Capítulo 2
Encuentros
Después de culminar nuestra rutina de ejercicio desayunamos juntos en un restaurante cercano, al terminar me despido de Ryu y regreso a mi hogar para darme una ducha. Aunque fue difícil, logré persuadirlo de escoltarme, sabía que si me acompañaba lo primero que haría sería derrumbar la puerta para buscar a Ranma y amenazarlo de mantener su distancia, sin embargo, pude convencerlo de que tengo todo bajo control y que cualquier imprevisto que surja se lo haré saber de inmediato. Desde que estamos juntos es la primera vez que se comporta así, pero entiendo sus razones.
Estoy ordenando algunas cosas cuando oigo que se abre la puerta. Observo a Ranma entrar con rostro melancólico y cerrar despacio; extrañamente se sorprende al encontrarme.
-Hola ¿estás bien? – pregunto intrigada por su expresión.
-Hola, sí… sí, estoy bien… disculpa, creí que aún no habías regresado.
- Tú también saliste muy temprano.
- Quise ver los alrededores… no me agrada estar en una ciudad que desconozco.
- ¿Y qué tal? ¿Algo interesante?
-No mucho, aunque hay un parque muy bonito cerca, supongo que ya lo conoces.
-Ah, sí – desvío intencionalmente la conversación - estoy lista para llevarte pero debemos darnos prisa, mis días son muy ocupados.
-Claro, vamos.
Nos encaminamos hacia la parada del autobús y emprendemos el viaje, durante el trayecto me dedico a enseñarle por la ventana algunos puntos relevantes de la ciudad. Él, por su parte, comienza a bromear amenamente, recalcando que me convertí en toda una citadina y lo asombrado que está de ver que he sobrevivido sola a pesar de mi torpeza en las labores del hogar. Definitivamente hay cosas que no cambian; sigue siendo el mismo fastidioso pero, a pesar de eso, siento que hay algo diferente en él.
Su constante mirada pesa sobre mí y aunque finjo no darle importancia, confieso que me pone sumamente nerviosa; creo que en cualquier momento tocará el tema de lo que sucedió entre nosotros y no estoy lista para enfrentar esa conversación, sinceramente no sé cuánto tiempo podré continuar aparentando que todo está bien.
Tardamos veinte minutos en llegar a donde debe dar sus lecciones durante la semana: un gran gimnasio en el centro. En la entrada hay un llamativo cartel con enormes letras anunciando la participación del "renombrado maestro de artes marciales Ranma Saotome, proveniente del prestigioso dojo Tendo"; junto al recuadro de elevados precios de inscripción se encuentra una imponente fotografía suya realizando una complicada kata que permite apreciar su bien definida musculatura, claramente se enfoca en llamar la atención del público exaltando los atributos de Ranma. Definitivamente esto tiene el toque de mi hermana por todas partes.
-¡Sí que eres famoso! – río señalando el anuncio.
Él se ruboriza al observar la excéntrica publicidad.
-No fue idea mía, Nabiki siempre exagera- responde claramente incómodo.
-Bien, ya te traje así que debo irme, espero que todo marche bien – digo dándole una palmada en la espalda para brindarle ánimo.
-¿No entrarás conmigo?- pregunta con evidente decepción.
- Debo llegar a mis clases.
- Creí que estudiabas en horario nocturno.
-Sí, pero tengo cosas que hacer antes de llegar a la universidad- me apresuro a decir, deseo evitar pasar más tiempo del necesario junto a él – estarás bien, eres "el gran Ranma Saotome" ¿no? – agrego con un poco de sarcasmo, sonríe con una expresión de resignación.
-¿Sabes? Me sorprendí bastante al enterarme, jamás imaginé que decidirías ser maestra... – comenta un poco más sereno.
-¿Por qué no? – me encojo de hombros - Siempre me han agradado los niños.
- Pero nunca has sido muy paciente. Recuerdo cuando Ryoga y yo comimos las setas del tiempo, salí bastante maltratado- me recrimina burlonamente entrecerrando los ojos.
-Fuiste un niño muy maleducado y te metías en problemas cada cinco minutos, eras todo un dolor de cabeza… hasta ahora – mi comentario lo hace reír y relajarse.
Conversamos unos minutos más, le doy las indicaciones necesarias para regresar y me despido.
