Lulu sobrevolaba el asentamiento con buen humor. Las explosiones y el caos le habían llenado de energía al punto que no podía estar quieta. Por eso, cuando Lux pidió de favor si podían revisar por los cielos si alguien había quedado bajo los escombros, o estuviese pidiendo ayuda desde un escondite, ella fue la primera en saltar emocionada y salir disparada por los aires.

Las cosas terminaron rápido después de derrotar a la líder del grupo de magos. No fue difícil. Unos dardos por aquí, unos cañonazos por allá, y una que otra lluvia de almohadas gigantes o «transformoguraciones» hicieron de todo algo más caótico, como entretenido.

Muchos se rindieron cuando escucharon que su líder temporal fue capturada. Otros fueron reacios, pero nada como un poco de convencimiento amenazador de una yordle con cañón para hacerles cambiar de idea. Cosa que Lux no lo veía necesario. Pero después de ver como salían volando algunos, no hizo más que levantarse los hombros y dejar que la artillera hiciera ese trabajo. Cosa que parecía disfrutar. Con cada disparo, sonreía con prepotencia.

La hechicera no tardó en encontrar a los refugiados a las afueras del asentamiento. Mirando hacia arriba con curiosidad cuando se acercaba hacia ellos. Algunos con recelo, pero al saber que ella era una de los grupos que ayudó a mantenerlos a salvo, pareció apaciguar aquella desconfianza. También ayudaba que fuese una yordle. No tenía nada que ver con los problemas mágicos entre humanos.

Dorrin la saludo con efusividad, cosa que ella acompañó con saltos y gritos eufóricos. Él también puso de su parte en calmar la inseguridad de la gente hacia los magos que estaban ayudando.

Regresaron caminando, rodeando toda la barrera, hasta llegar a la entrada principal, donde al fin pudieron entrar.

La guardia los esperaba, preguntando por heridos. Cuando se notificó que no hubo ninguno, se les pidió que fueran hacia una caseta improvisada para apuntar a los civiles y ver que nadie faltase o fuese extraviado en el proceso.

Lulu y Dorrin llegaron con los chicos. La primera corrió a abrazar a la artillera, que le correspondió con energía. Apretándola fuerte y levantándola.

–Aire, aire – Lulu sentía la falta de oxígeno.

–Al final fue buena idea intervenir en esto – la soltó, haciendo que inhalara con fuerza –. Siento mis músculos tensos y mis piernas agotadas. ¡Nada como una pequeña guerrilla para pasar el rato!

–Sabía que tendríamos algún beneficio de esto – dijo Teemo con suficiencia, colocando sus manos en su cadera.

–No me gusta el conflicto – sinceró Lux –, pero es necesario a veces. Por mucho que no me agrade.

–Oigan, ¿Y Veigar?

–Está en el refugio con Clarity – Lux miró hacia los demás magos que estaban atados. Las cuerdas donde sujetaban sus manos resplandecían y los mantenían en el suelo –. Dejen primero que hable con la guardia. Estamos metidos en esto, debemos responder por nuestras acciones.

–Voy contigo – Teemo dio pasos al frente –. Tengo un asunto con un señor. Seguro él podrá escucharte también.

–¿Ocupas compañía? – Tristana se preparó con Boomer. Teemo negó con su típica sonrisa.

–Estaremos bien. Además, dudo que la señorita Lux permita que pase algo, ¿verdad?

Lux solo compartió su sonrisa. Ese yordle era simpático.

–Tenlo por seguro.

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–Así que necesitan a la líder para un interrogatorio – se dio la vuelta, dejando el papeleo en su escritorio –. Debieron haberme avisado desde antes de llevársela – Lux no pudo evitar sentir algo de pena.

–Por el calor del momento, no lo pensamos con claridad – miró al yordle –. Además, está en buenas manos. No escapará.

–Mas les vale – se recostó en su asiento –. Lo malo de estos desastres es todo el papeleo que hay que hacer después.

