En el capítulo anterior.

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En la entrada del calabozo.

-¿A dónde iremos?-Preguntó la elfo.

-A Rivira-Contestó Aisha.

-¿Rivira? ¿Qué clase de misión se te fue encomendada?-Las interrogantes de Ryuu aumentaban.

-No te lo imaginas-La amazona le sonrió.

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En la actualidad.

-¡Estás tardando demasiado!-Reclamó la amazona mientras acababa con un par de Purple Moth que se acercaban a su posición.

-¿Es de tanta urgencia tu misión? No noto demasiada seriedad de tu parte en ella-Contestó Ryuu. Haciendo lo propio contra algunos Al Miraj.

-Fufufu...-Aisha se reía sin que la elfo comprendiera la razón.

Avanzaban con prisa entre los pisos intermedios. Actualmente se hallaban en el 13vo piso del calabozo.

Cierta calma se hizo presente en la zona que recorrían, esto fue aprovechado por la miembro de la familia Hermes para indagar en un tema de interés que ha sido recurrente casi siempre que la va a visitar en "La señora de la abundancia".

-Oye, por poco y lo olvido. ¿Haz hecho algún avance con el chico?-Su pregunta estaba llena de malicia y segundas intenciones.

Ryuu frenó en seco su caminata tras dicha interrogante.

-¿A-A qué te refieres? B-Bell y yo no tenemos ese tipo de relación...-Intentó desviar la atención de Aisha al negar lo mejor posible dicha posibilidad. Darle puerta abierta a la amazona era lo más peligroso que podría hacer si deseaba mantener la figura de chica sería e imperturbable que se ha desmoronado a pasos agigantados en las últimas semanas. Además, dar a entender que sus sospechas eran fundamentadas simplemente provocaría más insistencia en ella para recolectar la mayor información posible.

No obstante, sin ser una diosa o una elfo, Aisha detectó la mentira en la respuesta de Ryuu. Tampoco es como si se le haya complicado demasiado.

-Ah... Lo sigues negando. Que molestas son las virgenes-Le recriminó mientras suspiraba pesadamente.

-¡¿Ehhh?! ¡Ese comentario estuvo de más!-La elfo se enojó.

-¿Sabes? Esperas demasiado de Bell. Él en definitiva se acobardará cuando la oportunidad se presente, por lo que, suponiendo que dejes tu acto de doncella enamorada y por fin te lances a sus brazos, tendrás que tomar la iniciativa-Opino la amazona sin miramientos.

Ryuu guardó silencio.

-Es curioso. Me habló de ti unos días atrás-Aisha jugó la carta de picar el interés de su acompañante con una pequeña mentira.

-¿Qué...? ¿Te habló de mi? ¿En qué contexto?-En menos de un minuto le tiró tres preguntas.

-Fufufu. Así que sí te interesa...-Se burló del cambio de actitud de la peliverde.

-Claro que me interesa. Al fin y al cabo el tema de conversación fue mi persona-Inteligente jugada para ocultar su sentir. Sin embargo, no lo suficiente para engañar a Aisha.

-De acuerdo, como digas. En resumidas cuentas me dijo algo que si tenía algún consejo sobre formas de conquistar a una chica-Respondió. En esta ocasión volteó a su derecha buscando leer la expresión de Ryuu.

Sus ojos se abrieron totalmente y sus mejillas se ruborizaron.

-¿C-Conquistar una chica...? N-No le contaste lo que dije ese día... ¿Verdad?-Ella se avergonzó con considerar la posibilidad de que su humillante momento sea pasado de boca en boca por culpa de la mujer enfrente suyo.

-No. ¿Por qué le contaría? ¿Acaso supones que esa chica a la que él se refiere eres tú?-Una sonrisa que demostraba satisfacción se dibujó en los labios de la amazona.

-¡A-Ah! Emm... No... lo que pasa es que...-Ya no encontraba excusa que valiera.

-Sé sincera. Literalmente todos tus conocidos y los de Bell sabemos que lo amas. Mejor dicho, que se aman-Aisha se hartó del teatrito de su acompañante.

-Ugh...-Un quejido salió de Ryuu, quien deseaba que se la tragara la tierra.

-Mira. El romance no es lo mío. Prefiero las cosas de una noche. No obstante, te regalaré un consejo. No dudes, las personas mayormente se lamentan aún más por las cosas que no hicieron que por las consecuencias de algo que sí realizaron. El miedo es el enemigo del amor-Declaró Aisha intentando indagar en lo más profundo de su mente con el objetivo de regalarle unas palabras de aliento que no englobarán algo de índole sexual.

-Aisha...-La nombró la elfo al mismo tiempo que posaba ambas manos en su pecho tras el aumento de su ritmo cardiaco.

-Tienes razón... No puedo esperar que Cranel-San... No... Bell... lo haga todo. Yo... yo lo amo... y en verdad quiero estar a su lado... únicamente falta que nos lo confesemos. Solo lamento que no vaya a ser de la forma que tanto soñé...-La chica se sintió un tanto triste ya que nunca tendría su declaración de ensueño.

-¡Al fin eres sincera! Me desesperaba que continuaras negándolo pero debes decírselo a él, no a mi-Comentó la amazona, intentando envolverla con su brazo aunque sin éxito alguno porque Ryuu la esquivó.

