Esta obra es una creación original y está protegida por derechos de autor. Los personajes y elementos del universo de Fairy Tail pertenecen al autor mangaka Hiro Mashima


Fairy Tail: Nueva Extalía

Capítulo 17: Vínculo de Maldición I

Arco del Nuevo Reino


Happy, con lágrimas en los ojos, apenas puede articular palabras. "No… no quiero volver a lastimarte… no lo haré." Su voz es apenas un susurro. Pero mientras dice esto, su cuerpo comienza a temblar violentamente, como si estuviera luchando contra algo mucho más grande que él mismo.

Carla, aterrada, intenta acercarse. "Happy, por favor, tenemos que buscar una salida, tenemos que... ¿Happy?" Susurró cuando Happy se había detenido.

Su respiración se vuelve pesada, y cuando levanta la mirada hacia Carla, sus ojos ya no son los mismos. La furia y el odio que había visto en él durante su última pelea están de vuelta.

¿Happy?" Murmuró atemorizada.

Carla retrocedió, su corazón martillando contra su pecho. Happy estaba a pocos pasos de ella, pero no era el Happy que conocía, sino algo mucho más oscuro y peligroso.

"No... Tú no eres Happy..."

En sus ojos había una furia que no reconocía, un fuego incontrolable que le recordaba aquel fatídico día en que casi perdió la vida. Y ahora, estaba frente a ella otra vez.

"Carla..." Una voz llena de rencor resonó en la habitación.

Happy, o quien sea que estuviera en su interior, se agachó y, con un tembloroso movimiento, arrancó un trozo afilado de sus grilletes rotos.

"Esto se acaba ahora..." Murmuró aquel Exceed azulado mientras blandía peligrosamente aquel afilado metal.

Carla vio el brillo del metal irregular en su mano, y por un momento, el puro terror la inmovilizó. Sabía que el cuerpo de Happy estaba debilitado, pero aquel pedazo de hierro podía hacerle un daño real. Él se acercaba lentamente, con la mirada perdida entre la confusión y el odio.

"Tus pecados... deben ser castigados..." Murmuró 'Happy' mientras se acercaba lentamente hacia ella.

"Happy…" susurró Carla, su voz quebrada por el miedo. Trató de retroceder, pero tropezó y cayó al suelo, sus manos buscando apoyo en el frío suelo de la celda. Sus recuerdos la asaltaron, las imágenes de su enfrentamiento anterior invadiendo su mente. El dolor, la desesperación, la sensación de que todo había terminado.

"¡No¡ ¡No puedo permitirme sentir miedo" Pensó ella mientras llegaba a una resolución. "Happy esta siendo manipulado, no es momento de sentir miedo! ¡Debo hacerlo entrar en razón!" Dijo mientras trataba de no temblar de miedo, pero el ver a Happy de esa manera, le traía dolorosos recuerdos.

Happy levantó el brazo derecho, el trozo afilado de metal en su mano apuntando directamente hacia ella. Carla lo vio avanzar, pero esta vez, en lugar de ceder al pánico, cerró los ojos por un segundo, tomando una respiración profunda. Sabía que en algún lugar, debajo de toda esa furia, el verdadero Happy aún luchaba por salir.

"¡Happy, detente!" gritó, sus ojos abriéndose con determinación. Sabía que debía hacerlo reaccionar.

Entonces Happy se abalanzó para tratar de degollar a Carla.

"¡Happy! ¡Por favor recuerda a tus amigos, recuérdame a mí!" Carla exclamó mientras trataba de cubrirse con sus manos. "¡Recuerda quién eres! ¡Recuerda la razón por la que aprendiste magia!"

Pero entonces justo cuando el filo estaba a milímetros de la garganta de Carla, se detuvo súbitamente cuando parece que todo parecía perdido, algo en Happy se detiene.

Su brazo izquierdo, temblando, agarra con fuerza el derecho, impidiéndole completar el ataque. "¡JURÉ QUE MI MAGIA ERA PARA PROTEGER A LAS PERSONAS QUE MAS QUIERO!" grita entre lágrimas.

"¡NUNCA VOLVERÉ A HERIR A MIS AMIGOS!" Exclamó Happy entre lágrimas de determinación.

La lucha interna es feroz, y el dolor que siente es evidente en su rostro. Entonces Happy cayó al suelo, jadeando fuertemente, las lágrimas fluyendo libremente. Ha vuelto a la normalidad, al menos por ahora.

Carla observaba a Happy, aún jadeante y luchando por recuperar el control de sí mismo. Aunque lo reconocía, su cuerpo todavía temblaba por lo que acababa de presenciar. A pesar de que la ira y el odio se habían desvanecido, ella no podía ignorar lo cerca que había estado de perderlo todo. Por un momento, la distancia entre ambos se sintió abismal, como si el Happy que conocía estuviera luchando por no hundirse en un abismo del que no había retorno.

Happy se estremecía mientras intentaba mantener la compostura. "Carla… mantente alejada," susurró con voz quebrada. Su mirada se mantenía baja, sin atreverse a levantarla. "No puedo… No quiero… que estés cerca de mí, no después de lo que casi… hice."

Carla, aún con el corazón latiendo rápidamente, vaciló. Sabía que lo que Happy decía tenía sentido, que estaba tratando de protegerla de sí mismo. Sin embargo, el miedo que había sentido segundos antes comenzó a desvanecerse, sustituido por una profunda compasión. Era evidente que él estaba sufriendo tanto como ella. En ese momento, todas las barreras que había construido a lo largo de los años comenzaron a tambalearse.

Con determinación, Carla dio un paso adelante, ignorando las advertencias de Happy. "No, Happy. No puedo alejarme de ti. No ahora."

Antes de que Happy pudiera replicar, Carla se inclinó hacia él y lo rodeó con sus brazos. El abrazo fue repentino y genuino, un gesto que ambos jamás habrían esperado de ella. Al principio, Happy se quedó rígido, sorprendido por la cercanía, pero poco a poco su cuerpo comenzó a relajarse en el calor de los brazos de Carla. Sintió la presión de su abrazo, suave pero reconfortante, algo que nunca antes había experimentado de esa manera.

El calor del cuerpo de Carla se transmitió a través de su pelaje, y sin darse cuenta, Happy comenzó a llorar de nuevo, aunque esta vez no por el dolor, sino por el alivio de saber que, pese a todo, aún la tenía a su lado. Carla apretó un poco más el abrazo, con cuidado, como si temiera que pudiera romperse. Su rostro, apoyado en el pelaje de Happy, se sonrojó ligeramente al sentir la cercanía física. Nunca había sido tan abierta en su afecto, ni siquiera con él, pero en ese momento no le importaba.

