DISCLAIMER: Los personajes de "Candy Candy" no me pertenecen, son propiedad de Kyoko Misuki e Yumiko Igarashi. Realizo esta historia con fines de entretenimiento y sin ningún ánimo de lucro, sólo el ferviente deseo de liberarme de la espinita clavada en el corazón después de ver el anime y leer el manga. Por siempre seré terrytana de corazón.
DESEOS DE AÑO NUEVO © 2017 by Sundarcy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0. Está prohibido la reproducción parcial o copia total de este trabajo.
DESEOS DE AÑO NUEVO
By: Sundarcy
o-o-o
Capítulo 13: LA TRAMPA DE SUSANA
Residencia privada, Chelsea
Manhattan, Nueva York
02 de enero de 1920
Candice White Andley no había vivido muchas circunstancias como la de ahora, un momento en el que se había quedado tan falta de palabras. Generalmente, la mayoría de estas situaciones eran resultado del aturdimiento, sorpresa o turbación que experimentaba cuando menos se lo esperaba, y es que por más que era demasiado complejo entender sus propias reacciones, de lo único que estaba segura era que todo esto era causado por una sola persona: Terrence G. Grandchester. ¡Todo empezaba y terminaba con Terry!
Con su exasperante actitud de siempre, pero con esos hermosos ojos azul mar que ahora brillaban con una chispa divertida, él estaba al lado suyo justo ahora; y por alguna razón desconocida, se había puesto a reír de la nada hacia sólo unos instantes.
"¿Y ahora qué le pasa?"— se preguntaba ella, sumida en un mar de confusión y asombro.
Era peculiar que hacia sólo unos segundos había estado tan preocupada por haberse despertado para darse cuenta de que todavía seguía en su sueño, aparentemente en un nuevo día, que le resultaba desconcertante estar ahora más perpleja por la risa de Terry que por lo anterior. Parecía como si todas sus preocupaciones y miedos anteriores hubieran quedado momentáneamente olvidados ante lo que pasaba ahora, y aunque seguramente esa ansiedad vendría más tarde a atormentarla; por el momento, tendría que recuperar algo de calma si es que quería liberarse de parte de sus confusiones.
Aún conociendo de primera mano todo el sinnúmero de emociones que experimentaba con Terry, nunca dejaba de ofuscarla la forma en que le ocurría esto, sobretodo porque muchas veces solían pasar varios minutos hasta que podría entender al menos parte de la situación.
Afortunadamente para ella, pasada la primera conmoción, siempre sucedía algo que le devolvía las palabras. En este caso, lo que la hizo romper el silencio fue una gran indignación, toda ella dirigida hacia Terrence.
—¡Ya basta, Terry! ¡Deja de reírte!
Gritando muy furiosa, Candy se levantó de la cama velozmente, no pudiendo controlar la creciente irritación que sentía con ver a Terry tan campante burlándose de ella.
"¿De qué se ríe?" — pensaba, a duras penas aplacando su molestia, viendo cómo el joven actor se incorporaba sobre la cama, tratando de controlar su risa con mucho esfuerzo.
—No entiendo porque te ríes. — volvió a hablar Candy con una chispeante mirada irritada, alzando la barbilla a la defensiva en cuanto él dejó de reírse.
Sin planearlo, la joven había arrugado su naricita, poniendo sus manos sobre su cintura que aunado al suave rubor que subía por sus mejillas producto del enfado que sentía, solamente lograba presentarse ante Terry como una imagen de lo más adorable que hizo que su divertida mirada se suavizara un poco.
—¿Cómo quieres que no me ría, Pecosa? — se excusó el joven, esforzándose por mantener la seriedad, aunque el brillo burlón de sus ojos lo delataban. —¡Estoy demente! Pero, sorprendentemente, eso me hace muy feliz.
Él la vio fijamente a los ojos con una mirada tan llena de intensidad que Candy tuvo que tragar duramente para poder ser capaz de respirar de nuevo. Notando su reacción, Terry torció sus labios en una sonrisa ladeada.
—Me parece la mejor de todas las noticias el estar perdiendo la cabeza. ¿Acaso no es eso divertido, Pecas?
—¿De qué hablas? — inquirió confundida la joven, parpadeando repetidas veces e intentando dominar todo lo que podía el aturdimiento que experimentaba bajo la mirada de esos profundos zafiros verdosos de Terry.
Sin embargo, otra incontrolable ronda de carcajadas salió de los labios del joven actor, casi ahogando lo que él quería decirle y acabando así con cualquier turbación que ella pudiera tener. Estampando imaginariamente uno de sus pies sobre el suelo, Candy resopló enfadada en su sitio.
—Si sigues así, únicamente riéndote y hablando en acertijos, después seré yo la que decida no hablarte. — advirtió ella sin mucha paciencia. —¿Me entiendes, Terry?
Pero en vez de responderle a su ultimátum como le gustaría, el castaño sólo siguió riendo como si se le fuera la vida en ello.
—¡Ah! ¡No tienes remedio!
Exasperada, Candy alzó sus manos al cielo, dándole la espalda y apartando sus ojos de él. Ahí sí Terry paró de reír, arqueando sus cejas, extrañado por esa actitud.
—¡Vamos, Pecosa! Tampoco es para que te pongas así.
Se acercó a ella pausadamente y sin planearlo su nariz se inundó de esa deliciosa fragancia a rosas que emanaba de ella. Terrence suspiró inevitablemente feliz de tenerla cerca y acabó rápidamente con toda la distancia que los separaba.
Aunque Candy agrandó los ojos instintivamente al percibir que él se acercaba por detrás suyo, ella siguió muy empeñada en quedarse callada. Ni siquiera cuando el apuesto actor decidió ponerse frente a ella para así poder observarla a la cara, ni siquiera ahí la joven dejó de mantener la mirada fija en el suelo no dispuesta a ceder.
—¿No me vas a mirar al menos?
Inclinándose lo suficiente como para poder observarla de cerca, Terry levantó con lentitud una de sus manos muy cerca de su pecoso rostro, deseando poder tocar esa delicada y blanca piel de la mejilla de ella.
—Muéstrame esos hermosos ojos verdes de nuevo.
La suave súplica en su voz hizo que ella se estremeciera inexplicablemente. Por alguna razón, la voz de Terry tenía un matiz tan hechizante que a Candy le pareció como un llamado en el que ni ella misma fue consciente de cuándo o cómo alzó la mirada lentamente para verlo a los ojos una vez más. Ahí estaban de nuevo, esos ojos color mar que tenían ahora un brillo tan hipnótico que no hizo más que dejarla congelada en su sitio.
—Así que Tarzán Pecosa me pondrá 'La Ley del Hielo.'
Él tanteó sus palabras para ver cómo reaccionaba, pero todo lo que logró fue que ella lo mirara con los ojos entrecerrados. Algo divertido por ello, Terry se encogió de hombros y siguió su conversación unilateral sin problema.
—Bueno, supongo que en algún momento me tendrás que volver a hablar, Pecosa. No es como si te fueras a separar de mí, me vas a seguir a donde vaya, después de todo. — sonrió el muy bribón, encantado con ese detalle del que hablaba. —Pero por ahora, me tengo que bañar.
Apenas lo escuchó, Candy se tensó como una cuerda violín, soltando un jadeo inconsciente para sólo poder mirarlo con la boca bien abierta.
"¿Otra vez?"— pensó ella nerviosamente. Ayer ya había sido suficiente prueba, ¿cómo haría hoy para controlarse?
—Sí, Pecas, otra vez me tengo que bañar. — le respondió Terry como si hubiera leído sus pensamientos. —Me baño todos los días, no soy como el 'Elegante', que probablemente lo hace una vez al mes. —terminó sonriéndole con sarcasmo.
Antes de que ella pudiera responder, Terry ya estaba camino al baño, llevándola con él. Así fue como Candy se encontró enfrentando, una vez más, otra de las grandes pruebas de su vida, lo que suponía la adictiva tortura de acompañar a Terry mientras se bañaba. Tenerlo tan cerca y sin poder tocarlo, saberlo así a su disposición y ni siquiera poder voltear a mirarlo… ¡Ah! Ella creyó que se volvería loca en esa encrucijada, era demasiado agonizante, pero a la vez tan… tan tentador.