Estaban dentro de una carpa pequeña, levantada con los restos que había en el asentamiento.

Billy se encontraba haciendo un inventario de las pertenencias que la gente perdió por el caos de la situación. Por tantas casas y cabañas volando, además de los puestos del mercado explotados, era necesario que la gente perdiera lo menos posible sus pertenencias. Después de todo, para mantener la calma y tranquilidad de la gente, establecer el orden era una de las prioridades.

Habían platicado un poco dentro de la carpa, dejando en claro las buenas intenciones del grupo de Lux y la disculpa general por el caos que ambas facciones hicieron para detenerlos.

–No les culpo. Ni pienso recriminarles. Era tanto el desorden, y peligrosa la situación… – hizo un segundo de silencio – agradecemos demasiado su intromisión.

–Me alegra haberles ayudado.

–En cuanto a ti, señorito…

–Capitan Teemo de la ciudad de Bandle a su servicio, señor – se presentó de forma oficial, levantando su mano a la altura de su frente. Billy tomo eso con gracia.

–Gracias por recordármelo, capitán Teemo – se cruzó de brazos –. Después de lo que hablamos allá, y con el resultado de la situación actual, no puedo negar que también debemos agradecerles a su grupo por ayudarnos en esto.

–Un explorador siempre está a disposición de ayudar, señor.

–Con eso estando claro, quisiera saber qué es lo que tiene que ver un grupo de cuatro yordles en ayudar a mucha gente en un caso que no les concernía – entrecerró los ojos –. Pero dijiste que ocupaban a algunos magos. ¿Se puede saber que es realmente lo que quieren?

–Bueno, verán… – y Teemo empezó a contar la situación del ex mago.

No fue extenso. Solo dijo lo necesario de lo que estaban buscando. A quien y por qué. Tanto Lux como Billy se quedaron sorprendidos con lo dicho de su boca. La maga fue la primera en hablar.

–Bueno, no creo que sea necesario interrogar a ningún mago. Nosotros ayudamos a detener a los desertores que tienen malas actitudes. Los que no tienen remedio, los encarcelamos en la capital de Demacia – su expresión cambió a una melancólica –. Ahí es donde se encuentra Sylas.

–Encarcelado durante muchos, muchos años – convino Billy –. Alguien como él es peligroso a gran escala – la cara de Teemo se iluminó, esperanzado.

–Entonces, señorita Lux, ¿cree usted que podrían llevarnos hacia la capital?

–Pues no podrían ver a Sylas sin mí. Soy la hermana del capitán de la guardia de la corona. Y afiliada personal del convenio entre magos y el reino de Demacia.

–¡Si! ¡A los chicos les encantará la noticia! – saltó emocionado.

–Solo tendremos que ayudar aquí un poco más. Unos tres días. De ahí, nos pondremos en marcha – Lux sonrió ante la efusividad del yordle.

–Gracias. Nos vendrá bien una mano con todo este desastre – a Billy también se le contagió el humor de Teemo –. Y qué bueno que lo dicen, porque aquí tengo unas cuantas tareas que podrán compartir entre ustedes.

–Pensé que solo se dedicaba al inventario – ante la pregunta del yordle, Billy sonrió amargo.

–Lo hacía, pero también hay una lista para trabajos en cooperación con la guardia – sacó un rollo de papel que cayó hasta el suelo –. De hecho, sería mejor que se vayan mentalizando. Serán días laboriosos. Y tampoco es que me agrade, la verdad. Pero trabajo es trabajo.

Lux hizo una mueca por el tamaño del rollo. Teemo solo saltó emocionado. Amaba completar tareas en listas.

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–Lulu – Veigar la miraba con enojo. Y también le temblaba el parpado –. Te juro que si te ríes…

–No, no. Te juro que no lo haré – aunque la risa de Tristana no ayudaba. Los demás del grupo también miraban el asunto con una sonrisa burlesca –. Aunque me es difícil – Veigar gruñó. Intentó moverse de nuevo, logrando solo agitar apenas la cabeza. No ayudaba que estuviese recargado en un tronco de árbol.

