No Necesitamos Magia, Tenemos Puños (y un Cyborg)
Por: BardOfTheFlame
Capítulo 1: Servidor Erróneo
"Error de teletransporte: Han llegado al servidor equivocado. Por favor, esperen mientras los puñetazos resuelven el problema."
El cuerpo de Garou gritaba agotamiento, cada músculo protestaba con un dolor punzante tras la brutal contienda contra ocho héroes de diversas clases. Había salido victorioso, sí, pero el precio había sido alto. Sin embargo, el lujo del descanso era una quimera inalcanzable en aquel caótico escenario. Apenas había tenido un instante para recuperar el aliento cuando una nueva y formidable amenaza se materializaba ante él: Genos, el implacable Cyborg Demoníaco, héroe de Clase S. Su presencia metálica y sus ojos brillantes prometían una batalla de una escala completamente diferente.
A pesar del cansancio que lastraba sus movimientos, Garou, impulsado por pura determinación y el instinto de supervivencia, desplegaba todo su arsenal de técnicas marciales contra el cyborg. Sus puños y patadas, que habían doblegado a héroes experimentados, buscaban fisuras, puntos débiles, cualquier cosa que pudiera darle una ventaja. No obstante, sus ataques parecían disiparse sin efecto contra el blindaje y la resistencia sobrehumana de su formidable oponente. Genos, por su parte, respondía con ráfagas de energía incineradora y ataques de precisión milimétrica, forzando a Garou a una defensa constante y agotadora.
En medio de este choque titánico, un grupo de esbirros oportunistas de la Asociación de Monstruos intentó intervenir torpemente en la batalla, esperando ayudar al "Cazador de Héroes". Su efímera aparición fue un suicidio. Genos, sin apenas desviar la atención de su verdadero objetivo, los aniquiló con una eficiencia aterradora, reduciéndolos a cenizas en un abrir y cerrar de ojos, antes de reanudar su implacable asalto contra Garou.
Justo en el instante crítico en que Genos preparaba un ataque potencialmente definitivo contra un Garou acorralado y visiblemente superado, una figura intervino con la velocidad del rayo, dando una patada a Garou. El recién llegado no era otro que el antiguo maestro de Garou, el legendario Bang, también conocido como Silver Fang, otro baluarte de la Clase S. Y no llegaba solo; a su lado, con una presencia igualmente imponente y serena, se encontraba su hermano Bomb, otro maestro supremo de las artes marciales.
La estrategia fue clara e inmediata: Bang, con una mirada cargada de decepción y determinación, se centraría en neutralizar a su descarriado ex discípulo. Mientras tanto, Bomb se encargaría de contener la oleada de monstruos menores que aún emergían de las sombras, atraídos por la conmoción.
Bang desató su maestría sobre Garou. No hubo tregua, ni un segundo para respirar. Cada movimiento de Bang era preciso, fluido, devastador, una danza marcial perfeccionada durante décadas. Era el Puño de Agua que fluye Roca Aplastante en su máxima expresión. La superioridad del maestro sobre el alumno era dolorosamente evidente; Garou, a pesar de su increíble talento y adaptabilidad, se veía forzado a una defensa desesperada, incapaz de encontrar una apertura en la técnica impecable de su antiguo mentor.
Pero la situación, ya desesperada para Garou, empeoró drásticamente. Una vez que Bomb hubo despachado eficientemente a las amenazas secundarias con su propio y temible estilo marcial, se unió a su hermano. Ahora, el Cazador de Héroes enfrentaba no solo a su maestro, sino al torbellino coordinado de dos de los artistas marciales más grandes del mundo, atacando en perfecta sincronía.
Garou se sintió atrapado, rodeado, sin ruta de escape visible. Su mente acelerada evaluó la terrible realidad: incluso si, contra toda probabilidad, lograra apelar a algún resquicio de afecto o persuadir a su antiguo mentor para que le permitieran irse ,una posibilidad casi nula, el implacable Cyborg Demoníaco, observaba con fría determinación, listo para intervenir y asegurar su captura o eliminación. No mostraría piedad alguna. La única salida, la única opción desesperada que le quedaba en aquel infierno de puños y acero, era encontrar la manera de superar, de alguna forma inconcebible, a los tres formidables oponentes que lo cercaban.
Garou se encontraba atrapado, inmovilizado no solo por la fatiga acumulada sino por la tenaza mortal que formaban Bang y Bomb. La presión era asfixiante, cada célula de su cuerpo protestaba ante el castigo recibido. La andanada incesante de golpes, precisos y devastadores, provenientes de los dos maestros legendarios, lo estaba llevando al límite absoluto de su resistencia. Sentía cómo sus huesos crujían, cómo sus músculos se desgarraban internamente. 'Así que... este es el final?', pensó con una mezcla de rabia y desesperación helada. 'Derrotado... humillado por mi propio maestro... y su hermano. Justo cuando creía...' La idea de la muerte no le asustaba tanto como la de la derrota, la de fallar en su autoproclamada misión.
Ya no podía seguir aguantando. El dolor físico era tan intenso que empezó a fragmentar su percepción de la realidad. Los impactos ya no eran solo golpes, eran detonaciones que sacudían su consciencia. En esa bruma de agonía, comenzaron a surgir visiones, fragmentos inconexos y dolorosos de su pasado. Recordó la humillación en el patio de recreo, la injusticia inherente al juego de héroes y villanos donde siempre le tocaba perder, donde el "héroe" siempre ganaba sin importar la lógica o la fuerza. Vio los rostros burlones, sintió de nuevo esa impotencia infantil que había jurado erradicar. 'Siempre igual... los "héroes" deciden quién tiene razón, quién merece ganar...' La bilis de la injusticia subió por su garganta.
Durante todo este trance inducido por el dolor y el agotamiento extremo, lejos de quebrarse, la convicción de Garou se solidificó como el acero al templarse. Ese pasado que no recordaba con agrado era precisamente el combustible que alimentaba su fuego. 'No seré aplastado. Si esto es lo que defienden los héroes, esta farsa... entonces el mundo necesita un monstruo de verdad. Un mal absoluto que les haga temblar a todos, que equilibre la balanza.' La idea resonó en su mente, más fuerte que el dolor. 'No me permitiré ser derrotado. ¡Por nadie! ¡Menos por ellos!'
Cuando volvió en sí, la realidad lo golpeó con la inminencia de la aniquilación. Vio cómo las manos de Bang y Bomb convergían hacia él en un ataque combinado y definitivo, una estocada final diseñada para incapacitarlo o algo peor. Era el fin. Pero en ese instante, alimentado por la reafirmación de su propósito y un instinto de supervivencia animal, Garou encontró una reserva de fuerza que no sabía que poseía. '¡AÚN NO!'
Con un grito ahogado, su cuerpo se retorció de una manera casi imposible, esquivando por milímetros el doble impacto mortal. No se detuvo ahí. Canalizando toda esa energía, golpeó el suelo bajo sus pies con una fuerza cataclísmica. La tierra se resquebrajó con un estruendo sordo, levantando polvo y escombros, creando una onda de choque que obligó a los maestros y a Genos, que observaba atentamente, a retroceder. La expresión de sorpresa genuina en los rostros impasibles de Bang y Bomb fue palpable. Incluso el cyborg pareció sorprendido ante tal despliegue inesperado. Todos los presentes quedaron atónitos por la repentina explosión de poder de un hombre que parecía estar al borde del colapso segundos antes.
Pero las sorpresas no habían terminado. Antes de que pudieran reaccionar completamente, Garou, moviéndose con una rapidez increíble que desmentía su estado maltrecho, se lanzó hacia un árbol cercano. Con un esfuerzo gutural y una demostración de fuerza bruta casi monstruosa, lo arrancó de raíz, la tierra aferrándose a las fibras expuestas. Sin dudarlo, giró sobre sí mismo y lo arrojó hacia sus contrincantes.
Bang y Bomb, reaccionando con la velocidad y la experiencia que los definía, saltaron hacia atrás y a los lados, esquivando el proyectil improvisado con una agilidad asombrosa. Por un instante fugaz, mientras los dos maestros estaban en el aire y Garou jadeaba, tratando de llenar sus pulmones de aire desesperadamente, el suelo directamente debajo de él cambió. Un círculo oscuro se abrió súbitamente bajo sus pies. No hubo advertencia, no hubo sonido previo. Simplemente un vacío que lo engulló, haciéndolo caer en la oscuridad antes de que pudiera siquiera procesar lo que estaba sucediendo.
La desaparición súbita de Garou en aquel vórtice antinatural dejó a Genos y a los dos maestros marciales en un estado de momentánea incredulidad. El eco del árbol estrellándose aún resonaba débilmente cuando el suelo bajo sus propios pies dejó de existir. El círculo oscuro, lejos de cerrarse tras engullir a Garou, se expandió con una velocidad silenciosa y alarmante. En una fracción de segundo, alcanzó la posición donde ellos se encontraban, y la sólida tierra que los sostenía fue reemplazada por un abismo insondable. La sensación de caída libre fue instantánea y desorientadora.
La reacción de Genos fue casi instantánea, un reflejo potenciado por sus mejoras cibernéticas. "¡Análisis, ya!" – demandó mentalmente a sus sistemas, mientras instintivamente encendía los propulsores de sus brazos, en un intento desesperado por frenar la caída y salir de ahí. Un intenso fulgor amarillo brotó de sus propulsores, acompañado por el zumbido de energía contenida. Sin embargo, para su profunda consternación –y la de los maestros que lo observaban–, aquel despliegue de poder fue completamente inútil. Su vertiginosa caída no se vio afectada en lo más mínimo; era como si la fuerza de sus cañones fuera simplemente negada, devorada por el vacío, o insignificante ante las extrañas y retorcidas leyes que gobernaban ese lugar.
Bang, manteniendo una increíble compostura incluso mientras caía hacia lo desconocido, observó el fallido intento del cyborg. Miró hacia arriba instintivamente, al igual que Bomb y Genos. Pudieron ver, empequeñeciéndose rápidamente, el círculo de luz que representaba la salida, la abertura hacia el parque que acababan de abandonar. Como el diafragma de una cámara cósmica, ese círculo se cerró inexorablemente, sellándolos en la oscuridad. La última visión del mundo familiar desapareció, sumergiéndolos en una negrura casi total, rota únicamente por el resplandor constante de los propulsores aún activos de Genos, que ahora servían como una única fuente de luz en medio del vacío.
"¡Joven Genos!" La voz de Bang cortó el silencio de la caída, firme a pesar de la situación. "¿Qué está ocurriendo?"
"No lo sé, Bang," respondió el cyborg, su voz metálica teñida de una inusual incertidumbre. "Mis sensores no detectan ninguna fuerza externa que impida la propulsión, pero el empuje es nulo. Es como si las leyes físicas convencionales no se aplicaran en este espacio. No poseo información sobre este tipo de fenómeno."
Mientras los héroes intentaban comprender su predicamento, Garou, a pesar de estar al borde de la inconsciencia, sintió la proximidad de sus enemigos en la caída compartida. Un último espasmo de desafío lo recorrió. Haciendo acopio de su última energía, trató de acortar la distancia con Genos, lanzándose torpemente hacia la luz de sus propulsores con la intención de atacar. Pero el esfuerzo fue demasiado para su cuerpo maltratado. El intento de ataque se disolvió en un temblor incontrolable, y sus ojos se cerraron pesadamente mientras la oscuridad de la caída se fusionaba con la de su propia inconsciencia. Su cuerpo quedó laxo, cayendo como un peso muerto.
Bomb, observando la figura inerte de Garou flotando cerca en la penumbra iluminada por Genos, se volvió hacia su hermano. "¿Qué hacemos con él, Bang? En esta situación..."
Bang miró a su antiguo alumno, ahora completamente vulnerable. La severidad de su rostro se suavizó ligeramente por una mezcla de deber y una compleja sombra de preocupación. La situación era desconocida y potencialmente peligrosa; dejar a Garou a su suerte no era una opción, pero tampoco lo era ignorar la amenaza que representaba, incluso inconsciente. Tomó una decisión pragmática. "Lo aseguraremos," dijo simplemente. Con cuidado, maniobrando en la extraña ingravidez de la caída, se acercó a la figura inerte de Garou y lo sujetó con firmeza, evitando que se alejara flotando en la oscuridad.
Genos observó la acción sin oponerse. Aunque su misión original era eliminar a Garou, la prioridad absoluta ahora era entender dónde estaban y cómo salir. Mantener al grupo unido, incluso con un enemigo inconsciente, era la opción más lógica en un entorno tan hostil y desconocido.
Fue en ese momento, mientras continuaban su descenso aparentemente interminable a través de la negrura, apenas iluminados por el resplandor de Genos, que él —y casi al instante, los maestros con su aguda vista— distinguió algo. Muy abajo, en la vasta lejanía de la oscuridad, parpadeaba una diminuta y débil fuente de luz. Era apenas perceptible, un punto distante en el abismo, pero era la primera señal de algo que no fuera la oscuridad absoluta desde que habían comenzado a caer. Un destino incierto, quizás una salida, o tal vez el inicio de algo aún más extraño les esperaba.
