Estaba enloqueciendo.

Si, definitivamente estaba loca.

¿En qué momento se le había ocurrido la brillante idea de siquiera insinuar la posibilidad que podía quedarse en su apartamento? ¿Invitarlo a dormir? ¿Cómo era posible que se hubiera atrevido?

Gracias a la providencia Naruto había aparecido para evitar que cometiera semejante locura. Bendito Naruto.

Ciertamente ella no era una chica tímida. Cualquier atisbo de timidez lo había perdido en algún momento de su primer año como Genin al lado de su sensei. La había hecho pasar por tantas situaciones particulares que había perdido la noción de lo que era la vergüenza.

Ahora bien, el hecho de que no fuese demasiado tímida no implicaba que fuese una atrevida. El sentimiento de arrepentimiento y alivio la hacía sentir demasiado tensa, no debió intentar invitarlo a su casa.

Dios, todavía no podía creer hasta que punto Sasuke había logrado desestabilizarla. Aunque debía admitir que ella también había llegado a atisbar un leve sonrojo en las mejillas del pelinegro que le hicieron sentir aquella sensación poderosa que creyó haber olvidado.

Su mirada era como su voz al hablar, suave e intensa, casi como si la acariciara. El hombre sabía muy bien como utilizar sus ojos y su voz; pero lo que realmente la había impresionado era su forma de ser, porque cuando sonreía y hablaba no podía ocultar esa personalidad magnética.

Tenten se sentía tan confundida por lo errático de sus emociones. Era muy diferente a como se había desarrollado su relación pasada; con Neji todo fue distinto, hubo muchas experiencias nuevas para ella, habia sido progresivo. Todo se había encaminado de manera orgánica y natural, sin prisas, sin luchar contra el tiempo. El Hyuga había sido un refugio de estabilidad y seguridad para ella.

En cambio con Sasuke se sentía expuesta, vulnerable, sus sentimientos eran erráticos como si estuviera cometiendo alguna travesura por la cual recibiría un castigo inimaginable y esa posibilidad de ser castigada le provocaba estremecimientos en su cuerpo que creía perdidos; algunas veces se había pillado conteniendo la respiración debido a su proximidad.

El Uchiha era un hombre muy apuesto, demasiado apuesto. Poseía una elegancia que no suelen tener los hombres jóvenes, por muy atractivos que fuesen. Pese a su serena expresión, de aquel hombre parecía emanar un espíritu feroz que la hacía sentir tanto intimidada como cautivada. Su pulso se aceleraba irremediablemente cuando estaba cerca de él.

Pensó con ironía que debió ser lo contrario pues cuando se había enamorado de Neji era adolescente, en aquella época su comportamiento atrevido habría estado más que justificado por el torbellino de hormonas, pero no había sido así. No era demasiado mayor pero había pensado que esa etapa hormonal ya había sido superada.

No es que su relación anterior hubiese estado escasa de pasión, nada más lejos de la realidad. De hecho el despertar de su sexualidad con Neji había sido mucho mejor que cualquier fantasía que se hubiera podido imaginar; sin embargo habían sido muy cuidadosos para evitar ser descubiertos y había una tensión deliciosa en aquella complicidad, en aquellos momentos de cercanía en los que tenían que contenerse hasta que finalmente podían estar solos. El secretismo y el anónimato se habían convertido en los ingredientes clave para condimentar su pasión. Con solo recordarlo se sentía ligeramente febril. Aún así, ella jamás se había comportado con Neji como lo había hecho con Sasuke esa noche, al menos no en la etapa temprana de su relación; en el fondo sabía que estaba negándose a aceptar la razón por la que se había comportando de una manera tan desvergonzada.

En su favor, debía admitir que no era un desconocido; después de tantos meses y conversaciones lo mínimo que podía era admitir es que eran amigos. Vagamente recordaba haber tenido la impresión de que era lindo la primera vez que lo vió, pero aquello no había sido nada más que una simple afirmación de lo evidente y la apreciación de una adolescente.

Todas las chicas pensaban que era atractivo, aquella que no lo creyera debía estar loca o ciega. Aún así su fascinación inicial se fue tan rápido como había llegado. Después de todo ella tenía a su propio genio, glorioso y enigmático. Todo lo que hubiese podido desear en un chico Neji lo tenía, eclipsaba a cualquier otro chico con quién pudiese intentar compararlo.

Tal vez justo ese era el punto. El que Sasuke tuviera la capacidad de desestabilizarla, de sacarla de su zona de confort, de sentir que esa adrenalina que se había esfumado de su cuerpo después de la Guerra había regresado, le gustaba; esos momentos la hacían olvidar la ausencia de Neji, en el fondo eso era todo lo que deseaba. Poder seguir adelante y ser capaz de recordarlo sin sentir aquella terrible devastación.

