún tipo de pensamiento virtuoso del que hacer gala.
"¿Pensamiento virtuoso?" — Terrence parpadeó confuso ante lo ilógico que sonaba eso en su mente.—"¡Soy un completo idiota!"
El corazón de Candy se aceleró en cuanto percibió la intensa mirada de Terry recorriendo su figura. Con la respiración también agitada, reunió todo las fuerzas que podía antes de hablar:
—¿Y ahora?
Terry la seguía viendo intensamente, controlando toda esa abrumadora lucha interna de pensamientos y emociones que vivía.
—Supongo que me iré a cambiar. — dijo roncamente casi no reconociendo su voz, antes de hacer un gran esfuerzo en apartar sus ojos de ella.
Cerrando sus ojos e inspirando profundamente para tranquilizarse, Terry volvió a observarla una vez más.
—Acércate un poco a la puerta del baño. Voy a cambiarme del otro lado nada más.
Candy se movió con lentitud hasta quedar frente a él, y Terry la miró como si quisiera decirle algo, pero luego sacudió la cabeza y se dirigió al baño mecánicamente para ingresar en él con un rotundo golpe en la puerta.
Fue ahí cuando Candy se quedó sola en el cuarto, liberando un tembloroso suspiro que no podía ni reflejar todo el conflicto que ella misma vivía en su interior sintiendo su corazón casi a punto de explotar en su pecho. Sí, todo esto era igual de difícil para ella también.
Al volver Terrence al cuarto, él traía puesto un pantalón de pijama y una camisa de mangas sueltas. Ella contuvo el aliento al notar cómo la ropa dejaba al descubierto parte de su pecho. Tragando con dificultad, vio cómo él se dirigió a la cama pausadamente para recostarse en ella.
—Creo que deberías venir a aquí, Pecas. — Terry se hizo a un lado y le dejó espacio para que ella también se recostara.
Candy ni siquiera entendió cómo pasó, pero sus pies terminaron caminando hacia la cama, recostándose sobre ella y mirando a Terry con una sonrisa ansiosa.
"¡Ella está flotando en posición recostada sobre la cama!" — notó el joven todavía con incredulidad.
La joven pecosa se puso de costado y examinó atentamente el rostro de Terry con el corazón más galopante que nunca.
"¿Entonces este es el fin del sueño?" — se dijo con pesar, reprimiendo esa amarga decepción que tenía al creer que ya iba a despertar.
"A pesar de todo fue un sueño magnífico" — sonrió tristemente, conteniendo el nudo de pena que se formaba en su garganta y las lágrimas que se acumulaban en sus ojos.
Inhalando hondamente y dejándose perder en el profundo aroma a lavanda de Terry, cerró sus ojos trémulamente.
Mientras tanto… ¡Cómo sufría el pobre Terry! Ya estaba reaccionando otra vez a la cercanía de Candy y a ese embriagante perfume que ella desprendía. Sentía su pulso acelerarse con el deseo de poder hacer realidad todas esas fantasías que alguna vez había tenido.
¿Hacerlas realidad? ¿Cómo podría hacerlo si ni siquiera podía tocarla?
"¡Ah! ¡Sólo soy un simple mortal!" — suspiró pesadamente, fijando su mirada en el techo con el rostro contraído. —"No soy ningún santo. ¿Por qué sabiendo eso la vida me pone en esta situación?"
¿Acaso querían volverlo más loco de lo que estaba? ¿Qué hombre con sangre en sus venas podía soportar esto?
Cerrando sus ojos con cansancio, exhaló casi sin ganas.
"¿Y si Candy desaparecía?" —ese aterrador pensamiento vagó por su cabeza apenas sus párpados se cerraron. Abrió sus ojos en el acto, muy inquieto. Por suerte, Candy seguía junto a él y pudo suspirar tranquilo.
¿Tranquilo? ¿Cómo podía estar tranquilo ahora con este temor?
En cierta forma, él sabía que el que ella desapareciera debería contentarlo, ¿no? Después de todo, eso significaría que no estaba tan loco como pensaba, todo pensamiento racional le decía que sería lo mejor que ella no estuviera aquí mañana.
"¿Lo mejor?" — apretó sus labios, viendo con añoranza a su pecosa locura. —"Pero yo no quiero que desaparezca. Sea como sea, prefiero estar volviéndome loco a no verla de nuevo."
Pensamientos opuestos que peleaban entre sí en su cabeza. Poco a poco esa batalla lo fue dejando totalmente agotado hasta el momento cuando no pudo luchar más y el sueño fue tan instantáneo como inoportuno. Sus ojos terminaron cerrándose con pesadez hasta perder todo rastro de consciencia.
Lo próximo que supo fue que era despertado por un delicioso perfume de rosas silvestres y vainilla, llenando sus fosas nasales nuevamente en una sensación embriagadora y a la vez tan placentera que lo hizo suspirar inconscientemente.
