DISCLAIMER: Los únicos personajes que nos pertenecen son los hijos de aquellos que sí son de la caricatura. Las ideas publicadas en esta cuenta y el trabajo que conllevó hacer todo este universo es mérito compartido entre dos autoras: Lenore's Tears y Domina Mortem.

ACLARACIONES IMPORTANTES

Mortem al mando

*La mano encargada de esta historia fue una y fue mía. One-shot en solitario, trabajando con la perspectiva del padre presentando al segundo hijo de los verdes. Próximamente habrá más escritos dedicados a este pequeño en este mismo FanFic, ya sea a cargo mío, de Lenore o de ambas al mismo tiempo.

*No hay un orden cronológico en los eventos que se publiquen.

*Carter tiene 8 años, Desirée ya ha nacido.

*En esta ocasión, sólo participan activamente papá Butch y el protagonista del Fic, los demás que se conformen con una mención (?).

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Declaraciones malinterpretadas

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—¡Jo-Jolly! —Los ojos de la niña lo observaron fijamente y entonces todo lo que había practicado en casa frente al espejo del baño se fue directo a la basura. Su voz se cortó y su pulso se aceleró cuando sintió la confusión de su compañera creciendo con cada paso de los segundos luego de su determinante grito—. ¡Jolly!

—¿Sí?

—¿Qui-quieres...? —Cerró los ojos con fuerza y luego los abrió para invocar un valor que imploraba conseguir, no obstante, su boca no conectó con sus pensamientos como lo hubiera querido y en lugar de preguntarle directamente si deseaba ser su pequeña noviecita, un giro repentino en el guión alteró el resultado de las cosas—, ¿¡Quieres...?! ¿¡Quieres forcejear?!

Por supuesto, el disgusto de Jolly la llevó a dedicarle una mirada acusatoria al pelinegro que, luego de darse cuenta de lo dicho, negó rápidamente con la cabeza. Su naturaleza pleitera con el resto de los niños que le molestaban le hizo una mala jugada. La costumbre de prenderse tal cual fósforo ante la mínima provocación, le hizo decir aquellas palabras como mecanismo de defensa, errando justo en el momento menos indicado con la persona equivocada.

—Yo no quiero pelear contigo, Carter—soltó con miedo la infante de ocho años.

—¡N-No, no era eso lo que quería decirte! —Trató de remediar la situación desesperadamente—, ¡m-me refería a que si querías...! ¡Bueno, es que... yo...!

—Carter, lo que sea que me quieras decir, dilo ya—y él tragó en seco y finalmente se atrevió a abrir la boca para decir aquello que había sentido las dos semanas anteriores.

"Jolly, eres muy bonita"

"Jolly eres muy bonita"

"¡Jolly eres muy bonita como una flor!"

—¡Jolly eres... eres como un...!

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Carter no se había interesado en el estofado que dejó su madre ya hecho cuando llegó de la escuela y aquel detalle me había enviado una alerta. Era una cosa bastante extraña en él, porque apenas cruzaba el umbral de la puerta, lanzaba su mochila a una esquina y corría hasta la cocina para curiosear lo que tocaba de comer. Esta vez, incluso, se olvidó de dejar sus cosas y con éstas subió flotando con desgana hacía su habitación. Me percaté por su expresión que algo había ocurrido y como todo padre pendiente de sus niños, le seguí hasta dar con la imagen de él tumbado boca abajo en la cama de su hermano, con un semblante de derrota.

—¿Qué tienes? —Le pregunté directamente cuando entré a la alcoba de mis varones y me senté en la silla que quedaba frente a la litera. Carter ni siquiera se había molestado en deprimirse en su propia cama, la de arriba.

—Lo arruiné todo—fue lo que me respondió una vez alzó su cabeza para mirarme. Su voz era de total y pura pesadumbre—. Jolly me odia ahora.

Escuchar el nombre de aquella niña nuevamente me hizo adelantarme al malestar de lo que probablemente estaba experimentando este enano. No era secreto para mí o su madre que Carter gustara de aquella niña de su salón desde que entraron al nuevo curso.

—¿Por qué dices eso? —Seguí cuestionándole—, ¿no le gustaron los dulces que escogiste para ella?

—Ni siquiera se los pude dar—contestó abatido.

— ¿No le hablaste? —Tampoco era novedad la timidez de mi mocoso con las niñas que le gustaban o se le hacían bonitas. Mas era cierto que solía ser un poco torpe cuando intentaba convivir con éstas; sus manos sudaban y su voz tartamudeaba irremediablemente, cosa que a las niñatas no les agradaba ver porque salían más incomodadas que él—, ¿te volviste a poner nervioso?

—Le dije que parecía un castor.

...

—...

¿Qué?Arqueé la ceja, confundido. Vaya forma de ligar la que tenía, aunque, bueno, a su edad yo seguía luchando a muerte con su madre porque la detestaba. Supongo que en retrospectiva no está tan mal. Creo.

Lentamente se sentó y continuó con su explicación una vez entendió mi cara de desconcierto. Yo, agradecido, le escuché atentamente.

—Hoy en la salida le quería dar los dulces pero me puse tan nervioso que no dije lo que quería decirle sino lo primero que pensé.

—¿Al menos le dijiste que era un castor muy lindo? —Si me ponía a reflexionar ahora, no me parecía tan disparatada su comparación, después de todo, aquella niña tenía los dientes de enfrente muy grandes. Su relación con el animal era acertado.

