Por supuesto que Theo sabia perfectamente a quién se refería Hermione. Había hablado demasiadas veces con ella como para saber la duda que había estado surgiendo en su interior en las últimas semanas.

Pero esto no estaba bien; hoy era el día de su boda, Weasley estaría esperándola en el altar y ella no podía ver a Draco…sencillamente, porque estaba preso y aún le quedaban varios años por delante. ¿Qué pretendía Hermione yendo a ver a un hombre preso el día de su boda con el que no tenía nada? Hermione había decidido seguir adelante con la boda, Theo aún recordaba las palabras de Hermione cuando semanas atrás, decidió olvidarse del asunto de las cartas.

...Y es lo mejor Theo. No quiero que Malfoy se ilusione con algo que no es real. Además , Ron es lo que siempre he querido...una conexión momentánea con Malfoy a través de unas cartas no signifca que tenga que tirar todos estos años junto a Ron.¡Ni si quiera he visto a Malfoy desde que éramos jóvenes!...

Por mucho que Theo quisiese a su amigo no podía hacerle esto a Hermione…tenía que ayudarle a tomar la mejor decisión, y esa, era volver a su boda.

Los nervios le estaban jugando una mala pasada y Theo, como buen amigo debía hacerle entrar en razón.

—Hermione… ¿Has dejado plantado a la Comadreja en el altar?

—¡NO! Aún falta una hora para que empiece a llegar la gente…solo…solo necesito verle un momento—dijo Hermione con los ojos llorosos.

—Hermione no puedes presentarte en mi casa, vestida de novia una hora antes de tu boda y pretender que organice una visita a Azkaban… ¡Estas peor de lo que creía! Tú siempre has sido la inteligente aquí ¿No?

Hermione bajó la cabeza avergonzada. Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas cuarteando el maquillaje que Ginny con tanto cariño había hecho.

Theo se acercó y la atrajo a sus brazos mientras le hablaba en voz baja.

—Hermione... tú misma decidiste seguir adelante con Ron. Draco está preso y lo seguirá estando por muchos años...

—Tienes razón Theo…pero no puedo hacer esto sin verle antes…necesito comprobar que no estoy equivocándome, necesito mirarle a los ojos y no leer sus palabras en un trozo de pergamino. Quiero escuchar su voz, quiero ver su expresión…necesito comprobar que todo lo que dice es real.

Theo dejó escapar un suspiro. ¡Esto era de locos! Si a su yo adolescente le contasen que estaría debatiendo con Hermione Granger sobre si llevarle a ver a Draco antes de su boda con Weasley…se reiría a carcajada limpia, sí.

Pero...en el fondo, Theo era un Slytherin y no sería él quién se interpusiera en la felicidad de su amigo por un Weasley; porque Theo estaba seguro que si Hermione Granger era capaz de ir hasta Azkaban el día de su boda es porque los planetas, de alguna forma, se habían alineado en favor de Draco...y estaba ansioso por ver que tenía el destino preparado para estos dos.

—Veré que puedo hacer…—dijo finalmente—dame un minuto.


Las olas chocaban contra la pequeña embarcación haciendo que el agua salpicase mojando el cabello de Hermione que se estaba apelmazando contra sus mejillas.

Los ojos de Theo la miraban con preocupación, pero Hermione seguía erguida, con su barbilla alta, dispuesta a no dar ni paso atrás en su decisión.

Una vez que bajaron del pequeño bote, Theo ayudó a Hermione a subir las escaleras de piedra hacia la puerta principal.

Hermione cogió una bocanada de aire y se adentró en la fortaleza: había llegado el momento de la verdad, en unos minutos descubriría si había cometido el peor error de su vida o, por el contrario, el mejor.


El cuenco de avena del desayuno seguía en un rincón de la celda. El profeta, enrollado sin abrir, yacía encima de la cama junto a los de las semanas anteriores.

Hoy era el día. Hoy ella se casaría y no tenia valor de abrir el periódico para comprobar que así había sido, prefería vivir en la ignorancia como llevaba haciendo desde que entendió hace cuatro semanas atrás, que ella no iba a contestar su última carta.

Draco lo entendía, de verdad que sí. ¿Cómo iba ella a dejarlo todo por un simple preso? ¿Cómo iba ella a dejarlo todo por alguien como él?

Solo se lamentó por como habían salido las cosas…hubiese querido tener más tiempo con ella, escribir muchas más cartas, mantener ese juego que se traían…ahora se arrepentía de haber sido tan evidente en sus cartas; pero ya no podía hacer nada, estaba todo perdido.

Se levantó del frio suelo donde llevaba todo la mañana sentado al notar como las antorchas de su pasillo se iluminaban.

Un funcionario se paró ante su celda y sacó la varita.

—¡Malfoy! Nott está aquí. —dijo apuntando a la cerradura y abriendo la puerta.

Genial.

Pensó Draco, justo lo que menos necesitaba hoy era escuchar a Theo y su humor negro.

El funcionario lo condujo hasta la habitación donde siempre se reunía con las pocas visitas que recibía, hizo un gesto para que entrase y Draco resopló.

—Theo, solo a ti se te ocurre venir un día como…

Pero Draco no pudo continuar su frase. Porque cuando levantó la cabeza, no era Theo el que estaba allí.

Era ella.

Ella estaba delante de sus ojos.

La Hermione real, vestida de novia y con el pelo suelto y mojado.

Merlín estaba preciosa.

Hermione Granger estaba vestida de novia en Azkaban.

—Hola Draco—dijo Hermione y Draco pensó que se desmayaría allí mismo. En efecto, era ella…pero era todo tan surrealista. ¿Estaría soñando?

Dulce Merlín cuando escuchó su nombre salir de sus labios…esto tenia que ser un jodido sueño.

—¿Eres…eres real?

Hermione rio. Se sentó en la silla y le hizo un gesto para que él se sentase.

—Por su puesto que soy real…no te imagino recreando una escena en tu mente donde yo venga a verte vestida de novia. ¿O sí?

Draco se sentó frente a ella, carraspeó y la miró directamente a los ojos.

—¿Qué haces aquí?—preguntó todavía incrédulo por lo que sus ojos veían.

Hermione sacó de su vestido la carta. La última que él le había escrito, la abrió y la puso encima de la mesa.


N/A: Perdón por tardar en actualizar, no sé que pasa con el servidor pero no me ha dejado acceder en varios días. Gracias a las personas que están siguiendo esta historia, me encanta leer vuestras reseñas y mensajes privados.