La mota de luz distante comenzó a crecer a medida que caían, o quizás ellos caían hacia ella a una velocidad cada vez mayor. Pronto, se percataron de que no era solo un punto de luz, sino que se expandía exponencialmente, tomando una forma familiar y a la vez opuesta: un círculo perfecto, vibrante de luz blanca y pura, un negativo brillante del oscuro portal que los había engullido. Su descenso parecía acelerar hacia este nuevo umbral, una salida tan inesperada como su entrada.
"¡Bang! ¡Bomb!" La voz de Genos cortó la quietud relativa de la caída, tensa por la urgencia. "¡Sujétense a mí! ¡No sabemos qué encontraremos!"
Sin necesidad de más explicaciones, los veteranos maestros marciales reaccionaron con la velocidad del instinto. Bang, asegurando firmemente su agarre sobre el cuerpo inconsciente de Garou con un brazo, utilizó el otro para aferrarse a Genos. Bomb hizo lo propio, anclándose al cyborg mientras se preparaban para lo desconocido. Juntos, como una unidad improvisada y extraña, atravesaron el brillante portal.
El paso a través de la luz fue una transición abrupta, una oleada de energía cálida seguida de una desorientación momentánea y el súbito rugido del aire desplazándose. Lo primero que registró Genos fue el azote del viento frío y la sensación inconfundible de la atmósfera terrestre. Estaban en caída libre de nuevo, pero esta vez a través de cúmulos de nubes frías y húmedas que se deshacían a su paso, dejando jirones blancos flotando a su alrededor. Mirando en todas direcciones, solo vio un vasto cielo nocturno, salpicado de estrellas que parecían extrañamente dispuestas y una luna llena que colgaba imponente sobre ellos.
Instintivamente, alzó la vista buscando el portal luminoso del que acababan de emerger. No había nada. Solo la ininterrumpida bóveda celeste. El portal se había cerrado, o simplemente había dejado de existir, sellando su única ruta conocida de regreso.
Fue entonces cuando sus sensores y la aguda vista de los maestros se fijaron en lo que había debajo: más allá de las últimas capas de nubes, una extensión de luces parpadeantes rompía la oscuridad del terreno... ¿una ciudad? Pero a medida que descendían y su visión se aclaraba, la naturaleza del lugar se hizo evidente y profundamente desconcertante. Lo primero que saltó a la vista, casi tan impactante como las propias luces en la negrura, fue una colosal barrera ígnea. No era un incendio común; las llamas danzaban con una intensidad antinatural formando un círculo casi perfecto que rodeaba una sección considerable de la urbe, un muro de fuego que rugía silenciosamente desde su perspectiva aérea, aislando lo que había dentro.
Casi simultáneamente, comprendieron la naturaleza de las luces que definían el resto de la ciudad. No eran los focos eléctricos uniformes y brillantes de una metrópolis moderna. Eran puntos de luz más cálidos, más parpadeantes: antorchas en las murallas, faroles en las calles estrechas, el resplandor de fuegos en patios o plazas. Las estructuras que se perfilaban bajo ellos eran de piedra oscura y madera robusta, con tejados inclinados, algunas torres almenadas y lo que parecía ser una muralla defensiva rodeando el perímetro exterior. Tenía un inconfundible aspecto medieval, casi como sacado de las páginas de un libro de historia olvidado, pero coexistiendo con esa imposible circunferencia de fuego.
Mientras la gravedad los arrastraba sin piedad hacia aquel paisaje urbano fuera de tiempo y parcialmente cercado por llamas, Genos luchaba por encontrarle sentido a lo que veía. Una sensación de profunda extrañeza crecía en él. ¿Dónde diablos estamos?!, la pregunta resonó en su mente mientras sus ojos barrían la arquitectura imposible, la disposición de la ciudad y la antinatural barrera ígnea, buscando desesperadamente alguna pista familiar, incluso en las constelaciones visibles entre las nubes. La información que su mente exigía llegó como un torrente casi instantáneo, no como datos fríos, sino como la confirmación de que algo estaba terriblemente mal.
"¡BANG! ¡BOMB!" gritó Genos por encima del rugido del viento, la seriedad en su voz profundizada por la urgencia. "¡HE COMPARADO TODO LO QUE VEO CON CADA DATO QUE POSEO! ¡NO HAY RASTRO DE ESTE LUGAR! ¡NI LA CIUDAD, NI SU ARQUITECTURA, NI ESA BARRERA DE FUEGO! ¡NADA PARECIDO EXISTE EN NUESTROS REGISTROS DE LA TIERRA! ¡EL TERRENO ES DESCONOCIDO! ¡NO COINCIDE CON NINGÚN MAPA! ¡Y LO MÁS EXTRAÑO!" hizo una pausa, esforzándose por hacerse oír, "¡ES QUE NI SIQUIERA LAS ESTRELLAS ESTÁN DONDE DEBERÍAN!"
Bang y Bomb intercambiaron una mirada cargada de gravedad, la conmoción evidente incluso en la ráfaga de aire. Su vasto conocimiento del mundo, adquirido a través de décadas de experiencia y vida, tampoco les ofrecía ninguna respuesta.
"¡TAMPOCO RECONOZCO ESTE LUGAR, GENOS!" admitió Bang, alzando la voz para superar el estruendo, sus ojos fijos en la extraña ciudad y su anillo de fuego, que se acercaban rápidamente debajo de ellos. "¡NUNCA HE VISTO NI OÍDO HABLAR DE UN LUGAR ASÍ!"
Bomb asintió en silencio, su rostro curtido reflejando la misma confusión y cautela, una respuesta muda pero elocuente en medio del caos sonoro. Estaban cayendo, literalmente, hacia lo desconocido, en un lugar que, según toda la lógica y la tecnología disponible, simplemente no debería existir.
Los sensores ópticos de Genos se enfocaron de inmediato, activando su visión telescópica y térmica. Lo que vio dentro del anillo infernal lo incomodó. "¡DETECTO MÚLTIPLES FORMAS DE VIDA DENTRO DEL PERÍMETRO DE FUEGO!" informó, su voz resonando con una nueva urgencia sobre el viento. "¡DISTINGO UNIDADES HUMANOIDES CON ARMADURAS DE DISEÑO DESCONOCIDO, PARECEN MEDIEVALES! ¡SE ENFRENTAN A... ENTIDADES HOSTILES! ¡CRIATURAS DE ASPECTO GROTESCO, MONSTRUOSO! ¡SE ESTÁ LIBRANDO UNA BATALLA CAMPAL AHÍ DENTRO!" Su visión aumentada le mostraba escenas caóticas: el destello del acero chocando contra garras quitinosas, explosiones de energía y figuras cayendo en ambos bandos.
Bang frunció el ceño, asimilando la nueva y alarmante información mientras calculaba la distancia restante hasta el suelo. El viento azotaba con fuerza.
"¡GENOS!" gritó Bang, su voz grave. "¡NO SABEMOS NADA DE ESTE LUGAR! ¡BUSCA UN PUNTO DE ATERRIZAJE DISCRETO! ¡ALEJADO DE ESE FUEGO Y DE LA BATALLA, EN LAS AFUERAS!"
"¡ENTENDIDO!" respondió Genos, sus ojos ya escaneando las opciones. "¡APUNTANDO A LA ZONA EXTERNA! ¡LA TENGO!"
Genos intentó iniciar la maniobra con sus propulsores para redirigir suavemente su descenso y el de sus acompañantes hacia el punto elegido. Sin embargo, al calcular la potencia necesaria para contrarrestar la inercia de la caída y desviar la trayectoria con el peso adicional de los tres, sus sistemas le advirtieron del peligro. Para lograr el cambio de rumbo ahora que estaban tan cerca del suelo, necesitaría un impulso potente y sostenido. El brillo intenso de sus propulsores sería inconfundible en la oscuridad. Sería como gritar su posición.
Aterrizar fuera, como se había ordenado, ahora significaba una exposición casi segura. La única alternativa viable era la más peligrosa a primera vista.
"¡BANG, NO PUEDO!" gritó Genos, la urgencia tiñendo su voz con tensión. "¡TENEMOS QUE CAMBIAR EL PLAN! ¡NO PUEDO DESVIARNOS HACIA ALLÁ SIN DAR UN IMPULSO ENORME! ¡EL DESTELLO SERÁ DEMASIADO VISIBLE! ¡NOS VERÁN SEGURO, ESTAMOS MUY CERCA!" Hizo una pausa casi imperceptible mientras confirmaba su nueva estrategia. "¡LA ÚNICA FORMA DE ATERRIZAR SIN SER VISTOS ES DENTRO DEL CÍRCULO! ¡APROVECHAR EL CAOS DE AHÍ! ¡BUSCARÉ UN PUNTO CIEGO! ¡ES NUESTRA MEJOR OPCIÓN DE COBERTURA AHORA!"
Bang captó la lógica forzada por las circunstancias al instante. La sorpresa inicial dio paso a una tensa aceptación. El riesgo era inmenso, pero la alternativa era exponerse deliberadamente.
"¡ENTENDIDO, GENOS!" respondió Bang con firmeza. "¡LA SITUACIÓN LO REQUIERE! ¡PROCEDE CON CAUTELA EXTREMA! ¡ENCUENTRA ESE PUNTO CIEGO DENTRO!"
Genos asintió, un gesto mínimo pero claro. Ajustó sutilmente la dirección de sus propulsores, usando solo impulsos mínimos y precisos para guiar su descenso controlado, ahora dirigido hacia una sección específica dentro del anillo de fuego. Eligió un área que, desde el aire, parecía ser un laberinto de callejones estrechos y edificios ligeramente derruidos, actualmente sin signos evidentes de combate directo ni de presencia concentrada.
El aterrizaje fue sorprendentemente suave, considerando el peso y las circunstancias, amortiguado por la habilidad de Genos para controlar el descenso final en el último momento. Aterrizaron directamente sobre la superficie inclinada de un tejado ancho y relativamente intacto, el leve crujido de tejas sueltas y grava bajo sus pies rompiendo el tenso silencio relativo de esa posición elevada en medio del caos. Inmediatamente, Genos y Bomb adoptaron posturas defensivas instintivas. Bang, con la misma rapidez y con Garou inconsciente cuidadosamente asegurado sobre su hombro, escaneó el entorno, sus sentidos aguzados explorando la extensión de tejados circundantes y las sombras profundas de los callejones.
"Bien, estamos ocultos por ahora," susurró Bang, su voz grave apenas audible, ajustando ligeramente el peso de Garou. "Pero este punto podría no ser el ideal. Necesitamos hacernos una idea mejor del terreno inmediato y asegurarnos de que no hay amenazas cercanas que no vimos desde el aire. Movámonos con sigilo, de tejado en tejado. Un par de manzanas, veamos qué descubrimos. Bomb, tú adelante; Genos, cubre la retaguardia. Yo me encargo de Garou."
Bomb asintió, desapareciendo casi instantáneamente en las sombras del siguiente tejado. Genos le siguió a una distancia prudente, sus sensores barriendo en todas direcciones. Bang, moviéndose con una sorprendente agilidad a pesar de su carga, los siguió, usando su inmensa fuerza y equilibrio para transportar a Garou sin hacer ruido excesivo. Se deslizaron como espectros sobre las inclinadas superficies de tejas y piedra, saltando silenciosamente de cornisa en cornisa. Mientras avanzaban con cautela a través de la silenciosa sección de la ciudad dentro del anillo de fuego, sus ojos expertos barrían constantemente las calles y edificios de abajo.
Fue durante este recorrido tenso y sigiloso, tras haber cubierto una distancia corta pero significativa, que el patrón se hizo evidente. Se detuvieron brevemente en un nuevo tejado que ofrecía una vista clara de varias fachadas.
Fue Bomb quien verbalizó la observación común, su voz baja y tensa. "Bang... Genos... ¿ven esto?" Señaló con un gesto discreto hacia las puertas de las casas visibles abajo y las que habían pasado. "Casi todas las que hemos visto... están igual. Forzadas." La madera alrededor de las cerraduras estaba astillada, algunas puertas colgaban abiertas o habían sido arrancadas de sus goznes. "Están vacías, pero no abandonadas por voluntad propia. Alguien... o algo... entró a la fuerza." Su mirada siguió unos rastros oscuros en los adoquines de un callejón cercano. "Y hay sangre. Salpicaduras, pequeños regueros... como si hubieran arrastrado a la gente."
Se detuvo, su rostro endurecido por la sombría conclusión. "Esos monstruos que vimos desde el aire," murmuró. "Parece que barrieron esta zona primero, antes o durante el inicio de esa batalla principal. Se llevaron a los ocupantes." Sus ojos se entrecerraron, evaluando la situación. "Pero esto está bastante adentro... ¿cómo llegaron hasta aquí sin ser detectados antes? A menos que la invasión empezara aquí mismo." La pregunta implícita quedó flotando. "¿Y qué están haciendo con ellos?"
