下人 Genin
(Los de abajo)
1 Obras de arte
—Entonces quiero que vean las diferentes instalaciones de sus compañeros, las analicen y nos reuniremos en las sillas de jardín blancas que están al fondo de la casona para discutir. —La maestra Oda les dio instrucciones.
A decir verdad, Rin odiaba esta clase, no le gustaba para nada el arte moderno como las instalaciones o los performances, ella se había metido a la escuela de arte porque le gustaba dibujar y pintar, nunca imaginó que su pasión ya no estaba de moda, incluso sus maestros más modernos se atrevían a decir cosas como "la pintura ha muerto". Exhaló resignada a ver cualquier tipo de verborrea mental plasmada en las obras de sus compañeros y avanzó por los pasillos de manera desganada.
La casona tenía una arquitectura de estilo europeo y era mayormente rentada a los estudiantes de arte de diferentes universidades o colegios que había alrededor, a veces eran conciertos de música, otras de foto, pero esta semana los alumnos de la clase "Instalación y performance" habían rentado la casona para mostrar al público sus trabajos.
El ambiente veraniego y la humedad estancada entre las frescas paredes con enredadera de moneda, daba una sensación muy extraña, más extraña que las propias instalaciones de los estudiantes, a pesar de estar rodeada de imágenes grotescas o un montón de basura que algunos se atrevían a llamar "arte conceptual".
Dio una vuelta a todo el lugar, deteniéndose un poco a observar su propia obra con disgusto, había hecho una cabeza humana con papel de baño y le pintó manchas cafés simulando excremento, de nombre llevaba "La mente humana", era estúpido, obvio, literal, poser, «¡Qué asco me doy!» pensó con desdén sobre sí misma y continuó el recorrido.
A pesar de que se supone que estaba estudiando lo que realmente amaba, no lograba sentirse satisfecha con su vida, era como sí la obscuridad de la que pretendía alejarse, la siguiera a todos lados como su sombra, probablemente porque ella era el problema, no la sociedad.
Una vez que terminó de ver las obras en tiempo récord, se sentó en una de las sillas blancas del jardín a esperar que el resto de sus compañeros terminara el recorrido. Aun cuando la noche era bastante caliente, el metal de la silla le dio un escalofrío en cuanto entró en contacto con la piel de sus muslos que no alcanzaban a cubrir el short.
Observó a dos de sus compañeras mirar una instalación de hilos enredados entre sí, estaba segura que su compañero se había llevado muchos meses tejiendo toda esa maraña de basura y cables, era obvio que le había puesto mucho esfuerzo a su obra, pero el resultado… era poco contundente. Una de las compañeras se alejó de la instalación bufando con enfado, mientras la otra compañera pasaba sus manos por cada cable e hilo "tejido" como tratando de fascinarse y fingir que esa obra la hacía sentir algo.
Eran cerca de las 10pm, cuando los alumnos comenzaron a rodear a la maestra Oda esperando el veredicto sobre sus trabajos y peor aún, la opinión de disco rayado de los más "brillantes" de la clase.
—A mí me parece que Yamanaka todo lo genitaliza, siento que usa los genitales para llamar la atención y es exactamente como ahora está el mundo, todo en las películas e internet está muy genitalizado, sólo vez vaginas hinchadas, culos hinchados, penes hinchados, chichis hinchadas, y qué me dicen de las rodillas, o los omóplatos. Es como si el resto del cuerpo no fuera lo suficientemente impresionante como para resaltarlo. —Comentó Matsunaga la alumna favorita de la maestra Oda, de hecho, Rin creía que la maestra estaba enamorada de Matsunaga, podía incluso dibujar una línea que salía de los brillantes ojos de la maestra y se dirigía directamente a los ojos de Matsunaga.
—Tú dices eso porque eres una mojigata, aburrida, la verdad es que se te antojaron mis bolas, pero como quieres quedar bien con la maestra, finges ser lesbiana. —Yamanaka contratacó claramente ofendido por el comentario de Matsunaga hacia su obra.