"Todo estará bien," susurró Carla, aunque una parte de ella seguía luchando contra el miedo de lo que pudiera suceder. "No estás solo en esto, Happy. No te voy a dejar."

Lo que él necesitaba ahora no eran más palabras ni advertencias, sino sentir que alguien creía en él. Carla sabía lo difícil que debía haber sido para Happy enfrentarse a esa oscura parte de sí mismo, y aunque la situación la había asustado, también estaba decidida a no dejarlo caer.

El rubor en sus mejillas la traicionaba. No estaba acostumbrada a este tipo de cercanía, menos con Happy, pero sentía que era lo correcto.

"Estoy solo apoyándolo," pensó, intentando convencerse a sí misma de que no había nada más en aquel gesto que eso. "Es solo un abrazo... para tranquilizarlo." Pero a medida que sus pensamientos se enredaban, la calidez que sentía la hacía cuestionar la naturaleza de su conexión con Happy

Entonces, de repente, se dio cuenta de la magnitud del contacto físico que estaban compartiendo. Su corazón comenzó a latir más rápido, y la incomodidad se apoderó de ella. "¡Esto es demasiado!" Pensó, y en un acto reflejo, se separó abruptamente de él, dando un paso atrás como si se hubiera quemado.

"Lo siento," se disculpó, sintiéndose avergonzada por su reacción. "No debería haber sido así."

Pero Happy, aún recuperándose de la intensidad del momento, la miró con gratitud. "No, Carla. Gracias. De verdad. Me has ayudado a tranquilizarme," respondió, su voz temblorosa, pero sincera. "Gracias por no dejarme solo…"

"No es nada Happy... Solo vi que necesitabas apoyo..." Respondió Carla mientras miraba hacia el suelo, tratando de desaparecer su rubor. Pensaba en lo que había pensado durante su abrazo y negó con la cabeza.

Pero en ese momento, se centró en el hecho de que Happy necesitaba su apoyo. "Debemos apurarnos y salir de aquí," sugirió, intentando cambiar de tema y retomar el control de la situación.

"¡Aye! ¡Vamos, Carla!" Exclamó Happy.

Ambos Exceeds se acercaron a la enorme puerta de metal, que parecía impenetrable. Con sus pequeños cuerpos, empujaron con todas sus fuerzas, pero la puerta permanecía firmemente cerrada. Happy frunció el ceño, y Carla gritó: "¡Uno, dos, tres!" Juntos, hicieron otro intento, pero el resultado fue el mismo. El metal no se movía ni un milímetro.

Después de varios intentos fallidos, ambos Exceeds se sintieron agotados, respirando pesadamente. Finalmente, decidieron recostarse contra la puerta, dejando que la frustración se apoderara de ellos. En ese momento, el silencio que llenó el espacio se tornó incómodo.

"Gracias de nuevo, Carla," dijo Happy, su voz suave pero sincera. "No sé qué habría pasado si no hubieras estado ahí para apoyarme." Su mirada se suavizó mientras recordaba el abrazo y el consuelo que había sentido.

Carla sonrió tímidamente, sintiendo que su corazón se caldeaba de nuevo. "No fue nada, realmente," respondió, aunque la verdad era que su apoyo había significado mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir. Pero una pregunta le asaltó la mente, y no pudo evitar plantearla. "¿Qué te pasó, Happy? ¿Qué fue eso que te poseyó antes...

Happy suspiró, mirando hacia el suelo. "Es bastante complicado y ciertamente hace poco pensé que se trataba de una pesadilla, pero..." Pero justo cuando estaba a punto de continuar, un fuerte retumbar resonó en el aire, sacudiendo la puerta.

¡BAM!

Ambos Exceeds se apartaron rápidamente de la puerta, sorprendidos y asustados. Los golpes se acumularon, abollando el metal y haciendo que sus corazones latieran con fuerza.

Los ruidos de golpes comenzaron a acumularse, resonando en sus oídos como un tambor.

"¡¿Qué es eso?!" exclamó Carla, sintiendo cómo el corazón le latía con fuerza.

¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!

Cada golpe hacía vibrar la puerta, y los dos Exceeds se apartaron de inmediato, el temor y la adrenalina inundando sus cuerpos. El sonido era ensordecedor, y el metal crujía, amenazando con ceder ante la presión. Carla miró a Happy, y en sus ojos pudo ver la misma mezcla de sorpresa y preocupación.

"¿Y si tenemos que luchar?" preguntó Carla, su voz llena de preocupación mientras miraba a Happy, quien parecía estar igualmente alarmado.

Antes de que Happy pudiera responder, un líquido comenzó a brotar por la parte inferior de la puerta, deslizándose en un charco en el suelo. Carla se agachó para observarlo más de cerca. "Es... agua," murmuró, un destello de esperanza cruzando su mente. Una sonrisa se formó involuntariamente en su rostro. "¡Tengo el presentimiento de saber quién es!"

Justo cuando iba a compartir su sospecha con Happy, un último golpe resonó con tal fuerza que la puerta se abrió de golpe, dejando entrar una nube de polvo que dificultaba la visibilidad. Los dos Exceeds retrocedieron, cubriéndose la boca y la nariz mientras el polvo se asentaba.

A través de la bruma, una figura apareció, y con la respiración entrecortada, Carla se esforzó por ver quién era. "¿Touka?" se preguntó, apenas capaz de distinguir la silueta.

La figura se acercó más, y, finalmente, el polvo se disipó lo suficiente para revelar a Touka, de pie con determinación en su rostro y un brillo de triunfo en sus ojos. "¡No hay tiempo! ¡Debemos salir ya!" dijo con voz firme.

"Touka..." Exclamó Happy, inundado de alivio.

"Happy-sama, gracias al cielo, está a salvo..." Respondió Touka bastante aliviada al ver a su querido compañero a salvo.

Entonces Happy no pudo evitar lanzarse hacia ella con los brazos abiertos, su corazón rebosante de gratitud.

Pero su impulso se detuvo en seco cuando su mirada se posó en el uniforme de sirvienta que llevaba puesto, que contrastaba con su usual vestido de volantes.

"¿Uhhh?" Confundido, Happy frunció el ceño y preguntó, "¿Por qué llevas eso, Touka?"

Touka se agachó un poco y volvió a su forma Exceed, sonriendo mientras lo tomaba de los hombros. "Es una larga historia, pero ahora no es el momento para eso," le respondió, un brillo de complicidad en su mirada. "¡Vamos! ¡La reina no se va a esperar!"


Los tres Exceeds corrían por los pasillos del calabozo, el eco de sus pasos resonaba en las paredes de piedra. Las antorchas parpadeaban a lo largo del camino, proyectando sombras inquietantes que parecían seguirlos. El aire estaba húmedo, y cada respiración que daban era pesada, como si la tensión se acumulara en el ambiente.