—¡No sé por qué se lo dije! —Luego volvió a tumbarse para topar una y otra vez su cabeza contra la almohada de Allan.

—Bien, al parecer ya no verás el canal de documentales salvajes antes de dormirotra explicación a su fallida declaración, la podía atribuir al canal donde se la pasaba observando a sus queridas alimañas; sus reptiles que tanto los veía por televisión pero que, a falta de secciones dedicadas a éstos, a veces se conformaba con otras especies. Justo anoche se había entretenido con los infames castores en compañía de mi hija, Desirée, quien poco le importó que su hermano mayor le cambiara de canal cuando se encontraba viendo Peppa Pig.

No lo detuve de hacerlo, en el fondo yo también me estreso con ese programa... Sin embargo, con la situación actual, era obvio que de no haberse apoderado del control, tal vez hubiese "halagado" a Jolly comparándola con...

Bueno, vale, los castores seguían siendo una mejor opción.

—¡Luego, cuando quise arreglarlo, no paré de decirle más cosas que la hicieron enojar! ¡Pensó que me estaba burlando de sus dientes!

—Bueno, es que son enormes... —afortunadamente mi pequeño estaba tan concentrado en su anécdota como para haberme escuchado.

—Y yo, tonto, le digo: "No, es que te dije eso porque los castores me parecen lindos y peluditos", ¡y entonces ella me grita porque pensó que le dije peluda!

—Pues... es que sí se parece al papá... —vuelvo a decir por lo bajo, recordando aquella vez que me tocó lidiar con una junta de padres y conocí al hombre de enormes patillas y bigote.

—¡Y al final cuando quería disculparme fue llorando con la maestra y ahora tienen que ir tú o mamá porque le ando diciendo a las niñas castores peludos de dientes grandes!

Si no he soltado una risa que delate lo absurdo que me parece la situación hasta ahora, es porque la idea de tener que cumplir con ese citatorio me irrita y puede más con mis ganas de burlarme un poco. Desde luego, no era secreto que yo odiaba asistir a la escuela de los niños a dar la cara por los problemas que causaban o por las quejas absurdas que tenían con ellos o con nuestra forma de educarles. Muchas veces me parecieron exageraciones de padres anticuados y en extremo conservadores. Por supuesto que presentarme ante aquellos que seguían temiéndole a un Rowdy Ruff Boy era a veces muy entretenido, pero a la larga, se volvía más tedioso que nada.

—¿Cuándo me citaron? —No es que quisiera sacrificarme por gusto para que mi esposa no tuviera que lidiar con esto... porque la verdad es que yo no tenía opción. Era mi turno de asistir a la junta según nuestro acuerdo.

—Para mañana después de clases...

Suspiré, pero dejé eso de lado para despeinar la melena de mi pequeño desastre. Lo primordial era consolar su angustiado corazón de infante de ocho años por creer que esta era una enorme desilusión amorosa. No lo juzgaba, no me correspondía hacerlo cuando sabía que mi hijo apenas estaba aprendiendo algunas cosas de la vida.

—¿Y qué si te odia esa tal Jolly? —Le digo con un tono de voz reconfortante—, si no es capaz de apreciar lo que es realmente bueno entonces no vale tu tiempo.

—Lo dices porque eres mi papá.

—¿Disculpa? —Finjo ofenderme llevando una mano a mi pecho, gesto que siempre logra hacer sonreír a cualquiera de mis hijos—, eres hijo del Ruff más guapo y fuerte aunque tus tíos te mientan negándolo. Y, no se lo digas a Allan, pero aquí entre nos, tú eres el que más sacó de mis buenos genes. Normal que luego tengas a otras niñas menos peludas interesadas en ti.

Y al terminar de decirle aquello, le guiño un ojo. Tan simple como ese detalle, el rostro decaído de mi varón cambia a uno más animado. Siendo un niño, para su corta vida, aunque las cosas le puedan parecer las más complicadas, incomprensibles y hasta injustas, era tan fácil que se le olvidaran y continuara como si nada si lo hacía reír. Era lo más interesante de la infancia, las emociones eran volubles y efímeras, pero si estaba en mí hacer de sus buenos momentos un poco más duraderos, entonces, no reparaba en límites cuando debía hacerlo.

Ay, mi inocente y enamoradizo Carter, por favor permíteme alegrarte y protegerte siempre.

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Amo escribir momentos cómicos, lo disfruto tanto como para seguir haciéndolo porque, de verdad, que esto es poco ante todo lo que hay preparado y les iremos mostrando. Me emociona saber que ya podemos enseñarles un poco más de las personalidades de los niños en forma. Con Carter, hay mucho qué decir ya que es un personaje muy noble y es su misma inocencia la que lo lleva a muchas situaciones hilarantes como dramáticas. Espero le tomen un cariño especial a nuestro precioso bebé. Aquí los estará esperando en su Fic protagónico para que se diviertan con él.

Ahora, papá Butch no dejará de hacer comentarios imprudentes nunca y cuando pueda sacará a la "vieja chismosa y criticona" que lleva dentro para eso. Vayan acostumbrándose a eso, jaja. Gracias a las personalidades que les trabajo a los Rowdys en mi headcanon, es más sencillo hacer escenarios llevaderos, graciosos. No sé, pero me divertí mucho haciendo esto. Espero les haya gustado a ustedes.

Antes de irme, recuerden seguirnos en Instagram: Idilios Nocturnos. Ahí se enterarán de muchos datos sabrosos con respecto a este universo familiar. ¡Nos estaremos leyendo más pronto de lo que creen!

Mortem