La nerviosa joven apretó sus labios y liberó un suspiro tembloroso.
"¡Vamos, Candy! Puedes hacerlo." — se dijo a sí misma, tratando de infundirse valor para afrontar esta prueba.
Por suerte, todavía tenían que traer el agua para el baño, lo que le dio tiempo de preparar su mente y sus emociones. Durante esos minutos, creyó haber alcanzado una calma sorprendente para enfrentar esta prueba, pero en cuanto escuchó el chapoteo del agua que indicaba que Terry había entrado en la tina, toda esa tranquilidad se desvaneció de un plumazo. Su cuerpo se tensó tanto que parecía una estatua, incapaz de moverse ni de girar la cabeza, su postura parecía un reflejo casi igual que el día anterior.
No fue hasta unos segundos después cuando Candy notó un detalle del que no se había dado cuenta antes, era un espejo situado cerca de la puerta lo que llamó su atención.
"¡Qué raro! Juraría que ese espejo no estaba ahí cuando entramos." — reflexionó con cierta perplejidad.
Claro que no estaba, el muy tramposo de Terry lo había dejado ahí hace un momento, en un instante en el que ella no se percató, y lo hizo con toda la intención, porque ese espejo le ofrecía a la joven un reflejo en primera plana del apuesto actor mientras se bañaba.
Candy dejó de respirar en cuanto sus ojos captaron esa imagen por primera vez y sus labios se entreabrieron sorprendidos por lo que veía.
"¡Dios mío!" — estuvo a punto de exclamar.
Frente a ella aparecía expuesta parte de la belleza masculina de Terrence en todo su esplendor. La sangre le subió a la cabeza mientras observaba cómo los músculos de la fuerte espalda del joven actor se contraían y relajaban sincrónicamente entre respiraciones. Todavía incapaz de mantenerse tranquila, Candy tragó en seco intentando aplacar su agitación.
No podía apartar los ojos del reflejo de la musculosa espalda de Terry por la que él pasaba la esponja, comenzando a frotar sus muy bien formados brazos y hombros. El joven actor era un verdadero espectáculo digno de contemplar que Candy podía sentir un extraño y exquisito cosquilleo recorrer su cuerpo, emergiendo con inesperada fuerza desde su interior. Su respiración se aceleró, haciéndose mucho más pesada a la par que toda esa corriente de sensaciones que luchaban en ella por contenerse la abrumaron hasta tal punto que la dejaron repentinamente mareada.
Justo cuando creía que no lo iba soportar más, a Terry se le cayó el jabón en el suelo de las baldosas de la tina y se movió para recuperarlo, dejando así al descubierto en el reflejo la longitud de su espalda y el contorno de su maravillosamente esculpido pecho.
Soltando un jadeo ahogado que parecía casi doloroso, Candy retrocedió y cerró los ojos.
"¡Dios del cielo, ayúdame!" — rogó para sus adentros, casi sin fuerzas para pensar lógicamente.
¿Cómo iba a manejar compartir el resto del sueño con él si iba a estar recordando esta escena todo el tiempo? Podía sentir su propio cuerpo reaccionando a esa imagen, queriendo sentir el fuerte y cálido cuerpo de Terry junto al suyo mientras aspiraba su aroma a lavanda que sólo la hacía estremecer.
Prontamente, ella abrió los ojos y los desvió al suelo, enrojeciendo al rojo vivo. Sacudiendo su cabeza, intentó borrar esa imagen de su mente, sintiendo de repente la necesidad de mojarse con agua helada… ¡cómo si pudiera hacerlo! Con una inusitada rapidez, Candy comenzó a ir de un lado a otro del baño, encontrando el cuarto súbitamente sofocante.
Deseando algo con que distraerse, se encaminó a una pequeña ventana que estaba entreabierta. Inspirando hondamente para reprimir su turbación, quiso ser capaz de apoyarse contra el alféizar de la ventana, ya que sentía que no le faltaba mucho para perder toda su fuerza.
Así se quedó bastante rato, esperando calmar todo lo que podía ese fuego que aún la perseguía, y aunque lo intentó tanto, la imagen de Terry seguía tentando su mente.
Fue poco después cuando un carraspeo de garganta interrumpió sus pensamientos, haciendo que brincara sobresaltada en su sitio en el momento en que sintió una presencia atrás suyo. Había estado tan inmersa en su tormenta interna de emociones que no se había percatado que Terry ya había acabado de bañarse, y se había acercado a ella. Con todo el esfuerzo del que era capaz y preparándose para enfrentarse a él luego de haberlo visto por el espejo, Candy volteó lentamente con la respiración todavía agitada.
Una vez cara a cara con Terrence, sus ojos se regocijaron en ver esa magnífica visión que él representaba con una toalla cubriéndolo desde la cintura, pero todo su húmedo pecho descubierto ante ella. Su garganta se secó al instante y sus ojos no podían apartarse de él.
—¡Jesús, María y José!
Los ojos de Candy se abrieron al máximo en cuanto se le escapó esa exclamación, y aunque trató de cubrirse la boca para ahogar sus palabras, ya era demasiado tarde porque Terry la había escuchado.
—¡Vaya! Creo que tu 'Ley de hielo' se acabó, Pecosa. Parece que ya me estás dirigiendo la palabra ahora, es bueno escucharte hablar de nuevo.
Terry sonrió de lado, cruzando pausadamente sus brazos sobre su pecho.
—¿Y quién diría que lo harías para rezar? Te has vuelto muy religiosa últimamente, ¿no? Te paro oyendo nombrar a Dios y diversos santos bastantes veces, especialmente cuando me miras. ¿Por qué será?
Acabó arqueándole una ceja inquisitivamente en un gesto algo pícaro que lo hacía ver tan irremediablemente atractivo que Candy se quedó con la mente en blanco, mucho más cuando sus ávidos ojos notaron cómo sus bíceps se marcaban cuando él flexionaba sus brazos.
Terrence parecía tan divertido con su turbación, que cuando Candy lo miró a los ojos de nuevo, se sintió muy irritada por el brillo burlón en esos ojos color mar, aparentemente causado por las inevitables reacciones que ella tenía hacia él. Esa indignación le hizo recuperar el habla como no lo hubiera hecho alguna otra cosa.
—¡Se acabó, Terry! — exclamó finalmente, con la voz cargada de frustración. —Ya no estés jugando, te voy a pedir que te comportes de ahora en adelante. ¿Comprendido?
Candy había dicho eso con un tono que claramente reflejaba su molestia, pero la expresión de su rostro con sus pecas moviéndose en su carita sonrojada podría resultar tan encantadora para cualquiera que no era de sorprender que la única reacción que Terry tuviera a eso fuera la de reírse enérgicamente, con tanta gracia que muchos pensarían que le habían dicho el más gracioso de los chistes.
La joven no supo que más hacer, solamente pudo entornar sus ojos en exasperación, nada sorprendida con esa reacción tan común que Terry estaba teniendo últimamente.
"A este paso él se la pasará riendo todo lo que durará este sueño."
Ella se cruzó de brazos, presionando sus labios. Si este sólo era al inicio del día, ¿qué es lo que debería esperar Candy para el transcurso de la mañana?
"De verdad que no lo sé ni lo entiendo" — sacudiendo su cabeza, suspiró con cansancio.
Inconscientemente, su rostro adoptó un dulce gesto pensativo, tratando de comprender algo de lo que le pasaba, y se quedó tan abstraída con ese último pensamiento que no se dio cuenta cuando de pronto Terry dejó de reírse, esbozando su característica sonrisa torcida.
El joven actor se había puesto a observarla fijamente y sus ojos recorrieron cada detalle de su pecoso rostro con mucha insistencia, hasta que Candy enfocó sus propios ojos sobre él en el momento en que sintió la vehemencia de la mirada de Terry sobre ella. Si antes podría haberse cuestionado la tan inmensa variedad de sensaciones que experimentaba con Terrence, ahora no podía dejar de sentirse totalmente ofuscada por lo raras que se volvían durante el sueño.
