Propósito biológico
Kohaku estaba durmiendo apaciblemente en su cama, luego de un largo día de trabajo en la jefatura de policías. Afuera llovía, no muy fuerte ni muy suave, y el sonido era más reconfortante que molesto, permitiéndole dormir de forma muy placida.
Fuera de su casa, un auto se estacionó y un hombre con una bata de laboratorio salió, sin importarle estarse empapando.
Pasó la cerca, llegó hasta la puerta y sacó su llave, entrando sin dificultad.
Llegó a la habitación de Kohaku y la vio dormida en su cama, muy tranquila.
Entró sin hacer ruido y se sentó a su lado, acariciándole el rostro por un momento, de forma muy superficial, para luego sacar unas esposas y esposar cada mano a la cabecera de la cama.
A sentir el frío metal de las esposas, Kohaku arrugó el gesto y luego abrió los ojos rápidamente, mirándolo directo a los ojos a pesar de la oscuridad.
—¡¿Senku?! —Jadeó.
—Ha pasado tiempo, leona. —Comenzó a quitarse la ropa mojada.
—¡¿Qué haces aquí, bastardo?! —Intentó sentarse, solo entonces dándose cuenta de las esposas en sus muñecas—. ¡¿Por qué me esposaste?! ¡Libérame ahora mismo!
—No haré eso, porque sé que si lo hago me mataras.
—¡Ja, por supuesto que te mataré! ¡Te fuiste de la casa y me enviaste el contrato de divorcio sin decir nada! ¡Luego te fuiste a Estados Unidos a trabajar con Xeno en la máquina del tiempo desde allí y te marchaste a la maldita Luna sin mí por meses, después de que me prometiste que me llevarías de nuevo cuando tuvieran que ir otra vez! ¡Todo fue para escaparte de mí! ¡Nunca pensé que fueras tan cobarde! ¡Me repugnas! —Lo miró con completo odio.
—Necesitaba trabajar en algunas cosas, no quería que siguieras atada a mí incluso mientras estaba lejos por tanto tiempo. —Se quitó la camisa, quedando solo con sus pantalones, y luego fue a buscar una toalla para secar su cabello.
—¿Crees que voy a creerme esa excusa ridícula? ¡Sé que en verdad te fuiste porque yo quería tener hijos! No te bastó solo con decirme que no, ¡tenías que arruinar todo entre nosotros! ¡Después de todo lo que pasamos juntos, no te importe en lo absoluto!
Al escuchar su voz quebrarse levemente, Senku se sentó a su lado en la cama y trató de tocar su rostro, pero ella se hizo para atrás y él suspiró largamente.
—Simplemente… creí que estarías mejor sin mí.
—Creíste mal. —Lo miró con rabia—. He estado muy sola todos estos meses, intenté contactarte, y ni siquiera te importó…
—Necesitaba alejarme. Tenía mucho que hacer, yo… quería intentar terminar ciertos asuntos. Ahora los terminé y quería saber si podía quizás… intentar regresar contigo. Entonces me enteré que estás saliendo con alguien.
—Ja, solo almorcé dos veces con un compañero de trabajo. ¿Llamas a eso salir con alguien? Aunque tenía pensado volver a salir con él, y ahora que me estás demostrando lo bastardo que eres quizás lo haga.
—No te dejaré. —De pronto se subió encima de ella, colocando las manos a los lados de su cabeza—. Vine aquí a recuperarte. Y ni siquiera has firmado el contrato de divorcio, todavía eres mi mujer.
Kohaku tragó saliva, sintiendo la cercanía y el calor de su cuerpo, algo que desde hace mucho no sentía.
—Te lo advierto, Senku, todavía puedo patearte…
—Podrías, sí, pero ¿eso es lo que realmente quieres? —Acercó su rostro al suyo, tanto que sus narices se rozaron, tanto que ella perdió por completo la capacidad de hablar o siquiera razonar.
Cuando él se inclinó para besarla, ella lo encontró a medio camino, sus bocas se fundieron en un beso desesperado, pronto empezaron a usar sus lenguas y ella gimió ruidosamente al sentir sus manos meterse bajo su camisón luego de hacer a un lado las sabanas.
Quería desesperadamente tocarlo, jalar de sus cabellos, rastrillar sus dedos por su espalda, halarlo contra su cuerpo para sentirlo al ras, pero las esposas, aunque eran de plástico o algo así, eran bastante duras y no podía librarse de ellas por más que se retorcía e intentaba zafarse.