-Entiendo, entiendo. Solo el muchacho puede tocar tu fina y delicada piel de elfo-Se mofó y no volvió a intentarlo.

-No lo digas de esa manera por favor, suena raro-Pidió amablemente la peliverde.

-Está bien. Tenemos que continuar, ya anochecerá y todavía nos faltan un par de pisos-Aisha cambio de tema abruptamente.

-Sí. No entiendo cuál es tu afán de retrasarnos con este tipo de conversaciones que únicamente nos frenan-Criticó Ryuu mientras apresuraba el paso.

-¡Hey! Al menos admite que mi consejo sirvió. Debes reconocer que no es algo que diría con normalidad-Le respondió la amazona en busca de una pizca de reconocimiento.

-Sí. Te agradezco por eso. Gracias a ti me he decidido. Cuando vea de nuevo a Bell le expresaré mis sentimientos-La confianza inundó el cuerpo de la enamorada.

"No te imaginas lo que pasará esta noche. Espero que esa promesa se le olvide cuando el plan sea puesto en marcha. Si no, todo se irá al caño" Pensó Aisha con preocupación. Indirectamente existía la posibilidad de arruinar lo que él peliblanco armó para esa noche.

-Por cierto. Escuché que vivirán bajo el mismo techo. Tengo algunas sugerencias de dormitorio que podrían interesarte-Le susurró al oído con un tono de voz pícaro.

Toda la cara, incluso las orejas, de Ryuu se sonrojaron intensamente.

-¡ES IMPOSIBLE QUE ME INTERESE ALGO COMO ESO AMAZONA PERVERTIDA!-Le gritó con tal potencia que el eco se extendió varios pisos a la redonda.

En el piso 18, una hora después.

-Por fin llegamos. ¿A dónde nos dirigimos ahora?-Preguntó Ryuu, enfundando su espada.

-Sígueme. No estamos muy lejos del punto de encuentro-Respondió Aisha.

Ambas caminaron unos metros en dirección a la ciudad de Rivira.

-¿Qué clase de misión es? ¿Recolección? ¿Entrega?-Intentó encontrar sentido a la misión. Que pidiese ayuda de un día para otro en una misión que Hermes le encargó no es algo que tuviese sentido. Aceptó más por la insistencia de su diosa y compañeras camareras que por estar convencida de ello.

-De hecho. Es una misión de entrega-Contestó la amazona sin apartar la vista de adelante.

-¿Entrega? No traes nada contigo más que tu Podao-Expresó la elfo. Inspeccionando el cuerpo de su compañera en busca de algo que se asemeje a un paquete.

No encontró nada y la ignoraron rotundamente.

Los segundos pasaban y se acercaban cada vez más a la entrada de Rivira.

-¿Qué sucede aquí? ¿Hay algún festejo?-Preguntó Ryuu al notar los múltiples puestos en las calles.

-Algo parecido-Breve contestación de la amazona.

Las risas y la diversión de los aventureros resonaban en Rivira.

Todos sin excepción se divertían en la feria que se realizaba dentro del calabozo.

Nadie espera diversión cuando entra al calabozo. Por lo que es algo inesperado que el gremio decidiera poner este tipo de evento.

Perdida dentro de sus pensamientos, en los cuales se imaginaba a ella con Bell a su lado visitando cada uno de los juegos como una romántica pareja, no se percató de que Aisha se desapareció de repente.

Cuando se dio cuenta comenzó a buscar la en todos lados. Volteando a cada puesto sin éxito alguno.

Caminó con la esperanza de que no se encontrara demasiado lejos hasta que una voz la llamó desde detrás suyo.

-Ryuu...-

Esto causó que frenara en seco.

Su ritmo cardiaco aumentó de sobremanera.

¿A qué se debía esto? Simple... Ella conocía perfectamente al poseedor de dicha voz.

-¿Bell...?-Se giró lentamente y se encontró de frente, a escasos metros de ella, a aquel chico que tanto quería.

Algo extraño llamó su atención.

Se trataba de la vestimenta que poseía.

Un Yukata de color negro y ocre en su mayoría.

-Me da gusto saber que estás aquí, Ryuu-Él caminó hacia ella.

-¿Eh? ¿C-Cómo sabias que estaría aquí? ¿P-Por qué estás aquí? ¿Y Aisha dónde se metió?-La cabeza de la elfo era un lío. Nacido a raíz del poco conocimiento que tenía de la situación en la que se vio involucrado sin intención alguna.

-De hecho... yo le pedí a Aisha que te trajera... por lo que no creo que se aparezca de nuevo por un tiempo...-Bell se sonrojó y rascó su nuca.

-¿Tú le pediste que me trajera? Pero ¿Por qué...?-Las dudas continuaban surgiendo.

-Es simple... Ryuu...-Le contestó.

-¿Eh?-Sintió que su mano izquierda fue agarrada por la mano derecha del chico enfrente suyo. El calor que esta emanaba se transfirió poco a poco a la suya.

-Quería... quería que tuviésemos nuestra cita...-Adicionó a su respuesta anterior.

-Nuestra cita...-La sorpresa de Ryuu era mayúscula.

-Sí. Por lo sucedido con Freya-Sama, o Syr, no pudimos tener nuestra cita. Yo... yo quería que fuese especial porque significas mucho para mi...-Con un esfuerzo inhumano esas palabras fueron expresadas sin tartamudeo.