Genos permanecía en silencio junto a ellos, sus sensores confirmando y ampliando las observaciones de Bomb. Cada puerta forzada, cada rastro de violencia era registrado y analizado. La imagen de civiles indefensos siendo arrancados de sus hogares por criaturas monstruosas activó una profunda resonancia con su propia tragedia personal. Una corriente de tensión recorrió sus circuitos, una mezcla de furia contenida y la frustrante impotencia de no tener aún respuestas claras ni un objetivo directo contra el que actuar.
Bang, notando la rigidez en la postura del cyborg posó una mano firme en el hombro metálico de Genos. "Calma, Genos," dijo en voz baja pero firme. "Entiendo tu urgencia. Pero la confusión es el peor consejero. Primero, entendemos; luego, actuamos." Su mirada abarcó el desolado paisaje urbano a su alrededor. "Hemos confirmado que esta zona fue atacada y los civiles probablemente secuestrados. Es información vital. Ahora necesitamos encontrar un punto desde el que podamos observar esa batalla principal sin exponernos."
Genos inspiró profundamente, el gesto mecánico ayudándole a canalizar su agitación. "Tienes razón" asintió, su voz recuperando un tono más controlado. "La prioridad es la inteligencia. Necesitamos entender al enemigo y la situación general." Se enderezó, sus ojos brillando con determinación renovada en la penumbra.
Estaban a punto de continuar su movimiento sigiloso cuando Bomb, cuyos sentidos permanecían alerta máxima al entorno inmediato, levantó una mano imperceptiblemente, deteniéndolos. Su cabeza se inclinó ligeramente, escuchando. Una cadencia sutil pero inconfundible... pasos cuidadosos sobre los escombros en un callejón cercano a su posición actual.
"¡Quietos!" susurró con urgencia extrema, el sonido apenas un soplo. "Abajo. Tres individuos acercándose por el callejón norte."
La reacción fue instantánea. Genos, Bang ,asegurando rápidamente a Garou en la cobertura más profunda, y Bomb se deslizaron hacia las sombras más densas, fundiéndose con los recovecos oscuros. Contuvieron la respiración, convirtiéndose en parte del desolado paisaje urbano, aguardando en silencio tenso mientras los pasos se hacían más claros.
Pocos segundos después, las tres figuras emergieron a la luz parcial que se filtraba desde el muro de fuego distante. El grupo oculto observó con atención, analizando a los recién llegados.
El primero que distinguieron era un hombre de cabello rubio, ya entrado en lo que parecían sus cuarenta o quizás cincuenta años. Su rostro estaba curtido por la experiencia y el cansancio, y vestía una capa que, aunque funcional, mostraba claramente los signos del uso y el viaje, raída en los bordes.
Justo detrás de él caminaba un muchacho mucho más joven, probablemente entre los quince y diecisiete años, también rubio. Su rasgo más llamativo era la armadura reluciente que portaba. Su expresión era seria, quizás un poco idealista, y llevaba una espada envainada al cinto. Parecía un escudero o un caballero joven.
Cerrando la pequeña formación venía un hombre de complexión ágil, calculando que tendría entre veinte y treinta años. Su característica más distintiva era su cabello, de un inusual y profundo tono azul oscuro. Sus movimientos eran precisos y económicos, y su mirada era penetrante y alerta, barriendo constantemente los alrededores. Una katana descansaba envainada en su cadera, su mano nunca muy lejos de la empuñadura.
Caminaban con cautela pero con un propósito claro, sus ojos escrutando las desoladas calles. De repente, el hombre de pelo azul se detuvo. Su cabeza se alzó bruscamente, su mirada fija, no en los tejados cercanos, sino en la línea de edificios más alejada. Entrecerró los ojos, como si hubiera detectado algo específico en esa dirección. Murmuró algo breve a sus compañeros, quizás una orden o una indicación. El hombre mayor y el joven caballero asintieron y continuaron avanzando por la calle con precaución redoblada.
Entonces, con una agilidad asombrosa, el espadachín de pelo azul flexionó las rodillas y se impulsó sin esfuerzo aparente. Utilizó una serie de movimientos rápidos y precisos ,aprovechando salientes y cornisas, para ascender velozmente hacia uno de los tejados más distantes. Aterrizó allí con la ligereza de un gato, su silueta recortándose contra el resplandor anaranjado del fuego.
La distancia dificultaba discernir detalles finos a simple vista, aunque la aguda percepción de los maestros marciales y, sobre todo, la visión telescópica de Genos, les permitieron mantenerlo enfocado. Esperaban verlo solo, explorando desde ese punto estratégico más elevado. Sin embargo, el hombre de pelo azul no estaba solo en aquel tejado lejano. Junto a él, de pie con una calma sorprendente en medio de aquel entorno caótico, se encontraba una mujer. Tenía el cabello rubio largo y vestía un hermoso y elaborado vestido blanco que contrastaba violentamente con la destrucción circundante y la naturaleza de la situación.
Genos activó los sensores de audio de largo alcance, enfocándose en las figuras del tejado lejano. Ejecutó un escaneo detallado sobre la mujer del vestido blanco. Los resultados profundamente inquietantes: ausencia total de latido cardíaco, firma térmica casi nula, sin patrones respiratorios. Además, una máscara ornamentada, quizás de porcelana o un metal pálido, cubría completamente su rostro, ocultando todas sus facciones detrás de una superficie lisa e inexpresiva, con solo finas aberturas o un diseño que sugería vagamente dónde estarían los ojos, pero sin revelar nada. Era imposible discernir expresión alguna en ella, lo que hacía su presencia aún más antinatural y amenazante.
Entonces, la conversación llegó clara y nítida a través de sus receptores:
"Entonces," dijo el espadachín de pelo azul, su voz tensa pero manteniendo la compostura mientras observaba a la figura completamente enmascarada. "¿Hay alguien más a quien busques aquí? ¿Algún otro objetivo aparte de mí?"
Desde detrás de la máscara impasible, la mujer soltó una risita cantarina, el sonido filtrándose con una cualidad ligeramente metálica y extrañamente disonante. Se volvió hacia él con una gracia fluida, casi irreal. "¿A ti?" repitió, su voz, la única vía de expresión visible, cargada de un desprecio absoluto, como si la mera idea de considerar a un humano como un objetivo digno fuera ofensiva. "¿Por qué desperdiciaría mi valioso tiempo buscando a una forma de vida inferior como tú, insecto?" Hizo una pausa, y aunque su rostro permanecía oculto, su tono se curvó en lo que solo podía ser una sonrisa cruel y audible. "Aunque... tu insignificante existencia parece anhelar mi atención. Quizás debería concederte el honor de ser aplastada bajo mi talón." Su tono se volvió falsamente meloso. "Arrodíllate. Lame la suciedad de mis botas, humano. Si tu patética humillación logra entretenerme," añadió, y una opresiva sensación de peligro pareció emanar de ella, palpable incluso a distancia, "puede que te conceda una muerte menos... lenta."
Se detuvo un instante. Hubo una quietud, una concentración en su presencia que alertó los sentidos. Su cabeza enmascarada se inclinó muy ligeramente, como si escuchara algo más allá del sonido, percibiendo vibraciones o esencias en el aire contaminado. Sus sentidos ocultos parecieron barrer perezosamente la extensión de tejados y callejones oscuros... deteniéndose por un instante imperceptible en la dirección general del tejado donde se ocultaban los héroes.
"...Y supongo," continuó, retomando el hilo sin perder el tono de absoluto desdén, pero ahora con un matiz de diversión sádica filtrándose en su voz, "que esa generosa oferta de humillación podría extenderse a esas otras alimañas que se creen tan listas, arrastrándose por ahí como las pestes que son, ¿no te parece?" Su voz era ligera, pero cortante como el cristal. No había mirado directamente, no había habido ningún sonido delatador, pero la certeza en su voz era absoluta. Sabía que estaban allí, detectados por sentidos que no necesitaban ojos para ver.
El espadachín se puso rígido al instante. Su mirada se desvió automáticamente hacia la dirección por la que había venido, buscando a sus compañeros entre las sombras. No vio a nadie.
La mujer enmascarada soltó otra carcajada, más fuerte y burlona esta vez, el sonido rebotando extrañamente contra la máscara. "¡Oh, por favor! ,agitando un dedo enguantado con absoluto desprecio. "¡Qué conmovedoramente estúpido!" Su brazo se alzó entonces, y su dedo apuntó con una precisión infalible, atravesando la distancia y la oscuridad, directamente hacia el tejado oculto. "¡Me refiero a esos parásitos!"
Su atención invisible, proyectada desde detrás de la máscara, pareció enfocarse intensamente en su escondite. "Puedo sentirlos." Hizo una pausa, y su voz adoptó un tono genuinamente voraz, haciendo que la máscara pareciera aún más siniestra. "Y tienen un herido... mmm," inspiró de forma audible, un sonido inquietante, "huele a sangre derramada y a carne débil. ¡Qué oportuno! Parece que nuestros invitados no deseados han traído consigo un pequeño aperitivo." Ladeó la cabeza, la máscara inmóvil acentuando el gesto depredador. "Creo que me permitiré una pequeña distracción antes de continuar rebajándome a jugar contigo, humano." Su voz bajó a un susurro amenazante, cargado de intención malévola. "No te preocupes, escoria, no tardaré mucho en desmembrar a nuestra audiencia."
El espadachín giró la cabeza bruscamente en la dirección señalada por la figura enmascarada. Sus ojos agudos escudriñaron los tejados, pero la distancia y las sombras jugaban en su contra. No pudo distinguir nada más que escombros y oscuridad. "¿Allí? No veo a nadie," murmuró con confusión, aunque la certeza en la voz de la mujer era inquietante.
El mensaje había sido recibido alto y claro. La amenaza era clara y era para todos ellos. "Bang," dijo Genos en voz baja pero firme, la gravedad de la situación reflejada en su voz. "Nos ha detectado y ha dejado claras sus intenciones." La determinación endureció sus rasgos. "Tenemos que afrontarla."
Bang asintió sombríamente, su mirada fija en la figura distante del tejado. "Concuerdo. Esta entidad es claramente hostil. Seguir ocultándose ya no es una opción" Intercambió una mirada con Bomb, quien asintió con la misma resolución silenciosa. Proteger a Garou era un factor, pero la supervivencia del grupo frente a una amenaza tan explícita era la prioridad inmediata. "Veamos qué pretende."
La decisión fue tácita, un acuerdo silencioso forjado en la urgencia del momento. Emergiendo de las sombras más profundas hacia la luz incierta del entorno, los tres se lanzaron al movimiento. Cruzaron los tejados con agilidad silenciosa, cubriendo la distancia rápidamente hasta situarse en un tejado adyacente, a corta distancia de la mujer y el espadachín.
Se detuvieron allí, adoptando posiciones de alerta. Bang se mantuvo firme, el cuerpo inerte de Garou todavía cuidadosamente asegurado sobre su hombro, su expresión tranquila pero sus ojos escrutando cada detalle. Bomb se plantó ligeramente a su lado, una montaña de calma tensa y peligrosa. Genos con sus brazos preparados, una mezcla de cautela y resolución evidente en su postura.
En el tejado, la máscara impasible giró lentamente hacia los recién llegados. No hubo un sobresalto visible, pero sí una quietud, una reevaluación silenciosa. Observó al trío: dos ancianos de aspecto extrañamente formidable para su edad, un joven con partes metálicas brillantes, y el muchacho inconsciente y malherido que cargaba uno de ellos.
"¡Eh, ustedes!" gritó el espadachín, su voz cargada de pánico al verlos exponerse. "¡Corran! ¡Largo de aquí! ¡Este lugar es demasiado peligroso, no entienden con qué están tratando!"
Fue interrumpido bruscamente por la voz fría y altiva que emanaba de la mujer. "Silencio, gusano." La atención de la figura se centró completamente en el grupo de extraños. La máscara pareció inclinarse ligeramente, como si los estuviera estudiando con una curiosidad depredadora. "Bueno, bueno... qué aparición tan inesperada. Antes de que tenga el placer de aplastarlos a todos como los insectos que son, ¿les gustaría decir unas últimas palabras? Aunque dudo que algo que provenga de simples humanos sea remotamente interesante."
Bang dio un paso al frente, adoptando un aire de confusión amable y respetuosa, el tipo de calidez que usaba para tranquilizar a civiles asustados. "Disculpe, señorita… ," comenzó, su voz calmada y profunda. "Parece que nos hemos perdido un poco. Mi hermano y yo," hizo un gesto hacia Bomb, "y nuestro joven compañero aquí," indicó a Genos con la cabeza, "estamos algo desorientados. Este lugar es... bastante caótico." Hizo una pausa, mirando alrededor con fingida perplejidad. "¿Quizás podría ser tan amable de indicarnos dónde nos encontramos? Solo buscamos un lugar seguro para nuestro otro joven… compañero," miró al inconsciente Garou, "pueda recuperarse un poco. Ha tenido un percance bastante desagradable."
"¡No le sigan el juego!" gritó el peliazul de nuevo, desesperado. "¡Ella es un monstruo! ¡Un monstruo de verdad! ¡Soy Brain Unglaus, escúchenme, tienen que huir ahora mismo! ¡No tendremos ninguna oportunidad contra ella!"