–Oye, no te muevas – Clarity le sujetó la cara con su mano –. Aun me faltan algunos detalles en las pestañas. Y quiero que quedes linda para cuando llegue la jefa.

–¡Eres una malcriada insolente! – gritó. Eso no detuvo a chica en seguir maquillándole –. ¡Juro que mi venganza será terrible!

–Tampoco seas tan llorica – se quejó Tristana, hincándose a su lado –. Ve el lado positivo: serás la reina del baile.

–¡Aaaaaaagh! – movió su quijada y la cabeza con más fuerza, intentando morderle. De nuevo sin éxito –. ¡Lulu, ayúdame!

–Ay, Veigar. Pero te miras muy lindo así – se acercó para pellizcarle la mejilla –. Pareces uno de esos aristócratas pomposos de aquellos años. Solo te pones una peluca y un traje de gala…

–Los odio – se limitó a decir.

–No. Yo los odio.

Verna estaba al otro lado, mirándolos con esa misma emoción que acababa de decir. Estaba en el suelo recargada en un árbol. Su cabello estaba amarrado en varias trenzas que se revolvían como fideos, teñida de las puntas con color naranja. Su cara estaba pintada de blanco, con sombras negras en los parpados y un punto rojo en su nariz. La boca también estaba de rojo, pero con una expresión sonriente, cosa que no hacía su propia boca, que estaba en un rictus curvo de total disgusto.

–Al menos tú te mereces eso – dijo Clarity con suficiencia –. Lo que hacías estaba mal desde un inicio. Y este es el mejor castigo que pude darte. Adecuada para la ocasión. Y que te representa.

–¿Qué con eso?

–Que tienes que ser una payasa como para creer que podrías hacerle frente a la jefa.

–¿La fea? Ella ni me llega a los talones – se estampó en su cara una esponja para maquillaje del tamaño de su rostro. Eso la hizo toser –. ¡Maldita niña!

Como respuesta, Clarity solo le sacó la lengua.

Para ese momento, Lux y Teemo llegaron al campamento. El primero en reaccionar fue el yordle, que miró a Veigar en el suelo.

–Oh, ¿Quién es la bella dama?

–¡Soy yo, pedazo de animal! – dijo iracundo.

–¡Veigar! ¡No te había reconocido! – le miró con detenimiento, inclinándose un poco – … en verdad te queda bien el maquillaje.

–¿Verdad que sí? – Lulu volvió a agacharse hacia él y apretó sus mejillas – ¿No es la señorita más linda de todo Bandle?

–Podríamos llamarle «señorita Pissoff» de ahora en adelante – siguió el juego Tristana.

Veigar miró a Verna.

–Si hay pena de muerte en Demacia, déjame pedir tu lugar.

–Hecho.

–Bueno, ya estando la mayoría presente – Lux sacó la lista – ¿Quién quiere elegir su trabajo a la comunidad? – dejó el papel en la mesa –. Escojan lo que quieran. Igual tendremos tres días de hospedaje con todo y alimentos – una queja grupal se hizo en coro por el campamento –. Venimos a apoyar a la gente, chicos. No de vacaciones.

–Pensé que tendríamos suficiente con enfrentar a la gente de Sylas – dijo con pesar un señor con pociones en las manos –. Bien podrían hacer ellos todo el trabajo. Ya que nosotros hacemos todo lo demás.

–Se trata de que demos una buena imagen, Gerix – dijo robándole una de sus manos, sentándose en una banca –. Y eso también va en los trabajos sencillos.

–Me hubiera gustado estar ahí – dijo un chico con la espada en su cinturón, mirando a todos como se acercaban a la lista –. Al menos, para calentar un poco.

–Otro día, Tawel – suspiró –. Por ahora, necesito un respiro.

–Pareces agotada – observó Teemo.

