X. ALMUERZO
—¡Hills! ¿Quieres intercambiar almuerzos?
Axel miró de forma disimulada cuando una de las profesoras se acercó a Celia durante la hora de comer. Ningún profesor había abandonado el salón de maestros, él tampoco quiso salir.
La actividad llamaba su atención, para él resulta entretenido. En la asociación nadie pensaría siquiera en hacerlo, se consideraba infantil y poco profesional, pero los maestros se divertían llevando almuerzos repletos e intercambiando partes de él entre ellos. Axel había participado algunas veces, aunque desistió al enterarse que las profesoras buscaban intercambiar con él con dobles intenciones.
—Pero, Celia, ¿solo eso vas a comer?
Axel vuelve a mirar a su dirección. Celia comía muy poco los últimos tres meses, eso lo había notado; sus raciones de alimentos eran pequeñas. Las dos profesoras miraron de forma inquisitiva a su colega, Celia se limitó a hacer un mohín indiferente.
—Es que últimamente no he tenido nada de hambre.
—¡Te vas a enfermar! Mira, yo te doy este trozo grande de pollo frito y tú me das esa salchicha.
—¿Intercambian? —el profesor de química se acerca agitando un tenedor en el aire—. ¿Alguien me da ensalada a cambio de un rollo de huevo? Mi esposa me odia y me quiere matar con el colesterol alto.
—Dame una papa y te daré aderezo para ensalada.
—Yo también quiero hacer intercambio —otro profesor joven se acerca y pronto el pequeño espacio de Celia esta abarrotado.
—Señorita Hills, no comes mucho —el profesor de matemáticas se oía preocupado al verla tomar pequeñas porciones de cada uno. Ella de nuevo parece incomodarse.
—Es que no tengo hambre.
—¡Es lo que le dije yo, profesor, se va a enfermar!
El joven profesor vuelve a mirarla, parece nervioso, pero sorprende a todos al poner delante de Celia una lata de café y un bizcochuelo de naranja.
—La profesora tiene razón, Hills. Aunque no tengas hambre deberías comer.
—Gracias, profesor —Celia toma ambos regalos con asombro, no se lo esperaba—. Me encanta el dulce.
La profesora de música rueda los ojos cuando Celia y el maestro de matemáticas se quedan viendo con una sonrisa. Mira mal al hombre para sacarlo de su repentina burbuja.
—¡Oye! ¿Qué es ese favoritismo con Hills? ¡Nosotras también queremos postre!
—¡Cómprense!
Axel regresa a su propia merienda. Comenzaba a hacerle agua a la boca los diferentes olores. El almuerzo que ha preparado es simple y de su gusto, pero todo lo que veía comenzaba a antojársele. Le avergonzaba invitarse solo al intercambio, por lo que no dijo nada y comenzó a comer. Quería un poco de carne, se arrepiente de haber elegido una opción vegetariana para ese día.
—Uhm, Blaze…
Una vocecita a su costado se dejó oír. Axel no tuvo que levantar la cabeza, sabía quién era la dueña de aquella voz. La maestra de arte está justo a su lado, sosteniendo su almuerzo abierto; la vista de las carnes de hamburguesas cubiertas con queso vuelve a hacerle salivar y a lamentarse de estar comiendo solo verduras.
—¿Quieres intercambiar almuerzos?
—Claro.
"¡Blaze ha rechazado cinco veces a la misma profesora!"
—¿Qué pasa? —la docente pregunta cuando lo ve congelar el tenedor en aire y con la expresión en blanco.
—Nada —Axel se lleva a la boca un trozo de verdura para mantenerse ocupado. ¿Qué estaba haciendo? Aceptar el intercambio era aceptar de forma indirecta acercarse a ella, aunque no hubiese motivos para malinterpretar algo tan inocente. Pese a todo, esa maestra era muy testaruda y no descansaría hasta obtener lo que quería de él.
Pero de verdad tenía hambre y estaba antojado de todo. Axel frunció los labios, ¿estaba dispuesto a venderse por una hamburguesa? Se respondió inmediatamente que no, en su lugar, necesitaba una excusa para deshacerse de ella y comer en paz.
—¿No te gusta la hamburguesa?
—Mi hermana cocinó para mí.