Había momentos en los que ni siquiera se sentía dueña de sus propios actos, porque ella sólo tenía que ver a Terry mirarla con esa hermosa sonrisa ladeada tan típica de él, y notar la abierta fascinación e incluso felicidad de tenerla a su lado que desbordaba tan naturalmente en sus preciosos ojos color mar, para que no le importara en lo más mínimo hacia donde la arrastrara. Él podría haberla llevado a recorrer páramos helados o secos desiertos, podría llevarla hasta la Luna y muy probablemente nunca se hubiera dado cuenta cómo es que terminó ahí.
—¿Sabes que ahora puedo sentir el dulce aroma de las rosas junto con la vainilla, Pecosa? — le dijo él con suavidad, acercándose a ella e inhalando profundamente para aspirar una vez más ese perfume que lo enloquecía.
—Es tu aroma, Candy.
Suspirando complacido, Terry cerró los ojos un instante y se lamió sus labios como si en ellos sintiera esa fragancia. Candy se estremeció por sus palabras y su cercanía, aún más al percibir su cálido aliento sobre su cuello. Sin saber que responder, ella apartó sus ojos al suelo, algo que no le ayudó mucho pues su mirada terminó chocando frente a frente con el desnudo torso de Terry.
Ahí se percató cómo una solitaria gota de agua que provenía de su cabello húmedo hacía un travieso recorrido por su pecho, bajando lentamente a su abdomen. Observándola, ella se vio asaltada de la más curiosa de las preguntas, no pudo evitar preguntarse cómo se sentiría tocar esa solitaria gota de agua sobre su cálida piel.
—¿Qué hay de ti? — le habló Terry, tomándola por sorpresa y haciendo que levantara sus pasmados ojos verdes del concentrado escrutinio que le hacía a su pecho. —¿Qué es lo que percibes, Pecosa?
Inspirando brevemente, Candy se inundó de un perfume que sólo asociaba con alguien.
—Lavanda— contestó casi sin voz, tragando con dificultad. —Tu aroma, Terry.
Su respiración estaba entrecortada, el aire en el baño estaba impregnado de su perfume, envolviéndola y haciéndola sentir como embriagada.
—Eso pensé.
Escuchar su voz tan profunda únicamente sirvió para agitarla más, y como un hechizo, ahí estaba de nuevo, esa intensa mirada en esos hermosos ojos color mar que la volvían loca junto a esa sonrisa que tanto adoraba para que a Candy no le quedara ninguna duda al respecto.
"Estoy perdida..." — fue lo último que pudo pensar antes de liberar un suave, pero muy profundo suspiro.
Casi como si hubiera sentido el corazón de Candy susurrándole esas palabras, la ferviente mirada de Terry comenzó a brillar de emoción incontenible para luego ampliar su preciosa sonrisa con sutileza, causando que a ella se le hiciera imposible desenredar todo ese nudo de palabras que quedaron atrapadas en su garganta.
No obstante, antes de que pudiera responder, él volteó rápidamente en su sitio para dirigirse a su cuarto a cambiarse, dejando a Candy una vez más sin palabras en su boca.
La joven sólo pudo escuchar la puerta cerrarse a sus espaldas a la vez que un extraño entumecimiento se extendía desde su pecho hasta el resto de sus extremidades. Sacudiendo su cabeza para centrar sus pensamientos, tragó duramente.
"… en verdad, estoy absolutamente perdida."— concluyó, perdiéndose en los desbocados latidos de su corazón.
Inspirando profundamente, Candy se concentró en tranquilizar sus emociones. Necesitaba calma para prepararse para lo que venía, parecía que esto recién estaba empezando y no tenía ni idea que le esperaba más adelante...
TyC TyC TyC TyC TyC
No fue mucho tiempo después en pleno desayuno, cuando aquellas preocupaciones anteriores que Candy tuviera apenas despertó esta mañana, volvieran a perseguirla de nuevo.
Aunque ella no dejaba de reflexionar sobre su situación una y otra vez, su cabeza sólo terminaba dando vueltas y vueltas siempre encontrándose con más preguntas que respuestas, siendo precisamente esa la razón por la que todo se volvía más confuso mientras mayor era el tiempo que pasaba.
"Tal vez debería empezar desde el inicio de toda esta lista de dudas y confusiones." — se aconsejó a sí misma luego del largo rato que llevaba sentada en silenciosas contemplaciones. Siguiendo esa idea, empezó a recapitular todo desde el inicio.
Lo primero y tal vez lo más importante era que Candy no comprendía porque este sueño resultaba más largo de lo normal, demasiado largo para poder seguir pasándolo por alto. ¿Cuánto tiempo es que supuestamente estaba durando?
"¿Dos días? ¿En verdad han pasado dos días?"— llevó sus manos a su boca en desconcierto. —"¿Por qué sigo soñando aún?"
Mordió sus labios nerviosamente tratando de resolver esa inquietante pregunta, al menos eso debería saberlo, ¿no?
"Si así debería ser, ¿por qué ni siquiera eso puedo responder?" — se quejó, frotando sus manos contra su frente, intentando apagar el breve dolor que sintió ahí de repente. Ahí estaba otra vez, esa extraña punzada en su frente que aparecía de la nada y que sólo seguía aumentando su lista de dudas.
Suspirando cansadamente, se sintió un poco molesta por seguir sin resultados.
"Mejor paso al siguiente punto de la lista." — asintió para sí misma de manera pensativa.
Lo segundo y lo más desconcertante de todo era que, a pesar de tener esta continua sensación de intranquilidad por no poder controlar totalmente este sueño, la verdad era que no estaba realmente asustada.
De hecho, por raro que pareciese para cualquier otra persona, ella no se quejaba de su sueño, sino al contrario, estaba muy contenta, casi eufórica por el giro de acontecimientos en el que su mente le seguía regalando más tiempo al lado de Terry. En compañía de él, el tiempo pasaba rápidamente, haciendo como si las horas parecieran minutos y Candy ni siquiera se daba cuenta del paso del tiempo.
¡Oh! Pero el tiempo seguía transcurriendo, eso también era algo muy obvio para ella, aunque un poco confuso porque si lo veía de otra forma, puede que en realidad sean sólo los minutos que estaba soñando, y muy ciertamente, aún no se cumpliría ni unas cuantas horas de estar durmiendo.
La joven contrajo su carita poco a poco considerando esa repentina idea, tal vez eso podría explicar porque no despertaba todavía. Quizás en su sueño parecían días cuando verdaderamente era menor el tiempo que llevaba dormida, aunque claro que ella no tenía manera de comprobarlo si no despertaba.
Justamente, ese era el otro detalle del asunto que seguía dando vueltas en su cabeza sin respuesta. Pues mientras Candy lo consideraba más tiempo, se daba cuenta que ella realmente no quería despertar, por más que se sintiera tan ansiosa por no comprender lo que pasaba.
¿Tenía sentido que estuviera tan feliz por no despertar aún?
Umm... puede que no, pero había extrañado tanto a Terry que no le importaba en lo más mínimo. Ella quería vivir este sueño lo más que podía, perderse en esta realidad que parecía tan asombrosamente auténtica que hasta había momentos en los que Candy misma se olvidaba que estaba soñando y que el Terry de su sueño no era real.
¿Cómo hacer frente a esto si ni ella misma era capaz de comprender sus reacciones?
Mucho menos entendía porque soñaba con Terry en situaciones tan… tan… ¿cómo llamarlas?
"Situaciones tan… ¿extrañamente placenteras?"
Sí, quizás ese sería un buen adjetivo para describir lo que provocaban toda esa ráfaga de emociones que la invadían en aquellos momentos. Si sólo acompañar a Terry en su baño parecía haber sido suficiente el día anterior, ella debía admitir que el dormir juntos también fue otra gran prueba y… ni qué hablar de lo que pasó esta mañana cuando se bañaba de nuevo.