"¡Qué maravillosa manera de despertarse!"— pensó con una leve sonrisa perezosa mientras los rastros de sueño aún inundaban su mente.
Sin embargo, en cuanto la procedencia de ese inconfundible aroma se clavó en su cabeza poco después, Terry abrió sus ojos sobresaltado, y se sorprendió de ver a Candy a su lado, mirándolo fijamente.
—Sigues aquí. —murmuró él sin poder creérselo.
—Esto ya me está preocupando. — la dulce voz de su pecosa sonaba levemente agitada. —No sólo preocupando, me está dando un poco de miedo.
—¿Y me lo dices a mí? — no pudo evitar sonreír, mofándose de sí mismo.
"¡Qué felicidad de seguir tan demente como ayer!" — fue lo último que pensó hasta que ya no pudo controlarse y se puso a reír como todo el loco que creía que era.
Continuará…
ANOTACIONES:
(*1) Townhouses: Significa "casas adosadas". Es un concepto nacido en Europa y los Estados Unidos hace unos 100 años, cuyo término es usado para designar a casas de dos pisos, compuesto por planta baja donde alberga sala, comedor, cocina con áreas comunes, y planta alta con los dormitorios.
(*2) Trifle: Es un postre tradicional de la cocina inglesa elaborado en capas a partir de crema pastelera, frutas, masa de bizcocho, zumo de frutas o, gelatina y nata montada.
o-o-o
"Las palabras no esperan el momento perfecto, crean sus propios momentos perfectos convirtiendo los instantes más ordinarios en segundos especiales."
Espero haber hecho especiales estos momentos dedicados a mi historia.
Gracias por leer.
. . . . . .
By: Sundarcy
NOTAS DE LA AUTORA:
¡Ustedes son estupendas! ¿Lo sabían? No espere encontrar tanto amor y tantas palabras de cariño al regresar al Candymundo. De hecho, esperaba tomatazos y justos reclamos. ¡Je, je, je! ;-) Me lo merezco, después de todo.
En realidad, me ha emocionado mucho el recibimiento que he tenido, y es que más que la bienvenida en general, lo más significativo fueron los mensajes que recibí de las que todavía me recordaban. Estoy súper conmovida, y de verdad que me han dejado sin palabras. Quisiera agradecer a cada una de ustedes, así que decidí dejarles un mensaje en los comentarios para no explayarme mucho por aquí, pero sepan que yo las llevaba en el corazón a todas ustedes desde entonces y el que ustedes me hayan recibido con tanto cariño a mí, cual hija pródiga que se desapareció durante años sin explicación, me ha llegado profundamente en el alma. ¡Gracias a todas!
Yo las extrañé bastante a ustedes, extrañaba intercambiar ideas, perspectivas y opiniones, y es que pese que a no siempre estaremos de acuerdo en lo mismo, a todas aquí nos une nuestro continuo amor por los personajes de esta maravillosa historia que creó Misuky. Dije que no iba alargarme mucho por aquí, así que les pido por favor que vayan a los comentarios en donde les hablo a cada una.
Por otra parte, algo que quiero decirles, pero que siempre me olvido de mencionar es que la historia se desarrolla de manera lenta. ¿Por qué me preguntaran? Pues, la razón principal es que la mayor parte de la historia sucederá en un período de 7 días aproximadamente. Habrán algunos saltos en el futuro, sin embargo el argumento central se destacará en Candy y Terry, especialmente en su manera en cómo se adaptan a estar juntos en esa extraña situación
Si bien sé que puede que algunas se desesperen porque ellos no se enteran de lo que pasó con Candy lo más pronto posible, sepan que es importante para el desarrollo de la historia. Si quisiera que se enteraran de lo que pasó, haría que suceda en el siguiente capítulo y se acabó la historia ahí nada más. Sin embargo, yo quiero transmitir un mensaje sobre el amor de Candy y Terry, y eso debo hacerlo de la mejor manera posible. Ya me entenderán cuando lleguemos a esa parte. ;-)
Por tal motivo, cuando Terry se entere de lo qué pasó con Candy va a ser todavía mucho más adelante. Así que por favor les pido que no se desesperen, porque es necesario que así sea, al ser uno de los momentos más críticos e importantes de la historia.
Y, bueno, creo que ya me expandí demasiado en este mensaje, tal como dije que no haría. ¡Rayos!
Sólo les reitero mi agradecimiento especial a todas ustedes, las que me siguen desde que comencé a publicar hace años, y también a aquellas bellas personas que han comenzado recién a seguir esta historia después de 'mi regreso.' Gracias a todas desde el fondo de mi corazón, son tan maravillosas y me hacen tan feliz. :')
Vuelvo en dos semanas con el siguiente capítulo. Cuídense mucho y bendiciones para todas.
Sunny =P
14/09/2020