Carla, con la preocupación en su mirada, miró de reojo a Touka mientras corrían. "¿Cómo fue que llegaste hasta aquí? Y más importante, ¿cómo pudiste pasar sin ser vista por los guardias?" preguntó entre jadeos.

Touka, con una expresión de concentración mientras avanzaba, respondió rápidamente, "Parece que todas las sirvientas recibieron un mensaje, ordenándoles regresar al ala de habitaciones. No había nadie prestando atención, así que aproveché la distracción para escabullirme."

Carla frunció el ceño, sintiendo un nudo en el estómago. "Es una maniobra de Shaddick... debe estar preparando algo grande. Probablemente una confrontación con mi madre." La preocupación en su voz era palpable, mientras sus pensamientos comenzaban a agolparse sobre el peligro inminente que se avecinaba.

Touka, asintiendo mientras seguía corriendo, continuó su relato. "Después, bajé por el ascensor de servicio, el mismo que tú usaste, Carla. Encontré tu mensaje, por eso supe que había que actuar rápido."

Happy, que corría junto a ellas, parecía algo perdido en la conversación. Fruncía el ceño en confusión, tratando de conectar los puntos. "¿Qué hicieron exactamente ustedes dos?"

Touka sonrió con un toque de orgullo mientras respondía: "Al llegar a la entrada del calabozo, noté que algo raro había pasado. No había guardias, ni siquiera esos guardias fantasmas. Además, parecía que la naturaleza del calabozo había cambiado... podía usar magia de nuevo, así que aproveché para encontrarlos y romper esa puerta."

Happy la miró con asombro, sus ojos brillando con admiración. De repente, soltó un comentario juguetón que rompió brevemente la tensión. "Por cierto, te ves bastante linda con ese uniforme de sirvienta."

Touka, inesperadamente, se sonrojó ante el comentario, su mirada desviándose por un momento mientras sus orejas temblaban ligeramente. "¡N-No es momento para eso, Happy!"

Carla observo con cierta molestia y no perdió ni un segundo. Antes de que la conversación pudiera volverse más incómoda, le dio un pequeño zape en la cabeza a Happy. "¡No es el momento para tonterías!" le dijo en tono severo, aunque en el fondo sentía un alivio momentáneo por la ligereza de la situación.

Happy, frotándose la cabeza donde había recibido el golpe, sonrió de forma traviesa, pero pronto la seriedad volvió a su rostro cuando la tensión del momento los alcanzó nuevamente. "De todas formas, gracias por venir a rescatarnos, Touka. No sé qué hubiéramos hecho sin ti."

Cuando llegaron a la entrada del calabozo, los débiles lamentos de los prisioneros atrapados resonaron en el aire frío y húmedo del lugar. Carla no pudo evitar sentir una punzada en el corazón al escuchar el dolor en sus voces. Las sombras tras los barrotes movían sus manos hacia afuera, buscando una salvación que parecía estar tan cerca, pero al mismo tiempo, tan lejos.

"Por favor... ¡ayúdennos!" gritó una voz femenina desde una celda cercana. "No hemos hecho nada malo... solo queríamos sobrevivir..."

Carla se detuvo, su mente inundada de recuerdos de la primera vez que pasó por ese mismo pasillo. En ese momento, había dejado de lado a los prisioneros, sabiendo que cada segundo era crucial para salvar a Happy. Había justificado su decisión al recordar la peligrosidad de la misión. Pero ahora, con Happy a salvo, la culpa que había intentado ignorar la asaltaba con fuerza.

Happy, mirando a los prisioneros angustiados, frunció el ceño. "No podemos dejarlos aquí, ¿verdad?" dijo, con una mezcla de preocupación y compasión.

"No podemos," respondió Carla finalmente, sintiendo que el peso de su decisión anterior empezaba a desvanecerse. Era como si, al ayudarlos ahora, pudiera redimirse por haberlos dejado atrás. "Tienes razón, Happy."

Mientras Carla y Touka se acercaban a las celdas, los prisioneros comenzaron a contar sus historias, cada una más desgarradora que la anterior.

"¡Solo estaba buscando comida para mi familia!" exclamó un Exceed de pelaje marrón, apretando los barrotes con desesperación. "El toque de queda nos tomó por sorpresa... no quería morir de hambre."

Otro prisionero, con lágrimas en los ojos, dijo con voz temblorosa: "Me atraparon afuera mientras intentaba encontrar a mi hijo... él está desaparecido desde que comenzaron los disturbios. ¡No quería quebrantar la ley!"

Cada historia era una carga emocional para Carla. Sus ojos recorrieron las celdas, sus oídos captando los susurros llenos de miedo y angustia. Las razones de los prisioneros eran genuinas y comprensibles, y aunque sabía que su decisión anterior había sido justificada por la urgencia de salvar a Happy, ahora entendía que no podía dejarlos a su suerte.

"Tranquilos," dijo Carla con un tono firme, pero lleno de empatía. "Vamos a sacarlos de aquí. Ninguno de ustedes merece estar en este lugar."

Mientras tanto, Happy estaba revisando el calabozo en busca de una solución. Se detuvo al ver un panel de control en la pared, con un gran botón rojo en el centro. "¡Carla! ¡Creo que esto abre todas las celdas!" exclamó.

Touka y Carla se acercaron rápidamente a él. Touka frunció el ceño y miró a Happy con curiosidad. "¿Crees que es seguro?"

"Es nuestra única opción," respondió Happy, con determinación en sus ojos. "No podemos dejar que sigan aquí atrapados."

Carla asintió, sintiendo que finalmente había encontrado la manera de resolver el dilema moral que la había atormentado desde su llegada al calabozo. "Hazlo," dijo con firmeza.

Happy presionó el botón, y de inmediato, un fuerte chirrido metálico llenó el aire. Las puertas de las celdas comenzaron a abrirse, una a una, liberando a los prisioneros. Los Exceeds atrapados salieron con cautela, mirándose entre ellos con sorpresa y alivio.

"¡Gracias, gracias!" gritó una prisionera mientras caía de rodillas, con lágrimas de gratitud en los ojos. "¡Nos has salvado la vida!"

"¡Rápido, salgan todos!" instó Touka, alzando la voz sobre el bullicio de los prisioneros liberados. "Pero tengan cuidado. Algo grave está ocurriendo en el castillo, y deben salir antes de que sea demasiado tarde."

Los prisioneros, aunque llenos de alivio, captaron la urgencia en las palabras de Touka y Carla. Comenzaron a moverse en dirección a las salidas, algunos ayudando a los más débiles, mientras otros susurraban su gratitud a los tres Exceeds.