Candy apretó sus labios, agrandando sus ojos inconscientemente y sintiendo que su respiración se agitaba de sólo recordarlo.
"¡Ah! Ya ni sé lo que estoy pensando. ¡Todo esto es un enredo!"
Soltando un pequeño gemido presa de su frustración, Candy cubrió su rostro con ambas de sus manos.
Todo esto se le estaba saliendo de las manos, el tener a Terry a su lado era una bendición, y ciertamente lo agradecía, pero… ¿por qué sus reacciones a él tenían que ser tan singulares?
Esa era exactamente la razón por la que Candy no lograba recordar todos los detalles que sucedieron después para que terminara aquí, otra vez con Terry desayunando en su comedor para iniciar aparentemente su día. Con lentitud, ella despejó sus manos de su rostro y recargó su barbilla sobre el dorso de su mano.
"¿Por qué todo tiene que ser tan complicado?"
Contrayendo sus cejas abstraídamente, se puso a pensar una vez más que el resultado de toda su meditación era el mismo, seguía tan confundida como antes.
Sintiéndose fijamente observada, ella levantó la vista de improviso y sus ojos se chocaron con los de Terry, quien la miraba con una ceja arqueada, claramente preguntándose la razón de su reacción de hacia minutos en que gimió y se cubrió el rostro con sus manos.
En inmediata respuesta, Candy le mandó una sonrisa ansiosa para despreocuparlo. No le parecía muy buena idea contarle lo que pasaba en su mente por ahora, sobretodo lo de su desconcierto por sus reacciones con respecto a él, así no se volvía consciente del poder que ejercía sobre ella.
Durante el desayuno, Terrence paraba viéndola de vez en cuando sólo para notar que mantenía muy firme en su preciosa carita un gesto de adorable desconcierto, una expresión tan encantadora que lo hacía sonreír involuntariamente.
Era tan extraño para él que Candy no estuviera atacando la comida como lo había hecho ayer, que eso nada más ya podría darle razones para sorprenderlo, pero el ver su carita pecosa llena de una angustia latente lo dejaba confundido y hasta un poco preocupado también.
"¿Otra vez preocupándote por tus alucinaciones?" — le preguntó esa voz en su mente con su insoportable tono racional.
Terrence sacudió su cabeza, resignado a seguir escuchando esa advertencia. ¿Qué más iba a hacer? Seguramente, antes que se diera cuenta una vez más le preguntaría a la Candy de su imaginación si se encontraba bien. De hecho, estuvo a punto de hacerlo sino fuera porque su pecosa lo sorprendió haciéndole una inesperada pregunta.
—¿Sabes cómo acabará esto, Terry?
—¿Qué?
El joven actor parpadeó repetidas veces intentando recordar que le acababan de decir.
"En verdad, tengo que prestar atención cuando estoy mirando como un tonto." — se reclamó consternado.
—Te pregunté si sabes cómo acabara esto. — repitió ella con más insistencia.
Él la miró alzando ambas cejas, sorprendido de que se le preguntara algo así, era como si la respuesta fuera muy obvia, y antes de que Candy inquiriera la causa de su reacción, Terry pudo recobrarse de su asombro.
—¡Por supuesto! — le contestó, brindándole una sonrisa ladeada que era un eco de la mofa que se estaba haciendo a sí mismo.
"Todo esto acabará conmigo en el manicomio." — se dijo con tanto sarcasmo que se dejaba traslucir hasta en su expresión. —"Como si no lo supiera ya."
—¿Cómo? — preguntó Candy, acercándosele con los ojos bien abiertos de la curiosidad por saberlo.
—¿Acaso no lo sabes?
Su pecosa negó con la cabeza, frunciendo el ceño ligeramente.
"¿Es que acaso tengo que saberlo?" — se cuestionó, notablemente aturdida.
Terry estaba por responderle cuando su mayordomo decidió hacer acto de presencia, entrando al comedor intempestivamente.
—Lo están llamando por teléfono, Sr. Graham. — anunció su empleado sin demora.
—¿Quién es?
—La señorita Baker, señor.
Él contrajo sus cejas en confusión, levantándose de inmediato del asiento para dirigirse con prisa al lugar donde estaba el teléfono, como siempre llevando a Candy tras de él. Sabiendo que su madre no solía llamarlo en las mañanas, era lógico que pensara que algo muy grave debió haber sucedido. Apenas llegó donde el teléfono, lo tomó entre sus manos para contestar la llamada.
—¿Eleanor? — habló con inquietud a la par que sentía la embriagante presencia de Candy acercarse por detrás.
—¡Hijo! ¡Qué bueno que contestas! — escuchó la agitada voz de su madre desde el otro lado de la línea. —¿Has recibido la revista semanal de hoy?
Confuso por la pregunta, enfocó sus ojos en Candy, viendo que ella elevaba sus cejas inquiriéndole con la mirada. ¿Por qué Eleanor le preguntaba algo así?
—Sí, lo recibí esta mañana. — respondió luego de un rato todavía confundido. —Pero ni siquiera lo he abierto, sabes que no me interesan esas tonterías que publican... ¿por qué lo preguntas?
—Hijo… — la voz de Eleanor sonaba mucho más abrumada. —… debes ir ahora al artículo principal en la página central.
El corazón de Terry inició un ritmo en ascenso, sintiéndose de pronto levemente sofocado. Muy bien, ya estaba demasiado alertado por el tono de voz de Eleanor para imaginarse cualquier cosa, pero ahora sentía que quizás debía estar preparándose para lo peor.
—¿Qué es lo que sucede? — él mismo no reconocía su propia voz.
—Anda a esa página, léela y me entenderás. — fue lo último que escuchó decir a su madre antes de dejar el teléfono a un lado, sólo sintiendo el acelerado latido de su corazón palpitar agitadamente en su pecho.
No perdió más tiempo y abrió en instantes uno de los paquetes con la revista semanal que llegó esta mañana y que por suerte estaba cerca de donde él se encontraba. Apenas leyó el encabezado, sus ansiosos ojos se agrandaron completamente sorprendidos.
— — — — —
BROADWAY BREVITIES(*1)
EXCLUSIVA: "Terrence Graham y Susana Marlowe: una historia de amor a punto de dar el gran paso."
¡La mejor sorpresa del año! Una primicia que obtuvimos luego que la conocida pareja en compañía de la madre de la ex actriz asistieran a la fiesta por celebración de Año Nuevo ofrecida por nuestro estimado gobernador.
Las personas asistentes a la velada, que se encontraban cerca del aclamado "Príncipe de Dinamarca," han confirmado que la joven pareja había anunciado públicamente la próxima celebración de sus nupcias, trayendo reacciones de todo tipo entre los invitados con la revelación de aquella impactante noticia, en donde incluso hay quienes afirman que algunos hasta se cayeron de la impresión al enterarse.
¡Qué gran noticia tenían planeada anunciar en esa reunión! De haberlo sabido, hubiéramos estado ahí en primera fila registrando el momento a momento de todo lo que sucedió. Sin embargo, aún con el inconveniente, les informamos por este medio que ahora ya es oficial, hay boda en puerta para este nuevo año y el mundo de Broadway arde con el anuncio de esta noticia.
¿Cómo lo tomarán todas las eternas admiradoras de Terrence Graham? Parece que no sólo su corazón, sino su vida entera finalmente serán aclamados por la que sería su legítima dueña. Como sabrán Terrence Graham y Susana Marlowe son de las parejas más conocidas de Nueva York, años siendo novios y finalmente llevan su relación a otro nivel, yendo directamente al matrimonio. ¿Dirían que no se lo veían venir? Pues a consideración de este periodista, yo diría que ya se habían tardado demasiado en hacerlo.
Sólo nos faltan las declaraciones de la propia pareja que, según oímos, tuvieron que retirarse temprano de la velada por motivos imprevistos. No sabemos cuáles fueron exactamente sus razones, pero por lo poco que pudimos entender parece ser que hubo muchos gritos de emoción y varios de vidrios rotos. ¿Será una forma de celebración por parte de la pareja? Desconocemos que más puede significar todo eso, pero ya esperamos enterarnos más adelante de todos los detalles concernientes a la fiesta.