El corazón de Ryuu se conmovía con el pasar de las palabras.

-Es por eso que le pedí a Aisha que te trajera... deseaba sorprenderte-Finalizó con una dulce sonrisa que reflejaba la pena que sentía en ese momento.

Ella simplemente devolvió el gesto.

-Será un gusto salir contigo... Bell-Contestó con total sinceridad y cediendo ante el pedido de su corazón.

¿Cómo no sentirte feliz cuando tu tan anhelado sueño se está cumpliendo?.

¿Cómo no desbordar de alegría si la persona de la cual te haz enamorado está enfrente tuyo queriendo salir contigo?.

Ese que te devolvió la felicidad que creías perdida con tan solo su presencia en tu vida.

-¡Bien! Por ahora acompáñame, según las tradiciones del Medio Oriente que Mikoto me comentó, las chicas deben llevar puesto un Kimono-Comentó el peliblanco mientras la guiaba.

-¿Kimono?-Se preguntó la elfo.

-Es algo parecido a lo que traigo puesto-Bell resolvió su duda.

-P-Pero no tengo ninguno...-Expresó con decaimiento.

-Yo me encargué de eso-Con confianza contestó el pequeño conejo.

-Estoy en tus manos, Bell-Declaró la peliverde, dejándose llevar.

Unos minutos después.

Bell yacía de pie a un costado de una puerta. Se trataba de un cuarto en el cual la hermosa acompañante del chico se ponía la prenda que se mencionó con anterioridad.

Él la esperaba con total calma por fuera mientras que por dentro era un manojo de nervios.

Él deseaba que todo saliera perfecto porque...

¡ESA NOCHE LE DECLARARÍA SU AMOR!.

"Me estoy endeudando hasta el cuello... todo el dinero que obtuve gracias a la expedición ya lo gasté en preparar toda esta feria... sin embargo... lo vale... haría lo que fuera por Ryuu... esto no es más una forma en la que le expreso mi amor" Decía en su mente antes de que su acompañante terminara de vestirse.

-Respira Bell... tranquilízate...-Palabras como esas se repetían constantemente en especie de susurros.

De pronto, el rechinado de la puerta que custodiaba llamó su atención, por lo que se posó enfrente de la misma para observar mejor la belleza de su amada que poco a poco se asomaba. Al mismo ritmo que la puerta permitía visualizar lo que contenía por dentro. O mejor dicho, a quien contenía dentro suyo.

Un kimono color turquesa con estampados de flores amarillas era usado por tan inigualable belleza.

Los detalles de la faja que permitía relucir el perfecto y bien proporcionado cuerpo de la elfo.

Los colores suaves del mismo que combinaban con el fino y blanco rostro semejante a la seda que su portadora poseía.

Las flores que decoraban el cabello color lima de la chica simplemente decoraban algo que por si solo era la máxima representación de la perfección en un objeto tangible.

Era absolutamente imposible que hubiese algo más hermoso.

No... la palabra hermoso adoptaba un nuevo significado en presencia de Ryuu.

Bell quedó estático y sin habla.

¿Qué puedes decirle a alguien cuando no consigues salir de tu impresión?

No podía dejar de mirar detenidamente cada rincón de su amada.

Cada pequeño detalle le encantaba.

-¿C-Cómo me veo Bell?-Le preguntó Ryuu con sus mejillas ruborizadas al no estar acostumbrada a ese tipo de vestimenta.

-Nada de lo que diga en este momento podrá darte ni la mínima idea de lo que en verdad pienso... no hay palabras que basten para siquiera describir lo hermosa que te vez... Ryuu-Una respuesta extensa y llena de sinceridad, al igual que los más puros sentimientos románticos del chico, fue dada ante la pregunta de la elfo.

Vapor salía de la cabeza de ambos por tan meloso acto.

-M-Me halagas más de lo que merezco... Aún así... gracias...-Contestó a la opinión anterior. Mentiría si dijese que no la hizo feliz saber que Bell pensara que era tan hermosa.

-Ujum-El peliblanco aclaró la garganta.

Se acercó a ella y se inclinó mientras extendía su mano derecha.

-Señorita Ryuu Lion. ¿Me daría el honor de tomar su mano durante nuestra cita?-Su inesperada propuesta se dijo para sorpresa de propios y extraños.

Ryuu se rió ligeramente. Le parecía muy tierno lo que él pedía porque... ella planeaba hacerlo con o sin dichas palabras.

-Acepto gustosamente, Bell-Casi inmediatamente la yema de los dedos tocaron la palma del chico.

Ambas se entrelazaron y sujetaron la del contrario con delicadeza.

El calor infundido y la agradable sensación alegraba sus corazones. Llenándolos de tranquilidad y deleite.

-Demos inicio a nuestra cita-Comentó Bell.

-Sí-Contestó Ryuu.

Y así daba inicio su velada... Bell no dudaría...

Durante la cita.

Tomándose el uno al otro. Recorriendo las calles en donde ambos costados estaban repletos de diferentes juegos, puestos de comida y una que otra cosa más que funge como entretenimiento para los cansados aventureros.

Sin pensar en nada más que la persona a su lado.