La tarde transcurre con rapidez. Concentrarme en mis estudios es la mejor manera de calmarme y olvidar por unas cuantas horas el efecto que su inesperado regreso está causando en mi vida.
Debo admitir que cuando vivía en Nerima nunca di señales de que me interesara estudiar esta carrera, sin embargo, la necesidad de salir de ese lugar me hizo investigar muchas alternativas. Me urgía alejarme de todo e iniciar de nuevo, concentrándome en algo que me permitiera olvidar mi decepción amorosa y los estudios parecían ser la mejor opción. Gracias a mis calificaciones y a los contactos de mi familia logré obtener una beca que me ha permitido financiarlos al menos hasta ahora. Si bien mi padre en un principio se resistió a dejarme ir, terminó por resignarse al ver que realmente me entusiasmaba la idea de asistir a la universidad. Finalmente, él y mis hermanas hicieron lo posible por ayudarme, incluso tía Nodoka y tío Genma me apoyaron, quizás avergonzados por las acciones de su hijo; aun así, estoy muy agradecida con todos ellos.
Cuando llegué aquí sabía que no sería fácil. Para solventar mis gastos personales me vi en la necesidad de buscar un empleo, pero con mis escasas habilidades manuales y mi estado de ánimo cada vez más abatido no fue sencillo. Entonces conocí a la señora Aiko, una mujer de edad avanzada que reside en el primer piso del edificio. Desde el principio fue muy amable y maternal conmigo, me escuchó y apoyó con algunas de mis labores e incluso tuvo la paciencia necesaria para enseñarme a cocinar un par de platillos básicos. Dice que le recuerdo a ella misma cuando se aventuró a dejar su hogar hace muchos años.
Una de sus hijas es dueña de una pequeña cafetería cercana y habló con ella para que me contratara a medio tiempo, así fue como comencé a trabajar de mesera los fines de semana; es un local escondido pero acogedor. Pienso que tuve mucha suerte, mis compañeras de trabajo son amables, me han enseñado muchas cosas y me estiman. Y, aun así, me sentía muy sola, por lo menos hasta el día en el que el caprichoso destino decidió que nuestros caminos debían volver a cruzarse.
- Tú eres Akane Tendo ¿Verdad?
Dejé la bandeja sobre el mostrador y volteé hacia donde una voz extrañamente conocida pronunciaba mi nombre, entonces me topé con aquellos ojos que me observaban con incredulidad; reconocí al instante al chico que una vez se atrevió a robar la identidad de mi ex prometido y le causó tantos problemas, jamás creí encontrarme con alguien de mi pasado en este lugar, mucho menos con él. Si bien nuestra anterior interacción no fue la mejor, decidí saludarlo por cortesía.
-Hola, Ryu - respondí con indiferencia y me dirigí a retirar los platos de una mesa cercana.
-¿Desde cuándo trabajas aquí? - me interrogó mientras bebía un sorbo de su taza - Suelo venir a este lugar muy seguido y no te había visto antes.
- Solo estoy los fines de semana. Hoy reemplazo a una compañera - contesté.
-Ya veo... Y supongo que Ranma también está cerca.
Escuchar su nombre me alteró lo suficiente como para que los cubiertos que sostenía resbalaran torpemente de mis manos, me agaché fastidiada a recogerlos.
-Ya no tengo nada que ver con él. Debo seguir trabajando, disculpa – respondí con frialdad alejándome lo más rápidamente que pude.
¡¿Cómo podía ser posible?! ¡Haber viajado tan lejos para empezar de nuevo y encontrarme precisamente con uno de los antiguos rivales de mi tonto ex! y no solo eso, cuando creí que por fin lo estaba superando, me daba cuenta de que simplemente escucharlo mencionar lograba consternarme.
Ryu se encogió de hombros y continuó disfrutando de su café sin mostrar mayor interés en continuar la conversación, luego de un rato comencé a notar que me miraba con disimulo cada vez que caminaba cerca, pero no volvió a hablarme ni siquiera al retirarse, me alivié al pensar que únicamente había sido una desafortunada coincidencia. Sin embargo, el siguiente sábado lo encontré otra vez sentado en la misma ubicación.
-Hola, Akane, que gusto verte de nuevo - me saludó bastante más distendido, incluso esbozando una sonrisa.
-Hola, Ryu - saludé secamente dispuesta a tomar su orden - ¿Qué pedirás?
-Tráeme un café expreso doble, por favor.