¿Conseguiremos algunas palabras de parte del joven actor o de la ex actriz, o será que pronto se llamará a una rueda de prensa para contarnos más detalles acerca del tema?
A pesar de nuestra impaciencia, únicamente nos queda esperar la próxima respuesta de los implicados.
— — — —
Terry jamás podría expresar en palabras todo lo que estaba sintiendo en ese momento, muy pocas veces en su vida se había sentido preso de una ira tan incontrolable, de esta furia creciente que se expandía por sus venas con gran agitación. Es más, parecía como si la palabra 'ira' o 'furia' nunca harían justicia a todo el fuego de indignación que quemaba en su pecho en ese instante.
—¡Demonios!— fue lo primero que exclamó Terry apenas terminó de leer el artículo. —¡Maldita sea! — vociferó poco después con más fuerza, arrancando la página de la revista y arrugándola en sus manos lleno de una gran frustración.
—¿Te vas a casar con Susana?— cuestionó Candy con la voz ligeramente temblorosa, luego de terminar de leer el artículo también.
Esa noticia le llegó como una dolorosa estocada en el pecho, haciendo que su corazón se apretujara y cayera sobre sus pies en cientos de pedazos. Tragando duramente el nudo formándosele en la garganta, sus bellos ojos, ahora ensombrecidos de una incontrolable tristeza, se fijaron en Terry, deseosa y a la vez temerosa de saber la respuesta a esa pregunta.
—¡Por supuesto que no!
Terrence tomó la arrugada hoja con ambas de sus manos y comenzó a romper el condenado artículo en varios pedazos.
—¿Habrá alguien que se crea semejante estupidez? — espetó fuertemente antes de tirar los rotos pedazos de la revista al suelo, viéndolos con desdén mientras se sentía cada vez más cegado por una ira inconmensurable.
Con la respiración agitada, Terry tomó una gran bocanada de aire, llevando su mano empuñada a sus labios. Caminando de un lado a otro de la habitación, comenzó a examinar sus opciones.
Parte de lo ocurrido era muy obvio y estaba a la vista de todos, Susana logró muy bien lo que quería, haciéndolo quedar como un reverendo idiota. A él nunca se le pasó por la cabeza pensar que la prensa hubiera tomado nota de ese pequeño desliz que sucedió en la fiesta, después de todo, ellos habían estado en un reducido grupo de personas, ¿no? Aunque…
De repente, sus insistentes pasos se detuvieron intempestivamente y los furiosos ojos de Terry se agrandaron al recordar algo.
¡Por supuesto! El detalle que había pasado por alto fue que había estado junto a un grupo de señoras chismosas dirigidas por esa mujer boquifloja que él llamaba la 'chillona sorpresa.' Ahora todo se volvía claro para Terry. ¿Cómo no se le pudo ocurrir que esas viejas entrometidas mencionaran esa supuesta primicia a la prensa?
"¡Qué tonto que puedo ser a veces!" — se lamentó, cerrando sus ojos y cubriéndolos con sus manos.
—¿Cómo pude ser tan estúpido? — despejó sus manos de sus ojos y las pasó por su cabello a las justas conteniendo su furia.
Exhalando con pesadez, volvió a caminar de un lado a otro de la habitación como un animal enjaulado.
Desde su sitio, Candy no entendía lo que sucedía, había experimentado demasiadas emociones luego de leer esa noticia como para examinar por el momento las reacciones de Terry. Ella había pasado de la desesperación al alivio en un instante, haciendo que todo pareciera muy irreal y que tuvieran que pasar unos minutos para recuperar un poco de serenidad. Por ahora, parecía como si lo único que podía hacer era ver a Terry caminar de un lado a otro del cuarto mientras él mismo trataba de aplacar su propia ira.
Sus emociones eran difíciles de describir, ella se sentía intensamente aliviada al saber que él no se casaría con Susana, al menos en sus sueños. Es más, si era sincera consigo misma, sentía que su corazón latía con una inquietante agitación al percatarse de que el Terry de sus sueños no parecía muy enamorado de Susana. Sin embargo, el alivio que experimentaba se veía momentáneamente olvidado cuando una pregunta vino a perseguirla sin tregua... ¿Estaba bien que se sintiera tan aliviada?
Mordiendo sus labios con insistencia, Candy soltó un trémulo suspiro. Si era correcto o no, eso era algo que no podía responderse ahora. Tragando duramente, sus ojos se desviaron a la espalda de Terry, quien aún seguía luchando por algo de control. Él lucía tan desesperado, casi perseguido por alguna especie de sombra que ella no entendía, pero que hacía que su propio corazón se tambaleara en su pecho con angustia de sólo mirarlo. Tan natural como respirar, ahí aparecía en Candy ese inevitable deseo de reconfortarlo de cualquier forma que ella pudiera, lo que sea que estuviera en sus manos para aliviar algo de lo que sintiera.
—Tranquilo, Terry. — habló ella inesperadamente, con una dulzura infinita.
Terrence soltó un jadeo sorprendido, parando su caminata en el acto para voltear a verla. Sus turbados y preciosos ojos enfocados en ella la miraban como si la viera por primera vez. Parecía haberse olvidado que ella estaba ahí, pero a su pecosa pareció no molestarle, de hecho ahora que tenía toda su atención, Candy únicamente le regaló una pequeña sonrisa que le nació naturalmente antes de continuar.
—Encontrarás una solución a tu problema, estoy segura.
No supo por qué dijo eso, ni ella misma estaba segura de nada en este extraño sueño. Sin embargo, incluso en su confusión quería ayudarlo de cualquier manera, y si decirle lo que le decía aliviaría en algo el tormento que parecía vivir, ella lo haría.
A pesar de su confusión, sus verdes ojos todavía tenían esa suave luz dentro de ellos, la luz que iluminaba su inteligencia, su compasión y su alma noble. Le había dedicado a Terrence una mirada tan dulce, llena de ese amor tan innegable que desbordaba de ella, que casi sin creer lo que veía, Terry se quedó sin aliento al notar esa mirada dedicada solamente para él.
Con el aire atorado en su garganta, le tomó mucho esfuerzo volver a respirar de nuevo. Se sentía atrapado en los ojos de su pecosa, algo inevitable considerando lo que significaba, y es que verla a ella mirarlo con tanto amor era absolutamente abrumador, en cierta forma como un bálsamo para su torturada alma. De pronto, todos sus problemas parecieron desaparecer y se sintió tranquilo, como nunca se había sentido en cuatro años.
"Tengo un carácter de los mil demonios y tú has sido la única capaz de apaciguarme, Candy."
Cerrando sus ojos, Terry liberó un suspiro mucho más calmado, y volviendo a enfocarse en su pecosa una vez más, le esbozó una leve sonrisa. Se observaron un momento en silencioso entendimiento, era asombroso cómo podían comprenderse así, sin decirse ni una sola palabra más que únicamente el significado de sus miradas.
Lastimosamente, todo eso acabó cuando la vista periférica de Terry captó el descolgado teléfono, recordando que su madre aún seguía en el otro lado de la línea. Sobresaltado, no tardó en volver a tomar el teléfono para hablar con ella.
—¡Eleanor!
—Ya lo sé, hijo. — le contestó su madre desde el otro lado. —¡Es horrible lo que han hecho! Pero se me ha ocurrido una idea, debes hablar con Robert para que convoque una rueda prensa y puedas desmentir ese rumor.
—¡Robert! ¡Tienes razón, Eleanor!
Una inevitable sonrisa de agradecimiento apareció en su rostro, sintiéndose aliviado de tener por lo menos alguna solución para acabar con todo este embrollo.
—Voy a llamarlo ahora. Gracias por la idea.
—De nada, hijo. No te preocupes, verás que solucionarás esto con Robert. Me avisas cualquier cosa, cariño.
Terry se despidió de su madre prontamente y colgó el teléfono poco después.
