Capítulo 33

* * * P.V.A * * *

Pocas veces me he sentido tan nerviosa como ahora mismo, aquí frente a la puerta negra del club, enmarcada con un gran letrero negro de letras blancas, como la tarjeta que me dio aquel hombre anoche.

No quiero entrar, pero al ver que es la hora indicada no me queda más que inspirar profundo y abrir la puerta.

Nada más abrir hay un largo pasillo envuelto en una luz tenue, y mientras camino por él voy viendo que en realidad ya no es un pasillo, sino una gran estancia, pero a ambos lados hay como cuartos separados por tres paredes y una cortina semitransparente que ejerce de puerta, y da intimidad a las personas de dentro.

Me quedo mirando a una chica muy maquillada y liguera de ropa que pasa junto a un hombre de traje que va toqueteándola más de lo necesario, y desvío la mirada cuando sus ojos lascivos se encuentran con los míos, hasta que desaparecen metiéndose en uno de esos cubículos extraños.

Sigo el camino, y con espanto escucho gemidos y cosas obscenas a medida que voy cruzando aquel lugar, reafirmando mi sospecha de que aquello es un burdel o algo semejante. Dios mío, no podré aguantar mucho aquí, y sé que no puedo fiarme de esta gente, pero, ¿qué puedo hacer?

Cuando termino de cruzar aquel ancho pasillo llego al bar propiamente dicho. Una gran estancia igualmente con una luz débil que ilumina los sofás de cuero negro y mesitas bajas que los acompañan. Sólo en la gran barra que tengo justo en frente hay algo más de luz, exhibiendo a una camarera igual de joven y vestida de forma atrevida como la anterior que me crucé.

-Aquí estás, preciosa.

Me sobresalto cuando esa voz ya conocida se acerca a mí por detrás, haciendo que me gire para encarar al hombre de Kuroki, quien me agarra por los hombros mientras vuelve a hablar, haciéndome caminar a su lado hacia una puerta al fondo de la estancia, cerca de la barra.

-Voy a presentarte a Kuroki, encanto. No estés nerviosa, le vas a gustar, ya verás.

Yo no digo nada, y dejo que me arrastre hasta la puerta, tratando de ignorar al hombre viejo que está besuqueando y tocando el pecho a uno de las chicas, que trata de fingir que le gusta.

Cuando cruzamos la puerta hay un pasillo en forma de ele que conduce a otra puerta al final. El tío llama con los nudillos, y una voz grave deja paso, entonces abre y nos adentramos en el cuarto que es como un despacho. Escritorio lleno de cosas, estanterías y algún mueble, y un sofá negro frente a la mesa.

-Señor, ya está aquí. Ella es la que estaba con el hijo de Hideo.

Así que este es el famoso Takashi Kuroki, jefe de los Yashaki. No me lo imaginaba así.

Es un hombre alto y delgado, vestido con un traje negro impoluto, teñido de rubio y con el pelo corto y peinado un poco en punta. Tiene una profunda cicatriz atravesándole casi el ojo izquierdo y otra en el labio superior. Dios sabe las cosas en las que ha estado metido este tío. Sólo de pensarlo me dan escalofríos. No obstante, no da tanto miedo como pensé que daría.

-¿Cuál es tu nombre? –Me pregunta con una voz calmada, sin dejar de mirarme fijamente de arriba abajo, incomodándome.

-Airi Serizawa.

-Bien, Airi. Me gustas, podrías encajar aquí, así que acepto ese trato que me propuso Toru. –Añade mirando a su secuaz, callándose mientras se enciende un cigarro. Yo me atrevo a hablar sin apartar la vista de él.

-¿Entonces Genji estará a salvo si yo trabajo para ti sirviendo copas?

Veo que sonríe y se acerca unos pasos para mirarme más de cerca, haciendo que me ponga más nerviosa si cabe.

-Un trato es un trato. Dejaré en paz a Takiya. Toru –agrega separándose de mí, hablándole al subordinado-. Llévala al cuarto de las chicas y que se cambie. Que Sakura se ocupé de enseñarle cómo van las cosas.

-Claro, señor. Sígueme, preciosa.

Obedezco y salgo del despacho detrás de Toru, quien pronto empieza a hablarme mientras me lleva a ese cuarto que está al otro lado del bar, pasando los servicios.