"¡He dicho que te calles, insecto!" La voz de la figura enmascarada restalló como un látigo, cortando las palabras de Brain. La máscara se giró momentáneamente hacia él con una intensidad que prometía dolor, antes de volver a enfocarse en Bang con un matiz casi... ¿divertido? en su tono. "Deberías aprender de este vejestorio, humano. Al menos él tiene la decencia de mostrar algo de... modales." Una pausa cargada. "Pero da igual. Como todos ustedes van a morir aquí y ahora, convertidos en mi cena, según mi capricho, supongo que no hay daño en las presentaciones formales." La figura se irguió, adoptando una pose de arrogancia absoluta. "Yo soy Shalltear Bloodfallen. Será el último nombre que escuchen."
Brain Unglaus observó horrorizado cómo los tres desconocidos, en lugar de aprovechar su advertencia desesperada, avanzaban con calma hacia la monstruosidad enmascarada. Había estado dispuesto a interponerse, a ganarles unos segundos preciosos, aunque fuera un suicidio. Verlos caminar hacia una muerte segura le revolvió las entrañas. "¡¿Pero qué hacen?!" gritó, la desesperación tiñendo su voz. "¡Son unos idiotas! ¡No tienen idea de a qué se enfrentan!"
Bang, sin apartar la mirada de Shalltear pero percibiendo la angustia del espadachín, le dirigió unas palabras con una calma que contrastaba brutalmente con la situación. "Agradecemos tu preocupación, joven," su voz era firme, anclada en décadas de experiencia, y llevaba una autoridad tranquila que hizo que Brain dudara por un instante. "Pero mantén tu guardia. Sabemos lo que hacemos." El mensaje implícito era claro: ocúpate de ti mismo, nosotros nos encargamos de esto.
Shalltear soltó una risa cantarina y cruel, el sonido rebotando extrañamente tras la máscara impasible. "¿Ignorar una advertencia tan... apasionada?" Su cabeza enmascarada se ladeó con falsa curiosidad. "No sé si es valentía admirable o estupidez terminal lo que demuestran." Su tono se volvió afilado como una navaja. "Pero, francamente, ya me aburren. Como muestra de mi... aprecio por los buenos modales," su máscara se giró hacia Bang, la intención tras ella fija en él, "empezaré contigo, viejo. Serás un exquisito aperitivo antes del plato principal."
Ante la amenaza directa, Bang reaccionó al instante. Con un movimiento fluido y veloz, apoyó el cuerpo inerte de Garou contra la base sólida de una chimenea cercana, asegurándose de que quedara estable y fuera de la línea de fuego inmediata, adoptando él mismo una postura defensiva baja.
Pero antes de que él, Bomb o Genos pudieran iniciar cualquier contraataque o maniobra, Shalltear murmuró dos palabras que resonaron con un poder antinatural en el aire tenso: "Time Accelerator."
Para Genos y Bomb, fue como si el universo parpadeara. El aire se sintió denso, pesado, y el sonido pareció amortiguarse por una fracción de segundo infinitesimal. En esa quietud imposible, Shalltear simplemente dejó de estar en el tejado y apareció directamente frente a Bang.
Un instante después, antes de que los sentidos de Bomb o los avanzados sensores de Genos pudieran siquiera procesar completamente el cambio de posición, un impacto sordo y brutal resonó en el patio. Un golpe demoledor, invisible a sus ojos por la velocidad sobrenatural con la que fue ejecutado justo cuando el hechizo terminaba su efecto, impactó de lleno en el pecho de Bang.
El legendario maestro salió despedido hacia atrás como una hoja arrastrada por un huracán, estrellándose violentamente contra un muro de piedra en ruinas a varios metros de distancia. El impacto levantó una densa nube de polvo y cascotes, ocultando momentáneamente su figura.
La conmoción golpeó a Genos y Bomb con fuerza. Sus sentidos, afinados hasta el extremo, no habían registrado el movimiento que había hecho la mujer, solo el ataque. Fue una demostración de velocidad que superaba todo lo que habían enfrentado juntos hasta ese momento.
Tras el impacto, Shalltear retrocedió un par de pasos con la agilidad de un depredador, deteniéndose a mediana distancia. Su máscara permanecía fija en la nube de polvo que se levantaba donde se había estrellado Bang. Un ligero sonido, casi un chasquido de lengua satisfecho, se filtró desde detrás de la máscara.
"Mmm," comentó con un tono de falsa consideración, casi meloso. "La carne vieja tiende a ser un poco correosa. Había que ablandarla primero..." Hizo una pausa dramática, su voz adquiriendo un matiz de diversión cruel. "...aunque tal vez me excedí un poquito. Ups."
Un escalofrío recorrió a Genos, sus sensores luchando por procesar la discrepancia. Bomb, a su lado, tensó cada músculo, sus ojos expertos, que habían visto innumerables batallas, fijos en la nube de polvo con una incredulidad absoluta. ¿Qué... qué demonios fue eso? resonó en la mente de ambos. ¿Era pura velocidad lo que había superado sus percepciones, o alguna habilidad desconocida?
En el tejado, un sudor frío perló la frente de Brain. Se acabó, pensó con amarga certeza. Si ese monstruo puede hacer eso, ¿qué esperanza nos queda? La desesperación amenazó con ahogarlo.
Pero entonces, para asombro de todos, especialmente de Shalltear y Brain, la figura de Bang emergió de la nube de polvo. Se sacudió los cascotes del hombro con una calma casi exasperante, adoptando una postura firme. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro curtido.
"Vaya," comentó, su voz resonando clara y tranquila en el tenso silencio, "ese sí que fue un golpe con sustancia. Casi me arregla ese viejo dolor de espalda que me aquejaba. Te lo agradezco, señorita."
El aire alrededor de Shalltear pareció congelarse y vibrar al mismo tiempo. La máscara impasible no podía ocultar la oleada de furia homicida que emanaba de ella, una presión palpable que hizo retroceder instintivamente a Brain.
"¡¿Cómo...?! ¡¿CÓMO TE ATREVES, MALDITO INSECTO?!" Su voz, antes cantarina y burlona, se convirtió en un chillido desgarrador, distorsionado por la rabia pura. "¡Burlarte de mí! ¡De MI poder! ¡TE DESCUARTIZARÉ PEDAZO A PEDAZO, VIEJO ESTÚPIDO!"
Olvidando cualquier atisbo de juego o arrogancia calculada, Shalltear se lanzó hacia adelante, una saeta de furia blanca y roja. Su puño, envuelto en una energía oscura y crepitante, se disparó directo al rostro de Bang, buscando obliterar.
Pero Bang estaba listo. Sus ojos, agudos y serenos, siguieron la trayectoria del ataque. En el último instante, su cuerpo fluyó como el agua. "Ryūsui Gansai Ken (Puño de Agua que Fluye, Roca Aplastante)," murmuró.
Su mano abierta desvió el puño de Shalltear con una precisión asombrosa, redirigiendo la fuerza bruta con una suavidad engañosa. Pero la defensa fue solo el preludio. Sin darle un instante para recuperarse, Bang se convirtió en un torbellino de movimiento fluido y ataques implacables. Sus manos y pies se movieron en una danza marcial perfecta, cada golpe aterrizando con una fuerza demoledora pero controlada, buscando puntos débiles, desequilibrándola, golpeando coyunturas y centros de energía. Fue la aplicación metódica y devastadora de una técnica suprema. Shalltear, atrapada en la corriente imparable, apenas podía defenderse de la lluvia de impactos que la azotaba desde todos los ángulos.
Finalmente, encontrando la apertura perfecta en medio de su propia ofensiva, Bang concentró su poder en un último golpe. Su puño impactó con la fuerza de un ariete en el torso de Shalltear. El sonido fue seco, contundente. La vampira salió disparada hacia atrás, rompiendo la barrera del sonido con un breve estallido sónico, y se estrelló contra la fachada de un edificio de piedra cercano. La estructura no pudo soportar la fuerza cinética. Muros enteros se derrumbaron hacia adentro con un estruendo ensordecedor, levantando una nueva y masiva nube de polvo y escombros donde antes se alzaba la casa.
Un silencio atónito se apoderó del patio. Genos y Bomb observaban la destrucción con los ojos muy abiertos, procesando la increíble demostración de habilidad marcial. Incluso Bang mantuvo su postura, evaluando la situación con calma experta. En el tejado, Brain Unglaus temblaba, no de miedo, sino de una incredulidad casi reverencial. Ese anciano... es tan fuerte… Sebas-dono.
El recuerdo de Sebas Tian asaltó su mente con fuerza. Ancianos, ambos, maestros de un combate que desafiaba la lógica. ¿Podría existir alguna conexión? Una chispa de esperanza, quizás irracional pero desesperada, se encendió en su pecho. Tenía que preguntar. Ignorando por un momento el peligro latente, se dirigió con cautela al otro anciano, Bomb, cuya presencia imponente no era menos significativa.
"Disculpe... señor," comenzó Brain, su voz aún cargada de tensión, pero ahora teñida de una curiosidad urgente. "La fuerza de su hermano... me recuerda intensamente a alguien que conocí. Otro hombre mayor, de un poder similarmente increíble... Se llamaba Sebas Tian. ¿Por alguna remota posibilidad... lo conocen? ¿Quizás son familia…?"
Bomb giró ligeramente la cabeza, sus ojos penetrantes estudiaron a Brain por un segundo antes de que una leve confusión arrugara su frente. "Sebas Tian..." repitió el nombre, sondeando sus recuerdos. Sacudió la cabeza con calma. "Me temo que no, joven. Ese nombre no me suena de nada. Ni a mí, ni creo que a mi hermano tampoco."
El corazón de Brain se desinfló. Una conexión improbable, nacida de la necesidad de encontrar algún sentido en medio del caos. Se quedó en silencio, la breve llama de esperanza apagada, su mirada volviendo a la nube de polvo que ocultaba a su enemiga.
Fue Genos quien rompió el tenso interludio. Se giró hacia Brain, su voz directa y seria, no como una máquina, sino como alguien que busca información vital urgentemente. "Perdona," dijo, su mirada fija en el espadachín. "Mis bases de datos y sensores no identifican esta ubicación. Necesitamos orientación. ¿Podrías decirnos dónde nos encontramos? ¿El nombre de esta ciudad, o de la región?"
Brain parpadeó, sacado bruscamente de sus sombríos pensamientos por la pregunta directa. "¿Dónde...?" Tartamudeó, la simpleza de la pregunta chocando con la gravedad de la situación. "¿Es que no lo saben? ¡Están en la Capital Real! ¡La capital del Reino de Re-Estize!" Lo dijo con una mezcla de incredulidad y confusión. ¿Cómo era posible que estos individuos estuvieran tan desubicados?
Genos procesó la respuesta: "Reino de Re-Estize. Capital Real." Asintió brevemente, almacenando los datos. Un nombre desconocido. Sin coordenadas globales, sin contexto tecnológico comparable. ¿Qué haría Saitama-sensei ahora? "Entendido," le dijo a Brain, aunque la información era frustrantemente incompleta para sus propósitos. "Te lo agradezco."
Pero cualquier análisis posterior quedó interrumpido. Un violento estruendo de rocas y madera rota surgió de la montaña de escombros. Algo se agitaba allí dentro, emanando una furia palpable que helaba la sangre. El polvo se arremolinó salvajemente antes de ser dispersado por una figura que irrumpió con fuerza explosiva.
Shalltear Bloodfallen aterrizó con una agilidad depredadora a varios metros de distancia. Su atuendo estaba desgarrado y sucio, pero cualquier herida visible ya había desaparecido por completo. La máscara seguía ocultando su rostro aunque algo resquebrajada, pero la intensidad asesina que ahora irradiaba era más densa, más oscura, casi sofocante. En su mano derecha, materializada como si siempre hubiera estado allí, sostenía su Spuit Lance, el arma divina brillando ominosamente con una luz carmesí. Sus ojos se clavaron en Bang, ardiendo con un odio puro y concentrado.
"¡Maldito seas...!" siseó, su voz despojada de cualquier rastro de burla anterior, ahora un gruñido bajo y letal, vibrando con la promesa de una violencia extrema. Toda pretensión de juego había desaparecido. Se lanzó hacia adelante, la punta de su lanza convertida en un borrón dirigido directamente al corazón de Bang. "¡MUERE!" gritó, imbuyendo su estocada con magia para aumentar su ya aterradora fuerza perforante.
La velocidad era cegadora, pero los instintos de Bang reaccionaron. Se inclinó hacia un costado en el último nanosegundo, el aire vibrando donde su pecho había estado. La punta de la lanza pasó silbando, tan cerca que lo rozó , dejando un fino corte superficial del que brotó un poco de sangre. El anciano maestro ni siquiera parpadeó.
Aprovechando la extensión total de Shalltear en su fallida estocada, Bang vio su apertura. Pivotó sobre sus talones y descargó un golpe directo al estómago de la vampira. El impacto resonó con un ruido húmedo y pesado.