De pronto la discusión se armó en grande, que si se nace gay, que si se puede fingir, que si en realidad esto importa, que si la "tolerancia" hacia la comunidad LGBT debería ser obligatoria o si la misma palabra "tolerancia" denotaba cierta superioridad de los labios de quien la pronunciaba.
—Yo no quiero que me toleres, ¡me vale madre si te causo incomodidad!
—¡Hay que llevar el sexo a las calles, eso es una verdadera revolución!
Gritaban los alumnos "brillantes" citando a maestros o frases choteadas de la comunidad gay en redes sociales.
Rin sonreía a medias escuchando a sus compañeros tratando de ser "el más original", "el más incómodo", "el más irreverente" sin dar opinión alguna. Ella era famosa por no hablar.
Daban las 12am y la mitad de los alumnos ya estaban pasados de copas, ella se alejó un poco adentrándose en el jardín de la casona que al final se conectaba con el bosque. No se sentía cómoda en el ambiente hippie a pesar de que, comparado con sus compañeros de preparatoria, los de la universidad de arte eran mil veces mejores. El sonido de los grillos y otros bichos nocturnos la tranquilizaron de inmediato, aunque poco le duró el gusto ya que también escuchó el pasto crujir detrás de ella. Era Matsunaga.
—¿Estás bien Matsunaga? ¿Viniste a vomitar?
—Yo…quería, pues aclarar lo que dijo Yamanaka sobre mí, yo respeto mucho a la maestra Oda y no quería que se malinterpretaran las cosas y...
Rin no entendía por qué Matsunaga sentía la necesidad de explicarle a ella esas cosas —Lo sé, siempre que alguien dice que sacas puro diez porque eres la novia de la maestra, tú siempre lo niegas y aunque fuera verdad, pues es algo que a nadie le incumbe.
—Yo… —Matsunaga miraba al suelo, estrujaba sus dedos haciéndolos cambiar de color entre amarillo pálido, pasando momentáneamente por el blanco y regresando al rojo. De pronto Matsunaga haló las caderas de Rin enganchando los dedos en las tiritas donde va el cinturón del short y los rojos labios de Matsunaga se estamparon en la boca de Rin.
Rin estaba tan en shock que no se movió, seguía con los ojos abiertos sin entender qué estaba pasando, hasta que sintió los labios de Matsunaga trataban de succionar los suyos, entonces se dio cuenta que ese fue su primer beso.
Nunca antes si quiera se había cuestionado si le gustaban las mujeres o los hombres, simplemente no le llamó la atención nadie durante su vida estudiantil. Le gustaba dibujar rostros hermosos independientemente del sexo, pero nunca sintió eso que todos describen como enamoramiento o deseo. Los labios de Matsunaga eran suabes, y apachurrables, no era una mala sensación, pero tampoco era lo máximo; no sentía algo en particular.
Mientras Rin y Matsunaga seguían experimentando en el jardín, la fiesta de la facultad continuaba en la casona, el resto de los alumnos ya habían pasado de *umeshuu a *chuuhai. No todos tomaban o fumaban, pero en Artes todos convivían alegremente; cada quien con sus particulares filias.
Las luces blancas que pegaban en las enredaderas verdes daban la ilusión de una bóveda que los envolvía en un humo verdoso, aunado a las extrañas obras de arte; se generaba un ambiente mágico e inverosímil. Tan extraño como la silueta de la criatura encorvada y deforme que, según las cuentas de Yamanaka, ya llevaba ahí parada justo en medio de la puerta principal alrededor de un minuto. Al principio creyó que era efecto del alcohol que imaginaba cosas, pero era real y no se movía.
Se giró y le preguntó a su compañero Okamoto si él veía algo en la puerta, Okamoto se sorprendió —No había visto esa instalación, eso sí que es interesante, ¿qué significa?, ¿un feto gigante? —Okamoto exclamó dando dos pequeños pasos hacia la silueta.
