Capítulo 3
Momentos
Al día siguiente comienzo mi rutina, caminando frente a la habitación de mi invitado noto que nuevamente ha salido antes que yo, me alivia no tener que topármelo pues aún me siento un poco avergonzada por lo de anoche, aunque también deseaba agradecerle sus atenciones.
Llegando al parque empiezo con un trote ligero, Ryu no podrá acompañarme hoy así que no tengo ninguna prisa. De pronto, de la nada, alguien salta frente a mí, no puedo evitar dar un pequeño grito.
- ¡Buenos días! - saluda Ranma - ¿De verdad te asusté? Deberías estar más atenta a tu alrededor.
- ¡¿Qué haces aquí?! – reclamo aún sobresaltada.
- Lo mismo que tú – comenta despreocupado - me pareció un buen lugar para ejercitarme.
- ¡Genial! - respondo molesta mientras retomo el trote.
- ¿Te parece bien si te acompaño? – pregunta manteniendo mi paso.
- Como quieras - me adelanto, ignorándolo. Debo admitir que me siento culpablemente aliviada por la ausencia de mi novio.
Continúo sin dirigirle la palabra mientras mantiene su distancia, después de un rato nos detenemos en uno de los bebederos para refrescarnos.
- ¿Qué tal estuvo tu lección? – pregunto intentando iniciar una conversación.
- Bien… creo… - responde distraído.
- ¿Sucede algo? – su actitud me intriga.
- No es nada, supongo - pausa unos segundos para añadir pensativo - me siento observado desde que salí esta mañana.
- Eres un paranoico, no todo el mundo gira en torno a ti – bromeo arrojándole un poco de agua, él la esquiva extrañamente alterado al tiempo que me lanza una mirada de disgusto, supongo que no le agrada la idea de transformarse con público alrededor - No te enojes, es una broma, tonto - intento aligerar el momento dándole un pequeño empujón con el hombro - aquí suele ser muy tranquilo.
- Probablemente debería relajarme – suspira - Por cierto, necesito pedirte un favor ¿Podrías acompañarme hoy?
- ¿Eh? ¿Por qué?
- Hay algo que quiero mostrarte… pero, si estás ocupada lo entenderé – comienza a jugar nerviosamente con sus dedos, ese gesto tan suyo siempre me ha provocado ternura.
- Lo haré pero solo para agradecerte los pastelillos – acepto dándole un leve toque en la frente con el dedo.
Pestañea confundido antes de entender, luego de unos segundos sonríe complacido.
- ¡Te gustaron!- afirmo con la cabeza- me alegra, creí que te agradarían pero no tuve oportunidad de ofrecértelos y luego ya te habías dormido – explica nervioso.
- Gracias, Ranma- sonrío, él desvía el rostro apenado.
- Es un espacio muy grande – comenta cambiando el tema - me sorprende que esté en medio de una zona urbana, es un buen lugar para entrenar.
- Lo sé, vengo diario con mi novio– me arrepiento al instante ¡Que tonta soy! no quería que supiera de él aún.
- Ah, cierto - su indiferencia me sorprende- Es extraño que aún no lo haya conocido ¿No me crees capaz de comportarme? - cuestiona cruzándose de brazos enarcando una ceja.
- No es eso, simplemente no se ha dado la oportunidad - De todos modos, se enterará, pienso. Tomo aire dispuesta a contarle la verdad - Es que él es… es alguien que tú conoces - titubeo en voz baja.
- Lo sé, es Ryu Kumon - responde impasible dejándome perpleja.
- ¿Cómo lo sabes? – repongo de inmediato sin disimular mi sorpresa.
- Por casualidad los vi juntos ayer cerca de aquí, además anoche andaba rondando el edificio, aunque no se acercó fue fácil reconocerlo.
- Ya veo, entonces lo sabías... – musito.
Un silencio incómodo se instala entre ambos permaneciendo por largos segundos, finalmente estalla.
- ¡Demonios, Akane!... ¿Él? ¡Es un imbécil! - Su reacción no me sorprende pero no puedo tolerar la manera en que se refiere al chico que quiero.
- Es amable, inteligente, trabajador y me trata muy bien – reviro, Ranma suelta una risa sarcástica.
- Eres una hipócrita. Ese tipo siempre te desagradó ¿desde cuándo se volvió tan maravilloso?
- Las personas cambian.
- Mentiras – bufa- Con tantos tipos necesitados de afecto, de todos los candidatos que pudieron ser… ¿Tenía que ser él? - cuestiona con desprecio - Siempre he sabido que tienes un pésimo gusto, pero esta vez caíste muy bajo.
- ¡Eres un descarado!- elevo la voz cansada de sus críticas- Tú eres el que menos tiene derecho a opinar con quién me relaciono ¡No después de lo que me hiciste! - mis palabras lo exacerban e intenta decir algo, pero al instante se arrepiente y resopla fastidiado.