Shalltear tosió violentamente. Un chorro de sangre oscura escapó por las fisuras de su máscara, rociando el suelo frente a ella. Sus ojos invisibles tras la máscara se abrieron con sorpresa y dolor. Sin embargo, a diferencia de la vez anterior, sus pies se mantuvieron firmes en el suelo, absorbiendo la fuerza del golpe con una resistencia inhumana. Su cabeza se levantó lentamente, y aunque la máscara ocultaba sus rasgos, Bang pudo sentir la furia hirviente detrás de ella, una presión maligna que parecía retorcer el aire.
"¡Tú... insecto!" gruñó, su voz distorsionada por la rabia y el dolor residual. Ignorando la sangre que goteaba de su boca, levantó la Spuit Lance de nuevo. Esta vez, no apuntó a Bang, sino al suelo directamente frente a él.
Antes de que Bang pudiera reaccionar al cambio de táctica, el tejado bajo sus pies se destruyó, creando un cráter y un terreno completamente inestable. El ataque no buscaba golpearlo directamente, sino destruir su equilibrio y su base.
El tejado se hundió y resquebrajó bajo sus pies. Bang, reconociendo instantáneamente el peligro de perder el equilibrio contra un oponente tan rápido y fuerte, no tuvo más opción que usar la fuerza del colapso para impulsarse hacia atrás y hacia arriba, aterrizando con agilidad en el borde del tejado más cercano.
Shalltear alzó la vista, su lanza goteando energía oscura. Una risa cruel escapó de detrás de la máscara. "¿Huyendo pequeña rata? ¡No hay escapatoria! [Greater Ability Boost]! [Mass Fly]!"
Envueltas en un aura rojiza que intensificó su ya formidable poder, y ahora capaz de volar libremente sin restricciones, Shalltear se disparó hacia el tejado como un misil.
Bang tensó sus músculos, preparándose para esquivar de nuevo con su Ryusui Gansai Ken. Pero esta vez, Shalltear no lideró con la lanza. Anticipando la evasión fluida del anciano, fingió una estocada y, en el instante en que Bang comenzó a fluir para desviarla, retiró la lanza y lanzó un puñetazo directo y brutal al estómago de Bang. La velocidad incrementada por sus hechizos fue simplemente demasiada.
El puño impactó con la fuerza de un meteorito. Bang sintió como si el aire fuera expulsado de sus pulmones en una dolorosa explosión. Escupió una bocanada de sangre, y el golpe lo levantó del tejado, lanzándolo hacia el cielo nocturno como una muñeca de trapo.
"¡JAJAJAJA! ¡Ahora sí, viejo!" rugió Shalltear, su voz triunfante resonando en la noche. Se elevó rápidamente, siguiendo a Bang en su trayectoria ascendente. Preparó la Spuit Lance, la punta brillando con intención asesina, lista para empalar al maestro de artes marciales en pleno vuelo. "¡Este será tu fin! ¡MUERE!" Voló a toda velocidad hacia el indefenso Bang.
Cuando Shalltear se acercó lo suficiente, a solo unos metros de ensartarlo, Bang, a pesar del dolor y de estar suspendido en el aire, logró girar su cuerpo, adoptando una postura defensiva y preparando una poderosa patada descendente como último recurso desesperado.
Shalltear vio la maniobra y sonrió con crueldad bajo la máscara. ¡Inútil! Aceleró aún más, decidida a atravesar cualquier defensa que el anciano pudiera ofrecer.
Pero justo cuando el impacto parecía inevitable, una luz cegadora estalló al frente de Shalltear. Genos, desde el suelo, había disparado la energía de sus cañones para generar un flash de energía pura, tan brillante como un sol en miniatura, dirigido directamente a la cara de Shalltear.
"¡GAAAAH! ¡MIS OJOS!" gritó Shalltear, instintivamente llevándose una mano a la máscara, completamente cegada y desorientada por el repentino estallido de luz. Su carga asesina se detuvo en seco.
Ese instante fue todo lo que necesitaron.
Genos usó sus propulsores para saltar verticalmente con una velocidad increíble, llegando al lado de Bang en una fracción de segundo. "¡Bang, AHORA!"
Ambos, el maestro y el cyborg demoníaco, actuando en perfecta sincronía, lanzaron una patada doble devastadora. La bota reforzada de Genos y el pie endurecido de Bang impactaron simultáneamente en el torso de la cegada y vulnerable Shalltear con una fuerza combinada tremenda.
¡CRACK!
El sonido del impacto fue brutal. Shalltear fue lanzada hacia abajo como una estrella fugaz, gritando de furia y dolor, directamente hacia donde Bomb la esperaba con una calma aterradora.
Al verla caer, Bomb adoptó una postura baja y firme, sus manos abiertas y sus dedos tensos como garras de acero. El aire a su alrededor pareció vibrar. "Senpū Tetsuzan Ken (Puño Cortante de Viento Giratorio)!" murmuró, desatando su técnica definitiva no como un solo golpe, sino como una ráfaga salvaje y concentrada de cortes de viento tan afilados como cuchillas.
Cuando Shalltear, aún desorientada, entró en el radio de acción de Bomb, la ráfaga la golpeó. No hubo resistencia. Hubo un sonido desgarrador y húmedo cuando las corrientes de aire increíblemente presurizadas y afiladas cercenaron limpiamente ambos brazos de Shalltear a la altura de los hombros.
"¡AAAAAAARRRRGGGHHHHH!" El grito de Shalltear fue inhumano, un aullido de pura agonía y shock mientras sus propios brazos salían volando en direcciones opuestas.
Pero Bomb no había terminado. Antes de que pudiera seguir cayendo, giró y golpeó con la palma abierta a la vampira mutilada, lanzándola de nuevo hacia arriba con una fuerza tremenda, de vuelta hacia el cielo donde Bang y Genos ya descendían.
"¡ACABEMOS CON ESTO!" gritó Genos.
"Hmph," asintió Bang.
Convergiendo sobre la figura ascendente y sin brazos de Shalltear, ambos descargaron un golpe final y aplastante. Bang, con un puñetazo imbuido de todo el poder de su arte marcial; Genos, con su puño cibernético chisporroteando con energía concentrada.
El golpe combinado impactó en el centro de la masa de Shalltear con la fuerza de una bomba. La onda de choque resultante fue visible, distorsionando el aire. La vampira fue estrellada contra el suelo con una violencia inaudita. El patio de piedra no solo se agrietó, sino que se desintegró bajo el impacto, creando un cráter de varios metros de profundidad. La onda expansiva arrasó las ruinas cercanas, derribando muros y levantando una nube de polvo y escombros que oscureció la luna.
En el tejado, Brain Unglaus se quedó boquiabierto, temblando incontrolablemente, no de miedo, sino de una conmoción absoluta que bordeaba la histeria. Había visto poder antes. Había presenciado el poder de Shalltear. Pero esto... esto era diferente. Ver a tres individuos, dos ancianos y un joven de aspecto extraño, desmantelar y aplastar a una calamidad andante como Shalltear Bloodfallen, un ser que él sabía que podía aniquilar naciones... era simplemente imposible.
"No... no puede ser..." susurró, su voz apenas un hilo. "¿Humanos...? ¿Cómo pueden simples humanos... hacer todo esto a... a ese monstruo?" La desesperación que había sentido antes fue reemplazada por una confusión y un asombro tan profundos que sacudieron los cimientos de su realidad. "¿Quiénes... quiénes demonios son?"
El polvo comenzó a asentarse lentamente, revelando la magnitud de la devastación. Donde antes había un patio y varias casas en ruinas, ahora se abría un cráter profundo y humeante, en cuyo fondo yacía la figura destrozada y aparentemente inerte de Shalltear Bloodfallen. El olor a ozono, piedra pulverizada y metálico aroma de la sangre flotaban pesadamente en el aire.
Bang, Genos y Bomb se apartaron con cautela del borde del cráter, manteniendo la guardia alta por si acaso. Bang se tomó un instante para recuperar el aliento, una mano presionando su costado donde el último golpe había conectado con fuerza. Aunque su fortaleza era inmensa, el impacto había sido real y doloroso. Se giró hacia sus compañeros, una genuina gratitud suavizando sus rasgos curtidos.
"Gracias," dijo, su voz profunda y clara en el silencio que siguió a la batalla. "Genos, hermano... Sin vuestra ayuda precisa, esta lucha se habría extendido demasiado." Hizo una pausa, su mirada perdiéndose por un momento en la destrucción. "Y siendo sincero, el resultado final habría sido incierto. Ese... ser... usaba habilidades muy extrañas." Dirigió una mirada significativa a Bomb y Genos. "Ese primer ataque que me lanzó... fue desconcertante. Como si hubiera manipulado el tiempo a su alrededor. Ni mis ojos ni tus reflejos, Genos, pudieron seguir el movimiento, solo vimos el golpe aterrizar." Negó con la cabeza, una sombra de inquietud en sus ojos.
Bomb asintió con solemnidad, sus brazos cruzados sobre el pecho. "Exactamente, hermano," corroboró, su voz grave. "Ese monstruo mostró una resistencia y unas capacidades alarmantes desde el principio. Cuando vimos esa velocidad inicial, capaz de sorprenderte incluso a ti... comprendimos que no podíamos darle margen." Su mirada se endureció. "Dejar que se recuperara o que mostrara más de esos trucos desconocidos era tentar a la suerte. Acabar rápido era la única opción prudente."
Genos añadió, sus ojos escudriñando atentamente el cráter, buscando cualquier indicio de movimiento. "Estoy de acuerdo. Sus habilidades eran impredecibles y no coincidían con nada que haya visto antes. Neutralizarla rápidamente era lo más seguro para evitar sorpresas desagradables."
Con la amenaza principal aparentemente contenida, un acuerdo tácito los impulsó a saltar ágilmente desde el suelo destrozado hasta el tejado. Allí, Brain Unglaus seguía paralizado, observándolos con una mezcla de pavor y asombro que lo hacía temblar. Verlos aterrizar frente a él con calma después de semejante despliegue de poder lo hizo retroceder un paso, aferrando la empuñadura de su espada con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.
Los miró a los tres: los dos maestros ancianos cuya apariencia venerable contradecía su fuerza aterradora, y el joven de mirada seria y brazos brillantes. La pregunta que le quemaba por dentro finalmente encontró voz, escapando de sus labios en un susurro cargado de incredulidad.
"Ustedes..." balbuceó, su voz aún temblorosa. Su mano señaló vacilante hacia el cráter y luego de vuelta hacia ellos. "Respóndanme... ¿Son... son de verdad... humanos?" La pregunta era una súplica desesperada por encontrar algún anclaje lógico en la vorágine de poder imposible que acababa de presenciar.
Genos escuchó la pregunta. Sabía que Bang y Bomb eran humanos, aunque sus habilidades desafiaran cualquier límite conocido. Él mismo... era diferente. Un cyborg. Pero revelar esa verdad en este lugar extraño, ante alguien cuya reacción era impredecible, no parecía lo más inteligente. No sabían dónde estaban, quién era este hombre, ni qué otras amenazas podrían existir. La prudencia dictaba cautela. Mejor no dar demasiada información por ahora. No sabemos nada de este sitio ni de esta gente.
Sus ojos, que momentos antes escrutaban el campo de batalla, se fijaron en Brain con una intensidad serena. Hubo una pausa casi imperceptible, un instante en el que pareció sopesar la pregunta y sus implicaciones. Luego, su voz, aunque conservando su timbre claro y ligeramente metálico, sonó firme pero contenida.
"... Sí," respondió Genos, manteniendo la respuesta simple y directa. "Lo somos."
La escueta afirmación, sin embargo, resonó con una extraña falta de convicción para Brain, haciendo poco por disipar la tormenta de dudas y asombro que lo envolvía mientras continuaba observando a los recién llegados.
Brain retrocedió otro paso, su mano aún aferrada a la katana. La respuesta fue demasiado simple, demasiado rápida, contrastando brutalmente con la escala de poder que acababa de presenciar. Sus ojos saltaron del cyborg impasible a los dos ancianos de mirada insondable. 'Humanos...' El concepto luchaba por encajar en su mente. "¿Humanos...?" repitió en voz baja, la duda tiñendo cada sílaba. "Pero... ¿cómo? Lo que acaban de hacer..." Sacudió la cabeza, tratando de despejar la niebla de incredulidad.
Respiró hondo, la desesperación superando momentáneamente su shock. "Escuchen..." comenzó, su voz ganando algo de firmeza, aunque la cautela era palpable. "Sé que esto es... repentino. Y francamente, no sé quiénes son ustedes, ni de dónde vienen, ni siquiera si esa respuesta es del todo cierta." Miró directamente a Bang. "Pero esta ciudad… está siendo masacrada. Como pueden ver," hizo un gesto hacia las ruinas humeantes y el resplandor distante de la barrera ígnea que los rodeaba, "estamos atrapados dentro de este distrito asediado por monstruos y esa barrera de fuego infernal. Hay soldados luchando en las calles cercanas, gente inocente escondida o siendo cazada..."