-Tendrás que ponerte cosas más provocativas para trabajar aquí, guapa, pero Kuroki es generoso, no tienes que comprarte nada si no quieres, puedes usar ropa de las chicas, hay un montón. Así también te ahorrarás que no te demos el visto bueno. Se te ve de las recatadas, encanto. Llamaré a alguien para que te ayude con el maquillaje y eso.

Cuando cierra la puerta y me deja sola en el cuarto siento que voy a llorar y me siento en una de las sillas frente al tocador que hay, observando a mi alrededor los percheros llenos de vestidos y faldas, los tacones tirados por el suelo, los pintalabios y sombras en las mesas y los restos de tabaco y otras sustancias que prefiero no saber qué son. Todo esto me supera.

En cuanto se abre la puerta me levanto y limpio las lágrimas que han conseguido derramarse, viendo con algo de alivio que sólo entra una chica. Es joven, como todas, de piel clara y teñida de rubia. Pronto descubro que es la que estaba antes en la barra.

-Hola, soy Sakura. Ya me han contado que empiezas hoy. ¿Has visto algo que te guste para ponerte?

-No entiendo mucho de este estilo, la verdad. –Digo con sutileza, haciendo que ella se dirija a los grandes percheros y empiece a mirar.

-Bueno, tranquila. Yo te ayudaré. Puedes coger siempre la ropa, zapatos y el maquillaje de aquí, y dejar tus cosas para trabajar. Solo entramos nosotras, no pasa nada. ¿Qué tal este? Parece de tu talla.

Miro con ansiedad un estrecho vestido corto rojo fuego con un escote en v de vértigo, y en su otra mano unos tacones de aguja negros con plataforma y de inmediato me pongo a llorar, incapaz de controlarme. Sakura deja el vestido sobre una silla y se acerca para rodearme con un brazo por la cintura, hablándome con dulzura.

-Tranquila, es normal que estés así, pero al final una se acostumbra a esto, y si no te metes en líos y haces lo que te dicen no te harán nada, serán buenos contigo y Kuroki te protegerá de los que intentan pasarse de listos. Sólo piensa que estás actuando, como si fueras actriz. Será mucho más sencillo, en serio. Pero tranquila, te mantendremos en la barra solamente y sólo tendrás que aguantar comentarios, si acaso algunos roces y caricias. Todo irá bien, ya verás.

Sus palabras no me consuelan en absoluto, y con la misma ansiedad continúo llorando mientras Sakura guarda silencio y me abraza. Esto va a ser horrible.

* * * P.V.S * * *

Me levanto de las escaleras del portal de mi hermana y saco el móvil, respondiendo a la llamada de Ruka mientras me dirijo a la puerta de mi hermana para apoyarme en la barandilla y mirar la calle.

-Hola. –Saludo mientras rebusco mi paquete de tabaco en el bolsillo de mi pantalón.

-¿Ha llegado ya Airi?

-No. Tampoco me coge el móvil.

-Tiene que haber pasado algo, Tamao. Es tardísimo para haberse entretenido en el trabajo. Voy a ir para allá y la buscaremos.

-Espera, Ruka. Ya la estoy viendo.

-Menos mal.

-Vete a dormir, mañana te contaré todo. Te quiero.

-Y yo.

Cuelgo y me separo de la barandilla, y poco después veo a Airi entrar en el rellano. Parece muy cansada y abatida, y me extraña ver que va maquillada, algo que no suele hacer casi nunca. En cuanto me ve su cara cambia, como asustándose.

-Tamao, ¿qué haces aquí?

-Quería saber si estabas bien después de lo del otro día en el bar. ¿De dónde vienes tan tarde? Mañana tienes clase.

-Tengo un trabajo nuevo de noche. Necesito el dinero.

-¿Dónde? ¿Y desde cuando te maquillas de esa forma? –Pregunto extrañado mientras abre la puerta.

-En un bar. Tenemos que ir maquilladas. Tamao estoy muy cansada, voy a irme a dormir.

-Airi, espera –hago que se detenga antes de meterse en casa-. ¿Estás bien?

Ella sonríe levemente y me da un beso en la mejilla, susurrándome que sí, pero es evidente que miente.

-Buenas noches, Tamao. Gracias por todo.

Asiento mientras la veo desaparecer, pero me quedo allí anclado dándole vueltas a la cabeza. Casi no puedo reconocerla, y eso me asusta. No está nada bien y lo compruebo cuando poco después la escucho sollozar al otro lado.