- Está bien ¿Algo más?
- Sí, una pregunta - dijo recargándose relajadamente en el respaldo de la silla mientras se cruzaba de brazos - ¿Qué harás hoy al terminar tu turno?
-¿Por qué te importa?
-Quiero invitarte a salir – comentó sin alterar su cómoda postura.
Me quedé estática por un momento sin saber cómo responder a tal osadía.
-¿Tomaremos un café? - bromeé sarcástica.
- Estaba pensando en cenar, tendríamos tiempo para platicar y podríamos pasar un buen rato juntos- respondió sin titubear.
-Gracias por la invitación, pero no estoy buscando nuevos amigos - Su semblante se volvió serio y clavó su mirada en la mía.
-No busco ser tu amigo. Quiero tener una cita contigo - Eso no me lo esperaba.
Acostumbrada a la actitud indecisa de Ranma, me impresionó su audacia y determinación así que terminé aceptando. Aún faltaban dos horas para finalizar mi turno, por lo que supuse que volvería más tarde por mí, sin embargo, me esperó pacientemente hasta que mi jornada acabó.
Esa noche cenamos en un bonito restaurante, nada formal ni extraordinario. Aunque al principio me resistí, Ryu fue sumamente agradable y se comportó como todo un caballero por lo que decidí relajarme y disfrutar de la agradable velada.
Los días siguientes continuó asistiendo a la cafetería y nos hicimos cada vez más cercanos. Le contaba sobre mi día a día, mis estudios y trabajo; él me relataba acerca de su empleo como instructor de gimnasio y de lo contento que estaba desde que se había establecido en esta ciudad. Mis compañeras comentaban sobre el atractivo pretendiente que solía visitarme todos los fines de semana y lo afortunada que era, yo solo sonreía y explicaba que era únicamente un amigo, aunque Ryu jamás disimuló sus intenciones.
Comenzamos a quedar en encontrarnos en el parque para trotar juntos. Los días que trabajaba llegaba cerca de una hora antes de mi salida y me esperaba para acompañarme en el regreso a casa. Poco a poco su presencia se hizo parte de mi rutina y comencé a disfrutar de su compañía. Fue entonces que me di cuenta de que lo nuestra era más que una simple amistad.
-En serio, no tienes que seguir haciéndolo– murmuré deteniéndome a metros de la puerta de mi hogar.
-¿A qué te refieres? – frenó unos pasos delante de mí y volteó a mirarme con expresión confundida.
- ¡A esto! - exclamé manoteando intentado explicarme - a acompañarme cada día, puedo cuidarme sola.
- Lo sé, pero me agrada estar contigo – caminó hasta pararse frente observándome fijamente a los ojos– tú me gustas, Akane.
-Ryu… - la tenacidad de sus palabras no dejaba de sorprenderme.
En ese instante tuve que reconocer que también me agradaba tenerlo cerca, al punto de anhelar cada uno de nuestros encuentros en los que mi pecho se exaltaba al verlo llegar. Pero la sombra de aquel que había destrozado mi vida aún acechaba dentro de mi alma lastimada y temía volver a abrir mi corazón.
-Akane… sé bien por todo lo que pasaste y no quiero presionarte… pero pensaba que quizás… podríamos… estar juntos…
-Es que… yo…- vacilé sin encontrar las palabras adecuadas.
Pareció comprender las dudas que asaltaban mi mente y se limitó a acariciar suavemente mi rostro.
- No tienes que responder ahora, puedes pensarlo el tiempo que necesites – susurró – Nos vemos mañana en el parque, preciosa – se despidió besando mi frente y comenzó a andar en dirección contraria.
¿Qué me pasaba? Tenía frente a mí a alguien que me comprendía, le preocupaba y me apreciaba, es más ¡me quería! e incluso estaba dispuesto a esperarme de ser necesario, acababa de declararse y yo me había quedado pasmada viéndolo irse, todo por mi temor a volver a sufrir. Pero esto era diferente, debía superar el pasado y darme la oportunidad de recomenzar.
-¡Espera! – grité corriendo tras él y tomándolo del brazo lo giré hacia mí -Tú también me gustas, Ryu… quiero estar contigo.
Sonrió y no necesitamos decir más. Me abrazó, acercó sus labios y me besó tiernamente, disipando todos los miedos y angustias que hasta entonces me resistía a soltar. La calidez que sentí entre sus brazos me hizo entender que estaba en el lugar correcto, ya era hora de permitirme ser feliz.