- ¡Bien! - cruza los brazos detrás de su cabeza cambiando a una actitud indiferente - tienes razón, no es asunto mío.
Es un idiota, no hay duda de eso, sin embargo, no era mi intención recriminarle. Sé que hay asuntos pendientes que debemos aclarar, pero no deseo montar una escena en medio de un parque. Suspiro e intento tranquilizarme.
- Es mejor que regresemos – digo recobrando la compostura – o se nos hará tarde.
- ¿Para qué?
- ¿Cómo? ¿Acaso ya no quieres que te acompañe? - me mira confundido.
- ¿Aún piensas ir conmigo a pesar de…
- Lo prometí - lo interrumpo – Así que deja de perder el tiempo, no hagas que me arrepienta.
Comienzo a caminar deprisa y me sigue sin protestar, estoy impresionada por lo dócil de su actitud. Platicamos muy poco camino al gimnasio, al llegar insisto en retirarme de inmediato, pero sujeta mi mano de improviso.
- Akane, necesito pedirte una cosa más, algo importante.
- ¿Q-qué quieres? – tartamudeo nerviosa por el repentino contacto y la solemnidad de sus palabras.
- Por favor, quédate conmigo, te necesito a mi lado – pronuncia observándome fijamente sin soltarme.
Mi corazón se acelera ¿Cómo se atreve a decirme algo así justo en este momento?
- P-pero yo… no lo sé… no puedo…
- Eres la única con la que podría hacerlo - exclama juntando las manos frente a su rostro en un gracioso gesto de súplica- Nunca había enfrentado algo así ¡Por favor, acompáñame!
Rio nerviosa al darme cuenta que malinterpreté sus palabras. Es un verdadero tonto ¿Por qué lo pide con tanta seriedad? ¿Cómo se atreve a confundirme así? ¿Y por qué sentí esa presión en mi pecho al creer…?
- Espera ¿Por qué necesitas mi ayuda?- lo interrogó extrañada.
- Por favor, no puedo sin ti. Temí que te negarías si lo pedía antes, prometo compensarte – sigue rogando como un niño pequeño llamando la atención de algunas personas que pasan cerca.
- ¡Está bien, está bien! - accedo avergonzada – cálmate, entraré contigo, pero no sé de qué servirá.
- Ya lo verás – dice recobrando su postura como si nada, el canalla sabe cómo convencerme.
Antes de abrir la puerta da un largo suspiro tomando valor, lo observo sin entender la causa de tanto nerviosismo. Hasta donde me he enterado, siempre involuntariamente gracias a mi comunicativa hermana, no es la primera vez que realiza este tipo de actividades, Nabiki se ha encargado de organizar varias de sus demostraciones volviéndolo un artista marcial bastante reconocido y respetado, por lo que esto no es algo nuevo para él. No puedo imaginar qué tipo de estudiantes son para que se comporte de esa manera, o si tal vez se vio superado por algún contrincante ¿Qué tan fuerte será para necesitar mi ayuda con tanta desesperación? Ingresamos y mis dudas se disipan con una gran sorpresa.
El lugar se encuentra atestado de discípulos listos para su entrenamiento, todos rodean felices a Ranma tan solo lo ven entrar, pero ninguno de ellos supera los seis años de edad; las importantes lecciones que debe impartir están orientadas a un enorme grupo de niños de edad preescolar.
Sin que pueda evitarlo suelto una gran carcajada en tanto él me lanza un fulminante vistazo.
- No te pedí que vinieras para burlarte, Akane.
- Lo siento – me disculpo intentando calmar mi risa – es que nunca imaginé algo así ¿Éste es el prestigioso evento que organizó Nabiki?
- Juro que me las pagará- responde incómodo – dijo que eran alumnos jóvenes, aunque no esperaba que tanto. Me gustan los niños, pero es demasiado; por esto necesito tu ayuda, presiento que serías mejor que yo – no puedo evitar sentirme enternecida por su cara suplicante.
- No sé, creo que lo tienes bien controlado, se ve que están encariñados contigo – respondo burlonamente observando a unos niños de más o menos tres años abrazándose a su pierna llamándolo sensei.
- Akane…
- De acuerdo, te ayudaré pero no creo serte de mucha utilidad, no vine preparada para algo así – me encojo de hombros.
Ranma abre su bolso, saca un paquete que me lanza y al abrirlo encuentro un traje de entrenamiento nuevo junto con los implementos que necesitaré.
- Espero haber recordado tu talla – comenta.
Me doy cuenta que el muy soberbio tenía todo preparado desde el principio.
- Estabas seguro que aceptaría ¿verdad?
