Los personajes de H.P. no me pertenecen, yo solo los tomo prestados.

Sinopsis

Hermione, una adolescente de 17 años, siente una creciente atracción por Harry, el nuevo novio de su madre. Desde su primer encuentro, Hermione queda cautivada por su belleza y carisma, pero también se siente culpable por desear a un hombre que podría convertirse en su padrastro. A medida que su madre intenta rehacer su vida, Hermione lucha con sus emociones y la complejidad de su situación. Con la ayuda de su mejor amiga Ginny, deberá decidir si arriesgar su corazón por un amor prohibido o proteger la relación con su madre.

Introducción

1.-

Lo observo en silencio desde mi escondite y un pensamiento cruza mi cabeza antes de que pueda detenerlo o retractarme: Él es hermoso, muy hermoso. Su estatura, su piel blanca y su cabello largo y negro, hace que en seguida piense en su enorme parecido a Brando Lee. Aunque, ciertamente, los ojos azules, la chaqueta de cuero negra y su porte de chico malo, son definitivamente de James Dean.

Sí, lo sé, una combinación perfecta.

Y también peligrosa.

O al menos lo es para mí.

—¡Hermione, ven aquí! —oigo a mi madre gritar y meto la cabeza detrás de la mesa del comedor antes de que ella me atrape. Tengo suerte de ser pequeña, por lo que ella no puede verme. Y Yo no lo contesto, porque no quiero hacerlo.

—¡Esta muchachita! —la oigo resoplar, y puedo imaginarla frotándo su frente con cansancio. Es algo que ella hace cuando está irritada, y ahora lo está—. No lo entiendo —dice—. Hablé con ella en la mañana... Pero cuando la vea me va oír...

—Shss, tranquila. No es para tanto. —él dice y mi corazón deja de latir: Su voz es la más bonita que haya escuchado en mi vida: Fuerte y ronca, parecida a los de locutores de radio que tanto me gusta escuchar.

Cierro los ojos esperando escucharlo hablar de nuevo; pero él no lo hace. La que sigue hablando es mi madre y no de una manera muy tranquila que digamos. Está molesta, y dice una y otra vez de cómo me castigará por desobedecerla, que yo sabía perfectamente que ella lo traería hoy para que lo conociera... Y ella tiene razón, sólo que yo aún no me siento preparada para conocerlo en este momomento, y dudo mucho que algún día lo esté.

Él sigue callado, pero me imagino que asiente a lo que ella le dice. Luego mi madre suspira y le dice para salir a comer afuera, lo cual hace que yo suspire en alivio, atreviendo asomar mi cabeza para verlo antes de que se vaya.

Sus ojos azules me atrapan, mi corazón es una locomotora y mis manos comienzan a sudar. Algo jala desde la boca de mi estómago hasta mi garganta, y lo adjudico al hecho de que, ahora que él me ha descubierto, se lo dirá a mi madre y ella no tendrá que esperar mucho para castigarme, lo que me pone nerviosa.

Él no me delata.

Me regala una sonrisa cómplice que me roba aliento, y luego sigue a mi madre hasta fuera de la casa.

A mí me toma un minuto recordar cómo respirar.

2.-

—¿Hermione? —abro mis ojos, cerrándolos de inmediato cuando la luz de la bombilla golpea de lleno en mis córneas—. ¿Hermione? —mi madre vuelve a llamarme, elevando un poco la voz mientras zarandea con fuerza una de mis piernas.

—Estoy despierta. —le contesto para que sepa que lo estoy, pero sin abrir mis ojos de nuevo. En el mundo hay cosas muy bonitas para que yo me quede ciega, y no pueda volver a verlas nunca más... Un par de ojos azules por ejemplo.

—¿Por qué no saliste cuando te llamé? —mi madre pregunta, afortunadamente cortando la línea de mi pensamiento anterior—. Sé que lo hablamos, pero ¿estás molesta porque sientes que de alguna manera estoy traicionado a tu padre, que lo estoy remplazando? ¿Es eso, cariño? —su tono es triste y me hace sentir mal, porque ella no tiene razón.

Papá murió hace años, cuando yo era demasiado pequeña para crearme un recuerdo sólido de él. Los únicos recuerdos que tengo de mi padre, son dos viejas fotografías, en una sale con una caña de pescar y en la otra me sostiene en brazos. Mamá dice que la última fue tomada justo una semana antes del accidente donde murió. Yo tenía cinco meses, por lo que -por más feo que suene-, no siento que ella esté remplazando algo que no he tenido nunca.

