One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para mi diversión y su entretenimiento.


Chapter 2: ¿El fin de un nuevo inicio?


Han pasado unas cuantas horas desde el parto y desde que, básicamente, me desmayé, una vez, Chopper anunció que "todo había terminado". Mi cuerpo no pudo más, la adrenalina abandonó mi cuerpo y necesité de una siesta para poder funcionar, al menos, a cierta capacidad. Mi pequeña se encuentra a unos metros de mí. Chopper la está examinando nuevamente, asegurándose de que su llegada anticipada no tenga consecuencias indeseadas. Nami me ayudó a asearme, cambiarme de ropa y desenmarañar mi pelo. Mi mejor amiga―hermana me peina con una cola de cabello alta, mi flequillo, el cual cubre normalmente mi frente desde mi reencuentro con Saul, se encuentra a un lado. Uso un simple camisón de botones, con un pantalón corto, holgado. Ha sido la persona que me ha mantenido cuerda durante toda la odisea, no apartándose de mi lado y siendo la figura que Zoro debió ser, si hubiese estado aquí. Cuando termina, me sonríe, le devuelvo el gesto. Antes de que me dé cuenta, me encuentro envuelta en un abrazo.

―Estoy muy orgullosa de ti, oneesan. ― Las hormonas acabarán conmigo. Esa simple oración hace que mis ojos arden. No solo habla del tiempo presente. Se refiere a todo el camino, de sobrevivir hasta este punto, a pesar de las adversidades y al final, crear luz. Mi hija es y siempre será luz para todos nosotros. ― Esa pequeña es la más afortunada del mundo por tenerte como madre.

― ¿Estás tratando de hacerme llorar? ¿Hay alguna apuesta en pie? ― sonríe, yo lo hago entre lágrimas. ―Gracias…

Me siento exhausta, tanto física como emocionalmente luego de la declaración de Nami, pero me niego a sucumbir de nuevo hasta que sostenga a mi bebé. No quiero que nada distraiga mi vista de mi hija. Una vez Nami anuncia que me encuentro lista, el doctor se acerca con ella. La emoción no me cabe en el pecho. Con sumo cuidado, Chopper me la coloca en mis ansiosos brazos. La sensación es abrumadora. Mi pecho se expande con todo tipo de emociones. Esta pequeña es mi hija, la que llevé por meses en mi vientre. A la que le hablaba constantemente y le entregaba caricias, junto a palabras de afecto. Es preciosa, una niña concebida por dos personas que se aman y no por la lujuria forzada sobre mí, como pensé que podría pasar en el pasado. Me agrada identificar rasgos de ambos en ella. Sus ojos, tanto en forma como en color los heredó de mí, al igual que su sonrosada boca y la forma de su rostro. Su nariz la heredó de su padre, al igual que el color de su pelo, aunque la tonalidad es más oscura. "Perfecta" es lo único que pasa por mi cabeza.

―Cosita de tía, pero si eres una hermosura. ― Nami no pierde tiempo en acariciar la sonrosada mejilla.

― ¡Olivia es una niña fuerte y sana!

― ¿Olivia?

―Ah, perdón: Roronoa Nico, Olivia Rose. Así se declara a los niños humanos, ¿verdad? Con ambos apellidos y ambos nombres. ― ante la sonrisa del reno, no puedo estar más confundida.

― Chopper, ¿dónde escuchaste eso?

― Bueno, en los libros humanos…

― No, el nombre.

―Pues Zoro me lo dijo.

―Por tu expresión, entiendo que no estabas al tanto. Me sorprende: ¿cómo se le ocurrió una combinación de nombres tan bonita a ese bruto? ― siento las emociones nuevamente atascándose en mi garganta. Es como si hubiese dejado el recado por si no volvía. Mi preocupación vuelve a elevarse.

―Creo que…quiso hacer un homenaje a mi madre, Olvia. Y lo de Rose…es posible que lo haya escogido por mi fruta del diablo. Además, me encantan las flores. ― porque así es Zoro. Es mucho más de lo que aparenta en el exterior. Se fija en los pequeños detalles y los magnífica para proteger y amar a sus seres queridos. ― ¿Sabía que sería niña?

―No, también me dijo la opción, en caso de que hubiese sido niño. ― una sonrisa triste aparece en mi rostro.