Carla observó el éxodo con una mezcla de satisfacción y alivio. Aunque el peligro seguía acechando, había logrado tomar una decisión que hacía que la culpa se desvaneciera poco a poco. "Hicimos lo correcto," murmuró, más para sí misma que para los demás.

Happy la miró de reojo, sonriendo ligeramente. "Siempre haces lo correcto, Carla."

Carla sintió que sus mejillas se calentaban por el comentario, pero lo ocultó rápidamente al mirar hacia el frente. "No es momento de sentimentalismos, Happy."

"Tienes razón. Tenemos que movernos." Happy señaló la entrada del calabozo, técnicamente la única salida. "Vamos chicas."


Mientras tanto

Shaggotte y Marice se encontraban en la entrada del majestuoso salón real, el ambiente cargado de tensión. Shaggotte sabía que este momento sería crucial para salvar a Happy. Aunque estaba decidida a intervenir, no podía dejar de pensar en el peso de las palabras que tendría que pronunciar. Su corazón latía con fuerza; después de todo, se trataba de salvar a alguien que no solo era cercano a Carla, sino también un miembro esencial del gremio.

"Esto es mucho más complicado de lo que imaginaba," murmuró Marice, observando el rostro de Shaggotte.

"Lo sé," respondió la reina, su voz grave. "Happy no debe pagar por algo que no fue completamente su culpa. Debemos demostrar que no estaba en control de sus actos... que fue otra entidad la que lo impulsó a atacar a Carla."

Shaggotte suspiró. Sabía que ese era el argumento clave. Había sido testigo de aquella fuerza oscura llamada Freyr dentro de Happy, alguien que podría haberlo controlado durante el ataque. Su deber era mostrar que, si bien el acto había sido violento, Happy no debía ser condenado a muerte.

"¿Crees que Shaddick será razonable?" preguntó Marice, con los ojos llenos de preocupación. "La situación es delicada. Carla fue gravemente herida y llevada al borde de la muerte, y Shaddick seguramente usará eso en su contra."

Shaggotte miró a su consejera con seriedad. "Lo sé, pero no puedo quedarme de brazos cruzados. No puedo permitir que Happy sea ejecutado por un acto del que no fue completamente responsable. Tengo que refutar esa sentencia. Si demostramos que fue controlado por esa otra entidad, podríamos ganar tiempo. Al menos eso, por ahora."

Marice asintió, aunque el miedo aún la invadía. Sabía que Shaddick no era alguien que se dejara convencer fácilmente, y que este juicio podía ser más complejo de lo que la reina imaginaba.

"Debo hacerlo sola, Marice," dijo Shaggotte de repente, deteniéndose antes de abrir las puertas del salón real. "Tu lealtad ha sido invaluable, pero no quiero que te vean como parte de esto. Es una discusión entre nosotras dos... y todo dependerá de cómo pueda presentar el caso de Happy."

"Pero, su majestad..." comenzó Marice, con preocupación.

Shaggotte levantó una mano para detenerla. "Espera afuera, si quieres puedes rezar para que esto salga bien. Es posible que no consiga el resultado que esperamos, pero al menos debo intentarlo. No puedo permitir que alguien inocente pierda la vida por un acto que no pudo controlar."

Marice miró a la reina por un largo momento, finalmente asintiendo con una mezcla de respeto y resignación. "Entonces rezaré por su éxito, su majestad. Que Shaddick escuche la verdad."

Con un último asentimiento, Shaggotte abrió las pesadas puertas del salón real, sabiendo que lo que estaba a punto de suceder sería determinante no solo para Happy, sino para el destino del reino Exceed.


El equipo Exceed se encontraba en la entrada del calabozo, al salir se dieron cuenta que algunos prisioneros seguian asustados y no se habían marchado.

Happy los observo y respondió: "Yo me encargo. Carla, Touka por favor vigilen que no hayan nadie por los alrededores.

Ambas chicas asintieron y se adelantaron a los pasillos, mientras Happy, con su expresión seria pero confiada, les daba instrucciones a los prisioneros recién liberados. A pesar de su pequeña estatura, su voz resonaba con una pizca de autoridad:

"Escuchen bien, no tenemos mucho tiempo. Necesitan moverse rápido y con cuidado. No sabemos cuánto tiempo tendremos antes de que los guardias se den cuenta de lo que está pasando."

Los prisioneros, aún nerviosos y aturdidos por su repentina libertad, asintieron, aunque sus ojos reflejaban tanto miedo como esperanza.

"Gracias, joven Exceed." Dijo una joven Coneja (MF). Happy solamente se limito a asentir mientras seguían dando indicaciones.

Mientras tanto en los pasillos, Carla y Touka se mantenían un poco apartadas, regresando a la escena. Touka aprovechó el momento para acercarse más a Carla y, en voz baja, comenzó a hablar:

"¿Sabías lo que estaba pasando todo este tiempo?"

Carla, con la mirada fija en el pasillo oscuro frente a ellas, negó ligeramente con la cabeza antes de responder:

"No al principio... Pero todo esto... toda esta situación... me parece que fue una trampa desde el inicio." Carla hizo una pausa, como si las piezas del rompecabezas se ensamblaran lentamente en su mente. "Shaddick nos estuvo observando todo este tiempo. Sabía que intentaríamos rescatar a Happy. Estoy segura de que lo planeó para atraparnos en este preciso momento. Y ahora tiene una razón perfecta para enfrentarse a mi madre, Shaggotte."

Touka frunció el ceño, asimilando la gravedad de las palabras de Carla.

"Entonces... hemos sido peones en su juego todo el tiempo, ¿no es así?" La frustración y la incredulidad en su voz eran palpables.

Carla suspiró, finalmente apartando la mirada del pasillo para mirar a Touka. "Exactamente. Y ahora debemos salir de aquí antes de que Shaddick mueva su próxima pieza."

Ambas se quedaron en silencio por un momento, conscientes de lo complicado que se había vuelto todo. Pero una cosa era clara: aún había tiempo para actuar, y no podían permitir que Shaddick lograra sus oscuros planes sin luchar.


Mientras tanto

Shaggotte ingresó al salón real, con pasos firmes pero cargados de tensión. Sabía que esta reunión no sería fácil, y el aire en la sala parecía volverse más denso a medida que sus ojos se posaban en la figura que la esperaba al otro lado. Shaddick estaba ahí, en su forma humana, sentada en el trono, con una sonrisa apenas disimulada.

"Te has tomado tu tiempo, querida reina," dijo Shaddick, su tono ligero, casi burlón. "Sabía que vendrías a refutar la sentencia de muerte de Happy. No tengo ninguna intención de perdonarlo, pero... escuchémoslo. Veamos si logras cambiar mi opinión."

