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Senku respiró profundamente, su mirada fija en Kohaku.
—Mentiste, entonces.
Kohaku bajó la mirada.—Yo no quise ser un obstáculo para tu camino.
¿Un obstáculo decía? Quedó en silencio, esperando a que Kohaku continuara.
Tomó una respiración profunda.—Un mes antes de irme, comencé a sentirme mal. Mareos, cansancio, muchísimo sueño... Me dormía en cualquier parte. ¿Recuerdas? Incluso Ruri sugirió que podría estar embarazada.
Senku asintió, recordando que incluso él había pensado en esa posibilidad.
—Sí, recuerdo que volviste del hospital y me dijiste que era un tumor en el cerebro.
Kohaku asintió, recordando a Yuzuriha abrazándola antes de que ella misma y su hermana entendieran la gravedad de la situación hasta que el médico explicó.
—No lo dije todo. —Senku frunció el ceño—El médico dijo que, que necesitaría tratamiento de radiación antes de que pudieran operarme.
—Mierda.
Senku maldijo seco. Y sus propias palabras de años atrás llegaron a sus oídos.
—Te operaran, y si hay algún riesgo solo tienen que petrificarte.
Kohaku suspiró, recordando la omisión de la información a Senku.
—El tumor era demasiado grande, y necesitaba radiación para reducir su tamaño antes de que pudieran operarme. Cuando me contaron todos los efectos... No quise convertirme en una carga y además creí, creí que podía soportarlo.
—El tumor es grande y agresivo. No podemos solo operar y petrificar.—dijo el médico—. Necesitarás tratamiento de radiación para reducir su tamaño antes de que podamos operar. Sin embargo, el tratamiento puede tener efectos secundarios significativos, como fatiga, náuseas, pérdida de cabello y daño en la piel.
Kohaku asintió, intentando procesar la información.
—Ja puedo hacerlo.
Luego se giró a Yuzuriha y Ruri que la habían acompañado y les pidió apoyo solo para no divulgar todo lo dicho por el médico, pensando sobre todo en no distraer a Senku que estaba más ocupado que nunca. Ya tenía una idea de que podría decirle.
Pero cuando llegó el día de su primera sesión de radiación, Kohaku se sintió abrumada por la realidad de su situación. Estaba acostada en la mesa de tratamiento, con la máquina zumbando sobre ella, y se dio cuenta de que no estaba preparada para eso.
La máquina comenzó a emitir un zumbido más fuerte, y Kohaku sintió una sensación cálida en su piel, algo de miedo quiso golpearle pero trago saliva y dejó salir el aire de sus pulmones de apoco.
Podía hacerlo.
A nada de recibir su tercer tratamiento apenas y podía con todo el agotamiento sobre ella, la piel irritada, los mareos y sobre todo las náuseas que no le dejaban comer.
Solo hasta entonces la realidad la golpeó, fuerte está vez. Si, podía hacerlo... Pero sería diez billones de veces más fácil hacerlo si Senku la acompañará. Y se odiaba por desear eso. Se negaba a distraer a Senku.
Ruri y Yuzuriha eran quienes normalmente la acompañaban y durante esas tres semanas prácticamente había desaparecido de la vida de Senku, claro que con todo el trabajo que el científico tenía apenas y lo había notado.
A su cuarto semana el cabello comenzó a caérsele por mechones y optó por cortarlo hasta las orejas, dejándolo aún más rebelde.
Solo hasta entonces en una visita al laboratorio después de algún tiempo sin ver a Suika y a Senku se permitió pasar por ahí usando algo de maquillaje natural y esperando por qué no notarán su pérdida de peso.
Senku no dijo nada, ni siquiera de su nuevo corte cuando salió para mostrarle la idea de Suika. Y ella lo odió y amó a partes iguales.
Odio que no la notara porque una pequeña voz en su cabeza comenzaba a decirle que a él no le importaba y lo amo porque otra en cambio le decía que eso era refrescante, que no le mirará con pena como habían empezado a hacerlo su par de amigas.
Un par de días antes de su quinta sesión Yuzuriha se pasó a dejarle un lindo gorro lila que seguramente después usaría.
—Conozco a Senku desde niños y él siempre se ha enfocado en sus proyectos... Siempre viene uno detrás de otro.
Kohaku sonrió a eso, eso que Yuzuriha decía era cierto y era parte del porque lo admiraba tanto.
—Los-Los conozco a ambos y son muy queridos para mí. Siempre desearé lo mejor para ustedes pero Kohaku tal vez, no quiero decirlo así pero tal vez... Senku no sea lo mejor para ti.