- No, pero estaba dispuesto a todo por convencerte - declara mirándome con confianza y algo más que no puedo identificar.
Después de prepararnos nos organizamos con los estudiantes: yo los guío en los ejercicios básicos mientras él se concentra en las rutinas más avanzadas. Noto que he perdido condición, desde mi llegada a la ciudad no practico en serio, pero volver a entrenar me da mucha nostalgia y me hace sentir feliz. Ranma también se ve bastante animado, no deja de sonreír cada vez que nuestras miradas se encuentran.
La lección transcurre con tranquilidad, es un grupo bastante dócil; definitivamente es un exagerado, no necesitaba mi ayuda, aunque reconozco que me estoy divirtiendo mucho.
Al finalizar la lección los niños son retirados por sus madres, algunas insisten en halagar a Ranma acercándosele sin recato, casi al borde del coqueteo, entonces comprendo la estrategia de Nabiki: ofrecer a un joven y atractivo maestro para atraer más clientes. Comienzo a sentirme incómoda, sin embargo, él mantiene la formalidad despidiéndolas amablemente sin mostrar mayor interés.
- Sí que eres popular, sensei – me burlo.
- Te has divertido mucho a costa mía ¿verdad?
- Bastante – respondo con sinceridad - esas señoras estaban más interesadas en ti que tus alumnos – vuelvo a reír.
- Muy graciosa - replica incómodo - De verdad, gracias por esto – agrega mientras comenzamos a guardar el material.
- Es increíble que no seas capaz de poner orden, eres su maestro.
- ¡Lo sé! No es la primera vez que enseño a niños pequeños, pero eran demasiados.
- Eres un bobo ¡El reconocido maestro de la escuela Saotome de combate estilo libre vencido por un grupo de preescolar! – anuncio con ironía.
- Ya, Akane - frunce el ceño, molesto.
Al salir insiste en acompañarme hasta la universidad, declino su ofrecimiento insinuando que me encontraré con unas amigas, ya tuve suficiente de su compañía por hoy.
Entrada la noche regreso a casa, esta vez he tomado el camino más corto, estoy tan cansada que únicamente deseo una ducha y dormir; sin embargo, al momento de abrir la puerta un delicioso aroma me envuelve. Entro despacio y me dirijo a la cocina, sorprendiéndome al encontrar la mesa dispuesta con platillos cuidadosamente preparados, al buscar a Ranma lo descubro ordenando una gran cantidad de víveres en la despensa.
- ¿Qué es todo esto? – pregunto incrédula. Él me dedica una sonrisa a modo de saludo y continúa con su tarea.
- Pensé que tendrías hambre y me tomé la libertad de preparar la cena, espero no te moleste.
- ¿Y de dónde sacaste eso? – señalo las provisiones.
- De una tienda obviamente – responde encogiéndose de hombros despreocupado – compras muy pocas cosas, no tenía ingredientes para cocinar y aproveché de traer lo necesario para la semana.
- Pero es demasiado, no tenías…
- Es lo menos que puedo hacer después de causarte tantas molestias, considéralo un pago por ser mi asistente – ríe guiñándome un ojo coquetamente.
Me quedo observándolo anonadada preguntándome si aún es el mismo Ranma que creía conocer. No puedo creer que haya cambiado tanto desde que nos separamos, jamás hubiera esperado de él una actitud tan atenta y madura.
- ¡Ayúdame a guardar esto o la comida se enfriará! - me regaña juguetonamente haciéndome reaccionar. Me apresuro a asistirlo y al terminar nos sentamos a la mesa.
Conversamos relajadamente sobre nuestro día, hablo sobre lo contenta que estoy en mis estudios y él me escucha atentamente.
- Sigo sorprendido por lo que has logrado – comenta - estoy feliz por ti.
- También estoy muy contenta - sonrío con franqueza - Gracias por esto Ranma, hace tiempo que no tenía una cena tan amena.
Se sonroja levemente y se apresura a devorar su comida sin decoro haciendo un desorden.
- Tus modales no han cambiado - suspiro - pero reconozco que cocinas delicioso.
- Quisiera decir lo mismo de ti, pero no me atrevo a comprobarlo - contesta con la boca llena.
- Te estoy halagando, bobo, no lo arruines – bromeo también.
- Si me lo pidieras, no me molestaría cocinar para ti todos los días - murmura pensativo colocando el plato vacío sobre la mesa.
- Me gustaría - respondo con honestidad.
Nos miramos en silencio, él esboza una tímida sonrisa mientras yo no puedo evitar perderme en su mirada. Es extraño, me siento demasiado cómoda a su lado; había olvidado su alborotada presencia que complementaba mi día, cómo era capaz de hacerme pasar de la dicha al enojo en tan solo un instante, pero sin importar nada siempre podía contar con él. Ambos hemos cambiado y, a pesar de verse más maduro, sigue conservando esa chispa juvenil que en su momento me conquistó.