Hizo una pausa, evaluando su reacción. Parecían escuchar atentamente, pero no había una aceptación inmediata. "Si realmente no son otra amenaza..." Su voz se quebró ligeramente. "Necesitamos su ayuda. Desesperadamente. El Capitán Guerrero, Gazef Stronoff, y sus hombres están resistiendo las hordas, pero no sé cuánto tiempo más podrán aguantar."
Bang, Bomb y Genos intercambiaron miradas significativas. El silencio se alargó, cargado por la petición desesperada y el peso de lo desconocido. Genos permanecía analítico, Bang parecía considerar la situación con calma, mientras que Bomb simplemente observaba al espadachín con una intensidad silenciosa.
Entonces Bang se dirigió al espadachín con seriedad. "¿Y esta barrera de fuego? ¿Sabe qué o quién está detrás de este ataque? ¿Cuál es el objetivo?"
"No lo sabemos con certeza," admitió Brain, frustrado. "Todo empezó hace unas horas. Aparecieron de la nada, demonios y otras criaturas horrendas. La barrera se alzó, atrapando a las personas del distrito. Creemos... creemos que el líder es un demonio terriblemente poderoso que se hace llamar Jaldabaoth. Él ha sido visto dirigiendo el ataque, masacrando a cualquiera que se interponga dentro de este perímetro. Su objetivo parece ser el caos y la destrucción total de esta parte de la ciudad."
Bomb intervino, su voz grave resonando en el aire tenso. "¿Y dice que este Jaldabaoth y sus seguidores tienen un poder comparable a... esa cosa que derrotamos?"
"No he visto nada con el tipo de poder que ella demostró," respondió Brain con sinceridad, su rostro ensombreciéndose aún más al recordar la velocidad y las habilidades de Shalltear. "Pero si ella está aquí significa que Jaldabaoth es igual o más fuerte", Brain vio la continua deliberación en sus rostros y añadió, su voz adquiriendo un tono más apremiante: "Miren, entiendo su cautela. Acaban de llegar a este infierno, acaban de luchar contra... ella. Pero si nos ayudan a repeler este ataque, a detener a Jaldabaoth y salvar a la gente atrapada... El Reino sabrá recompensarles. Les daremos refugio, información... lo que necesiten una vez salgamos de esto." Su mirada se posó en Garou, aún inconsciente y apoyado cerca. "Incluso a su compañero... el que está herido... puedo guiarles a un lugar más seguro dentro de esta zona donde quizás puedan atenderle..."
Bang levantó una mano para detenerlo suavemente. "Agradecemos la oferta por él," dijo, mirando brevemente a Garou, "pero es mi... antiguo alumno." Corrigió con un matiz complejo en la voz. "Estará bien por ahora. Su resistencia es considerable." Hizo una pausa, su mirada encontrando la de Brain con una nueva resolución. Sopesó los riesgos: lo desconocido del lugar, un demonio llamado Jaldabaoth, la naturaleza de la amenaza dentro de la barrera, la posibilidad de quedar atrapados en un conflicto ajeno. Pero también vio la desesperación genuina en los ojos del espadachín y pensó en los inocentes.
"Sin embargo," continuó Bang, su tono era firme, la decisión clara, "no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras inocentes sufren a nuestro alrededor. Aunque este lugar y sus conflictos nos son totalmente desconocidos, al final, seguimos siendo héroes. Y nuestro deber es ayudar."
Se giró hacia Genos, quien asintió con resolución. Luego miró a Bomb, quien soltó un bufido casi inaudible pero asintió de todos modos, una expresión estoica en su rostro curtido. Entonces, Bang se volvió hacia Brain. "Les ayudaremos," afirmó. "Guíenos hacia donde se desarrolla la batalla principal contra ese... Jaldabaoth y sus fuerzas." Hizo una pausa, añadiendo con firmeza: "Pero necesitamos que nos informe de todo lo que sepa mientras avanzamos por estas calles. La información es crucial."
Un suspiro tembloroso escapó de Brain, una mezcla de alivio abrumador y la persistente inquietud de aliarse con seres de poder tan incomprensible. ¿Había encontrado la salvación o simplemente había invitado a un tifón a la tormenta? Por ahora, era la única esperanza. Asintió rápidamente, su cuerpo aún tenso pero con un propósito renovado.
"Sí... sí, por supuesto. Gracias," dijo, su voz aún algo ronca por la emoción. "Les contaré todo lo que sé. La lucha más intensa está más hacia el centro de este distrito, donde Jaldabaoth concentra su ataque. Debemos darnos prisa."
Pero justo cuando Brain se disponía a guiarlos, una voz cargada de una furia helada y sobrenatural resonó desde las profundidades del cráter que habían creado.
"¡USTEDES... MALDITOS HUMANOS... ! ¡LOS MATARÉ A TODOS!"
Con un estallido de escombros, Shalltear Bloodfallen se elevó del cráter, aterrizando con una gracia depredadora que contrastaba con la rabia pura que distorsionaba sus rasgos. La máscara había desaparecido, revelando el rostro de una joven de belleza escalofriante, ahora contorsionado por el odio. Sus brazos, cercenados momentos antes, estaban perfectamente regenerados. Y lo más notable: ahora vestía una impresionante armadura completa de color carmesí oscuro que irradiaba un poder palpable, y empuñaba su Spuit Lance con una determinación asesina.
"¡Atentos!" susurró Genos con urgencia, sus ojos fijos en la vampira transformada. "Se ha regenerado por completo. Y esa armadura carmesí... irradia un poder inmenso. Es mucho más peligrosa ahora. ¡Máxima alerta!"
Shalltear ignoró al cyborg. Sus ojos rojos, llameantes de furia, se clavaron en Bang. Alzó una mano libre, y una luz brillante y sagrada se concentró en su palma. "[Lanza Purificadora]!" gritó, y un proyectil de energía pura salió disparado hacia el anciano maestro a una velocidad aterradora.
Bang reaccionó por puro instinto, su cuerpo fluyendo como el agua para esquivar la lanza de luz. La energía pasó rozándole, chamuscando el aire a su lado. Pero fue una finta. En el instante en que Bang completaba su evasión, Shalltear apareció directamente detrás de él, la punta de su Spuit Lance dirigida a su espalda.
El ataque fue demasiado rápido, la posición demasiado comprometida. Bang intentó girar, pero la lanza lo alcanzó, atravesando su hombro con un sonido nauseabundo de metal y carne desgarrada. Un gruñido de dolor escapó de sus labios mientras la fuerza del impacto lo hacía trastabillar.
"¡BANG!" rugió Genos. Sin dudarlo, se lanzó al combate, desatando andanadas continuas de sus cañones. Las llamas envolvieron a Shalltear, obligándola a retroceder un paso y levantar un brazo para protegerse el rostro, aunque la armadura parecía absorber gran parte del daño.
Esa breve distracción fue suficiente. Bang apretó los dientes contra el dolor, agarró el asta de la lanza incrustada en su hombro con la mano libre y, con un tirón brutal, se la arrancó. Ignorando la herida sangrante, giró sobre sí mismo y descargó un codazo con el brazo sano directamente en la sien de Shalltear.
El golpe la aturdió momentáneamente, haciéndola sisear de dolor y rabia. Intentó recuperar la compostura y volver a atacar a Bang, pero en ese instante, Bomb intervino. Habiéndose reposicionado ágilmente sobre un trozo de muro elevado durante el breve intercambio, saltó desde arriba, concentrando su peso y poder en un golpe descendente con la palma abierta. El impacto golpeó a Shalltear en la parte superior de la espalda estrellándola violentamente contra el suelo.
Yaciendo en el suelo, pero lejos de estar derrotada, Shalltear soltó un grito de furia animal. Agarró su Spuit Lance con ambas manos y comenzó a girarla a su alrededor con una velocidad y agresividad demenciales, creando un torbellino defensivo y ofensivo. Las corrientes de aire cortante generadas por la lanza silbaban peligrosamente, rebanando cascotes y creando surcos en la piedra. Todo a su alrededor se convirtió en una zona mortal.
Brain Unglaus observó horrorizado la escalada de violencia. La demostración de poder de Shalltear era aterradora. Su instinto de supervivencia gritó. Agarró al inconsciente Garou por debajo de los brazos y comenzó a arrastrarlo tan rápido como pudo, alejándose del epicentro del caos hacia las sombras más profundas.
Shalltear, incluso en medio de su furia, se percató del movimiento en la periferia. Sus ojos rojos se desviaron hacia Brain y Garou. Una sonrisa cruel y calculadora se dibujó en su rostro. Esos dos... el espadachín es débil, y el otro está inconsciente y herido... Presas fáciles. Podría recuperar algo de salud con la lanza... y eliminar posibles molestias. La lógica depredadora superó momentáneamente su rabia hacia el trío principal. Interrumpiendo su torbellino de lanza, se impulsó desde el suelo y se lanzó como un misil carmesí hacia Brain y Garou.
Estaba a punto de alcanzarlos, la punta de su lanza brillando con intención letal, cuando una figura metálica aterrizó pesadamente entre ella y sus presas. Genos se plantó firmemente en el tejado, sus propulsores estabilizándolo, sus palmas juntas y su núcleo brillando intensamente.
"¡INCINERAR!" rugió. Un estruendo sacudió el aire al desatar la máxima potencia de sus cañones. El torrente de fuego concentrado no solo impactó de lleno contra la carga de Shalltear, sino que arrasó con la sección del distrito donde se encontraban y vaporizó partes de los edificios adyacentes en una lluvia de escombros incandescentes. El ensordecedor sonido de la explosión retumbó por toda la urbe, un faro inconfundible de violencia que seguramente había alertado a cada soldado, criatura y habitante consciente en kilómetros a la redonda.
"¡GRAAAAH!" gritó Shalltear, siendo envuelta por las llamas y lanzada hacia atrás varios metros por la pura fuerza cinética del ataque, su armadura chisporroteando y humeando por el calor intenso. Aterrizó bruscamente, herida y visiblemente furiosa. Miró al trío que ahora se reagrupaba: Bang sujetándose el hombro sangrante pero aún en pie de lucha, Bomb adoptando una postura defensiva, y Genos de pie desafiante frente a ella, el calor aún irradiando de sus cañones.
Una terrible comprensión la invadió. Eran demasiado fuertes juntos. Su coordinación, su poder bruto... superaban sus expectativas. Podría derrotar a cualquiera de ellos en un uno contra uno, estaba segura... quizás incluso a los tres si desatara más de sus habilidades, si usara sus hechizos más potentes o invocara su poder divino sin restricciones. Pensó en usar Time Accelerator, sí, o tal vez [Einherjar]... Podría aplastarlos.
Pero... ¿a qué precio? Revelar todo su arsenal a estos desconocidos, era un riesgo estratégico innecesario. Y fallar... ¡Fallarle a Ainz-sama otra vez! La sola idea le heló la sangre (más de lo que ya es por ser vampira). Después de su imperdonable error anterior, después de su traición... no podía permitirse el más mínimo desliz. Una derrota ahora, o incluso una victoria costosa que revelara demasiada información sobre Nazarick o sus propias capacidades, era simplemente inaceptable. ¡No volvería a fallarle a su Señor, a su Amado!
Arriesgarme más aquí, sin entender completamente contra qué me enfrento, sería una estupidez. Lo más adecuado, lo único adecuado, era retirarse por ahora e informar inmediatamente a Ainz-sama. Él, con su infinita sabiduría, decidiría cómo proceder contra estos... humanos.
Con un gruñido de frustración reprimida y una mirada que prometía una venganza futura y terrible, Shalltear tomó una decisión.
"[Greater Teleportation]!"
Con la palabra final, su figura se distorsionó y simplemente desapareció del patio en ruinas, dejando tras de sí solo el eco de su furia y la tensión palpable en el aire.
Un silencio pesado cayó sobre el grupo. Brain Unglaus dejó escapar el aire que no sabía que estaba conteniendo, mientras Bang se presionaba la herida del hombro, evaluando el daño.
"Se ha ido," constató Bomb, sus ojos aún escrutando el lugar donde la vampira había desaparecido.
"¿A dónde?" preguntó Brain, mirando al trío con una mezcla de alivio y temor.
"No lo sé con certeza," respondió Genos, sus sensores ópticos barriendo el área. Su mirada se dirigió hacia el resplandor más intenso del fuego y el distante estruendo del combate, "puedo detectar múltiples firmas de energía extremadamente altas en esa dirección. Una de ellas podría ser ella, aunque ahora es más débil. Las otras... son inmensas. La batalla principal, donde mencionaste a ese tal Jaldabaoth, debe estar allí."
Bang asintió, a pesar del dolor punzante en su hombro. "Entonces, esa es nuestra dirección. Esa criatura es demasiado peligrosa para dejarla suelta, y si hay otras de poder similar, la situación es aún más grave." Miró a Brain. "Joven Brain, lleva a mi antiguo alumno a un lugar seguro dentro de esta zona, como ofreciste. Una cosa más, y es crucial."