—Ojalá Eleanor tenga razón y Robert me dé una solución pronto. —le dijo a Candy como si ella entendiera de lo que estaba hablando.
Sin perder más tiempo, marcó el teléfono llamando a casa de Robert. Con una paciencia que casi no tenía, esperó mientras sonaba varias veces, pero nadie contestaba. Luego de varios intentos, al fin contestaron.
—Buenos días. —habló una voz que no reconocía.
—¡Al fin contestan el teléfono! Quisiera hablar con Robert Hathaway ahora mismo, yo soy…
—El Sr. Hathaway no ha vuelto de Boston todavía. — lo interrumpieron desde la otra línea.
—¿Cómo que no ha regresado? Creí que volvería ayer — casi exclamó en frustración.
Apretando sus ojos, intentó aplacar su molestia mientras le explicaban que el viaje de su director se había retrasado.
—Bueno, apenas regrese, dígale que se comunique conmigo urgentemente, es por un asunto importante. Soy Terrence Graham.
Le respondieron que así se lo harían saber y colgaron.
—Parece que esto no se resolverá tan pronto como esperaba. — le comentó a Candy, observándola con cierto aire ausente que le preocupó mucho a ella.
—Por favor, no te inquietes, Terry. — se apresuró a decirle con una sonrisa que esperaba lo tranquilizara. —Resolverás todo, ya lo verás.
—Sólo Robert puede ayudarme y no está en la ciudad, lo único que me queda es esperar que vuelva. ¡Como quisiera que vuelva lo más pronto posible!
Justo en ese instante, el teléfono comenzó a sonar con insistencia.
—¿Hola? — contestó Terrence al rato.
—Terry, soy yo, Robert.
"¡Qué rapidez!" — sus cejas se alzaron de sorpresa al oírlo hasta que se dio cuenta que obviamente le habían mentido antes.
—¿No que estabas en Boston? — esa pregunta tenía un claro tono acusador.
—Disculpa eso. — la voz de Robert sonaba apenada. —Le pedí a mi mayordomo que dijera eso a cualquiera que llamara, me molesta que me atosiguen en estos días con visitas y deseos por Año Nuevo.
Terry entornó sus ojos, pero ya no siguió persiguiendo más el tema, de hecho fue directo a la razón principal de su llamada.
—Hay algo importante que tengo que hablar contigo.
—Me leíste el pensamiento, Terry. Yo también debo decirte algo importante, pero no creo que sea bueno hablarlo por teléfono. ¿Te parece si te veo en el teatro en una hora?
—Sí, está bien.
Terry puso una mano sobre su frente y suspiró pesadamente.
—Entonces, te veo ahí. Llega puntualmente.
—Yo siempre soy puntual, Robert. — le recordó con arrogancia antes de colgar el teléfono.
Luego, se quedó ahí, viendo fijamente sus manos sobre el teléfono colgado y examinando mentalmente todo lo que demoraría Robert en ayudarlo a acabar este problema. Por suerte, no se quedó mucho así, pues poco después soltó el teléfono e irguiéndose cuán alto era, pareció haber recuperado toda su energía antes de dirigirse a Candy con apremio.
—Nos vamos, Pecas. — anunció yendo camino a la puerta.
—¿A dónde vamos? — inquirió ella con desconcierto.
—Al teatro, bien que lo sabes…
"… producto de mi imaginación." — pensó eso último para él mismo, volteando a verla luego y sonriéndole una última vez al percatarse que ella fruncía su naricita respingada.
Candy no supo qué contestar y se dejó arrastrar por Terry para otro paseo como el de ayer en su auto, sólo que esta vez con destino al teatro.
TyC TyC TyC TyC TyC
Robert Hathaway, director de la compañía Stratford, amigo personal de Terry, y quien Candy recordara vagamente por su representación como el rey Lear en Chicago hacia varios años, se encontraba frente a ella sin dar ninguna muestra de notar su presencia desde que llegaron. Con gran inquietud, se lo quedó mirando fijamente esperando alguna reacción de su parte, sin embargo lo único que ella logró fue todo un examen de su persona mientras recapitulaba las veces que lo había visto en fotos de los periódicos acompañando a Terry.
Los dos actores habían iniciado esta reunión desde hace unos minutos y se habían puesto a conversar de cosas que prácticamente ella no entendía. Muy perpleja, Candy se había quedado como de piedra en cuanto notó que Robert era otro de los que no la podían ver. Una vez más esa creciente ansiedad que la hacía sentir tan nerviosa la estaba invadiendo, dejándola tan aturdida que solamente se quedó viendo cómo se desarrollaba la conversación frente a ella en absoluto silencio.
—Después que me dejaste abandonado en esa fiesta de Año Nuevo, Robert. No estoy seguro si puedo seguir confiando en ti.
—No seas tan melodramático, Terry.— repuso Robert con una sonrisa cargada de ironía. —Sabes que no lo hice a propósito, las situaciones sólo se dieron así.
Terrence rodó sus ojos en un claro gesto de incredulidad. Antes de creerle, tendría que verlo por lo menos arrepentido.
—Mejor cambiemos de tema, tengo que decirte algo que seguro te cambiara el humor.
Robert hizo el comentario con entusiasmo, logrando que Terry arqueara una ceja en espera de la supuesta buena noticia.
—Ya tenemos fecha exacta de la partida a Inglaterra para la gira.
—¿La cuál es?
El castaño lo apremió para que llegara al punto central del asunto.
—El barco zarpará el 28 de enero. — declaró el director así sin más.
Apenas lo escuchó, Terry enarcó ambas de sus cejas, asombrado. ¡Esa noticia sí que era una sorpresa! Así que partirían justo en su cumpleaños… ¡Vaya coincidencia!
Aunque tampoco lo afectaba mucho, su cumpleaños nunca había sido un día especial para Terry, en realidad podría resultarle un día tan común y corriente como cualquier otro. Lo que verdaderamente le importaba, era el destino de la gira, ese era un detalle del que una vez enterado todavía no se recuperaba totalmente. También había sido una sorpresa que su Hamlet haya sido tan aclamado que ahora había sido llamado a representar por Inglaterra… ¡Inglaterra!
Terry sabía muy bien todo lo que involucraba Inglaterra, no era el hecho de haber pasado ahí los días más solitarios de su vida, todos los momentos en el castillo Grandchester o su triste infancia... ¡No!... Inglaterra ahora se reducía a todos los recuerdos de Candy que lo vinculaban a ese lugar, recuerdos que él estaba seguro aflorarían una vez estuviera ahí. En resumen, ir a Inglaterra podría llenarlo de expectativa tanto como de mucha ansiedad.
—Hay otra cosa que debo contarte. — anunció Robert de pronto con semblante serio, preparando así a su actor estrella para la noticia que quería decirle.
Esa frase atravesó la mente de Terry inesperadamente, enfocando su atención en su director con la mirada aturdida. Había estado tan concentrado en sus propios pensamientos que esa declaración lo tomó desprevenido.
—¿Más sorpresas, Robert?
Sonriendo con ironía, Terrence le dedicó una mirada igualmente sarcástica, esperando su noticia.
—Haremos una función privada en Los Hamptons(*2) para la Vísperas de la Epifanía(*3).
Y aunque eso Terry tampoco se lo esperaba, no le causó el mismo efecto que la noticia anterior.
—¿Cómo dices? ¿Por qué no me avisaste de esto antes?
Robert previó la molestia de Terry que claramente se reflejaba en su voz, así que rápidamente se apresuró a responder:
—Ha salido de improviso, precisamente por eso adelanté mi viaje de regreso. La hija del presidente de la Corte Suprema de Nueva York ha insistido en la participación de la Compañía Stratford como entretenimiento para su Fiesta Anual por Noche de Reyes. — explicó lo más conciliadoramente que podía. —Ella ha pedido específicamente y acoto con las palabras exactas: "Terrence Graham debe asistir y deleitarme con su talento en el escenario, ese es mi mayor deseo. Tiene que ser Terrence Graham, sólo él o ningún otro." Así que comprenderás que debes venir con nosotros, no podemos desairar a la hija del juez, además creo que la paga es suficiente incentivo.