Doy un largo suspiro mientras los recuerdos de los últimos meses se disipan en mi mente. Como cada vez que necesito pensar, he tomado la ruta más larga de regreso a casa. Son cerca de las 10 P.M. cuando bajo del autobús, camino sin prisa. Al llegar a la entrada del edificio distingo una silueta apoyada en la pared que no tardo en reconocer.
-¡Ryu! ¿Qué haces aquí? - pregunto sorprendida.
- Hola, linda, estaba preocupado por ti – explica acercándose -¿Qué hacías? Te estuve llamando.
- Es martes, estaba en mis clases ¿En dónde más? – contesto extrañada por su actitud, conoce bien mis actividades por lo que no es común vernos en este horario entre semana.
- Cierto… disculpa, creo que lo olvidé.
-¿Qué ocurre?- lo interrogo poco convencida por su excusa.
- ¿Comiste? Te invito a cenar – intenta evadir mi pregunta.
-Ryu… - me cruzó de brazos y frunzo el ceño esperando que confiese.
Me observa por un momento, trata de decir algo pero finalmente se gira malhumorado escondiendo las manos en los bolsillos de su pantalón.
-¡Está bien, está bien! Estoy celoso ¡¿contenta?! – exclama sumamente molesto - Tú y ese tipo juntos, durmiendo bajo el mismo techo, no es fácil de aceptar. Además, lo vi entrar cuando venía hacia acá así que debe estar esperándote… - termina por decir haciendo una mueca de hastío mientras alza la vista en dirección a mi ventana, donde se puede ver que la luz se encuentra encendida.
-¿Ustedes se encontraron? Dime que no peleaste con él – lo increpo - Ryu, te pedí que no montaras una escena.
-¡No lo hice! – responde aún más enfadado- me mantuve alejado, probablemente no me vio. Solo me contuve porque tú me lo pediste, Akane.
Suspiro aliviada. Comprendo perfectamente su enojo ya que pareciera que lo estoy escondiendo, pero lo único que intento es evitar una confrontación, ambos son muy impulsivos y ya tengo bastantes problemas en mi vida como para crear otro más. Intento calmar la tensión acercándome para besarlo, pero me esquiva ladeando el rostro sin ocultar su frustración, aprovecho la exposición de su cuello y lo recorro con la punta mi nariz juguetonamente.
-No hagas eso – dice cerrando los ojos con fuerza.
-¿Qué? ¿Esto? – susurro con voz provocativa procediendo a recorrer su piel con un húmedo beso, inmediatamente siento como ésta se eriza con el contacto.
Al notar su reacción lo repito usando un poco más de sensualidad, Ryu suelta un gruñido intentando resistir pero pronto se da por vencido y me atrapa por la cintura enredándonos en un apasionado beso.
-Eres una tramposa.
-Así te gusto – río a la vez que acaricio su cara - No tienes de qué preocuparte, ya te lo dije, te elegí a ti - asiente con un leve gesto de aceptación - Nos encontramos mañana en el parque ¿sí?
-No será posible – responde cabizbajo – debo realizar unos encargos del trabajo, discúlpame.
-Que lástima… - suspiro decepcionada- pero está bien, no olvides llamarme.
Mi chico se inclina para besarme nuevamente, le correspondo rodeando su cuello con mis brazos, permanecemos mimándonos un rato más y luego se despide emprendiendo el regreso. Me alivia pensar que su casa se encuentra a escasos 15 minutos de la mía y estamos en un barrio relativamente seguro, aunque debido a su fuerza y destreza, en realidad no tendría por qué preocuparme.
Subo lentamente, me detengo antes de abrir la puerta dando un largo suspiro para intentar ordenar mis ideas a la vez que reúno el valor necesario para afrontar la presencia de mi invitado. No lo veo al entrar, pero el bolso deportivo que llevaba esta mañana se encuentra a un lado del sofá, así que me dirijo directamente a la habitación a dejar mis pertenencias y escucho el agua de la ducha caer; me siento aliviada por tener unos minutos más a solas. Ordeno mis libros sobre el escritorio, entonces decido preparar algo de comer antes de encerrarme a estudiar para no tener que encontrarlo luego; voy rápidamente a la cocina, sin embargo, al pasar frente al baño se abre de improviso la puerta y mi rostro se estampa estrepitosamente en el húmedo torso desnudo de aquel al que intentaba evitar.