Shaggotte respiró profundamente, su mirada permaneció inquebrantable al acercarse. "Somos ambas reinas, Shaddick. Si vamos a discutir sobre un tema tan importante, hagámoslo con respeto. Hablemos de la misma manera."

La sonrisa de Shaddick se ensanchó un poco más, su ceja arqueada ante la petición. "Como desees, querida Shaggotte," dijo antes de inclinar la cabeza levemente.

De un momento a otro, Shaddick comenzó a desvanecer su forma humana, su figura reduciéndose y transformándose. En cuestión de segundos, una Exceed de pelaje blanco y marcas negras en su cabello apareció frente a Shaggotte. La transformación dejó al descubierto la verdadera apariencia de Shaddick: una versión inquietantemente similar a Shaggotte. El parecido era tal que cualquiera podría confundirlas si no fuera por las finas rayas negras que adornaban el cabello de Shaddick, como marcas de sombras, y sus ojos, de un gris profundo y carente de vida, una frialdad que contrastaba con la calidez de los ojos marrones de Shaggotte.

"¿Así está mejor?" preguntó Shaddick con una voz más grave y serena, su tono goteaba sarcasmo, pero sus ojos nunca apartaban la mirada de Shaggotte.

Shaggotte asintió, aunque el parecido físico entre ambas le recordaba la extraña conexión que compartían, una que era tanto una bendición como una maldición. La tensión entre ambas era palpable, pero había algo más profundo que las palabras, una batalla sutil entre las dos reinas.

"Vamos, Shaggotte," continuó Shaddick mientras se acomodaba en su trono, como si no hubiera ocurrido ninguna transformación. "Estoy escuchando. Haz tu mejor esfuerzo."

Shaggotte apretó los dientes y respiró hondo. Sabía que esta conversación sería un juego de poder, una en la que no podía permitirse perder ni un paso. Pero no era solo la vida de Happy lo que estaba en juego. La estabilidad de todo el reino de los Exceeds pendía de un delicado equilibrio entre ambas reinas.

Shaggotte suspiro para calmar la tensión y con una mirada determinada, asintió: "Empecemos."


El equipo Exceed corría a toda velocidad por los pasillos del castillo, sus pequeños cuerpos apenas haciendo ruido sobre las baldosas frías. A cada paso, los latidos de sus corazones se aceleraban. Sabían que la confrontación entre Shaddick y Shaggotte podría estar en pleno desarrollo, y el tiempo corría en su contra.

"¿Qué crees que esté haciendo Shaddick?" preguntó Happy entre jadeos, sin detenerse.

Carla, con una mirada seria, respondió mientras mantenía su ritmo: "Si Shaddick ha estado planeando todo esto, cualquier cosa podría suceder. No confío en que permita que mi madre salga de esa sala sin intentar algo más peligroso."

"¿Crees que puedan llegar a un acuerdo?" preguntó Touka con preocupación, volviendo a su forma Exceed para mantener la velocidad.

"No lo sé", dijo Carla, mordiéndose el labio. "Si Shaddick tenía un plan desde el principio, esto podría ser una trampa para deshacerse de mi madre."

De repente, al doblar una esquina, los tres Exceeds se detuvieron en seco. Frente a ellos estaba una chica humana rubia, se trataba de Marice, la mano derecha de la reina Shaggotte. Su expresión reflejaba sorpresa, pero también alivio al ver a Happy libre.

"¡Happy! No puedo creer que estés aquí...", dijo Marice, entre el alivio y la preocupación, pero su rostro se oscureció rápidamente. "Pero... si estás libre... eso significa... ¿fuiste tu liberación lo causó todo este caos?"

"No, no exactamente...", intervino Carla de inmediato, dando un paso adelante para defenderlo. "Shaddick ha estado manipulando todo desde las sombras. Esta captura de Happy había sido una trampa para atraernos a nosotros desde el principio."

Los ojos de Marice se agrandaron, comprendiendo la magnitud de la situación. "Shaggotte fue a hablar con Shaddick en el salón real, tratando de evitar que se imponga la pena de muerte sobre Happy, pero si todo esto es parte de un plan..." Su voz se apagó, su rostro palideciendo ante el temor. "Shaggotte podría estar en peligro."

"Entonces, no hay tiempo que perder", declaró Happy con determinación. "Debemos ir ahora y hablar con Shaddick antes de que sea demasiado tarde."

Marice los miró, pero su rostro estaba teñido de duda. "Shaddick no es de las que escuchan razones. Si ustedes entran allí, podría empeorar las cosas."

Antes de que pudieran discutir más, Marice y las chicas notaron algo: Happy apenas podía mantenerse en pie. Sus pequeñas patas temblaban visiblemente por el agotamiento y las heridas que había sufrido.

"Happy... Estás en tu límite" murmuró Carla, preocupada.

"Lo siento, pero estar encadenado en la misma posición, y con un brazo herido, es bastante agotador..." Expresó Happy con tristeza.

Sin perder más tiempo, Marice se acercó a él. "No puedo dejarte en este estado", dijo con voz firme, levantando las manos mientras recitaba un hechizo bajo su aliento. Una luz suave y cálida emanó de sus manos, rodeando a Happy con un resplandor curativo. Poco a poco, la fatiga comenzó a abandonarlo, y el dolor en sus heridas se disipó.

"¿Puedes hacer magia de curación, Marice?" Happy se veía impresionado, junto a las chicas miraban con sorpresa, ya que la única persona que podía usar magia de esa manera era Wendy.

"Un poco," confesó Marice pero su semblante cambio a uno triste. "Pero..."

Happy respiró profundamente, sintiéndose más ligero, pero había algo familiar en esa magia. "Espera un... esta magia... Se siente demasiado familiar..."

"Te diste cuenta ¿Verdad?" Pregunto Marice con cierta tristeza.

"Se siente como la magia del Health Crystal, pero..."

"Puedo usar las magia de los M.F hasta cierto punto, pero..." Marice callo, pues si mirada cambio a un semblante triste. "No es lo mismo, tus heridas dejarán de doler y recuperaras tú poder mágico, pero solo por un corto tiempo..."

Marice asintió, su expresión ahora de una combinación de nostalgia y tristeza. Al ver los rostros de Carla y Touka, decidió contarles algo de su pasado: "El Health Crystal era un objeto que podía curar y sanar cualquier herida y dolencia. Pero realmente esa joya era una chica que ella consideraba como una hermana."

Entonces Marice comenzó a explicar, una verdad sobre sus mejores amigos, que fueron como su propia familia, y que dieron su vida para protegerlos a Happy y a ella en la batalla final en el mundo de los MF.

"Crystal era uno de mis mejores amigos, junto con Heart y Moon. Ellos se sacrificaron para protegernos a Happy y a mí. Aunque puedo invocar un poco de su poder, nunca será igual. No puedo dejar que nos derroten , Happy. Tienes que luchar, no solo por ti, sino por todos nosotros."