—¿Desde cuándo yo sigo las órdenes de otros?— resoplando enfadado, su apuesto semblante adquirió un aire desafiante.
Robert suspiró, sabía desde antes que sería difícil convencerlo, pero creyó que el haberle explicado la situación lo aplacaría en algo. ¡Qué equivocado estaba! Parecía que tenía que recurrir a otros métodos para disuadirlo.
Por otra parte, Terry estaba indignado. ¿Quién se creía esa mujer para venir a imponerle a él algo? ¿Por qué precisamente tenía que ser él quien actuara?
No le importaba que fuera la hija de un juez supremo, podría hasta ser hija del un rey, y no le importaría en lo más mínimo. Si había algo que no haría era esto, él nunca haría una presentación con tan poco tiempo de preparación. Tan perdido en su irritación y en las consideraciones de una función repentina que no llegó a escuchar lo siguiente que dijo Robert.
—La familia Richardson es de las más influyentes de Nueva York, son de nuestros principales auspiciadores. — expuso el actor mayor en tono apremiante. —¿Me entiendes, Terry?
El joven actor solamente siguió viéndolo con el ceño fruncido hasta que se dio cuenta que su director lo miraba con gesto expectante.
—¿Qué dijiste, Robert?
—Que la familia del juez es muy importante. ¡No podemos faltar, Terry!
—Pero, ¿cómo se les ocurre avisarnos de que quieren una presentación con tan pocos días de anticipación? — se excusó fastidiado. —¿Cómo haremos para ensayar y tener una actuación más o menos decente de 'Noche de Reyes'(*4) para esa fecha?
No es que le disgustara la idea de representar otra fantástica obra shakespeariana como esa, a decir verdad, él casi sabía los parlamentos al derecho y al revés, por lo que no representaría gran problema el terminar de aprenderlos para esa fecha. Su molestia era porque no quería presentar cualquier cosa en el escenario.
Tal vez él podría saber los parlamentos de Orsino(*5), pero al final Terry no sería el único que actuaría, todos tendrían que saberse los parlamentos tan bien como él. Para representar una obra con excelencia no sólo se necesitaba de talento, sino también de tiempo de preparación, lo último claramente no lo tenían.
—No te preocupes, no representaremos 'Noche de Reyes.' Haremos la obra que te ha consagrado este último año.
—¿Representaremos 'Hamlet'?
Los labios de Terry se entreabrieron con incredulidad. Después de terminada la temporada y luego de acabada la gira alrededor del país, poco antes de Navidad, él ya no había representado Hamlet de nuevo. Estaba esperando que se reiniciarán los ensayos para las presentaciones que darían en la gira por Inglaterra, pero no se le había pasado por la cabeza volver a representarlo en Estados Unidos.
Justo en ese momento, Candy que había estado detrás de Terry, extrañamente callada observando toda la situación que se desarrollaba frente a ella con aparente desconcierto, se había acercado ávidamente a los actores en cuanto parte de su conversación llegó hasta sus oídos y tuvo mucho sentido para ella.
¿De verdad estaban hablando de que representarían 'Hamlet'? ¿Podría ser cierto?
Sus ojos brillaron entusiasmados con esa noticia. ¡Dios mío! ¿Acaso por fin podría ver a Terry actuando como Hamlet? ¿Cumpliría al fin ese sueño que tenía desde hace tanto, desde que supiera que él representaría ese papel?
Comenzando a sonreír jubilosa, su corazón empezó a latir desesperadamente, deseando con todas sus fuerzas que la noticia fuera cierta.
—¿Representarás a Hamlet, Terry? — le preguntó Candy con una sonrisa emocionada.
A pesar que Terrence no había dejado de sentir su presencia todo este tiempo que llevaban ahí, escucharla hablar de nuevo lo estremeció notablemente. Ahí fue cuando una simple noción se clavó en su mente.
"Un momento…"— los hombros de Terry se tensaron súbitamente a la par que esa idea se negaba a salir de su cabeza. —"Candy está aquí, junto a mí… tal vez ella…"
Sin poder evitarlo, él la miró ensimismado, conteniendo a las justas las ganas que tenía de devolverle la sonrisa que ella le regalaba con igual emoción.
¿Acaso era esta su oportunidad? ¿Podría ella verlo representando a Hamlet como tanto él lo había querido?
Con gran esfuerzo, apartó sus ojos de su pecosa para enfocarlos en Robert, quien lo veía con una muy singular expresión de consternación. Terry se inquietó en cuanto lo notó, temiendo que su director se hubiera dado cuenta de su lapso. Tosiendo levemente para esconder su ansiedad, decidió que lo mejor sería confundirlo.
—¿Cómo haremos el cambio de Cuadro(*6)? — inquirió Terry con estudiada indiferencia.
—No habrá cambios de Cuadro, porque no habrá escenografía. — contestó Robert, viéndolo suspicazmente. —El largo del escenario no nos permite usar la escenografía que tenemos.
—Si el espacio es tan reducido, entonces... ¿el lugar no tiene un Proscenio(*7)?
Aún sin saber las verdaderas razones por las que Terrence hacía esas preguntas, Robert no dudó en contestarlas.
—En realidad, hay un espacio que actúa como proscenio. Es pequeño, directamente bajo el estrado del escenario.
—Y obviamente, nosotros no lo usaremos, lo tendremos libre...— murmuró Terry apenas, dejando la frase en el aire.
El joven actor estaba considerando mentalmente lo que Robert le había dicho, más específicamente, examinando los pros y los contras de la peculiar idea que se le había metido en la cabeza.
Al ser el espacio más cercano al escenario, el Proscenio era el lugar perfecto desde donde Candy podría mirarlo a placer y al mismo tiempo otorgarle a él la movilidad necesaria para cuando represente en escena. Aunque era una idea muy tentadora, su lado más racional se oponía a lo que estaba pensando hacer, diciéndole una y otra vez que eso sólo lograría que todo el mundo se enterara cuán demente estaba.
Sin embargo, al final terminó por convencerse cuando volvió a mirar a Candy, quien lo veía con sus preciosos ojos llenos de ese deseo irrefrenable por verlo representar a Hamlet, que a Terry ya no le quedó ninguna duda antes de anunciar:
—Está bien, Robert, lo haré. — suspiró un momento para luego añadir con firmeza. —Pero con una condición.
—Lo que quieras, Terry.
El director le sonrió agradecido de que aceptara.
—Quiero un asiento libre en el bajo Proscenio que tenga una completa vista de todo el escenario.
Sin expresar ante su protagonista estrella la confusión que sentía por semejante petición, Robert solamente le dijo:
—No creo que haya problema. Lo quieres para Susana, ¿cierto?
—¡Por supuesto que no! ¿Cómo se te ocurre?
Terry observó a Robert como si hubiera perdido la razón.
—Es para otra persona... — susurró no dando más detalles del asunto y dejando al director en la intriga
—Bueno, debes entender que la función es principalmente para los invitados de la fiesta. — comentó Robert, tanteando sus palabras.
—¿Y acaso Susana está invitada?
—De hecho a Susana la invitaron también al ser tu prometida. — Robert frunció el ceño, recordando al parecer algo que había olvidado. —Eso me recuerda… ¿por qué no me dijiste que le habías pedido matrimonio a Susana?
El joven actor abrió sus ojos totalmente pasmado. ¿Acaso Robert también había creído esa tontería?
—Haber déjame pensar, ¿por qué será que no te dije? — Terry habló con evidente sarcasmo, cruzándose de brazos. —Ah, ya sé... ¡Porque no es cierto!
—Entonces, ¿por qué es la comidilla principal de la prensa hoy? Todo el mundo habla del anuncio de tu boda con ella, con decirte que mi esposa está entusiasmadísima pensando que Susana le pedirá que sea la madrina de la boda.
Terry lo miró con el rostro compungido de horror. ¡No podía ser cierto! ¿Hasta ese punto había llegado esa mentira que había sacado la prensa?