―No te preocupes; ya tendremos noticias sobre ellos. ― Nami nota el cambio en mi semblante. Asiento, tratando de concentrarme en el presente: mi hija.

―Por cierto, Robin, ―dice Chopper en un intento nada sutil de cambiar el tema. ― es recomendable que, dentro de las primeras horas de vida, se amamante al recién nacido. Bueno, no es leche materna realmente, es calostro, pero es importante que lo consuma. Ayuda al sistema inmunológico, además de brindarle nutrientes muy importantes que…― dejo de escuchar su detallada explicación, concentrándome en la figura entre mis brazos. Sus ojitos se encuentran abiertos, fijos en mí, aunque sé que aún no puede verme con claridad. Acaricio su mejilla, cerca de la comisura de sus labios. Reacciona por instinto, buscando atrapar al intruso; es lo más adorable que he visto jamás y sé que, por instinto, sabe que soy ese lugar seguro donde estuvo hasta hace poco. ― ¿Quieres intentarlo? ― la pregunta me trae nueva vez a la realidad donde Nami y Chopper esperan mi respuesta.

―Por supuesto. Todo lo que sea necesario para ella. ―con mi mano libre desabrocho los botones del camisón.

Mis pechos se sienten "pesados", es novedoso, pero sé que es mi cuerpo diciéndome que el alimento de Olivia está listo para despachar. Me había informado bastante sobre el tema, tratando de prepararme para el momento, pero mi mente se queda en blanco. Solo el instinto parece moverme mientras la acomodo como si lo hubiese hecho antes. Mi niña coopera de inmediato en cuanto encuentra el pezón, lo cual me alivia. Había leído que suele costar al principio y que eran raras las ocasiones donde el infante y la madre se sincronizaban al primer intento; me alegra que seamos una excepción. Al principio, es incómodo ante la sensibilidad de mis pechos y la nueva sensación de cargar el alimento de Olivia, pero a medida que pasan los segundos y la veo aferrarse a mi seno, siento unas abrumadoras ganas de llorar otra vez.

― ¡Oh, Robin! ¡Estás llorando! ¡¿Te sientes mal?! ¡¿Pasa algo con Olivia?!

―Tranquilo, Chopper. Son lagrimas de felicidad. ―aclara Nami por mí. No tengo que verla para saber que sonríe de oreja a oreja.

Incluso dentro de la incertidumbre, me siento feliz de tenerla entre mis brazos. Olivia es un sueño que nunca creí podría concretar. Nunca pensé que sería la esposa de alguien y mucho menos, madre. Este inocente ser entre mis brazos, confió en mí para darle vida. Decidió que fuera su madre y le guiara en este mundo lleno de oportunidades. Incluso sabiendo que no pude experimentar lo que ella anhela, Olivia decidió venir a mis brazos. No tengo que observar a mis compañeros para saber que siguen sonriendo. Mi linda Olivia, llegaste a un lugar donde no te faltará amor. Te prometo que, así como has traído esta dicha, me encargaré de devolvértela, con creces. Desde este momento, vivo para ti, mi niña.


Abro los ojos unas horas después. El reloj de la habitación dice las 10 de la mañana. Pensé que dormiría más, me duele bastante el cuerpo, especialmente la zona pélvica, pero lo que me molesta, es el nudo en la garganta. Aun no tengo noticias de Zoro. Dirijo mi vista hacia la pequeña cuna que se encuentra a unos pasos de mí. Le supliqué a Chopper que me trasladara a mi habitación. No es que me sintiese incómoda en el lugar, Chopper hace un buen trabajo en mantener el espacio médico acogedor. Es solo que…necesito aferrarme a cualquier lugar que me brinde paz. Esta habitación es la que comparto con Zoro, nuestro espacio matrimonial y que Olivia estará habitando de manera temporal. Necesito sentirlo cerca para aguantar la espera.

―Pensé que dormías, Robin; necesitas descansar. ― La figura de Chopper hace que observe hacia la puerta.

―Lo sé, lo sé. ― le digo con una sonrisa. Se acerca a la cuna, observando entre los barrotes.