Para colmo el desgraciado de Senku solo se rio al ver tantos intentos fallidos, haciéndole que ella le pegara una pequeña patada en el trasero.
—Auch, oye.
—Cállate y libérame —ordenó, mordiéndole los labios con saña, desesperada por tocarlo.
—Qué impaciente. —Tomó sus muslos y le separó las piernas para apoyar mejor su pelvis contra la suya, haciéndola gruñir de deseo al sentir su erección contra su intimidad todavía cubierta por su ropa interior.
Sus besos bajaron por su mandíbula hasta su cuello, pudo sentir su lengua caliente deslizarse por esa zona que él sabía que la volvía loca, justo entre su hombro y su cuello.
Clavó sus uñas en sus palmas, jalando de las esposas con más fuerza, retorciéndose salvajemente contra la erección de Senku.
Cuando la mordió, para después empezar a chupar y succionar su piel, directamente gritó y envolvió sus piernas con fuerza alrededor de su cintura, empujándolo para obligarlo a generar más fricción con su necesitada intimidad, retorciéndose contra él mientras no dejaba de rogarle que le quitara las esposas.
—Te las quitaría, pero el camisón no tiene tiras, así que… —Bajó el camisón desde arriba hasta abajo, dejando al descubierto su sujetador— supongo que puedes aguantar un poco más así.
—¡Maldita sea, Senku! —Lo apretó con más fuerza entre sus piernas.
—¡Agh! Maldición, Kohaku, si me rompes ahora mucha suerte consiguiendo tu orgasmo. —La miró con reproche mientras bajaba las copas de su sujetador, pellizcándole los pezones con fuerza entre sus dedos, obligándola a arquear todo su cuerpo y separar las piernas otra vez—. Sé buena y yo seré bueno, ¿trato hecho? —Bajó la cabeza para empezar a chupar uno de sus pezones, haciéndola jadear y gemir, echando la cabeza hacia atrás y relajando el cuerpo.
A este punto la humedad se estaba desbordando fuera de sus bragas, y la erección de Senku estaba tan marcada en sus pantalones que ella podía sentir su forma contra sus pliegues cubiertos de tela, encontró la punta y empezó a embestir contra esa zona, sintiéndolo pinchar contra su entrada.
Él gruñó con su pezón todavía metido en la boca, haciéndola balbucear de placer algo ininteligible, ambos se retorcieron y Senku llevó sus manos a sus caderas, meciéndolas para que pudiera cogérsela por encima de la ropa con mayor precisión.
Finalmente, cuando ella empezó a sacudirse más y más rápido, casi sintiendo que podría correrse incluso de esta manera, él se apartó de ella, le bajó la ropa interior y se quitó los pantalones y su bóxer, para luego tomar sus muslos y separarlos, todo bajo su atenta y muy hambrienta mirada.
Empezó a meter la punta y ella se mordió el labio con fuerza, sintiendo un calor abrumador, pero entonces recordó algo.
—Espera —le dijo, jadeando pesadamente—. Deje de tomar la pastilla, ¿tienes un condón?
—No —contestó como si nada, para luego introducir el resto de su miembro de golpe, haciéndola soltar un chillido agudo cuando una ola de inmenso placer y algo de dolor la envolvió—. Por si no te has dado cuenta… —Se inclinó para susurrar algo directamente en su oído, con una sonrisa que solo podía describirse como el descaro más puro y absoluto— vine aquí a embarazarte, leona.
—¡¿Q-qué?! —gritó, con la cara completamente enrojecida, sin poder creer lo que acababa de decir.
—Querías un bebé, voy a hacerte un bebé. —Afianzó ambas manos en sus caderas y comenzó a embestirla de forma arrolladora, quitándole todo el aliento de los pulmones, todo mientras no se deshacía de la sorpresa de lo que el bastardo acababa de decirle—. Me esperaste todo este tiempo, mereces tu recompensa —habló con voz jadeante y sin aliento, sacudiendo todo su cuerpo para penetrarla rápido y hasta el fondo cada vez—. Aunque saliste con ese compañero tuyo, así que comprenderás que tuve que castigarte… por eso las esposas.
—¡Te voy a… ah… matar, e-escoria! —gritó sin aliento, jadeando y gimiendo desesperadamente, retorciéndose contra él para encontrarlo a medio camino de sus embestidas.