—Fue un juego sucio de parte de Susana. — explicó el castaño, apretando la mandíbula. Sintiendo como el fuego de su indignación quería colarse por su cabeza una vez más de sólo recordarlo.
"Cálmate, Terrence." — inhalando profundamente y dándole una rápida mirada a Candy, esa tranquilidad le llegó pronto.
—Precisamente por eso quería hablar contigo, Robert.
Aprovechando la oportunidad, expuso el plan que tenía en mente.
—Quiero que convoques a una rueda de prensa para desmentir esa farsa.
—Es tu día de suerte, acabó de convocar a una rueda de prensa para tres días después de la función en los Hamptons, donde anunciaremos nuestra partida para la gira y las ciudades que visitaremos. Podrás aprovechar esa oportunidad para aclarar ese rumor.
—¿Todavía hasta el 08?
El rostro de Terry lucía angustiado, le parecía mucho el tiempo que tenía que esperar para aclarar esa vulgar mentira.
—Es lo más pronto que puede hacerse, se reunirán varios de los periódicos neoyorkinos y de otras ciudades importantes. Además con esto de la temporada de fiestas, por eso tomará estos días. — expresó el director un tanto apenado, preparándolo para otra parte del asunto que sabía tampoco le gustaría. —Además, sé que no te gusta el entrometimiento de los reporteros en tu vida privada, pero considerando que es un rumor que únicamente te compete a ti, tú serás el que deberá desmentirlo.
Terrence casi gimió fastidiado al escucharlo decir lo que él mismo había estado temiendo, pero ni modo, era la única forma de solucionar el problema. Por otro lado, él no estaría sólo en esto de desmentir el rumor.
—No sólo seré yo, Robert. — habló Terry con una marcada dureza en sus ojos. —Te aseguro que Susana estará ahí y aceptará toda la culpa por esto.
—¿Cómo estás tan seguro que lo hará?
Robert dudaba mucho de que la ex actriz hiciera algo así.
—Parece que Susana no me ha llegado a conocer lo suficiente, por eso cree que va a salirse con la suya en esto, además de estar tan segura de que voy a caer en su juego.
Terry vio a Candy con una vehemencia que ella no lograba comprender del todo. No sabía muy bien qué era eso que había hecho Susana que lo tenía a él tan molesto, únicamente eran suposiciones las que tenía en su mente. Sin embargo, a Candy le parecía casi como si él estuviera diciéndole esto más a ella que a Robert.
—Susana no sabe lo equivocada está en ese aspecto, Robert. — la severidad de su semblante hacía que sus palabras sonaran más firmes que nunca. —Créeme que ella aún no lo sabe.
Ni a Candy ni a Robert les quedó alguna duda de cuán en serio estaba hablando Terry.
Continuará...
ANOTACIONES:
(*1) Broadway Brevities: fue el título de una revista de Nueva York basada principalmente en chismes de la farándula, publicada entre 1916 y 1925.
(*2) Los Hamptons: Es una zona ubicada en el sector este de Long Island en el estado de Nueva York en Estados Unidos.
(*3) Epifanía: Festividad que celebra la Iglesia Católica el día 06 de enero, en conmemoración de la adoración de los Reyes Magos.
(*4) Noche de Reyes: Es una comedia de William Shakespeare, que posiblemente se escribió alrededor de 1601-1602 como un entretenimiento de la Duodécima Noche para el cierre de la temporada navideña, referido a la Epifanía.
(*5) Orsino: Duque de Iliria, uno de los personajes principales de la obra shakespeariana 'Noche de Reyes'.
(*6) Cuadro: Es la parte de la estructura teatral que tiene el mismo decorado, representando un espacio y tiempo determinado. En cuanto cambia la escenografía, el cuadro también cambia.
(*7) Proscenio: Es la zona del escenario de un teatro más cercana al público. En el espacio que ocupa en la estructura teatral puede tomar los nombres de: 'anteescena', 'corbata' y 'gloria'.
o-o-o
"Las palabras no esperan el momento perfecto, crean sus propios momentos perfectos convirtiendo los instantes más ordinarios en segundos especiales."
Espero haber hecho especiales estos momentos dedicados a mi historia.
Gracias por leer.
. . . . . .
By: Sundarcy
NOTAS DE LA AUTORA:
Wow... ¿Cómo empezar con este mensaje? Han sido varios años, tiempo que se me ha ido volando, pero que para ser sincera, no ha menguado mi deseo de querer terminar esta historia que había dejado inconclusa.
Ante todo pido mis más sinceras disculpas para aquellas lectoras que seguían esta historia en aquel entonces cuando la empecé a publicar por primera vez y que tal vez ya no sigan por aquí hoy en día. En verdad, siento mucho haber dejado que la vida real me atrapara. :'(
Si bien esa fue la principal razón de mi ausencia, también tengo que admitir que llegué a un punto en que había perdido mi inspiración. Empecé a escribir esta historia cuando tenía 18 años y hoy con mis recién cumplidos 25 años, me siento una persona muy diferente de la persona que empezó escribiendo esta historia, siento que mi forma de escribir ha cambiado bastante en comparación a años atrás y eso aunado a mi inspiración que llevaba tanto tiempo perdida, sirvieron para que me quedara estancada por bastante tiempo en la conclusión de esta historia, es decir, aún no podía cerrar totalmente la historia con un final que me convenciera.
Todo ello fue hasta hace unos meses que por casualidades de la vida volví a leer Candy Candy Final Story, y bueno... ¿qué puedo decir?... ¡fue una experiencia magnífica! Algo que me permitió volver a verme inmersa en todo este hermoso mundo del que casi me había olvidado, pero sobre todo recordé aquel cariño tan sincero que tengo por los personajes, y por supuesto mi eterno amor por la pareja de Candy y Terry volvió a aparecer en mi corazón como si nunca se hubiera ido, sólo estaba dormido en mí esperando el momento perfecto para volver a luz. No había duda, estaba totalmente feliz pues mi inspiración había regresado. =P
Tenía que darles un final digno a esta hermosa pareja que adoro desde los 07 años, y me enorgullece decir que creo haberlo logrado, en la medida de mis capacidades, claro está. Soy la primera en admitir que estoy lejos de ser una gran escritora, pero siempre me han encantado las buenas historias y soy amante de las letras, pero sobretodo soy terrytana de corazón inquebrantable. Para mí, no hay nadie más perfecto para Candy que Terry, son perfectos en su imperfección.
En fin, regreso renovada y con todos los ánimos de concluir esta historia, al tener casi todos los capítulos terminados, los iré publicando en el transcurso de las semanas, pero ahora de manera más constante.
No tengo mucho más que añadir respecto a este tema, así que sólo les agradezco por seguir aquí a las que me siguen desde hace tiempo. Aquí hago un paréntesis, haciendo una acotación especial a mi querida Maya AC, quien ha sido una de esas maravillosas personas que viene siguiendo esta historia desde hace tiempo. Muchas gracias, hermosa, por todos los mensajes que me has ido dejando a través de los años prácticamente, desde preguntarme cómo estaba y las veces que me expresabas tu sincero deseo de que volviera para concluir esta historia. Bueno, aquí estoy, regresé y está vez lo terminamos porque lo terminamos. =P Gracias por seguir aquí, y espero me acompañes hasta el final con nuestros rebeldes juntos como siempre debió haber sido.
También les doy gracias infinitas a aquellas maravillosas personas que recién comienzan a leer esta historia. Por favor, déjenme un comentario diciéndome que les pareció el capítulo o alguna recomendación, siempre con el respeto debido, lo digo por precaución porque algunas personas llevan al extremo sus preferencias.
En fin, me estoy desviando del tema central, les agradezco mucho por dedicarme este tiempo para leer esta historia, saben que sus mensajes me animan y siempre me inspiran a continuar escribiendo.
Vuelvo pronto con el siguiente capítulo, ya casi lo tengo listo y espero publicarlo la semana que viene, ya el próximo año.
Les deseo muchas bendiciones esta semana y feliz Año. Cuídense mucho, hermosas.
Sunny =P
28/12/2024