–Es más mental que físico – sinceró sonriéndole –. Bueno, pequeñín. Así que, nos acompañarán en el trabajo, ¿no?

–Para el favor que nos hará, supongo que será un pago suficiente – parpadeó –. ¡Cierto! – corrió hacia su equipo, que seguían molestando a Veigar. Lulu siguiendo con sus mejillas y Tristana dando besos al aire con sus manos entrelazadas al nivel de su cara –. Chicos, ¡sabemos dónde está Sylas!

–Sabes dónde está Sylas – corrigió Veigar.

–Bueno, eso – carraspeó –. Está en la capital del reino. En una celda de alta seguridad. La señorita Lux nos hará el favor de ir con él.

Veigar parpadeó dos veces.

–Eso… es muy bueno.

–¡Si! ¡Encontramos el paradero de Sylas! – saltó emocionada, jugando en el aire con Pix haciendo piruetas alrededor.

–¿Así de fácil? – preguntó Tristana.

–Bueno, si a fácil te refieres a que tuvimos que intervenir en la salvación de un asentamiento importante demaciano, mientras nos enfrentábamos a magos peligrosos y manteníamos seguros a los ciudadanos… – se encogió de hombros – podríamos decir que sí. Fue así de fácil – le pegó un pequeño apretón de nariz –. Y ya viste que mi idea al final dio frutos – se señaló a si mismo con suficiencia –. El capitán de los exploradores siempre confía en su criterio – una jalada de cachete le hizo quejarse del dolor. Tristana lo miraba con severidad.

–Fue solo suerte – cambió a una sonrisa amable –. Pero tuviste razón. Bien hecho – lo soltó.

Aun con su dolor, se sintió satisfecho con sus palabras.

Mañana sería día de trabajo comunitario.

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Dos días pasaron rápido. Veigar se limpiaba la mugre de su frente, mientras acomodaba las piedras en una carreta y se sacudía el polvo de su ropa.

Alrededor de él, muchas personas cooperaban en la construcción y limpieza del lugar.

Las calles fueron las primeras en limpiarse y arreglarse. Cubriendo y solidificando con materiales como petricita, piedra fina y tierra. La mayoría de las casas habían sido edificadas. Algunas de ellas siendo soportadas en las laterales con tablas de madera para seguir construyendo un segundo piso o el techo que le faltaba. Los puestos de mercado fueron suplantados por zonas de alimento, donde la gente podía comer y reponer sus fuerzas después de un día duro de trabajo. Desde agua natural y bebidas frutales, hasta fruta picada y alimentos guisados.

El ex mago reconocía que las cosas estaban saliendo bien demasiado rápido. Era una impresión que se daba con buen sustento, viendo como algunos magos levantaban las piedras y con técnicas, llegaban a solidificar y unir sin problemas algunas estructuras.

Al principio la gente fue recelosa, pero lo comentarios de Dorrin y los guardias, fueron suficientes como para que todos trabajasen en equipo y sacaran adelante el trabajo. La primera noche apenas se vieron los frutos de esta. Pero en el transcurso del segundo día, ya viéndose los pasos agigantados en lo que al proceso de construcción y coordinación se trataba, fue de lo más práctico y fácil de lo que esperaba.

Al sentarse y beber un poco de agua, miró con detenimiento a la gente.

Ciudadanos y magos conviviendo. Sonriéndose unos a otros en camaradería. Algunos sentados, platicando y riendo mientras compartían un pan. Los guardias viendo los planos con algunos de los magos que acompañaban a Lux, señalando y planeando el siguiente paso a seguir. Incluso la niña esa que le maquilló hizo buenas migas con algunos cocineros, apoyando con los platos y los preparativos.

Parecía que el estigma a los magos se disipaba con facilidad hoy en día. En sus recuerdos, Demacia siempre había sido muy cerrada en lo que se refiere a aceptar a los magos en su reino, siendo perseguidos y encerrados por solo existir. Siendo el motivo primordial de ello la muerte de Jarvan III. El padre del actual regente.