-No sabía que hacían una feria en Rivira antes del festival de la cosecha y eso que llevo más tiempo que tú en Orario-Dijo con impresión la elfo, al igual que con admiración por lo bello del sitio.

-S-Sí. Yo tampoco. Digamos que Mikoto, Chigusa y Haruhime me informaron de ello-Respondió Bell con cierto nerviosismo.

"Es que no la hacen. Prácticamente esto es ilegal pero conseguimos que los aventureros aceptaran a ayudarnos y a guardar silencio si les prometíamos no cobrarles por lo que consuman..." La vida, al igual que el dinero del conejo, se le escapaba.

-¡Bell mira! ¡Son peces!-Como una niña en juguetería, Ryuu lo jaloneó para que viera lo que ella encontró a escasos metros de su posición.

-¿Uh? Vaya, es un puesto de "Atrapa al pez". Si logras agarrar uno te lo quedas-Informó el peliblanco al recordar las explicaciones que sus amigas del Medio Oriente le enseñaron antes de la cita con el objetivo de lucirse durante la misma.

-¡Vamos!-La elfo corrió llevando a rastras a su acompañante. La idea de pescar un pez y quedárselo le emocionaba más de lo que uno pudiese imaginar.

Como ella se notaba tan feliz y llena de vida Bell la siguió. A pesar de que él ya tenía planeado todo lo que harían en esa velada.

"Tal vez sea mejor que hagamos las cosas siguiendo nuestros corazones. Las mejores cosas no siempre deben ser planeadas" Se dijo a sí mismo cuando hizo contacto visual con su chica.

Al llegar al puesto, un conocido de ambos los recibió.

-¡Hey! ¿Cómo va todo, pequeño novato?-Preguntó Mord quien era el encargado de dicha atracción.

-¡Hola Mord! Va bien. Vinimos a conseguir algunos peces-Contestó Bell con el mismo entusiasmo con el que fue saludado.

-Veo que vienes acompañando. Es un gusto verte de nuevo "Vendaval"-El aventurero saludó cordialmente a la peliverde.

-Gracias por las palabras. Creo que no lo he visto desde aquel día-Respondió Ryuu.

-Sí. Ese día perdí demasiado dinero. Me quedó claro que la suerte del chico solo me favorece cuando no lo tengo a mi lado-Contestó Mord mientras una gotita de sudor bajaba por su frente.

Para quien no recuerde, Mord llevó a Bell a un casino en el cual, por mera coincidencia del destino, se toparon con Syr y Ryuu. Aunque claro, adoptaron identidades distintas ya que tenían que cumplir una importante misión.

-De no haber sido por nosotras muy probablemente regresaban de ese casino con los bolsos llenos. Lo lamentamos-Se disculpó la elfo.

-¿Uh? ¿Qué quieres decir?-El hombre no entendió aquello.

-D-De hecho Mord. Prácticamente vacíe una de las mesas con una moneda que me prestaron... posiblemente es lo que Ryuu quiso decir-Le contestó el muchacho a su amigo.

-Vaciaste una mesa... ¡Oye pequeño novato! ¿No te gustaría ir al casino con nosotros un día de estos?-Mord lo envolvió con su brazo derecho. Su intención era clara.

-¿Eh? ¿Uh?-Bell se sintió desentonado.

La elfo se pegó al costado de quien la sujetaba. Pegando cuerpos sutilmente.

-Bell no puede ir a esos lugares otra vez-Dijo con un tono de voz que asustaría a cualquiera y una mueca que reflejaba muchas cosas menos tranquilidad.

-¡Ihhhhh! ¡Perdón!. Era una broma solamente-Rápidamente regresó al puesto de juegos.

-T-Tranquila Ryuu... M-Mí brazo... Me estás apretando muy fuerte...-Susurraba el chico mientras el dolor se intensificaba por culpa del agarre de la chica.

-¡Perdón Bell!-Se disculpó. Separándose unos pasos.

-No hay problema. Mord ¿Podemos intentarlo?-Preguntó Bell haciendo alusión a la atracción.

-Sí... tomen...-Respondió sin siquiera intentar verlos a los ojos.

De un cajón sacó un par de pequeñas paletas con una red de papel y dos tazas en las cuales deberán meter los peces que consigan recolectar.

-Disfrútenlo...-Mord se dio la vuelta y pidió cambio de turno con uno de sus compañeros.

-¿Estará bien?-Bell se preocupó al observarlo tambalearse y caer desvanecido en una silla.

Ambos se inclinaron al estanque que contenía el "Premio" a conseguir.

En él habían de todos colores.

Azules.

Rojos.

Naranjas.

Amarillos.

-¿Quieres ser la primera en intentarlo? ¿O lo hacemos al mismo tiempo?-El muchacho deseaba saber lo que su chica quería.

-¡Compitamos! El que atrape menos deberá cumplirle un pedido al ganador-El espíritu competitivo de Ryuu se hizo presente en un momento que, se supone, traía la intención de ser romántico.

-Acepto. Prepárate que por nada del mundo perderé-Bell cedió ante el pedido de la elfo.

Cada uno tomó una paleta y una taza. Enrollaron sus mangas hasta los codos y centraron su total atención en el movimiento de los peces, decidiendo a por cuál ir cuando la cuenta regresiva llegara a cero.

-En tres...-Dijo Bell.