Suspiro, abriendo mis ojos -que ya se han acostumbrado a luz-, y veo a mi madre sentada en una esquina de la cama. Ella sigue vestida igual a como la ví esta tarde: Con un vestido azul oscuro, ceñido al cuerpo, que le queda algo corto, pero está bien, porque usa unos leggins combinados con unas botas. Me pregunto si me dejaría usar ese vestido si se lo pido.

Sacudo levemente mi cabeza, alejando mis divagaciones, y procedo a repetirle a mi madre lo que ya le he dicho: No tengo ningún problema con que ella quiera rehacer su vida. Ella ha estado durante mucho tiempo sola. De hecho, es la primera vez -desde que tengo memoria-, que me dice que está con alguien. Ella se merece ser feliz.

Si soy sincera conmigo misma, no sé por qué no quise salir a conocerlo. Quizá fue porque no me esperaba a alguien como él... Como tampoco esperaba que me afectara tanto, para haber pasado el resto de la tarde pensando en su maravillosa sonrisa.

Le digo un par de mentiras a mi madre, del porqué no acudí a su llamado, y ella se va; no sin antes conseguir que yo le asegure que la próxima vez dejaré de tener miedo escénico.

3.-

Sé lo que dije a mi madre, pero me las arreglo para escapar de la "reunión social" durante toda una semana. Me excuso diciéndo que tenía que ir a casa de mi amiga Ginny hacer tarea, que estaba cansada y que me fuí dormir temprano, o que me dolía el estómago o la cabeza, por lo que no estoy en condiciones de ser una buena anfitriona.

Pero sé que tarde o temprano terminaré por conocerlo. Y ahora sé que es más temprano de lo que hubiese querido, cuando lo veo afuera del colegio.

Él está recostado de un carro, y es tan hermoso que duele. Está vestido igual que la primera y única vez que lo ví, sólo que ahora lleva un jeans azúl y la chaqueta de cuero está abierta, dejando ver una camiseta de algodón blanca. Su cabello largo está sujeto con una goma y sus bonitos ojos azules están ocultos bajo unos lentes oscuros.

—¿Sí me estás escuchando, Hermione?

Parpadeo al escuchar la voz de Ginny, que camina a mi lado y le asiento. Aunque en realidad no tengo ni idea de lo que ha dicho desde hacía unos minutos. Ginny no se da cuenta que le miento y sigue hablando, pero yo igual sigo sin escucharla.

¿Qué hace aquí? Me pregunto, pero sé la obvia respuesta ésa pregunta: Vino a buscarme a mí, pero ¿por qué? Ruedo los ojos, sabiendo, con seguridad, que fue mi madre que lo envió a buscarme. Después de todo ella es más grande e inteligente que yo, y sabe que aquí no tendré escapatoria, que yo no seré capaz de hacerle un desplante...

De repente me doy cuenta de algo, así que corto la perorata de Ginny y me disculpo con ella, diciéndole que tengo que devolverme al salón, porque recordé que dejé unos de mis cuadernos en él. Ginny entiende y se ofrece acompañarme, pero yo insisto en que no es necesario, y me despido de ella con un hasta mañana.

4.-

Salgo del edificio cuando estoy segura de que Ginny ya no se encuentra por allí. No quiero que vea cuando yo me acerque a él. No quiero tener que explicarle por qué me pone nerviosa su presencia, cuando es algo que ni yo misma sé.

—Hola... —digo, tan pronto estoy en frente de él, a unos pocos metros. El viento sopla, trayendo el olor de su colonia a mi olfato. Es una fragancia compleja: Huele a tierra mojada, a bosque, a fruta, a rosa y a miel. Es dulce y también varonil. Es deliciosa y me marea de una forma que no debiera.

—Hola —su voz fuerte y segura retumba en la boca de mi estómago—. Tú madre... me envió a buscarte. —dice, y persivo una pequeña nota de vacilación en su tono, pero su porte sigue destilando seguridad, por lo que no le doy importancia.

—Lo sé —respondo. Y de repente no sé por qué me siento molesta—. No tenías porqué hacerlo. No es tu obligación, de todas maneras. Y no necesitas ganar puntos extra con mi madre. —le digo de mala gana. La última oración, sintiéndose cómo el filo de un cuchillo, atravesando mi lengua.

Él suelta una carcajada entrecortada que hace que mi corazón comience hacer cosas extrañas. Se pasa una mano por la cabeza y se quita los lentes. Sus ojos son verde aguamarina bajo los rayos del sol, y atrapan los míos por un momento. El verde desaparece en cuestión de segundos, consumidos por sus pupilas dilatadas, y yo siento como un fuego líquido se aviva en mi vientre, lo que hace que tenga que morder mi labio inferior para no gemir.