Pero según la anécdota que platicó Lux la noche anterior, ella había logrado convencer al rey, junto con su hermano, en hacer que los magos tuvieran una vida digna sin ser perseguidos.

Fue en una fogata en la orilla del asentamiento. Estaban los cuatro yordles, Billy y Clarity. La ultima repartía la cena junto con Lux, que invitó a los cuatro a acompañarlos.

–No fue algo fácil de hacer – se sentó en la banca al lado de Lulu. Pix aprovecho para revolotear en los hombros de la rubia, que sonrió mientras le pasaba el dedo en la cabeza del hada, acariciándole de forma juguetona –. Tenía miedo que pasara lo peor. El rey no era tolerante con los magos. Y dudaba que él fuese algo condescendiente conmigo.

–¿Fuiste a poner las cosas claras con él? – preguntó Tristana.

–No soy tan asertiva. Y la situación no daba para que fuese si quiera algo exigente. No importa que nos conociésemos desde pequeños. Ni que fuese la hermana de su mejor amigo – su semblante fue distante, recordando todo mientras miraba al fuego –. Le pedí apoyo a mi hermano para esto. No buscaba confrontación. Solo una audiencia con él y poder llegar a algún acuerdo.

«Recuerdo caminar nerviosa por los pasillos a media noche. Mi hermano estaba al frente, guiándome. Aun cuando el lugar estaba solitario, y sus guardias fuesen fieles a él como al rey, no dejaba de sostener su espada con firmeza. La preocupación de que las cosas se saliesen de control y que yo terminara encerrada por algún disturbio o aviso de alguno de sus compañeros lo hacia estar de los nervios.

Por suerte, llegar hasta él no fue difícil. Fuimos a su estancia personal. Una sala con estantes de libros, mesas de lectura y maniquíes donde ponía a descansar su armadura.

Estaba al frente, parado y mirándonos directamente. A su lado estaba una chica con armadura roja con escamas. Al parecer, su guardia personal. Cosa que me sorprendió, pues creía que era mi hermano el encargado de esa labor.

No dije nada al principio, así que mi hermano tomó la palabra. Siendo un intermediario para que me dejase hablar y me diera el permiso de ser escuchada.

El rey no dijo nada, pero pude ver en su mirada que me cedía esta oportunidad. Aun con su semblante algo severo, sabía que estaba dándome la excepción a la norma que muchos magos no tendrían. Así que expliqué todo.

El origen de mis problemas con mi magia y mi forma reacia a aceptarlas al inicio. El dilema de estar entre las dos caras. Mi amor también por el reino y por aquella gente que no merecía ser castigada por el mero hecho de existir, después de haberme aceptado. Le expliqué los problemas que había visto, y lo injusto que era para aquella gente que, aun amando a Demacia, se sentían traicionados por el mismo rey que los motivaba a ser mejores para el reino.

Expliqué todo y tiré cada palabra que salía de mi boca con sinceridad. Y el rey solo guardó silencio hasta que acabé.

Vi a mi hermano, que me observaba con admiración y respeto. Pero Jarvan seguía inmutable.

Recuerdo que se giró, mirando hacia la ventana. Diciendo que, incluso siendo una maga, podía ver en mi ser alguien que quería velar por la seguridad del reino. Magos incluido. Y que me conocía lo suficiente, además de ser alguien de la entera confianza de mi hermano, como para ver que mis intenciones eran enteramente honestas.

Cuando se giró, su mirada había cambiado a la de aquel chico que conocí. No al rey, sino a Jarvan IV.

Me dijo que aun cuando estuviese de acuerdo conmigo, la gente había empezado a desconfiar de los magos después del suceso de Sylas. Que cambiar la mentalidad de la gente no era un trabajo que podría hacer él de la noche a la mañana. El reino no acepta los cambios a menos que las acciones lo demuestren. Y eso también le incluían.

Necesitaba una prueba no solo para él, sino para la visión del pueblo. Una prueba fehaciente de que los magos podrían ser confiables tanto para ellos como para el reino.