—Oh…
La señorita entiende el valor sentimental del almuerzo de Blaze y ya no dice nada. Axel siente que la tensión lo abandona. Cuando gira al costado para darle un último vistazo al intercambio, encuentra a todos los profesores mirando a su dirección, han estado fisgoneando su conversación con la maestra de arte, voltean y hablan con alboroto para disimular su descaro. Axel, sintiendo que el rostro le quemaba, muerde otro trozo de verdura para hacer algo más que callarse la boca.
La hora de almuerzo se acaba y todos los maestros abandonan el salón. Él se queda solo, mañana no tenía que asistir a Raimon y planeó avanzar todo su trabajo para no cargar a Celia, además de adelantar sus pendientes para contar con tiempo extra y organizar la próxima reunión informativa en la asociación.
Lo malo, es que con solo pensar en su pequeña lista de quehaceres ya se siente agotado. Su buen humor ha durado muy poco, de nuevo se sentía enfermo. Entre decidir avanzar a ritmo lento o dejar que Celia se abrumara por su parte del trabajo sin hacer, prefería quedarse horas extras, no tenía las intenciones a arrastrarla a sus problemas otra vez.
Aquella noche llega temprano a su departamento y se lanza sobre la cama para descansar, aunque su mente alterada no se lo permitiera.
6:00 a.m.
«Buenos días, Blaze, hoy quería llevarle el almuerzo a mi hermano, pero me acaba de decir que no podremos vernos. ¿Te parece bien si te lo doy? No alistes nada».
Axel a duras penas leyó el mensaje. Celia preguntaba y se respondía ella sola. No pasaría nada si no contestaba. Su mente embotada por el sueño solo le hace entender que ese día podría dormir una hora más.
Ella no lo sabe, pero ha sido de gran ayuda. Aunque le duelen los músculos, Axel asiste de buen humor a Raimon.
—Hiils, buenos dí…
Celia se acerca él y casi estrella el recipiente de comida contra su pecho cuando se lo da.
—Toma, voy tarde a mi clase. ¡Nos vemos!
—¡Espera! —Axel apenas puede levantar la mano para entregarle la fotografía. Ha intentado devolverla, pero entre su mente olvidadiza y la actitud acelerada de Celia es imposible. Vuelve a guardarla en su billetera, tendrá que ser después de comer.
Axel mira el reloj y frunce el ceño. Celia no tiene clases a esas horas.
No lo piensa mucho, se ha sentido demasiado desorientado esa semana como para saber si ella cambió de horario o no.
Cuando el timbre suena. Axel guarda sus cosas y se dirige al club de fútbol, quiere evitar otro intento de intercambio con la profesora de arte. Toma el recipiente envuelto con cuidado entre pañuelos y el aroma abre su apetito de inmediato. Es arroz blanco con curry y pollo empanizado, una receta simple. Le hace sentir culpable el tener que comerse el almuerzo de Jude, pero al probar el primer bocado, olvida por completo su pena. Celia siempre ha tenido buena sazón, no se comparaba a la de Silvia, pero era agradable. El sabor de los almuerzos durante su secundaria era fácil de diferenciar: Cuando sabía delicioso, Silvia lo había cocinado; cuando el sabor era agradable, le pertenecía a Celia; de Nelly prefería no opinar.
Ahora el almuerzo de Celia sabe igual o mucho que los de Silvia. Aunque no había pensado mucho en la hora del comer, lo estaba disfrutando demasiado. Celia no cocinó para él, pero eso no significaba que debía sentirse menos agradecido, y el hecho de haberle permitido una hora más de sueño era bastante para agradecer. Él también había mejorado mucho en la cocina con el pasar de los años, aprendió nuevas recetas y el takoyaki ya no era su única especialidad, le parece justo invitarla a comer.
—Un intercambio —se dijo con una sonrisa. Nunca lo había hecho con Celia, de alguna forma lo estaba haciendo ahora.
Sabía bien por Jude que a Celia le gustaba todo lo frito y los postres de crema. "Me encanta el dulce" le dijo al profesor de matemáticas.
—El profesor cangrejo —dijo en voz alta, Axel lo llamaba así desde que Celia lo mencionó estando mareada. A ella no le agradó por su timidez, pero de alguna forma el hombre se estaba ganado su simpatía al estar constantemente regalándole dulces.