Él desvía su mirada a mis labios, y sus ojos se oscurecen un poco más, de forma peligrosa. Se separa del carro, y yo dejo de respirar cuando lo veo caminar hacia mí, pensando, por una milésima de segundo, que me va a besar...

Pero es obvio que eso sólo ocurriría en mis más retorcidos sueños.

Él se da la vuelta, abriendo la puerta del carro para mí.

Oigo un carraspeo de su parte, pero aún así su voz suena más ronca de lo normal, cuando dice:

—Tu madre no me envió a buscarte, fuí yo quien quien se ofreció hacerlo.

»Me gustaría que me dieras la oportunidad de ser tu amigo.

Sus palabras son sinceras, lo que hace que mis labios se curven en una enorme sonrisa, la molestia anterior olvidada. Y me doy cuenta, que si me molesté en primer lugar, fue por creer que yo no le importaba de ninguna otra manera, que no fuera más que la de quedar bien con mi madre. Pero ahora sé que no es así, y también sé que no debería estar tan contenta por ello.

Pero lo estoy.

5.-

Su aroma envuelve todo el espacio dentro del vehículo, por lo que yo no puedo concentrarme bien en lo que él dice. Pero aún así pongo todo de mi parte por prestarle atención.

Él me dice algo de entender mi posición, sólo que en su caso fue su padre quien le buscó reemplazo a su madre, la cual resultó ser igual a las madrastras de los cuentos de hadas. Aunque lo dice divertido, noto cierto dejo de resentimiento en su voz, y de inmediato me veo odiando a dos personas que no conozco, por el sólo hecho de saber que le hicieron algún daño.

Sin siquiera pensarlo, pongo mi mano sobre su brazo, el que se tensa en seguida bajo mi tacto. Pero yo froto un poco para reconfortarlo, y le digo que nunca he pensado que él vaya ser un mal padrastro... Que ni siquiera lo veo como mi padrastro.

Lo siento relajarse, girando su rostro hacía mí, sólo por un momento.

—Me alegro que no me veas de esa manera. —me dice, y luego vuelve a poner sus ojos en la carretera.

No sé por qué tengo la sensación de que sus palabras esconden otro significado, uno que ni si quiera me atrevo a pensar a detalle, pero que hace que todo mi cuerpo comience a vibrar, por lo que quito mi mano de su brazo antes de que él se dé cuenta de lo que ha provocado en mí.

6.-

El carro entra a una calle subterránea, y yo aprovecho la escasa luz para espiarlo ahora que lo tengo así de cerca. Aunque igual lo hago con el rabillo del ojo. Él realmente tiene un perfil atractivo: Su nariz es recta, sin ningún tipo de imperfección, y hace armonía con su mandíbula cuadrada y su boca pequeña y carnosa.

Soy conciente ahora de lo joven que se ve. Más joven que mi madre. Quizá unos díez años... Los mismo díez años que seguro es mayor que yo. Y me pregunto, no sin cierto reproche a mí misma, porque no debería ni siquiera pensar en plantearme la pregunta, que si él se hubiera fijado en mí de habernos conocido de otra manera, en otro momento. Después de todo, está claro que para él la diferencia de edad no es ningún problema.

—No hagas eso —su mano me toma por sorpresa, posandose en mi boca, evitando que yo me siga mordiendo el labio. Ni siquiera sabía que me lo estaba mordiendo. Pero eso no es lo verdaderamente importante aquí, sino el porqué de su demanda.

—¿Por qué? —me atrevo a preguntar cuando salimos del subterráneo, pero me siento tan atrevida que no me importa mirarlo directamente así estemos a plena luz del día, lo cual no importa mucho porque él no me ve ni responde. Y, cuando pasa él tiempo y él aún no lo hace, resoplo, dándome por vencida, girando mi rostro hacia la ventana.

7.-

Él estaciona frente a mi casa y yo procedo a bajarme del carro con rapidez y molestia, sin la más mínima intención de despedirme, pero él me detiene, tomando mi brazo.

—Espera... —me dice y luego calla, como si no estuviera seguro de querer decir sea lo que sea lo que iba a decir.

—¿Qué? —le inquiero de mala gana, tratando de soltarme de su agarre, pero sus dedos se ciernen en mi piel como las ventosas de un pulpo, por lo que todo esfuerzo es en vano.

Él abre la boca y la vuelve a cerrar. Repite el acto una vez más y luego maldice.