"Que triste..." Expresó Touka con las orejas bajas. "Debe ser duro, perder a alguien así de cercano..."

"Tienes razón, Touka..." Respondió Carla compartiendo el mismo sentimiento. Ella vio como Happy estaba mirando el suelo con nostalgia, pero vio como cerró sus puños con fuerza y se seco las lagrimas que estaban a punto de salir.

Happy sintió una oleada de gratitud y tristeza. Recordó los momentos compartidos con juntos a los amigos... ¡No! Mejor dicho, de la familia de Marice y la importancia de ese sacrificio. "Ellos hicieron todo eso por nosotros en ese entonces, tenemos que salir de esto. No solo por mí, sino por todos los que confiaron en mí, tanto los Exceeds como los MFs.

Marice, aunque debilitada por el esfuerzo, sonrió con orgullo. "Esa es la actitud que necesitamos. Pero debemos apresurarnos. Si Shaddick está manipulando la situación, no podemos quedarnos aquí."

Carla, observando el largo camino en la distancia, sintió un nudo en el estómago. "¿Qué crees que está pasando ahora? Mi madre está tratando de salvar a Happy, pero Shaddick no es fácil de manejar."

"Eso es lo que temo", dijo Marice, su voz temblando. "No sé qué trampa ha preparado, pero no podemos permitir que Shaggotte esté sola. Debemos unirnos y enfrentarlo juntos."

"Entonces, ¡vamos!", exclamó Happy, su determinación renovada. Aunque sus patas aún temblaban, el poder curativo de Marice había revitalizado su espíritu.

Los cuatro se miraron, sabiendo que tenían que actuar rápidamente. Cada segundo contaba, y el destino de Happy, así como el de Shaggotte, estaba en juego.

Sin más dilación, comenzaron a correr nuevamente por los pasillos del castillo, guiados por la urgencia de la situación.


Mientras tanto, Salón Real.

Después de una larga recapitulación de los hecho, Shaggotte y Shaddick discutían la situación de Happy, repasando los cargos que pesaban sobre él, incluidos el intento de homicidio contra Carla y la manipulación por parte de un ente desconocido. Con cada palabra, la tensión entre ambas reinas aumentaba, sentando las bases para la defensa de Happy.

Shaddick, en su forma Exceed, está sentada en el trono improvisado para esta ocasión, observando a su contraparte, Shaggotte, quien permanece de pie con la elegancia y serenidad que la caracteriza. A pesar de la formalidad del juicio, hay una clara tensión en el aire.

Shaddick sonríe con aire triunfal, sabiendo que tiene la ventaja. "Hemos escuchado los cargos," dice con tono pausado, "intentó asesinar a un miembro de la familia real. Un crimen grave, sin duda."

Shaggotte permanece firme. "Es cierto que hubo un ataque, pero no fue Happy quien lo perpetró. Fue Freyr, una entidad que tomó control de su cuerpo. Happy no tenía control de sus acciones."

La sala parece vacía, salvo por las dos reinas enfrentadas. Shaddick entrelaza sus patas y levanta una ceja. "Una defensa interesante, Shaggotte. Pero, ¿tienes pruebas concretas de esa supuesta posesión?"

Shaggotte asiente. "Fui testigo del cambio abrupto en su personalidad. Happy y Freyr son completamente distintos en su forma de actuar. Y tú sabes que mi percepción no me falla."

Shaddick finge pensar, pero sus ojos destellan con astucia. "Incluso si tu argumento es cierto, eso no cambia el hecho de que su cuerpo fue usado para cometer el crimen. En el Reino, las leyes son claras: las acciones de un individuo, consciente o no, tienen consecuencias. Por lo que Happy tiene que aceptar las consecuencias de sus actos, sea que estuviera consciente o no.

La reina Shaggotte se esfuerza por mantener la compostura. "Eso es lo que intentas usar para justificar la pena de muerte. Pero Happy no debería ser castigado por algo que escapaba a su control."

Shaddick se reclina hacia adelante, su sonrisa ahora más pronunciada. "¿Y qué sugieres entonces? ¿Qué liberemos a alguien que podría perder el control nuevamente? ¿Que dejemos suelto a alguien que ya ha intentado matar a tu propia hija?"

La sala queda en silencio mientras Shaggotte se toma un momento para responder. "Mi hija está viva, y Happy lamenta profundamente lo ocurrido. No hay justificación para un castigo tan extremo. Una vida no debe ser tomada a la ligera."

Shaddick parece sorprendida por el tono firme de su rival, pero rápidamente recupera su compostura. "Interesante defensa. Sin embargo, este juicio ya está decidido, y hay un pequeño detalle que aún no has considerado..."

"¿Qué detalle?" Shaggotte frunció el ceño, estaba bastante alerta con respecto a lo que dijera su contraparte sobre su hija.

"Carla..."Shaddick sonrío maliciosamente. "Quiero su testimonio..."


El equipo Exceed corría a toda velocidad por los pasillos del castillo, pero a medida que se acercaban al salón real, una sensación de urgencia se apoderó de ellos. Marice, visiblemente agotada, tropezó y tuvo que apoyarse contra la pared, su rostro pálido y sudoroso.

"¡Marice!" exclamó Carla, deteniéndose en seco junto a ella. "¿Estás bien?"

"No… no puedo más," Marice respiró con dificultad. "Mi poder mágico... se ha agotado. Tienen que ir. Tienen que ayudar a la reina Shaggotte. No puedo seguir…"

"¡No! No podemos dejarte aquí," insistió Touka, pero Marice levantó una mano.

"Es… es lo mejor," dijo, su voz apenas un susurro. "Si no van ahora, podría ser demasiado tarde. Shaddick… no se detendrá."

Carla miró a Happy, y el pánico en sus ojos era evidente. "No podemos dejarla sola. Necesitamos…"

"¡No!" interrumpió Marice, con una determinación sorprendente. "¡Vayan! Yo estaré bien… solo necesito un momento. No puedo permitir que esto se convierta en una trampa para ustedes."

La mirada de Carla se oscureció por la preocupación, pero finalmente asintió. "Tienes razón. Debemos ir. ¡Vamos, Happy!"

"Pero…" Happy dudó, sintiéndose dividido entre su deseo de ayudar a Marice y la necesidad de proteger a Shaggotte. Al final, con un suspiro resignado, se acercó a Marice y la apoyó contra la pared, asegurándose de que estuviera en una posición segura. "Te prometo que volveremos," dijo, aunque su voz era un susurro lleno de angustia.

Marice sonrió débilmente, y justo en ese momento, su cuerpo se relajó. Se desmayó, incapaz de mantenerse consciente por más tiempo.