La sonrisa de Kohaku pasó en automático a convertirse en una fina línea recta.—Tal vez...
Y recordó a través de los años, cada momento juntos, no los cambiaría por nada y después... Recordó cada ocasión en la que bromeando y después seriamente le pedía algo de claridad respecto a ellos.
A veces ni siquiera sabía cómo referirse a su relación.
Siempre supo que para ser la mujer de Ishigami Senku debía ser dura y tener paciencia infinita. Y lo aceptó, creyendo que su paciencia y su dureza rayaba en lo infinito y ahora... De verdad deseaba que fuera diferente.
Deseaba no desear ir corriendo a él para que le abrazara y aliviará con su calidez un poco de todo su malestar.
Saliendo de su quinta sesión vómito un poco antes de llegar al departamento del Ishigami, entró con la llave que Senku le había entregado y como siempre no estaba, llegaría muy tarde o quizá no llegaría.
Se lavó los dientes, tomó algo de agua y se metió en la cama que olía a Senku, haciéndose un ovillo ahí y descansando como hacía rato que no lo hacía.
—Senku...—Y solo una lágrima cayó de cada una de las comisuras de sus ojos.
Base lunar, terraformar planetas, máquina del tiempo. Todo se escuchaba emocionante… ¿Y luego que seguiría?
Hasta dónde le habían explicado, acabarían con el tumor, no había duda en eso pero este podría volver más agresivo.
¿Pasar por eso otra vez? ¿Y sí no lo soportaba y terminaba la próxima vez siendo una carga para Senku?
Cerró los párpados un momento aspirando el aroma impregnado en la cama del Ishigami, cuando justo el hundimiento de la cama a un lado suyo le hizo abrirlos.
—Aquí estás…
Se topó con la visión de un exhausto Senku apenas iluminado por la luz que se colaba por la ventana.
Esa noche le hizo el amor después de decirle que había tenido una de esas semanas que querían matarlo de estrés, todo sin tener idea del dolor de cabeza que estaba a nada de darle a la rubia con tantos pensamientos agolpandose y quedando a medias.
—Después de todo no tienes tiempo para esto…
Fue lo último que le dijo años atrás, con el dolor en el pecho de reconocer que no quería cargarle a Senku su situación ni él hecho de tener a alguien tan débil como ella a su lado.
—¿Entonces decidiste por mí, eh?—reprocho recordando bien esa última noche.—Todos lo sabían, excepto yo.
Kohaku se encogió de hombros, su mirada fija en el suelo.—No quería que te sintieras responsable de mí. Quería protegerte. Tu ya tenías mucho que hacer.
Senku se acercó a ella, su rostro a pocos centímetros del suyo.
—¿Protegerme? ¿Y de qué?
Kohaku levantó la mirada, y sus ojos se encontraron con los de Senku.
—De mí misma.
Senku respiró profundamente, y su mirada se suavizó ligeramente.
—Eres una Leona muy tonta. ¿Cómo se te ocurre protegerme de mi razón para vivir?
Senku la atrajo hacia sí, envolviéndola en un abrazo cálido y protector. Y mientras la abrazaba, comenzó a acariciar suavemente su largo cabello dorado, que caía en cascada por su espalda. Los dedos de Senku se deslizaron por las hebras sedosas y se preguntó: ¿Cómo habría afrontado ella ese tratamiento?
Kohaku se sintió aún más relajada en sus brazos, disfrutando de la sensación de sus dedos acariciando su cabello. Cerró los ojos y se dejó llevar por el momento, hasta que el escuchar el crujido de la madera por el pasillo la alertó y le hizo recordar donde estaba, haciéndose a un lado.
Notó al instante el cambio de actitud en ella después de los pasos que se escucharon cerca, lo que le hizo fruncir el ceño.—¿Vas a decirme qué hace él aquí?
—Se queda aquí.—respondió sonrojada. Y siguió ante la ceja alzada del Ishigami.—Hyoga tiene su propia habitación, él, en la última visita que hizo junto con Mirai, Tsukasa y Minami él decidió quedarse.
Senku asintió con eso algo aliviado de escuchar que tenía su propia habitación y recordando que todos sus traicioneros amigos se turnaban para visitar a Kohaku, tenía poco más de un mes que Tsukasa había regresado de la visita que Kohaku mencionaba—¿Y cuándo piensa irse?
—No lo hará. Él... Me pidió una oportunidad.