Al fin, con un suspiro de derrota, dice:

—Porque no quiero hacer algo que no debo. —finalmente suelta mi brazo, dejándome momentáneamente anonadada, sabiendo que lo que me dijo es la respuesta a la pregunta que yo había pensado él no iba a responder. Pero lo hizo. Sólo que yo jamás esperé ésa respuesta.

Él tiene sus ojos puesto al frente y, aunque su porte sigue siendo seguro, sé que él está apenado por lo que dijo, quizá hasta arrepentido...

Pero yo no lo estoy.

Así que es mi turno de sorprenderlo con un rápido beso en la mejilla, antes de bajarme de inmediato del carro.

Troto hacia la entrada de mi casa y, antes de abrir la puerta, me giro, atrapandolo a él con la mano en su rostro, en donde le dí el beso. Él tiene una hermosa sonrisa de lado que me hace sonreír como una boba.

—¡Nos vemos, Harry! —le grito, y entro a mi casa con el corazón latiendo tan rápido como las alas de un colibrí.

8.-

Harry no va otra vez buscarme al colegio, lo que no me afecta mucho porque ya yo no desaparezco del mapa cuando él viene a casa (Algo que ahora hace casi a diario). He descubierto que lo quiero ver todo el tiempo... Incluso así mi madre esté presente, y yo tenga que desviar la mirada cada vez que ella la va dar un beso.

¿Por qué tiene que se tan melosa? Aunque, ciertamente, no veo que él haga algo para evitarlo.

Sí, lo sé, estoy siendo ridículamente celosa..., pero no puedo evitarlo.

9.-

Llevo días tratando de hacer que los ojos de Harry se encuentren con los míos, pero no tengo la suerte de que eso suceda. Me doy cuenta, un par de semanas después, que él me está esquivando adrede. Él habla conmigo, pero sólo cuando mi madre está allí, y siempre es formal y frío. Y no me mira a los ojos. Y yo quiero que lo haga. Quiero que me mire como esa vez en colegio, con sus ojos oscuros y peligrosos. Y también quiero que me hable con la misma familiaridad de la primera vez.

Pero él no lo hace.

10.-

Finalmente Harry se muda con nosotras. No estoy segura de estar 100% contenta con eso, sobre todo por lo que implica, pero me obligo a dejarlo de lado, y concentrarme a calmar mi acelerado corazón antes de que me dé un paro cardíaco.

Mamá no está en casa. Hoy ha tenido que ir a dar unas clases particulares. Pero Harry sí que está. Lo he visto un par de veces en el día, pero nunca a solas.

Él ha pasado la mayoría del tiempo encerrado en el salón donde mi madre da clases los domingos. No sé qué tanto hace allí, y tengo la clara orden de mi madre de no molestarlo, pero no puedo evitarlo: Esta es mi oportunidad.

Toco la puerta con decisión y la abro sin siquiera esperar a que él me diga que lo haga.

Harry está sentando de espalda hacia a la puerta, pero gira su torso y su cabeza para verme.

Él realmente me está mirando.

Siempre me ha gustado la ropa que usa mi madre, y ella siempre me deja usarla cuando se la pido prestada.

Me hace sentir mayor.

Aunque sea una niña.

Pero eso es algo que no me importa en este preciso momento, porque Harry me está mirando como lo que es él: Un hombre.

Sus ojos azules oscuros me absorben de pies a cabeza. Van desde mis pies descalzos, mis piernas desnudas, y sube por cada una de mis curvas acentuadas por el vestido azul que llevo puesto.

—Hola —le digo, lo que hace que él espabile y desvíe la mirada de mi cuerpo a mis ojos. Aunque no por mucho, porque después mira el piso.

—Hola... —contesta él, aclarandose la garganta cuando nota que su voz está otra vez muy ronca—. ¿Necesitas algo? —pregunta, pero yo no le contesto.

No todavía.

Camino hacia a él con paso firme, aunque por dentro estoy que muero de los nervios, y me detengo justo al lado de la mesa, a poca distancia de él.

—¿Qué estás haciendo? —le digo, cuando veo los dibujos que están sobre la mesa.

Harry traga sonoramente y se remueve un poco en el asiento. Es evidente que está nervioso.

Yo lo pongo nervioso.

Y eso me gusta.

Mucho.

Aunque no debería gustarme.

—Es sólo un hobby que tengo... —dice, sin siquiera mirarme—. ¿Necesitas algo? —vuelve a preguntar, incómodo, con toda clara intención de que yo le conteste y él pueda deshacerme de mí.

—No —le respondo al fin, tomando asiento, porque yo no tengo ninguna intención de irme—. Son muy buenos —elogio los dibujos, porque de verdad los son.