"¡Marice!" gritó Carla, pero era demasiado tarde.

"¡Debemos ir!" dijo Happy, sintiendo que el tiempo se les escapaba.

Con un último vistazo a su amiga inconsciente, el equipo Exceed se lanzó hacia adelante, con la esperanza de que no fuera demasiado tarde para Shaggotte.


Mientras tanto

"El testimonio de Carla..." Repitió incrédula Shaggotte. "Me temo que no es posible obtener su testimonio, Shaddick."

"¿Por qué no? Su testimonio es crucial. Necesitamos saber su versión de los hechos para decidir el futuro de Happy. Tal vez sea determinante para hacerme cambiar de opinión..." Dijo Shaddick con cierto tono de burla.

Shaggotte se erguía con determinación frente a Shaddick, sabiendo que el destino de Happy pendía de un hilo. "No creo que sea necesario escuchar el testimonio de Carla. Ella aún se recupera de sus heridas, según la información de Marice", comenzó, su voz firme.

"Su testimonio podría ser determinante para el destino de Happy", replicó Shaddick, con una sonrisa que escondía su intención.

"Pero no es necesario", insistió Shaggotte. "Mi propio testimonio y la condición de Happy son suficientes para determinar su destino. Marice ya ha proporcionado un informe sobre las numerosas ocasiones en que Happy ha salvado a otros, a costa de su propia integridad física y de su vida. Además, tengo datos y hechos relevantes sobre sus acciones heroicas pasadas, cuando él y Carla salvaron a nuestro reino de la destrucción junto a su gremio. Por estos actos desinteresados, Happy debería ser recompensado."

Al mencionar la recompensa, Shaggotte introdujo un punto crucial: "La ley establece que el gobernante es quien decide qué recompensa merece un héroe, teniendo en cuenta incluso los deseos del mismo. He encontrado un vacío legal en este sentido. Dado que Happy ha arriesgado su vida y ha realizado sacrificios significativos para proteger nuestro reino, podría ser exonerado de la pena de muerte y recibir una conmutación de su castigo, aunque no se le puede liberar de la cárcel."

El sonrisa en el rostro de Shaddick desapareció por un instante, impactado por la astucia de Shaggotte. Era evidente que había subestimado su habilidad para maniobrar dentro del sistema legal. En su mente, pensó que si no fuera por la intervención de Carla, Shaggotte habría tenido una victoria asegurada. Mientras ella sonreía, confiada en que había encontrado un camino hacia la justicia, Shaddick no pudo evitar sonreír internamente. Pobre alma ingenua, reflexionó, sabiendo que aún tenía un as bajo la manga.

Shaddick suspiró, su rostro enmascarando una sonrisa de satisfacción. "Me has dejado sin palabras, Shaggotte. Has buscado en leyes que ni siquiera había considerado. Sin embargo, debo admitir que sería interesante escuchar el testimonio de Carla. ¿Por qué no podríamos escucharlo ahora mismo?"

La pregunta quedó suspendida en el aire. Shaggotte se tensó, la preocupación brotando en sus ojos. ¿Carla se habría infiltrado en el castillo esta misma noche? El solo pensamiento hizo que su corazón se acelerara.

Antes de que pudiera responder, la puerta del salón real se abrió de golpe. Las voces de Happy, Carla y Touka resonaron en la sala, gritando el nombre de su majestad.

"¡Shaggotte-sama!"

El aire en el salón real se sentía denso, casi irrespirable. Los pasos apresurados del equipo Exceed resonaban como ecos sombríos que se extendían por cada rincón, intensificando la sensación de fatalidad que invadía a Shaggotte.

Shaggotte sintió un sudor frío recorrer su espalda. "Esto no está bien," pensó. Una horrible sensación se apoderó por completo de ella ,como si estuviera atrapada en una trampa que la arrastraba hacia lo más profundo del infierno. Cuando su mirada se posó en Happy, comprendió inmediatamente. Shaddick ya los había descubierto...

"¿Qué están haciendo aquí?" preguntó Shaggotte, tratando de ocultar su creciente pánico.

Shaddick, sonriendo maliciosamente, dio un paso adelante. "Ya sabes la respuesta, querida reina. Descubrí a tu hija, Carla, en la celda de Happy, tratando de liberarlo."

Shaggotte palideció, sus ojos se abrieron con incredulidad. ¡Carla! La revelación fue como un golpe al estómago.

Carla, al frente, levantó la vista con los ojos llenos de urgencia y miedo, y gritó con todo el aliento que le quedaba: "¡Madre! ¡Es una trampa!"

Shaggotte, sorprendida, intentó procesar sus palabras, pero no necesitó más. La reina sabía en lo profundo de su ser que esos pasos, esas voces, solo significaban una cosa: el inevitable colapso de su reino. El peligro, ya no imaginado, estaba ante ella. Con un destello de intuición y sin pensarlo, empujó a Carla con fuerza hacia atrás, justo cuando el suelo crujió.

Las cadenas doradas de Shaddick emergieron del suelo con una violencia imparable, rodeando el área del trono. Las gruesas hebras de magia, imponentes y brillantes, formaban una cúpula que se levantaba entre Shaggotte y Shaddick, separando a las reinas del equipo Exceed. La reina Shaggotte cayó al suelo de rodillas, jadeando, sintiendo como si todo su mundo se hubiera derrumbado en un solo instante.

"¡Majestad!" Exclamaron los Exceeds, mientras que Carla golpeaba con fuerza la cúpula, pero los golpes eran repelidos.

Detrás de la barrera de cadenas Shaddick, de pie subió al trono, sonrió con satisfacción. El escenario estaba listo, tal como lo había planeado.

"¿Que clase de traición es esta Shaddick?" Reclamó Shaggotte

"La mera presencia de Carla en la celda de un prisionero," continuó Shaddick, con una voz suave pero cargada de veneno, "ya es una infracción al Pacto Real. Pero el hecho de que haya osado infiltrarse para ayudar a escapar a un prisionero peligroso… eso, querida Shaggotte, podría costarle la pena de muerte."

"¡No te atrevas a tocarla!" gritó Shaggotte, su furia desbordándose. El amor y la protección que sentía por su hija la hicieron olvidar por un instante el protocolo.

Antes de que pudiera reaccionar, Shaddick levantó una mano y sus cadenas doradas, surgieron de la nada. En un abrir y cerrar de ojos, atraparon a Shaggotte, envolviéndola con una fuerza imposible de resistir.

"¡Esto es un juicio, por lo que no toleraré ninguna interrupción!" Respondió Shaddick.

"¡Madre!" Exclamó Carla bastante enojada.