-En dos...-Continuó Ryuu.

-En uno...-Prosiguió el peliblanco.

-¡Ahora!-Lanzó la señal la peliverde.

En rápidos movimientos sumergieron su "Raqueta" en el agua.

Bell vio como uno se acercaba a la misma y pensó.

"¡Aquí va el primero!".

Levantó dicho artefacto de golpe cuando el pequeño animalito posó su cuerpo arriba del mismo.

Lo que no sabía era que... el papel del que eso estaba hecho no era tan resistente...

-¡¿QUÉ?! ¡SE ROMPIÓ!-Gritó al notar que el papel se despedazó tras mojarse aunado al peso del pez perforándolo.

"Esperen... ¿Cómo le estará yendo a Ryuu...?" La duda le entró y volteó a su costado izquierdo.

-Imposible...-Su mirada presenció el preciso momento en el que la bella elfo sacaba un pequeño pez naranja del agua y este se encontraba flotando en el aire.

Junto con él, una pequeña cantidad de agua salió y salpicó en el rostro del impresionado joven.

*¡Plop!*

El cuerpo del premio cayó en la taza después de unos segundos a la intemperie.

-¡Tengo uno!-Celebró al ponerse de pie y dar algunos saltitos de alegría.

-¡Mira Bell! ¡Logré atrapar uno! ¡A mi primer intento!-Ella continuaba feliz.

Es increíble lo emocionado que uno se siente por ganar un juego.

Por obvias razones la raqueta se rompió y ya no podría tomar otro.

-¿Cuántos atrapaste?-Le preguntó, ladeando la cabeza.

-Emm... N-Ninguno...-Contestó el chico con vergüenza, rascando el costado de su cabeza.

-Fufufu. Eso significa que yo gané-Ryuu infló su pecho. Sintiéndose victoriosa.

-Sí. Así parece. Vayamos a pedir una bolsa. No podemos llevarnos las tazas-Le informó al ponerse de pie.

Caminaron a donde otro los atendía, como se mencionó anteriormente.

Antes de llegar, a Bell se le ocurrió preguntar lo siguiente.

-Y dime Ryuu ¿Cuál será tu pedido? Por favor que sea algo que esté en mis manos-Dijo el chico sin soltar la mano de la elfo.

-Por ahora nada. Lo sabrás cuando se me ocurra algo-Le respondieron con un tono coqueto. Raro en la peliverde.

-¿Cuando se te ocurra? Creí que tenías pensado qué pedir al sugerir el reto. En fin, prometo cumplir lo que sea que me pidas cuando el momento llegue-Él selló el contrato verbal.

Llegaron al puesto y en él colocaron al pez naranja en una bolsa con agua que luego cerraron.

Les dieron unas cuantas instrucciones de cómo debían cuidarlo y cosas por ese estilo.

Ryuu tomó la bolsa y acercó sus ojos al animalito. Luego le sonrió con dulzura.

-Te llamaré... Sachi...-Le dijo.

-¿Sachi? ¿Por qué?-Cuestionó el peliblanco.

-Porque me siento afortunada de tenerlo...-Contestó la peliverde bajando al pez de enfrente de su cara. (Nota del autor: El nombre Sachi significa "Bendecido/a" o "Afortunado/a")

-Ya veo-Soltó una risita breve.

-Bien. ¿Proseguimos con nuestra cita?-Insistió Bell.

-Claro. Aún hay muchas cosas que quiero ver-Respondió Ryuu.

Se alejaron del puesto y siguieron con su recorrido.

Avanzaron unos cuantos pasos ya que la asombrada chica probaba cada uno de los juegos.

Tiro al blanco fue el segundo que intentó.

Sorpresivamente ganó el primer premio que constaba de un abanico. Ella no consideraba dicho objeto como una recompensa digna porque prácticamente el invierno se acercaba lo que dejaba inutilizable ese medio para refrescarte.

Casi se mete en una discusión con el dueño del lugar pero Bell la detuvo.

-Podemos guardarlo como un recuerdo. Además, que el frío venga no significa que no podrás utilizarlo en otra ocasión-Razonó el muchacho.

-Cierto... también tengo que considerar lo difícil que ha de ser bajar materiales hasta Rivira-Ella fue convencida fácilmente aunque se debió a ahorrarse la pena de pelear con un extraño durante su cita.

Ryuu se disculpó con el hombre y quedó en buenos términos.

Tras esto pasaron al siguiente lugar.

-¿Qué es esto?-Preguntó al ver que se cocinaba una especie de masa en bolita con relleno.

Varios aventureros se formaban en la fila, esperando a obtener el suyo.

-Son Takoyaki. Bolitas de masa de harina de trigo fritas con pulpo encurtido dentro. Aunque también pueden tener otro tipo de relleno dependiendo de tus gustos-Contestó Bell al mismo tiempo que se dirigía a la fila.

-Interesante... lucen deliciosos...-Opinó la peliverde sintiendo que se le hacía agua la boca.

-Compraré dos órdenes. También se me antojaron. ¿Puedes buscar dónde sentarnos? Sería incómodo comerlos de pie-Comentó Bell.

-Sí. Yo me encargo-Contestó Ryuu, separándose de él por primera vez en la noche.

Por alguna extraña razón esto trajo como consecuencia cierta incomodidad en los tórtolos.