—Es muy obvio —Axel vuelve a hablar en voz alta. No era un misterio para nadie que aquel hombre estaba enamorado de Hills. Siempre le dejaba latas de refresco o postres de todo tipo en su escritorio cuando ella no estaba. En más de una ocasión, el maestro le había pedido a Axel que no le dijera a Celia que él le regalaba los dulces y, para evitar entrometerse, Axel prefería no responder cuando Celia le preguntaba.
—¡Solo tú estabas aquí, Blaze! ¿Cómo es que no has visto? —Celia le preguntó un día cuando encontró una cajita de chocolates.
—Si él no te lo entrega directamente, ¿por qué te lo voy a decir? —su respuesta fue malhumorada en lugar de fingir indiferencia.
Sí que era muy malo mintiendo.
Axel suspira, no debería estar recordando eso, tiene cosas más importantes que hacer, como planear el almuerzo de su asesora.
El detalle era el poco apetito de Celia. Consideró hornear un postre como mejor opción, pero también quería cocinar.
Se llevó las manos al rostro, le estaba costando decidirse.
Lo planearía con calma cuando tuviera tiempo.
La hora de comer termina y se siente satisfecho y feliz.
Axel no ve a Celia durante todo el día. Considera que no podrá despedirse de ella, hasta que la ve entrar corriendo en el club de fútbol. Está despeinada y con sudor en la frente, como si hubiera corrido una gran distancia.
—¡Blaze! Pensé que te habías ido.
—Estaba a punto de irme. ¿Estás bien?
Celia recupera la compostura después de apoyarse contra el escritorio para tomar aire.
—S-Sí lo estoy. Tenía que alcanzarte, no has sellado mis cartas.
Axel toma los documentos y con calma coloca su sello y firma. No necesita leerlos, el trabajo de su asesora es impecable y podía confiar en ella para que todo estuviera en orden. Cuando le entrega los documentos, Celia se ve inquieta por algo. Él entiende y sonríe.
Hills podía llegar a ser bastante indiscreta con sus sentimientos.
—Jude se perdió un gran almuerzo.
Los ojos de Celia comienzan al brillar.
—¿Eso crees? ¿Te gustó?
Axel no tiene que decir nada más cuando asiente, la reacción de Celia es inmediata, junta sus manos con alegría.
—¡Qué bien!
—¿Quieres intercambiar almuerzos?
El repentino ofrecimiento de Axel la deja boquiabierta, inmediatamente vuelve a sonreír y a dar palmaditas alegres.
—¡Sí! ¡Nunca lo hemos hecho!
—Lo estamos haciendo ahora. La próxima vez traeré algo para los dos. ¿Qué te gusta?
—¡Me gusta todo!
Celia se percata de sus palabras y se cubre la boca con ambas manos. Axel, por supuesto, ahoga una pequeña risa.
—A pesar de eso, comes muy poco.
—Es que no he tenido hambre últimamente, pero si cocinas para mí, lo comeré todo, lo prometo.
—¿Prefieres el pollo o el pescado?
—Me gustan ambos, ¿qué estas planeando?
—Que sea una sorpresa.
Celia siente que el corazón le palpita tan rápido que no puede respirar, el semblante de Axel es amable y tranquilo cuando sonríe. Él podía llegar a ser una persona encantadora aún en su seriedad y discreción, y pensaba que precisamente por eso su sonrisa era más especial que el de cualquiera.
Sin embargo, toda su alegría la abandona cuando lo ve a los ojos y se percata de la sombra en ellos.
—Blaze, ¿estás durmiendo bien? Otra vez te noto muy cansado.
—Lo estoy, pero quiero devolverte el favor.
Celia usa ese gesto triste que él ya ha memorizado bien, aparece cuando está preocupada por él y se siente culpable por eso. Axel sabe que es imposible ocultarle cómo se siente, la agudeza de Celia lo descubriría, no puede mentirle.
—No me mires así, estaré bien.
—No tienes que hacerlo. No iba a guardar la comida por no ver a mi hermano. Está bien, podemos planear algo cuando te sientas mejor.
—"No quiero esperar" —Axel se siente inquieto, de alguna forma pensar en cocinar para ella lo había animado y no le gusta ver cómo Celia ahora se siente presionada.
—¿Nos vamos ya, Blaze?
—¿Te gustaría ir al distrito comercial después de la reunión en la asociación? Quisiera un tomar macchiato.