Hizo una pausa, su mirada endureciéndose ligeramente al pensar en Garou. "Una vez esté a salvo, asegúrate de que esté bien restringido. Es... inmensamente peligroso si recupera la conciencia. Si tienen cadenas fuertes, úsalas. Cualquier cosa que impida que se mueva libremente si despierta. Es por la seguridad de todos." Terminó la petición con gravedad. "Nosotros iremos a enfrentar la amenaza principal."
Brain tragó saliva, asimilando la seriedad de la petición añadida, pero asintió con rapidez. "Entendido. Me encargaré. Tengan cuidado." Sin más preámbulos, volvió a asegurar a Garou con cuidado sobre su hombro y se perdió entre las ruinas, buscando refugio.
Bang, Bomb y Genos intercambiaron una mirada decidida y, siguiendo las lecturas de energía de Genos y el estruendo creciente, se dirigieron a toda velocidad hacia el corazón del distrito asediado.
En un edificio relativamente intacto, oculto cerca de la plaza central, Shalltear Bloodfallen apareció con un destello de luz. Frente a ella se encontraban dos figuras imponentes: Demiurge y Ainz Ooal Gown, disfrazado como el aventurero Momon.
"¿Shalltear?", la voz interna de Ainz denotaba sorpresa. "¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué estás herida?".
Shalltear se inclinó profundamente. "Mis disculpas, Ainz-sama. Me encontré con... oponentes inesperados. Tres humanos de una fuerza absurda...". Relató brevemente el encuentro.
Demiurge se ajustó las gafas. "¿Humanos con el poder suficiente para herirte? Shalltear, eres una deshonra. ¡Que simples humanos te causen problemas...! ¿No sientes vergüenza al presentarte así ante Ainz-sama?".
Antes de que pudiera continuar, Ainz lo interrumpió con un tono firme, aunque teñido de una reprimida molestia: "Basta, Demiurge. Es suficiente. Shalltear, por favor, explícanos con detalle qué sucedió".
Movida por una mezcla de vergüenza y furia al recordar, Shalltear relató su encuentro inicial con un espadachín. Explicó que, poco después, detectó a cuatro individuos más. Uno de ellos, un joven peliblanco, estaba gravemente herido e inconsciente; fue precisamente el olor de la sangre que manaba de sus heridas lo que le permitió localizarlos. Continuó describiendo a dos artistas marciales ancianos que, según creía, eran hermanos pero empleaban estilos de lucha distintos. El último individuo era un hombre rubio que le resultó extraño: sus brazos parecían metálicos y poseía cañones de energía integrados. Añadió, pensativa, que su olor tampoco era como el de los demás humanos. Además, concluyó que parecían desorientados o perdidos.
Con un tono que evidenciaba su molestia por la retirada de Shalltear, Demiurge comentó que no encontraba nada particularmente resaltante en la descripción. Sin embargo, Shalltear replicó que, a pesar de su apariencia, habían demostrado una fuerza y velocidad nunca antes vistas por ella en humanos. Reflexionando en voz alta, señaló que no habían usado magia, ni ella había detectado habilidad mágica alguna en ellos. Al darse cuenta de esto, la ira de Shalltear se volvió hacia sí misma: si realmente carecían de magia, podría haberlos eliminado fácilmente con algún hechizo.
Esta reacción fue interrumpida por Ainz. "Hiciste bien en retirarte, Shalltear", dijo con un tono serio que no lograba ocultar una profunda preocupación. "El simple hecho de que pudieran causarte tantos problemas sin usar magia es, en sí mismo, una señal de alerta muy peligrosa. ¿Es posible que estuvieran ocultando sus habilidades mágicas, reservándolas? Si ese fuera el caso, revelar todo tu arsenal habría sido un error potencialmente catastrófico. Tu seguridad es primordial".
Al escuchar la aprobación de su amado Ainz, y sentir su preocupación por ella, la ira que aquellos asquerosos humanos habían encendido en Shalltear se calmó momentáneamente.
Sin embargo, sus pensamientos fueron interrumpidos por Demiurge, quien acababa de recibir una notificación de una de sus unidades de espionaje en el distrito: tres figuras humanas se dirigían directamente hacia su posición actual. Conectando la información con el relato de Shalltear, era evidente de quiénes se trataba. "Un momento... ¿solo tres?", pensó Demiurge. "¿Y el cuarto? Ah, cierto, el herido. Probablemente esté con el espadachín que mencionó Shalltear".
Ainz procesó esto rápidamente. Interiormente, la preocupación por la naturaleza desconocida de estos individuos crecía, mezclada con una punzada de irritación por el daño infligido a Shalltear, una creación invaluable de sus antiguos compañeros de gremio. "Demiurge", ordenó con calma autoritaria, "despliega unidades de inmediato para capturar al individuo herido antes de que ese espadachín pueda ponerlo a salvo. Es una prioridad absoluta".
Al escuchar la orden, una sonrisa satisfecha se dibujó en el rostro de Demiurge, convencido una vez más de la insondable previsión y rapidez de planificación de Ainz-sama. Transmitió la orden sin demora.
Ainz sopesó la nueva información. "¿Podrán ser nuevos jugadores...? Eso complicaría significativamente las cosas". Se volvió hacia Shalltear. "Retírate inmediatamente a Nazarick y recupérate por completo. Investigaremos a estos extraños más adelante". Luego, dirigiéndose a Demiurge: "Prepárate. Es hora de continuar con nuestra actuación de Momon".
"Entendido, Ainz-sama". Shalltear asintió y comenzó a concentrarse para activar su hechizo de teletransporte.
Bang, Bomb y Genos irrumpieron en la plaza central. El escenario era un caos controlado. En el centro, el imponente guerrero oscuro Momon intercambiaba golpes "devastadores" con el demonio Jaldabaoth, una actuación convincente de poderío. Cerca de ellos, la compañera de Momon, la bella Nabe, fingía luchar con gran esfuerzo contra tres de las sirvientas demoníacas: Lupusregina Beta, Entoma Vasilissa Zeta y Solution Epsilon, manteniendo una fachada de combate equilibrado.
Sin embargo, un poco más alejada, la batalla era real y desesperada. La pequeña figura enmascarada, Evileye, estaba siendo acosada sin piedad por otras dos sirvientas: la contundente Yuri Alpha y la silenciosa pero letal CZ2128 Delta (Shizu). Evileye lanzaba hechizos defensivos y ofensivos, pero la coordinación y la presión de las dos Pléyades la estaban llevando al límite.
Genos evaluó la situación en una fracción de segundo. La pelea central parecía intensa pero extrañamente contenida; Nabe parecía aguantar contra tres. Pero Evileye... ella estaba en verdadero peligro.
"¡La chica enmascarada necesita ayuda!" gritó Genos. Con una explosión de propulsores, cruzó la plaza y justo cuando el puño enguantado de Yuri Alpha, envuelto en esa ominosa energía crepitante, se lanzaba hacia el rostro de la enmascarada Evileye con intención letal, Genos se interpuso. Alzó su antebrazo izquierdo, el metal pulido brillando desafiante.
¡CLAAANG!
El sonido fue brutal, una detonación metálica ensordecedora que resonó como el tañido de una campana gigante golpeada contra una viga de acero macizo. Chispas amarillas y azules saltaron violentamente en el punto de contacto, y una onda de choque palpable onduló en el aire, levantando una nube de polvo y pequeños escombros del pavimento agrietado. El antebrazo metálico de Genos vibró intensamente bajo la fuerza del impacto, absorbiendo una cantidad de energía cinética que habría pulverizado hueso y músculo sin dificultad. Sus pies se hundieron un par de centímetros en las baldosas mientras se anclaba con firmeza, resistiendo el empuje descomunal.
Evileye dio un traspiés hacia atrás, jadeando ruidosamente, el aire silbando en sus pulmones. Sus ojos, visibles tras las aberturas de su máscara, estaban desorbitados por la pura conmoción. Ese golpe... la habría dejado inconsciente, o peor, completamente a merced de las otras dos. La repentina aparición de este hombre... ¿o era una máquina?... la dejó sin aliento. ¡¿Otro más?! ¡¿De dónde...? ¡No sentí ni rastro de magia en él! ¿¡Y detuvo el Puño Reforzado como si nada!? Sintió el calor residual que emanaba de sus propulsores y el breve torbellino de aire de su llegada. Una mezcla caótica de confusión "¿Quién es?", "¿Es un aliado?", "¿Por qué me ayuda?", un inmenso alivio que casi hizo que sus piernas flaquearan, y una punzante y extraña curiosidad la recorrieron mientras observaba la espalda del cyborg. Su figura era extraña, una fusión de mecánica y una silueta casi heroica que irradiaba una determinación inquebrantable. "¿Pero qué está pasando hoy?" se preguntó internamente, la imagen del aventurero Momon salvándola unas horas antes superponiéndose brevemente a la del recién llegado. "¿Acaso hoy es el día oficial de 'Príncipes Azules increíblemente fuertes aparecen de la nada para salvarme'?" Logró articular, con voz aún temblorosa por la adrenalina y el susto: "¿T-tú... quién...?"
Yuri Alpha retrocedió un paso instintivo, sacudiendo sutilmente su mano derecha, que hormigueaba por el impacto contra ese material inesperadamente resistente. Su expresión habitualmente serena se había quebrado por completo, reemplazada por un fruncimiento de ceño ocultado por la máscara que llevaba. La sorpresa y una creciente irritación eran evidentes en su mirada. "¿Metal?" murmuró para sí misma, sus pensamientos volando fugazmente. "¿Metal... con esta capacidad? Podría ser uno de esos individuos... Ainz-sama nos advirtió sobre posibles enemigos peligrosos ase unos momentos" Carraspeó, recuperando su compostura profesional aunque con un tono más frío y cortante. "¿Y tú quién se supone que eres? ¿Algún tipo de gólem avanzado?" Su mirada gélida recorrió a Genos de arriba abajo, evaluando la amenaza que representaba. "¿Interfiriendo en asuntos que no te conciernen? Has tomado una decisión muy imprudente."
Mientras tanto, CZ Delta, imperturbable como siempre, había ajustado su puntería con un movimiento silencioso y fluido. Su único ojo visible se fijó en Genos, el nuevo y robusto obstáculo. Su compleja arma emitió un suave zumbido casi inaudible mientras recalculaba la solución de disparo. En su procesamiento interno, la directiva era clara: "Nuevo objetivo. Prioridad: alta. Analizando debilidades estructurales. Posible blindaje avanzado."
Genos no apartó la vista de Yuri, manteniendo su brazo en guardia, listo para el siguiente ataque. El metal de su antebrazo aún humeaba ligeramente por la fricción y la energía disipada. "Mi identidad no es importante ahora mismo," replicó, su voz firme y decidida, sin un ápice de miedo. Dirigió una mirada gélida a Yuri y, sin apartar la vista del combate entre el demonio y el aventurero de armadura negra, musitó: "Supongo que tú debes ser una de las sirvientas de ese tal Jaldabaoth que está provocando toda esta destrucción". Luego, giró la cabeza lo justo para mirar de reojo a Evileye, sus ojos artificiales brillando con una luz seria y protectora. "Quédate detrás de mí. Yo me encargo."
Al ver el perfil decidido de Genos, escuchar su voz firme y sentir la seguridad que proyectaba al interponerse para protegerla, Evileye sintió una oleada de... algo. Una sensación cálida y confusa, un eco de la misma que había experimentado por Momon.
Fue en ese instante, mientras su mirada se cruzaba con la de Evileye a través de la máscara, que los sensores de Genos registraron algo desconcertante. Por un brevísimo momento, sus sistemas se enfocaron en ella y marcaron una anomalía: ausencia de las señales biológicas estándar que asociaba con la vida humana o animal. Era una lectura extraña, inquietantemente similar a los datos anómalos que había recogido durante su encuentro con Shalltear.
Antes de que pudiera procesar más esa extraña información, la voz aguda de la chica enmascarada lo sacó de sus pensamientos:
"¡CUIDADO!"
Genos reaccionó instintivamente. Volviendo su atención al frente en una fracción de segundo, vio cómo Yuri Alpha, aprovechando esa mínima distracción, ya había lanzado otro puñetazo reforzado directamente hacia su rostro. Con una explosión de velocidad, Genos inclinó el torso hacia atrás y ladeó la cabeza, el puño de Yuri pasando a centímetros de su cara con un silbido amenazador. El aire desplazado por el golpe le azotó la mejilla metálica. La lucha se reanudaba, ahora más peligrosa que antes.
Los ojos de Bang y Bomb ya habían procesado la nueva dinámica del campo de batalla. Vieron a Genos atrayendo la atención de dos de las peligrosas sirvientas. Nabe seguía enfrascada en su propia lucha, pero ahora la distribución de fuerzas había cambiado. Era el momento de actuar.
Bang evaluó a los oponentes restantes. Sus ojos se posaron en la figura ágil que se movía con una gracia casi depredadora: Lupusregina Beta. Había estado presionando a Nabe junto a las otras, pero la repentina intervención de Genos y la redistribución de sus compañeras la habían dejado momentáneamente sin un objetivo claro, una peligrosa variable suelta.