Shaggotte, atrapada y paralizada por las cadenas, miraba con impotencia mientras la situación empeoraba rápidamente. Sabía que todo había sido una trampa desde el principio, pero ahora... ahora todo parecía perdido.

Shaddick caminó lentamente hacia Shaggotte, su voz impregnada de una fría indiferencia. "Esto no es una traición, Shaggotte. No puedes traicionar a alguien en quien nunca confiaste. Si aquí alguien traicionó al reino... fuiste tú."

Shaggotte levantó la vista, sus ojos llenos de furia e impotencia, pero Shaddick continuó, disfrutando cada palabra.

"No soy idiota," añadió Shaddick con una sonrisa maliciosa. "Desde el momento en que vi a Carla en el calabozo real, supe que tú fuiste la primera en traicionarme. Dime, ¿cómo es posible que una Exceed, que aún se recupera de sus heridas, logre infiltrarse por completo en un calabozo fuertemente custodiado? La respuesta es obvia." Dio un paso más cerca. "Tuvo ayuda interna. Alguien con suficiente poder como para conocer la estructura del castillo de principio a fin, y saber exactamente cómo pasar esa información a Carla."

Shaddick clavó su mirada en Shaggotte, buscando cualquier señal de confesión, pero en lugar de eso, fue Carla quien rompió el silencio desde el otro lado de la cúpula de cadenas, su voz resonando con urgencia.

"¡Mi madre no tuvo nada que ver en la infiltración!" gritó Carla. "La planificación y ejecución del plan de rescate fueron hechas con documentos que conseguimos del mercado negro. ¡Ella no sabía nada!"

La mentira salió rápida de sus labios, una maniobra desesperada para proteger a su madre. Shaggotte la miró, sorprendida, sus ojos reflejando una mezcla de agradecimiento y angustia. Sabía que la defensa de Carla, aunque valiente, solo complicaría las cosas.

Shaddick se volvió lentamente hacia Carla, una sonrisa peligrosa curvando sus labios. "¿Documentos del mercado negro, dices? Qué conveniente. Otro cargo más a la lista," Sus ojos se entrecerraron, examinando a Carla como si fuera una presa atrapada. " Además ¿Realmente crees que con un simple plan de contrabando podrías haber burlado las defensas del castillo?

Shaddick dejó escapar una risa fría, ladeando la cabeza hacia Carla. "¿De verdad crees que no puedo ver a través de esa mentira?" Su mirada se endureció cuando volvió a enfocarse en Shaggotte. "Solo el acto de filtrar información sobre la infiltración en el calabozo real es, en sí mismo, un acto de rebeldía contra mi mandato."

El silencio que cayó entre ellas fue aplastante. Shaggotte no dijo nada. No podía. Sabía que Shaddick tenía razón. El peso de la culpa se reflejaba en sus ojos, y su silencio solo confirmaba la verdad de las acusaciones.

Shaggotte bajó la mirada, derrotada. "Es cierto," murmuró finalmente. Levantando la vista hacia Shaddick, su voz se llenó de resolución. "Acepto toda la responsabilidad. Si debe haber un castigo, que recaiga sobre mí. Estos tres Exceeds tienen una vida por delante, y no deberían cargar con mis errores."

"¡Pero Shaggotte...!"

El equipo Exceed intentó protestar, pero Shaggotte alzó una mano para detenerlos. "No. Dejad que yo me haga cargo."

Shaddick sonrió ante la respuesta de la reina caída. "Estás tomando decisiones apresuradas, Shaggotte." Con un chasquido de sus dedos, las cadenas doradas que aprisionaban a la reina se aflojaron, liberándola con un movimiento repentino que la dejó sin aliento. Shaggotte, sorprendida, se tambaleó hacia adelante.

"Pero claro," continuó Shaddick, dando un paso hacia ella. "Tu participación en la infiltración y la posterior liberación de un prisionero bajo mi mandato no puede quedar impune." Hizo una pausa, disfrutando el momento. "Por lo tanto, en virtud del Pacto Real, la Carta Eclipse, te condeno a confinamiento obligatorio, y te revoco temporalmente tu derecho a gobernar este reino."

La tensión en el aire era palpable. Shaggotte sabía lo que significaba esa sentencia. Ante la mirada atónita del equipo Exceed, las cadenas doradas que formaban la cúpula comenzaron a moverse erráticamente, retorciéndose y formando un octaedro brillante alrededor de Shaggotte quien empezó a levitar debido a la magia de esas cadenas. El color dorado de las cadenas comenzó a transformarse lentamente en un rojo profundo, un símbolo del castigo inminente.

"¡Madre!" gritó Carla desesperada, mientras intentaba avanzar hacia ella, pero antes de que pudiera intervenir, las cadenas de Shaddick surgieron de nuevo, derribando al equipo Exceed con un solo movimiento. "¡No os atreváis a intervenir!" rugió Shaddick con una voz tan imponente como cruel.

Shaggotte, aún atrapada en el octaedro de cadenas rojas, miró a Carla con ternura, su corazón quebrándose por dentro. "Carla..." susurró suavemente, casi inaudible, "sigue tu corazón... y confía en tus visiones."

Carla, luchando por contener las lágrimas, vio cómo el octaedro comenzaba a encogerse, las cadenas apretándose alrededor de su madre, hasta que el espacio entre ellas era apenas visible. El brillo rojo aumentaba en intensidad, y poco a poco, la figura de Shaggotte se desvanecía, hasta que lo único que quedó fue un círculo mágico grabado en el suelo.

"¡MADRE!" gritó Carla, su voz quebrándose de dolor mientras caía de rodillas, lágrimas rodando por sus mejillas. La desaparición de Shaggotte era lenta, casi agonizante para quienes observaban. El círculo mágico brillaba, pero no ofrecía consuelo. Solo significaba que la reina había sido desaparecido sin dejar rastro.

La Reina Shaggotte habia sido sellada.


Fin del Capítulo 17


Bueno mis queridos lectores, han llegado al final de este emocionante capítulo, que ahora que me percató creo que merecía otro título, como sea. La situación en el salón real ha tomado un giro desafortunado, al menos para Shaggotte, y al parecer este es el comienzo de la verdadera batalla contra la monarquía de Shaddick. ¿Que es lo que planeara ella?


Aviso Importante: En pocos días se terminan mis semanas de vacaciones y tendré que volver a la oscuridad de la universidad, así que los capítulos podrían tardar en salir, aunque no quiera eso.


Si les gusto el capítulo, házmelo saber con una reseña o un mensaje privado, si quieres estar al pendiente de cada actualización de esta historia, solamente pon ese corazón de favoritos. Os estaré esperando.

InsideBlu se despide, hasta la próxima.

¡Good Bye!


Próximo Capítulo 18: Vínculo de Maldición - Parte 2