De pronto noto un grano de arroz en su flequillo e instintivamente alzo mi mano para quitárselo, al percibir mi gesto se apresura a tomar mi palma presionándola contra su tibia mejilla; la acaricia con suavidad y comienza a acercarse despacio entrecerrando sus ojos.
- R-Ranma… - mis latidos se incrementan, su rostro se encuentra tan cerca del mío que puedo sentir el calor de su aliento - Es que… tenías un… un grano de arroz… en tu cabello… - logro balbucear con dificultad.
Se yergue raudo en su asiento, girando el rostro, en un intento por ocultar el bochorno de haber malinterpretado la situación; la incomodidad es palpable, permanezco inmóvil tratando de procesar lo que estuvo a punto de ocurrir.
- Es un edificio muy viejo, ni siquiera tiene ascensor ¿Por qué decidiste vivir aquí?– pregunta buscando desviar la atención.
- Es un barrio pacífico, además conseguí el alquiler muy barato gracias a mi hermana.
- ¿Nabiki?
- Sí, los primeros meses fueron costosos, luego un día llegó de improviso e hizo un trato con el dueño. No quiso darme detalles, pero conociéndola debe haberlo convencido con algún engaño, ya sabes cómo es- comento avergonzada.
Ranma emite una extraña risa nerviosa.
- Creo que podrías haber conseguido algo mejor, sinceramente no sé qué le viste a este lugar.
- Ven - digo con determinación llevándolo conmigo.
Comenzamos a subir apresuradamente las escaleras, a medio camino me doy cuenta que tomé su mano impulsivamente, intento soltarlo con disimulo pero él afianza su agarre y continúa siguiéndome en silencio. Finalmente llegamos hasta la azotea, nos dirigimos hacia el borde y le enseño el bello espectáculo que forman las luces de la calle al fundirse con el atardecer.
- ¡Increíble! ¡Que linda vista! – exclama.
- ¿Verdad que sí? Me gusta venir aquí después de un día agotador.
- No es un mal lugar después de todo - reflexiona apoyándose en el barandal.
- Me recuerda un poco a Nerima - comento nostálgica - Aún debe ser hermoso contemplar el anochecer desde el tejado.
- Ya no es lo mismo, todo se siente diferente, como si faltara algo importante - dice pensativo.
- ¿Ah, sí? ¿Qué?- pregunto curiosa.
- Tú.
- No bromees – exclamo sorprendida y nerviosa.
- Es cierto, la casa se siente vacía, todos te extrañan. Yo te extraño más que nadie, Akane - Aprieto el barandal entre mis manos, lo percibo observándome fijamente sin atreverme a responder. Transcurren algunos segundos que parecen eternos hasta que decide continuar - ¿Podemos conversar de lo que pasó entre nosotros?
Siento un escalofrío recorrer mi espalda, sabía que pasaría y a pesar de ello no me siento lista para enfrentarlo.
- No, hoy no. Solo disfrutemos la vista – declaro con fingida firmeza.
- Akane…
- No lo arruines, por favor.
- Sabes que tarde o temprano tendremos que hablarlo ¿Verdad? - Exhala resignado. Asiento con timidez y continuamos contemplando el horizonte por un largo rato más - Quizás no deberíamos estar aquí los dos solos – cavila melancólico.
- No estamos haciendo nada malo, somos amigos ¿cierto? - Ranma me observa analizándome, su mirada refleja la misma nostalgia que yo intento ocultar.
- Sí, lo somos - responde esbozando una triste sonrisa.
La temperatura baja a medida que los últimos rayos de sol desaparecen entre los techos, el frío viento anuncia que el otoño pronto terminará.
- Será mejor entrar, está muy fresco y podrías enfermarte.
- Estoy bien, me agrada aquí. Entra tú si quieres.
Ranma frunce el ceño, sin decir palabra se quita su chamarra y la coloca sobre mis hombros.
- Tonta - me regaña al tiempo que me atrae hacia él para darme calor.
Puedo ver de reojo que mantiene su vista fija en el horizonte; su abrazo es fuerte y protector, me hace sentir tan tranquila que apoyo levemente mi cabeza en él. Decido olvidarme del mundo y disfrutar de este fugaz instante a su lado solo para atesorarlo como un bello recuerdo.
-O-
Hola a todos
Finalmente les traigo la continuación de esta historia. Las cosas se complican para Akane, la convivencia con su ex prometido está provocando que poco a poco resurjan sentimientos que creía haber superado ¿Cómo reaccionará Ryu al enterarse?
Los próximos capítulos estarán bastantes intensos.
Muchas gracias por su apoyo y lindos mensajes, nos encontramos pronto en una nueva actualización.