—Gracias —dice, pero por el tono parece no sentirlo realmente—... Pero no son tan buenos. —agrega en un susurro que, de no ser por la cercanía, yo no lo hubiese escuchado.

—¿Bromeas, cierto? —le inquiero, pensando que me está tomando el pelo, pero él no contesta. Sus mejillas se colorean un poco, como si estuviera avergonzado de algo, pero no estoy segura de qué.

Unos segundos después creo tener la respuesta.

»Harry, escucha, no sé quién te dijo que no los eran, pero quién haya sido, te mintió. —le digo, y sé que he adivinado cuando él me mira de nuevo, primero evaluando si soy yo la que estoy bromeando, luego con incredulidad y, finalmente, con un brillo que hace que todo mi cuerpo se estremezca.

Él deja de mirarme otra vez y agrega:

—Mi verdadera madre me enseñó cuando era niño, y desde entonces me ha gustado dibujar. Pero ella murió y mi padre se casó de nuevo. Mi madrastra decía que no debería estar perdiendo el tiempo en algo en lo que no era bueno —él hace una pausa, niega con la cabeza y sonríe, pero es una sonrisa amarga y triste—... Mi padre estaba de acuerdo ella. —añade con un suspiro.

—Tu padre es un idiota —suelto con rabia, sin siquiera pensar. Y, por un momento, creo que no debí hacerlo, porque él ahora me ve muy serio. Molesto. Pero cuando abro mi boca para disculparme y mis palabras salen entrecortadas, él se carcajea, burlándose de mí. Yo suelto el aire que no me había dado cuenta tenía retenido en mis pulmones, y secundo su risa, golpeándolo en el hombro, y le digo que él también es un idiota. Harry asiente, pero no deja de reírse. Y yo no puedo parar de verlo, porque me gusta verlo así: Cálido, familiar y cómodo.

Él se da cuenta de cómo lo estoy mirando, por lo que su risa se va apagando poco a poco.

—¿Me regalarías uno? —pregunto de repente, mirando los dibujos, porque no quiero que él se sienta incómodo de nuevo, y vuelva a ser esquivo y frío conmigo.

Harry tarda algo en responder, como si se lo estuviera pensando, pero finalmente accede, y yo sé de inmediato cuál dibujo quiero. La mayoría son robots con armas, pero hay uno diferente, muy diferente, de hecho. Y sé que es uno reciente, porque todavía no está terminado. Es una especie de paisaje... O al menos eso creo en un principio, cuando veo el cielo y el agua que lo rodea.

Pero no lo es.

Es un ojo.

Un ojo de color azul que cambia a verde aguamarina.

Y en él está reflejado una persona...

Mi corazón late muy aprisa y quiero tomar la hoja en mis manos para verlo más de cerca; pero Harry se me adelanta, agarrándolo, con tanta rapidez, que él papel quema mis dedos.

—Quiero ese. —demando cuando veo que está guardado el dibujo en una carpeta. Él niega con la cabeza—. ¿Por qué? —pregunto.

—No está terminado. —se excusa él.

—¿Me lo darás cuándo lo termines? —insisto, y él suspira con cansancio.

—Mira, Hermione, puedes tomar cualquier otro. La mayoría son del mismo tema. —él evade mi pregunta, lo que me hace pensar por unos segundos, buscando respuestas a su renuencia.

—¿Soy yo? —primero pregunto, pero cuando él no responde, repito, y es una sólida afirmación que él no niega.

—No es lo que parece... —comienza, pero yo lo callo, poniendo un dedo directamente sobre sus labios. Un acto que lo hace mirarme con sus ojos muy oscuros.

—No tienes que explicarme nada. —le digo, con tono tranquilizador, y él asiente un segundo después, lentamente.

Yo aún tengo mi dedo sobre su boca. Y trago grueso cuando siento su respiración pesada. La mía se vuelve igual. Mi dedo dibuja sus labios por inercia, y él lo besa, lo que me hace cerrar los ojos y jadear. Él, por su parte, suelta un especie de gruñido ronco...

Pero estonces nuestra oportunidad se acaba cuando escucho el sonido de una puerta abrirse.

Harry se separa de mí abruptamente, poniéndose de pie, a la vez que sale del salón inmediatamente. Seguro para recibir a mi madre que está de regreso.

Yo soy toda sonrisas, nervios y corazón latiente por un momento, y, cuando me he medio recuperado de lo que acaba de pasar, salgo también del salón, no sin antes tomar la carpeta dónde está mi dibujo guardado.