—Me gustaría ir, pero ya hice planes para ese día—Celia lo mira con una sonrisa triste—. Quizás para la próxima reunión u otro día que tengas tiempo. Sabes que yo sí puedo.
Axel asiente, por fuera su rostro refleja una expresión neutra, por dentro se pregunta cómo es posible que haya estado tan animado como para invitarla a salir de repente. Le decepciona el rechazo y se esforzó en disimularlo.
Celia guarda los documentos en su bolso y lo mira como si no estuviese segura de decirle algo.
—¿Sabes? No sé por qué, pero me sentía nerviosa, no sabía si te iba a gustar.
—Siempre has cocinado bien, Hills.
—Jack y Scotty no opinaron lo mismo.
—¿Por qué dices eso? —Axel abre más los ojos por la curiosidad.
Celia cruza los brazos sobre su pecho y su expresión se torna enfurruñada.
—"Quisiera comer la comida de Rachel" —dice imitando a Jack—. Malagradecido, la próxima vez haré que coma tierra, a ver si le gusta.
—Serás una esposa tenebrosa —Axel piensa, excepto que lo dice. Celia lo mira con los ojos muy abiertos. Algo parecido al espanto lo embarga al percatarse de lo que acababa de hacer.
—Yo… ¿Eso crees?
—Perdón, creí que lo estaba pensando.
Axel se percata de su estupidez al darle semejante justificación y se lleva el puño a los labios. Celia ha cambiado su expresión confundida por una alterada.
—¡Lo pensaste! ¡No, esto es serio! Confío en tus palabras, Blaze, tienes que decirme la verdad. ¿Crees que seré una esposa terrible?
—No lo decía en serio.
—¡Pero lo dijiste!
—¡Cálmate, no era mi intención! —Axel no sabe el porqué de su reacción tan efusiva y de forma inconsciente eleva las manos para calmarla. Celia no vuelve en sí con ese gesto, al contrario, la empeora.
—¡No es cierto, nunca haría que alguien coma tierra! Es que ese día los chicos querían entrenar duro para completar la Mano Diabólica y me levanté muy temprano para hacerles de comer, ¡recibir esos comentarios me enfadó mucho! Sabía que Rachel era una excelente cocinera y que la querían, pero yo estaba allí, no ella. Solo Darren comió mirándome con agradecimiento, no me dijo si le gustaba o no, pero fue muy educado y valoró mi comida, hasta el día de hoy lo hace. Por eso me gusta cocinar para él cuando está en mi casa, a Scotty le doy agua del caño cuando me visita.
—¿Cocinas para Darren?
Axel ignora por completo ese último dato sobre Scotty. Es la primera vez que oye de Celia el tipo de relación que tiene con el portero de la selección japonesa. Sabe que son cercanos, pero no al punto de reunirse en su departamento y recibirlo con comida caliente.
—Sí, a veces. Cuando viene a Inazuma para las reuniones de la asociación nos reunimos y le hago de comer. La comida casera es su favorita.
—La mía también… —piensa, y lo dice, sale de su boca de forma inconsciente, pero esta vez su expresión es distraída. Celia se encuentra demasiado ensimismada con su relato como para notar la reacción de Axel.
—La comida casera se siente muy especial. ¿Cuál es tu favorita?
—Col rellena*.
—La de Darren es el Katsudon. Tengo en el refrigerador una botella de salsa picante para él, lo conozco y sé que no puede comer sin sentir picor en la boca, a mí no, me hace toser y no disfruto nada. ¿También a ti te gusta el picante?
—No.
—También preparo postres, a él le gusta la tarta de queso. Tu postre favorito es el Parfait, ¿verdad?
—Sí.
—Antes de saberlo, por algún motivo pensé que te gustaba el tiramisú, tienes cara de que te gusta el tiramisú. El Parfait también es delicioso, no parece difícil de preparar, quizás debería…
—Me tengo que ir.
Celia lo mira pasmada, era la primera vez que Axel acaba una conversación de forma tan brusca a pesar de hablar con tanta calma, pero le pareció algo normal, él tenía el humor muy inestable desde hace meses.
La expresión de Axel es rígida. Se siente realmente enfadado, pero la sensación es más triste que amarga y de repente todo es demasiado confuso.
Col Rellena: Uno de los platillos favoritos de Gouenji según Inazuma Eleven Everyday.