—Quizá hablé sobre esta generación de adultos que somos abortados a la sociedad aún en estado de gestación de nuestro propio ser y sin saber qué somos, pretendemos formar parte de un todo— Comentó Hayashi, una de las brillantes de la clase.
—¡Prohibido darle más alcohol a Hayashi! —Rio Okamoto y le arrebató la cerveza de las manos a la chica.
—¡Ay ya! —Gritó Hayashi y recuperó su cerveza de las manos de Okamoto —Noto cierto miedo de todos aquí ante la escultura, ¿por qué no nos acercamos a verla? —le pareció chistoso al principio que absolutamente nadie caminó con ella para ver la escultura de cerca, lo había dicho de broma, pero entre más se acercaba más miedo sentía. El silencio se había apoderado de sus amigos y la piel erizada en su brazo le gritaba que volviera con el grupo, pero ella no podía permitirse tal debilidad ¡y mucho menos ante una simple obra de arte!
Tuvo que detenerse como a un metro de distancia, tenía a la criatura de frente, era blanca, húmeda, uno que otro pelo salían de diferentes pliegues, lo que más asco le daba era el bulto en su espalda, era como si tuviera el estómago al revés. También las rodillas estaban volteadas. observó que tenía unos párpados muy gruesos que cubrían casi por completo los ojos, de hecho, sólo dos rayitas denotaban que alguna vez sostuvo globos oculares.
Hayashi dejó escapar un aliento que había estado conteniendo por algunos segundos y fue cuando una ventosa de la diminuta nariz de la criatura se movió. Ella se petrificó. O la escultura se había movido o no debía seguir bebiendo cerveza.
Todo pasó muy rápido.
Había caído al suelo, su cabeza crujió contra la baldosa, oía como cuando estás abajo del agua, pero aun así reconocía el sonido de algo duro triturarse, abrió los ojos y vio carne de pollo volando, su carne, se hacía girones.
Matsunaga tenía acorralada a Rin contra el árbol mientras acariciaba su cuerpo por encima de la ropa, cuando los gritos de terror de los demás compañeros las sacaron de su pequeño mundo.
Rin sin querer empujó a Matsunaga y salió corriendo rumbo a lo que hace unos minutos era una fiesta muy animada.
Casi llegando a la bóveda de humo verdoso y con olor a tabaco, su tenis pisó algo plasticoso y su trasero fue a dar al suelo. Eso seguro dejaría un moretón, ella de 22 años ya no estaba para andarse cayendo. Colocó su mano en el piso de baldosa roja de barro resbalosa y se apoyó para levantarse, estaba un poco aturdida, los gritos de sus compañeros todavía eran audibles, pero daban la impresión de ir disminuyendo. Limpió la tierra de la mano en su short de cuadritos morados y vio como una sombra roja se formaba, no le prestó mucha atención y cuando se disponía a avanzar, sintió húmeda la huella de "tierra" donde había limpiado su mano, prestó más atención al suelo notando que lo plasticoso eran más bien pedazos de carne dispersados.
—¿Pero qué carajos? —dijo en voz baja para sí misma.
Sintió como si la sangre abandonara su cuerpo y le dieron ganas de vomitar. Aun así y casi por inercia, siguió avanzando con un paso más lento, al cruzar un arco pudo divisar una figura encorvada, desnuda y lampiña. Estaba comiendo algo en el piso —Yamanaka… —dijo al reconocer la playera con estampado de cocodrilos que portaba el brazo que la criatura devoraba, algunos alumnos se aventuraban a rodear a la criatura y salir corriendo por la puerta, otros se arremolinaban contra la esquina o se escondían en las habitaciones de la casona.
De pronto la criatura se detuvo, viró su cuerpo en dirección a ella y comenzó a correr en cuatro patas.
Rin no lo pensó ni dos veces y pegó carrera hacia el bosque, rogando a los dioses que Matsunaga ya no estuviera por ahí. Corrió como nunca en su vida, las piernas le ardían, el aliento parecía no pasarle el cogote, sentía como hielitos en los dientes inferiores cada que tomaba aire por la boca. ¡De qué servía ir a la universidad en bicicleta todos los días si no tenía buena condición física!