"Tranquilo/Tranquila... solo es por unos minutos" Se dijeron simultáneamente. Cada quien desde una zona diferente.

Bell esperó el tiempo necesario y en sus manos tenía dos charolas de Takoyaki.

Buscó a Ryuu a cercanías del puesto de comida hasta que la susodicha lo llamó.

-¡Por aquí Bell!-

Él dio con el sitio de donde provino la voz y la vio sentada en una banca de piedra con un lugar libre.

Trotó para llegar allá y reunirse nuevamente con la elfo.

-Aquí tienes-Le dijo al entregarle la charola.

-Muchas gracias-Agradeció la chica.

Se sentaron casi pegando sus costados por el tamaño de la banca aunque a ninguno parecía molestarle.

Aplaudieron y dijeron "¡Buen provecho!" Antes de comenzar a comerlo.

-E-Está caliente-Ryuu percibió el vapor proveniente de la bola de masa.

-Sí. Ten cuidado al comerlo. Sóplale y así se entibiará-Recomendó su acompañante mientras soplaba la comida que picó con un palillo.

Ella hizo caso y le sopló. Después lo metió a su boca.

-Mmmm ¡Esh delishiosho!-Dijo aún masticando.

-¡Muy delishiosho! ¡ESHTÁ GENIAL!-Bell concordó.

Los dos disfrutaban la comida con deleite. Cada bocado era más rico que el anterior. Ni cuenta se dieron que en menos de 2 minutos, sin importarles que aún hervían, casi se los terminaron.

-Ah... Solo me queda uno...-Comentó Ryuu mirándolo fijamente.

Ahí fue cuando una idea cruzó por su cabeza.

-Bell...-Lo nombró.

Él, quien se comió todos sus Takoyaki, respondió al llamado.

Cuando la vió, ella sostenía su última bolita rellena a cercanías de la boca del contrario.

-Dí Ah~-Pidió con sus mejillas sonrojadas aunque sin incomodidad.

En otras circunstancias él sería un manojo de nervios con tan solo sugerir ser alimentado. No obstante, ese no era el caso. Ella lo alimentó durante su estancia en la sede de la familia Dian Cecht, por lo que ya no era extraño para Bell.

-A-Ahhh~-Bell abrió su boca.

Y... la comida entró.

-No sé a qué se deba pero este es el que mejor sabor tiene de los que he comido esta noche-Opinó, posando su mano encima de la de Ryuu.

-Me hace feliz oírlo-Comentó la elfo, volteando la mano para que sus dedos se entrelazaran con los de su amado. No importaba cuántas veces ya lo hayan hecho. El sentir de las pieles rozando era el mismo que las primeras ocasiones.

-Y dime ¿Están listas Astrea-Sama y tú? Cuando pasé en la mañana a "La señora de la Abundancia" aún no terminaban de empacar tus cosas-Bell quiso continuar charlando con la peliverde. Matar el tiempo hasta llegar al evento estelar.

-Ha sido difícil. Cada cosa dentro de ese cuarto... incluso las tablas del suelo... tienen un recuerdo...-Una mirada llena de melancolía apareció.

-Empiezo a divagar y al final retraso la mudanza-Soltó una risita y se soltó. Contó cada vivencia que tuvo en su estancia dentro del bar.

Él la observaba fijamente. Concentrado en cada diminuto detalle que expresaba. Ya sea con palabras o con gestos.

¿A eso se referían con admirar cada parte de quien amas?.

De un momento a otro tomó el abanico que antes rechazó y se dio aire.

Los segundos se convertían en minutos, los minutos en horas. Sin darse cuenta Ryuu habló por 2 horas sin detenerse y Bell no se perdió absolutamente nada.

-Y también cuando Mama Mía golpeó a Anya porque se comió el filete de pescado que un cliente ordenó-Relató, intentando no reírse escandalosamente.

El peliblanco hizo lo propio.

-¿Sabes? La mayoría han sido felices... No sé qué hubiese pasado de no ser rescatada por Syr... Le estoy agradecida... me dio otra oportunidad...-Ryuu no quiso imaginarse un futuro en el que eso ocurría por lo que se limitó a demostrar el cariño que le tiene a su amiga... su salvadora... la primera al menos.

-Yo tampoco quiero pensar en ello. Esa decisión es la que me tiene aquí contigo-Susurró Bell.

-¡El festival está apunto de cerrar! ¡Comiencen a retirar los puestos!-Un aviso interrumpió su plática.

-¿Eh? ¿Cerrar? No pudimos comer toda la comida que prepararon ni participar en otras atracciones-El ánimo decayó en la antes emocionada chica.

-Ujum-Bell aclaró la garganta.

-¿Sucede algo?-Le preguntó su acompañante.

-Sí. De hecho hay un sitio que quisiera que visitemos ¿Irías conmigo?-La propuesta fue dicha.

Ella sin una pizca de duda aceptó.

-Sígueme...-Se puso de pie avanzó unos pasos adelante.

"Hasta el fin del mundo..." Pensó Ryuu, con rubor en mejillas y orejas.

Y, a la vista de aventureros y demás, se introdujeron en el espeso bosque que se hallaba a un costado de la ciudad.

Detrás de ellos dejaron a un par de conocidos.