Senku abrió los párpados a tope al escucharla. ¡Lo sabía! Siempre le pareció que Hyoga miraba de más y tenía demasiadas atenciones con Kohaku y ahora, ahí lo tenía.—Y por supuesto negaste.
Kohaku desvió la mirada—Eso... Eso sí, ya no es asunto tuyo.—Y se levantó lentamente para salir de la habitación.
Senku agachó la cabeza solo un momento, procesando aún todo, desde la mentira hasta la idea de Kohaku sopesando el entregarse a otro.
—¿Y eso qué? ¿Crees que con eso voy a alejarme?
Antes de salir y ya con la puerta abierta, giro a verlo, llevándose una mano al pecho. ¿No era suficiente?—Senku...
—Lo siento, pero vas a tener que aguantarme, porque no voy a irme hasta convencerte, aunque no sea por las buenas.
Hipando, Kohaku cerró la puerta, dejando a Senku solo de nuevo.
—Me lo vas a poner difícil, eh…
-..-..-
Kohaku se topó con Hyoga recargado en la pared del pasillo fuera de la habitación del Ishigami.—Hyoga.
Hyoga sonrió ligeramente, su mirada fija en ella mientras se apartaba de la pared con un movimiento suave y fluido. Se acercó a Kohaku con pasos lentos.
—Entonces... Se viene algo muy problemático, ¿no? Senku no es conocido por su paciencia cuando se trata de ti.—dijo mientras extendía la mano para acariciar suavemente la mejilla de la rubia.
Ella se sintió un poco incómoda con la intimidad, pero no se apartó.
—Respetaré cualquier decisión que tomes, Kohaku.
Ella sonrió débilmente, sintiendo un poco de alivio y su mirada se desvió ligeramente hacia abajo. Hyoga mantuvo su mano en la mejilla de Kohaku durante un momento más, antes de retirarla lentamente y retirarse a su habitación.
Kohaku se quedó allí, mirando la espalda de Hyoga mientras se alejaba por el pasillo. Su mirada se quedó fija en la figura que se iba desvaneciendo de a poco.
Recordar a Hyoga ayudándola cuando se fue a vivir a Nueva Zelanda gracias a Ryusui le hizo sonreír.
Todos sus amigos la habían apoyado y cuidado, la habían hecho sentir como en casa en un lugar desconocido hasta que se adaptó, pero de entre todas él destacó.
Se llevó una mano al cabello y se estremeció al recordar que se prometió no volver a cortarlo, aunque ahora le estorbaba un poco al entrenar.
La mirada cálida de Hyoga cuando años atrás le acariciaba la mejilla en aquella cama de hospital después de su operación volvió a su mente, y Kohaku se sintió solo un poco más segura de la decisión que estaba por tomar. Quizás, solo quizás, había encontrado a alguien que podía acompañarla por el camino.
La espalda de Hyoga terminó desapareciendo de su vista y solo la imagen de Senku y su mirada intensa seguían grabadas en su mente.
—No es sencillo para nosotros, Kohaku…—Gen miró con pena a su amiga que acababa de pedir su ayuda.
—Pero son los mejores, por eso sé que puedo contar con ustedes.—Con una sonrisa alzó la barbilla y apretó los puños, le daba igual su aspecto en ese momento, le daba igual no tener pestañas, cejas, cabello… solo quería que la sacarán de ahí.
—Entiendo, ese bastardo no tiene ni idea, ¿eh?
Ella negó con la cabeza.
—Gen esto no es algo en lo que podamos meternos, con lo determinada que es seguramente terminará por lograr su objetivo sin nuestra ayuda de todas formas.
Gen dejó caer su cabeza derrotado, hasta para él sería cruzar el límite el intentar usar su mentalismo con Kohaku en ese estado.
—Cuentas con nosotros… —hablo regresando a mirarla directo a los ojos.—siempre.—y sonrió a pesar de no estar de acuerdo.
—Ven acá.—Con los reflejos nerfeados de Kohaku no pudo hacer mucho cuando Ryusui la acercó para abrazarla. El Nanami trago saliva al sentir el pequeño cuerpo de ella contra él. ¿Cuánto peso habría perdido ya?—Déjalo en nuestras manos, todo.
Gen sin poder resistirse se unió al abrazo, haciendo reír alegremente a Kohaku.
Aquella vez Gen y Chrome eran quienes más se habían mostrado en contra de su decisión por motivos que sinceramente apenas y quiso escuchar…
Con un suspiro suave se retiró también a su habitación.
La decisión que estaba por tomar era la correcta. ¿Verdad?
El drama no es lo mio, soy mas de comedia y finales felices...