Esa noche cuando había vislumbrado el oscuro cabello del hombre en aquel parque se sintió subyugada. Aquellos ojos refulgian en la distancia y cuando estuvo cerca se quedó paralizada por un instante, como si hubiese caído en un trance que la mantuvo inmóvil incapaz de apartar la mirada de él. Era increíble como uno de sus ojos era tan negro que parecía dibujado con tinta, una enigmática cuenta azabache; mientras el otro era un espiral de un brillo tan sobrenatural como enigmático que no tenía final, era difícil apartar la vista de sus ojos. Esos curiosos ojos le conferían un aspecto levemente diabólico y le parecía una locura estar fascinada por ello.

No pudo evitar burlarse de si misma. Debía anotar en alguna parte que sentía una gran debilidad por los hombres con misteriosos e indescifrables ojos. Tal vez sentía una reprochable excitación al pensar que con solo una mirada podrían ser capaz de desnudarla.

Algo que la desconcertaba era que ya sabía que Sasuke era un chico atractivo, tenía un rostro sumamente proporcionado, la boca amplia y de labios perfectos, una nariz larga, respingada, y esos ojos que, además de todo irradiaban autoridad. La certeza de confirmar con sus propios ojos el atractivo del hombre la hizo sentir como si se estuviera derritiendo lentamente. La repentina corriente eléctrica llena de deseo que la había recorrido cuando tocó su piel fue demasiado abrumadora.

Lo que más la había asustado era que estaba segura que Sasuke habría aceptado pasar la noche en su casa, y si ese hubiese sido el caso no habría tenido escapatoria, sus hormonas se estaban apoderando de su cuerpo. No sabía que instinto se había despertado en ella o cuál de sus sentidos se había agudizado pero lo cierto era que tenía la capacidad de leer su mente. No se atrevía a afirmar o negar que sabía lo que él quería pero la verdad era que tenía la habilidad casi innata para adivinar sus pensamientos, era como si lo que quería decir, ella pudiera anticiparlo antes de que formulara las palabras.

Era una locura. Una deliciosa locura.

Nunca se había considerado a si misma una chica delicada pero tal vez el hecho de verlo liberado de sus ataduras, de percibir que era un hombre alto, imponente y de proporciones elegantes la había hecho sentir diminuta ante su presencia.

En todos los meses que estuvo visitando su celda ella siempre tuvo el control de la situación, cuando quería que estuviera desatado lo liberaba, si quería hablarle, le hablaba, si quería estar en silencio, callaba. Todo lo que pasara en esa celda dependía completamente de ella. Ella sabía que había sido de esa manera porque él lo había querido, tal vez ese inocente juego de sumisión le había agradado en cierta manera. Y, debía ser honesta, a ella también le había gustado tenerlo a su merced.

Pero ahora no podía quitarse esa sensación de que intervención de Naruto definitivamente la había salvado. Una parte de ella sentía una gran turbación sobre quien tenía el control sobre quien ahora. Todos sus sentidos le indicaban que el control sobre su propio cuerpo estaba a punto de perderlo. Se había salvado esa noche, pero tenía la ligera sospecha de que no estaría segura por mucho tiempo.

Antes de despedirse Sasuke le había tomado la palabra y habían quedado en ir a su antigua casa. El complejo Uchiha estaba tan alejado del centro de la Aldea que había quedado intacto luego de la devastación de Pain. Así que si el hombre tenía intenciones de recuperar su antiguo hogar seguramente necesitaría de tiempo para reparar todos esos años de abandono. Y, siendo francos ella era una muy buena aliada para esos casos.

Su técnica de invocación temporal era infalible, cualquier objeto que necesitaran estaba a su alcance en un instante. Así que, aunque no se hubiese ofrecido, seguramente él habría necesitado su ayuda.

Así que, luego de darse una ducha fría que relajó su cuerpo y reguló su temperatura, organizó todas las cosas que quizás podría necesitar, le gustaba estar preparada ante cualquier situación. No sabía cuando se volverían a ver pero seguramente la siguiente vez sería definitivamente para ir a su antigua casa.

Relajada en su cama reflexionaba sobre su vida esos últimos años. Había ganado y perdido tantas cosas; Tenten se sentía una persona diferente.

La situación con Sasuke se le hacía irreal. Esa amistad que había surgido de la nada y prácticamente por obligación se había convertido en un pilar que la había ayudado a levantarse del lodo cenagoso en el que había estado hundida por meses. Aquella noche de desahogo fue liberadora. Como si hubiese estado ahogándose y fuese capaz de respirar por primera vez.

Tal vez desde ese momento empezó a apreciar su compañía, o quizás había sido desde la primera vez que lo vió ahí encerrado en aquella celda oscura y húmeda. Sintió envidia de él porque a pesar de estar literalmente aprisionando, de su ser irradiaba tranquilidad, aceptación, incluso parecía estar un poco a gusto con ese trato que recibía.