Ella sabía que la criatura seguía tras ella. Podía escuchar sus grandes zancadas. Su cerebro repetía una y otra vez «¿A dónde voy, a dónde voy?». Sabía que no aguantaría mucho más tiempo corriendo. De pronto se encontró en la carretera, corrió hacia abajo y divisó un carro a lo lejos. Se paró en medio del camino y le hizo señas para que se detuviera, pero el carro apenas logró esquivarla dándole la vuelta y justo chocó con algo.
Ella volteó y se dio cuenta que el carro le había pegado a la criatura, el conductor bajó blanco del susto y comenzó a balbucear —Lo maté, lo maté —y salió corriendo carretera arriba abandonando por completo el auto y a la cosa accidentada.
Rin un poco más tranquila pensando en que a lo mejor sí había muerto el monstruo, siguió trotando carretera abajo hasta que llegó a Tondabayashi. No había casi nadie por las calles al ser media noche.
Llegó a su departamento caminando, al haber olvidado su mochila en la casona, tuvo que entrar por la ventana, aun así, atrancó la puerta con el mueble de los zapatos y cerró todas las ventanas. Se echó sobre el futón para repasar los eventos en su cabeza y asegurarse de que no fuera un sueño.
Sacó su celular de su bolsillo para… hablarle sus papás, pero qué les iba a decir… marcó a la maestra, a Matsunaga, pero nadie contestó.
Por ahí de las 3:20am recordó que quizá alguien en las redes sociales podría corroborar lo que había pasado, se metió a su newsfeed, pero no había nada fuera de lo normal, aunque ninguno de sus compañeros estaba en línea.
A la mañana siguiente, por ahí de las 6:30 am, se hizo un café bien cargado. No había pegado el párpado en toda la noche.
Se sentó frente al chabudai* para dos personas y de pronto le pegó la soledad. Ayer probablemente estuvo a punto de morir y ¿qué había sido su vida? Era una buena dibujante y gracias a los genes de sus padres, era una mujer atractiva y de un cuerpo bonito, eso atrajo la atención de muchos hombres, mujeres, maestros y hasta extranjeros quienes intentaban hablar con ella en inglés o un japonés quebrado. No lo iba a negar, le gustaba la atención recibida pero jamás se había enamorado como lo pintan en las películas. Ella sabía que no era una regla que todo el mundo debía conocer el "verdadero amor" que había gente hecha para otras cosas, pero de pronto estar tan cerca de morir justo después de recibir su primer beso, la habían dejado muy sentimental.
Se dio unas palmadas en los cachetes y pensó «bueno ya basta de sentimentalismos, qué hago ahora», cuando alguien llamó a la puerta. Casi se cae de espaldas por el susto, ¿podría ser que la criatura no murió y estaba justo detrás de la puerta esperando desayunarla?
Se acercó a la puerta y checó por la mirilla. Era Matsunaga, viva, sudada, con mugre, pero viva.
Rin abrió la puerta atropelladamente después de mover un poco el mueble de los zapatos y la invitó a pasar.
—¿Matsunaga, estás bien? Perdóname, yo, en cuanto vi a esa cosa, ¿si sabes de esa cosa? …Me olvidé de ti y solo pude correr y debí ir a buscarte…
—Estoy bien Noto, cuando me empujaste entendí que fue por los gritos que escuchamos, pero me quedé un poco confundida al sentir el empujón de tu parte, luego recapacité y fui tras de ti y en el instante que vi el suelo lleno de … corrí de vuelta al bosque y trepé el primer árbol que me pareció accesible, esperé a que ocurriera algo, luego pasaste tú muy cerca de donde estaba yo, corriendo con esa cosa detrás, quise bajar y ayudarte, pero no pude, no pude, perdóneme...
Umeshuu: licor dulce de ciruela
Chuuhai: una abreviatura de "shōchū highball" destilado de arroz o papa entre otras cosas, más jugo de alguna fruta y soda
Chabudai: mesas de patas cortas