-Se ve muy decidido. 5000 valis a que la confesión termina en beso-Declaró Aisha.

-Juega-Welf estrechó la mano de la amazona.

-Oigan no creo que sea bueno apostar con eso-Mikoto se quejó.

-¿Eh? S-Sí, Mikoto-Sama tiene razón-Lili estuvo apunto de aceptar la apuesta pero frenó por el comentario de su compañera.

-Bueno suerte...-Les desearon a los dos sus amigos y compañeros de familia.

Hermes susurraba alguna estupidez al cielo como ya es costumbre.

"Cuando vuelvas a verlo tal vez te encuentres con bisnietos, mi buen Zeus" Dijo Hermes.

En lo profundo del bosque.

-¿A dónde iremos Bell?-Preguntó Ryuu sin dejar de caminar.

-Ya lo verás. E-Espero que te encante...-Le respondió, manteniendo el misterio.

Los árboles los rodeaban y el agua de un lago cercano, junto con el sonido de los grillos cantando, causaban una atmósfera de tranquilidad.

Al cruzar por un arbusto, unas luciérnagas emprendieron vuelo, dejando un espectáculo de luces tras de sí.

"Es bellísimo..." Pensó Ryuu, intentando que una se posara en su fino dedo.

Los minutos transcurrían sin frenar su andar.

Ella se preguntaba si se acercaban a su destino pero al intentar preguntar se perdía en el rostro totalmente concentrado de su amado por lo que se le olvidaba expresar su duda.

La elfo no tenía miedo.

Se sentía segura.

Él nunca la dañaría.

Al fin y al cabo... es el hombre que su corazón eligió.

Subieron un camino inclinado que desembocaba en una zona llana ubicada en la montaña donde unos meses atrás estuvieron. Claro, en contextos diferentes. Esa vez iban a rescatar a Hestia.

"¿Por qué me trajo aquí?" Ella ladeó la cabeza con confusión.

Se aproximaron al borde de aquel sitio y Bell frenó su andar.

-Hemos llegado... Ryuu...-Avisó.

-¿Aquí querías traerme?-Preguntó.

-Sí. La vista es maravillosa... quería que admiráramos los alrededores y...-Su dedo apuntó el techo de Rivira.

La peliverde miró a donde el muchacho le indicó y... se topó con una hermosa e incomparable escena.

Los miles, no, los millones de cristales incrustados en el techo del piso 18 daban la impresión de que lo que observaba era el cielo estrellado de la superficie.

Sus ojos se iluminaron, adoptando cierto brillo semejante al de dichos cristales.

-Es... precioso...-Declaró sin apartar los ojos.

-Ryuu...-Ambas manos de la elfo fueron tomadas. Sacándola de sus pensamientos.

-¿Bell...?-Ella y él hicieron contacto visual.

El peliblanco tragó saliva, preparándose para dar el siguiente paso.

Mientras tanto la peliverde estaba expectante a lo que el muchacho diría.

-No sé en qué momento comencé a sentirme de esta forma...-

-El día que te conocí...-

-Durante nuestros entrenamientos...-

-El juego de guerra...-

-Desconozco cuando fue que me acostumbré a tenerte presente en cada día de mi vida...-

-Pero sé una cosa... deseo que sea así por el resto de ella...-

El corazón de ambos iba a mil por hora.

Sus emociones salían a relucir con un simple gesto. O en el caso de Bell, igual con palabras.

-Me aterró la idea de perderte...-

-Me aterró que no pudiese volverte a ver...-

-Por eso mi cuerpo se lanzó a tu auxilio aquel día en el que más ayuda necesitabas...-

-Sin importarme nada... di un salto de fe...-

-No fue por intentar ser un héroe... o no solo por eso al menos...-

Una sonrisa se dibujaba en el rostro del chico.

Pequeñas lágrimas también.

Mismo caso con la bella elfo.

-Lo hice... porque quería ser tu héroe...-

Agregó luego de la pequeña pausa.

-Quien te acompañe en tus días felices...-

-Quien te apoye en tus días difíciles...-

-Quien te proteja de cualquier mal venidero...-

-Quiero disfrutar cada instante contigo...-

-Quiero... quiero hacerte feliz... así como tu sola existencia me hace feliz...-

Tomó otra pausa antes de proseguir.

-Intentar día con día demostrarte que yo... Bell Cranel... Te amo...-

Una ola de viento pasó en la altura de aquel risco.

El movimiento de las hojas despertó a las cientos de luciérnagas que reposaban en ellas.

Aquel espectáculo de luces esmeralda de antes palidecía con el de ahora.

-Bajo esta infinidad de estrellas... en este precioso bosque tengo que confesarte que... Ryuu Lion... Te amo... quiero estar contigo hasta el fin de mis días...-

Ryuu estaba perdida en la atmósfera, en las palabras, en absolutamente todo.

Su cuerpo no se movía.

Sus labios tampoco.

Sus palabras no salían.

Millones de cosas por expresar...

Muy pocas formas de decirlas...

Se limitó a sonrojarse y mirarlo detenidamente.

Ryuu ya no podía aguantar más. Su corazón apretaba y sentía que en cualquier momento este iba a salir de su pecho. No daba crédito a lo que escuchó, no creía posible que cada palabra que salió de la boca de quien la sujetaba la hizo más y más feliz. Su rubor pasó de estar en sus mejillas a cubrir todo su rostro y llegar hasta la punta de sus orejas, su blanca y fina piel ahora se tornó completamente roja.