―Oh, tú también estás despierta. ― ante el anuncio, intento salir de la cama. Mala idea, ante el movimiento brusco que hago y que me recuerda que hace pocas horas había un ser humano saliendo de mí. Lo disimulo, acercándome a la cuna. ― ¿Por eso te despertaste? ¿Fue tu instinto maternal, Robin? ― No sé qué decirle; sólo sentí que necesitaba estar despierta. Mi cuerpo actúa solo, tomando en brazos a mi pequeña.

― ¿Necesitas hacerle un chequeo, Chopper?

―No, vine a verte, pero como percibí movimiento en la cuna, quise cerciorarme. ― sonrío con entendimiento. Chopper está actuando como un hermano mayor, más allá de ser su doctor. No me sorprendería que estuviera vigilando mientras dormía. Me acerco a la cama nueva vez, con Olivia aferrada a mi pecho. Es tan pequeña, notablemente frágil mientras la sostengo y, aun así, alberga todo lo que su padre y yo sentimos el uno por el otro. ― Me gusta.

― ¿Perdón?

―Me gusta. Tu como madre, me gusta. Liv tiene mucha suerte.

―Gracias, Chopper. ¿Liv es el apodo que le pusiste?

―No, me lo dijo, Zoro. Me pareció bonito. ― ante la mención de mi esposo, una sonrisa triste se escabulle por mi rostro. ― ¡No te preocupes, Robin! Zoro es fuerte. ― Lo sé, sé lo fuerte que es, y por eso me preocupa. Porque su fuerza es para protegernos y es capaz de sacrificarse por nosotros en un parpadeo. La respiración de Olivia es pausada, su corazoncito late fuerte contra mi pecho, sus pequeños sonidos regocijan mi alma inquieta, en una dualidad entre lo correcto y lo que no lo está. Chopper abandona la habitación cuando confirma que ambas nos encontramos en óptimas condiciones, brindándonos un espacio de intimidad, madre e hija.

―Pronto conocerás a papá. Es el que te hablaba todos los días. Te contaba lo mucho que te esperábamos y como ansiaba entrenar contigo cuando crecieras un poco. Papá te ama. ― Decido confiar, aunque las probabilidades y la situación no parecen estar a nuestro favor. Mantengo a mi pequeña contra mi pecho, disfrutando de la serenidad que me transmite. Ante tal nivel de paz, las horas pasan como si se trataran de minutos, mientras permanezco en mi lugar, apreciando la vida que no me creía merecedora de crear. Coloco toda mi fe, en cualquier deidad que esté escuchándome, para que me devuelva a Zoro. Fueron veinte años donde estuve sola, por favor, quiero ser feliz, quiero vivir esta etapa junto a él.

― ¡Es mucha sangre! ― es el exclamo que me saca de la burbuja. Se trata de Chopper y suena en pánico.

― ¡Bruto! ¡Tienen que tratarte primero! ― dice otra voz femenina que no reconozco.

Dejo a Olivia en la cuna, con la intención de investigar qué pasa y por si debo prepararme para defenderla. Alerta ante lo que pueda ser, me coloco frente a la puerta. Para mi sorpresa, aparece la persona que me ha mantenido en vilo.

―Zoro…― susurro, aun dudando de lo que veo. Su rostro está lleno de moretones. Sus ropas están hechas tirones y puedo ver sangre seca cubrir toda su extensión. Me impacta la imagen que tengo frente a mí a tal magnitud que no puedo moverme, ni siquiera cuando su mirada se centra en mi vientre. Sus ojos, notablemente cansados, hacen el ademán de abrirse ante lo que asumo es preocupación o sorpresa al no divisar a nuestro hijo donde cree debe estar. Para él, aún faltan semanas. Levanta la mano y trata de dar pasos hacia mí. Reacciono y sin importarme su estado, elimino el espacio. Lo abrazo, llorando al comprobar que está aquí.

―El bebé…―dijo en un susurro, pero antes de que pueda responderle, siento como sus fuerzas se desvanecen. El alivio dura poco. Lo atrapo como puedo entre mis brazos. Chopper entra de inmediato, histérico y regañando a Zoro en el proceso, seguido de Nami y una chica de pelo rosa que no conozco al principio, pero por su apariencia, debe tratarse de la chica fantasma, Perona. Ignoro mi propio malestar ante el esfuerzo que supone sostener su figura. Ahora que se encuentra conmigo, no se le puede ocurrir no sobrevivir.