—¿Y dejar a nuestro bebé sin padre? ¡Mereces otro castigo, entonces! —De pronto se salió de su interior y se puso en pie, dejándola totalmente sola, desesperada y retorciéndose, mirándolo suplicante.
—No, no, no, no, vuelve, vuelve, lo siento… —Frotó sus muslos juntos, intentando crear fricción en su clítoris, sin querer que disminuya la sensación de estar tan cerca del orgasmo.
—Tranquila, la verdad es que necesitaba un minuto… —Estaba empapado en sudor, con su pecho subiendo y bajando violentamente, agotadísimo, pero con su miembro tan endurecido que parecía dolerle—. Pero como sea, creo que fue suficiente castigo, déjame quitarte eso. —Sacó la llave y le quito las esposas, y de inmediato Kohaku se le tiró encima, lo estrelló en el piso, le tomó el rostro con las manos y lo besó desesperadamente mientras clavaba su miembro de regreso en su interior.
—Mmm… —Rompió el beso para que pudieran respirar y empezó a besarle el cuello mientras subía y bajaba salvajemente sus caderas, sintiendo como la estiraba tan deliciosamente, sintiendo esa maravillosa sensación que tanto extrañó—. ¿S-seguro… que quieres esto?... —preguntó sin aliento, antes de morder su hombro y arañar sus brazos, arrancándole gruñidos desesperados en lo que llevaba sus manos a apretarle el culo con ganas.
—Ya te dije que sí, m-maldita sea —gimió con fuerza—. Tú lo quieres también, ¿no es cierto? —Sus miradas se encontraron y ella sintió como si todo su interior combustionara en llamas—. ¿Quieres que te embarace? ¿Quieres que te llene con mi esperma una y otra vez hasta que tengas lo que quieres? ¿Eso quieres? —Sus palabras y el tono con el que lo dijo, mientras le apretaba el culo con una mano y llevaba la otra a retorcerle el clítoris con fuerza, de alguna forma multiplicaron todo el placer que ya estaba sintiendo, la volvió loca, la hizo gritar desde el fondo de su garganta mientras brincaba sobre él con más fuerza hasta que por fin sintió su semilla comenzar a inundarla, llevándola a un segundo orgasmo que se mezcló con el anterior, lo avasalló y lo magnificó, arrancándole lágrimas de los ojos mientras lo mordía y le enterraba las uñas en los hombros con tal fuerza que lo hizo gritar de dolor y placer.
Su alfombra se llenó de sangre, lágrimas, sudor y otros fluidos, Kohaku tardó en recuperarse del golpe de placer, y fue solo cuando lo hizo que se dio cuenta de que se había pasado de fuerza y Senku estaba medio muerto y con heridas abiertas en sus hombros, todavía sangrando.
—¡Mierda, lo siento! —Corrió a buscar vendas.
—Está bien… me lo merecía… —Rio débilmente.
—Sí, pero aún no he acabado contigo. —Ahora ella sonrió maliciosamente mientras llevaba su pie a su miembro, haciéndolo atragantarse cuando lo acarició suavemente para volver a su amiguito a la vida, cosa que le funcionó de forma casi instantánea—. Tenemos un bebé que hacer, y lo quiero lo antes posible así que te vendaré y te pondrás a trabajar.
Senku, conocido por sobreexplotar laboralmente a las personas, fue sobreexplotado sexualmente las siguientes tres semanas hasta que Kohaku acabó muy feliz con una prueba de embarazo positiva en sus manos. Y aun así luego continuó siendo explotado por meses y meses debido a su insaciable apetito sexual aumentado por las hormonas del embarazo, o esa excusa le daba ella. Se lo merecía.
Fue un infierno placentero, uno que disfrutó y sufrió en gran medida, pero que al final valió la pena.
Vivieron muy felices con su hija, hasta que un día a Kohaku se le ocurrió la gran idea de tener otro bebé.
No sobreviviría, pero al menos ya cumplió con el propósito biológico de dejar descendencia. Moriría en paz.
Fin.
Holaaaaaaa :D
Aquí una nueva adición a la colección!
Debería haberla subido ayer pero me retrase, lo siento xP
He estado ocupada QnQ
Ojala q les haya gustado este fic rikolino!
Merezco un review? *w*
Me despido!
CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