Por eso me encargó un trabajo. Que no importaba cuanto tardase, pero que, si quería que iniciase algún cambio, debería empezar una misión para él. Un encargo.

Capturar a Sylas.»

Clarity escupió su comida por la revelación. Teemo y Tristana le miraron con asombro. Billy tenía las cejas alzadas por la impresión. Lulu comía distraídamente con Pix. Y Veigar se limpiaba el rostro por la comida aventada a su cara, a la vez que maldecía en voz alta.

–¡¿Fuiste a por Sylas?! – preguntó la joven. Lux se encogió de hombros.

–Nunca lo platiqué porque no creí que fuese importante – levantó las manos con miedo por la reacción de su amiga.

–¡¿Cómo no va a ser importante?! ¡Estamos yendo por los seguidores que aún están causando estragos en nombre de ese rebelde!

Lux mantuvo su silencio, ahora con los ojos cerrados. No sabiendo que decir, al parecer. Cuando los abrió, su melancolía parecía ser palpable.

–No fue fácil. Fui solo la ayuda de todo el grupo que fue a por él. Mi hermano, Shyvana y Poppy me acompañaron en mi travesía. Una que duró bastante tiempo – ahora era Lulu quien escupió su comida, aventando a Pix en el proceso, y dejando la cara de Veigar sucia otra vez.

–¡Con un demonio! – se quejó el ex mago –. ¡No soy un catador de comida masticada!

–¿Conociste a Poppy? – ahora Tristana también prestaba mayor atención. Teemo igual, pero sin dejar de comer.

–Una yordle muy agradable, pero algo despistada. Ayudó mucho en mi travesía – dejó su plato de comida –. Hay muchas cosas que prefiero guardarme. Disculpenme, por favor. No vale la pena recordar el pasado cuando este no tiene un valor personal. Al menos, no en el mío, claro está. Lo que fue, fue. Y ya no será.

La miró levantarse y dando buenas noches. Al parecer, tratando de evitar indagar en el tema. Clarity le había seguido, pero los yordles quedaron atrás, aun cenando y dejando que la noche pasase.

–Así que Poppy ayudó en su captura. No me sorprende. Ella es algo altruista – Tristana dejó su plato en el suelo.

–¿Creen que podamos verla en la capital? – preguntó Teemo – Llevamos tiempo sin verla. Sería interesante volver a encontrárnosla – Lulu saltaba de la emoción en su asiento, pensando seguro en su reunión con su vieja amiga.

Veigar solo esperaba no ser bañado en comida de nuevo.

Y así la noche pasó.

Cuando durmieron, pensó en lo dicho por Lux. Guardar el pasado, aquello que no tiene valor, no valía la pena. Podría ser, pero tampoco es que él pudiese olvidar tan fácil aquello que sufrió. Ahora eso lo define. Dejarlo atrás sería dejarse a si mismo. Y ser nada. Al menos en su perspectiva.

Salió de su recuerdo al sentir algo en su bota. Una rata se había colado bajo su asiento, mirándole y girando la cabeza con curiosidad. Veigar sacó aire de su nariz, fastidiado, y movió su pie con la intención de patearlo. La jugada le salió al revés. La rata aprovecho para subirse encima y meterse entre sus ropas, haciéndole cosquillas y sintiendo ese repelús de sentirse invadido en un sentido asqueroso y violentado.

Bailó en la banca y en el suelo hasta que el roedor salió disparado por una de sus mangas, cayendo bajo la mesa de una de tantas que había en la zona. Desde ahí, con sus ojos negros, miró al yordle. Veigar sintió un escalofrío que recorrió casi todo su cuerpo, recordando aquella noche.

Sabía lo que le estaba comunicando.

La rata desapareció corriendo entre las piernas y pedazos de madera, yendo hacia el callejón mas cercano. El yordle se sintió aliviado.

Esta noche tendrían que ir con el anciano.


Continuará...