Sus labios formaron una temblorosa sonrisa.

El silencio le restaba confianza a Bell, quien aguardaba por una respuesta.

-Bell...-Por fin la primera palabra salió a la luz.

-Yo...-

-Yo volví a ser feliz por ti...-

-Siento que puedo hacer lo que sea si estás a mi lado...-

-Mis días retomaron su brillo cuando me diste un mañana...-

-Mi vida es más feliz contigo en ella...-

-Bell... eres mi héroe... mi más grande héroe...-

Ella respiró profundo e intentó decir lo que deseaba sin que su voz se escuchase quebradiza ya que su llanto de felicidad se hacía más evidente segundo a segundo.

-Yo... yo te amo... en serio te amo...-

Tan solo esas palabras aliviaron el inquieto corazón del joven.

-¡Te amo!-Repitió con sus lágrimas derramándose.

En un rápido movimiento su cuerpo fue envuelto por los brazos de su amado.

-Te amo Ryuu... en verdad te amo...-Le susurró al oído.

-Te amo Bell... te amo...-La elfo hizo lo mismo.

Emociones y sentimientos por fin expresados.

Sin nada que los interrumpiera...

Ninguna piedra en el camino que les impidiese por fin estar unidos...

Se despegaron un poco y...

Sus rostros se encontraban a una distancia peligrosa.

Era tan corta que podían jurar sentir la respiración agitada del otro.

-Ryuu...-Él la nombró con su voz ligeramente entrecortada.

-Bell...-Ella hizo lo mismo.

La peliverde relajó su cuerpo y cerró sus ojos... dándole entrada libre a lo que ambos creían que debía suceder.

El chico abrió los suyos en su totalidad...

Millones de preguntas se formaron en su cabeza, sin embargo, no había espacio para dudas.

Le tomó algunos segundos, por lo que Ryuu echó un vistazo para ver qué sucedía y...

Bell la besó... tomándola por sorpresa...

Rápidamente el muchacho se despegó al notar la expresión que su amada puso tras el beso.

-¡P-Perdón! ¡Perdón! Tal vez entendí mal... E-Es que cerraste los ojos y pensé que estabas de acuerdo...-Se disculpó y justificó repetidamente.

-Bell...-Ella lo nombró.

-No está bien hacer eso de repente... ¿Verdad?-Decayó el ánimo del peliblanco al pensar que lo arruinó hasta que...

Ahora fue Ryuu quien lo besó de imprevisto al sujetarlo de ambos lados de la cara.

Unos segundos pasaron en los que sus labios se fundieron en aquel tierno beso.

-No hay nada de malo, Bell-Le dijo la elfo.

-Eso es exactamente lo que quería...-Agregó.

Ya tranquilo, Bell volvió a tomarla de las manos.

-Bien... entonces...-Susurró.

-Sí...-Ella estaba de acuerdo en lo que harían.

Ya sin incógnitas... comenzaron la cuenta.

-Tres...-

-Dos...-

-Uno...-

Sus bocas se acercaron por tercera vez.

Los labios de ambos se sellaron para formar un hermoso y tierno beso, lleno de cariño, el contacto entre ambos era cálido, compartiendo ese mismo calor con su contraparte, creando un ciclo entre dar y recibir, justamente como era el amor, una perfecta referencia al amor si se le pudiese considerar así.

Y así... su lazo se unía...

Sus vidas...

Sus almas...

Sus corazones...

Absolutamente todo...

No sabían lo que les depararía el futuro...

Pero algo era seguro...

Se tendrían el uno al otro...

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En la mansión de la chimenea, un par de horas después.

-Esos dos ya tardaron. No pensé que a Bell le tomaría tanto tiempo-Opinó Welf, ayudando a Astrea a desempacar las pertenencias de su hija.

-Déjalos. Son jóvenes primerizos en el amor-Dijo Astrea.

"Tú también eres una diosa virgen, Astrea" Pensó Hestia con una risa incómoda sin quitarle la vista a la castaña.

*Toc* *Toc* *Toc*

La puerta de la mansión fue golpeada.

-¡Deben ser ellos!-Alertaron y, dejando de hacer lo que sea que los demás estaban haciendo, fueron a la sala los miembros de la familia Hestia.

Haruhime abrió la puerta y les dio la bienvenida.

La renard corrió a donde el resto tan pronto les permitió pasar y se posó a un costado de Mikoto.

-Amm... ¿Qué es todo esto...?-Preguntó Bell.

-Dígannos... ¿Cómo les fue?-Astrea rompió el hielo.

El muchacho levantó la mano que sostenía.

Ryuu avergonzada por ser vista de esa forma también la alzó.

-Oficialmente somos pareja-Dijeron al unísono en diferentes tonalidades.

Uno realmente emocionado y la otra apenada al confesarlo a todos sus allegados.

La familia Hestia, junto con la diosa de la misma y Astrea, tomaron aire y gritaron lo siguiente.

-¡YA ERA HORA! ¡SE TARDARON DEMASIADO!-

Eso fue más una reclamación que una felicitación, cosa que la pareja recién formada esperaba, aunque fundamentada.

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