-¡Disculpa, Akane! ¿Estás bien?– pregunta evidentemente preocupado.
-¡Eres un…! - Lo miro furiosa sobando mi frente adolorida y dispuesta a recriminarle, pero la visión frente a mí me deja perpleja. Ranma, que acaba de bañarse, está apenas cubierto por una toalla atada en su cintura, su largo cabello totalmente mojado cae libremente sobre sus hombros provocando que las gotas se deslicen lentamente a través de su notoriamente bien trabajado cuerpo. Me percato de que no solo ha crecido en estatura, sino que también su espalda es mucho más ancha y sus músculos están más definidos que como los recordaba, sin duda alguna ha entrenado mucho y ya no es un niño. Dice algo que no logro comprender - ¿Ah? ¿Qué? – respondo tragando saliva volviendo abruptamente a la realidad.
- Que si te lastimaste - repite con expresión confusa, acercándose demasiado a mi acalorado rostro.
-N…no, no te preocupes, estoy bien, iba distraída – respondo desviando la mirada, avergonzada de lo evidente que fui - ¿Ya comiste? – intento cambiar el tema para salir pronto de esta embarazosa situación- Prepararé algo rápido para los dos – me arrepiento de inmediato, se suponía que intentaba no pasar tiempo con él.
-Discúlpame, no sabía a qué hora regresarías, así que comí algo antes de volver.
- ¡Perfecto! – exclamo aún nerviosa y comienzo a marcharme retrocediendo atolondradamente- entonces nos vemos mañana, debo estudiar, buenas noches.
-Pero ¿no ibas a cenar? - cuestiona con una sonrisa irónica, dándose cuenta del motivo de mi comportamiento.
-No, no, no es necesario. Hasta mañana, Ranma, descansa – huyo hacia mi cuarto cerrando abruptamente la puerta tras de mí.
Al entrar me llevo las manos al rostro enrojecido y ahogo un gruñido de indignación, me siento como una tonta.
-¡Maldita sea, escondiéndome en mi propio hogar! – resoplo ofuscada mientras doy vueltas en círculos – ¡Estúpido engreído! debe estar burlándose en este momento.
Prendo la lámpara de mi escritorio dispuesta a repasar mis apuntes e intentar olvidar lo que acaba de suceder. Un rato después me sobresalta el sonido de unos leves toques en la puerta, dudo entre responder o fingir no haberlos escuchado, pero entonces veo cómo la perilla comienza a girar, me apresuro a esconder mi rostro entre mis brazos pretendiendo estar dormida con la vaga esperanza de que Ranma desista de lo que sea que quiera y se retire de inmediato.
-Akane ¿Puedo entrar? – pronuncia en voz baja - ¿Estás dormida?
Intento no moverme mientras percibo sus pasos aproximándose hasta detenerse a mi lado y ruego en mi mente que no se acerque más; noto que comienza a dar vueltas por la habitación, estoy a punto de entreabrir los ojos cuando advierto que se acerca nuevamente. Después de unos segundos que parecen eternos siento una manta caer sobre mis hombros, me arropa con gran delicadeza y luego permanece en silencio a mi lado. Comienzo a ponerme nerviosa esperando su próxima acción, es en ese momento que roza mi cabello con una suave y fugaz caricia para luego abandonar la habitación apresuradamente. Mi pulso se acelera, pero me quedo quieta aún después de cerrarse la puerta asimilando lo que acaba de suceder, cuando finalmente me atrevo a mirar noto que junto a mis libros ha dejado un plato con pastelillos cubierto cuidadosamente. Su dulce e inesperado gesto me confunde y también me enternece, me parece tan conmovedor que no puedo evitar sonreír como una chiquilla boba.
Quizás no debería preocuparme tanto, tal vez ya no es tan fastidioso como pensaba.
Hola nuevamente, aquí estoy de regreso con un nuevo capítulo.
Agradezco a todos aquellos que han leído mi historia y me han dejado lindos mensajes. Les prometo que vienen cosas muy interesantes, se revelarán muchos secretos respecto al pasado y las intenciones de los protagonistas.
También agradezco a mi beta por darse el tiempo de revisar cada una de mis ideas y animarme a seguir escribiendo.
Nos reencontrarnos pronto en otra actualización.