"¡Esa pelirroja es mía, hermano!" gritó Bang. No esperó confirmación. Su objetivo era claro: interceptar a esa sirvienta antes de que pudiera flanquear a Genos o volver a presionar a la pelinegra con la que había estado luchando.
Lupusregina, que estaba evaluando si atacar al tipo robótico que había aparecido por la espalda o buscar a la debilitada Evileye, giró la cabeza al sentir la repentina corriente de aire y la presencia acercándose. Vio al anciano dirigiéndose directamente hacia ella, y una sonrisa más amplia, llena de dientes afilados, se dibujó en su rostro cubierto por la máscara. "¡Oh? asi que estos son los tipos que nos advirtió Ainz ¿El abuelo quiere jugar? ¡Qué divertido!" Su bastón clerical giró en su mano, lista para el encuentro.
Casi simultáneamente, Bomb, el hermano mayor, fijó su mirada penetrante en la dupla restante que aún hostigaba a Nabe: la inquietante Solution Epsilon, cuya forma parecía extrañamente fluida y adaptable bajo su traje, y la pequeña pero claramente peligrosa Entoma Vasilissa Zeta, con su máscara de insecto y su voz distorsionada. Eran un dúo extraño y amenazador; la presencia amorfa de una y la naturaleza quitinosa y zumbante de la otra sugerían habilidades poco convencionales y peligrosas. Dejarlas operar juntas era un riesgo demasiado grande.
"Entendido, hermano," respondió Bomb con voz grave, sus nudillos ya apretados. "Yo me encargo de estas dos..." Su postura cambió, pasando de la observación tranquila a una preparación explosiva. Su intención no era elegante, era directa: romper su coordinación y neutralizarlas lo más rápido posible, antes de que pudieran causar más daño o aprovechar cualquier descuido de la hermosa aventurera.
Solution y Entoma, que estaban coordinando su próximo ataque sobre Nabe, se vieron obligadas a reaccionar. Solution ladeó la cabeza, su cuerpo ondulando ligeramente. "¿Oh? ¿Mas basura?" Entoma emitió un sonido parecido a un chirrido agudo, sus múltiples ojos de insecto bajo la máscara enfocándose en el nuevo y robusto enemigo que se les echaba encima. La batalla en la plaza se fragmentaba aún más, convirtiéndose en una serie de duelos intensos y peligrosos.
Jaldabaoth, viendo a los nuevos y poderosos intrusos ya enfrentados a sus fuerzas, decidió usar la oportunidad para magnificar la "lucha" y, de paso, probar a los recién llegados. "[Fuego del Infierno]!" rugió, y una marea de llamas oscuras y antinaturales surgió de sus manos, barriendo la plaza. Estaba dirigida ostensiblemente a Momon, pero su extensión amenazaba con engullir a todos los combatientes cercanos.
"¡Cuidado!" la voz de Genos cortó el caos, su tono urgente mientras analizaba la energía de las llamas. "¡Esa energía térmica es extrema! ¡Podría comprometer mi blindaje en segundos! ¡No es fuego convencional!" Advirtió, mientras él mismo se impulsaba hacia atrás y a un lado, usando su cuerpo momentáneamente para proteger a la chica enmascarada antes de que ella también reaccionara con un hechizo de protección apresurado.
Bang y Bomb, confiando en la advertencia del cyborg y en sus propios sentidos aguzados que percibían el peligro antinatural, se movieron con una fluidez asombrosa, esquivando la ola de oscuridad ardiente por milímetros. Esto, sin embargo, les obligó a romper su ofensiva contra Lupusregina y Solution/Entoma.
Primero esa vampira con su velocidad imposible y regeneración, ahora este fuego que desafía la termodinámica conocida... pensó Genos, mientras esquivaba un disparo de CZ Delta y respondía con una ráfaga incineradora. Estas habilidades... no siguen las leyes físicas que conozco. No es plasma, no es radiación estándar... ¿Es esto lo que las civilizaciones primitivas llamaban... 'magia'? ¿Una forma de manipulación de energía que nuestra ciencia aún no comprende? La idea era ilógica, pero los datos frente a él eran innegables. Sea lo que sea, nos pone en una clara desventaja táctica hasta que entendamos sus principios.
Mientras las múltiples y caóticas peleas se reanudaban con furia renovada bajo el resplandor de las llamas residuales, un sonido nuevo y aterrador rasgó el aire. No era un trueno, ni el estruendo del metal, sino algo más profundo, como si el propio tejido del espacio estuviera siendo desgarrado.
Sobre el centro de la plaza, la realidad pareció doblarse sobre sí misma. El aire se arremolinó, distorsionándose como un espejismo febril antes de abrirse en una fractura imposible. Un agujero negro, un vórtice de oscuridad palpitante bordeado por una luz inestable y parpadeante, apareció suspendido en el cielo nocturno.
El combate se detuvo abruptamente. Todos los ojos, desde los de Momon y Jaldabaoth hasta los de las Pléyades y los héroes, se alzaron hacia el fenómeno antinatural. Un silencio tenso cayó sobre la plaza, roto solo por el crepitar de los fuegos cercanos y el inquietante zumbido que emanaba del portal.
Bang y Genos intercambiaron una mirada cargada de tensión y una chispa de esperanza desesperada. ¿Es eso...? pensó Genos, sus sensores intentando analizar la anomalía sin éxito. ¿La salida? ¿Una forma de volver a casa?
Pero antes de que pudieran procesar la posibilidad, algo salió eyectado del vórtice oscuro. No fue una aparición gradual, sino un disparo violento. Una estela azul y blanca cruzó el cielo a una velocidad increíble, demasiado rápida para seguirla con claridad, y se estrelló contra el suelo de la plaza con un impacto ensordecedor.
¡BOOM!
Una onda de choque sacudió el área, levantando una densa nube de polvo y escombros que oscureció el centro de la plaza, donde ahora se abría un cráter humeante.
El silencio volvió, más pesado que antes. Todos miraban fijamente el cráter, esperando ver qué emergía. Lentamente, una figura comenzó a levantarse de entre el polvo. Al principio, solo una silueta contra el polvo iluminado por el fuego. Luego, los detalles se hicieron visibles: un traje de deporte azul y blanco, aunque algo rasgado. Un rostro joven y extrañamente impasible. Y sobre ese rostro... una mata de cabello negro y algo despeinado.
Al principio, Genos y Bang miraron confundidos al tipo, pero al prestar más atención a sus rasgos —y sobre todo al dejar de lado el cabello—, los ojos de Bang y Genos se abrieron desmesuradamente.
"¡¿SEN... SENSEI?!" tartamudeó Genos, la incredulidad haciendo voz fallara por un instante. "¿Qué... qué hace usted aquí? Y... y tiene cabello... ¡¿CÓMO?!"
Saitama se sacudió el polvo de los hombros, mirando a su alrededor con una expresión que solo podía describirse como absoluta y total confusión. Vio las ruinas, el fuego, las figuras extrañas —un demonio gigante, un caballero oscuro, sirvientas de aspecto letal, varias chicas enmascaradas...— y luego fijó la vista en Genos. ¿Eh?¿Ese tipo con brazos de robot me llamó Sensei? ¿Y por qué habla de mi pelo? ¿Dónde diablos estoy? Estaba peleando con ese monstruo Boxeador...
Mientras la mente de Saitama intentaba conectar los puntos inexistentes, Entoma, que había sido momentáneamente ignorada por Bomb —quien luchaba por contener a Solution, debido a su inmunidad a los ataques del anciano— vio al recién llegado inmóvil y aparentemente desorientado. Una presa fácil. Sin dudarlo, se lanzó hacia él. "¡Muere, intruso!" Su látigo hecho de ciempiés salió disparado hacia Saitama.
Saitama, sacado de su confusión por el ataque inminente, lo vio venir. Con un movimiento, inclinó la cabeza, esquivando el látigo por completo. Luego, sin pensarlo dos veces, lanzó un puñetazo con un rostro algo serio.
¡PUM!
El sonido fue seco. El puñetazo conectó con Entoma. La Pléyade insectoide salió disparada hacia atrás como si hubiera sido golpeada por un tren de carga, volando decenas de metros antes de estrellarse violentamente contra la fachada de un edificio y quedar completamente inmóvil, incrustada en los escombros.
Solution Epsilon, que se retorcía para evitar un golpe de Bomb, sintió la conexión con Entoma cortarse abruptamente. Un escalofrío recorrió su forma gelatinosa. "[Mensaje Urgente a Todas las Unidades: ¡Entoma... neutralizada! ¡Derribada de un solo golpe por el recién llegado!"
La noticia golpeó a las Pléyades restantes y a Demiurge como un rayo. Yuri, Lupusregina y Delta detuvieron sus ataques por un instante, mirando con incredulidad el lugar donde Entoma había desaparecido. Ainz (Momon), en medio de su "épica" batalla, se quedó helado internamente. ¿Un... un solo golpe? ¿A Entoma? ¡Imposible! ¿Quién demonios es este tipo?
Demiurge procesó la nueva información con una velocidad aterradora. Tres intrusos ya eran una complicación. Este cuarto individuo, capaz de neutralizar a una Pléyade con un solo golpe, era una variable demasiado peligrosa e impredecible. El riesgo de continuar la operación y exponer más secretos o sufrir más bajas era demasiado alto. Era hora de ejecutar la retirada estratégica.
"Hmph. Parece que la noche nos ha deparado demasiadas sorpresas desagradables," anunció Jaldabaoth, su voz teñida de una calculada frustración. Se dirigió a Momon, pero su mirada también evaluó con cautela a Saitama, Bang, Bomb y Genos. "Guerrero Oscuro Momon, y ustedes, extraños entrometidos... han demostrado ser una molestia mayor de lo previsto. Por esta vez, me retiro. Lamentablemente," añadió con un toque de teatralidad, "no he podido recuperar el objeto que buscaba en esta ciudad."
"¡No escaparás tan fácilmente, demonio!" gritó Evileye, preparándose para lanzar otro hechizo, pero Momon la detuvo con un gesto.
Pero Momon la detuvo con un gesto firme. "Déjalos, Evileye," dijo, su voz profunda resonando con calma. "Su líder reconoce la derrota táctica por ahora. No hay necesidad de arriesgar más vidas persiguiéndolos mientras se retiran." — Internamente: ¡Perfecto! Que se vayan antes de que estos tipos hagan algo aún más impredecible—
Jaldabaoth dio una señal silenciosa. Casi instantáneamente, Solution Epsilon, desenganchándose de Bomb, se movió con una velocidad fluida y antinatural hacia donde Entoma había impactado. En un abrir y cerrar de ojos, recogió el cuerpo inconsciente de su hermana Pléyade.
Simultáneamente, Jaldabaoth extendió una mano y un portal oscuro, crepitante de energía negativa, se abrió en el aire a su lado.
Con una última mirada hacia Momon y una evaluación rápida y profundamente cautelosa hacia el grupo de héroes, especialmente hacia Saitama, Jaldabaoth indicó la retirada. Las Pléyades restantes — Yuri, Lupusregina, CZ Delta, y Solution llevando a Entoma— entraron rápidamente en el portal sin dudar. Jaldabaoth les siguió, y el portal se cerró tras él con un chasquido sordo, dejando solo un leve rastro de energía oscura que se disipó rápidamente.
Un silencio expectante llenó la plaza ahora que la amenaza inmediata había desaparecido por completo. Momon se irguió, mirando el lugar donde el portal se había cerrado. Se giró hacia Nabe, quien se había mantenido a su lado, y hacia la hechicera enmascarada.
"Se han ido," declaró Momon finalmente, su voz resonando en la quietud. Levantó su espada en un gesto triunfal. "Aunque el demonio Jaldabaoth ha escapado por ahora, hemos detenido su asalto, protegido la ciudad y hecho que sus fuerzas se retiren tras sufrir bajas. ¡Hoy, la victoria es nuestra!"
Nabe asintió solemnemente a su lado. Evileye, observaba a Momon con total admiración, aunque parte de su atención, cargada de asombro y una profunda confusión, se desviaba hacia el recién llegado del portal y hacia el silencioso cyborg que la había ayudado, despertando en ella un sentimiento inquietantemente similar al que sentía por Momon.
Bang, Bomb y Genos ignoraron la celebración y convergieron inmediatamente sobre Saitama.
"Sensei," repitió Genos, su voz aún teñida de incredulidad mientras sus ojos escaneaban a su maestro de arriba abajo, deteniéndose en el cabello. "¿Realmente es usted? ¿Cómo llegó aquí? ¿Y qué le pasó?"
Saitama los miró a los tres – al cyborg que insistía en llamarlo 'Sensei', y a los dos ancianos. Luego paseó la mirada por el entorno devastado, el caballero oscuro celebrando con su compañera, la chica enmascarada... Nada tenía sentido. Su expresión era un lienzo de pura y absoluta perplejidad.
"... ¿Quiénes son ustedes?" preguntó finalmente, su voz plana y confusa resonando en la quietud de la plaza.