En cambio ella era libre, querida, tenía amigos, era respetable pero su mente estaba en una celda más inmunda que aquella. Quería cambiar de lugar con él, tal vez sentir esas ataduras asfixiantes la regresaría a la realidad y le ayudaría a ser mas agradecida con lo que tenía. Se mataba todos los días con entrenamientos que llevaban su cuerpo el límite, cada vez que se lastimaba se sentía plena, anhelaba aquel dolor físico; porque el dolor físico era mucho más soportable que el dolor emocional que la erosionaba desde el interior de su ser.

La culpa la carcomía todos los días. Ocultar el secreto de su devastación era insostenible. Había llegado a su límite en el cumpleaños de Neji; haber soportado ese día, ese memorial, esos saludos, esas sonrisas nostálgicas, esas palabras sobre lo maravilloso que había sido Neji Hyuga, la maravillosa vida que había tenido.

Tenten los aborreció. Odió toda aquella situación. Los maldijo a todos y cuando pudo encontrar un escape solo corrió y corrió sin rumbo.

Sus pies la llevaron hasta las afueras de la Aldea y hubiera seguido corriendo de no ser por los centinelas de turno que la habían inspeccionado con curiosidad. Había dado la vuelta y, sin ser del todo consciente, sus pies la llevaron hasta el edificio donde estaba custodiado el Uchiha. Aquella vez había pensado que quizás no sería tan malo tener algo de compañía, incluso si se trataba de un recluso que era posible que sintiera rechazo por ella.

Los guardianes de la zona la conocían así que no le fue difícil conseguir el pase de entrada y una vez dentro simplemente había improvisado. Tal vez en el fondo esperaba su desprecio, esperaba crueldad; quería desesperademente tocar fondo, llegar a la parte más profunda del desasosiego que la consumía, en cambio, sorpresivamente había encontrado un invaluable consuelo, calidez, incluso hasta dulzura en sus cortas palabras, breves si, pero llenas de tanto significado. Valoró cada una de ellas.

El llanto que había estado sosteniendo durante meses se desbordó como una presa destruida, todo el miedo, el coraje, la tristeza la había dejado salir y luego de esa terrible noche se había sentido liberada de una carga sumamente pesada. A pesar que seguía aferrada a sus fantasmas, luego de ese momento fue un poco más sencillo todo. Cada día era más soportable, aunque no menos doloroso, pero sentía que podría llegar a vivir con ello, incluso había llegado a sonreír sinceramente otra vez; y por eso siempre estaría agradecida con Sasuke. Él le devolvió su capacidad de sonreír.

En el pasado nunca había logrado entender porqué Naruto y Sakura estaban tan obsesionados con Sasuke pero después de aquello pudo comprenderlo y hacerse su amiga no fue nada difícil. Había valido la pena el esfuerzo del equipo siete por salvarlo.

El hombre era una persona casi desconocida y ajena a su historia personal, quizás eso había hecho más fácil el hecho de abrirse con él.

A Sasuke no le importaba quien había sido ella en el pasado sino que podría llegar a apreciarla por lo que era justo en ese momento. Él pudo encontrar algo de valor en aquella mujer desecha por la desdicha.

Aunque no lograba determinar el momento en que se había empezado a sentir atraída por él. Su interés por el joven se había intensificado rápida y peligrosamente después de aquel acercamiento. Era una criatura espléndida, debía admitir, incluso con tal descuido en su imagen era todo un encanto que la atraía como un imán.

Ahí en la oscuridad su voz resonaba más grave e imponente, como si demandara mayor respeto del que recibía. Era una pequeña suma de contradicciones pues a pesar de su autoridad se había sorprendido al descubrir el modelado matiz de tristeza y humildad en su voz. Quizás en ese momento fue que se rindió ante él. Eran similares. Su semblante nostálgico la había cautivado.

¿Por qué ese hombre producía ese efecto en ella?

El eco musical de sus palabras le habían llegado al alma. Había quedado deslumbrada por todo lo que había compartido con ella.

En los meses siguientes continuó con sus visitas, algunas veces se ausentaba debido a alguna misión que se le había asignado. En algún punto luego de su desahogo el Hokage parecía haber notado cierto cambio favorable en ella y recuperó su confianza. En los días de larga ausencia se había descubierto exaltada por verlo otra vez y eso la había llenado de pánico.

Aquella noche después de haberlo visto libre y glorioso, tan solo por unos momentos había pensado en la posibilidad de poseerlo y ese pensamiento la había llenado de terror. El hombre era tan imponente y guapo, como aquella lejana primera vez que lo había visto. Sin duda alguna estaba ornado con uno de los rostros más atractivos que había visto en su vida.

Definitivamente en Sasuke Uchiha había demasiadas peculiaridades y Tenten estaba ansiosa por descubrir cada una de ellas.

Y vaya que lo haría.

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